Nota de autor: IMPORTANTE, antes de leer les advierto que este capitulo contiene escenas sexuales explicitas y violación. Si aún quiere continuar leyendo, adelante.
Los demonios se aprovechan de la debilidad de los humanos.
Cuando ellos están frágiles buscan corromperlos y volverlos locos a través de maliciosos susurros.
Sin embargo, mientras el recinto del señor este presente. Todo estará bien.
Oscuridad, solo la oscuridad se extendía por todo el lugar. No había luz ni nadie a su alrededor ¿Donde se encontraba? Por mas que trataba de averiguarlo, nada venía a su mente.
Buscaba algo de luz, por lo menos un destello, pero lo único que pudo sentir fue la espesa niebla extendiéndose por todo el lugar.
Estaba confundido, ya que el ambiente era extraño. Sentía frío.
Empezó a caminar, la niebla no lo dejaba ver bien por donde iba, aunque de todos modos no serviría, estaba casi ciego sin luz.
Camino, camino y camino. Pero no encontraba nada ni nadie que le pudiera explicar la situación. Le estaba empezando a doler los pies y el frío empezó a hacerle temblar.
Estaba cansado, fatigado, sin embargo no quería parar. Porque él sabía que no estaba solo, él sentía las miradas que se veían entre las sombras ¿De donde venían? ¿Por qué se escondían?
Era inútil, jamás lograría algo. Solo se estaba cansando por las puras y no veía a nadie que lo pudiera ayudar. Solo los ojos, que aumentaban y lo miraban como si fuera animal de circo.
Entre tanto par de ojos, se dio cuanta de unos en especial. Un par de ojos, redondos y tiernos que se acercaban a él. Mientras más cerca estaba, podía vislumbrar quien era el portador. Dos tiernas coletas se dejaron ver, una jovencita con un bello vestido y sonrisa angelical se acercaba a él. Sabía quien era...
Era su hija...
La hija de esa persona.
¿Te sorprende verme? Padre.
En efecto, estaba sorprendido, sus ojos se dilataron y mostraron un rostro horrorizado.
—¿Qué haces aquí? Tú... estás muerta.
La niña sonriente bajo la mirada y cambio de expresión, en ese momento su fleco tapó su rostro, solo dejando ver sus labios que estaban apretados e indispuestos a abrirse. Pero ella los abrió y habló.
Eres tan cruel, padre. Yo confiaba en tí, mamá confiaba en tí ¡Papá también confiaba en tí!
Gritó, molesta con él por haber roto su familia. Por haberlos hecho sufrir y que por su culpa... tuvieran ese final.
¡Te odio!
Corrió pasando a su lado, con las lágrimas desbordando por sus ojos, una tras otra.
La siguió con la mirada, mirando fijamente su espalda, hasta que se perdió, en la infinita oscuridad.
Cuando se encontró solo otra vez, apretó sus puños con impotencia. Dolía, dolía mucho, tanto que sentía que en cualquier momento iba a desfallecer.
—Yo nunca... —Sus piernas se quebraron y cayo al suelo —les di un motivo... —Golpeó el oscuro suelo con sus puños — ¡Para confiar en mí... !
Finalmente las lágrimas cayeron, sacando todo el sufrimiento que estaba aguantando su corazón. Sollozó, ocultando su rostro que solo expresaba lamentos.
Unos pasos se acercaron a él, otras dos presencias se situaron al lado de él. Observándolo y Juzgándolo con sus ojos analíticos.
¿Es así como nos pagas? ¿Rompiendo la confianza que depositamos en ti?
Una voz femenina y madura pregunto. Levanto la mirada para ver quien era, era su esposa. La mujer que había engañado a ese señor y había tenido un bebe con otro hombre. Y tiempo después ese bebe creció, y se volvió la adolescente que la acompañaba.
¡Eramos felices! Teníamos una vida realizada, nos amábamos. Pero llegaste tu y le contaste, aun habiéndome prometido que solo iba a quedar entre nosotros.
¿Ves esta marca?
Apunto a su pecho donde había una perforación.
Esa noche mi esposo llego ebrio, gritando y buscándome en las habitaciones. Luego me encontró junto a mis hijas, tranquilas, hablando sobre la cena de mañana, lo que paso después fue...
Las lágrimas de la mujer empaparon sus mejillas, sus dientes rechinaron y su ceño se frunció. Cambiando toda la expresión de su rostro.
¡Fue tu culpa! ¡Toda tu maldita culpa!
Se acerco de súbito al sacerdote y lo tomo de los hombros sacudiéndolos bruscamente. Empezó a gritar:
¡Si tú no hubieras llegado a nuestras vidas, todos seríamos felices!
Lo empujo para que cayera al suelo, tapó su rostro con su flequillo, dejando solo ver el brillo de sus lágrimas.
Te odio, padre. ¡Te odio!
La madre toma la mano de su hija, pasando al lado de el sacerdote en el suelo. Ichimatsu tenía los ojos bien abiertos, sorprendido y atónito.
Se dejaron escuchar unas voces en la oscuridad, cada una susurraba lo mismo, con sus voces condenándole.
Fue tu culpa, fue tu culpa, fue tu culpa.
—¡No! ¡Yo no quise, yo no quise hacerlo, realmente no fue mi intención! Yo no quería que esto pasara, yo no quería...
Se encogió, aferrándose a sus piernas, sollozando, torturándose con sus pensamientos de culpa. Creía que lo que hacía era bueno, que contar la verdad era bueno, nunca imagino... que traería esta clase de desgracias.
El humo se torno negro, un viento helado paso por el lugar, los sonidos se hicieron más fuertes, y los susurros también.
Sintió como una uña alargada tocaba su espalda, golpeando para llamar su atención. El sacerdote abrió los ojos, mirando hacia atrás, unos ojos rojos lo saludaban refulgiendo en la oscuridad. El ser sonrió maquiavelico y dijo:
Fue tu culpa, tú... los mataste a todos.
Se levanto de súbito, con su respiración alterada tratando de acumular el aire en sus pulmones. El sudor frío bajaba por su rostro, al igual que las lágrimas secas. Tomo la sabana blanca que estaba encima suyo y la dejo de lado para sentarse en la cama.
Llevo una mano a su rostro con una expresión contrariada.
—¿Un sueño? ¿Eso fue un sueño? —No lo podía creer del todo. Porque lo había sentido muy fuerte en su piel, cada momento, fue una agonía.
Reflexiono, reflexiono sobre la situación. Si existen los ángeles, ¿Los espíritus también? Quizá, esa gente vino del más allá para llevarlo al infierno, donde debía estar desde ahora.
Se mordió el labio —No quiero seguir cargando con la culpa...
Entre escombros, sentando en una roca prominente, se encontraba un hombre con cuernos, cola, alas negras como las de los murciélagos y los ojos rojos. Una gran sonrisa se encontraba en su rostro, feliz por la situación. —Los humanos son... tan influenciables. —Río divertido. —Y eso me encanta.
Movió su cola de un lado al otro, mientras jugaba con una calavera. La giraba en su mano, dándola vuelta como si fuera un balón de basquetbol.
—Especialmente ese sacerdote. Luego de haber vivido una situación de tragedia, causada por las mentiras y los engaños de la mujer. Los sentimientos de culpa lo consumen, por solo haber dicho la verdad. —Una risa estruendosa lleno el lugar. —Luego estoy yo, listo para atacar y llenar su cabecita con sus mayores miedos.
Detuvo su movimiento en la calavera, acercándola a su rostro para mirarla fijamente, los orificios huecos le miraban también. Delineó con sus dedos el contorno, la frente, los hoyuelos, los dientes.
En el ambiente sombrío y calmo, empezaron a escucharse varias voces. Voces de lamentos, otras voces siendo torturadas y entre todas ellas se dejó escuchar la voz de una mujer gimiendo y pidiendo por más.
—Aunque, no me importa ese sacerdote. A mí, solo me importa el padre Karamatsu. Jaja ¿Viste su cara, no? Yo la vi, a través de los ojos de mi discípula. Estaba enojado, estaba frustrado ¡Frustrado! ¡Ame su cara de sufrimiento! —Exclamo, acercando su rostro a la calavera. —Se parece tanto a tí.
La beso, y luego la tiro a una montaña llena de cráneos. La suya, encima de todas.
—Y ahora... tengo que ir a ver lo que están haciendo esos demonios, espérame. Preciosa.
Camino a través de las montañas de escombros, hasta llegar a una linea delgada de luz vertical la cual se abrió como si fuera una puerta, paso y entro a un lugar más espacioso. El fuego se expandía alrededor, pequeños demonios con látigos en las manos, hacían trabajar a hombres delgados y desnutridos. Paso entre todo aquello hasta llegar a una puerta envuelta en fuego, detrás de ella se podían escuchar gemidos y alaridos de placer.
Abrió la puerta, encontrándose con la espalda blanca inmaculada de un demonio, quien movía la pelvis adelante y atrás, bruscamente. Otra mujer se encontraba chupando un pecho al aire y masajeandolo mientras enterraba sus uñas.
—Ustedes los Incubos son tan lujuriosos, recién la han traído y ya se están aprovechando de ella.
La chica que estaba siendo violada lo miro con sus ojos desbordados de placer. Tenía la boca entre abierta mientras gemía, con un hilo de saliva saliendo de sus labios.
—No se ve nada santa para ser una monja, ¿El padre Karamatsu estará haciendo bien su trabajo?
El Incubo que estaba embistiendo a la chica río, recordando el rostro de ese joven. —No lo creo, se ve tan ingenuo.
El demonio rojo solo emitió un monosílabo, mientras miraba la situación. Los demonios menores, la súcubo y el incubo. No se sintieron intimidados por ello, al contrario, les excitaba.
La pequeña diablilla paso su mano por el abdomen de la joven desflorada, llevando sus dedos afilados hasta su intimidad siendo penetrada. Deslizo los dedos, enterrandolos y moviéndolos dentro y fuera. Mientras el miembro del Incubo aún seguía penetrándola.
—Bueno. —El demonio desvío su mirada, dandole la espalda a la escena. —No la fatiguen mucho, que seré yo el que se coma su alma.
Fue lo ultimo que les dijo para seguir su camino, la joven monja gorgoteo unas palabras de auxilio, pero el demonio no miro hacia atrás.
Cerro la puerta detrás de él. —Hm... Karamatsu ¿Escuchas? La sangre que corre por tus venas, es la desgracia que te persiguiera, para toda la vida.
Ya era un nuevo día en la Iglesia, Ichimatsu ya había hecho todos los deberes del día así que se estaba tomando un descanso. Se encontraba sentado en un banco del bello jardín que tenían dispuesto,estaba pensativo, angustiado. Todavía no podía borrar de su memoria la mala experiencia de anoche.
Más bien, debería preocupase más por el ángel que había bajado del cielo para protegerlo de no sé que cosa, y aún así no sabía que pensar o que hacer al respecto.
Ahora mismo, el ángel que se había presentado como Jyushimatsu estaba ahí, al lado suyo, mirándolo con sus puros e inocentes ojos.
— Nee... Ichimatsu, ¿Te paso algo? Te veo más decaído que ayer.
¿Lo había notado? Que perspicaz, y eso que hace poco se llevan conociendo.
El ángel se sentó al lado suyo en la banca, algo incomodo por el tope que hacía con sus alas. El sacerdote sintió como el ancho de las alas hacia que chocara con su hombro, a pesar de estar a una distancia considerable. Vio como el chico angelical empezó a tener un semblante nostálgico, llevo una de sus mangas a la boca y miro a la nada.
—Lo sé, porqué siempre te estado observando. —Sonrió, pero esta vez era una sonrisa más tierna.
Los ojos de Ichimatsu titubearon, se sentía algo incomodo con aquella confesión. Ya desde hace tiempo que se había estado portando mal, mas encima ese chico que tenía al lado lo vio todo, se sentía desprotegido, desnudo... ¡Quería esconderse debajo de una roca!
—¡Me gustaba mirarte! Aunque siempre anduvieras con una expresión de dolor, a pesar de tus actos nada buenos. A pesar de eso, yo notaba quien eras en realidad. No eres un sacerdote, ¡Eres una persona muy empatica! Como cuando curaste a un gatito que estaba en la calle, cuando ayudaste a una abuela a encontrar el camino, ¡Hasta cuando decidiste hacerte a un lado para que el sacerdote Karamatsu recibiera todo el cariño de tu padre! ¡Encuentro que eres una grandiosa persona!
Por cada palabra que pronunciaba, el corazón del susodicho se estrujaba más y más. No podía creerlo, ¿Él?, ¿Ser tan benevolente? siendo que todas las noches se torturaba por las familias que separaba, las personas que desesperanzaba, y luego no podía conciliar el sueño.
—Mentiras... —Murmuro, con el ceño fruncido y mirando el suelo. —¡Todo eso no son más que mentiras! Yo no soy esa persona que te has figurado. Quizás me hayas visto haciendo todas esas cosas pero... todo lo que había en mi mente, en mis pensamientos no eran más que odio dirigido hacia cada persona que me cruzara.
"Aunque te haya curado... no vas a sobrevivir" Había pensado luego de curar al felino y haberlo abandonado ese mismo día.
"¿Por qué sigues viviendo? Si no puedes cuidarte a ti misma. Solo eres un carga." Había sido después de dejar a la abuelita a su casa.
"Si lo prefieres a él, yo no debería estar aquí, estorbándote." Se fue del lado de su padre y ese niño que debía considerar como su hermano "Los aborrezco."
—Además, por mi culpa una familia entera murió. ¿No te parezco un desperdicio humano? Yo simplemente no debería vivir.
—¡NO DIGAS ESO! —Había alzado la voz, tomando el rostro pálido y haciendo que lo mirara a los ojos. —Nunca pienses que es tu culpa, tú no quisiste que eso pasara. Ichimatsu, tu solo dijiste la verdad, nada más. Siempre actúas como si odiaras a la gente, pero en realidad no es así ¿Cierto? Tú solo te preocupas demasiado por todos y te odias porqué no sabes como hacer a la gente feliz.
Es verdad, yo siempre pensaba en el por qué vivíamos en un mundo tan infeliz, por qué la gente sufría, ¿Y que estaba haciendo dios para remediarlo? Sentía impotencia al ver a la gente que dañaba a los demás, así que pensaba que solo existían dos tipos de personas. La gente que dañaba y la gente que era dañada, sin ningún dios que pueda ayudarnos. Entonces elegí... ser el que dañaba.
Sintió como el ser angelical lo rodeaba con sus brazos. Su olor era embriagante, lo lleno de una extraña calidez que nunca sintió y quiso sentirlo más de cerca. Rodeo su pequeña cintura y apretó la tela de su espalda.
—Trata de buscar tu propia felicidad. —Dijo. —Si eres feliz, la gente a tu alrededor también lo sera.
Sus ojos se cristalizaron, empezaron a brotar las lagrimas de sus ojos, empapando la tela blanca. Esas palabras, justamente esas palabras, fue lo que siempre necesito escuchar.
Mientras el enviado por dios y el seguidor de dios estaban en lo suyo, por otro lado estaba el sacerdote Karamatsu quien se encontraba encerrado en su habitación firmando unos papeles en su escritorio. Su ceño estaba fruncido, todavía recordaba el altercado de ayer donde Osomatsu se llevo una de las suyas.
Con furia tiro todos los papeles, libros y lapices del escritorio. Todo cayo al suelo con un estruendoso sonido.
— Ese demonio, de nuevo se salio con la suya. A estas alturas, la alma de teresa... ya debió ser devorada.
Mientras que la alma de un exento seguidor fue salvada por una criatura divina, al otro lado de la pared se encontraba una alma que encontró su perdición en los labios de un ser maligno. Sin embargo ese ser aún no esta satisfecho, no mientras no elimine los fantasmas del pasado...
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Dime pequeño corderito del señor ¿Estas perdido?
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Continuara...
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Notas Finales: ¿Quien esperaba la continuación? ¿Pensaron que nunca sería continuada? ¿Qué les pareció este capitulo? ¿Continuo? ¿Que prefieren, actualizaciones rápidas y con poco contenido o actualizaciones lentes pero con harto contenido? ¿Debería dejar la escritura y dedicarme a otra cosa? ¡Contéstenme! Por cierto, perdonen la demora. No soy buena escribiendo por el celular y hace poco me dieron el cargador que necesitaba para mi notebook. Al parecer mi notebook tiene un cargador especial que es difícil de encontrar :)