Escrito por Valkyriene.

¡Hola personitas! ¿Cómo se encuentran?

Es un gusto que se hayan tomado la molestia de entrar a leer este Fic, al cual le voy a dedicar un gran esfuerzo y dedicación.

Disfruten de la lectura~. (◕‿◕)


ADVERTENCIA/DISCLAIMER:

Hetalia y sus personajes no me pertenece, son propiedad de Hidekaz Himaruya.

Rated T-M (13+/16+): No recomendado para menores de 16 años por contener escenas de violencia, lenguaje grosero, temas adultos leves y situaciones explícitas

Esta obra no está diseñada con fines discriminantes ni racistas. Se creó para brindar conocimiento y entretenimiento al espectador.

- Datos importantes -

Humor negro moderado / Constantes debates filosóficos, históricos, políticos y religiosos / Temas conspirativos / Uso indiscriminado de acrobacias y tecnología militar / Mundo Utópico.


A pesar de estar al borde de su destrucción, el reloj de muñeca de aquel rubio, seguía dando su mayor esfuerzo para seguir adelante y no detener su rumbo.

El tiempo nunca se adelanta, nunca se regresa, nunca se detiene. Nunca. Hagas lo que hagas, el pasado no podrá ser cambiado y el presente predicado.

La sangre se derramaba por el cristal de sus lentes, logrando ocultar el azul turquesa de sus ojos. Se dejó caer de rodillas y de manera temblorosa alzó sus manos para darles un vistazo.

—¡Ghm! —el americano no podía creer lo que estaba viendo. De inmediato tensó sus músculos de pies a cabeza, intentando no gritar para evitar ser escuchado por "el enemigo", si es que aún seguía ahí—. W-what?! —preguntó, susurrando.

Sus guantes pasaron de ser negros a color vino. Había sido tanta la sangre que había absorbido, que ni la mismísima oscuridad podía ocultar la realidad. Su camiseta sin mangas blanca, tenía grandes manchas de color carmesí, al igual que su pantalón y botas.

Shit! —cubrió su rostro con ambas, después giró a ver a su derecha—. ¿Esa… es…? —el líquido rojo en sus lentes le nublaba la vista, así que, con algo de esfuerzo, entrecerró los ojos, y al notar algo muy familiar sonrió como un niño pequeño de oreja a oreja; era su chaqueta de aviador con su famoso 50 en la espalda.

Con mucha dificultad y algo de quejidos, se puso de pie con ayuda de un escombro que yacía de una pared semidestruida. Comenzó a caminar, cojeando de un pie, sosteniéndose su hombro, del cual brotaba un poco de sangre. Al llegar hasta su objetivo se dejó caer nuevamente de rodillas frente a ella.

Aun siendo una nación, sentía su cuerpo a punto de derrumbarse; sus pulmones parecía que iban a explotar en cualquier momento, y su salud mental se encontraba en un grave deterioro… O eso decían aquellas voces.

¿Habían cantado victoria muy pronto?

Todo su alrededor estaba completamente destruido. Varios edificios estaban en llamas, desmoronándose lentamente, y uno que otro, que aun luchaba por mantenerse en pie, daba una sensación horrible del lugar; vidrios por doquier, paredes a punto de caer, charcos y salpicaduras de sangre a donde quiera que se mirase. Ese líquido… tan fresco… ¿todo por su culpa?

—Eh~ —recogió la chaqueta y la sacudió un poco antes de ponérsela—, no te dañaste —con la prenda ya puesta, terminó de sacudir el polvo de los hombros—. Has soportado tantas cosas —sonrió con pesar, bajando la mirada, la cual mostraba unas lágrimas a punto de salir—. Y ahora tienes que soportar esto —un pequeño silencio—. SHIT! —dijo entre dientes.

"Todo se fue a la mierda. ¿Verdad?" Esa voz, nuevamente esa estúpida voz. "Tú fuiste quien ocasionó todo esto." El americano no sabía que responder. ¿Realmente es él el culpable? "Querías jugar al héroe, pero terminaste siendo el villano." Quería arrancarse los cabellos; eso quería.

Su cuerpo comenzó a temblar como un indefenso perrito chihuahua. Sus dientes chocaban constantemente, rechinando, hasta estar a punto de romperse. No sabía a donde mirar, que hacer o que decir. No coordinaba. No entendía lo que estaba pasando en esos momentos.

"Me das asco." Sus oídos empezaron a zumbar, tan fuerte, que no podría escuchar ni siquiera un disparo a sus espaldas.

Oh, no. Eso significa que… ¿está a punto de tener ese brote psicótico*(1) que sufren las naciones?

Amerika? —una voz que conocía a la perfección lo hizo reaccionar.

—¡Rusia! —dijo de manera sorpresiva, tratando de actuar lo más "normal" posible.

Se sintió alegre al ver que el euroasiático se encontraba en perfectas condiciones físicas, y por lo visto, mentales. A excepción de un hilo de sangre que resbalaba por su sien.

Digamos que nadie se salva de las rocas voladoras asesinas.

Are you ok?

Rusia tarareo un "sí", asintiendo con la cabeza.

Con algo de dificultad, el más bajo se puso de pie.

—¿América se encuentra bien? —le preguntó, colgando su amada tubería en su espalda, en la cual también llevaba una M4A1.

—Deja de llamarme América —dijo algo furioso, evitando la mirada del ruso.

—Ah~. Lo olvidaba —sonrió de forma infantil—. Ya no eres América; eres Estados Unidos. ¿Da? —soltó una risita—. Estados~.

El rubio se contuvo de responderle, pues no era momento para pelear.

—¿Dónde están los demás?

—¿Eh? ¿Cómo voy a saberlo? —ladeó la cabeza con confusión—. Todos corrimos en diferentes direcciones.

Un silencio incomodo se propagó en lugar.

"Desperdiciaste el puto tiempo." No se daba por vencido. Simplemente quería ver que la nación perdiera la cordura. "A-me-ri-ca." Esto último lo dijo imitando una voz femenina. No para referirse a alguien de dicho género, solo era más bien para molestar.

Rusia rompió el silencio buscando algo en su bolsillo, y al encontrar lo que él quería, estiró la mano con dirección hacia el estadounidense:

—Toma.

—¿Hmn? —acercó su mano, abierta, y el euroasiático le entregó el objeto con mucho cuidado.

—Estados, te vez algo pálido —se agachó para verlo más de cerca—. ¿Te encuentras bien?

—No es nada —mintió—. Me duele un poco mi hombro, eso es todo.

—Oh, entendido —no le creyó.

Poco a poco abrió su mano, y al ver lo que era y a quien le pertenecía, no pudo evitar derramar algunas lágrimas.

—Lo encontré hace unas horas, cuando intentaba dar a alguien.

—¿E-e-él… él es-esta —preguntó cubriéndose el rostro con su mano libre, apretando el objeto con mucha fuerza—… muerto?

—No. No lo creo —negó cerrando los ojos—. Al dar con ellas, estaba moviendo varios escombros, esperando encontrarle aún con vida —suspiró—. Pero no estaba ahí, ni en ninguna otra parte… cercana del lugar.

—Ya veo —miró el objeto unos momentos y después lo apretó contra su pecho—. Aguanta. Donde quiera que estés… ¡Aguanta! —pensó.

United States? Russia?

Los dos se voltearon a ver, sorprendidos al escuchar sus nombres, y al girarse para identificar la fuente de aquellas palabras no pudieron evitar gritar de emoción en sus respectivos idiomas:

—¡Inglaterra! ¡Alemania!

Los nombrados se encontraban de pie en sobre un gran escombro.

Alemania tenía una escopeta mossberg negra colgada en su espalda y un kukri en su pierna derecha. Mientras tanto, Inglaterra tenía una AK-47 a la mano. Ambos parecían estar sanos y salvos, pero eso sí, poseían uno que otro rasguño en el rostro y los brazos, áreas fáciles de dañar.

—¿Se encuentran bien? —con mucho estilo, Alemania, bajo del pedazo de cemento, dando una pirueta de Klose por los aires.

Da~.

Yes. Y, ¿ustedes?

—También —respondió Inglaterra, al brincar de igual manera que el alemán.

—Me alegro de tu salud —dijo el americano al inglés, con una breve sonrisa.

~Tiempo después~

Todos tomaron asiento en los escombros, menos Inglaterra, quien había decidido sentarse en el suelo con una pierna flexionada.

—Maldición —dijo el rubio menor—. Me quedan 3 balas —volvió a meter el cargador en su arma.

—9 —el ojiverde chasqueo la lengua, dejando su metralleta a un lado.

—7 —Alemania las contaba mientras las metía al cargador.

—La mitad~ —dijo Rusia—. Es mejor usar las manos.

Fuck —el americano refunfuño. Se dejó caer de espaldas para mirar el cielo tornándose de un morado-anaranjado, debido a que estaba a punto de amanecer.

—Eh… —todos voltearon a ver al alemán, eso al escucharse dudoso.

—¿Qué sucede? —preguntó Rusia.

—¿No saben nada acerca de Italia o Prusia? —preguntó preocupado, mirando al suelo, esperando por lo menos obtener una pista de en donde se encontraban.

Los tres solo cerraron los ojos y negaron con la cabeza, sin siquiera cruzarle la mirada.

—Y… ¿qué hay de… él? —volteó a ver a Estados Unidos.

—Tampoco sabemos nada sobre él, y de nadie más. Solo de ustedes dos —respondió firmemente.

—Ya veo —Alemania se llevó las manos a la cintura.

—¿Creen que todos —Inglaterra volteó a ver a la ventana que daba directamente hacia la ciudad, o lo que quedaba de ella—… estén bien?

[A.O.E. - Crystal Clocks and Music Box]*(2)

El sol comenzaba a salir, haciendo que el cielo se pintara por completo de anaranjado. Una suave brisa hizo que el cabello de los cuatro se moviera lentamente.

El aire comenzó a sentirse más limpio y fresco; varias avecillas pusieron sus alas en marcha, sin dirección alguna.

—Sí —respondió Alemania—. Somos naciones —alzó la vista con dirección al sol.

[…]

—¡Ve~, Japón! —el italiano se acercó a la orilla del edificio en el que se refugiaba—. ¡Está amaneciendo!

—Es cierto —se acercó a ver y no pudo evitar esbozar una sonrisa—. Es hermoso.

—Si~.

Ambos se quedaron contemplando aquella belleza que tanto esperaban.

—¡Canadá, quédate quieto! —se escuchó en la cercanía.

—¡Canadá-san! —el nipón dio la vuelta y bajó surfeando por una montaña de tierra.

—¡E-espérame Japón! —el europeo le siguió.

—Maldición, hermano —Cuba se recargó en la pared y se deslizó hasta caer al suelo—. Realmente eres terco como una cabra —se secó el sudor con su muñeca.

—No lo soy —dijo soltando una risita. El canadiense yacía acostado sobre una cama—. Jeje —abrió sus ojos como platos con su cuerpo se estremeciéndose—… ¡Ugh! —varias gotas de sangre salieron expulsadas de su boca.

—¡Canadá! —el latino se puso de pie y corrió a la par del rubio.

—¡Canadá-san! ¡Cuba-san! —Japón llegó corriendo junto al italiano.

—¡Canadá! —el castaño, al llegar, arrodilló a un lado de la cama—. ¡Veeee! ¡Canadá, por lo que más quieras —lo tomó de la mano—, tienes que resistir, veeeeeeeee! —se echó a llorar, negando con la cabeza.

El americano sonrió levemente y apretó ligeramente la mano de Italia:

—Lo haré.

—¿Eh? —con confusión alzó la vista, para después topársela con la del canadiense.

—No me rendiré y seguiré adelante, siempre... y a un lado de ustedes.

Esperanza. Todos aún tienen un grano de esperanza…

[…]

—Y como naciones, tenemos la oportunidad de vivir eternamente hasta el fin de los tiempos —dijo Rusia, poniéndose a la par del alemán para ver el grandioso espectáculo que brindaba el cielo—. Por ello… —observó al americano.

[…]

—Al fin, aru~ —dijo recargándose en el marco de la puerta.

—¡Es asombroso! —Prusia salió corriendo para que su grandioso cuerpo recibiera el calor que necesitaba desde hace días.

Sensei, ¿no cree que deberíamos empezar a buscar a los demás? —propuso Hong Kong, quien llegó acompañado de alguien castaño que portaba una épica bazuca.

—Cierto —dijo el acompáñate, aclarándose la garganta—. Debemos aprovechar las horas del día para evitar más bajas —sus ojos marrones voltearon ver al albino, quien giraba como bailarina ante los rayos del sol—. Maldito weon. ¿Aún tiene fuerzas después de lo sucedido?

China parpadeó unas veces y después soltó una risilla, volteando a ver el horizonte:

—En seguida, aru~ —sonrió levemente—. Disfrutemos de este momento, aru~. ¿No creen, aru~?

Yahoo! —el albino aplastó contra el pasto y dio un gran respiro, sonriendo entre lagrimas traicioneras.

Esperanza de que todo esto termine.

[…]

—Tenemos la obligación de proteger a nuestra gente; ellas forma parte de nosotros. Nuestro ser, nuestra alma —Estados Unidos se paró junto a su ex tutor y volteó a verlo de reojo.

[…]

Hungría, Taiwán y una fémina más —de larga y ondulada cabellera—, veían el amanecer desde la orilla de un barranco.

—Qué bonito~ —dijo la asiática, admirando con mucho entusiasmo el tono anaranjado que poseía el cielo.

—Nunca en mi vida me había emocionado tanto por ver un amanecer —la bella silueta anónima sentía un gran alivio de aún poder ver lo que ya creía perdido.

—¡Mierda! —Hungría se dejó arrodillo ante la vista.

—¡Hungría! —ambas acompañantes se sorprendieron al ver lo que pasó, así que corrieron a cada lado de la europea.

—Hungría —la anónima, de ojos chocolatosos, sonrió—, ¿estás llorando, pana?

—Qué alegría… ¡Qué alegría! —se recargó en el pecho de la taiwanesa.

Ellos tienen una misión…

[…]

—Debemos luchar; debemos buscar la verdad, la justicia y la libertad —continuó el americano—. Ellos… nos han engañado por miles de años —sacó de su bolsillo el objeto que anteriormente le había entregado el ruso y le dio una rápida mirada—; es momento de que paguen por los daños que han hecho.

Inglaterra se quedó boquiabierto. Eran pocas las veces que veía de esa manera —seria y madura— al estadounidense. Pero, segundos después, esa expresión pasó a ser una sonrisa inspiradora. Con ayuda de su rodilla se puso de pie y caminó hasta llegar a un lado del alemán.

[…]

—¡Inglaterra idiota, ¿dónde estás?! —Sealand gritaba al cielo esperando obtener una respuesta—. Idiota —bajó la mirada derramando algunas lágrimas.

—Tranquilo, mona mi —Francia lo trató de calmar poniéndole una mano en la cabeza—. Angleterre está bien.

La micronación se secó las lágrimas con la manga de su chamarra, volteando a ver al de cabellera larga:

—¿Tú lo crees?

—¡Hon, Hon, Hon~, por supuesto! —se cruzó de brazos, recargándose sobre un árbol caído—. Ese cejón es "impredeciblemente" resistente.

—¿Eh? —ladeó la cabeza, confundido.

—Las guerras que hemos compartido, como aliados o como enemigos, me lo han demostrado —rió—. Así que —volteó a ver al infinito—… tranquilízate —sonrió cariñosamente.

Sealand asintió alegremente y dijo:

—¡Si, señor!

Y no pueden volver a fallar…

[…]

—Cierto —dijo Inglaterra.

—¿Qué? —inquirió Alemania.

—¡Je! —con un rostro orgulloso se giró a ver al estadounidense—. ¡Entonces espero una cerveza bien fría cuando todo esto termine! —chasqueó la lengua—. Después de todo, ganaremos esta guerra. Porque ellos ganaron la batalla, ¿no? Es turno de mover nuestras piezas.

El de lentes sonrió de lado, bajando la mirada, afligido.

¿Cómo pudo ser tan estúpido? Por su culpa miles de personas han muerto; personas las cuales formaban parte de su ser.

—Oye, zoquete —llamó el inglés.

—¿Ah? —volteó a ver, agüitado.

—Deja de culparte, maldito idiot.

What?! Yo no estoy haciendo tal cos… —un golpe en el omóplato le interrumpió.

—Deja de mentir, ¿Da?

—Estados, escucha —Alemania se cruzó de brazos—: sabemos que te sientes horrible y que te culpas por lo sucedido, tanto en el pasado como en estos precisos momentos —negó con la cabeza—. Pero sabes, no es tu culpa. No es culpa de ninguno de nosotros. Sabes perfectamente quien es el enemigo.

—Tú mismo la has dicho —dijo el inglés—. Así que deja de lloriquear. Bloody hell —murmuró esto último.

Su rostro se llenó de alegría.

[…]

Suecia terminaba el vendaje del tobillo izquierdo de Finlandia:

—Listo —colocó una mano en la rodilla de su acompañante—. ¿Te sientes mejor?

—¡Sí! Gracias, Su —le sonrió, suspirando del alivio.

—De nada.

Una parvada de aves inundó el cielo, causándoles un glorioso asombro a ambas naciones.

—¡Su, mira!

—Sí.

—Qué bonito~.

Por el simple hecho de que si lo hacen…

[…]

Se aferraron con uñas y dientes a aquello que veían imposible. Más bien, que su mente veía imposible, pues su espíritu joven y corazón viejo les dictaba lo contrario.

—¡Bien! —Estados Unidos chocó su puño contra su palma—. ¡Entonces demos la señal y vayamos a patear algunos traseros!

Será el Juicio Final.

[…]

Aquí… Espa… Es… —la interferencia no dejaba escuchar el mensaje—. ¡¿A… Alguien… me escucha?!... necesi…sitamos… yuda… Repito… nece… ayuda.

—¡Señor! —el rostro de Estonia se iluminó de felicidad—. ¡Hay conexión! ¡Alguien de ellos trata de contactarse con nosotros! —se puso de pie y todos voltearon a verlo. Aparte sus gritos habían llamado más la atención.

Era fácil notar que era una nación, pues en su brazo llevaba una cinta de tela roja con negro, portando un escudo dorando en el medio.

—¿Qué? —preguntó el hombre de rango mayor, el líder del lugar. Simplemente no se lo podía creer—. ¿Es en serio?

—¡Si, señor! Mire —apuntó a la pantalla, en donde se podía ver como varios códigos informáticos trataban de establecer conexión.

56%

¡¿Hola?!... ¿Si…siguen… siguen vivos?

—¡Rápido! ¡Ponlo en altavoz y responde! —ordenó al empezar a bajar las escaleras que daban al área de trabajo del rubio.

—¡Sí! —inmediatamente tomó asiento, se puso los audífonos de orejera y empezó a teclear lo más rápido posible—. Aquí base militar Clock de la CENH. Apenas logro escucharle. ¿Quién es?

An…tonio… Fernan…dez… Carriedo… alias… Espa…ña —esto pudieron escucharlo todos los presentes en la sala.

—¡Perfecto! —el hombre se acercó al micrófono del computador—. España, soy yo.

¡Señor! Es her…moso oír su voz.

—¿Sabes en dónde estás?

¿Qué?

—Qué ¿si sabes en dónde…

42%

¿Ho…la?... ¡¿S…igu..en… i?!

—Maldición… Estonia, trata de mantener la comunicación.

—Señor —asintió y volvió a teclear.

—¡Señorita! —llamó a la chica sentada a un lado del europeo.

—¡Señor! —la nación femenina, de cabello chocolate y ojos cobrizos, se puso de pie haciendo el saludo militar.

—Trata de rastrear la señal.

—¡En seguida, señor! —corrió escaleras arriba de la misma sala para llegar hasta unas computadoras de variados y complicados recursos. Para ella, el manejo de esas cosas era pan comido. Sin más preámbulo, comenzó a hacer su trabajo.

37%

¿M… escu…cuch?

—¡Señor, la señal baja! —Estonia hacia su mayor esfuerzo para mantener la comunicación activa.

—Vamos, vamos —susurró el hombre.

21%

—¡Señor! —el porcentaje de la pantalla bajaba y parpadeaba, avisando la pérdida de señal.

—¡Estonia, un poco más! —ordenó el hombre, mordiendo sus labios con ansiedad—. ¡Vamos!

10%

—¡Un poco más! —la joven nación hacia su mayor esfuerzo, tanto que la presión hizo que empezara a sudar—. No, mae… ¡ahora no!

—¡7%! —el rubio europeo se encontraba igual que su compañera.

Las manos de la chica ya no aguantaban más.

—¡3%!

¡Mierda! —pensó.

—¡1%!

—¡LISTO! —justamente, la fémina había su trabajo.

Varias personas que se encontraban en el lugar gritaron y se abrazaron de la emoción. ¡No habían muerto como les dijeron!

0%... Conexión perdida.

El hombre se dejó caer en la silla más cercana, tomando una bocanada de aire. Punto para su equipo, pues la señal había sido rastreada:

—Perfecto —sonrió—. Estonia, ordena a todos los equipos aéreos que se preparen para salir.

—Entendido —acomodó el micrófono de sus audífonos—. Equipos de aviación, favor de reportarse en el puerto aéreo número 3.

—Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España, Alemania, Italia, todos… por favor… espérennos.

Ellos tienen la misión más difícil que el humano haya vivido…

[…]

Let's go! —el americano preparó el arma, apuntó al cielo y disparó.

La bengala hizo una gran nube negra, la cual podía verse a kilómetros del lugar.

Bajó lo usado y después sonrió a sus amigos.

—Chicos…

Los tres voltearon a verlo, y al ver la mueca que este les regalaba, un rayo de determinación jamás sentida les iluminó; Reír, jugar, correr, saltar, brincar, pelear, golpear, matar, besar, sentir, tocar, brindar. Los acontecimientos más recientes que habían vivido hasta ahora, pasaron frente a sus ojos, dándoles a entender una sola cosa: ganar o morir.

Estados Unidos tomó las placas militares entre sus dedos, las cuales eran el objeto que Rusia le había entregado.

—… Thanks.

Detener el Reloj del Apocalipsis*(3).

Continuará…


*(1) Brote psicótico. Un brote psicótico se define como una ruptura de la realidad de forma temporal. Puede ser provocada por diversas causas, pero la más frecuente es una fuente de estrés potente y constante en el tiempo o debido a un consumo de alguna droga, principalmente todas aquellas que poseen un principio activo de tipo alucinógeno. Puede tener muchas causas orgánicas o psíquicas, como intoxicaciones o enfermedades mentales.

*(2) Uso de música. Para que tu experiencia al leer esta historia sea mejor, decidí recomendar canciones, que creo yo, encajan perfectamente a la situación que se está leyendo. Esto es opcional.

*(3) Reloj del Apocalipsis. El Reloj del Apocalipsis, también llamado "del Juicio Final", es un reloj simbólico, mantenido desde 1947 por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago (EEUU), que usa la analogía de la especie humana estando siempre "a minutos de la medianoche", donde la medianoche representa la "destrucción total y catastrófica" de la Humanidad. Originalmente, la analogía representaba la amenaza de guerra nuclear global, pero desde hace algún tiempo incluye cambios climáticos, y todo nuevo desarrollo en las ciencias y nanotecnología que pudiera infligir algún daño irreparable. Actualmente estamos a 3 minutos para la media noche.

Agradecimientos especiales.

Yuseidey: Una chica que no conozco demasiado, pero demuestra mucho interés por mí. Me elogia con sus comentarios, me brinca información sobre usuarios tóxicos y me avisa instantáneamente si hay algún movimiento negativo contra mí moral y dignidad cibernética. Es una persona muy fiel e inquieta, por eso le aprecio mucho.

Flannya: Un amor de persona. Ella es una de las principales personas que me apoya y me alienta a seguir escribiendo en FanFiction. Adoro el contenido de sus historias y me encanta el esfuerzo y la dedicación que da a la hora de describir o redactar algo. Es una escritora muy noble y razonable, aparte de tener un buen sentido del humor.

Onee-san, eres una de las mejores personas que eh conocido por medio del Internet. ¡Nunca cambies!

Salykon: Es una de mis principales fuentes de conocimiento de América Latina. Es sorprendente la cantidad de información que sabe sobre estos países. Ella me ayudó brindándome consejos sobre las naciones latinas a la hora de escribir el Fic anterior. Es una persona sumamente culta e interesante.

Elegantes, nobles e inteligentes. ¿Qué más pueden pedir?

¡Muchas Gracias! :)

Nota de autora:

¡Eh, ¿qué les pareció?! Chido, interesante, aburrido, confuso, lo que sea que les haya hecho sentir déjenlo en los Reviews. Solo sé que hubo muchos sentimientos en este capítulo. :v Y, sí. Si eran latinos, pero tranquis, no quitaran protagonismo a los protagonistas (válgame la redundancia).

Pinshi introducción más dramática y cliché de animes. Pero ojo, con la trama me la voy a rifar. (?

La trama al principio va a estar muy, pero muy confusa, pero conforme vaya avanzando se irá explicando poco a poco. Así que paciencia y teorías nunca vienen mal en los reviews~. También tengo por hecho que las dudas y los malos entendidos se harán saber por medio de los comentarios, porque las situaciones de la historia tocaran temas muy sofocantes y delicados. Espero no morir. :P

¡Nos estamos leyendo! n.n/