Capítulo 5: Confesiones y el final

Cuando llegó a su casa nadie le preguntó dónde había pasado la noche y, por primera vez, Draco agradeció la depresión de su madre y el encarcelamiento de su padre. Se pasó el día entero maldiciendo su estupidez por haberse dejado la varita en casa de Potter; ya era la segunda vez que ese condenado la tenía. Y aproximadamente una hora después, cuando ya iba a irse a comprar una nueva, llegó una lechuza con un pergamino en su pata.

Malfoy

Te quería avisar que te has dejado la varita aquí, y supongo que querrás recuperarla. La calle en la que nos encontraremos te la he puesto más abajo. Es un lugar muggle, así que ponte ropa adecuada y te agradecería que no se lo comentaras a nadie.

Harry Potter

La carta estaba tan tachada y tan emborronada que costaba leerla. Cuando terminó, se puso muy nervioso. ¿Para qué quedaba con él así? En secreto y solos. Y pensó si también querría repetir o hablar sobre qué había pasado. Los Gryffindors son muy estúpidos, necesitan hablar y comentar lo ocurrido; compartir sentimientos y no guardarse nada dentro… Le recorrió un escalofrío al pensar que Potter podía querer algo con él que vaya más allá de lo físico. Tal vez lo quería como juguetito sexual. Ese pensamiento le produjo mucha vergüenza porque tenía poder para chantajearle; aunque Potter tenía demasiado honor para eso, ¿no?

Con esos pensamientos llegó a lo que parecía un pequeño parque de Londres que estaba muy apartado y casi no pasaba gente. Mierda. ¿Y si quería eliminarle? Joder, había sido tan estúpido de ir a un encuentro con quien antes era su enemigo, sin varita y sin avisar a nadie. Maldita resaca que le impedía pensar. Iba a morir por haberse acostado con Harry Potter. Era lo más estúpido que le había ocurrido nunca. Más que cuando intentó aumentar el tamaño de su pene con esa poción ilegal, más que cuando Zabini y él intentaron espiar a las chicas de sexto y casi les castran, más que haberse tatuado la marca tenebrosa en el brazo. Estaba sopesando la idea de huir o suicidarse.


Cuando Harry llegó con las gafas de sol, mitad para proteger su identidad y mitad porque la luz le hacía daño a los ojos, vio a Malfoy dando paseos en círculos y pasándose las manos por el pelo mientras soltaba insultos. Se acercó despacio con la varita escondida porque, sinceramente, la actitud que tenía era de loco perturbado que le hacían parecer salido de un manicomio. Cuando estuvo cerca, susurró asustado:

—Malfoy…

Dio un respingo antes de girarse hacia él.

—Me has asustado, Potter —dijo Malfoy.

Harry bufó despectivamente y, devolviéndole mientras la varita, dudó por un momento, sin saber qué más hacer. Necesitaba saber qué pensaba de lo de ayer y, bueno, también cerciorarse de que no se lo había contado a nadie.

Draco también le miraba receloso, y parecía no saber qué decir. Mierda. ¿Por qué lo tenía que hacer todo tan complicado?

—Draco, lo que paso ayer fue muy raro —Draco susurró «demasiado», pero no hizo caso al comentario— y extraño. Me gustaría que no hablásemos con alguien más de ello. —El alivio que pareció sentir Draco le dijo que él tampoco quería que nadie lo supiera— También quiero aclarar las razones y dejar atrás de una puta vez esta rivalidad que tenemos desde aquel día en el tren.

Harry le miró expectante, queriendo saber su opinión. Sin embargo, su opinión era que eso era una completa mierda y que hablar de lo que había pasado no serviría de nada. No sabía por qué Potter había ido a Gryfindor, ya que parecía un completo Hufflepuff, "todo sincero y con corazoncitos". Pero, entonces, se dio cuenta de que no quería decir eso porque también quería saber por qué se había acostado con él. Si fue un hecho circunstancial o si siempre había estado interesado por él. Hablar de eso significaría tener que decir él también lo que sentía y, francamente, no le apetecía inspeccionar eso. Podría mentir y hacer contestaciones cortantes, aunque no creía que picase. Él quería absoluta sinceridad, y Draco no sabía si quería dársela. Además, nada le garantizaría que Harry fuera a ser sincero con él y que todo esto no era una pérdida de tiempo (o algo para sonsacarle información y reírse de él).

Harry como si hubiera sus dudas dijo:

—No valen trucos, ni contestaciones evasivas. —Se quitó las gafas y le miró a los ojos. Su mirada estaba cargada de miedo y de honestidad, y eso le desarmó. Estaba tan acostumbrado a las mentiras, las sutilezas y la ironía de su casa que algo tan sincero le provocó miedo—. Por una vez tenemos que ser sinceros, los dos, sino ya te puedes ir.

Harry le siguió manteniendo la mirada, y en sus ojos Draco vio que estaba tan confuso como él. No supo qué pensar ni qué sentir; pero entonces se dio cuenta de que él también quería acabar con todo de una vez por todas. Esa enemistad le estaba causado demasiados problemas para seguir con ella.

—De acuerdo, Potter.

Él pareció sorprendido, y por sus ojos cruzó un destello de auténtico pánico antes de decir:

—No puedes preguntar sobre mis padres, ni la guerra, ni cómo vencí a Voldemort. —Le miró muy serio y añadió—. Esto no es una reunión para que contemos todos nuestros secretitos, solo lo que tenga que ver con nuestra… relación. —La última palabra la pronunció algo titubeante.

Draco se dio cuenta que había temas que tampoco quería que Harry sacara a la luz, así que le replicó:

—Yo no quiero que me preguntes sobre los muggles, ni sobre Voldemort, ni mi familia; en resumen, esto no se puede convertir en un debate sobre los muggles ni la guerra.


Harry asintió y murmuró un "estoy de acuerdo". Ambos se quedaron mirando como si no supieran qué hacer a continuación. Esa había sido su idea, y era obvio que él fuera el primero en intentar aclarar las cosas. Era lo que más necesitaba en ese momento. Draco aprovechó ese momento de duda, y le preguntó:

—¿Por qué me dijiste que fuese a tu casa? —Le miraba receloso, como si le diera miedo la respuesta, y sus pálidas mejillas se ruborizaron.

Harry tragó saliva. Ya sabía que le iba a preguntar eso, aunque no esperaba que fuera a ser tan directo. Bajó la vista avergonzado y se miró los zapatos mientras pensaba que sería una persona muy hipócrita si mentía cuando había propuesto que fueran sinceros. Contestó sin mirarle a los ojos:

—Porque me apetecía. Me gustó el beso.

Draco pareció sorprenderse un poco por su sinceridad, pero fue solo un momento, porque enseguida atacó con otra pregunta.

—¿Lo habías planeado?

Harry rio un poco cuando le preguntó eso, pues no podía estar más equivocado.

—No, nunca pensé que me fuera a acostar con un hombre. —Draco se quedó pensativo, y Harry aprovechó para hacerle la pregunta que se había estado haciendo todo el día—. ¿Por qué fuiste al baño a intentar seducirme?

Draco se puso otra vez rojo y se pensó durante mucho rato la respuesta mientras Harry le sostuvo la mirada. Sus ojos grises estaban cargados de vergüenza.

—No fui al baño para seducirte, fui porque el beso me asusto. Me gustó y, cuando te vi, me di cuenta de que a ti también te gustó y me puse cachondo. —La sinceridad de Malfoy le sorprendió más que la respuesta. El que Draco se sintiese atraído por él era algo para reírse de lo absurdo que era, pero antes de poner analizar la respuesta Draco volvió a preguntar.

—¿Te gusto? —Harry abrió los ojos de par en par y comenzó a pensar, Merlín sabe por qué, en la noche anterior. En sus caras de placer, su felicidad estando dentro de Draco, la excitación por lo nuevo. La complicidad que sintieron a pesar de que jamás habían mantenido una conversación que no fuera una pelea. Lo pensó durante lo que a Draco le pareció una eternidad, y contestó en voz baja:

—No lo sé. Me gustó lo de ayer. Me gustó sentirme así y no ser tratado como siempre. —Nada más decirlo se arrepintió, pues había sonado muy vulnerable. ¿Por qué había dicho eso? Draco también parecía sorprendido, y aprovechó ese momento para decir una nueva pregunta—. ¿Yo te gusto?

Draco tragó saliva y susurró algo que sonaba como «maldita sea, ya que he llegado hasta aquí…». Miró a Harry y dijo, mirándolo sin rencor ni malicia y de forma casi amistosa:

—No, me has caído mal desde el momento en el que me rechazaste cuando teníamos once años. Te tenía celos, odiaba que fueras tan famoso y que odiases mi casa, mis amigos; que ganarais siempre por pura suerte la Copa de la Casa y que siempre fueras un héroe —Tragó saliva y continuó— y yo el villano. Pero ayer, cuando vi que te sentías atraído por mí, que te avergonzabas de un comportamiento tan normal para mí y darme cuenta que yo era superior a ti en eso, me gustó. Sentirme superior a ti de verdad por primera vez en mi vida hizo que te convirtieras en alguien deseable, porque no voy a mentir me encanta sentirme superior a los demás. —Ambos se rieron con ese último comentario y de pronto todo se volvió más tranquilo, aunque Harry se sintió un poco incómodo de haber sido usado de esa forma, pero prefirió eso antes de que él dijera que verdaderamente le gustaba. Como si alguien hubiera roto un muro que los separaba.


No pasó mucho más hasta que se dijeron toda la verdad. Ya solo quedaban preguntas estúpidas sobre si les gustaba físicamente, sobre qué cosas recordaba cada uno. También hablaron, casi sin querer, de temas más serio: si Harry estaba enamorado de Ginny. Casi se arrepintió cuando dijo que no. La apreciaba, pero tenía que conocerse más a sí mismo. Quería vivir un poco, disfrutar y salir con más hombres ahora que había aceptado ese lado de él; esa idea le asustaba a la vez que le gustaba. Draco le confesó que planeó casarse con Pansy cuando ni él mismo quería. Le habló de su pasado juntos y cómo la guerra terminó con su relación enfermiza. Incluso comentó que ahora tenía que buscar una esposa, pues sus padres le apremiaban para perpetuar el linaje Malfoy. Era liberador para ambos compartir con alguien esas cosas, porque por primera vez no se juzgaban y ambos tenían puntos de vista distintos a sus conocidos.

Draco entendía que Harry no se quisiera atar tan pronto a Ginny porque no había vivido todavía debido a que toda su infancia siempre había estado marcada por Voldemort, y Harry empezó a comprender cuán difícil había sido la guerra para Draco también. Y cuando uno de los dos habló sobre el futuro, se dieron cuenta de algo: la guerra los había jodido a los dos. No existían bandos ganadores y perdedores, y ambos estaban perdidos porque no sabían si tomar el camino que se esperaba de ellos. Cuando terminaron de hablar, de contarse chorradas y finalmente confiar el uno en el otro, más o menos, Harry dijo:

—Tal vez en un futuro hable con Ginny para volver a intentar lo nuestro. Es una buena chica, aunque tengamos nuestras diferencias.

Draco sonrió antes de comentar:

—Sí, las pelirrojas son muy fogosas. —Le golpeó en el hombro mientras se carcajeaba con ganas.

—Y tú te casaras con una sangre pura finolis, repelente y servicial como Daphne, aunque no deberías de haberlo si es algo que no quieres todavía.

—¡Qué remedio! Mis padres cada vez se ponen más pesados con el tema. Aunque qué poco conoces a Greengrass. Es de todo menos servicial. —Pero se quedó pensando mientras murmuraba por lo bajo—. Astoria tal vez.

—Es raro cómo planeas con quién sales así como si nada.

—Es raro que salieras con la hermana de tu mejor amigo. ¿Eso no cabreó a Weasley?

Harry se rio y dijo:

—Touche.

Se miraron a los ojos, y casi sintieron deseos de sonreír. Harry seguía pensando que Draco era un estúpido mimado y egocéntrico sangrepura, y Malfoy que Potter era un niño bueno, que se creía mejor que los demás además de un santurrón; era solo que lo que había pasado era un punto de inflexión en una enemistad que no iba a ninguna parte. Ambos necesitaban alejarse de sus caminos y meterse en el de otro, enredarse y desenredarse para seguir adelante. Harry disfrutaría un poco de la vida y puede que más tarde lo intentaría con Ginny, y Draco para dejar atrás la guerra y volver al camino impuesto con su familia.


Epilogo

Dos años después no habían vuelto a hablar, pero habían dejado de odiarse. Si se veían, se saludaban desde lejos y sin tensiones. No contaron a nadie lo ocurrido, y ambos grupos pensaron que se habían enrollado con otras personas y lo dejaron estar. No es que ambos no hubiesen sentido deseos de volver a juntarse, pero tenían suficiente sensatez para saber que si hubiesen intentado estar juntos no hubiera funcionado. Harry todavía no tenía pareja seria, aunque a veces se le veía con algún mago por las revistas del corazón, y parecía no encontrar su media naranja. Draco se había casado con Astoria, la hermana pequeña de Daphne, y tenían una relación basada en nada: él estaba por su apellido y ella por su dinero. Era un fiasco.

Más tarde, en una fiesta del Ministerio se miraron a los ojos, Draco iba con su mujer y Harry solo. Tras beber unas copas, Draco preguntó:

–¿Verdad, beso o atrevimiento?

Harry sonrió y bebió su copa de un trago.


Para mi AI:

Bueno pues ya está, terminado. Qué dolor de cabeza me dio esta historia. Quiero que tengas en cuenta que es el primer Drarry que escribo y pese a todo me ha gustado bastante. ¿Por qué elegí esta opción teniendo las otras más fáciles? Pues porque esta era la que más me llamaba y me gustan los retos. Además suponía que era la que más ilusión te haría recibir, si la hacía bien claro. Voy a volver a dar las gracias a los betas porque me han ayudado en mil cosas y esta historia es tanto suya como mía. Bueno espero que te guste, porque de verdad que lo he intentado.