Criminal

Capitulo 4: Me gusta un criminal


¡Que noche!

Pensó y recordó una y otra vez todo lo que pasó, Alfred sabía que era un flojo con muchas cosas y le costaba recordar cosas, pero el cuerpo, las expresiones de Arthur eran algo que se memorizo con mucho esfuerzo. Sabía que su vida siempre estaba en peligro, era buscado en muchos lugares por todo lo que hizo y como dijo Gilbert, ese pelirrojo también esta tras de su cabeza.

Alfred era un ladrón, sí. Robo tanto dinero y cosas importantes, pero sin duda Arthur fue lo mejor que pudo quitar a alguien, era lo más hermoso y valioso que pudo haber robado. Al mismo Arthur le ha robado cosas ayer en la noche, sus gemidos, sus besos, su virginidad. Si, el inglés era virgen, era tan tierno como si no supiera que hacer. Alfred como buen maestro le hizo de todo y sobre todo, hizo que disfrutara el acto.

—Diablos...quiero tener un mañanero— Murmuro el rubio mirando su entrepierna, pero era algo que no se podía, había cansado a Arthur mucho, para ser su primera vez realmente duro mucho.

El teléfono sonó.

Alfred con fastidio y rapidez respondió la llamada, nunca veía quien le llamaba, ya que solo tenía muy pocos contactos que le llamaran, casi todo por trabajo.

—Alfred, ¿qué mierda haz hecho? —Una voz algo chillona pero obviamente varonil se escuchó por el teléfono.

—¿Ahora que hice según el danés más idiota?

—Alfred, ¿dejaste mal parado al Diablo?

—No se Mathias, dejo a mucha gente mal parada y tú lo sabes bien por tu experiencia—Sé que él se refería al tal Scott, pero ese idiota puede hacer lo que se le venga en gana, nunca lo encontraría por más contactos que pueda tener.

—Scott, así se llamaba, ¿es verdad que te robaste a su prometido? Por ese niño rico te estas ganando dos problemas, Alfred.

—¿dos? Exageras, nórdico—El americano empezó a bajar las escaleras para ir a su departamento para cerciorarse que cierto ingles siguiera vivo, al verlo dormir tan tranquilamente abrazando a su almohada pensó en que tal vez tendría problemas, pero valía la pena.

Arthur valía la pena.

Salió del departamento y bajo las escaleras mientras tenía el teléfono en la mano sin querer escuchar a su amigo, a veces quería matarlo, solo está vivo por los contactos y buen informante que puede llegar a ser. Realmente ese dude llegaba a ser irritante.

—...Y por esa razón son dos problemas los que te ganas Alfred, que bueno que haz escuchado todo y no haz dicho nada— Llego a escuchar el oji azul, ¿qué dijo ese cerebro de perro?

—Ajá, lo que digas, luego hablamos.

Y corto la llamada, guardo su teléfono en su bolsillo trasero, antes de salir del edificio abandonado tenía que percatarse si no había nadie "nuevo" merodeando su zona. Al no haber ningún policía o algún civil, salió del lugar con unas gafas negras y un gorro. Camino un par de cuadras y entro a una tienda, fue de frente a comprar café para dos y comida rápida, pago y se fue sin decir nada. Lo último que quería era tener un problema cerca del edificio, sin mucha preocupación camino de regreso.

Volteo a ver los techos de los edificios y luego las calles, al no ver a nadie, entro al edificio, subió las escaleras y abrió la puerta del departamento. Escuchaba la ducha abierta, ya se había despertado. Decidió preparar el desayuno para su inglés.

¿Se puedo parar y caminar hasta la ducha? Me he descuidado.

Puso la pajilla a ambas tazas de café, saco de su envoltorio al pan y donna que había comprado, fue hasta su cuarto y puso todo en la mesa de noche. Se acostó mientras le daba un sorbo a su café. Prendió el viejo televisor que estaba al frente, ni siquiera era plana, solo servía para vigilar las cámaras que el americano había puesto, pero cuando quería lo cambiaba al noticiero, tenía que estar al tanto de todo para saber a dónde ir.

—Para ser un edificio viejo tiene todo, ¿no? —Arthur ya había salido del baño y buscaba su camisa de anoche, su ropa estaba tirada por la habitación.

—Es porque robo luz de los otros edificios, de hecho toda esta zona está conectado. Es "nuestra zona"—Explico el rubio dándole un mordisco a su donna. Miro de reojo al inglés como este trataba de buscar su ropa.—Esa ropa ya no servirá, toma algo mío.

En silencio fue hasta un viejo ropero, abrió con delicadeza y trato de sacar lo más pasable que estaba dentro, ninguno de los trajes del más alto le agradaba. Buscando entre cajones, encontró unos pantalones que ya incluían correa, el americano era tan vago que no tenía el tiempo para tener en un lugar sus pantalones y en otro sus correas, busco camisas pero no encontró ninguna, solo había polos y algunas poleras con capucha...¿ahora?

—Nunca encontraras ropa de viejo ahí—Hablo el de ojos azules con un tono de burla.

—Idiot—Saco un polo con un estampado no tan llamativo, el más pasable de todos.

Con algo de vergüenza se puso el polo que había escogido. Miro los pantalones y recordó de un pequeño detalle.

—No tengo ropa interior—Murmuro el europeo, Alfred se limitaba a mirar descaradamente el cuerpo del inglés, sus piernas, sus cabellos mojados, su lampiña y blanca piel...parecía una mujer de cierta forma si no fuera por su torso y la falta obviamente de senos.

—Busca por ahí, hay ropa que nunca he usado, algo tienes que encontrar.

"Rico escoces fue brutalmente golpeado por desconocido"

Ese era el enunciado que había en el noticiero mientras pasaban imágenes de cómo había quedado cierto pelirrojo luego de aquel encuentro, con una sonrisa de victoria, Alfred termino su café.

"Solo sabemos que el presunto agresor era una persona rubia, aparentemente joven, dueño de una moto sin placa, ojos azules y debe estar cerca del lugar. Según informantes esto se trataría de un secuestro, ya que el prometido del millonario europeo fue raptado"

Una carcajada se escuchó en la habitación, Arthur estaba mirando las imágenes de cómo había quedado Scott y no podía aguantar la burla, se lo merecía. Le sorprendía lo que el pelirrojo había inventado, ¿raptarlo? Debió darle más duro en las pelotas.

"Arthur Kirkland, ingles heredero millonario es buscado por su familia y prometido, se da recompensa por si alguien sabe su paradero. La madre del secuestrado dice estar muy preocupada por su hijo y también por el hecho de que no hallan llamado para pedir dinero"

Lo siento mamá, me gusta un criminal.

—Si supieran que su hijito, ahora está aquí. Disfrutando de su libertad—Alfred tiro el envase de su café y el resto de donna que quedo. Camino hasta la posición del inglés y lo abrazo. —Si supieran que ahora eres mío.

—No soy una propiedad, yankee—Con molestia fingida, respondió el abrazo del más alto.

Arthur estaba consiente que ayer dijo varias cosas, sintió nuevas emociones y perdió algo que fue vendido a un pelirrojo. Deseaba vivir al máximo, porque tenía miedo de volver y arrepentirse de no haber vivido. Y con varios pensamientos y proyecciones hacia un futuro incierto, el de ojos esmeraldas se aferró al americano.

Se aferró a la vida.


.


—¿Así que secuestrado? —El albino alemán movió la cabeza y tomo un poco de cerveza mientras leía el periódico, ese niño rico estaba siendo buscado peor que cierto gigante de la mafia rusa.

Un hombre alto, rubio y porte serio entro en aquella habitación oscura, sin expresión le tendió unos papeles y dijo:

—No es mucho pero es lo que hay, Kiku tratara de buscar algo más de información. Según él algo no cuadra con Kirkland pero necesita más tiempo para reunir datos.

El de ojos rojos agarro el folder que le dio su hermano, contenía información básica del inglés, lugar de nacimiento, fecha, hora, descripción pero había otros datos en círculos o vacíos. ¿Qué ocultas, europeo?

—¿Por qué quieres saber sobre el rehén del yankee idiota? —Cuestiono el musculoso alemán. Teniendo tantos pendientes, ¿Por qué tendrían que averiguar sobre un inglés?

—Es un niño rico, ¿sabes cuánto vale en el mercado negro? Tómalo como una pequeña venganza contra Scott por dejarnos.

Ahí estaba, ese era su hermano.

—Nunca cambias, brother.