COMO ES EL PRIMER LUNES DEL AÑO DECIDI SUBIR Y REGALARLES ESTE TWO SHOT, ESPERO QUE LES GUSTE... Y NO ME ODIEN. MUAJAJAJAJAJA 3:)
LAMENTABLE ERROR
Capítulo beteado por Mónica León, Beta Élite Fanfiction.
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Lana Del Rey - Born To Die
Bella POV.
—¡Dios mío! —El rostro de mi madre era de pura impresión.
—¿Qué salió? ¿Qué pasa, mamá? —pregunté, sintiéndome desesperada.
Mi madre me miró al rostro y supe enseguida que mi vida cambiaría para siempre. Ya no había vuelta atrás y desde ese mismo momento sentí un gran y profundo amor por algo que comenzaba a gestarse en mi interior. Fruto de un grande y puro amor.
—Dio positivo, hija… —Aún sabiendo cuál sería el resultado, no pude más que sorprenderme y echarme a llorar.
Un bebé, un bebé mío y de Edward. Íbamos a ser padres. Estaba tan asustada, pero tan feliz, y preocupada. No sabía qué emoción gobernaba en mi interior. Dios, ahora cómo haría para contárselo a Edward. Tendría que viajar hasta Los Ángeles y hablar con él lo antes posible. ¿Por qué había elegido una universidad tan lejos? En este momento, viajar no sería el problema, el problema sería…
—Hay que decirle a tu padre…
Mi madre sabía cómo cortar con toda la emoción del momento.
Ese mismo día, cuando Charlie llegó de la comisaria, le contamos lo que había pasado y cual había sido el resultado. Al principio, Charlie puso el grito en el cielo, como era de esperarse. Gritó y juró castrar a Edward, luego de pedirme las explicaciones correspondientes a mí, se las pidió a Renée, exigiéndole saber si ella no había hablado conmigo sobre las relaciones sexuales y cuáles eran las consecuencias si no me protegía adecuadamente. En defensa de mi madre, alegué que obviamente ella sí había hablado conmigo sobre esos temas, pero que ni Edward ni yo no teníamos protección, no siempre llevábamos condones.
Sabía cuál era la preocupación de mi padre y no lo culpaba, por lo que recibí toda la reprimenda en silencio.
Cuando logró calmarse, después de lo que parecieron horas de tensión, finalmente mi padre aceptó que sería abuelo.
—Y ¿qué harás?
—Voy a viajar para comunicárselo a Edward, me gustaría decírselo en persona… y porqué no, de paso visitar a Emmett. —Mi madre se emocionó ante la mención de su hijo mayor. Edward y Emmett eran compañeros en la universidad y ambos estudiaban carreras similares, por lo que los dos pertenecían a una hermandad, algo que muy a mi pesar, debía soportar. Por suerte a mí solo me quedaban unos meses para finalizar mi último año.
De lo que estaba completamente segura, era que sabía perfectamente que mi futuro debería esperar por lo menos unos años hasta que mi bebe fuera lo suficientemente grande para poder dejarlo por unas horas. Terminaría el instituto y me dedicaría a trabajar para y por mi bebé, y desde aquí apoyaríamos a Edward para que por lo menos él finalizara su carrera.
—¿Qué pasará con tus estudios, hija? —La voz de mi padre me sacó de mi ensoñación.
—Sé que no podré ir a la universidad, pero de algo estoy segura y es que no seré una carga para ustedes dos y que desde aquí, apoyaremos a Edward para que él pueda graduarse, para él tampoco seremos un obstáculo y…
—Un hijo no es un obstáculo, ni un problema, ni mucho menos un error, son bendiciones y un hermoso regalo, así que deja de decir que mi nieto podría ser un obstáculo para Edward. Ahora, si él lo considera de esa forma, solo dime a mí y fin del asunto…
—¡Papá! Edward jamás consideraría a nuestro bebé como un obstáculo o como un error, pero sé que está estudiando una carrera muy difícil y por eso si yo tengo que sacrificar mi propia carrera para dedicarme por completo a este bebé, lo haré sin duda y sé que Edward también lo haría, pero jamás se lo pediría. Ha trabajado muy duro para llegar a donde está…
—Ya lo decía tu abuela… En una relación siempre hay uno que ama más, y ese es el que siempre termina mal…
Me quedé en silencio por esa afirmación.
No quise creer las palabras a mi padre, pero vaya que tenía razón.
.
.
Dos semanas después, y luego de asegurarme de que todo estaba en regla, y de hacerme los análisis correspondientes, tomé el vuelo que me dejaría en el aeropuerto de LA.
Solo llevaba una mochila con mis pertenencias, mi documentación y la ecografía que me aseguraba que estábamos esperando un bebé de nueve semanas.
Mis padres y Rosalie, junto a Jas y Alice, me acompañaron al aeropuerto. Ya ellos sabían de mi estado y Rose, que era la novia de mi hermano había querido acompañarme, pero los exámenes finales nos traían a todos los estudiantes del institutos muy ocupados. Rosalie, Alice y Jasper eran mis mejores amigos y compañeros del instituto. Rosalie y Jasper eran gemelos y se mudaron junto a su familia cuando ambos tenían catorce años; un año más tarde llegó Alice y su actitud alocada y chispeante logró que entrara en nuestro diminuto círculo. Alice y Jasper apenas se vieron, se gustaron y se enamoraron de tal manera que se hicieron inseparables.
La historia de Rosalie y mi hermano era completamente diferente. Emmett tenía dieciséis años y aunque era menor, él siempre había sido de contextura grande. Al principio, los padres de ella se habían opuesto a la relación. Rose era todavía una niña, pero mi hermano había aceptado las condiciones de los padres de Rosalie para que ellos pudieran estar juntos. Mi hermano había pasado de ser un seductor nato a un maricón, según sus amigos. Dejó todas y cada una de las pendejadas que solía hacer para centrarse completamente en ganar el amor de Rose. Y yo sabía muy bien por ser la confidente de Rose, que ellos todavía no habían intimado porque todavía no estaba preparada. Realmente mi hermano se tenía ganado el cielo con la paciencia que le había tenido. Rose era una chica muy tímida y era ese el principal motivo de sus inseguridades. Aunque era una hermosa chica, rubia de ojos celestes, se creía una criatura insignificante.
Mi relación con Edward había sido completamente diferente a la de mis amigos, yo jamás había querido salir con él. ¡Por dios! Era el amigo de mi hermano. Lo había esquivado tanto como mi fuerza de voluntad me lo había permitido, pero terminó ganado. Supe que me había enamorado cuando había estado junto a mi en la muerte de la abuela Marie. Sus brazos me confortaron como nunca, cada palabra de apoyo que había salido de su boca era como un bálsamo para ese momento. Emmett no había estado muy contento cuando Edward se me declaró, pero Rosalie que le hizo entender que ella tenía la misma edad que yo, y que por lo tanto él estaba siendo igual de asalta cuna que Edward. Solo por ese motivo, mi hermano terminó aceptando mi relación con su amigo.
Antes de abordar, Charlie y Renée me hicieron prometerles que apenas estuviera con los chicos, los llamara para avisarles cómo había llegado.
Al llegar a la puerta de abordaje, marqué el número de Edward, necesitaba escucharlo…
—¿Hola? ¿Edward? —Había atendido, pero solo se escuchaba música y gente gritando. Se escuchó una puerta cerrarse y unas cuantas cosas caerse al suelo.
—¿Bella? Cielo, ¿me escuchas? —Su respiración estaba un poco agitada.
—Sí. ¿Qué es todo ese ruido?
—Hay una fiesta en la casa, y…
—¿Mi hermano está contigo? —Si Emmett estaba con él, no me preocuparía. Confiaba en Edward, pero sabía que mi hermano jamás me escondería nada.
—Sí, en realidad él está abajo y yo estoy en mi habitación, ahora mismo estoy en el baño y… —¿Por qué se estaba justificando? Me hacía sentir como que estaba intentando ocultarme algo y eso me puso un poco en alerta.
—De acuerdo, pero, ¿no es un poco temprano para dar una fiesta? Es… —Suspiré un poco inquieta y por primera vez me reconsideré lo que pensaba hacer—. Edward, yo… —Cerré los ojos y me mentalicé en que Edward merecía saber sobre el bebé—. Solo llamaba para saber cómo estabas… solo eso. —Él suspiró y aguardó unos segundos—. Te amo, Edward.
—Bella, yo… —Su voz se tiñó de un extraño matiz. Quebrada y lastimosa, agónica—. Lo siento, ¿de acuerdo? Lo siento y te amo… —¿Cómo podía cambiar un estado de ánimo a otro en unos segundos? Pensé que lloraría, pero ahora no había registro de esa amarga voz.
—También te amo.
—Lo sé. —Sorbió su nariz.
—Bien, disfruta la fiesta, pero no bebas demasiado, por favor.
—De acuerdo, adiós.
—Adiós, Edward. —Terminé la llamada cuando por los altavoces daban el último aviso y que el vuelo saldría en diez minutos.
Cuando el avión partió, solo pensaba en la breve conversación que tuve con Edward.
Cerré los ojos y me dejé llevar por el cansancio que había acumulado en el día.
Inconscientemente, mis manos se posaron en mi vientre plano y una agradable sensación me inundó.
Llegué pasada la tarde. El calor era un poco sofocante, pero no importaba en este momento. Solo quería llegar y poder ver a Edward y mi hermano.
Antes de salir del aeropuerto, pasé por el Duty Free y el escaparate estaba adornado con pequeñas prenditas de colores rosa blanco y celeste. Mis ojos brillaron de emoción.
Entré a la tienda y la emoción aumentó cuando pude ver una playerita con las iniciales UCLA, donde estudiaban Edward y Emmett. La vendedora me preguntó que por unos dólares más, podría agregarle un estampado en la parte delantera, por lo que decidí agregarle una adorable inscripción.
—¿Es para regalar? —me preguntó.
—Sí —dije con una sonrisa—. Es para un futuro papá. —La chica me sonrió y envolvió la playerita con un delicado papel de seda blanco con dibujos de bebes que colgaban del pico de una cigüeña. Pagué y ella me dio el paquete.
Salí de la tienda con una radiante sonrisa.
En la salida, tomé un taxi y le indiqué la dirección que Emmett nos había dado hace tiempo cuando se mudó con Edward.
—Al 1033 de Hilgard Avenue en Westwood, por favor… —El hombre anciano me sonrió y con un asentamiento de cabeza comenzó a mover el automóvil.
—En Westwood hay residencias de universitarios adinerados. —Me reí interiormente, porque si bien Edward y Emmett vivían en una de esas residencias, ni uno ni el otro era adinerados. Solo vivían allí por los ahorros de toda su vida, los créditos estudiantiles que sacaron y la ayuda de nuestros padres.
—Sí, es verdad, pero mi hermano y mi novio son todo menos adinerados. —El taxista comenzó a reírse y fue muy contagiosa.
Mientras íbamos, conversando recordé llamar a mis padres. Les aseguré que había llegado bien y que iba muy bien acompañada hacia la residencia. Mis padres se alegraron y me hicieron prometer que los llamaría en cuanto estuviera con Emmett y cuando se lo dijera a Edward. Terminamos la conversación unas esquinas antes de llegar. Las casas en este barrio eran de lo más exageradas.
—Llegamos —anunció el taxista.
Miré la casa donde supuestamente vivían Edward y Emmett y se podía ver mucha gente en el patio delantero. Al parecer la fiesta seguía. La música se escuchaba muy fuerte y claramente era una fiesta con muchas personas de la universidad.
—Sí, al parecer llegamos… —Suspiré y un poco asustada me bajé del auto después de pagar.
—¿Está segura de que es aquí? Al parecer hay mucho… movimiento. —Lo miré y seguramente pudo ver la inseguridad en mi rostro—. Creo que será mejor que la espere. Si encuentra a su hermano y su novio, me iré, sino la llevaré a donde usted desee. —Asentí y con mi mochila al hombro y el paquete que tenía para Edward en la mano, me encaminé hacia la entrada.
Me acerqué a una pareja que parecía estar en pleno estado de apareamiento por como sus manos y cuerpos se movían. Miré a mi alrededor para buscar alguna otra posibilidad, pero tanto las mujeres como los hombres estaban más ebrios que una cuba, así que sin esperar más, interrumpí su jaleo.
—Hola… disculpen… —Ellos se separaron y me miraron de arriba abajo. Me sentí un poco cohibida y mi estómago se hizo un nudo—. Siento… interrumpirlos, pero estoy buscando a Emmett Swan y a Ed… —De un momento a otro tanto la chica como el chico comenzaron a reírse como si estuvieran compartiendo un chiste. No me dejaron terminar y la chica habló casi balbuceando.
—Ella está buscando al oso —le dijo al chico con una sonrisa burlona. Volvió a mirarme y señaló el interior de la casa—. Él tiene su propia fiestita privada, seguramente te estaban esperando, cariño. —Me atoré con saliva cuando dijo su "propia fiesta privada".
Me metí por la puerta y adentro no estaba mucho mejor que afuera. No había humano en esa casa que estuviera en sus cinco sentidos. Todos y cada uno con altos grados de alcohol en su sangre. Tragué saliva y comencé a buscarlos en la casa. Fui a la cocina, a la sala de estar, en la parte trasera de la casa y apenas abrí la puerta que me llevaba a ese patio, la cerré al ver tantas personas sin ropa; hombres y mujeres desnudos como si nada.
Mi corazón latía muy rápido. ¿Edward vivía aquí? ¿Él compartía todas las noches de su vida con estas personas? Mi cabeza me daba vueltas al ver tantas mujeres degradarse a tal modo. Nunca supe de todo esto. ¿Estas eran las clases de fiestas que se hacían donde se suponía que ellos debían estudiar? ¿De qué clase de personas estaban rodeados Edward y Emmett? ¿Cómo podían vivir de esta forma?
—Discúlpame, estoy buscando a Emmett Swan y… —le pregunté a un muchacho quien en ese momento salía de un baño, subiéndose el cierre de su pantalón.
—Está en su habitación. Tú entra, seguro te están esperando —dijo sonriéndome y mirándome de una manera lasciva y lujuriosa.
Quise correr de ese lugar, pero el nudo en mi estómago se hacía más grande y todo me llevaba al piso de arriba. No quería subir porque no quería encontrarme con nada que estaba segura que no me gustaría ver, pero mi lado masoquista era más fuerte y mi lado bueno, no quería pensar que alguno de ellos dos hiciera algo que dañara los sentimientos de sus parejas. Rosalie era una chica muy inocente y si Emmett estaba jugando con ella, yo no dudaría en ponerlo en su lugar, pero era mi hermano y no podía dudar del amor que se le notaba a leguas por mi mejor amiga.
Cuando llegué al piso de arriba, por supuesto estaba todos iguales que a los de abajo. Comencé a leer los nombres en las puertas y llegué a la última, la de mi hermano y Edward.
Una sonrisa se instaló en mi rostro ante la mención del papá de mi bebé. Acaricié mi vientre y sujeté el paquetito contra mi pecho. Antes de abrir, dejé mi mochila en el suelo y con cuidado abrí la puerta.
Deseé nunca haberlo hecho. Deseé nunca haber venido y me odié por haber deseado que jamás hubiera quedado embarazada de Edward.
La música los envolvía y era doloroso ver cómo se dejaban envolver por cada nota cargada de lujuria. Nunca odié tanto Principles of Lust, como en ese momento.
Mi corazón comenzó a sentir un dolor lacerante y desgarrador, imposible de sanar de algún modo. Mi cuerpo temblaba y mis ojos cedieron a las lágrimas.
—¿E—Edward? —Mi voz salió entre un agónico sollozo. La música que sonaba en la habitación hacía que me dolieran los oídos.
Miré en dirección a donde el padre de mi hijo estaba y sentí cómo se me debilitaban las piernas cuando sus ojos me miraron.
Sorpresa, susto, miedo, desesperación y más miedo.
Estaba sentado sobre una silla de escritorio y una chica rubia estaba sobre él, mientras subía y bajaba, gimiendo y con la cabeza hacia atrás. La chica se seguía moviendo y mi corazón se seguía rompiendo hasta que él la sostuvo por los brazos, pero la chica seguía moviéndose. Comenzó a parpadear al darse cuenta de lo que estaba pasando.
Mi respiración comenzó a dificultarse y el aire comenzó a faltarme. Me abracé a mí misma y un sollozo más alto interrumpió a una de las dos parejas que estaban en una cama.
Comencé a caminar hacia atrás cuando el chico de una de esas parejas se dio a la vuelta para ver qué era lo que lo interrumpía.
Era Emmett que jadeaba y gruñía cuando volteó a verme. Al darse cuenta de quién era, el muy idiota trató de taparse.
Los dos estaban en una orgía. Dios mío. Mi hermano y mi novio. Mi novio, el papá de mi bebé.
—¿B—Bella? —Comenzó a desesperarse, intentando buscar algo para taparse, mientras se retiraba del derrier de una mujer morena—. Dios mío, no, no, no…
Asqueada, choqué mi espalda contra una pared, me sentía acorralada y con todo mi cuerpo sumido en un dolor inexplicable. Sentí mi estómago revolucionarse y comencé a sentir arcadas. Esto no me podía estar pasando, ellos… ellos… Dios…
En mi cabeza solo sobrevolaban las palabras malditas: traición, engaño, infieles, dolor, miedo…
—¿Quién apagó la música? —Un chico rubio salió de lo que parecía ser un baño. Desnudo, sin pudor alguno. Mi corazón se disparó cuando reparó en mi presencia y comenzó a caminar hacia mí—. ¡Oh, pero miren a esta nena hermosa! ¿Has venido a reunirte a la fiesta? Sí es así, yo voy a disfrutarte primero. —Me envolvió con sus brazos y se restregó contra mi cuerpo.
—¡Newton! ¡Quítale las manos de encima o te mato! ¡Suéltala, hijo de puta! —gritó Emmett mientras se levantaba de la cama y se ponía unos bóxers.
Comencé a gritar, tratando de quitármelo de encima, pero mi estómago no lo aguantó más y vomité por lo asqueada que estaba. El tal Newton me soltó horrorizado, empujándome contra la pared. Reboté en el duro cemento y caí al piso mientras Emmett se abalanzaba sobre él con los puños alzados.
Me sentía débil mientras lloraba mirando a Edward, quien se ponía cualquier cosa que encontrara a su paso. Quiso ayudar a levantarme, pero me rehusé a que me tocara y me arrastré hacia atrás, saliendo por la puerta. Intenté incorporarme, pero volví a caer por el mareo que me había alcanzado en ese momento.
—Bella, por favor, detente, déjame… —Me incorporé con la ayuda de una silla que estaba en el suelo. Lo miré y todo en él era desesperación. En ese momento salió Emmett de la habitación y se detuvo al ver mi estado caótico.
Mi hermano se jalaba del cabello y sus ojos mostraban cuánto dolor le estaba causando esto. Tarde. Ahora todo era demasiado tarde.
—¿Cómo… cómo pudieron? —Miré a Edward y lloraba en silencio. Intentó acercarse, pero retrocedí levantando mis manos—. ¡No te me acerques! ¡Nunca más en tu vida te vuelvas a acercar a mí! —le grité, llorando. Llevé mis manos a mi cabello y tiré de él con fuerza—. ¡Hoy me dijiste que me amabas! ¡Hoy me lo dijiste! ¿Cómo pudiste ser tan basura? ¡Eres un cerdo repugnante! —Negaba con la cabeza, sin creer lo que le estaba pasando.
—Por favor, déjame hablar contigo… Podemos… No tengo perdón, pero habla conmigo, por favor… Te amo, esto que viste no significa nada, esto…
—¡Cállate! ¡No! No, no, no… —Emmett intentó acercarse, pero cuando lo tuve frente a mí, mi mano le soltó una bofetada. Su rostro quedó de lado, pero eso no impidió que sollozara—. Eras mi hermano, eras mi guardián, tú debías protegerme… Debías amarme ¡Eras mi jodido hermano, Emmett! —Los tres llorábamos… pero ahora ya nada importaba.
—Por favor, Bells, no me digas eso… yo … —Eso fue lo que terminó por destrozarme.
—Me dan asco… los dos… Tú… —dije mirando a Edward—. Tú eres el principal y único error en mi vida… Haz tirado mi amor a la basura, cada sueño, cada promesa, todo lo destruiste y ahora ya no queda nada… No queda nada, lo único que siento por ti es un profundo asco —dije mientras comenzaba a caminar hacia la escalera. Iba a bajar cuando sentí los brazos de mi hermano abrazándome por detrás.
—Perdóname Bella, perdóname. Fue culpa mía, yo insistí para que…
—¡Suéltame! ¡No me toque, suéltame! —gritaba, removiéndome entre los grandes brazos de mi hermano.
—¡Emmett, hijo de puta! —El chico rubio que mi hermano antes había golpeado salió de la habitación hecho una furia y golpeó a Emmett por detrás.
Todo pasó muy rápido. Emmett me soltó de golpe y yo no tuve tiempo de sostenerme de la baranda de la escalera. Caí de espalda por los escalones y mi cuerpo se daba contra la madera hasta que sentí que me detenía al final.
—¡Bella! —Mi vista era borrosa, pero alcancé a ver cómo Edward bajaba corriendo por la escalera gritando mi nombre—. Bella, mi amor… no, no, no… —Sus manos tocaban mi cuerpo y antes de que todo quedara oscuro, sentí cómo inconscientemente su mano quedaba apoyada sobre mi vientre.
Mi bebito…
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Jacques Brel - NE ME QUITTE PAS (No me dejes)
Emmett POV.
Mis ojos iban puestos en el pálido rostro de mi Bellita. Mis manos sostenían fuertemente su mano, sin llegar a hacerle más daño del que ya había causado. Nunca me perdonaría lo que hice, jamás lo haría.
Todos siempre dicen que el alcohol te desinhibe y te hace cometer cosas que en tu sano juicio nunca harías. Y aquí estaba, comprobando que eso era más que cierto. Si no me hubiera dejado llevar por los chicos de la universidad, si no le hubiera insistido a Edward para que me siguiera y si no lo hubiera manipulado para que bebiera alcohol como si fuera el último día de su vida, ninguno de los dos estaría así.
Edward seguía la ambulancia con su auto y… Dios… No sabía qué pensar, era todo mi culpa. Arrastré a Edward a la peor de las bajezas, pequé contra mi hermana, contra mi familia, contra Rosalie… mi Rose. Solo al recordar su nombre un horrible dolor golpeó mi pecho. Dolor y asco por esto. Una furiosa ira se apoderó de mi cuerpo. Ella tan pura, tan buena. Nunca mereció lo que le hice. La había cagado, había arruinado todo porque solo era cuestión de tiempo para que se enterase de todo, pero por una vez en mi vida haría bien las cosas y se enteraría por mí lo que había hecho, le daría lo que me pidiera para obtener su perdón.
El hueco en mi pecho era lacerante, ver el verdadero asco en los ojos de Bella fue destructible y sabía perfectamente que ella no me perdonaría esto, no lo haría, pero le rogaría.
La ambulancia se estacionó y el médico que la atendía salió muy rápido. Un chirrido de cauchos se escuchó sobre el pavimento. Miré en esa dirección y Edward bajaba de su auto, dejándolo mal estacionado.
—Señor, ¿la señorita es menor de edad? —Asentí al doctor que la examinaba.
—Sí, ella es mi hermana menor… —Edward se colocó a los pies de Bella. No podía mirarlo a los ojos.
El alcohol parecía haberse ido de mi sistema y eso solo ayudó a que la realidad cayese como peso muerto. ¿Qué había hecho? ¿Qué le había hecho a mi hermanita? ¿Cómo pude actuar de esa forma con ella? ¿Cómo le decía a Rose lo que había hecho? ¿Cómo mirarla a los ojos y ver cómo le rompía el corazón que sabía, dejaría de ser mío en cuanto hablara?
La desesperación comenzó a apoderarse de mi cuerpo como si de latigazos se tratara. Mi madre siempre decía que el amor pasa una sola vez en tu vida y siempre supe que Rosalie, era esa única vez. Pero mi ego siempre estuvo encima de lo que sentía por ella y lo lamentaba. Sentía un hierro caliente lacerando mi piel, que no podía ocultarme de lo que estoy por vivir con ella. Sé que se acercaba el peor momento de mi vida y era completamente mi culpa.
La amaba. La amo en este mismo momento, pero no me daba cuenta de qué tan profundo era ese amor hasta el momento en que sentí que lo perdía. Me duele el corazón porque estoy sintiendo que me lo arrancan a pedazos. Lo peor de todo, era que yo había ayudado a que me sintiera de esa forma.
—¿Por qué no se despierta? —preguntó Edward, angustiado, al médico mientras ingresaban a Bella en una habitación.
—Le haremos unos análisis de rutina y luego de descartar que no tenga nada anormal, pasaremos a hacerle una radiografía para descartar posibles fracturas, pero me arriesgo a decir que por los golpes que recibió en su cabeza debe tener algún trauma… Apenas tengamos alguna noticia, se la haremos saber. —Cerraron las puertas y tanto Edward como yo nos quedamos mirando el lugar por donde desaparecieron.
Edward retrocedió y se dejó caer en la pared, escondiendo su rostro entre sus rodillas.
—¿Qué hicimos, Emmett? —dijo sollozando—. No puedo creer lo que me está pasando. Mi Bella… No, ella no pudo haber visto… Dios mío… ¿Qué voy a hacer sin ella? No me perdonará nunca, Emmett, no quiero perder a Bella… Yo… no quiero perderla. —Me agaché a su lado y quise poner mi mano en su hombro, pero rechazó mi contacto. Me miró a los ojos y los suyos estaban brillantes, inyectados de dolor e ira—. ¿Por qué me dejé arrastrar por ti? —dijo, levantándose y empujándome—. Ella era todo lo que me importaba en la vida, era lo único que sentía que me pertenecía, que era mío y ahora ya no, ahora la persona por la que podría dar mi vida me tiene asco…
—Yo… lo siento, no sé qué decirte, es mi culpa… lo siento, yo… —Cada cosa que decía me dolía, salía de mi boca con tremendo dolor.
—Ya no digas nada, no quiero escucharte…
Lloré en silencio por lo que parecieron horas, todo en mi cabeza daba vueltas, solo veía la imagen del rostro de Bella mirándome con asco y repulsión. Sus ojos iguales a los míos, reflejaban el daño que le había causado. Tenía miedo, miedo de que nunca pudiese perdonarme. ¿Qué haría con mi vida sin mi hermanita? ¿Cómo seguiría sin Rose?
—¡Familiares de Swan! —Levanté la vista y una doctora estaba parada en la puerta donde estaba Bella.
—¡Yo! —Caminé apresurado y Edward, quien había estado a una distancia prudencial de mí, se acercó—. Soy su hermano. —La doctora observó a Edward y luego a mí—. ¿Cómo está Bella? ¿Ya despertó?
—Uhm, me gustaría hablar con usted en privado. Sígame. —Miré a Edward y lo vi tragar fuerte.
—Él puede acompañarnos. Es su… su novio —dije con un nudo en mi garganta.
—Lo siento, pero tengo que hablar con un familiar directo. —Lo ojeé y solo reflejaba derrota.
—Vendré a decirte qué está sucediendo y cómo estó Bella. Espérame aquí, no te vayas.
—¿A dónde más iría?
Seguí a la doctora y ella se metió en lo que parecía ser una oficina/consultorio. Se sentó detrás de su escritorio y tomó unos papeles antes de mirarme.
—Necesito saber si tus padres viven. Es de suma importancia que ellos vengan hasta aquí. —Me removí inquieto.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Bella está bien? —Ella suspiró.
—Mira, solo puedo decirte que los análisis no salieron como esperábamos, por lo tanto no podemos hacer una radiografía para verificar si está todo bien con ella. Necesitamos que tus padres vengan con urgencia para firmar algunas autorizaciones, pero tiene que ahora, no podemos esperar mucho tiempo más…
—¡Pero qué diablos me está diciendo! ¡Soy su hermano! Necesito saber qué tiene, cómo esta. —El agujero en mi pecho se agrandaba cada vez más y un horrible presentimiento se hizo presente—. Mis padres viven en el estado de Washington, ellos tendrán que viajar. Puedo llamarlos, pero necesito saber para decirles o no estarán tranquilos… Por favor, se lo pido, dígame como se encuentra mi hermana. —La doctora suspiró y por su rostro vi pasar la pena.
—En los análisis salieron que Isabella estaba embarazada de unas nueve semanas y media…
—¿Qué ha dicho? ¿Mi hermana estaba… Estaba embarazada? —¡Dios mío!
—Creemos que los golpes provocados por la caída hicieron que tuviera un desprendimiento de placenta provocando… un aborto. —Mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí un frío subir por mi espalda—. Necesitamos saber si ella estaba en conocimiento de su estado. Tus padres tienen que firmar una autorización para hacerle un raspado uterino y es de suma importancia que vengan. Ahora mismo le estamos inyectando vía suero, los antibióticos para evitar alguna infección… ¿Puedes llamarlos? —Asentí en silencio, sin poder decir nada—. Bien, por favor, es urgente. —Volví a asentir y me levanté. Antes de salir, me volví y miré a la doctora.
—¿Bella esta consciente de…? —Negó con la cabeza.
—No, ahora mismo esta sedada, pero no podemos tenerla de esa forma por mucho tiempo. Hay que practicarle el raspado en las próximas horas pues no podemos correr con el riesgo de mayores problemas.
Cuando salí del consultorio, Edward me esperaba frente a la puerta. No sabía qué decirle, yo mismo estaba impresionado. Un bebé, un bebé de mi hermana, un bebé que ya no existía. En ningún momento había reparado en qué estaba haciendo Bella aquí en LA, y ahora me di cuenta de que a lo mejor ella venía a… Dios mío. Tenía que llamar a mis padres.
—¿Cómo esta Bella? ¿Sigue inconsciente? —Tragué el nudo de mi garganta, pero igualmente no podía decir nada. Me tomó por los hombros y me sacudió. Eso solo logró que un profundo sollozo saliera de lo más profundo de mi ser—. ¡¿Qué pasa, Emmett?! —Me cubrí el rostro con las manos.
Esto no me lo perdonaría jamás. Miré a Edward y su rostro reflejaba la clara desesperación por saber cómo se encontraba mi hermana.
—Bella… ella, esta… estaba… Lo siento, Edward… —No pude continuar y antes de que dijera algo, saqué mi celular y llamé a mis padres. Él solo me quedó mirando con ojos rojos e irritados.
Después de unos timbrados, un adormilado Charlie atendió.
—¿Hola?
—Papá, soy Emmett. —Mi padre pareció despertar a mi madre y luego habló.
—¡Hijo! ¿Cómo estas? Bella ya está contigo, ¿verdad? Tu hermana no llamó más, tu madre piensa que tenían de mucho que hablar y…
—Papá, por favor… —Aunque no quise, el llanto se apoderó de mí y no pude detenerme. Tenía que decírselo ahora o no podría lueho—. Es Bella…
—¿Qué pasó con Bella, Emmett? ¿Tu hermana está bien? ¡Habla!
—Ella llegó, pero… pasó algo que… lo siento, yo no la cuidó papá, mi hermanita tuvo… tuvo un accidente, ella está ingresada en el hospital, Dios…
—¡Jesús, Emmett, tu hermana está embarazada! ¿Está bien? ¿El bebé está bien?
—Lo siento, papá, fue mi culpa, lo siento… —Miré a Edward y él lloraba en silencio—. Bella, perdió el bebé. —Sus ojos se desencajaron y parecieron salirse de sus cuencas. Brillaron con potencia y su rostro se desfiguró en una mueca de puro dolor. Tapándose el rostr con la mano, retrocedió y cayó de rodillas, llorando.
—¿Qué… qué dices? Oh, no… —No sabía qué más decir, no podía encontrar mi propia voz, el puto dolor no me dejaba hablar y Edward comenzó a gritar y a golpear su puño contra la pared.
—Papá, necesito que vengas urgente. A Bella hay que somterla a una limpieza de útero y necesitan tu autorización, y…
—Salimos para allá, apenas sepamos qué vuelo tomaremos, te avisamos. —Y cortó la comunicación.
Corrí hasta donde estaba Edward y este lloraba contra la pared, sus puños estaban ensangrentados y a él parecía no dolerle.
—¿Tú no sabías que Bella estaba embarazada? —le pregunté, tragándome mi propio dolor.
—No, no lo sabía ella… —Volvió a sollozar. Nunca había visto a Edward de esta forma—. ¿Un bebe mío y de Bella? Un bebé que ahora… ¿Cómo pude hacerle eso? —Se tomó el cabello y jaló con fuerza—. Un bebé… Bella perdió un hijo mío y yo ayudé…
—No…
—No, no me digas que no es culpa mía, la engañé, le fui infiel, traicioné su confianza y su amor, todo eso mientras ella estaba esperando un… bebito mío. —Cerró los ojos y lloró en silencio.
—Edward, yo… —Negó con la cabeza.
—Ya no me hables, Emmett.
Edward era mi mejor amigo y verlo de esa forma conmigo me dolía. Sabía muy bien que fue culpa mía, nunca debí insistirle, nunca debió pasarme por la cabeza traicionar de esa forma a mi hermana, y jamas me justificaría, pero beber todo el día el alcohol había ayudado a olvidarme de cuáles eran mis prioridades y eso era algo de lo que me arrepentiría toda la vida…
—Disculpen… —Levanté mi vista y un anciano nos miraba a mí y a Edward. Traía consigo una mochila, que yo conocía, y un paquete—. ¿Alguno de ustedes es el hermano de la niña que yo llevé hasta el 1033 de Hilgard Avenue en Westwood? —Me levanté y el anciano se acercó hasta donde estaba.
—¿De dónde conoce a mi hermana?
—Yo la llevé hasta esa casa. Ella tomó mi taxi en el aeropuerto, me dijo que iba a visitar a su hermano y su novio. —La sola mención de Edward, por como lo presentaba ella delante de las personas, hizo que prestara atención a la conversacion—. Pero cuando llegamos a la casa, claramente era una típica fiesta de fraternidad y no me parecía que una niña como ella debería estar en un lugar como ese, pero me dijo que estarían su hermano y su novio. Aún así le dije que si no encontraba a las personas que estaba buscando, que yo la esperaría afuera para llevarla a donde quisiera, pero no salía y luego llegó una ambulancia. Mucha gente salió, me asusté y entré a la fiesta a buscarla, pero no la encontré. Lo que sí encontré fue esto —dijo, tendiéndome la mochila de Bella y el paquete con dibujos de… cigueñas—. Sé que eran de ella porque cuando tomó mi taxi los traía consigo, le pregunté a una de las chicas que estaba ahí y me contó lo que había pasado, y vine hasta aquí a traerle esto… Lamento mucho lo que le pasó a su hermana. ¿Como esta? —Tomé las cosas que me daba y suspiré entrecortado.
—Ella… Aún no despierta, la tienen sedada… Bella estaba embarazada y… perdió el bebé…
—Oh, lo siento mucho. Si hubiera sabido lo que le pasaría jamás la hubiese dejado sola, yo…
—Pierda cuidado, no ha sido culpa suya… En todo caso es mi culpa, yo debí cuidarla y… En fin, gracias por acercarnos esto, no tenía que…
—Oh, sí tenia, la niña me recuerda mucho a mi nieta… Bueno, preséntele mis saludos cuando despierte y dígale que el tiempo lo cura todo, en algunos casos, claro está —dijo, dándome una mirada significativa. Seguramente alguien le había contado lo que pasó.
El anciano se dio la vuelta y salió del hospital.
Me senté de nuevo y dejando el paquete de lado, abrí la mochila de Bella. Dentro había una muda de ropa, su neceser, su documentación y un sobre de papel manila. Tomé el sobre y dejé la mochila entre mis piernas en el suelo. Saqué el contenido y como si fuera algo imposible, mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
Su ecografía.
Me tapé el rostro con las manos y volví a dejar que mi angustia saliera. Ella estaba embarazada de casi dos meses. Lo más seguro era que ella venía a darle la noticia a Edward y se encontró con…
Tomé el paquete y supe que era para Edward. Me acerque a él y me senté a su lado. No me dirigió palabra, ni una mirada, nada. Solo le extendí las cosas sin decir nada, no era necesario.
Extendió la hoja y al ver el contenido, sus manos comenzaron a temblar, su labio inferior también. Jamás me atrevería a reírme de su condición, yo estaba igual que él, pero no podía imaginar el dolor de perder un hijo y sabía que Edward estaba mal, muy mal.
Miró por lo que pareció una eternidad la ecografía hasta que finalmente cerró los ojos y tomó el paquete. Miró las figuras de los bebés colgando del pico de las cigüeñas, pero en ningún momento lo abrió, solo lo contemplaba.
—Tengo miedo… —dijo con la voz entrecortada—. Saber que Bella perdió un bebé nuestro me está matando, Emmett. —Torrentes de lágrimas salían de sus ojos—. Saber que nuca podré compartir con ella, ver su panza crecer, que nunca sabremos si fue una bebita o un bebito. Lo peor de todo es que siempre me imaginé siendo padre con ella, porque nunca se me pasó por la cabeza una madre más perfecta para mis hijos que ella… y ahora, que ella lo perdió por mi culpa, me destroza. Estoy roto por dentro y me merezco todo lo que estoy sufriendo, me merezco esto y mucho más porque lo que terminará de dejar sin sentido mi vida será perder a tu hermana. Eso sucederá, me da miedo, terror, saber que cuando ella despierte y sepa que ya no hay un bebé gestándose… va a odiarme, lo sé y lo aceptaré, porque así será, me lo tengo merecido… —Sin esperar más, con mucho cuidado, abrí el paquete y su llanto mezclado con sollozos se hicieron más fuertes al ver lo que había dentro.
Una pequeña playerita con las siglas UCLA, que era donde estudiábamos, y una inscripción en la parte delantera que decía "Para mi hermoso futuro papá".
Se llevó la playerita al rostro y lloró, escondiéndose el ella. Unas enfermeras salieron de un box y al ver el estado de Edward se asustaron. Quisieron ponerle un calmante, pero no quiso, decía que se merecía el dolor que estaba sintiendo.
Al igual que yo, ambos los teníamos merecido.
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Unas horas después de lo que había pasado con Bella, mis padres me llamaron, diciéndome que ya estaban en LA y que estaban en camino al hospital.
¿Cómo los enfrentaría? ¿Qué les diría? ¿Cuál sería mi patética excusa? Ninguna. Les diría la verdad.
Cuando ellos ingresaron por la puerta, mi cuerpo reaccionó por instinto al ver correr a Rosalie detrás de mis padres hacia mí. Me levanté de la silla y fui a su encuentro. La agonía que estaba sintiendo quedó mitigada cuando sus brazos envolvieron mi cintura. Aspiré el aroma de su cabello sabiendo que debía guardarlo en mis memorias más profundas. Después de que ella se enterara de todo, ¿cuándo volvería a tenerla entre mis brazos? ¿Cuándo volvería a querer estar entre mis brazos? ¿Cómo superaría ese sentimiento de asco que me demostraría cuando todo se sepa?
¿Podía una persona sentir incrementar un dolor semejante al que yo estaba sintiendo?
Me desarmó como un castillo de naipes cuando sentí cómo besaba mi pecho.
—¡Emmett, hijo! —dijo mi madre cuando llegó a donde estábamos—. ¿Cómo está tu hermana? ¿Qué fue lo que pasó? —Miró a Edward y él encogió su cuerpo entero, agachando la cabeza. Aún seguía sosteniendo la playerita entre sus manos—. Edward, ¿qué fue lo que pasó? —dijo dirigiéndose a él. Este comenzó a negar con la cabeza, pero siempre sin mirarla a los ojos. Mi madre se giró y me encaró con el rostro desencajado—. ¡Por favor que alguien me diga qué le pasó a mi hija! ¿Emmett, que le pasó a tu hermana? —Iba a hablar, pero la voz de Edward me interrumpió.
—Bella… Ella cayó por la escalera de la casa en la fraternidad donde vivimos… Yo quise agarrarla, pero… no pude. Corrí… Fue mi culpa.
—Pero, ¿por qué cayó por la escalera? ¿Se tropezó? ¿Alguien la empujó?
—Bella vio algo que nunca debió haber visto… Fue un error, yo estoy muy arrepentido. —Se atragantó con un sollozo y miró a mi madre. Ella ya debía saber por dónde venía el asunto y por su expresión, quedó en evidencia la razón del estado de mi hermana.
Pero no podía dejarlo caer a él solo, la culpa era compartida y ahora debía hacerme responsable de lo que había hecho.
Miré a Rosalie y besé sus labios. Sus ojos azules me miraron y claramente sabía que yo era parte del problema.
—Mamá… Bella… Ella nos vio a Edward y a mí teniendo relaciones íntimas con mujeres en un fiesta de la fraternidad anoche. —Mi madre y mi padre retrocedieron unos pasos, impresionados por mi revelación.
El cuerpo de Rosalie se tensó a mi lado y el brazo que envolvía mi cintura cayó poco a poco.
—¿Qué mierda estás diciendo? —Casi gritó mi padre, acercándose y tomándome de la camiseta con sus puños. Mi padre era mucho más bajo que yo, y si quisiera tranquilamente podría sacármelo de encima, pero jamás lo haría, el respeto que le tenía a él como figura paterna hacía que me doblegara ante su autoridad. Amaba a mis padres y por la educación que habíamos recibido de ellos, jamás les faltaría el respeto. O por lo menos no de esa forma—. ¿Cómo que tu hermana te vio a ti y a este hijo de puta teniendo sexo con otras mujeres? No me vengas con que estabas en una orgía sexual porque… —Vio que no decía nada y que mi semblante me delataba solo. Sin embargo, no pude más que agachar la cabeza y dejar mis ojos soltaran las lágrimas—. ¿Estabas en una orgía sexual, Emmett? —preguntó impresionado. Y hasta podría decir, asqueado.
—Si, papá, yo le insistí a Edward para que participara. Ambos bebimos durante todo el día y el grupo estaba de fiesta… Simplemente se dio, jamás quise que Bella viera una cosa como esa. Cometí un error, pero estoy arrepentido y Edward también, nos estamos muriendo sabiendo que Bella estaba… que perdió a su… Dios mío… lo siento, papá, lo siento mucho. —Mi madre lloraba, tapándose la boca. Los ojos de Charlie mostraban una desilusión profunda cuando miraron a Rosalie y quise morirme al darme cuenta de que ella ya sabía la verdad—. Papá yo amo a mi hermana y… —No pude ver cuando su puño se levantó y dio de lleno en mi boca.
—¡Charlie, no! —gritó mi madre, sollozando.
—Antes de hablar de tu hermana, o de si quiera decir que la quieres, te lavas la puta boca. No quiero que te vuelvas a acercar a ella, ¿me has escuchado, Emmett? No te quiero ver más. —Las palabras de mi padre se clavaron en mi pecho como dagas. En mi boca saboreaba el sabor a óxido de la sangre. Aún así no me atreví a decirle nada.
Acepté cada cosa que decía porque lo merecía.
Un sollozo terminó rompiendo mi corazón y cualquier vestigio de fuerza que contuve, al saber que la dueña de ese dolor era mi hermosa Rosalie. Me atreví solo un segundo a verla y ella me miraba con infinita traición.
—Rose, nena… —Quise tomarla de las manos, pero ella me las alejó de un golpe.
—No me toques. —Traté de nuevo, pero ella volvió a quitarme y esta vez me empujó, golpeando mi pecho con sus puños y dejé que lo hiciera si eso hacía que me perdonara. Sabía que cada uno de sus golpes los tenía bien merecidos—. ¡¿Cómo pudiste hacerme una cosa como esa, Emmett?! ¿A mí y a tu hermana? —Negué con la cabeza, pero ya no sabía porqué lo hacía. Tenía tanta razón de todo lo que estaba diciendo—. Cada vez que me llamabas y me decías que me amabas, y que me extrañabas, ¿era mentira? ¿Solo lo hacías para jugar y pasar el tiempo con la idiota que dejabas en el pueblo?
—¡No, por Dios, no! Yo jamás te he mentido, no de esa forma. Todo lo que te dije siempre fue verdad ¡Tienes que creerme! Rose, por favor… —Me importaba una mierda que mis padres me vieran llorar, por Rose me arrastraría por el mismísimo infierno. Me arrodillé frente a ella y envolví mis brazos en su cintura. Mis ojos la miraban abnegados en lágrimas—. Por favor, bebé, te ruego que no me eches de tu lado. Te hice lo peor que se le puede hacer a la persona que uno más ama y lo estoy pagando, me estoy quedando sin familia, por favor no me quites de tu vida tú también. —Enterré mi rostro en su vientre y los espasmos de llanto no dejaban de azotarme—. Lo siento, lo siento…
—Suéltame, Emmett. —Posó su manos en mis hombros y ejerció fuerza para separarme de su lado.
—Perdóname, Rose, perdóname por favor. —La sentía como agua en mis manos. Ella se me estaba escapando y yo no podía hacer nada para retenerla.
—¡Que me sueltes, Emmett! —me gritó y pude sentir cómo me jalaba del cabello, haciendo que mi cabeza quedara hacia atrás. Acercó su rostro al mío y sus ojos estaban rojos e irritados—. Siempre me consideré parte de tu familia, así que ten por seguro que a mí tampoco volverás a verme. Merezco mucho mas que un chico infiel a mi lado, me… merezco alguien que me haga feliz… Si tú le hiciste esa canallada a tu hermana, Dios me libre de lo que me podrías llegar a hacerme a mí estando a tu lado. No soy tan idiota como tú pensabas para quedarme a averiguarlo. —Lloré como un niño. Sus palabras quedaron grabadas a fuego en mi corazón y mente.
La había perdido. La había perdido como un idiota, por ser un calentón de mierda y por no saber amarla como ella merecía.
¿Cómo saldría del infierno en que me había metido?
Me soltó como si tuviera una enfermedad contagiosa y por ese movimiento, mis manos quedaron sobre el piso, con mi cabeza gacha, llorando sin saber qué hacer para recuperarlos.
¿Qué había hecho?
¿Ok?... que les parece este Two Shot?
queria hacer algo doloros, espero que haya salido, ustedes que dicen?
que hacemos con el hermano y el novio?