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Día 7: Domingo

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Eran las seis de la mañana y Haru no podía continuar durmiendo; dio varias vueltas en su cama, todas en vano; resignada, tomó su celular y lo vio con detenimiento… releía el mensaje de Hayato una y otra vez.

"Voy de regreso a Japón"

Palabras concisas que Haru esperaba desde hacía días, no podía ocultar la alegría que en ese momento sentía.

Sabiendo que no podría dormir, se levantó y comenzó a buscar que ropa ponerse… no había comprado nada para la ocasión y eso le molestaba; tenía que encontrar algo que Hayato no le hubiera visto o algo que le gustara mucho, pensó… Aunque Gokudera nunca le decía si se veía bien o no, sólo cuando algo no le gustaba se lo decía sin rodeos, como cierta vez que ella traía un vestido blanco con detalles en azul cielo, el vestido no era corto ni escotado pero enmarcaba muy bien su figura y durante toda la tarde que estuvieron juntos, Hayato estuvo malhumorado por lo que regresaron pronto a casa de la chica. "No vuelvas a ponerte eso" fue lo único que le dijo para después irse a su casa.

Al recordar esto, Haru sonrió.

—Si me lo hubiera dicho desde el comienzo la habríamos pasado mejor— poco después encontró la ropa que consideró adecuada.

Mientras tanto, lejos de la casa Miura; Hayato Gokudera bajaba del avión procedente de Italia y pisaba el suelo del Aeropuerto Internacional de Tokio de nuevo.

—Al fin— se quitó los lentes oscuros

Caminaba con calma, moviendo los hombros para destensarse; un viendo travieso pasó y revolvió sus cabellos otorgándole una apariencia rebelde que a más de una aeromoza cautivó, sin embargo, él no le dio importancia pues Hayato nunca se había puesto a pensar qué tan atractivo era.

De hecho, la simple idea de ser alguien como Shamal no le gustaba en lo más mínimo, reconocía sus habilidades médicas pero saber que en cuanto veía faldas se olvidaba del mundo le molestaba, por eso, desde chico decidió no basarse en su físico para conseguir lo que quisiera, porque, aunque no lo dijera, Gokudera bien sabía que no era feo, más de una decena de mujeres que lo llegaron a buscar podían confirmarlo.

Pero como siempre le gustaron los números y las ciencias, el italiano optó por estudiar Física, tomando particular interés en la física cuántica y mecánica; prefería investigar y perderse en los libros a estar rodeado de personas, aun cuando sobrellevaba esa actividad mejor que Hibari.

Recogió sus maletas, ajustó el reloj a la hora local y revisó los mensajes que estaban en su celular, uno era de Basil, otro de Tsunayoshi y otro de Haru, los tres le daban la bienvenida, eso sí, cada uno a su estilo.

Fuera del aeropuerto buscó un Taxi para ir a su destino pero antes de llamar uno, un chico de cabellos negros le saludó.

—¡Hey! ¿Te llevo?—

El peliblanco volteó a verlo y lo reconoció.

—Yamamoto— el mencionado sonrió —¿Cómo supiste la hora de llegada?—

—No subestimes a un beisbolista y menos a uno que sea cocinero y que tenga muchos contactos—

La buena vibra de Takeshi Yamamoto no había cambiado con los años. Seguía con su buena actitud ante la vida aun cuando había ingresado a un mundo que jamás hubiera pensado que existiera.

El alegre fan del Béisbol no pudo ejercer dicha profesión, tanto por estar involucrado con los Vongola como por cuestiones familiares pues su padre había fallecido joven y Takeshi siguió con el restaurante de sushi, sentía que era su deber, aun cuando su padre le había dicho que eligiera el camino que más le llenara. Eso sin contar que a Yamamoto no le agradaba la idea de dejar el "camino de la espada", las "prácticas" que tenía con Squalo le gustaban.

Por ende, Takeshi Yamamoto, continuó con el negocio familiar, además de que era el entrenador de Béisbol de un equipo local con niños de primaria, no podía dejar el béisbol tan fácil.

Gokudera seguía con su recelo hacia el moreno, lo apreciaba y reconocía la valía del "Friki del Béisbol" pero su forma de ser seguía sin gustarle. Hayato decía que nunca podía adivinar lo que Yamamoto pensaba pues siempre tenía una sonrisa que cubría sus pensamientos y sentimientos. Aun así, abordó el auto del guardián de la lluvia.

—¿Disfrutaste el viaje?— Takeshi intentaba amenizar el trayecto

—No iba de vacaciones— pero Hayato no cooperaba

—Aun así, podrías haber salido un poco—

—Había mucho que hacer— el albino veía el camino, Yamamoto suspiró

—No tienes remedio… pero bueno, esperemos que la sorpresa te agrade—

—¿De qué hablas?— ahora sí, el guardián de la lluvia tenía toda la atención del guardián de la tormenta

—Calma, hombre, no es nada malo, sólo te preparamos una comida de bienvenida—

—Sí claro, no hay forma de que mi hermana prepare algo sano—

—Bianchi ha aprendido bien, sabe que se consume y que no—

Continuaron el trayecto en silencio, esa era otra de las razones por las que Hayato no trataba bien a Takeshi… el Friki del béisbol estaba saliendo con Bianchi, y aunque Gokudera aún no digería ese tema, admitía que no quería que nadie lastimara a su hermana. Sabía que Yamamoto era buen chico y le hacía bien a ella pero nunca se lo diría, prefería seguir tratándolo con indiferencia o descortesía… aunque él fuera su mejor amigo.

Muy a su pesar, Gokudera consultaba varias cosas con Yamamoto antes de ir con Tsunayoshi; el italiano decía que no quería darle más carga al décimo pero incluso cosas de la vida cotidiana, Hayato las consultaba con Takeshi.

—Y dime ¿lo encontraste allá?— el guardián de la lluvia rompió el hielo

—Encontré algo mejor— sonrió confiado

—Es bueno saber eso. Estará feliz—

Y volvió a hacerse el silencio, pero esta vez no era molesto ni tenso.

Entretanto, Haru, había llegado al restaurante de Yamamoto.

—Buenas tardes—

—Haru, hola, pasa— Bianchi la recibió, vestía de forma sencilla y casual aunque en ese momento traía puesto un mandil y una pañoleta que cubría su cabello sujetado con una liga tras su espalda.

—¿Estás muy ocupada? Te ayudo—

—No te preocupes, ya casi termino, además, hoy no abriremos, Takeshi dijo que hoy el restaurante es para los Vongola—

—¿Y dónde está Yamamoto-kun?— Haru se sentó cerca de la barra

—Fue por unos detalles que faltaban—

—¿En verdad no quieres que te ayude?— la castaña veía a Bianchi ir y venir de la cocina

—Bueno… creo que sí necesito un poco de ayuda, ven a la cocina, me falta terminar de decorar los postres—

Y así estuvieron un rato hasta que escucharon la puerta abrirse.

—Ya llegaron— Bianchi sonrió

—¿Quiénes?—

Ambas salieron a recibir a los recién llegados.

—¡Haru!—

—¡Hayato!—

Ambos se vieron con sorpresa, la castaña estaba feliz de verlo pero Gokudera estaba casi indignado por no saber que allí estaría su novia y poco le faltó para marcharse del restaurante pero no lo hizo porque Yamamoto tapaba la salida.

—Vamos hombre, la comida está adentro—

Takeshi lo animó a entrar y así lo hizo el chico bomba, pero a paso dudoso, Haru quiso lanzarse a él pero tras ver su reacción inicial prefirió regresar a la cocina.

—Bianchi-san, regresemos a terminar los postres—

Con ellas en la cocina, los dos chicos platicaban y mientras Yamamoto acomodaba las mesas Gokudera estaba sentado en la barra con el ceño fruncido.

—¿Por qué no me dijiste que ella estaría aquí?—

—No habrías venido ¿o sí?— sonrió el pelinegro

—Ya tenía planeado visitarla hoy… tú sólo lo arruinaste— reprochó

—Si la ibas a ver ¿qué más da el lugar?— el guardián de la lluvia se divertía, exasperando al guardián de la tormenta

—No es así como yo lo tenía planeado—

—Tranquilo, lo que sea que vayas a hacer, podemos ayudarte—

—¿Podemos? ¿Tú y mi hermana?— a Gokudera ya no le gustaba el camino que estaba tomando la conversación

—Todos los Vongola—

—¡Yamamoto!— el peliblanco se levantó de su lugar —¿Qué rayos hiciste?— le jaló del cuello de la camisa

—Nada extraño, Gokudera, sólo invité a Tsuna y los demás a comer, como cualquier otro día… sólo que esta vez todos podrán venir… incluso Hibari—

Hayato soltó a Takeshi, se sentó de nueva cuenta, sintiéndose entre derrotado y preocupado.

—¿Cómo pudiste? ¿Y Haru? ¿Ella sabe algo?—

—No que yo sepa, no sé si Bianchi le haya mencionado algo— ahora él se sobresaltó —Es cierto, debo decirle que no diga nada, ahora vuelvo… ah, y no intentes huir, no te lo recomiendo—

Yamamoto se retiró, Gokudera no entendió el comentario pero no intentó escapar, tomo airé y suspiró.

—Me lleva… aunque Yamamoto sea bien intencionado sigue sin pensar las cosas— revolvió sus cabellos un poco desesperado —¿Y ahora? No puedo ni quiero hacerlo hoy… pero no me van a dejar en paz—

Y con esas preocupaciones, Gokudera intentaba idear un plan de escape.

Por su parte, Haru y Bianchi terminaban la comida.

—Una vez terminado esto me voy a casa, Bianchi-san—

—¿Por qué, Haru? Habías dicho que te quedarías con nosotros—

—Lo sé pero… viste la reacción de Hayato y no quiero estar aquí con él en ese estado—

—No te fijes en eso, es muy probable que Takeshi no le haya dicho que te habíamos invitado—

—Pero…—

—Nada de peros, Haru, no le hagas caso a Hayato, sabes que en ocasiones exagera las cosas, además, la reunión tenía que ser hoy—

—¿Reunión?—

—Sí, todos los Vongola vendrán a comer, por eso cerramos hoy, ya te había dicho—

—¿Tan importante es lo que Hayato tuvo que hacer en Turín?—

—Bueno, de eso no estoy muy segura, pero no dudo que fuera así, pero la comida no es por el viaje, más bien por el regreso—

—¿Era una zona peligrosa?— Miura se asustó —¿Fue un milagro que regresara con vida?—

—No, no es eso, verás…—

—¡Bianchi! ¿Me ayudas un poco?— sin ocultar la intromisión, Yamamoto se adentró en la cocina — necesito que lleves estos platos, que Haru termine la decoración y mientras yo empiezo a llevar la comida—

Mientras le decía eso, el moreno le entregaba los platos a su novia y la empujaba levemente por la espalda hasta sacarla de la cocina.

—Lo siento… pero no quiero que Bianchi te diga nada—

—¿Nada de qué?—

—Lo entenderás en su momento, creo que no falta mucho para eso—

—¿Para que lleguen Tsuna-san y compañía?—

—Eso también— sonrió como solía hacerlo de adolescente

—Algo ocultas, Yamamoto-kun—

—Es una sorpresa, por lo mismo, no tienes permitido irte, puede ser peligroso—

—Conozco tu vecindario—

—Lo sé, pero no sabes cómo puedo utilizarlo a mi favor— tras decir eso, se escuchó el sonido de golpes en la puerta del restaurante —han llegado los primeros— acto seguido salió a recibir a los invitados

Con evidente curiosidad Haru se acercó a la puerta que daba al patio que unía la casa con el restaurante y fue cuando notó que estaba lloviendo de una forma extraña, pues esa lluvia no hacía sonido alguno y aun cuando el suelo se veía mojado no se sentía el agua, entendió que eso era obra del guardián de la lluvia, ya no era un secreto para ella o Kyoko todo lo que involucraba ser un Vongola.

Pero conocía a Yamamoto y si él decía que no era bueno salir, es porque no era bueno salir, probablemente algo había en esa extraña lluvia.

Se disponía a regresar a la cocina cuando vio una figura humana de pie no muy lejos de con ella.

—¿Hayato?— le llamó quedamente mientras se le acercaba, el mencionado volteó a verla, estaba viendo la lluvia falsa, sus manos en los bolsillos y en sus labios su fiel cigarrillo.

—Haru...— se quitó el cigarro

Con un poco de nerviosismo ella se detuvo a su lado, él la contempló con detenimiento, una semana sin verla había sido mucho, la extrañó en demasía.

—¿Qué tal Turín?— la castaña decidió empezar de cero, olvidando lo ocurrido al verse dentro del restaurante, él entendió e hizo lo mismo

—Hay buen clima en estas fechas—

—¿Mucho trabajo?— procuró tener cuidado con sus preguntas

—Bastante… Dino-san no es de los que llenen papeles, todo lo hace Romario pero no se da abasto él solo— volvió a probar su cigarro

—Entonces casi no saliste—

—Muy poco, sólo para lo indispensable o importante—

—¿Crees que te vuelva a mandar?—

—No este año— sentenció —pero el año entrante sería bueno ir, más o menos en estas mismas fechas—

—Sí... supongo— ella bajó la mirada, aunque fuese dentro de un año a Haru no le gustaba la idea de alejarse de Gokudera

—Para ese entonces…— el peliblanco la sacó de sus pensamientos, volteó a verlo y se dio cuenta de que él la veía de frente y con seguridad —dentro de un año, tú ya habrás terminado la carrera ¿no?—

—¿Quieres que vaya contigo?— ella no lo creía

—¡Eso es obvio, mujer! ¿A quién más querría llevar?— se sintió ofendido, pero al fin Haru lo veía de frente, ante esto ambos sonrieron y Hayato por fin se deshizo de su cigarrillo

—Bienvenido, Hayato… te extrañé— se sinceró la castaña

—He vuelto— dijo sin más y sonrió, ella lo imitó hasta que sintió las manos del chico en su rostro, supo que estaba a punto de ser besada y ella se dejó querer —también te extrañé— dijo antes de unir sus labios, sorprendiendo a la chica

Ella no pudo contenerse y lo abrazó con todas sus fuerzas y se apoyó en su pecho, Hayato no puso resistencia alguna, por el contrario, sonrió, aunque no lo dijera, le agradaba ver cuánto amor le tenía Haru, porque era amor, de eso estaba seguro… pero aun así vio a su alrededor pues no quería ser "atrapado" en la vergonzosa situación y confirmó que no había nadie más y que la lluvia mágica había desaparecido.

—Oie— llamó a la castaña

—¿Qué pasa?—

—¿Has pensado que hacer una vez que termines la carrera?— evitó verla, ella lo soltó pero lo veía con extrañeza

—Pues quiero trabajar en algo de relaciones públicas, en alguna oficina de Tsuna-san… no sé, algo donde use lo que estoy aprendiendo—

—¿Y no has pensado en algo más?—

—¿Cómo qué?—

—No sé… vivir sola, con alguien…— un leve color rojo comenzaba a cubrir el rostro del italiano

—No, no he pensado en eso—

—¿Acaso piensas vivir siempre con tus papás?— reclamó

—Pues no sé, hasta hoy no he tenido razón para pensar en otra cosa— ella le respondió en el mismo tono que él le habló

—Argh… siempre me haces las cosas difíciles mujer— revolvió sus plateados cabellos, separó a la chica de él y la observó, ella se sorprendió

—¿Qué pasa?—

—Cuando termines la escuela… qui-qu… ¿quieres vivir conmigo?— estaba muy nervioso, Haru, se mantuvo natural hasta que proceso bien lo que Hayato le preguntó, después se puso roja por completo

—¡ ¿Hahi? !—

Ella misma se separó más del chico, bajó la mirada y jugó con sus manos, no podía verlo a la cara, al verla en ese estado, Gokudera se preocupó.

—¿Acaso no quieres?—

—N-no es eso, sólo que… así, tan de repente me dices eso y-y… vivir juntos…así de pronto, no sé—

—No será pronto, dije que una vez que termines tus estudios, además…— el chico sacó una pequeña bolsa de su camisa —ten, no creas que sólo es un capricho o que lo digo sin pensar—

Haru vio la bolsa, no era ostentosa, más bien era un pequeño morral color blanco amarrado con un hilo de color oro, lo abrió y vio que dentro estaba un anillo como los que Gokudera usaba, lo sacó y vio que tenía grabadas las letras "HG"

—¿Hayato Gokudera?—

—No, tonta… Gokudera… Haru— había regresado el color rojo a su rostro

—Gokudera Haru…. Haru Gokudera…¡ ¿Me estás proponiendo matrimonio? !— ella aferró el anillo a su pecho

—¿Tú qué crees? Ese anillo era mío, pero lo han trabajado para que se adapte a una mujer—

—Hayato… sí quiero—

Sin pensarlo, se lanzó a él para abrazarlo, el chico le alzó el rostro para besarla con delicadeza, después la observó y sonrió con malicia divertida "eres mía", pensó y la besó de nuevo.

Momentos más tarde ingresaron al restaurante y vieron que ya estaban todos los Vongola comiendo.

—¡Hey! ¿Y nosotros?—

—No llegaban y teníamos hambre, escupidera— Lambo se burlaba sin dejar de comer

—Gokudera, que bueno verte de regreso—

—¡Décimo! Discúlpeme por no haber ido antes con usted— hizo reverencia

—Tranquilo, me mandaste un informe así que no hay problema, además— vio a Haru y sonrió —yo hubiera hecho lo mismo—

—Bueno ya, Gokudera, no pelees a los chicos y siéntense a comer también— Takeshi estaba en la segunda vuelta con más comida, Bianchi le ayudaba cuando vio las manos de Miura

—Oye, Haru, eso es…—

—¿Esto? Me lo acaba de dar Hayato— su felicidad era evidente, Kyoko y Chrome se acercaron

—¿En serio? Qué bonito anillo y está grabado ¿"HG"? ¿Porque era de Gokudera?—

La castaña volteó a ver a su novio, éste sólo movió los hombros fingiendo restar importancia al hecho, ella sonrió más.

—No. Son las iniciales de Haru Gokudera— se enorgulleció

—¡ ¿Qué? !— el grito provino de los chicos, Haru sonrió y mostró el anillo en su mano extendida

—¡Eres un tramposo, Gokudera! Te dijimos que queríamos ver cuando se lo dieras— Yamamoto le revolvía el cabello y le golpeaba levemente

—Ya déjame, Friki del béisbol—

Y así lo hizo, no porque él se lo pidiera, más bien porque vio a Bianchi acercarse a ellos.

—Hayato, ese anillo…—

—¿Hm? Es el par de éste— y le mostró su mano donde portaba un anillo igual junto con los otros anillos que siempre usaba, pero éste tenía grabadas las letras "HM", al verlo, su hermana sonrió de lado y fingió inocencia

—¿Haru Miura?— el tono era monótono pues ya conocía la respuesta

—Hayato Miura, no sólo ella ingresa a una familia—

—Ya veo… me da gusto, es una buena chica y te quiere mucho—

—Lo sé— sonrió con sinceridad

Bianchi se apartó de su hermano pues vio a Ryohei lanzarse hacia él mostrándole su alegría por el compromiso; ella sonrió al ver esto pues nunca creyó que Hayato pudiera llegar a ser tan amistoso. Le era sorprendente y grato ver lo mucho que su pequeño hermano había crecido como persona y si bien ellos aún no eran tan cercanos, al menos Bianchi ya no tenía que cubrirse el rostro ante él. Eso sin contar que ella sabía de donde provenían esos anillos.

Eran de la madre del chico, se los había dado su padre como muestra del amor que le tenía y de un posible futuro juntos, claro que no se creyó el hecho de que el anillo de Haru fuera "adaptado" sólo fue grabado y ajustado porque desde antes ya era un anillo para mujer.

Esos anillos estaban en una caja que Bianchi le había dado a Hayato, una caja que contenía cosas de su difunta madre; comprendió que el chico se sentía preparado para iniciar una nueva etapa en su vida.

Yamamoto la sacó de sus pensamientos al tomar su mano y llevarla consigo para tomar una fotografía grupal y conmemorar dicho momento.

—Los hermanos juntos—

Dijo el moreno al sentar a la chica junto a Gokudera, ella se apenó un poco y de reojo vio a la pareja conversar, Haru la vio y le saludo sonriente, Hayato volteó a verla y le sonrió levemente.

—Gracias por la caja, hermana—

Después de la sorpresa y asimilar las palabras, ella sonrió agradecida, vio que Yamamoto se sentaba a su lado y se relajó.

—Gracias, Takeshi—

—Para servirte— sonrió y pasó su brazo por los hombros de la chica para acercarla más a él, Gokudera lo vio y respingó por dicho acto, en ese momento se escuchó el "click" de la cámara tomando la fotografía.

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No es el mejor final pero aquí termina esta historia, espero y les haya gustado. Quise hacer algo serio pero no me fue posible… con esta pareja como protagonista no puedo ver seriedad en sus vidas, gomen.

También, una disculpa por la demora, había dicho que esto estaría listo la semana pasada pero, el trabajo no me ayudó mucho, pero aquí está por fin!

Karin-chan… gomen, no pude hacer algo tan romántico (lo intenté pero todo me salía como final de telenovela y no quería eso), creo que me quedé muy lejos de tus expectativas, en verdad, me disculpo por ello, espero y te haya agradado un poco como terminó esta historia.

Sangatsu Ame… Muchas gracias por tu mensaje y por agregarme a tu listado, me siento feliz por ello :D espero y te gustara el capítulo final.

Del mismo modo, muchas gracias a todas aquellas personas que siguieron esta historia, espero verlos de nueva cuenta en alguna otra entrega n.n

Mil gracias, saludos y que estén bien!

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