¡Hola, hola gente!

Me presento, soy Ailana o Queen, como sale en el nick pero ese no es el caso, la cuestion aqui es que me desvio de mis ya habituales fics en otros fandoms (que pueden pasar a revisar y si, soy una auto promotora desvergonzada) e intentar revivir una vieja historia mia que por cosas del destino, jamás he terminado y gracias al gran cariño que le tengo, he decidido darle el final apropiado que se merece.

Y hablando de la historia en concreta, es una "continuación" de lo sucedido en Frontier, unos años mas tarde, que involucra a los Demon Lord (originalidad nivel Yggdrasil), los ya conocidos "niños elegidos" mas la adición de gente nueva por que ¡Hey! Hay que completar el resto del circulo de los Guerreros Legendarios; por lo cual verán algunos OC's y caras conocidas del show. Hare mi mejor esfuerzo en no caer en la maldición marysuana o garysuana (o como quieran llamarle estos días) y proporcionarles personajes con PERSONALIDAD REALISTA.

¿Por qué carajos use la mayúscula? Anyway…

Espero que les guste y siempre esta la opción de dejar reviews, ¡lean y disfruten!

Disclamer: Digimon no me pertenece, sino a sus respectivos autores/empresas/estudios de animacion, Akiyoshi Hongo, Bandai y Toei Animation.


Acabo. La guerra, acabo.

El sufrimiento, el pasado, el futuro incierto, las ambiciones, la codicia y la valentía, habían acabado. Ellos habían logrado la victoria, una terrible, lamentable y bien sacrificada victoria. Entonces, ¿Por qué ardían las heridas como si fuesen ellos los que están ahora enterrados en polvo y hollín, olvidados en la humillación de la derrota?

No tenia sentido para él pero eso no molestaba en lo mas mínimo a nadie por que se regodeaban en una sucia guerra ganada por la sangre derramada de Digimons valerosos y honrosos, demasiado bondadosos e ingenuos, que confiaron en las llamas de la determinación que alguna vez habían salido de su boca en forma de palabras conmovedoras y trilladas. Era una lastima, se había creído cada una de sus palabras en ese instante ya perdido en el tiempo y espacio.

-Ganamos. Eso es lo que debe importarte.

-¿A que precio?

-Todo tiene un precio. Tú pagaste ese precio con sus muertes.

-Deberás que soy un idiota.

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-Y un mentiroso y no de los buenos; ¿crees que…crees que algún día, tal vez después de algunas vidas, finalmente encuentre el mismo valor que ellos?

-…¿Valor? Tú eres el digimon con más valor que conozco-

-No me refiero al valor de las palabras, sino, al de las acciones. Cualquiera puede ponerse de pie frente a la multitud y gritar por libertad pero todos se encogen cuando deben levantar la mano y tomar esa libertad; ellos se arriesgaron porque creyeron en mis versadas mentiras y es solo ahora cuando puedo ver la realidad. Yo no soy un héroe, fui un agitador, un soñador y un verdugo. Compararme con Lucemon es más que justo. Me convertí en una versión más brillante y alegre en donde nuestra especie encontró excusas para justificar esta matanza; no quise inspirar una barbarie, paz era mi aspiración y mantenerla, esperaba, que fuese mi legado.

Dime, entonces, ¿Qué precio debo pagar por adoptar la misma soberbia que aquel digimon que una vez prometió traer paz? ¿Acaso, solo seré el sucesor de Lucemon?

-Eso, lo decidirás con tus acciones. Mi Capitán.

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-Dime, ¿confías en su plan?

-¿Confiar? -Una risa broto de entre sus dientes-. En lo mas mínimo. Beelzemon tiene la misma capacidad de perpetuidad en un plan como la tiene un niño: es precipitado, no posee convicción en mantener a largo plazo sus ideas y por sobre todo, es ridículamente apasionado. Pero lo dejare que juegue, tienes algunas ideas interesantes que yo mismo puedo alterar si el llega a fracasar. En eso, confió. En su derrota inminente.

Silencio se sembró entre los dos. Pero no significaba que ninguno tuviese algo que decir al respecto sobre el plan y sobre como se llevaría a cabo, era cuestión de tiempo para que cada uno de ellos se acomodara a medida que las cosas sucedían, solo el tiempo dirá si eran las mejores elecciones o no, sin embargo, Demon confiaba que al final, él ganaría. El no lo dudaba. Leviamon en cambio, si. Desconfiaba en gran medida como el asunto terminaría y por sobre todo, tenia sus dudas respecto a su líder a cargo, pero, después de todo, a pesar de estar unidos con un propósito no podían olvidar que eran y de lo que eran capaces de llegar a hacer para traicionarse entre si.

-Bien. Debemos contactar al resto, tal vez a Beelzemon se le enfrió la cabeza y pueda comenzar de una vez por todas-dijo, con intenciones de marchar fuera de la sala pero se volvió al recordar algo - . Por cierto, ¿Qué haremos con Belphemon? Su sueño aun no se ha cumplido y sabes lo que sucedió la última vez que lo despertamos antes de tiempo, ¿vale la pena intentarlo?

-No, déjalo. Hemos aprendido de ese error. Concéntrate en Beelzemon y su ejercito, también consulta a Lilithmon, necesitamos crear un escuadrón de reconocimiento que se encargue del Mar Oscuro, ha pasado mucho tiempo desde que ronde por allí pero dudo que los guardianes de ese lugar me recuerden.

Leviamon se limito a callar y asentir -¿Iras detrás de la Semilla Oscura? Maldición, si que eres obstinado.

-Obstinado pero inteligente.

-Obstinado al final de cuentas, pero, conociendo tu interés, asumo que ya conseguiste a alguien en quien utilizarla ¿o me equivoco?

-¡Vete de una vez, no tengo porque hablarte de mis planes aun!

Leviamon no necesito pensarlo dos veces para marcharse de la sala, fue casi una bendición que Demon dijera eso. Ahora recordaba porque había tomado demasiado tiempo organizar al grupo completo, eran sus propias ambiciones y oscuros corazones los que les impedía colaborar abiertamente. Debía darle crédito a Lucemon por haberlos reunido en pos de una única intención que los unía a todos: la Destrucción.

-Destruir es tan importante como Crear, sin destruí algo obsoleto no puedes mejorarlo. Subestiman el poder que el caos y la guerra puede generar en un mundo, los pacifistas y soñadores viven en la absurda esperanza de que aquello que esta marchito puede arreglarse con…palabras -Leviamon recordaba como el ángel recitaba el cual consideraba era su discurso favorito-. Solo son soñadores, soñadores que viven fuera de esta realidad, yo soy el único real aquí. Solo yo poseo la visión divina y el poder para mejorar este mundo y llevarlo a una gloria que no posee desde hace siglos. La destrucción es una herramienta evolutiva esencial para nuestra raza.

Era un acto noble de compasión para un Digimundo que se estaba hundiendo en las llamas de la confusión y temor, alborotado por sus habitantes incapaces de entrar en razón.

-No -dijo Leviamon, llegando a una conclusión que hacia tiempo ignoraba y que lograba sacarle una sonrisa blanquecina -, el mundo caía contaminado por su "civilización", por su avaricia y sueños y tu, oh, tu maldito pequeñuelo -la risa áspera escapo de entre los dientes afilados -, tu viniste y aprovechaste esa avaricia y los contaminaste con Disciplina.

Una terrible disciplina que se torno en Dictadura