La franquicia de How To Train Your Dragon y todo lo que se le relacione, lamentablemente, no me pertenece. Yo sólo utilizo los personajes.

Esto es un What If? (¿Qué pasaría si...?) en el que Estoico no llega a tiempo para salvar a su hijo de morir a manos de Toothless en How To Train Your Dragon 2.

Advertencias: Muerte de un personaje. Además, personalmente no me gusta decir "Hipo" ni "Chimuelo", así que digo sus nombres originales en inglés. Pero, a decir verdad, sí me agrada cómo suena Estoico xD así que ese, en este caso, sí lo traduciré. Además, los diálogos de Hiccup son sacados directamente de la película, pero de la versión inglesa. Así que probablemente no serán idénticos a la española/latina.

¡Espero que lo disfruten!


The Right One

por

Cheshire Friki Jackson


Hiccup inhala el gélido aire con rapidez, exhalando agitadamente el cálido dióxido de carbono que desechan sus pulmones, formando vapor por un segundo, previo a que éste se disuelva con el frío irradiado por los trozos y carámbanos de hielo repartidos por toda la isla, que a pesar de su exótico y hermoso color destruían implacablemente todo lo que se encontraba en su camino.

Retrocede un paso. Extiende sus manos, las gentiles y amigables palmas que tocan a su dragón todos los días; que lo acarician, que lo felicitan, que juegan con él. No obstante, la sombría bestia sigue avanzando imperturbable, caminando lentamente, gruñendo, sus finas pupilas carbón resaltando como ala de cuervo sobre nieve fresca en sus claros y eléctricos ojos verdes.

El joven vikingo comienza a ponerse nervioso, y retrocede aún más. No reconoce a su amigo en los fríos e impenetrables orbes de la criatura que camina y se ve como él. Sus ojos esmeraldas―los suyos, los del humano, del consciente de sus actos― estaban inundados en temor. La nieve le humedece el zapato y la pierna de metal, y, con el rabillo del ojo, puede observar que en el maltratado y deforme rostro de Drago se dibuja una retorcida sonrisa. Hiccup se estremece, y su voz, temblorosa, logra salir otra vez de su boca. Siente que tiene el corazón, palpitante y salvaje, en la garganta. Sigue retirándose, cuidadosamente y sin movimientos bruscos, con sus brazos estirados, como si con ello pudiera crear una barrera invisible entre el Furia Nocturna y él.

―¡Vamos, Toothless! ¿Qué es lo que te pasa?―logra decir―No, no, no, no. Vamos. ¿Qué es lo que estás haciendo? ¡Ya basta!―trata de ordenar, sin embargo el dragón no para de avanzar, y quizás lo que más le asusta es que tiene la misma postura, y desprende la misma rabia, que cuando lo va a proteger ferozmente a él de algún potencial enemigo. Sus alarmas internas, las cuales la mayoría del tiempo están dormidas, se disparan, y el conquistador de dragones está seguro que éstas llegan a rozar las nubes más altas a las que él y su amigo no llegan.

―¡Para! ¡Reacciona!―grita, invadido por el miedo, que corre por sus venas como el penetrante frío de un particular fuerte día de invierno. Pero este era su dragón, ¿verdad? El Toothless que él rescató. El Toothless que se convirtió en su primer y más grande amigo. El Toothless que lo había salvado incontables veces. El Toothless que había decidido escoger volar con él en vez de ser independiente otra vez. El Toothless que se acurrucaba en su piedra todas las noches, y lo levantaba cada mañana con su cara bañada en alegría, contorsionada en una chimuela sonrisa.

No obstante, en el rostro de la bestia que se le aproximaba amenazadoramente no se distinguía nada, ni siquiera una pizca, de aquel ser que vivía en su corazón desde hacía 5 años.

Seguía retrocediendo, y sus manos ahora se replegaban, temblorosas. Repentinamente, el frío se cernía sobre él, inundándolo como si le hubieran lanzado un balde de agua fría, congelada.

―¡Toothless, no!―exclama, tratando de hacerlo entrar en razón. Sus ojos realizan un intercambio tan intenso que se olvida de que están rodeados de objetos y rocas, y pierde el equilibrio, cayendo en la blanca y benévola nieve, que a pesar de su pura apariencia empeora su estado. Se incorpora rápidamente, pero el dragón no trastabilla ni se detiene―¡Toothless!―llama desesperanzado, no obstante él sabe que si la oscura criatura tiene la intención de dañarlo, nada puede hacer para impedirlo.

«Toothless, eres mi mejor amigo. Sabes que no te puedo hacer daño, y tú tampoco podrías. Vuelve…vuelve a mí…»

Si hay dioses en este mundo, éstos no escuchaban sus plegarias, porque las pupilas del dragón seguían finas como la línea recta y perfecta de un boceto en alguna de las páginas de su libro de dibujos de vuelta en Berk. Traga saliva. Este no podía ser el fin.

―¡No lo hagas!―exclama como último recurso, y casi podía sentir el líquido salado de las lágrimas inundando sus ojos, listo para caer en riachuelos sobre su rostro. El esmeralda de sus iris se convierte en uno mucho más profundo y difuminado debido a la iridiscencia producida por el agua. Casi le parece que alguien grita su nombre, y él tiene la retorcida respuesta que es la muerte susurrando su sentencia.―¡Para!―grita desesperado cuando, por fin, observa a su mejor amigo abrir sus fauces y una difuminada luz violeta brilla al final de su boca. Puede sentir e incluso ver su propia cara deformarse por el miedo y el horror.

―¡Hijo!―escucha, oyendo perfectamente el grito nublado en desesperación de su padre, que corre hacia él en un intento vago e infructuoso de salvarlo. No obstante, Estoico está muy lejos, y Hiccup sabe que ya es demasiado tarde. Sin embargo, trata de detenerlo, que al menos se salve él del control de Drago y su Alfa, que rescaten Berk sin él. Extiende una mano hacia su dirección, con un rostro contorsionado en temor y sorpresa. Las botas del jefe de la tribu dejan profundas marcas en la nieve, y rompe sin importancia los pedazos de hielo que pisa sin cuidado, anhelante de llegar al lado de su hijo. Quizás sea sólo por unos centímetros, piensa el joven vikingo, pero él sabe que su padre no llegará a tiempo, y él―Hiccup―no es capaz de levantar un solo dedo contra el Furia Nocturna.

―¡Papá! ¡N…!

Las palabras mueren en su boca. Todo se extingue en un estallido de luz púrpura y blanca. No ve nada más, no siente nada más. Estoico grita. Valka llora. El cuerpo del primer jinete de dragones colapsa, como el de una marioneta a la que le han cortado todos los hilos de un sólo y único cuchillazo.

Cuando Toothless despierta, sacude su cabeza y parpadea en confusión, los vacíos ojos esmeraldas de Hiccup Haddock miran al cielo ártico en un pálido rostro sin vida.