Título: The Consort - El Consorte
Autor: Drops of Nightshade
Traducción: Traducciones. A ver qué sale
Enlace a la historia original: s/11053289/1/The-Consort

Desde aquí, el equipo de Traducciones. A ver qué sale desea agradecer a Drops of Nightshade el habernos concedido el permiso para traducir esta historia.
¡Muchas gracias! ^_^


Nota de traductores:Esta historia es la continuación de "The Courtesan" (El cortesano) que encontraréis en nuestros perfiles de FF y SH.


Capítulo Uno

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería – Hospital de San Mungo

Diciembre de 1997


—Bueno, no estás empeorando.

Harry Potter lanzó una mirada furiosa hacia su amiga Daphne Greengrass, que a cambio le observó de manera crítica, con un brillo juguetón en sus ojos avellana.

—No es culpa mía que no pueda bailar —, murmuró Harry con irritación, apoyándose contra el muro para recuperar el aliento.

—Vamos, todavía tenemos una hora hasta nuestra siguiente clase —, dijo Daphne con implacable determinación—. Vamos a intentar que aprendas al menos cómo moverte sin pisar los pies de tu pareja.

Con un gruñido, Harry se apartó del muro y se movió hacia la chica de pelo rubio. Era una instructora severa, pero era la única manera de que Harry estuviese preparado a tiempo para el Baile de Yule.

Con un toque de su varita, Daphne hizo funcionar el viejo fonógrafo de la esquina, que volvió a la vida y llenó la habitación en la que estaban practicando con la melodía de un suave vals.

Poniendo sus manos cuidadosamente en la posición correcta, Harry se recordó a sí mismo no mirarse a los pies mientras comenzaban a moverse. A costa de mantener sus ojos en el rostro de Daphne, en menos de un minuto había pisado a la sangre limpia tres veces.

Finalmente Daphne se apartó y dijo con verdadera exasperación en su voz—, ya es suficiente. No estamos yendo a ninguna parte.

Con una mezcla de alivio y decepción brotando en su interior, Harry apagó el fonógrafo con un toque de magia sin varita. Daphne apenas parpadeó ante tan poderosa demostración de magia, tras haber visto a Harry realizar muchas proezas similares en el último año. Ya no ocultaba sus habilidades, al menos no frente a sus amigos, y sólo usaba varita cuando estaba en clase.

—¿Qué estáis haciendo los dos?

Volviéndose, Harry y Daphne descubrieron a su amigo Draco Malfoy apoyado contra la puerta de la habitación en la que se encontraban, con la curiosidad pintada en sus ojos grises.

—Daphne ha estado enseñándome a bailar —, explicó Harry.

Intentando enseñarte a bailar —, le corrigió Daphne.

Una sonrisa revoloteó sobre el rostro de Draco y preguntó en un tono de voz que Harry habría interpretado como malicioso si no hubiese conocido al sangre limpia tan bien—, ¿y no estás teniendo suerte?

Harry miró a Draco con el ceño fruncido mientras Daphne gritaba indignada—, ¡Me gustaría verte a ti intentando enseñarle! En el momento en el que empieza a bailar es como si tuviese la gracia de un gusarajo.

—Gracias por los ánimos, Daph —, murmuró Harry sarcásticamente.

Daphne hizo una mueca que hubiese hecho llorar a su profesor de etiqueta, provocando un ataque de risa a Draco.

Mirando al heredero de los Malfoy, Harry sintió un cálido arrebato de felicidad en su pecho ante el recuerdo de que el joven sangre limpia se había abierto finalmente a él. Habían tenido un comienzo cauteloso; con Draco dejando claro que sólo estaba interesado en Harry para obtener una conexión ventajosa. Sin embargo después de que Draco hubiese sido secuestrado por Fleur Delacour y regresase finalmente a la escuela poco antes que el propio Harry, había ocurrido un cambio en él, al menos en torno a aquellos en los que confiaba. Quizá la experiencia le había conmocionado lo bastante como para buscar gente con la que poder contar, Harry no estaba totalmente seguro.

En público era el frío y controlado heredero de los Malfoy, pero como Daphne, había aprendido al fin a mantener el equilibrio entre la imagen que presentaba a la sociedad y la que compartía con aquellos a los que consideraba dignos de confianza. Era un cambio bienvenido y Harry sabía que entre Draco, Daphne y Luna, su tiempo en Hogwarts merecía cada momento pasado lejos de su amante.

—¿Por qué te está enseñando Daph a bailar, de todas formas? —preguntó Draco inquisitivamente—. Te he visto bailar con el Señor Oscuro, hace poco incluso, en la celebración de Mabon, unos meses atrás. Eras bastante bueno, de hecho.

—Ese es el tema; sólo parezco bueno porque bailo con el Señor Oscuro. Tiene una forma de hacer que incluso el bailarín más incompetente parezca con talento, siempre y cuando estés a su lado —. Harry pareció alicaído mientras decía esto, porque a pesar de sentirse coordinado y grácil cuando estaba con su amante, sabía que en el momento en el que cambiase de pareja se revelaría la verdad de su ineptitud.

—Ah, por supuesto —, dijo Draco comprendiendo finalmente—. Vas a tener que bailar con múltiples parejas en el Baile de Yule.

Era tradición que en la noche del solsticio de invierno hubiese una gran fiesta, y se pasase la noche más larga del año con los estómagos llenos y en buena compañía. El día siguiente era una oportunidad para que la familia y los amigos intercambiasen regalos. La noche del día siguiente, tras el día de dar y recibir, era cuando se celebraba el Baile de Yule.

El Señor Oscuro iba a organizar tres días de celebración en la Ciudadela y muchos eminentes sangres limpias y funcionarios del Ministerio estaban invitados. Era una oportunidad para que Harry conquistase a los sangres limpias reticentes que estaban descontentos con su campaña a lo largo del último año para lograr la igualdad a la Gran Bretaña mágica.

El año anterior el Señor Oscuro se había abstenido de llevar a cabo la celebración, ya que no deseaba comprometer la seguridad de Harry invitando a cientos de personas a la Ciudadela, no tras su secuestro. Incluso aunque había habido bailes y celebraciones después de ese tiempo, nunca se había esperado que Harry abandonase la compañía del Señor Oscuro.

No había ninguna oportunidad de permanecer junto a su amante durante esta celebración sin embargo. Era una oportunidad crucial para impresionar a los sangres limpias y atraerlos a su causa. Sin embargo si ni siquiera podía bailar sin que su amante sostuviese su mano, ¿cómo, en nombre de Merlín, iba a sobrevivir a través del campo de minas político que estaba por venir?

Sintiéndose exhausto, Harry se sentó en el suelo de la habitación y enterró su cabeza entre sus rodillas, sus manos entrelazadas ligeramente frente a él.

—Estoy tan jodido.

Daphne se sentó junto a él con un suspiro, acomodando cuidadosamente su uniforme escolar para que no se arrugase. Empujó alentadoramente el hombro de Harry con el suyo mientras decía—, sólo estamos a día quince. Incluyendo hoy todavía tenemos cinco días más de clases antes de las vacaciones y el comienzo de las navidades.

Harry se sorprendió cuando Draco se movió para reclamar el puesto al otro lado, arrugando su nariz ligeramente ante la visión de las polvorientas losas antes de armarse de valor y sentarse.

—Yo también puedo ayudar, si quieres. Es importante que practiques con una pareja tanto femenina como masculina —, dijo Draco de forma didáctica—. Como futuro Lord Consorte serás una pareja solicitada en el baile.

—No me lo recuerdes —, gimió Harry.

Daphne sujetó su barbilla e hizo que su cabeza se elevase para encontrarse con sus ojos avellana—. Podemos hacerlo —, prometió, sus dedos firmes contra su rostro—. Draco y yo vamos a prepararte para el Baile de Yule, y vas a demostrar a toda esa gente que eres el mejor y único candidato para el puesto de Lord Consorte.

Daphne tenía una manera de hacer que la gente la siguiese, mediante mera fuerza de voluntad y carácter. Harry a menudo sentía respeto y algo de temor a partes iguales cuando a la chica rubia se le metía algo en la cabeza.

Si Daphne Greengrass decía que algo iba a ocurrir, es que iba a ocurrir.


Llegando a la clase doble de Sanación del final del día, Harry y Daphne se colaron al fondo de la clase y encontraron asiento a ambos lados de Luna. Daphne ni siquiera se quejó por sentarse junto a ella, como hubiera hecho en el pasado. Las dos chicas se tenían un saludable aprecio, y a pesar de no ser íntimas, ambas consideraban a la otra una aliada.

—¿Qué nos hemos perdido, Luna? —preguntó Harry a la soñadora Vidente, observando a sus compañeros de clase alborotando por el aula cogiendo pociones y llenando el lugar con el sonido de parloteo excitado.

—Los estudiantes de séptimo año van a ir a San Mungo para hacer unas prácticas. Madame Pomfrey se queda para dar clase a los de sexto año —, informó Luna a Harry. Un instante después dijo—, vas a llegar tarde si no te das prisa.

En efecto, Madame Pomfrey estaba conduciendo al primer alumno de séptimo curso a una chimenea, sin duda conectada por medio de la red Flu al hospital mágico. Cada estudiante llevaba su equipo médico, lleno con todo lo esencial.

—¡Gracias Luna! —dijo Harry mientras agarraba a Daphne y tiraba de ella hacia el armario donde se guardaban sus equipos. Cuando estuvieron completamente pertrechados, la pareja llegó justo a tiempo para que Madame Pomfrey les revisase y les enviase a través de la chimenea.

Daphne fue primero, desapareciendo en un resplandor de fuego esmeralda, y mientras Harry se preparaba para seguirla, una mano amable le retuvo.

—¿Me permite unas breves palabras, señor Potter? —preguntó la matrona de la escuela.

—Por supuesto.

Ignorando a los estudiantes de sexto curso que les observaban con curiosidad –aparte de Luna, quien parecía poderosamente interesada en los ácaros que ondeaban a la luz de la ventana– Madame Pomfrey lanzó un conjuro de silencio para que su conversación permaneciese en privado.

—Quería asegurarle que el personal de San Mungo ha sido instruido para tener la máxima discreción acerca de la presencia de su persona en el hospital esta tarde. Si llegase cualquier periodista, sería rechazado por los guardias de seguridad —, prometió la matrona con acerada seguridad en su voz—. Más aún, el Señor Oscuro mismo ha dado su aprobación para que abandone las protecciones del castillo, con la esperanza de que será protegido durante el tiempo que dure su visita al hospital.

Harry parpadeó, sorprendido de que pudiera no habérsele permitido asistir a una sesión de prácticas si su futuro marido no hubiese dado su consentimiento. Comprendió la determinación de su amante de no permitir nunca más que Harry fuese secuestrado o herido tras los sucesos del año anterior y especialmente considerando su núcleo mágico compartido y sus peligrosas implicaciones.

Pero Harry tenía diecisiete años ahora, era legalmente un adulto y totalmente capaz de tomar sus propias decisiones. Si podía proponer nuevas leyes y abolir las antiguas, entonces ciertamente era lo bastante maduro como para asistir a un programa de prácticas de la escuela sin que el Señor Oscuro tuviese que estar implicado.

Dándose cuenta de que Madame Pomfrey estaba esperando algún tipo de confirmación por su parte, Harry le ofreció una tensa sonrisa y preguntó—, ¿quién me protegerá mientras estoy en San Mungo?

Él apreciaba el gesto protector, pero compartir un núcleo mágico con el mismísimo Señor Oscuro le había dado a Harry una impresionante reserva de poder para utilizar. Si había una pelea, Harry sabía que probablemente él mismo acabaría encargándose de su protección.

—Creo que un tal Remus Lupin se reunirá con usted en el otro lado.

Harry sonrió sinceramente ante eso, reconociendo el intento de su amante de llegar a un punto de acuerdo. El Señor Oscuro se aseguraba de que Harry estaría protegido, pero al mismo tiempo elegía a alguien a quien el muchacho disfrutaría teniendo al lado.

—Gracias Madame Pomfrey —, dijo Harry, y mientras la mujer asentía amablemente a modo de respuesta y deshacía la protección de privacidad, cogió un puñado de polvos Flu y entró en el hogar de la chimenea.

—¡Vestíbulo de San Mungo! —dijo Harry claramente y arrojó el polvo al suelo.

Fue arrastrado por un remolino de frías llamas y dio vueltas a través de la red en un mareante y rápido borrón.

Cuando tocó el suelo, meses de práctica yendo y viniendo a sitios para diferentes reuniones y eventos le proporcionaron a Harry la habilidad para apenas tropezar mientras dejaba la chimenea.

En el vestíbulo de mármol reconoció a Daphne inmediatamente, la joven de ojos avellana con aspecto ligeramente impaciente mientras esperaba a que Harry llegase, así como a Remus Lupin, el ex-miembro de la Orden.

Daphne sabía que Remus Lupin era un viejo amigo del clan de los Potter, tras conocer al hombre en los meses posteriores a la huida de Harry de la Orden del Fénix. También se había encontrado brevemente con Sirius Black y Hermione Granger, cuando una visita suya durante las vacaciones de verano había coincidido con una de las reuniones de Harry con su padrino y su hermana adoptiva.

Hermione vivía con Sirius en el número 12 de Grimmauld Place, el hogar ancestral de la Casa de Black, mientras completaba su entrenamiento mágico en uno de los centros que habían sido establecidos bajo las nuevas leyes que había instaurado Harry. Podría haber recibido alojamiento en el mismo centro, como muchos de los serviles, pero Harry había insistido en que viviese en algún lugar cercano a la Ciudadela.

Sirius, quizá ansioso por apaciguar a Harry y ganarse su confianza y aprobación, se había ofrecido a aceptar a Hermione como su tutor y hacer que viviese con él. Hermione había sido receptiva ante la idea, y de esa manera cada vez que Harry visitaba a su padrino podía también disfrutar poniéndose al día con su hermana adoptiva.

Las cosas no estaban tan tensas entre Harry y Sirius como cuando el joven había empezado a asistir a las visitas supervisadas, la naturaleza amable del hombre y su diabólico sentido del humor suavizando el camino a una relación. Actualmente la vigilancia y las restricciones sobre Sirius se habían relajado a petición de Harry, y el Señor Oscuro confiaba en su amante cuando afirmaba que el sangre limpia no era ninguna amenaza.

Sirius incluso había renunciado a una valiosa herramienta en forma de una Capa de Invisibilidad excepcionalmente rara y de valor incalculable que había pertenecido al padre de Harry y había estado en la familia Potter durante generaciones. Se la había regalado a Harry por su diecisiete cumpleaños, junto a un intrigante mapa que mostraba un detallado diagrama de Hogwarts y todos aquellos que se encontraban en el colegio, así como un álbum de fotos lleno con imágenes de sus padres y sus amigos. No hace falta decir que ése había sido su regalo favorito, aparte de la sorpresa de su amante en forma de una propuesta oficial de matrimonio.

El acuerdo informal entre ambos era que se casarían tras la graduación de Harry dentro de seis meses, y sólo la prensa y los seguidores del Señor Oscuro le darían algo de importancia al asunto para entonces.

Sin embargo el gesto del Señor Oscuro de hacer el proceso más formal y tradicional fue a la vez bienvenido y reconfortante. No había hincado la rodilla en tierra como Harry quizá había medio esperado, pero en la privacidad de su habitación, la noche tras las celebraciones por el cumpleaños del futuro Consorte, le había hecho la propuesta y le había entregado el anillo de compromiso.

Harry llevaba ahora el anillo de plata en su dedo, y había tenido que recurrir a su propia fortuna como Lord Potter para comprar un anillo de compromiso para su amante. Cada vez que Harry captaba el brillo de la plata en la mano del Señor Oscuro, sentía una oleada de placer porque el poderoso y brillante hombre era suyo y él pertenecía a Lord Voldemort a cambio.

—¡Harry! —exclamó Daphne, sacudiendo un poco su brazo para recobrar su atención.

Con una sonrisa ligeramente desconcertada en su rostro y sus pensamientos todavía en su amante, Harry se dio cuenta de que había estado de pie en el vestíbulo del hospital mirando hacia el infinito. Remus tenía un gesto divertido en su rostro, sus ojos ámbar enternecidos mientras contemplaba al hijo de su mejor amigo, pero fue Daphne quien resopló diciendo—, ¡me gustaría que el Señor Oscuro y tú simplemente os dieseis prisa y os casaseis, para que puedas dejar lo de mirar de forma dramática al horizonte y los malditos suspiros!

Remus se atragantó ante la visión de la normalmente reservada chica sangre limpia actuando de forma tan desinhibida, una sonrisa torcida evidente incluso en su rostro. Se hallaba resguardados en una esquina relativamente apartada del vestíbulo y por tanto no había necesidad de que ella se pusiese su máscara de sangre limpia.

Harry rió, acercándose a Daphne y enganchando su brazo alrededor del suyo, se inclinó hacia ella para admitir—, Daph, creo que ambos sabemos que los suspiros no pararán, incluso si al final me caso con él. Especialmente si vamos a estar separados por nuestras obligaciones como ahora.

—Harry, le viste ayer por la tarde —, replicó Daphne de forma inexpresiva.

—¡Exactamente! —exclamó Harry con fingida desesperación—. ¡No le he visto en todo el día y no le veré hasta el miércoles cuando nos reunamos para cenar!

—Las desgracias de tu vida —, dijo Daphne arrastrando las palabras, y a Harry le recordó de manera tan conmovedora a Draco que se le escapó una sorprendida carcajada.

Daphne hizo una mueca a modo de respuesta, aumentando el parecido aún más, antes de que Remus tosiese cortésmente, luchando él mismo por contener una sonrisa mientras recordaba a la pareja que tenían que una sesión de prácticas por completar.

Después de eso Daphne y él fueron separados, cada uno asignado a un Sanador supervisor diferente. La persona a la que Harry fue relegado, una mujer de mediana edad y pelo castaño llamada Sanadora Wright, no se inmutó ante la presencia de Remus tras el muchacho, ni se inclinó ni hizo una reverencia cuando reconoció a Harry.

En resumen, a Harry le gustó inmediatamente.

—Hoy está usted de suerte, señor Potter —, dijo ella, lanzando una mirada por encima de su hombro mientras caminaba enérgicamente a través de los concurridos corredores del hospital. Remus y Harry se apresuraban para mantener el rápido ritmo de la Sanadora—. En sus prácticas de esta tarde me ayudará en el ala de maternidad.

Los ojos de Harry se abrieron ligeramente y la Sanadora Wright sonrió a la característica manera de un tiburón. Remus intervino, ligeramente intranquilo—, no estaremos... en las verdaderas salas de parto, ¿verdad? —había una nota de horrorizada desesperación en su voz ante la mera idea.

—Bien, merecería la pena darle al joven señor Potter algo de experiencia práctica acerca de las maravillas del nacimiento ahora que lo menciona —, murmuró ella de forma pensativa.

Remus pareció a punto de dar la vuelta y salir corriendo. Harry no estaba seguro de cómo se sentía acerca de todo aquello. Entonces la Sanadora Wright sacudió su cabeza, diciendo un apenas audible — hombres —en voz baja—, por supuesto que no estaremos en las salas de parto.

El alivio de Remus fue palpable.

Doblaron una esquina y se encontraron en el ala dedicada a los padres, tanto aquellos que esperaban como a los que acababan de dar a luz. Había asistentes apresurándose de un lado a otro, así como visitantes llevando regalos.

—Bien, empecemos entonces —, dijo la Sanadora Wright, el ajetreo de la zona incapaz de afectar su calmado comportamiento.


Tres horas más tarde Harry se reunía con el resto de estudiantes de séptimo año en el vestíbulo para regresar al colegio. Algunos parecían inspirados por su experiencia práctica de aquella tarde, mientras que otros parecían asqueados, quizá dándose cuenta sólo ahora del tipo de situaciones con las que un Sanador tenía que tratar. No eran todo éxitos y finales felices, ni siquiera con la increíble ayuda de la magia.

Daphne había tenido una de las tareas más difíciles, trabajando con su supervisora en el ala de Heridas Provocadas Por Criaturas, y a pesar del reto, lo había encontrado provechoso. Mientras esperaban su turno para entrar en la chimenea y volver a Hogwarts, Daphne le habló animadamente acerca de cómo había ayudado a arreglar las vendas de un paciente que había sido gravemente quemado por un Escreguto de Cola Explosiva.

Cuando preguntó con curiosidad dónde había sido asignado Harry, él había informado a su amiga de que había pasado las tres últimas horas en el ala de maternidad. El rostro de Daphne se transformó a un ceño fruncido mientras murmuraba—, gracias a Merlín que no me dieron esa tarea. Detesto a los niños.

Harry parpadeó sorprendido ante esa confesión y respondió—, no tenía ni idea —. Entonces, pensando en el estatus de Daphne como heredera de la familia Greengrass y su obligación para con su familia de proveerles un descendiente, preguntó de la forma más discreta posible—, ¿qué harás cuando necesites un sucesor?

Daphne se colocó un mechón de pelo tras su oreja y respondió de manera impertinente—, tengo una hermana menor, ya lo sabes. Confío en que Astoria sea capaz de producir un heredero para sucederme.

—¿Y qué hay de tu futuro marido? —insistió Harry, confuso ante la actitud falta de interés de Daphne. Él pensaba que los sangres limpias se tomaban los asuntos de ese tipo seriamente—. ¿No querrá un heredero para su propia fortuna?

—Estoy segura de que Theo no me presionará para que le proporcione un heredero —, respondió ella con confianza—. Además, él tiene un primo mayor que ya está casado y con un niño en camino. Estará más que contento de continuar la línea familiar de los Nott.

Aquello provocó otra sorpresa en Harry, y bajó su voz incluso aunque estaban al final de la fila para entrar en la chimenea y Remus rondaba lejos, su trabajo casi finalizado por esa tarde con Harry regresando a la seguridad de las protecciones de Hogwarts.

—¿Así que es oficial? No sabía que tus padres habían cerrado un contrato de matrimonio con la familia Nott —. Dentro de su pregunta había una chispa de dolor porque Daphne no se hubiese preocupado por compartir esa importante información con él.

—Theo y yo firmamos los papeles el sábado —, admitió ella, su rostro repentinamente inexpresivo—. Los dos tenemos ahora diecisiete años de edad, y en cuanto nos hayamos graduado estoy segura de que no tardaremos en celebrar nuestra boda. Quién sabe, quizá me case en la misma época en la que tú lo hagas.

El intento de Daphne de hacer una de sus típicas bromas joviales sonó terriblemente soso. Harry estaba sorprendido de ver la desconsolada ira en los ojos de su amiga y la derrota en sus hombros caídos. Ella era Daphne Greengrass, confiada, fuerte y orgullosa. Sólo unas horas antes le había convencido de que le tendría listo para el Baile de Yule, su fuerza de voluntad inspirando a Harry para seguir intentándolo. Sin embargo ahora parecía una niña desvalida.

—Tú no quieres casarte con él —. No había pregunta en la voz de Harry. La respuesta estaba dolorosamente clara.

—Theodore ha sido mi amigo desde que era pequeña. Nuestro contrato matrimonial ha estado establecido desde hace tres años. Esto es simplemente hacer oficial lo que he sabido desde que tenía catorce —, respondió Daphne con tono metódico, como si estuviese razonando consigo misma al mismo tiempo que con Harry.

Fue obvio por qué Daphne no le había dicho nada a Harry acerca del cierre de su contrato de matrimonio. Estaba intentando afrontarlo por su cuenta antes de que fuese de conocimiento público.

—No le quieres —, suspiró Harry.

—Por supuesto que no —, murmuró Daphne de forma tajante—. Siento afecto por él como mi amigo más antiguo, pero no como lo que alguien siente por su amante. No como lo que compartís el Señor Oscuro y tú.

Harry se asombró al escuchar la apenas disimulada envidia en la voz de Daphne y se dio cuenta de lo afortunado que era, siendo capaz de casarse con la persona que quería, por elección propia.

Antes de que pudiesen continuar su conversación, Remus se acercó y dijo suavemente—, ambos deberíais daros prisa, no querréis perderos la cena.

Mirando hacia la ahora inexistente fila de alumnos, Daphne avanzó, cogiendo un puñado de polvos Flu. Después de que ella se hubo marchado hacia Hogwarts, Remus le dijo a Harry de manera despreocupada—, parecía que estabais teniendo una conversación bastante seria. ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?

Harry sonrió al hombre lobo y meneó su cabeza—. Así que, ¿cuánto tiempo vas a estar en Gran Bretaña?

No era un cambio de conversación particularmente elocuente, pero Remus lo llevó bien y dijo con una pizca de confusión en su voz—, el Señor Oscuro me ha invitado a asistir a los tres días de celebración en la Ciudadela. Parece que con el crecimiento de mi manada en Francia, ahora soy una figura de renombre.

Harry ocultó una mueca de desagrado ante el recordatorio del evento que estaba por venir, y respondió—, también influye que fueses una de las personas que me ayudó en mi regreso a Gran Bretaña después de ser secuestrado. Eso te concede el favor del Señor Oscuro. ¿Te asignó para vigilarme esta tarde, no?

Remus sonrió y atrajo a Harry hacia sí para abrazarle antes de apartarse y preguntar—, ¿podrás venir a visitar a Sirius, y por supuesto, a Hermione antes de las navidades? Sé que ambos están ansiosos por verte.

Harry no había tenido la oportunidad de visitar a su padrino y a su hermana adoptiva durante un par de semanas debido a otros compromisos como futuro Consorte Oscuro, y no obstante técnicamente tampoco debería visitarles, ya que los otros estudiantes no tenían el lujo de dejar el colegio los fines de semana. Ser el amante del Señor Oscuro ciertamente tenía sus ventajas.

—Veré si puedo dejarme caer este sábado unas cuantas horas —, prometió Harry.

—Bien, entonces no te retendré más —, dijo Remus con una sonrisa tierna y soltó a Harry. El muchacho sabía que el hombre lobo necesitaba esas pequeñas oportunidades para estar en contacto, para apaciguar a su lobo interior y asegurarle que el miembro de su manada estaba bien

—¿Tú también estarás allí el sábado? —preguntó Harry.

Mientras estaba en Gran Bretaña Remus pasaba mucho tiempo visitando a Sirius y poniéndose al día con su viejo amigo como no habían podido hacer cuando se encontraban separados en países diferentes.

—Lo más probable es que vaya —, asintió él, antes de empujar a Harry en dirección a la chimenea.


De vuelta en la clase donde recibía sus lecciones teóricas de Sanación, Harry se despidió de Madame Pomfrey, quien había estado esperando por su regreso, y devolvió su equipo médico al armario de la esquina.

Mientras salía del aula casi chocó con Luna, que estaba rondando por la entrada, el plateado de sus ojos iluminado por el brillo del sol poniente en el muro opuesto del pasillo.

—Luna —, sonrió Harry en forma de saludo—. ¿Estabas esperando por mí?

—Bueno, de hecho estaba esperando para ver si podía divisar a algunos Nargles –localicé un nido en el pasillo esta tarde–. Desafortunadamente parece que se han vuelto a escapar —. Su rostro estaba ligeramente abatido mientras murmuraba esto. Entonces se animó mientras decía—, encontrarte aquí ha sido un placer bienvenido, sin embargo.

Harry meneó su cabeza en afectuosa exasperación ante la conducta franca pero cariñosa de Luna, antes de ofrecerse a caminar hasta la cena con ella, porque sin duda estaba ya en marcha.

Con su excéntrica amiga junto a él, Harry se encaminó hacia el Gran Comedor, sus pensamientos girando en torno a Daphne y su imposible situación, su experiencia en el hospital esa tarde y su amante. Y por supuesto el inminente Baile de Yule y su incesante ineptitud para el baile.

Harry sintió la presencia del Señor Oscuro antes de verle con sus ojos, deteniéndose bruscamente mientras su amante daba la vuelta a la esquina, su presencia requiriendo atención y respeto.

El Horrocrux en el interior de Harry se agitó ante la llegada de Lord Voldemort, pero un año de práctica y entrenamiento permitió a Harry hacer que retrocediese con apenas un pensamiento acerca de ello. Era tan parte de él como el Señor Oscuro en la actualidad.

—¿Qué le ha traído a Hogwarts, mi Lord? —preguntó Harry, quizá ronroneando el título un poco, lo suficiente para ver aquellos ojos carmesí oscurecerse de deseo. Aunque su amante le había informado de que sólo tenía que usar el título en ambientes formales, Harry tendía a emplearlo cuando le apetecía.

—Tengo noticias importantes que no podían esperar al miércoles —, respondió Lord Voldemort, avanzando para acercar a Harry a su pecho. Dedos ágiles apartaron el pelo de su frente y el Señor Oscuro continuó—, retirémonos a la suite del embajador y te ilustraré acerca de la situación.

Harry se volvió para disculparse con Luna por tener que irse, pero la chica ya había desaparecido, tan silenciosa como Nagini cuando estaba cazando a su presa.

—Después de que me hayas dado las noticias te quedarás ¿verdad? —preguntó Harry poniéndose de puntillas para rozar sus labios con los del Señor Oscuro. Su núcleo compartido se estremeció intensamente ante su proximidad, y el Horrocrux dentro de Harry tembló, aumentando el placer que ya zumbaba a través de sus venas.

—Por supuesto —, respondió el líder de la Gran Bretaña mágica, reclamando los labios de su futuro Lord Consorte en un ardiente beso.


Continuará...

¡Hola!

¿Qué tal estáis? Esperamos que estéis pasando unas felices fiestas.

Nosotros como prometimos hemos vuelto (y no, no fue una inocentada XD). Esperamos que os gustase el capítulo de hoy, estoy deseando saber qué noticia es la que le ha llevado al Lord a Hogwarts.

También quería deciros, que estamos estudiando cada una de las propuestas de traducción que nos habéis enviado y que podéis seguir haciéndonos sugerencias tanto a nuestra mensajería en SH, facebook, o en FF.

Esperamos vuestros comentarios ¡ya sabéis que son nuestro único sueldo!

Nos volveremos a ver la semana que viene ^^

¡Feliz año!

Traducciones. A ver qué sale.