Resumen: Harry Potter sabe exactamente qué es lo que quiere para Navidad. ¿Logrará hacerse realidad el único deseo que tiene este año? DRARRY

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Rowling y Warner Bro.

Notas de autora: ¡Hola! No voy a hacerles perder el tiempo en explicarles el motivo de mi tardanza porque sé que no servirá de nada y no volverá las semanas atrás. Pero sí les pido disculpas por ello. De todos modos, aquí les traigo el final de esta historia. Espero que lo disfruten.

Antes de dejarlos leer, quiero agradecerles por todos sus alertas, favoritos y reviews. Y como siempre, enviarles un saludo más que especial a Kuroneko1490, Kyle Lancaster, MeimiCaro-chan, mESTEFANIAb, yumeatelier, jess Granger s, ShibuyaRen y Little Feniix por dejarme sus bellos comentarios que tan feliz me hacen.


My Only Wish This Year

31 de Diciembre de 2001

Placer. Eso es lo único que puede percibir recorrer cada ínfima fibra de su ser. Un agudo y excitante cosquilleo que provoca un intenso ardor en la boca de su estómago, mismo que inquieta las tan alteradas mariposas que no han dejado de moverse desde esa gloriosa noche. Otra deliciosa descarga eléctrica atraviesa todo su cuerpo cuando siente un cálido aliento soplarle sobre la nuca, erizándole la piel y elevando a su paso cada bello.

Harry suelta a través de la boca un pequeño gemido, a la vez que extiende el brazo izquierdo en busca del firme cuerpo de su novio. No obstante, lo único que aprisiona con sus adormilados movimientos son unas frías y arrugadas sábanas. Ante esto, su ceño se frunce en confusión al no poder hallar el característico calor que emana su pareja. Sin despertar por completo, vuelve a rebuscar con torpeza sobre el otro lado de la amplia cama, creyendo ingenuamente que tal vez Draco se encuentre allí. Sin embargo, más espacio vacío lo recibe.

Totalmente frustrado por no percibir la posesiva forma con la que Draco suele sostenerlo contra su cuerpo, Harry suelta una especie de gruñido y empieza a despertar de esa duermevela en la que se encuentra. Sin querer abrir todavía los ojos, vuelve a extender adormilado un brazo hacia la derecha y amortigua un murmullo contra las almohadas.

─ ¿Draco?

Aguarda unos segundos esperando oír el ronco gruñido que el Slytherin siempre realiza para hacerle saber que lo escucha, mas éste jamás llega. No obstante, Harry no tiene tiempo de soltar un ininteligible reproche porque nuevamente percibe un cálido aliento soplar sobre la parte trasera de su cuello, ocasionando que vuelva a recorrerlo esa placentera corriente que lo traspasó unos momentos atrás. Sin embargo, antes de que pueda girar su rostro para descubrir el origen de la misma, un largo y caliente cuerpo cubre por completo el suyo y comienza a desperdigarle pequeños besos en la expuesta parte de su cuello.

Rápidamente, esos húmedos labios trazan un descendente camino por toda la extensión de su desnuda espalda, a la vez que siente una dureza restregarse insistente contra su trasero. Este simple vaivén es más que suficiente para arrancarle un necesitado y vergonzoso ronroneo, sin que pueda hacer nada por retenerlo. Mucho menos cuando percibe su propio miembro dar un interesado tirón ante esa deliciosa fricción.

Involuntariamente, Harry arquea su cuerpo lo suficiente para incrementar ese delicioso contacto, mientras suelta suaves gemidos con cada pase de los labios de Draco sobre su espalda. Por otra parte, su erección se encuentra dolorosamente apresada y desatendida contra el colchón, provocando que deba cerrar los ojos con fuerza para no terminar restregándose como una perra en celo en busca de algo que pueda aliviar la molesta tensión en ella.

─ Mmm… Draco… más.

Cuando Harry suelta este desesperado gimoteo, una divertida risita resuena detrás de su nuca. Al instante, Draco posa la vista en la forma en que el Gryffindor aprisiona las sábanas con su mano derecha, dándole a entender con ello lo mucho que le está costando contenerse. Sin perder un segundo, extiende su brazo hasta colocarlo por encima del cerrado puño y en un ágil movimiento consigue que ambos entrelacen sus dedos. En ningún momento Draco deja de besar el cuello de Harry.

No obstante, los músculos de su brazo izquierdo comienzan a resentirse por el esfuerzo que realizan para no aplastar a Harry al mantener sobre éste todo el peso de su cuerpo. Un irritado bufido escapa de la boca de Draco cuando percibe lo poco que falta para que termine colapsando dolorosamente arriba del otro. Inmediatamente, impulsa sus piernas hasta quedar a horcajadas a los costados de Harry y para mayor desconcierto de ambos, la mano que tiene entrelazada a la del otro joven no se ve afectada por el brusco movimiento, puesto que éstas continúan firmemente entrelazadas.

─ ¡Merlín, Potter! ¡Hasta que al fin pude despertarte! Tienes el sueño incluso más pesado que el de Blaise. Y eso ya es decir mucho. ─ Regaña con un deje de diversión al recordar lo mucho que le costaba despertar a su moreno amigo en Hogwarts, sin embargo, y a pesar del reproche, Draco utiliza la mano que tiene libre para realizar una especie de masaje sobre el omóplato izquierdo de Harry.

─ ¡Argh! ¿Por qué tenías que nombrar a Zabini ahora?

Un molesto gruñido escapa de la boca de Harry, al mismo tiempo que percibe una contradictoria sensación instaurarse en su interior. Porque una parte de sí sólo quiere continuar gozando de las deliciosas atenciones que está prodigándole Draco. Sin embargo, la parte más celosa y posesiva de su ser no le permite disfrutar de ello, ya que se encarga de aumentar los deseos que tiene de destrozar al moreno que, desde que consiguió atrapar a Nott, no ha dejado de visitar a su novio en la juguetería.

A pesar de que la parte más racional de sí bufa con fastidio dentro de su mente y le reprocha con insistencia lo muy tonto que está siendo al tener celos del amigo de Draco, no puede evitar que esa bestia que vive en su pecho gruña enfurecida ante la simple mención de Zabini. Harry no tiene idea del motivo por el que le desagrada tanto ese moreno Slytherin, siendo que éste no representa riesgo alguno para su relación. Porque si hay algo que debe agradecer con creces es el hecho de que Blaise sea heterosexual y esté perdidamente enamorado de Parkinson.

Y aun sabiendo todo esto, Harry no puede evitar sentir el insistente y desagradable picor de los celos cada vez que Draco lo nombra. Su curiosa mente trata de encontrar una explicación a tal extraño comportamiento, aunque ninguna de sus teorías parecen encajar correctamente. Al instante, la voz de su conciencia le susurra despreocupada que quizás aún no le perdone la vez que Zabini y Parkinson interrumpieron lo que prometía ser una placentera tarde de sexo desenfrenado. Sin embargo, Harry debe reconocer a regañadientes que eso no fue precisamente culpa de la pareja de Slytherins, sino de Draco.

Porque después de asegurarse de que Nott no podría escapar de prisión y de que Shacklebolt regresara del Caribe con un esposado ex jefe de aurores a cuestas, Draco no perdió tiempo alguno y de inmediato envió una carta a Pansy y Blaise para hacerles saber que sus vidas ya no corrían peligro. En la misma les explicaba sin demasiado detalle cómo ocurrieron los hechos y les adjudicaba la dirección de su apartamento para que pudieran hallarlo, en el caso de que quisieran ponerse en contacto con él. Sin olvidarse de recordarles que no podría ser él quien los visitara, debido a la prohibición para salir del país que aún se mantenía en pie. Y como era de esperarse, luego de que Parkinson y Zabini salieran de su estado de estupor al haber recibido noticias de Draco después de tres años, ambos tomaron el primer traslador disponible para comprobar con sus propios ojos que todo lo que su amigo decía en esa carta era cierto.

Aunque ciertamente ninguno de ellos esperó encontrarse a un por demás despeinado Harry Potter asomarse desde el entreabierto hueco de la puerta del apartamento de Draco y luciendo como si hubiera sido atrapado teniendo una más que formidable sesión se sexo. Pero lo que sin duda terminó por abrir desmesuradamente los ojos de Pansy y Blaise fue ver a su rubio amigo detrás de Harry, aún más desarreglado que éste, y portando una pagada expresión en su rostro al reconocer la identidad de quiénes los habían interrumpido. Y sólo bastó que Draco les enviara una divertida mirada a sus amigos, para que los tres Slytherins rompieran en fuertes e incontenibles carcajadas.

Harry vuelve a gruñir al recordar el vergonzoso momento por el que tuvo que pasar, gracias a las insidiosas bromas a las que lo sometieron los insoportables amigos de su novio durante todo ese encuentro. Aún más, cuando Draco simplemente se unió a ellos y dejo salir también algunos de sus astutos comentarios, mismos que habían hecho sonrojar imposiblemente al único Gryffindor en la sala.

Claramente no la había pasado nada bien en esas tres eternas horas que estuvieron con ellos. Y como el orgulloso Gryffindor que era, así se lo hizo saber a Draco, lo que inevitablemente desencadenó en una fuerte discusión. Esa fue oficialmente la primera, y sin duda no la última, pelea de su relación. Por fortuna, ambos mostraron mayor madurez de la esperada y con unos pocos resoplidos y mucho sexo de reconciliación, los dos arreglaron sus diferencias sin la necesidad de frívolas palabras de por medio.

Harry sacude la cabeza al recordar todo esto y se dice a sí mismo que su conciencia no está en lo cierto. A pesar de lo mucho que le haya molestado la interrupción de Parkinson y Zabini, junto a la posterior pelea que ese reencuentro originó, no puede adjudicarle a ello lo mucho que le desagrada el mejor amigo de Draco. Y siendo completamente honestos… hasta debería sentirse agradecido por dicha interrupción. Porque de sólo recordar la intensidad con la que Draco le hizo el amor luego de hacer las paces y en compensación por haberle seguido la corriente a sus amigos con sus bromas, provoca que otro agradable cosquilleo que se extienda por toda su piel.

Pero si éste no es el motivo por el que le tiene tanto resentimiento a Zabini, entonces… ¿Por qué es? Nuevamente la molesta voz de su conciencia se cuela entre sus pensamientos para brindarle la respuesta que tanto está buscando. Porque ella comprende que lo que más le incomoda de toda esa situación es la gran camaradería que Draco y Blaise poseen, a tal punto de que ambos logran saber en qué está pensando el otro con una simple mirada. Y sólo basta que Zabini suelte un comentario entre dientes, para hacer que Draco ría incontrolablemente.

Esa sencilla y efectiva capacidad de hacer feliz a su novio con una de las tantas bromas que Blaise tiene en su repertorio es lo que provoca que su instinto asesino despierte. Él más que nadie sabe que no es para nada fácil conseguir que Draco demuestre abiertamente sus emociones y expresiones, sin embargo, Zabini no parece tener problema alguno con ello. Y eso, sin duda alguna, es lo que ocasiona que unos irrefrenables celos se instauren en su ser.

Porque no hay forma de que consiga reprimir esa amarga sensación dentro de su pecho, misma que no deja de envidiar con intensidad esa especie de "don" que posee el mejor amigo de Draco. Nuevamente se dice a sí mismo que la vida no es para nada justa, porque él daría lo que sea por hacer que los bellos ojos de Draco se iluminen imposiblemente cuando ríe, de la misma forma en que lo hacen cuando le cuenta sobre la estúpida ocurrencia del día que haya tenido Zabini, una vez que ambos están debidamente acurrucados en la cama por las noches.

─ Un millón de Galleons por tus pensamientos. ─ Susurra contra la oreja derecha de Harry, provocando que una agradable corriente eléctrica lo asalte sin piedad alguna.

─ No tienes un millón de Galleons para apostar. ─ Responde entre medio de una risita, maldiciendo internamente la facilidad con la que Draco logra hacerlo reír con unas pocas palabras. Sin embargo, no tiene mucho tiempo para lamentar su debilidad, ya que siente un fuerte pellizco en su nalga izquierda. ─ ¡Auch! ¡Eso me dolió, idiota!

─ Tú te lo buscaste. Eso que has dicho es un golpe demasiado bajo.

A pesar de que debería sentirse como mínimo avergonzado por su mala elección de respuesta, no puede evitar soltar otra risita al reconocer que la reprimenda de Draco es dicha sin enfado alguno. Por el contrario, es expresada con un deje de diversión y cariño que logran derretir por completo el corazón de Harry.

─ Y sólo para que lo sepas… en algún punto de mi vida tuve diez veces más de esa cantidad de dinero. ─ Suelta con el petulante y jactancioso tono que solía utilizar en Hogwarts para alardear sobre su ostentosa fortuna.

─ Mmm… me alegro por ti, señor acaudalado. ─ Replica Harry entre somnolientas risitas, a la vez que atrae más cerca de sí la mano que tiene entrelazada con la de Draco.

─ Sabes… la bóveda de mi familia no es lo único "acaudalado" que tengo.

Y ante esta descarada insinuación, Harry no consigue evitar que una fuerte carcajada escape desde el fondo de su pecho, produciendo que ligeros espasmos resuenen contra la larga figura de Draco. Cuando finalmente logra controlar lo suficiente el ataque de risa, gira lo más que puede su rostro hasta conectar la mirada con las hermosas facciones del alto mago.

─ ¿En serio? ¿Y cuál sería la otra parte acaudalada de ti? Creo que debería verla para comprobar si es tan impresionante como dices y no sólo obra de tu elevado ego que simplemente exagera todo. Sí, en verdad quiero verla, Draco. O mejor aún… sentirla.

Harry murmura estas últimas palabras muy cerca de los labios de Draco y con el seductor tono que sabe lo volverá loco, porque es el mismo que utiliza para pedirle que le haga el amor. Por unos segundos, los grises iris del Slytherin refulgen con ese apasionado brillo que promete infinidad de placenteros momentos. Sin embargo, desaparece rápidamente y en ellos sólo queda un simple rastro de diversión.

─ Ahora que finalmente estás despierto, has el favor de levantarte antes de que lleguemos tarde a cenar con Andrómeda. Otra vez. ─ Dice mientras lo observa con una mirada que parece reprocharle este hecho. ─ Date prisa, porque aún tienes que darte una ducha. Apestas, Potter.

Rápidamente intenta despegarse del cuerpo de Harry, mas éste no se lo permite y mantiene firme el agarre de sus entrelazadas manos. Ante el brusco movimiento, Draco cae pesadamente sobre el cuerpo del auror. No tiene idea del porqué del repentino deseo del terco joven debajo de él por llevarle la contraria, pero de lo que sí está seguro es que si no se dan prisa, ambos volverán a llegar tarde. Y sinceramente duda que esta vez su tía deje pasar todo con simples burlas y vergonzosos comentarios relacionados con el motivo de su tardanza, mismos que lograron hacer sonrojar con fuerza no sólo a Harry, sino también a Draco.

Por otro lado, Harry no puede evitar que una desagradable emoción se instale dentro de su pecho, a la vez que percibe incrementarse el irritante sentimiento que le provoca escuchar a Draco llamarlo, nuevamente, por su apellido. Al parecer, el hecho de que comenzaran a salir no es suficiente para que éste lo llame por su primer nombre.

Al instante, su pérfida conciencia le insinúa con malicia que Draco no parece tener ningún problema para dirigirse a Zabini por su nombre. Por el contrario, tiende a llamar a su moreno amigo con extremada facilidad. Harry no tiene idea de la cantidad de veces que escucha la emocionada voz de Draco a lo largo del día soltando un "Blaise me dijo que…", "Blaise cree que…" o los siempre presentes "tienes que oír el chiste que me contó hoy Blaise sobre…".

No obstante, cuando se refiere a él siempre es con un "Potter" que, para mayor indignación de Harry, aún contiene ese leve arrastre de palabras con el que Draco lo llamaba en Hogwarts. A pesar de lo increíblemente erótico que suene la forma en que suelta cada una de las letras de su apellido, como si las estuviera mordiendo con deleite, no puede evitar sentir un poco de decepción al no conseguir que Draco simplemente se dirija a él por su nombre. ¿Acaso es tan difícil que se refiera a él como "Harry"? ¡Vamos, que no está pidiéndole que lo llame "amor", "cariño" o con cualquier otro tierno apodo al cual el Slytherin considere absolutamente cursi!

─ Harry. ─ Reprende entre enfadados gruñidos, sorprendiendo a Draco por el repentino cambio en su humor.

─ ¿Qué…?

─ Mi nombre es Harry, Draco. No Potter.

─ Bueno… técnicamente "Potter" está dentro de tu nombre. Después de todo, el apellido también es parte de éste, ¿no? ─ Responde a través de una leve risita, intentando con ello despejar un poco del repentino mal humor de Harry.

─ No bromees, ¿quieres? Hablo en serio. ─ Deja salir con exasperación, junto a un molesto bufido.

─ De acuerdo, esto ya ha dejado de ser divertido. ¿Qué demonios te ocurre? ¿Por qué estás tan enfadado? Hemos pasado diez años de nuestras vidas llamándonos por nuestros apellidos. No sé por qué actúas tan sorprendido. No es como si fuera la primera vez que te llamo así, ¿verdad? ¿Por qué de repente parece molestarte tanto?

Sin embargo, lo único que se repite incansablemente dentro de la cabeza de Harry es una especie de sádica mantra con la voz de Draco, misma que corea sin cesar una seguidilla de "Blaise". ¿Qué se supone que va a decirle ahora? ¿Qué el motivo de su enfado es ocasionado por los incoherentes celos que tiene hacia Zabini? ¿Qué detesta sobremanera la facilidad con la que Draco puede nombrar a Blaise por su nombre pero parece ser incapaz de llamarlo a él, su novio, de otra forma más que Potter? ¿Acaso puede decirle que su insistencia por querer que lo llame "Harry" se debe a que es la única forma que tiene de convencer a la parte más racional de sí (y que todavía se niega a creer que esto sea cierto) de que en verdad Draco corresponde sus sentimientos?

No, nada de eso puede decirle. Al menos no sin antes quedar como un completo tonto frente a Draco por tener estas incongruentes vacilaciones con respecto a su relación. Soltando un desganado suspiro y maldiciendo el temor que le provoca no poder terminar de convencerse de que, por primera vez en su vida, el destino sí le está permitiendo ser feliz junto a la persona que más ama, Harry toma la sensata decisión de dejar ir el tema y simplemente finge que nada ha pasado.

─ Olvídalo, Draco. No es nada.

─ No, no voy a olvidarlo. Y no me vengas con ese "no es nada", porque ambos sabemos que no es cierto. Aún sigues molesto. Lo sé, puedo sentirlo. Estás completamente tenso y evades mi mirada.

─ Aparté la vista porque comienza a dolerme el cuello de estar…

─ ¡No me mientas! Ayer no parecía dolerte nada cuando lo hacíamos y girabas para besarme. Y te recuerdo que estábamos en la misma posición que ahora. ─ Replica irritado, queriendo golpear al terco auror pero sintiendo su miembro dar un interesado tirón ante el recuerdo de la noche anterior.

─ Draco… por favor, déjalo, ¿quieres? No quiero que terminemos el año peleando. ─ Suplica Harry, sintiendo una insistente punzada comenzar a formarse en su cabeza.

─ Entonces dime qué es lo que te molesta, porque de una forma u otra no terminaremos bien el año. Aún si no peleamos y fingimos que todo está perfecto, ambos sabemos que no es así. Tú seguirás molesto por vaya a saber qué motivo y yo no pararé de intentar adivinar el porqué de tu enfado.

Harry gira la cabeza para posar la vista en el rostro de Draco y es allí donde descubre que, sin importar cuánto lo intente, éste no dejará ir el tema tan fácilmente. No obstante, lo que termina de hacer que se decida por decirle la verdad es el pequeño rastro de preocupación que Draco no consigue ocultar con la imperturbable máscara que ha alzado. Y esto sólo provoca que sienta sus mejillas arder con vergüenza al preocuparlo de esa manera por tal absurdos temores. Afortunadamente, Harry no necesita decir nada para explicar el origen de su enfado, ya que de inmediato los grises ojos del Slytherin refulgen con conocimiento y algo de diversión.

─ ¡Oh, Merlín bendito! ¿Cómo no me di cuenta de ello antes? Estás celoso de Blaise, ¿cierto?

A pesar de que esto es dicho como una pregunta, el tono con el que salen las palabras de su boca no dejan opción a réplica. Inmediatamente, las traicioneras mejillas de Harry lo delatan al colorearse con un intenso carmín, dejándole en claro a Draco que ha acertado y sí está celoso de Blaise. No tiene una leve idea de cómo es que éste pudo llegar a esa acertada conclusión tan rápido y sin que Harry haya soltado inconscientemente algo que lo delatara. Y tampoco tiene tiempo de rebuscar entre sus pensamientos por una digna respuesta que mantenga intacta al menos una ínfima parte de su destrozado orgullo, ya que Draco amortigua de inmediato una fuerte carcajada contra el cuello del Gryffindor.

Escuchar esa entrecortada y divertida risa hace que el corazón de Harry palpite desenfrenado. A su vez, una cálida y abrumadora opresión se instala en su pecho y comienza a propagarse por todo el resto de su cuerpo. Por más que lo intenta, no consigue evitar que una amplia y boba sonrisa se extienda en su rostro debido a la ternura que le ocasiona oírlo reír de esa forma, en especial cuando él ha sido quien ha provocado esto.

Rápidamente lo asalta una indescriptible mezcla de orgullo y satisfacción, misma que eleva de manera considerable su pisoteada confianza. Porque es él, Harry, no el idiota amigo de Draco, quien ha logrado hacerlo reír abierta y descontroladamente. Y es en ese preciso momento donde se percata de que, siempre y cuando continúe teniendo a este astuto e imposiblemente hermoso rubio cubriendo su cuerpo con el suyo y riendo con pura felicidad contra su cuello, a Harry honestamente no podría importarle menos que siga llamándolo por su apellido.

Unos cuantos segundos más pasan hasta que Draco puede recuperar algo de compostura y es capaz de hilvanar varias palabras seguidas. Por su parte, Harry espera pacientemente que el ataque de risa desista, sin poder ni querer ocultar la amplia sonrisa que se extiende por la comisura de su boca y que consigue hacerle resplandecer el rostro.

─ ¡No puedo creer que tengas celos de Blaise! ¡Por Salazar bendito, a él ni siquiera le gustan los hombres! ─ Suelta con incredulidad a través de pequeñas risitas.

─ ¡Ya lo sé, tonto! No es por eso que estoy enfadado.

Y por la ropa interior a cuadros de la profesora McGonagall que jamás admitirá abiertamente que, en realidad, no es un simple enfado el que siente sino unos injustificados y absurdos celos. Desafortunadamente, Draco es mucho más listo y perspicaz de lo que Harry piensa y no cree ni por un segundo la despreocupada fachada que el auror intenta venderle.

─ ¿No? Si no es eso, entonces lo único por lo que podrías sentirte celoso es porque lo llamo por su nombre y a ti no, lo cual es aún más absurdo. Estoy en lo cierto, ¿verdad?

Inmediatamente, Harry gruñe irritado contra la almohada al oír la fuerte e incontenible carcajada que suelta Draco, mientras sus mejillas vuelven a arder por la vergüenza que está sintiendo. A regañadientes reconoce que, tal vez y sólo tal vez, sí esté exagerando un poco con toda esta situación, aunque eso será algo que jamás le dejará saber a su presuntuoso novio. Porque no quiere siquiera imaginar cuánto lo molestará Draco si admite que está comportándose como toda una reina del drama.

Sin embargo, no tiene tiempo de pensar en lo mucho que Draco utilizará este arranque de celos para avergonzarlo, porque percibe cómo una maquiavélica sonrisa comienza a formarse contra la sensible piel de su cuello.

─ Bien, ya que tanto insistes…

─ ¿De qué…? ¡Oh, Merlín!

Harry no puede terminar de preguntar a qué se refiere, porque rápidamente Draco utiliza la mano que tiene libre para colarla entre el cuerpo debajo de sí y tomar con firmeza la apresada y olvidada erección del Gryffindor para comenzar un cadencioso vaivén, al mismo tiempo que reanuda la serie de besos sobre el cuello de su pareja.

─ Draco…

─ Harry…

La lujuriosa forma con la que Draco arrastra su nombre es más que suficiente para hacer que Harry pierda cualquier rastro de decoro y pudor. Un extasiado gemido escapa de su entreabierta boca, a la vez que empuja el cuerpo hacia atrás en busca de esa deliciosa y placentera fricción que genera el erecto miembro de su novio contra su trasero, dándole a entender con este gesto qué es lo que quiere.

Draco capta de inmediato la indirecta y en un rápido movimiento suelta el miembro de Harry y extiende su cuerpo hacia la mesa de noche de la izquierda, con el único propósito de tratar de alcanzar la varita de espino que descansa sobre ésta. Cuando finalmente la sostiene entre sus largos dedos, lanza un hechizo para preparar a Harry para lo que está por venir. Por su parte, Harry sisea con deleite y se retuerce inquieto ante la fría sensación que lo recorre, a la vez que permanece totalmente expectante por el pacer del que será partícipe una vez que Draco esté debidamente enterrado dentro de su cuerpo.

No obstante, antes de que Draco pueda conjurar un hechizo para lubricarse a sí mismo un insistente golpeteo en la amplia ventana resuena en la habitación. Girando la cabeza hacia el origen del molesto ruido que ha interrumpido los movimientos de su novio, Harry descubre parado sobre el alféizar del ventanal a una atigrada lechuza. Un irritado gruñido escapa de su boca al reconocer de inmediato la identidad del molesto animal, al mismo tiempo que siente deseos de darse cabezazos contra el cabezal de la cama cuando distingue la altiva y molesta mirada que el ave le dirige a través del vidrio.

─ ¿Ese no es…?

Sin embargo, Harry corta cualquier pregunta al quitarle bruscamente la varita de la mano y utilizarla para lanzar un hechizo hacia Draco, terminando con ello la tarea que no ha podido hacer por la interrupción. Con otro simple conjuro, las cortinas de la habitación se cierran en un fluido movimiento, evitando así que el molesto búho consiga ver algo de lo que están por hacer.

─ ¡Harry!

─ Ignóralo, Draco. Estamos haciendo algo mucho más importante y que sin duda no puede esperar. ─ Explica Harry con prisa, girando la cabeza hacia el costado derecho para poder apresar nuevamente los labios de Draco con los suyos.

─ ¡Oh, por Merlín! Podría ser importante, idiota. Es el búho del ministro el que está ahí afuera.

─ Esa molesta alimaña no irá a ningún lado. Pero si no haces algo pronto, cierta parte de mí sí desaparecerá. ─ Replica Harry entre gruñidos, restregándose hacia atrás para tratar de hacer que la fricción entre sus cuerpos aumente y no permita que su excitación decline.

─ Esto es completamente ridículo. Voy a abrirle. ─ Deja salir Draco, soltando a su vez una risita al ver los infructíferos intentos que realiza el terco Gryffindor por retenerlo en la cama.

─ No, espera… ¡Draco!

Pero es demasiado tarde, porque Draco ha utilizado su mayor contextura física para forzar a Harry a soltar la mano que tienen entrelazada, consiguiendo con ello liberarse. Dando un ágil salto hacia el costado, se pone de pie y dirige sus pasos hacia la ventana. Detrás de sí, Harry amortigua otro irritado gruñido contra las almohadas, mientras repasa en su mente la lista de horribles maleficios que desea lanzarle a la por demás inoportuna mascota de Kingsley.

Una desgarradora corriente de frío aire sobre su espalda lo aparta de sus perturbadores pensamientos, forzándolo a incorporarse para recuperar la sábana que ha caído al suelo cuando Draco se apartó de sí. Totalmente enfadado y con una erección decreciendo entre sus piernas de manera alarmante, Harry observa cómo la molesta ave ingresa con un digno revoloteo de alas a la habitación. Otro bufido escapa de sus labios al ver que los ojos naranjas del animal están puestos en su persona y parecen refulgir con exasperación, como si estuviera consciente de que ha sido él quien lo ha hecho esperar tanto en la intemperie.

Draco cierra la ventana y suelta una divertida risita al ver el intercambio de asesinas miradas que están dándose Harry y el búho del ministro. Por su parte, el majestuoso ave se coloca con altivez sobre el ordenado escritorio de Draco y eleva su pata derecha hacia el joven que aún permanece recostado sobre la cama. Todavía refunfuñando, Harry se acerca hasta el molesto animal y le desata la carta con más brusquedad de la necesaria, lo que provoca que el búho suelte un ofendido chillido.

Aunque Harry no siente ni un leve rastro de vergüenza ante su infantil accionar. Por el contrario, sus deseos de asesinar al engreído animal se incrementan cuando éste le lanza una maliciosa mirada y con su pico acaricia suavemente uno de los dedos de su novio. Inmediatamente, Draco comienza a rascarle con delicadeza la emplumada cabeza, lo que provoca que el fastidioso búho trine contento. Y esto sólo acrecienta el enfado de Harry, ya que puede apreciar claramente en los ojos de ese pérfido animal una socarrona mirada. Es casi como si estuviera restregándole en la cara cómo él puede ser capaz de robarle la atención de Draco con algo tan simple como acercarse a éste.

─ ¿Y bien? ¿A qué esperas? ¡Vete! ─ Exclama Harry con fastidio, forzándose a contenerse para no lanzarle un hechizo al malicioso ave que chilla feliz con las caricias que Draco le prodiga. ─ ¡Sácalo, Draco! Ya cumplió con su tarea. Que ahora se encargue su dueño de él.

─ No sé por qué le tienes tanto resentimiento a este pobre animal. Es sumamente amistoso. ─ Deja salir Draco distraído mientras continúa rascando con suavidad su emplumada cabeza, lo cual evita que se percate de la furibunda mirada que Harry está dándole.

─ ¿Amistoso? Esa condenada sabandija es la cosa más perversa e irritante que he visto.

─ No lo escuches, sólo dice eso porque está enfadado de que nos interrumpieras. ─ Le dice en un cómplice susurro al búho, provocando que un suave gorgoreo escape de éste y que suena casi como una risita.

─ Si supieras que no es la primera vez que interrumpe algo importante… no estarías tan feliz con él, Draco. ─ Deja salir Harry entre dientes, a la vez que rasga el sobre para ver qué es eso tan importante que tiene que decir el ministro y no puede esperar a decirle mañana en la oficina.

─ ¿De qué hablas?

Pero no puede explicarle cómo esa inoportuna ave, días atrás, lo sacó de ese agradable y más que excitante sueño en el que Draco estaba a punto de besarlo, ya que el atigrado búho le da un último cariñoso mordiscón al dedo de su novio y comienza a aletear para hacerles saber que desea marcharse. Harry se acerca a la ventana con rapidez y la abre para así deshacerse del molesto animal. Sin embargo, antes de que salga hacia el frío invernal, la malvada lechuza golpea con una de sus alas la parte trasera de la cabeza del auror.

Soltando una maldición contra esa vil bestia y cuestionándose la salud mental de Kingsley al haber comprado un ser tan horrible como éste, cierra de un portazo el ventanal y se acerca al rubio joven que está desternillándose de la risa junto al escritorio. Harry suspira con impotencia y decide que lo mejor es ignorar las divertidas carcajadas que Draco está dando. En un rápido movimiento saca la carta del sobre y comienza a leer la tan dichosa carta que los ha interrumpido.

Harry:

A pesar de que mañana podría haberte dicho esto, creí que querrías saberlo cuanto antes. Como me lo pediste, hemos revisado con varias personas de mi confianza la sentencia de cada integrante de la familia Malfoy y hemos encontrado un pequeño e imperceptible hueco legal en una de ellas. Los miembros del Wizengamot condenaron a Lucius Malfoy a entregar todos sus bienes, propiedades y cuentas bancarias al ministerio, pero en ningún momento se especifica nada sobre aquellos que están bajo el nombre de Draco y Narcissa Malfoy. Y como estos últimos fueron exonerados de sus cargos, no veo motivo alguno por el cual Draco no pueda disponer de ellos.

No tienes idea del revuelo que esto ha causado y de lo enfadados que están algunos resentidos integrantes de nuestro querido tribunal, aunque esto sólo nos facilita para poder desplazar de su cargo a las personas que no están cumpliendo con su trabajo de manera objetiva. ¿Quién diría que encarcelar a Nott y Robards sería el detonante para que finalmente podamos purgar al ministerio de gran parte de la corrupción que aún tenemos dentro?

Por lo pronto, ya hemos iniciado las acciones correspondientes dentro del ministerio, como así también en Gringotts, para devolverle a Draco todo aquello que esté bajo su nombre y el de Narcissa Malfoy. Así que puedes darle tranquilamente esta noche las buenas noticias a tu amado príncipe. Y te aseguro que serás increíblemente recompensado después de que éste las oiga. No te preocupes, Harry, porque me encargaré de volver a excusarte con en el Departamento de Aurores. Pondría las manos en el fuego porque Draco va a retenerte en su cama por lo que resta de la semana para "agradecerte" debidamente todas las molestias que te has tomado.

No tengo que desearles un feliz comienzo de año, porque estoy seguro que ambos lo tendrán.

Kingsley Shacklebolt.

Una amplia sonrisa se extiende por el rostro de Harry cuando termina de leer la carta, aunque ésta es opacada con creces por el intenso sonrojo que se apodera de sí. ¿Por qué demonios Kingsley disfruta tanto de avergonzarlo con esas claras alusiones hacia su vida sexual con Draco? Sin embargo, no tiene tiempo de intentar desaparecer su nerviosismo, o al menos ocultar la carta, ya que Draco logra quitársela en un abrir y cerrar de ojos, desplegando con ello todos sus afilados reflejos de buscador.

─ ¡Draco!

Mas éste lo ignora y lee apresurado aquello que ha causado que Harry se sonroje fuertemente. No tiene idea de cuántas veces relee las mismas palabras en un intento por convencerse de que lo que están viendo sus ojos es cierto y no una simple alucinación. Por otro lado, un cálido sentimiento se expande por el pecho de Harry al apreciar las distintas emociones que traspasan las bellas facciones de Draco.

─ ¿Es… es cierto? ─ Pregunta Draco en un temeroso murmullo, creyendo que este increíble sueño se desvanecerá si dice las palabras en un tono demasiado alto.

─ El mismo ministro fue quien la envió, ¿o no? ─ Responde Harry con suavidad, acercándose a la alta figura frente a sí. ─ Te prometí que le es haría pagar a todos y cada uno de los que te dañaron. ¿Creíste que me olvidaría de los que te quitaron todo de manera injusta en vísperas de Navidad? Por supuesto que no.

Harry eleva la vista hasta posarla en los ojos de Draco que tienen impregnados un brillante resplandor, mientras siente la comisura de sus labios elevarse al percatarse de la infinidad de emociones que se vislumbran en ellos. Ver la alta figura del Slytherin luchar consigo mismo para contener el temblor que asalta sus manos y que provoca que la carta que aún aferra en ellas se mueva incesante, es más que suficiente para que se incremente ese agradable calor que se encuentra instalado en su pecho.

Es en ese preciso momento, donde Harry entiende que ha valido la pena cada una de las horas que ha pasado enfrascado en su trabajo para dar con los responsables de lastimar a su novio. Porque sólo necesita ver la intensa mirada que está dándole, para saber que volvería a hacer todo esto una y mil veces más de ser necesario. Y esta férrea determinación es provocada única y exclusivamente por esos abrumadores anhelos que nacen desde lo más profundo de su alma, mismos que sólo desean que Draco continúe mirándolo de esa forma, como si fuera el ser más maravilloso sobre la faz del planeta… como si no hubiera nadie que logre hacerlo sentir así… como si Harry fuera su todo.

No tiene muy en claro en qué momento Draco deja caer al suelo la carta de Kingsley y da los pasos que los separan de sí, para demostrarle mediante un apasionado beso todo lo que no consigue decirle con palabras. Aunque, honestamente, no podría importarle menos. Automáticamente, Harry corresponde al dominante ataque de su pareja y envuelve sus manos en el cuello de éste. Un gemido queda ahogado entre sus unidas bocas y ninguno de los dos puede descifrar quién es el que lo produjo. Rápidamente, las manos de Draco comienzan a vagar por la espalda de Harry en un descendente camino hasta detenerse en el firme trasero de éste.

Haciendo alarde de su mayor fuerza, abraza con fuerza la esbelta figura de Harry hasta elevarlo varios centímetros del suelo. Por su parte, Harry capta de inmediato la indirecta y se impulsa lo suficiente para enroscar sus piernas en las caderas de Draco, permitiéndole así que lo mantenga entre sus brazos. Increíblemente, en ningún momento ambos dejan de besarse. Por el contrario, la apasionada danza que realizan sus lenguas incrementa su ritmo.

Harry se encuentra tan hipnotizado por todas las placenteras sensaciones que lo recorren al percibir la dura erección de su novio restregarse contra la suya, que no se percata de que Draco ha comenzado llevarlos sin problemas hasta la cama. Sólo consigue salir de esa excitante y placentera bruma cuando su espalda golpea con fuerza contra el colchón al haber sido arrojado contra éste.

─ No es justo. ─ Murmura Harry enfurruñado, pero comenzando a resentir la ausencia del contacto de Draco contra sí.

─ ¿Qué no es justo? ─ Pregunta distraído, mientras se sube a la cama hasta cubrir con su cuerpo el de Harry. A su vez, Draco comienza a desperdigar una serie de leves mordiscos y succiones a lo largo de toda la extensión de desnuda piel que se presenta frente a sí.

─ Que seas tan fuerte, a tal punto de poder alzarme como si fuera más liviano que una pluma. No puedo creer que levantar cajas de juguetes sea una mejor forma para ganar musculatura que el entrenamiento de aurores. ─ Replica con una risita, acercando el rostro de Draco hacia el suyo para volver a unir sus labios. A pesar de que Draco responde al beso, Harry nota de inmediato que éste no parece estar enfocado en ello. ─ ¿Qué ocurre?

Durante unos segundos Draco no dice nada y simplemente muerde su labio inferior, como si estuviera sopesando el decir lo que pasa por su mente. Afortunadamente, antes de que Harry siquiera tenga tiempo de comenzar a preocuparse, comienza a explicar en qué estaba pensando.

─ No es por levantar pesadas cajas que tengo más fuerza. ─ Responde en un sombrío tono, lo cual inquieta considerablemente a Harry.

─ Entonces… ¿Por qué es? ─ Pregunta Harry, apartando con suavidad un rebelde mechón de los ojos de Draco. Antes de responder, Draco gira el rostro y deja un pequeño beso en la mano que aún juguetea con su rubio cabello.

─ Es gracias a Nott. ─ Al instante, la esmeralda mirada refulge con odio al oír el nombre del Mortífago que tanto daño le ha causado a Draco. No queriendo que Harry comience otra de sus diatribas en las que se lamenta no haberlo matado cuando tuvo la oportunidad, Draco continúa con su explicación. ─ El incidente en el bar fue lo que me hizo decidirme. Esa noche, a pesar de que me encontraba totalmente embriagado, Nott pudo reducirme sin problema alguno con su cuerpo. Theo podrá ser inteligente y astuto, pero fuerte sin duda es algo que no es. Y el que hubiera podido apresarme tan fácilmente con su escuálido cuerpo fue algo que me aterró. Claro que, de haber tenido una varita conmigo, él jamás me habría derrotado. Incluso ebrio podría haberlo vencido.

Cuando Draco suelta estas palabras, Harry siente un nudo en su garganta apretar con fuerza, mientras que unos irrefrenables deseos por disculparse con su pareja lo asaltan; porque está consciente de que, de haberle devuelto la varita el mismo día que la guerra terminó, nada de esto habría pasado. Sin embargo, Draco descubre con facilidad los pensamientos que cruzan la mortificada mente del Gryffindor y se encarga de inmediato de apartarlo de ellos con otro intenso beso.

─ Ni siquiera intentes culparte por ello. ¿Me oíste?

─ Pero…

─ Pero nada, Harry. Eso fue única y exclusivamente culpa de Nott. ─ El oírlo llamarlo nuevamente por su nombre es más que suficiente para que Harry le regale una amplia sonrisa. Draco simplemente niega con la cabeza y termina su explicación. ─ Así que, ya que no podía defenderme con una varita, al menos iba a asegurarme de que Theo no volviera vencerme físicamente. Comencé a entrenarme a mí mismo con todo lo que encontré en mi apartamento y que podría servirme para incrementar mi fuerza. Aunque debo reconocer que levantar esas pesadas cajas en la juguetería también contribuyó bastante.

Harry queda boquiabierto al descubrir el motivo por el que es tan musculoso. A pesar de que debería sentirse totalmente enfadado porque Draco haya tenido que llegar a este extremo para sentir un mínimo resquicio de seguridad, no puede evitar que la parte más egoísta de sí le agradezca a regañadientes a Nott por ello. Porque gracias a esto, puede pasar horas enteras admirando y deleitándose con la fuerte contextura física de su novio. Y por qué no también, disfrutar de la forma en que es capaz de sostener sin problemas todo el peso de del cuerpo de Harry cuando hacen el amor contra la pared.

─ ¿En qué piensas? ─ Pregunta Draco con un susurro sobre los labios del Gryffindor.

─ En que creo que podría ayudarte a entrenar.

─ ¿Sí? ¿Cómo? ─ Cuestiona distraído, reanudando el camino de besos por todo el cuello de Harry.

─ Estoy seguro de que podrías entrenar tu resistencia y velocidad conmigo. ─ Gime entrecortadamente Harry, sintiendo elevarse aún más su excitación con el caliente roce de los labios de Draco contra su piel.

─ Mmm… ¿Y cómo sería eso exactamente?

─ Métete dentro mío y te lo mostraré.

Esa seductora petición es lo único que Draco necesita para volver a apoderarse con fiereza de la boca de Harry en un ardiente beso, a la vez que su mano derecha viaja desesperada hacia la zona sur del cuerpo del auror para comenzar a prepararlo. Ambos no pueden recordar el día ni la hora en el que están, demasiado perdidos en toda esa vorágine de placer en la que se demuestran sin palabras lo que sienten el uno por el otro. Probablemente vuelvan a llegar tarde a cenar con Andrómeda. Y sí, tal vez deban ser víctimas de los astutos y vergonzosos comentarios de esa mujer por el resto de sus días. Sin embargo, a Harry no podría importarle menos. No cuando después de tantos giros que ha dado el destino, finalmente tiene a Draco junto a él y expresándole en esa erótica y lujuriosa danza el sentimiento más hermoso que alguien pueda sentir por el otro. Amor.

Y en ese instante, Harry entiende que el único que deseo que tendrá para el resto de su vida es precisamente ese… que Draco continúe amándolo como lo hace.


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Notas finales: y con esto hemos llegado al final de esta historia. Tengo un nudo en la garganta y estoy al borde de las lágrimas. Han sido tres meses de arduo trabajo sentada frente a la computadora, dándole cada uno de los retoques y tratando de no dejar ningún cabo suelto para que el fic salga lo mejor posible. Le he tomado mucho cariño a esta historia y es muy doloroso concluirla, pero a la vez sumamente gratificante porque he quedado completamente conforme con ella. Espero que a todos ustedes también les haya gustado y lo disfrutaran tanto como yo lo hice escribiéndola.
Quiero agradecerles a todos los que han comentado, añadido a favoritos y alertas o simplemente leído. Siempre es un honor saber que hay alguien detrás de otra computadora o celular que está tomándose el tiempo de leer lo que escribo.

En fin, no los aburro más. Besito enorme y ya nos leeremos en otra historia.