ESTO NACE EL MI OTRO FIC "TEORÍA DE INGRAVIDEZ", PERO COMO FUE UNA HISTORIA QUE FUE TOMANDO FORMA EN MÁS DE UN EPISODIO DECIDÍ DARLE SU PROPIO LUGAR DENTRO DEL FANDOM. ESTO ES UN AU, BASTANTE PARECIDO AL DEL MYSTERY TRIO, CLARO CON LA ADICIÓN DEL PERSONAJE DE CARLA. COMO CLASIFICACIÓN M ENCONTRARAS REFERENCIAS SEXUALES, VIOLENCIA Y LENGUAJE VULGAR. ES MI EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS QUE YA TODOS CONOCEMOS DESDE UNA PERSPECTIVA BASTANTE SINGULAR, EN ESTE PRIMER EPISODIO SE RESPETA LA NARRACIÓN EN PRIMERA PERSONA, A PARTIR DEL SEGUNDO SE CAMBIA A TERCERA YA QUE DE ESA MANERA SE PUEDE NARRAR MEJOR, BUENO SIN MÁS PREÁMBULOS TE INVITO A LEER.
TODOS LOS DERECHOS DE LOS PERSONAJES LE PERTENECEN A SU CREADOR EL GUAPÍSIMO Y SENSUAL ALEX HIRSCH, Y ÉL, AUNQUE NO LO QUIERA POR AHORA LE PERTENECE A DISNEY.
LAZOS
(Primera parte)
Tenía un par de horas desde que había decidido irme a dormir, estuve trabajando con ellos toda la tarde, pero cuando algo entra en sus cabezas es difícil de que los puedan parar. Los escuche trabajar mientras leía un poco hasta que me venció el sueño, siempre me gustó pensar en esos dos y en su forma tan singular de vivir su hermandad, uno al lado del otro, apoyándose, cuidándose y sobre todo queriéndose, yo quería demasiado a ese par. No supe que tan de madrugada era sólo que sentí como sus brazos me envolvían, como sus manos poco a poco se adentraban dentro de mi ropa, me gusta su iniciativa, me gustaba su olor después de un largo día de trabajo, todo de él me fascinaba. Esos encuentros eran frecuentes entre nosotros, en eso que no tenía muchas etiquetas, pero era algo parecido una relación, no fue necesario que dijera algo él o yo, nos dejamos llevar por nuestras ansias, por nuestros sentimientos, por el deseo, por esas maravillosas cosas que compartimos. Sus manos me habían quitado la poca ropa que llevaba puesta, ahora recorría todo mi cuerpo, el tacto de su piel aun sudorosa hace que me estremezca, es un poco tosco, pero me agradan sus hazañas, explora sin inhibición los rincones más íntimos, mi excitación se eleva y únicamente quiero que no se detenga. Esos besos intoxicantes que me desarman y me roban el aliento, existe un poco de tabaco y whiskey en su boca esta noche. Nuestra respiración se vuelva agitada y los gemidos más intensos, necesito desesperadamente que me haga suya, pero él se dedica a jugar conmigo, a llevarme hasta el límite, incluso a la súplica. La excitación se roza, se siente, se intensifica, se desborda, hay que continuar. Finjo que me toma por sorpresa su movimiento, pero en la primera embestida mis espasmos me delatan, escucho un leve y lujuriosa risa entre la oscuridad de la habitación y lo hace con mayor intensidad. Me pierdo en ese vaivén, en ese océano de sensaciones, sujeta mis caderas y lo hace más fuerte llegando a lo más profundo de mi ser, mi mente cada vez es más difusa, se divierte con mis pechos, los mordisquea con deleite, yo clavo mis uñas en su espalda y después atrapo su cintura con mis piernas, quiero sentirlo con mayor ímpetu. Ahora me posee desde atrás, puedo sentir unas cuantas gotas de sudor caer en mi espalda parece que ardieran, que quemaran, traspasan mi piel y dejan su marca en mi alma. No soy capaz de resistirlo más, mi cuerpo vibra y se tensa al mismo tiempo, me dejo llevar y pronuncio su nombre, él también llega lo siento inundar mi interior.
Seguimos envueltos en las penumbras de la alcoba, nos abrazamos y continuamos besándonos jamás podría hartarme de esos labios, note que él estaba inusualmente callado siempre después de hacer el amor me dice palabras dulces al oído. Sujeté su mano y la llevé a mi pecho quería que sintiera la emoción que el saber que él era mío me provocaba, pero esa mano me confundió, inicio una tormenta dentro de mi cabeza, lo repetí varias veces en una fracción de segundo, lo hice una vez más debía de estar equivocada, pero ahí estaba no existía el error, volvía contar una y otra vez. Uno, dos, tres, cuatro, cinco…seis.
- ¿Ford? –pregunté mientras me alejaba de él.
-Él nos está mirando –susurró suavemente.
Volteé a la puerta, mis ojos acostumbrados a la oscuridad tardaron en enfocar esa ligera luz que se escaba del pasillo y pude distinguir su figura. No sabía que pensar, qué era todo lo que ocurría, ¿qué diablos era lo que Stan estaba pensando en ese momento?
Nos conocimos cuando teníamos dieciséis años en Glass Shard Beach en New Jersey, desde el instante en que me salvo de ese malviviente no pude dejar de pensar en Stanley, en aquel entonces era bastante diferente al de hoy en día, lo único que se mantiene es esa inquebrantable relación son su hermano. No hablaba mucho con él, me conformaba con verle a lo lejos, riendo, bobeando y siendo feliz en compañía de Ford, en el último año Stan cambio su apariencia ahora había algo que me gustaba mucho más de él. Realmente pasaba bastante tiempo de mi día pensando en ese par, eran tan únicos, tan unidos, tan cercanos el uno del otro, no lo negare en el fondo siempre tuve envidia de esa relación.
Por azares del destino o por causa del mismo en el último año tuve la oportunidad de acércame a ellos, era clase de Química y los equipos debían de ser de tres integrantes, como ellos no eran muy populares con los demás nadie quería trabajar con los gemelos Pines. El profesor amenazó con ser él quien elegiría al tercer integrante, fue entonces que, contra todo pensamiento, contra el colectivo del salón y la presión social levante la mano. Todos voltearon, si en efecto la que se ofreció a trabajar con ellos era yo, la siempre alegre, siempre ingenua, siempre hermosa, siempre en pose y siempre popular Carla McCorkle.
Al final muchos de nuestros compañeros no me preguntaron sobre mi decisión, tal vez pensaron que lo hice por lástima porque yo era un estereotipo de la perfección, de una disimula, recalcitrante y bien practicada perfección. Pero en esas miradas de reojo, en eso que ellos tenían encontraba algo nuevo, algo desconocido, sobre todo en él, ese bobo sujeto que parecía todo el tiempo existir en su propio universo, regirse por sus propias reglas, simplemente dedicarse a ser él, se transformó en un misterio que yo quería conocer. Me acerque a su mesa, no había ni pronunciado una palabra cuando Stan dijo:
-Si vienes por una A fácil te has equivocado –mirándome de arriba a abajo.
-Lo mismo podría decir yo, ya que al parecer sólo tu hermano ha tomado notas sobre el experimento que debemos hacer –dije mientras sacaba mi cuaderno.
-Touché Carla –decía Ford sonriéndole a su hermano.
Con el tiempo nos volvimos amigos, me gustaba pensar en ellos como dos partes de una sola alma, Ford estudioso, tímido, a veces presumido y en exceso meditabundo podía existir gracias al siempre loco, extrovertido, tonto y gracioso de Stan, y al mismo tiempo este necesitaba de igual manera a su hermano. Ahora era común vernos a los tres caminar juntos por los pasillos de la preparatoria mientras nos dirigíamos a las clases que compartíamos, incluso comencé a almorzar con ellos. Poco a poco dejo de importarme lo que los demás pensaran, aunque usaba la excusa de mejorar mis notas con la ayuda de Ford, sí, todavía existía la adolescente cobarde que dependía de las apariencias. Nos gustaba ir a la playa, nos divertíamos en las frías aguas del Atlántico, me encargaba de recolectar conchas mientras que Ford hacía anotaciones sobre la vida marina nativa y Stan buscaba "tesoros perdidos" con la ayuda de un improvisado detector de metales. Lo miraba sentaba en la arena mientras el día menguaba, su cuerpo, sus expresiones, su risa contagiosa, bañado en la incandescencia del atardecer.
- ¿Te gusta verdad? –preguntó Ford sentándose a mi lado.
- ¿Acaso soy tan obvia sobre Stan? –respondí un tanto apenada.
-Me refería al atardecer, pero también imaginaba eso –me ruborice totalmente.
- ¿Crees que lo note? –le pregunte.
-Mmmm, no lo sé es bastante idiota –contesto riendo.
-Jajaja, lo sé –también reía.
-Tal vez debas decírselo tú –decía sonriéndome.
-Creo que tienes razón- le respondí a Ford. - ¡Hey Stan! –grite desde la playa, él volteo y se quitó los audífonos del detector de metales.
- ¿Qué pasa "hotpants"? –dijo gritando.
- ¡Me gustas! ¡Y me gustas mucho! –le grite.
Puso una cara de desconcierto, levanto la ceja y frunció los labios. - ¿Qué dijiste Carla? –preguntó desde la orilla del mar que mojaba sus pies.
- ¡Que me gustas! –grite una vez más.
Ford reía ante la reacción o más bien la falta de reacción de su hermano, Stan camino lentamente hacia nosotros, dejo caer el increíblemente inútil artefacto que cargaba, se paró frente a mí y dijo.
- ¿Te gusto? –preguntaba ingenuo.
-Sí, y me gustas mucho Stan – le conteste.
- ¿En serio? –preguntó de nuevo.
-Sí, de hecho, me gustas desde hace bastante tiempo –le respondí sonrojándome levemente ante tal confesión.
-Ahhh, ¿por qué no me dijiste antes? –de nuevo preguntaba.
-No creo que eso realmente importé ahora pero tal vez por cobardía –le dije.
-Ahhh… -mantenía su cara de ingenuidad.
-Lo importante es lo que tú piensas al respecto –le dije impaciente por su respuesta.
-Mmmm, no lo sé –decía rascándose la cabeza.
-Jajaja, ¡¿qué no lo sabes Stanley?! Tienes medio año atormentándome con tus cursis frases de amor y las cartas que le escribes a Carla, pero no te atreves a entregarle –le grito Stanford.
Stan súbitamente le tapó la boca a su hermano, - ¡Cállate nerd! –le grito.
-Ahhh, ¿entonces yo te gusto? –le pregunte, aunque era obvia la respuesta, su cara se enrojeció y brilló con más intensidad gracias al último rayo de sol que se extinguía en ese preciso instante. Soltó a Ford que por un momento pareció que moriría asfixiado, se quedó quieto y comenzó a tartamudear, intento articular algo, pero lo que decía era más bien inteligible.
-Bueno, ehhh, tú, emmm, no, claro y pues –balbuceaba.
¿Qué significa eso Stanley? –le preguntó Ford, que parecía emocionado ante la visión de tan singular situación.
- ¡Cállate cerebrito!, déjame pensar –dijo refunfuñando.
-Sigo esperando tu respuesta Stan –le dije.
Esté tomó aire muy profundamente, infló un poco las mejillas, hizo cierta cara de angustia y por fin dijo.
-Me gustas… -ahí estaban las palabras que por casi un año había esperado. - ¿Quieres ser mi novia?
-Mmm, no lo sé. Eres medio raro y misterioso, ¿qué me asegura que no terminare enterrada en tu sótano? - dije en tono de burla.
-En primera el nerd y yo somos raros desde que nacimos además muy probablemente lo seamos hasta que muramos, y en segundo no tengo sótano –me respondió también burlándose de mí.
-Perfecto, entonces si Stan me encantaría ser tu novia –respondí.
Me tendió la mano para incorporarme de la arena donde había permanecido sentada, tomé su mano y quedé frente a él, sonríe y cerré los ojos. Fue un beso torpe, mi corazón dio un pequeño vuelco al saber que fui la primera, mi cara se ruborizo y me dedique a sentir sus labios.
- ¡Aghhh!, ¡qué asco!, ¿por qué veo esto? –dijo Ford.
Nos separamos y pudimos evitar reír, ya había anochecido caminados tomados de la mano por el muelle, Stan paso su brazo sobre los hombros de Ford andar así por la vida se volvió algo natural entre nosotros. El tiempo siguió transcurriendo, llegaba casi el final del año, fuimos al baile de fin de curso y digamos que a Ford no le fue muy bien con su cita termino bañado en ponche, Stan y yo mirábamos a lo lejos, esté fue inmediatamente a su lado y se vació un vaso encima, nunca dejaba de sorprenderme el cariño por su hermano, ellos dos estaban mojados porque no yo también, me serví ponche e hice lo mismo ambos rieron ante tal acción. Pasamos el resto de la velada bailando entre los tres sin que otra cosa importara, riéndonos, tonteando, diciendo un sinfín de cosas sin sentido, simplemente siendo felices.
Días después estábamos en el mirador, como hacia bastante frio y ya era tarde no había nadie además de nosotros dos. A decir verdad, no salíamos mucho solos, casi siempre éramos los tres, cosa que no me molestaba sobre todo porque Ford siempre nos dio nuestro espacio, además habíamos tenido tiempo para besarnos e incluso perdernos en unas cuantas caricias subidas de todo. En esta ocasión algo era distinto faltaba únicamente una semana para que Ford se fuera al West Coast Tech, sabía que él estaba más triste de lo que aparentaba, pero no se lo diría, estábamos recargados en el cofre de su auto viendo el horizonte.
- ¿Sabes que él estará bien? –dije intentándolo tranquilizar.
-Si lo sé, pero no puedo quitarme este sentimiento de vacío en mi corazón –dijo mirándome.
-Claro, es un nuevo inicio para los dos, pero se podrán seguir viendo. Ford siempre te querrá eres su hermano cabeza hueca –decía sonriéndole.
-Es verdad, además te tengo a ti –me ruboricé cuando me dijo esto.
Pasó sus manos por mi cintura y comenzó a besarme, me fascinaban sus besos que con la práctica sin duda habían mejorado. Ese contacto se hizo cada vez más profundo, nuestras lenguas se buscaban, se necesitaban, se deseaban, sus manos lentamente bajaron hasta mis nalgas, sentí como las apretaba sobre mis pantalones, yo me dedicaba jugar con su cabello sin parar de besarlo.
-Carla te amo –dijo mientras tomábamos un respiro. No era la primera vez que me lo decía sin embargo en esta ocasión parecía que sus palabras estaban llenas de significado, de lo eso que ambos sentíamos.
-También te amo Stan –le dije para besarlo una vez más.
Seguimos con los besos y caricias, sentía como la necesidad de tener mucho más de él me invadía, no era que no la hubiera sentido antes, sino que ahora no estaba segura de poderme detener. Tome su mano y lo invite al asiento trasero del STNLYMBL, no cabe duda que tener prejuicios y cosas por el estilo siempre es una perdida inútil de tiempo, así como de energías, siempre creí que se debía ser bastante puta para hacerlo en el asiento trasero de un auto y sin embargo estaba en esa posición, sin pensarlo demasiado y si deseándolo en exceso.
Seguía haciendo frio en el exterior, pero nuestros cuerpos nos proveían del calor necesario para no sentirlo, estábamos juntos abrazados, sentía a Stan en medio de mis piernas, sus manos un poco temblorosas subían por debajo de mi suéter, con ambas manos los tocaba, los apretaba, me estremecí cuando por encima de mi sostén acariciaba mis pezones. Levanto mi suéter junto con mi bra, ahí estaba mi pecho juvenil erguido ansiando ser tocado por Stan, mi pudor no me lo permitió cruce mis brazos sobre mi rostro mientras él acariciaba mi piel desnuda, sus dedos eran grandes y un poco fríos, después sentí su lengua apoderarse de uno de ellos, mi piel se erizo, esa sensación era demasiado buena, daba pequeños mordiscos y lengüetazos turnándose para no dejar a alguno sin atención. Me di cuenta de que ahora nuestras intimidades se rozaban, podía darme cuenta de la excitación creciente, eso me hizo soltar un leve gemido, tapé mi boca son mis manos, pero al hacer esto me encontré con su cara sonrojada y con sus ojos fijos en mí.
-Me fascinas Carla –dijo para después besarme. Las caricias continuaban al igual que los besos, su mano se deslizo hasta la orilla de mi pantalón, lo desabrocho, llego ese lugar húmedo y cálido, sentí vergüenza porque se daría cuenta de mi nivel de excitación, exploraba su superficie, su naturaleza, no hice otra cosa más que temblar y abrazarlo cuando sus dedos entraron. Hice algo que nunca creí que haría no al menos por iniciativa propia, mi mano ahora acariciaba la entre pierna de Stan, yo también quería darme cuenta de su excitación. Esté dejo escapar un gruñido, ahora era más rudo con lo que hacía, mordía mi dedo o terminaría gritando, zafó mis tenis y quitó mi pantalón, mi pecho subía y bajaba por mi reparación agitada, sentí sus manos a las orillas de mis bragas, lentamente las fue bajando, cubría mi rostro, él vería mi intimidad expuesta, eso me excitaba más que molestarme, pero era mi primera vez todavía existían muchas dudas e inexperiencia al respecto. Escuche el ruido del cierre de su pantalón, abrió un poco más mis piernas, yo ansiaba conocer esa sensación de la que tantos hablaban y si embargo él pregunto.
- ¿Estas segura de esto?
No respondí, lo atraje hacia mí y lo bese al parecer eso contaba con como un sí, digamos que tuvimos unos intento fallidos pero después de eso sentía como entraba en mí, al principio a pesar de mi excitación dolió y bastante, me abrace fuertemente a su espalda mientras comenzaba a moverse, el dolor fue desapareciendo lentamente, limpio mis lágrimas con sus labios y me beso, también acariciaba mi cuerpo, el malestar se había ido ahora sólo reinaba el deseo, me dijo que si podía ir más rápido una vez más no conteste únicamente enrollé mis piernas en su cadera. Me sentía sobrepasada en esa situación, a la época, a los prejuicios, a la moralidad de la sociedad que siempre me dijo que las señoritas llegaban vírgenes al matrimonio, nada de sexo premarital, a la mierda todo eso, estaba disfrutando ser amada por Stan y sobre todo amarlo, en ese momento comprendí que el hacer el amor con él únicamente era la manifestación física de mis sentimientos y que si quererlo tanto estaba mal ¡al carajo todo el mundo!
Besaba mi cuello, acariciaba mis pechos y después mis nalgas, no paraba de besarme, ahora sí que lo hacía fuerte, mi mente cada vez más blanquecina incluso le había pedido un poco más, mi espalda se arqueo involuntariamente, esa sensación un poco violenta sobre todo al ser nueva me toma por sorpresa y me hizo decir su nombre, una cálida ráfaga inundaba mi interior y ahora él descansaba sobre mi pecho, ese fue el instante en el que me di cuenta que yo quería pasar el resto de mi vida con Stan.
Nos abrazábamos él cubrió mi cuerpo con su abrigo, nos besábamos otro poco, incluso dormitamos unos minutos, era tan maravilloso estar en sus brazos.
- ¡Ya se! –grito lleno de entusiasmo. - ¡Vámonos de la ciudad!
- ¿A qué te refieres Stan? –pregunte mientras me apretaba a su pecho.
-El nerd siempre ha tenido la intención de vender alguno de sus inventos y yo puedo hacerlo, también cerca en la misma ciudad está la mejor universidad medica podrías estudiar ahí enfermería y no aquí en Jersey como pensabas. ¡Es iniciar una nueva aventura juntos! –dijo riendo.
Lo pensé por un momento, era dejar a mi familia, a mí ciudad natal, a mis amigos, arriesgar todo por Stanley, ¿acaso valdría la pena? Por supuesto que lo valía, él era el amor de mi vida.
- ¡Sí! ¡Vayámonos de este tonto pueblo! –dije emocionada.
Me abrazo y beso, fue como nuestra primera vez también se convirtió en la segunda. No fue fácil decirles a mis padres mi cambio de planes, además no les agradaba del todo mi noviazgo con Stan, pero al final saber que había sido aceptada en una de las mejores universidades medicas los convenció, en dos meses los tres con encontrábamos viviendo en una nueva ciudad. Rentamos una casa, eso haría más fácil la estadía de todos, claro que no le dije a mi familia que me mudaría con los Stan's, vivíamos felices, aunque extenuados por la universidad, él siempre nos tenía una deliciosa cena cuando llegábamos y todos los fines de semana nos escapamos para conocer nuevos lugares además que el compartir la cama y la noche con Stan resultaba más que estimulante.
Sus argucias con las ventas trajeron ganancias significativas como perdidas, pero era algo que Ford y yo podíamos tolerar, teníamos casi dos años viviendo juntos éramos una singular familia, a veces Stan se asuntaba por sus "negocios" únicamente le decía a su hermano que era lo que necesitaba esté se lo daba y se volvía a marchar, en otras era Ford que podía pasar semanas encerrado en el laboratorio de la universidad y yo no los podía ver ya que mis rondas en la clínica a veces eran nocturnas. Regresaba de una de esas semanas en el turno nocturno, eran casi las cinco de la mañana aún no amanecía, entré a nuestra habitación y no estaba, fui a la habitación de Ford y ahí estaban durmiendo juntos, tan plácidamente, tan despreocupados que lo único que hice fue sonreír. Recogí los libros de Ford y los guantes de box de Stan que estaban sobre la cama, me desvestí, me puse una playera que encontré por ahí no me importo de quien era, fui por una manta para taparnos, sin darme cuenta me acurruque en medio de los dos y me quede dormida.
Se acercaban las vacaciones de verano cuando Stan tuvo que salir de viaje una semana a Sudamérica, al parecer tenía "clientes" potenciales para algunos de los prototipos de Ford, desde esa semana descansaría ya que había cubierto mis horas necesarias de práctica dentro del hospital. Me levanté temprano, tomé una larga ducha, al salir de la habitación un agradable olor llego a mi nariz, al entrar a la cocina vi a Ford haciendo unos hot cakes.
-Buenos días –decía mientras me servía un poco de café.
-Buenos días, hice el desayuno no creo que este tan bueno como lo que cocina Stan, pero no creo que muramos envenenados –dijo riendo.
-No te preocupes, sería ilegal que además de inteligente y guapo fueras también un gran cocinero –le respondí sirviendo una taza de café para él.
-Sólo lo dices porque comparto cara con Stan – sirvió un par de panqueques para cada uno.
-No, claro que no. Tendría que estar ciega para no notarlo –le puse jarabe a mi desayuno.
-Está bien Carla te creo –también le puso jarabe a su comida.
Él también descansaría unos días ya que por cierto incidente en la universidad tenían que descontaminar el laboratorio, nuestra amistad se había mantenido con los años y fortalecido a través del amor que ambos le teníamos a Stan. Recordamos las cosas que teníamos en común como nuestro gusto por las novelas de misterio, el ir al teatro, ver documentales científicos, yo también tenía algo de nerd. Como esa semana estaríamos los dos solos decidimos pasear por la cuidad, hacía bastante tiempo que no teníamos un tiempo libre si bien era una pena que Stan no estuviera nos divertiríamos juntos. Fuimos a un parque de atracciones, al teatro a ver "La vida es un sueño", tuvimos un maratón de películas de terror íbamos por la cuarta cuando sentí que se recargaba en mi hombro, volteé y dormía como esa no era una postura muy cómoda deje que recargara su cabeza en mis piernas en lo que terminada la película. A la mañana siguiente los dos dormíamos en el sofá, ese día regresaría Stan por lo que fuimos al centro comercial para preparar algo especial para la cena, esperaba a Ford fuera de una pequeña pastelería donde compraba el postre, un sujeto se me acerco y se comenzó a portarse impertinente.
- ¿Lindura que haces aquí sola? –decía acercándoseme.
-No estoy sola estoy esperando a mi novio –dije con la esperanza de que se esfumara.
-Eso dicen todas, ¿acaso no te agrado? –al decir esto se acercó más a mí. Estaba por tomar una posición de defensa de las que me había enseñado Stan cuando alguien se interpuso.
- ¿Qué no la escuchaste? –dijo Ford que sostenía una pequeña cajita. No supe porque lo hice, pero instintivamente me aferre a su mano, también me percaté de que con ellos siempre me sentía segura no importaba quien fuera, tal vez era por nuestra diferencia de tamaño, sí que eran altos en comparación conmigo.
-Lo siento yo únicamente le preguntaba la hora a la señorita –dijo el sujeto y después se alejó. Pocas veces había visto esa mirada en alguno de ellos, por algún motivo podían llegar a ser bastante intimidantes.
Caminamos sin ningún otro contratiempo, me reí del tipo y su patética excusa, ambos acordamos de que tuvo suerte de que fuera él y no Stan ya que no hubiera tenido tan buena suerte como salir ileso. Al llegar a casa y buscar la llave dentro de mi bolso, y no poder encontrarlas deje escapar unas cuantas palabras de frustración.
-Sería más fácil si me sueltas la mano –dijo Ford.
No me había percatado de que todo el camino de regreso habíamos caminado tomados de la mano, bueno más bien que yo lo seguía sujetando. Me sonrojé y lo solté, en efecto las llaves aparecieron en un santiamén.
Esa noche yo prepararía la cena que consistiría en lasaña, ensalada, un poco de vino y la tartaleta que habíamos comprado por la mañana. Ford por su parte limpiaría un poco el lugar ya que aún quedaban rastros del maratón en la sala, sobre todo las palomitas entre las rendijas del sillón. Ya teníamos todo listo, descansábamos un poco tumbados en la sala escuchando un poco de música en la radio cuando esa canción comenzó a sonar.
-You can dance, You can jive- cantamos los dos al mismo tiempo.
Nos miramos y reímos por eso, él se levando y me tendió su mano, la tome para comenzar a bailar.
- You are the dancing queen, Young and sweet only seventeen, Dancing queen, Feel the beat from the tambourine, oh yeah! –sonaba mientras bailábamos, me tomó de la cintura para reclinarme un poco. En ese instante nuestras caras quedaron tan cerca la una de la otra, que por un segundo sentí su aliento y cerré los ojos…
- ¿Hey chicos qué hacen? –escuchamos la voz de Stan.
Nos separamos para sonrojarnos un poco. –Nada Stan, solo bailábamos esta boba canción –respondió Ford.
-Ha eso me refiero, ¿por qué se detienen? –dijo tomándonos de la mano a ambos. -You can dance, You can jive –comenzó a cantar a todo pulmón. Todos reímos, seguimos cantando y bailando a pesar de que ahora sonara otra canción.
Ya estábamos oficialmente de vacaciones, estábamos pensando en ir unos cuantos días a Jersey, esa noche mientras nos preparábamos para ir a dormir después de una partida de Calabozos, calabozos y más calabozos a la cual Stan había renunciado para entrenar un poco, él me pregunto algo un poco extraño.
- ¿Carla que piensas con respecto a Ford?
No comprendí del todo su pregunta, nunca cuestioné la presencia de Ford en mi vida, sabía que era parte de Stan además de ser un gran tipo.
-No te entiendo Stan –le dije.
-Bueno sé que son amigos y se llevan muy bien, pero nunca te has quejado que de vivamos los tres juntos o que sólo convivamos entre nosotros –dijo mientras se acostaba.
-Mmmm, para serte sincera no he pensado mucho al respecto. Creo que desde que los conocí pensé que eran dos por el precio de uno, y si ese era el paquete con el que tengo que lidiar por estar contigo lo hago con mucho gusto – le respondí para después abrazarlo.
- ¿Te gusta Ford? – me pregunto inquisitivo.
-Claro que me gusta, es muy inteligente, divertido a su manera, es sincero además de un gran amigo, pero claro que no más que tú –le conteste.
-Perfecto –dijo el para después abalanzarse sobre mí.
Fuimos unos días Glass Shard Beach, pero no duramos demasiado, a decir verdad, nuestras familias nos causaban algo de escozor. Además, su madre me odiaba con singular alegría, siempre pensó que yo era una caza fortunas, además de encontrar sospechosa mi amistad con Ford. En mi casa pasaba algo similar, se preguntaban porque prefería salir con el bobo en vez de con el nerd al cual si bien le iba me podía dejar una fortuna. Los tres regresamos hastiados de esa visita, lo bueno es que tenían que trabajar para la entrega de algunos planos, que servirían para la implementación de electricidad en unas comunidades en los confines de Sudamérica. Pasaron todo el día en eso incluso les ayudé tomado anotaciones para que no dejaran escapar ningún detalle, a la media noche decidí irme a dormir, ellos seguirían trabajando un rato más.
Eso era lo que había ocurrido, no hubo nada fuera de la rutina y sin embargo ahora estaba este huracán de preguntas como de sentimientos. Ford se levantó de la cama, distinguí su desnudes, su cuerpo perlado de sudor por lo que acabamos de hacer, camino hacia la puerta, extendió su mano y le dijo.
-Dame esos seis –Stan levantó su mano y las chocaron.
Mi mente seguía en shock, trataba de asimilar lo que acababa de ocurrir, Ford ahora estaba recargado en el marco de la puerta, Stan le dijo algo al oído, después le dio un cigarrillo y el encendedor. Permanecía callada, únicamente podía mirar lo que pasaba a mi alrededor, Stan fue hacia la cama al hacer esto se fue despojando de su ropa, ¿qué carajos estaba pasando? Arranco la sabana de mi cuerpo, nada estaba claro, todo parecía dar vueltas, ni siquiera hice por cubrirme, sujeto mis manos por encima de mi cabeza y comenzó a besarme. Por un momento sólo era Stan, no podía moverme, quería entender lo que pasaba, súbitamente sentí su mirada, su increíble y penetrante mirada, distinguible gracias a la luz del pasillo, en sus ojos estaba el deseo, la lujuria, el morbo, la violencia, el éxtasis además de un mar enorme y profundo que me llevaba a un lugar desconocido, eso era a lo que llamaba la mirada de Ford.
Él nos miraba, le daría lo que hace unos momentos había tenido Stanley, no sólo se lo mostraría lo intensificaría mil veces. Correspondí los besos de Stan y los lleve al límite, deje que hiciera suyo mi cuerpo, que mis gemidos casi desgarraran mi garganta, estire mi mano y la luz de la lámpara de la cabecera ilumino la habitación, ellos se habían reguardado en la impunidad de la oscuridad, se divirtieron conmigo, yo iría un paso más adelante. Pude escuchar un ¿qué haces? por parte de Stan, pero lo ignore incluso ahora estaba sobre él, Stanley quería ver cómo me hacía suya Stanford pues les mostraría como podía poseerlos a los dos en ese acto tan descabellado que habían iniciado, haría mío a Stan a través de mi cuerpo y a Ford a través de mi mirada, de esa mirada que se negaba a dejar de observarlo un ínfimo instante. Mis caderas se movían frenéticas, mis pechos rebotaban con toda libertad, acariciaba el dorso de Stan, también note como Ford desecho la colilla de su cigarrillo y se dejaba llevar por su excitación que en su desnudez era imposible ocultar. Hice aquello que sabía que enloquecía a Stanley comencé a tocarme a mí misma mientras él seguía dentro, tocaba mis senos, mis caderas, mi vientre, mis nalgas, mis piernas y lo seguía mirando, mis ojos no se perdían ni un poco de los movimientos de Ford, este había cedido al deseo y se autocomplacía. Puse las manos de Stan en mi cadera, quería que llegara más profundo, que liberara mis más salvajes sonidos y los de ellos también, pero eso no bastaba quería mucho más, mantuve a Stan boca arriba, pero hora estaba yo a la inversa, sabía que eso no duraría mucho y todavía existía algo que les desea mostrar. Seguí con mi vaivén de caderas, con cada fibra de mi cuerpo excitado, que no resistiría más, con los gruñidos sexuales de ambos haciendo eco en mi cabeza, arquee mi espalda, separe mis piernas y lo deje ver, que mirara como su hermano terminaba dentro de mí. No tengo palabras para describir ese primer encuentro, era algo que superaba al orgasmo, al universo, a la lujuria, al deseo o la excitación era más bien parecido a la locura.
Me deje caer al lado de Stan, este no dejaba de jadear y Ford por su parte se sostenía de la puerta. Maldita sea eso fue maravillosamente único, indescriptible en tantos sentidos, me mostró un mundo hasta ahora inconcebible. Pasaron varios minutos en silencio, sólo nuestras respiraciones rompían esa armonía, Ford se agacho para recoger su ropa y marcharse a su habitación.
-Espera – le dije, me levante a pesar de que mis piernas temblaban y fui hasta él, lo tomé de la mano y lo lleve a la cama.
- ¿Estas segura de esto? –dijeron a la par.
No respondí nada, únicamente sujeté sus brazos para cubrirme con ellos, desde ese instante el estar entre ellos se convirtió mi lugar favorito en el mundo, claro que con ellos todo podía cambiar.
Continuara…
NOTAS DEL AUTOR:
Gracias por leer y que esperas te aguarda el segundo episodio de esta historia, lo que te auguro es que conforme avance la historia se pondrá más complicada, y te hará cuestionarte sobre tus propios conceptos de moralidad.
Recuerden lo que dijo Mabel. -La moralidad es relativa.
ESPERO SUS COMENTARIOS Y SUGERENCIAS.