Hace más de un año (sin exagerar) que no publico nada en este fic. Sé que no me creeréis si os digo que he pensado en este par de forma intermitente en todo este tiempo pero, sí lo he hecho...

Esta viñeta es fruto de varias cosas: una canción de Ed Sheeran, la revisualización de una peli por parte de Cass, y el apoyo constante de quienes creían más que yo que mis días en la escritura no habían tocado todavía a su fin (os miro a vosotras locas del foro, you too C). En cuanto en qué momento espacio-tiempo ubicarlo, no sabría decirlo pues es un tanto AU así que...

Advertencias: ANGST a punta pala, en plan que he hecho volquete de un tren con vagones llenos de angst en este word vamos, violencia, muerte de un personaje (no tengo alma, deberíais saberlo ya)...

Disculpad las erratas del texto, es la una y media de la mañana y ya como que no rijo demasiado. A ver si mañana repaso las zarpas posibles.

Necesito ver algo de POINN en la próxima película o le pido prestada la llama a BB8 y la liamos!

Solo decir una cosa: qué bien sienta quitarse las telarañas escritoriles con algo de angst, oiga!


El último vuelo

Eran sabedores de los riesgos que suponía aceptar la misión. Lo habían sabido de sobra desde que la General Organa les había apartado del resto para hablar con ellos a solas.

Pero una cosa era saber los riesgos y otra bien diferente era ser consciente de la veracidad de los mismos, de la realidad inherente en la amenaza velada que habían traído consigo el aceptar esa misión suicida.

Poe estaba acostumbrado a aceptar misiones similares, pero sobre todo se había acostumbrado a volver con vida de todas y cada una de ellas. Hasta la fecha.

El mejor piloto de la escuadra Rebelde. El mejor de toda la galaxia le gustaba decir en ocasiones... Pero, ¿de qué le iba a servir ser el mejor a los mandos de su x-wing si ésta había terminado hecha pedazos en territorio enemigo? ¿De qué le servía ahora haber vuelto con vida de todas y cada una de sus anteriores misiones si la vida de Finn estaba en peligro?

Se secó la comisura de los labios tiñendo su guante de rojo carmesí. Gruñendo por el dolor incipiente en sus costillas, Poe se arrastró por el suelo hacia donde Finn había aterrizado.

Pronto el enemigo saldría a su encuentro, la explosión de las naves tras el aterrizaje forzoso había sido como una enorme bengala señalando el lugar exacto donde estaban. Tenía que darse prisa, recuperar a Finn, encontrar refugio y...

El sonido de las blasters disparándose le hizo agacharse, esquivando un disparo que iba directo a su cabeza.

— ¡FINN!— Gritó Poe en dirección a su pareja quien se giró sobre su espalda, aturdido y malherido.

Hincando los dientes en su labio inferior, el piloto se arrastró sobre la tierra, ahogando el dolor que laceraba su costado intentando acortar la distancia que les separaba.

Un nuevo disparo que casi desintegra su mano izquierda no provocó que levantara la mirada del suelo, sino el grito desgarrador de Finn. Dos soldados imperiales habían cogido a su excompañero haciendo caso omiso de su cuerpo magullado, de las heridas que él podía ver con claridad desde su posición.

— ¡SOLTADLE!— Espetó Poe poniéndose finalmente pie, haciendo caso omiso a las advertencias de los soldados para que se echara al suelo o hincara las rodillas en él, para que se rindiera. No podía rendirse, no iba a hacerlo. No hasta que dejaran a Finn en paz. — ¡FINN!

Un golpe en el estómago le robó el aliento, lanzándole al suelo en el acto.

— ¡Silencio, rebelde!— Siseó la voz robótica del soldado apostado a su izquierda.

Sin poder hacer nada por evitarlo, Poe se dejó arrastrar por los soldados en dirección a su compañero.

Tras soltarle sin miramientos junto a Finn, Poe se revolvió para poder mirarle, la expresión de dolor que pudo descifrar en sus ojos no hizo más que engrandecer la rabia que se había anidado en el fondo de su estómago y amenazaba con apoderarse del resto de su cuerpo.

— Finn, hey, saldremos de esta.— Le susurró intentando esbozar una media sonrisa. El chico intentó corresponder el gesto pero sus cejas se arrugaron, un quejido abandonó sus labios. — Hey, Finn, vamos...

La rabia se tornó preocupación en cuestión de segundos en la mente de Poe, dando forma a cualquier tipo de plan para escapar de la situación en la que se encontraban.

Era una misión suicida, sí, pero no tenían por qué morir los dos y jamás permitiría que Finn muriera bajo su guardia. Eso no iba a permitirlo... Encontraría la forma de sacarle de allí, sólo necesitaba pensar, centrarse y …

— Inmovilizadlos.— Escuchó decir a uno de los soldados antes de que le dieran la vuelta y un par de grilletes se cerraran sobre sus muñecas.

— ¡Maldita escoria, soltadme! ¡Ni se os ocurra tocarle!— Ladró con furia asestándole una patada en plena rodilla a uno de los soldados, derribándolo en el acto.

La risa hermética del soldado que había dado la orden le heló la sangre.

— Sujetadle.— Poe esperó a que le inmovilizaran las piernas también, pero se equivocaba. No hablaban de él.— ¿Qué tal con tus nuevos amigos, traidor? — El odio que rezumaban esas palabras no podía ser opacado por la máscara de su interlocutor.

La culata de la blaster se estrelló contra la cara de Finn, la sangre brotó al instante por su nariz a la par que éste intentaba ocultarla bajo sus manos, dándoles la espalda.

— ¡NO!— Poe intentó revolverse, acercarse a Finn, protegerle con su propio cuerpo pero tres soldados se lo impedían mientras el resto propinaba patadas y puñetazos sobre el cuerpo de su pareja sin darle tiempo a recuperar el aliento. — ¡PARAD!— Un golpe en la mejilla le hizo perder la orientación pero podía escuchar los gritos de Finn, sus gruñidos de dolor...

— Vas a pedir clemencia, traidor, pero no la tendrás.— Siseó uno de ellos asestándole una patada contra las costillas. El crujido pudo escucharse por encima del grito sordo de su víctima.

— ¡PARAD, DEJADLE EN PAZ!— La figura borrosa de Finn medio inconsciente hizo que le fallara al voz, que se quebrara. Tragó grueso.

Iban a matarle, y él no podía hacer nada. Le iban a matar... Iban a acabar con Finn... Iban a...

— ¡SOY CAPITÁN DE LA FLOTA REBELDE!— Les dijo desde el suelo, la bota de uno de los soldados contra su mejilla deformando sus palabras.— Soy un oficial, él no, ¡dejadle!— Sabía que era prácticamente inútil pero intento zafarse de los soldados que lo retenían.

No podía seguir viendo así a Finn, no podía...

¡ESCORIA!

¡TRAIDOR!

Cada insulto, cada vejación iba acompañada de un nuevo golpe. A cada nuevo golpe, la voz de Finn iba menguando, convirtiéndose en un hilo casi inaudible. Lo estaba perdiendo. Lo estaba perdiendo delante de sus ojos y no podía hacer nada.

Quería llorar... Quería gritar de rabia y llorar... Quería destrozarles a todos, quería arrastrarse y llevarse de allí a Finn. Quería devolverle a casa, quería devolverle a la seguridad del hogar que compartían. Quería hacer suyo su dolor. Quería...

Poe ahogó un sollozo contra la tierra, las lágrimas acumulándose en su mirada.

— Finn, por favor... Por favor, dejadle...— Casi no reconocía su propia voz convertida en un gimoteo casi indescifrable. — Por...

Una explosión retumbó a escasa distancia de donde se encontraban, la tierra llovía sobre ellos.

— ¡NOS ATACAN! ¡EN FORMACIÓN!— Ordenó uno de los soldados y pronto se replegaron y formaron, cargando en dirección a la explosión.

Gritos en favor de la Rebelión llegaron a sus oídos provocando que un suspiro escapara de sus labios. No estaba todo perdido. Podían salir de allí.

El sonido de un disparo le sacó de su estupor y se puso en movimiento. Arrastrándose, logró alcanzar a Finn.

— Finn... No, no, no...— Murmuraba para sí el piloto deseando tocar el rostro de éste pero temiendo provocarle más daño todavía. — Finn, cariño, abre los ojos...— Poe se mordió el labio inferior, cerrando los ojos, apoyando su frente contra la de él. — Por favor, no me dejes ahora...— Susurró en un hilo de voz sintiendo el leve roce del aliento de Finn contra su cuello. — Vamos, tienes que volver a casa conmigo... — Con el impedimento que le suponía seguir esposado, Poe apoyó ambas manos contra las mejillas del ex soldado, implorando con sus palabras y su voz que abriera los ojos y le mirara.— Finn, tenemos que volver con vida, los dos. Por favor.

Un gruñido sordo escapó de entre los labios de Finn, provocando una suave sonrisa surcada de lágrimas y sangre en el rostro del piloto.

— Hey, eso es, mírame, vamos. Déjame ver esos ojos...— Le pidió Poe acariciando con cuidado las mejillas del chico.

Finn comenzó a toser, un silbido fuera de lo normal acompañando cada movimiento. Se humedeció los labios entreabriendo los ojos a duras penas. Con gesto errático, logró asir con su mano derecha la izquierda de Poe contra su rostro, buscando la calidez de su palma contra su mejilla.

— Esta vez, sí que... no lo cuento.— Farfulló Finn ahogando un quejido de dolor, su labio inferior presa de sus dientes.

— No, ni hablar. No vas a morir.— Negaba Poe con vehemencia zafándose de la mano de Poe buscando la herida en el costado de su novio para así poder parar la hemorragia.

— Creo que...— Finn curvó sus labios en una sonrisa, esa sonrisa que tantas noches había acompañado al Capitán en sus sueños antes de poder verla cada mañana al despertar.— Esta vez, sí, Poe.

— No, no. No digas eso. Vas a volver a casa. Tienes que volver a casa.— Negaba Poe centrando su mirada de nuevo en la de Finn quien se esforzaba por mantener las lágrimas a buen recaudo aunque no lo lograra por completo.

No podía morir. No podía perderle. No ahora. No ahora que...

— Tengo frío, Poe... Tengo mucho... frío...— Dijo Finn entre dientes respirando hondo, aferrándose a las manos de su novio.

— No, no, no...— Poe ya no se molestaba en intentar secarse las lágrimas. No podía, le estaba perdiendo.— No puedes morir ahora, debes volver a casa... Rey...— Tragó grueso recordando el rostro de su amiga, su mirada conspiratoria cuando le hizo partícipe de su plan. — Rey ha estado trabajando en un droide...— Poe paseó su dedo pulgar por el labio inferior de Finn manteniéndole consciente.— Tu propio droide, como todo buen rebelde. Como lo que ya eres. Si quieres seguir pilotando necesitas uno contigo para que te guíe allí arriba.— Sonrió, sonrió creyendo por una fracción de segundo que la imagen de los tres juntos en su hogar quizá no era una utopía a pesar de las heridas, a pesar de la sangre que teñía sus ropas ahí donde los soldados habían herido a Finn, a pesar de la certeza de su muerte cercana en la mirada cálida de su pareja. — Seguro que es el mejor de toda la flota pero, te necesita ahí para enseñarle, te necesito conmigo para educarle. — Se humedeció los labios.—No podemos dejar que Rey lo eduque, acabará queriendo pintarlo de rojo como la espada de tú ya sabes quién... Y mandándolo al lado Oscuro y como rebelde no puedes permitirlo... Sabes que puede pasar eso. Lo sé, lo sabes, lo sabemos.

— ¿Un... droide? ¿Rey ha... me ha hecho un droide?— Preguntó Finn confundido.

— Claro que sí, eres uno de los nuestros. Necesitas un droide. — Le insistió Poe ajustándole las solapas de la chaqueta sobre su cuello intentando mantener su calor corporal. — Se suponía que no debía decírtelo hasta que volviéramos pero... Tienes que volver. Tienes que conocerlo. Ponerle un nombre y...

— Cómo tú me pusiste el mío.— Finn sonrió de medio lado dándole un leve apretón a la mano de Poe, obligándole a mantenerse quieto. — Le darás el nombre perfecto, estoy seguro...

— Se lo pondremos los dos, Finn. Se lo...— Poe sintió su voz quebrarse, la cabeza de Finn se ladeó sus ojos cerrados, su aliento ya no le alcanzaba.— No, no no, tenemos que... Finn, tenemos que hacerlo los dos... Tenemos que...Finn...

Tocaba sus mejillas, su cuello, hundió su rostro contra su pecho ensangrentado mezclando sus lágrimas con la sangre del muchacho sintiendo que el dolor cerraba su garganta impidiéndole gritar su dolor a los cuatro vientos, ahogándole hasta la extenuación. Sus dedos se aferraban con furia a la chaqueta que tiempo atrás había reclamado como suya, esa chaqueta que había comenzado todo aquello sin saberlo. Finn estaba...

Poe acunó el rostro de Finn entre sus manos, acercó sus labios bañados en lágrimas a los de él. Aún estaban tibios, podía sentir la calidez bajo los suyos, el sabor metálico de la sangre sobre ellos. Aún estaba ahí pero ya no... Ya no...

Poe lloró bajo el sonido de la batalla entre los rebeldes y el Imperio. Lloró contra el cuello de su pareja como tantas noches atrás había hecho Finn con él recordando su pasado en la Primera Orden. Lloró hasta que ya no había lágrimas que verter aun cuando su dolor no parecía querer menguar un ápice.

Era el mejor piloto de toda la galaxia, y aún así había perdido al mejor hombre que había conocido en toda su existencia.


No sentía absolutamente nada. Parecía que un agujero negro se hubiera anclado en su pecho y estuviera absorbiendo cualquier rastro de energía que pudiera encontrar en sus extremidades.

Sus ojos no se habían apartado del ataúd donde yacía el cuerpo sin vida de Finn. El cuerpo... sin...

Cerró los ojos con fuerza apartando la mirada hacia sus botas, secándose con el dorso de la mano las lágrimas que amenazaban con cubrir sus mejillas, una vez más.

Tomó aire profundamente.

— Vamos a aterrizar.— Se escuchó la voz del piloto de la nave, devolviéndole a la realidad.

Tragó grueso intentando no pensar en la última vez que llegaron a casa, en el abrazo de Finn nada más puso un pie en tierra tras bajar de su x-wing. Su risa contra su oído felicitándole por la victoria, sus brazos entorno a su cuerpo, el roce de sus labios contra su cuello en un suave beso.

Parpadeó con fuerza, su mirada clavada en la pared de la nave frente a él.

Estaban de vuelta en casa.

La trampilla se abrió y el resto de sus compañeros comenzaron a desembarcar uno a uno. Poe esperó, necesita unos segundos, necesitaba mantener la compostura sin romperse mientras bajaba la trampilla con el cuerpo de Finn a su espalda.

— ¿Listo, Capitán?— Le preguntó uno de los muchachos con la mirada llena de la simpatía de quien ha perdido a demasiada gente en esa lucha.

Incapaz de articular palabra, Poe asintió asiendo uno de los extremos del ataúd, acercándolo a la trampilla. Miró al exterior y sintió sus pies clavarse allí mismo.

Rey. Podía verla, su melena castaña recogida, sus ropas hondeando ligeramente por la brisa que soplaba en la base. Pronto le vio arrugar su nariz al reconocerle y esbozar una sonrisa.

Él había perdido a su novio, pero ella había perdido a su mejor amigo.

El peso de esa certeza impidió devolveré la sonrisa como hubiera hecho en ocasiones anteriores. Le dio la espalda y asió el asa del ataúd comenzando a bajar la escalinata con el cuerpo de Finn en el ataúd, su chaqueta marrón sobre él. Realmente, siempre había sido suya. Le quedaba mejor a él.

Sus pies parecían pesar toneladas, como si la gravedad del planeta supiera lo pesado que sentía su corazón palpitar en su pecho. Nada más pisar suelo rebelde sintió la presencia de Rey a su lado, su mano rozar su brazo hasta apoyarse en la chaqueta de Finn, apuñándola en su mano derecha.

Poe guardó silencio incapaz de decirle nada. ¿De qué servían las palabras en ese momento? ¿Qué iba a decirle? ¿Que no había podido mantenerle con vida? ¿Que había fracasado?

Rey se volvió hacia él con lágrimas en los ojos y se abrazó a su cuello ofreciéndole ese consuelo que parecía no querer llegarle nunca. Poe se aferró a ella, a la vitalidad y calidez que irradiaba. Le iba a necesitar, le iba a necesitar para seguir en pie, para seguir adelante.

Un suave bip, un leve pitido inquieto le hizo apartarse de Rey y mirar hacia el suelo. Un droide blanco y naranja les miraba con absoluta curiosidad a ambos, rodando sobre su eje unos centímetros hasta apostarse contra la pierna de la chica.

— Es él...— Susurró ella con la voz ronca por las lágrimas. Poe se frotó los ojos con la manga de su chaqueta y se agachó hasta alcanzar la altura del droide quien se escondió ligeramente tras la pierna de Rey.

— Hola, pequeño.— Le dijo el hombre sorbiendo por la nariz, esbozando una sonrisa hueca, infeliz. El droide pitó con tristeza y tras varios giros indecisos se acercó al hombre y apoyó su parte inferior sobre la rodilla más cercana del piloto. — Soy Poe...

— No le puse nombre. Pensé que Finn...—Rey cayó agachando la mirada a la par que Poe acariciaba la forma redondeada del droide.

— Yo también pensé que...— Tragó grueso y miró con suspicacia como una tapa frontal del droide se abría dando paso a un brazo metálica. Un chasquido y una llama azul se encendió arrancándole una sonrisa genuina.— Creo que eres demasiado pequeño todavía para jugar con fuego. — Un bip triste y la llama se apagó.— Quizá más adelante,¿vale, BB8?— El droide ladeó su cabeza antes de pitar de nuevo con más alegría dando una vuelta sobre su eje, arremetiendo contra la rodilla de Poe, desequilibrándole, tirándole al suelo. El piloto no pudo nada más que sonreír para sí. — ¿Te gusta el nombre, entonces?— Un nuevo pitido cargado de ritmo le dio su respuesta.

— Si fuera tú, no intentaba cambiárselo.— Le dijo Rey extendiéndole una mano para ayudarle a levantarse.

Un nuevo beep curioso les hizo volverse hacia el droide quien escaneaba en ese preciso instante el ataúd junto a ellos. Se giró sobre su redonda forma, pitando de nuevo, posando su ojo en Poe y luego en Rey.

— Él... él es Finn. Era... Finn.— Se obligó Poe a corregirse a sí mismo. — Íbamos a cuidar de ti los dos. Siento... Siento que no hayas podido conocerlo.

— Te habría encantado, BB8.— Susurró Rey posando su mano sobre la chaqueta de Finn.— Era un buen amigo.

— El mejor.— Añadió Poe a su lado.— Era el mejor de todos nosotros.


Me ha dado una pena tremenda matar a Finn, todo es culpa de Pearl Harbor que lo sepáis! Yo soy un ser inocente! Pero sí, también he disfrutado escribiéndolo en ciertodo modo (?) En fin, para quitarle drama al asunto... Soy la única a la que al escuchar Capitán Dameron piensa en un pokemon o el maldito Doraemon?

Mil gracias a quienes han seguido leyendo el fic en todos estos meses, y a quienes se asomen a estas alturas de la vida.