Hola ¿Cómo están? Como lo prometido es deuda, aquí les traigo el capítulo final de esta pequeña historia. Muchas gracias a todos por comentar, me alegra que les haya gustado lo que han leido hasta ahora y de igual manera, espero que este capitulo también sea de su agrado.

Me di cuenta que en el capítulo anterior cometi un pequeño error, en realidad este es el capítulo más largo de los tres, due un lapsus mental que tuve jeje

wolf remus potter, muchas gracias por comentar, me alegra que te haya gustado la historia. Por mp te deje los enlaces de las imagenes que hice hace algun tiempo sobre Kaito. Eso te dara una idea más clara de como luce.

Espero que este capitulo tambien te guste.

Laura, bueno hago lo mejor que puedo con esas escenas, porque verdaderamente no son lo mio y se me cuesta bastante escribirlas generalmente, tengo que releerlas muchas veces y al final dejo lo que se me ocurra jeje.

Y con lo último, pues creo que ella y Sasha será buenas amigas ¿No crees? Después de todo tienen mucho en común Jajaja.

En fin, sin más preámbulos aquí les dejo el capítulo final, Espero les guste


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Capitulo III: El Final

Toda una gran batalla a muerte había dado inicio en los terrenos del castillo por ella y por su bienestar y, aunque la siempre amable Keiko no dejaba de repetirle una y otra vez que todos en el castillo la apreciaban lo suficiente para protegerla de la manera en la que lo hacían, Aoko no podía dejar de sentirse culpable por haber causado todo aquello y no quería ni imaginar como llegaría a sentirse si a sus amigos les ocurría algo por ella y en especial, no sabía como la afectaría si a Kaito llegaba a pasarle algo por protegerla.

Simplemente no quería siquiera pensarlo, pero a la vez no podía dejar de hacerlo

Sin embargo todo pensamiento quedo anulado en el mismo instante en que ingresó a los aposentos de aquel que había sido su captor, su amo y ahora su amigo; el mismo "monstruo" que brutalmente asesinó a cuatro hombres en su casa, aquel que desde hace un par de meses compartía un libro con ella cada tarde y el mismo que ahora luchaba a muerte por ella. Si, ahora se encontraba en el único lugar del castillo que le había sido vetado, la habitación de Kaito; un lugar que simplemente parecía invitarla a que lo recorriera a fondo.

Las grandes marcas de garras en las magulladas y viejas paredes, en el suelo e inclusive en el techo, parecían decirle a gritos cuanta frustración, rabia y dolor se encontraba contenido en cada uno de sus surcos y grietas; reparó en las enormes tablas que tapaban por completo cada una de las ventanas de aquel enorme y destrozado cuarto, sumiéndolo en una oscuridad tan densa, que si no fuera por los pequeños destellos de luz que se filtraban entre las gritas y las uniones de aquella viejas y enmohecidas tablas, simplemente no sería capaz de ver nada, ahora de dónde venía o qué era lo que producía aquella misteriosa luz que se encontraba al otro lado, era algo que no estaba muy segura de querer saber o al menos no todavía. Ignorando aquello siguió explorando aquella habitación, mientras Keiko la seguía de cerca sin dejar de vigilar la entrada, atenta por si acaso alguno de esos molestos humanos lograba adentrarse en el castillo y llegar hasta ese punto buscando a Aoko mientras sus compañeros luchaban contra Shinichi, Ran, Saguru, Akako y el mismísimo amo y señor del castillo Kaito.

Absorta en sus pensamientos, un viejo y destrozado cuadro llamó su atención, a pesar de que se encontraba parcialmente oculto entre un sinfín de retazos y jirones de tela, desgarrados de lo que antes fueran un fino juego de cortinas y cobertores de colores ocres y grises, a los cuales el inclemente paso del tiempo, el maltrato y el polvo habían deteriorado enormemente; motivada por la curiosidad, Aoko simplemente los hizo a un lado hasta dejar al descubierto finalmente aquel pesado cuadro, cuyo marco era de bronce oscurecido por la suciedad y oxidado por la humedad seguramente. La imagen de un hombre y una mujer, la hizo saber en el acto que se trataba del viejo retrato de una pareja, pero dado que el rostro y parte del cuerpo de ambos se encontraba desgarrado, no podía ver el rostro de ninguno de ellos.

— Esos eran el amo Kaito y su prometida Emily, cuando aun había vida en el castillo y todos nos regocijábamos del hecho de que finalmente el amo hubiera encontrado a alguien con quien compartir su vida —Dijo repentinamente Keiko, sacando bruscamente de sus pensamientos a Aoko, quien tan solo asintió nerviosa al darse cuenta de lo que había estado haciendo por dejarse llevar por su curiosidad sin pensar— Tranquila Aoko, esto es algo que el amo debería de decirte, pero ya que estamos aquí ¿Por qué no hacerlo yo misma? Puede que el amo se moleste conmigo después, pero creo que es algo que necesitas saber.

— ¿Por qué lo crees? —Pregunto en el acto, sorprendiendo a Keiko un poco.

— Digamos que es mi manera de darte las gracias —Contesto son simpleza confundiendo aun más a Aoko, que solo enarcó una ceja a la vez que la instaba con la mirada a que se explicara mejor— desde que llegaste al castillo el pesado y asfixiante ambiente que lo rodeaba, poco a poco se ha ido desvaneciendo, Shinichi ha vuelto a sonreír y a ser tan sarcástico y pretencioso como antes, la preocupación y la tristeza en el rostro de Ran fueron sustituidas por aquella dulce y radiante sonrisa que hace años se había perdido, Saguru nuevamente cocina con entusiasmo y se anima a preparar nuevos y deliciosos platillos, cuando antes solo preparaba la misma cosa una y otra vez y por último, Akako volvió a ser tan altiva y arrogante como antes.

— Eso no parece ser precisamente bueno…

— ¡Lo es! —Se apresuro a corregirla Keiko, interrumpiéndola bruscamente— antes solo nos dedicábamos a nuestro trabajo y a facilitarle las cosas al amo Kaito —Explicó tristemente con la mirada ensombrecida y clavada en algún punto imaginario en el maltrecho piso— lo único entretenido que teníamos, era cuando Shinichi regresaba de sus viajes y al caer la noche nos reuníamos en la cocina y el nos contaba de las peripecias de una humana con la que había entablado amistad en un pueblo no muy lejano; una chica que a menudo se las veía mal por su manera de ver el mundo y que a pesar de ser muy dulce, también tenía un férreo y fuerte carácter que sin duda había heredado de su padre y el cual la había hecho meterse en varios problemas por las personas con las que solía enfrentarse. Esa chica eras tú Aoko… Imagínate nuestra sorpresa cuando el amo te trajo y Shinichi salió en tu defensa.

Cuando todo esto acabase, tendría que asegurarse de hacer pagar a Shinichi por convertirla en un personaje fabuloso al estilo de Tom Sawyer, después de todo nunca se imaginó que éste andaría contando todos los problemas en los que solían meterse o mejor dicho a los que ella terminaba arrastrándolo casi siempre, prácticamente desde el día en que se conocieron hasta que fue a parar en el castillo; como en un par de discusiones que había tenido con Kaito cuando ya había comenzado a tenerle más confianza y Shinichi se había visto obligado a intervenir para evitar que terminaran peleados, como ya había ocurrido en ocasión, pero eso ya sería un cuento para otra ocasión. Por ahora debía de aprovechar la buena disposición de Keiko, antes de que algo o alguien las interrumpiera.

— Ya veo, me alegra haber ayudado en algo supongo —Keiko asintió efusivamente con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Era ahora o nunca— Entonces ibas a contarme algo sobre el retrato ¿No?

— Si —Asintió una vez más, tomando una gran bocanada de aire y expulsándola lentamente por la boca— En aquella época el amo era un joven muy alegre y bromista, solía organizar grandes fiestas y banquetes donde invitaba a los aldeanos y a algunos de los nobles de la región; siempre solía dar largos y románticos paseos con Emily, porque en su mente solo cabía el hacerla feliz y el compartir con ella todo lo que pudiera. Un día ella le pidió que le demostrara cuanto la amaba, a través de un gesto puro y sincero que significara su entrega total hacía ella y aunque el amo, bien pudo haber rechazado aquella absurda petición. Estaba enamorado de aquella mujer y como tal estaba enceguecido, no escuchaba razones de nadie y solo pensaba en la manera de demostrarle a ella cuan verdaderos eran sus sentimientos.

— No me digas que…

— Así es, tras mucho pensar, el amo decidió entregarle su corazón, sin importarle los riesgos que esto conllevaba y que de haber sido humano, hubiera muerto irremediablemente —Continuo Keiko aseverando gradualmente su expresión, a la vez que apretaba con fuerza sus puños hasta volver blancos sus nudillos a causa de la rabia, la frustración y la impotencia— Shinichi y Saguru intentaron convencerlo de que aquello no era necesario o al menos no de la forma en la que el lo estaba pensando, pero el amo se negó a escucharlo y eso desató un violenta pelea entre los tres, que llevo su amistad hacia su fin y con ello su partida del castillo fue inevitable.

Un sinfín de preguntas se agolpaban en su mente con cada palabra que Keiko decía, pero a pesar de que se moría de ganas por intervenir. Simplemente no era capaz de hacerlo.

— Sin los únicos pilares en los que siempre se apoyó el amo, cayo en una profunda depresión que lo hizo reconsiderar aquella absurda idea por un breve instante, pero Emily una vez más entro en escena y con su encanto y un par de palabras lo hizo olvidar su pesar —Continuo Keiko suspirando pesadamente al recordar aquel fatídico día— el amo se encerró con ella en esta misma habitación una noche, tomó una daga embestida en magia que había preparado con antelación y sin pensarlo dos veces se la clavo en el pecho haciendo una abertura lo suficientemente grande para poder sacar su corazón con una mano… Lo hizo y a pesar de estar retorciéndose de dolor, tomó una esmeralda y la fundió con su corazón, tiñendo la hermosa gema de un intenso y brillante rojo, que resplandecía con cada palpitar.

De las agónicas manos del amo, esa mujer le arrebató la gema y con una maliciosa sonrisa dibujada en su rostro le dijo: "He aquí al demonio más poderoso doblegado a mis pies, su vida me pertenece y a partir de ahora su voluntad será la mía. Mi nombre es Pandora, recuérdalo bien." —Si antes se había sentido dolida por lo que le había sucedido a Kaito, ahora más que eso estaba indignada y por primera vez en su vida sintió que detestaba a alguien. Detestaba a Pandora— luego de eso, de entre las sombras ese maldito bastardo de Gin apareció y con una sonrisa aun más perturbadora y asquerosa que la de esa mujer, se planto frente al amo y lo pateo en la quijada con fuerza. Nosotros que había presenciado la escena a través del caldero de Akako, corrimos ayudarlo, pero por más que intentamos no pudimos atravesar la puerta, pues un fuerte hechizo la resguardaba.

— ¿Y como hicieron? —Urgió Aoko sumergida por completo en la historia— ¿Qué paso luego?

— Pandora le entrego la gema a Gin, burlándose de la ingenuidad del amo y de nuestra incompetencia por no poder ayudarlo —Confeso con amargura, esbozando una leve sonrisa al recordar lo que sucedió a continuación— fue entonces cuando dominado por la ira y el sofocante dolor de aquella traición, el amo se levantó gritando furioso; un grito que poco a poco se fue transformando en un gutural y aterrador rugido que retumbo en todas las paredes del castillo, invocando a un torbellino de llamas, que ascendió por las escaleras y recorrió el pasillo a gran velocidad hasta estrellarse con la puerta, destrozándola con el impacto. Recuerdo que cuando el humo y el polvo se disiparon, Shinichi y Saguru se encontraban de pie en la entrada y en el interior de la habitación, se encontraba el amo, como lo conoces ahora, bañado en sangre y con una de sus garras atravesando el abdomen de Pandora.

— ¿Qué paso con Gin? ¿No le hicieron nada? ¿Por qué aun tiene la gema? —Pregunto cual tren desbocado agarrando a Keiko por los hombros y zarandeándola de un lado a otro desesperada.

— Calma ya voy a eso —Aoko la fulmino con la mirada instándola a continuar— Pandora murió esa noche, pero Gin se salvo ya que con la gema en su poder, el amo no podía atacarlo por más que quisiera hacerlo y si Shinichi, Saguru o alguno de nosotros lo atacaba corríamos el riesgo de de romper la joya y si eso ocurría el amo moriría sin poder evitarlo. Es por eso que aun la tiene y con ella ha obligado al amo a hacer todo tipo de barbaridades. A partir de ese día el amo escogió vivir con aquella bestial apariencia, con el paso de los años llego a convertirse en una bestia realmente y aunque ninguno de nosotros tiene la obligación de quedarse, escogimos hacerlo y seguir sirviéndole hasta el fin de los tiempos si es posible. Eso es todo lo que puedo decirte.

— Gracias Keiko, con eso es más que suficiente —Mintió descaradamente, pues era evidente que por más que insistiera ya no iba a decirle nada más y conociéndola realmente guardaría silencio a partir de ahora, para no seguirle echando más leña al fuego que avivaba la ira de su temperamental amo.

— Vaya, vaya, vaya que historia tan desgarradora —El escuchar aquella voz a sus espaldas, la paralizó por un breve instante, a la vez que un escalofrió recorría su espalda conforme lentamente giraba hacía la puerta, rogando al cielo que aquello solo fuera una mala jugada de su imaginación— casi se me parte el corazón, pero eso no sucedió. Ahora, si ya terminaron de hablar… He venido a rescatarte mi hermosa Aoko.

Si, para su desgracia Lucas Bertrand junto a otros cuatro hombres la habían encontrado, todos estaban armados con mosquetes, sables, dagas y hachas de mano, preparados para luchar al ver como Keiko había creado una enorme guadaña de hielo y había revestido su cuerpo con una brillante y resistente armadura de hielo, colocándose entre ellos y Aoko para defenderla con su vida de ser necesario.

— Encárguense de ese monstruo muchachos —Ordeno el cazador con su mirada fija en Aoko y una maliciosa sonrisa en su rostro— Yo me encargaré de hacer en entrar en razón a mi mujer.

— ¡No me iré contigo Lucas! —Grito Aoko al ver como los esbirros de aquel desagradable hombre se abalanzaban sobre su amiga, dando inicio a una feroz batalla en la que el más mínimo descuido podría significar la muerte de Keiko— ¡Nunca en está ni en ninguna otra vida seré tú mujer!

— Eso, ya lo veremos —Dijo riendo con mórbido placer acercándose a ella lentamente— Ya lo veremos


Mientras todo esto sucedía, una torrencial lluvia se había desatado en el exterior del castillo, Ran destrozaba todo cuanto golpeaba, creaba violentos temblores con cada salto que daba y aplastaba sin cesar a cuanto iluso osara a atacarla; Akako usaba su magia para atacar con lanzas hechas de una extraña energía rojiza, paralizaba a sus enemigos y se acercaba velozmente a ellos para cortarles el cuellos con sus filosas y fieles dagas, Saguro por su parte sumergía a sus oponentes en un tortuoso letargo manipulando su percepción del tiempo y distorsionando el espacio a su alrededor, destrozando sus débiles mentes hasta el punto de volverlas inutilizables, un tipo de ilusión sensorial muy poderosa que le ayudaba a combatir a todos aquellos enemigos que no podía eliminar con sus propias manos. Por último Shinichi, a pesar de estar enormemente limitado por aquella endemoniada y oportuna lluvia, despedía potentes llamaradas que calcinaban hasta los huesos a todos aquellos que lograba alcanzar, levantando grandes estelas de vapor al evaporar la lluvia que al convertirse en una densa niebla, nublaba la visión de los aterrados invasores, cuyo numero se había diezmado en cuestión de segundos a manos de esos monstruosos seres.

En medio de todo aquel caos, Kaito rugía y despedazaba con sus garras y colmillos a todo humano que tenía a su alcance, cercenando sus cuerpos, arrancándoles las cabezas con sus zarpas o aplastándolos contra el suelo con su descomunal fuerza; sin embargo, a pesar del pavor que causaba en sus adversarios, no dejaba de ser el foco de ataque de la mayoría de ellos, lo cual le impedía buscar a ese malnacido que había osado a invadir sus dominios y que había borrado todo rastro de alegría de aquellos cristalinos ojos azules con su sola presencia.

Quizás fuera el fuerte deseo que tenía por volver a verla o quizás fuera obra de aquella molesta sensación que tanto había estado ignorando, cualquiera que fuere de las dos, podía jurar que en medio de la torrencial lluvia, los agónicos gritos de dolor de sus victimas, los enardecidos gritos de odio que propinaban juramentos en su contra y de sus propios rugidos; estaba seguro que podía escuchar la débil voz de Aoko llamándolo desde el interior del castillo desesperada y asustada. Trato de convencerse a sí mismo de que solo eran ideas suyas, pero con cada segundo que pasaba sentía que aquellos gritos se intensificaban angustiándolo cada vez más, hasta desesperarlo por completo al notar que con todos esos humanos atacándolo una y otra vez sin cesar, no solo no podía moverse con libertad sino que tardaría horas en abrirse paso al castillo, matándolo a todos uno por uno.

Un rayo impacto en una de las torres del castillo iluminando el firmamento nocturno por un breve instante; junto con el cual Ran cayo desde el cielo a su lado golpeando con tanta fuerza el suelo formando un enorme cráter y una onda expansiva que hizo caer a las primeras tres líneas de humanos que los rodeaban, poco después cayo Shinichi liberando una gran llamarada a su alrededor que hizo arder al cuarto grupo que avanzaba, a la vez que Akako y Saguru caían junto a la pareja y uniendo sus fuerzas lograron darle a Kaito un amplio diámetro de diez metros a su alrededor para que pudiera moverse.

— Ve —Dijeron los cuatro al unisonó centrados en su labor. Al parecer no había sido el único que había escuchado la voz de Aoko.

Con la urgencia y el miedo dominando todo su cuerpo, Kaito salto por encima de aquella oleada de humanos, sin preocuparse en defenderse o atacar, pues sus cuatro más fuertes, fieles sirvientes y amigos se encargaron de cubrirle la espalda y de abrirle un camino para que pudiera ir a buscar a aquella impetuosa y enérgica jovencita que había logrado con su sola presencia devolverle la vida al castillo y al señor del mismo.


Adolorida Aoko ascendía desesperadamente por la torre del castillo que se encontraba en el ala norte, sosteniendo su malherido y ensangrentado brazo derecho en un vano intento de detener la sangre que salía a borbotones por aquel corte profundo corte que el degenerado de Lucas le había hecho cuando lo había rechazado y trato de huir luego de acertarle un buen y merecido puñetazo en el ojo. Estaba cansada, malherida y la constante pérdida de sangre comenzaba a hacer que su visión se nublara gradualmente y que sus fuerzas poco a poco le fallaran, haciéndola perder el equilibrio y trastabillar en más de una ocasión; sin embargo no dejo que su malestar la dominara y siguió subiendo por aquellas escaleras hasta llegar a la punta de la torre. Una vez ahí corrió hacia la ventana para escapar por el techo, pero antes de que pudiera siquiera llegar al marco de la misma, un fuerte tirón en su cabello la detuvo bruscamente, haciéndola gritar de dolor y caer al suelo aparatosamente.

— No, no, no florecilla —Musitó Lucas tirando con más fuerza a la joven por el cabello, alzándola hasta hacerla llegar a la altura de su rostro— La hora de jugar se termino, ahora se una buena chica y deja de hacerme tan difícil mi trabajo —Dijo fingiendo estar afligido por el rechazo de la joven, a la vez que empuñaba su ensangrentada daga y la colocaba en su rostro— no quisiera que nuestra boda fuera por las malas, ya sabes, creo que no se vería bien que la novia tuviera una fea cicatriz en su cara ¿No crees?

— Prefiero mil veces la muerte a ser tu esposa —Escupió cada palabra, encarándolo a pesar de la desventajosa situación en la que se encontraba, desatando la furia del cazador.

— Como gustes querida —Dijo entre dientes dispuesto a cortarle la garganta a aquella ingrata mujer, para que su muerte fuera lo más dolorosa y agónica posible como castigo, por haberse atrevido a escoger a aquella asquerosa y desagradable bestia y a su sequito de monstruos en lugar de a él.

Justo en el momento en el que alzaba la daga para clavársela en el cuello a esa mujer, que aun ante su muerte seguía retándolo con aquel par de fuertes y cristalinos ojos de color azul zafiro, un rayo impactó en la torre iluminando todo su interior dejando ver en el suelo una gran sombra que eclipsaba por completo la del perverso cazador, quien cuando hizo el ademán de voltearse, sintió como un centenar de filosas cuchillas se cerraban en torno a su brazo desgarrando sus músculos y triturando sus huesos inmisericordemente. Con un desgarrador grito de dolor se giro bruscamente y enterró su daga en lo que sea que lo hubiera agarrado, recibiendo un gruñido en respuesta a la vez que la presión en su brazo disminuyó los suficiente para poder liberarse de un jalón, para luego saltar hacía atrás encarando a su atacante, tomando el hacha de leñador que llevaba en la espalda.

— ¡Tú! —Grito enfurecido Lucas al ver a aquella horrenda criatura que lo había retado, de pie frente a el sobre sus patas traseras, con las fauces entreabiertas y manchadas de sangre fresca que aun goteaba desde sus enormes colmillos, entre los cuales aun habían restos de carne humana. Por instinto al verlo y al sentir aquel punzante dolor en su brazo, bajo la mirada para contemplar la profundidad de la herida que esa cosa le había hecho y lo que vio lo dejo horrorizado y desato toda su furia, pues su brazo derecho yacia colgado de su hombro bañado en sangre que aun salía a borbotones a través de los jirones de carne y hueso que aun permanecían unidos— ¡Maldito monstruo!

— ¿Monstruo dices? —Gruño escupiendo con asco la sangre y la carne de aquella basura que se hacía llamar— No me hagas reír basura ¿Con qué moral me llamas monstruo, cuando tú has lastimado de esa manera a la mujer que supuestamente amas? —Inquirió gruñendo amenazadoramente con su mirada clavada en los ojos de Lucas— Si aquí hay un monstruo, sin duda alguna no soy yo.

— ¡Cállate! —Bramo abalanzándose iracundo sobre Kaito, blandiendo aquella hacha peligrosamente con su mano izquierda.

Indignado y con la furia bullendo en su interior por lo que ese bastardo infeliz le había hecho a Aoko y por lo que le hubiera hecho, sí él ni hubiera llegado justo a tiempo; Kaito esquivo sus erráticos ataques uno a uno con los ojos clavados en el y en aquella hacha, espero a que su guardia estuviera totalmente expuesta y le acertó un fuerte zarpazo en el pecho, que desgarró sus músculos, le partió un par de costillas y lo mando a volar contra una de las paredes, sacándole el aire y haciéndolo escupir sangre al caer al suelo. Lucas ante la imponente y aterradora criatura que lentamente se acercaba a él, por primera vez en su vida sintió que el miedo lo invadía por completo, haciéndolo temblar ante lo que sin duda era sería su muerte inminente. Kaito, logrando asemejar una de sus zarpas a una peluda mano con filosas garras, agarro a Lucas por el cuello y lo alzo hasta llegar a la altura de su rostro, volteo por un breve instante a ver a Aoko y con una leve sonrisa canina dibujada en sus fauces, saltó sin pensarlo dos veces por la ventana, sujetándose hábilmente del techo con una de sus garras, para luego subir sin mucho esfuerzo a el, con aquel costal de carne y lagrimas retorciéndose y gimoteando ante su agarre.

— No sabes cuanto me gustaría descuartizarte con mis propias manos ahora mismo —Gruño Kaito apretando cada vez con más fuerza el cuello de Lucas trancándole poco a poco la respiración— pero con esa herida en tú brazo, morirías mucho antes de sentir todo el miedo y desesperación que le causaste a Aoko, por eso se me ocurrió una mejor idea que es perfecta para ti patético intento de ser humano.

Y así, sin perder más el tiempo en palabrerías, Kaito dejo caer sin contemplación alguna a Lucas desde la punta de la torre hacia el suelo, haciéndolo sentir la amarga y desesperante sensación de caer al vacio sin control alguno, con los fríos brazos de la muerte apretándolo con más fuerza con cada centímetro que se acercaba al suelo. El seco sonido del impacto del cuerpo de Lucas contra el suelo y la algarabía tanto en la entrada del castillo con en su interior, le indicaron a Kaito que finalmente la batalla había terminado; dirigió la mirada al tormentoso cielo y con el peso de cada gota de lluvia sobre su rostro, respiro hondo y se armo de valor para volver junto a Aoko, dispuesto a hacer lo correcto y a soportar el juicio en su mirada por lo que había hecho. Sin embargo lo que lo esperaba al volver al interior de la torre, fueron un par de brazos alrededor de su cuello y el delicado cuerpo de la joven impactando contra su pecho llorando como si no hubiera un mañana.

— Por favor —Suplico la joven entre lagrimas aferrándose aun más a su cuello— di… Dime que ya todo acabo… Y que estas bien… Por favor… Por favor.

— Shhh, tranquila. Todo está bien ahora —Susurro arrancándose aquella daga que Lucas le había clavado en el hombro y arrojándola hacía un lado, sin atreverse a tocarla a ella, más de lo que ya lo hacía— ese hombre no volverá jamás y tú no volverás a estar en peligro por mi culpa otra vez.

— ¿A qué te refieres con eso Kaito? —Inquirió en un leve susurro separándose de él, lo suficiente para encararlo a la vez que Shinichi y compañía llegaban a la torre, guiados por Keiko, que también había logrado sobrevivir— No me gusta la manera en la que te estas comportando ¿Qué sucede Kaito? Dímelo por favor.

— Todo este incidente ha hecho que me diera cuenta de un par de cosas. Una de ellas es que, creo que me he enamorado de ti —Confeso deshaciéndose del agarre de Aoko y alejándose un par de pasos de ella a la vez que Ran y Akako la sujetaban por los hombros para que no pudiera acercársele, si se le ocurría intentarlo— Y la otra es que si decido hacerle caso a este sentimiento y te mantengo a mi lado, sin duda terminaras muerta y eso es algo que no sería capaz de soportar —No era fácil lo que iba a hacer ahora, pero sabía que era lo mejor si quería protegerla— Por eso a partir de mañana abandonaras el castillo y regresaras al pueblo con tu padre.

— Pe… Pero eso no es…

Antes de que siquiera pudiera terminar la frase, Shinichi chasqueo sus dedos y al instante Aoko cayo presa de un profundo sueño en los brazos de Ran, quien suavemente la deposito en el suelo para que Akako pudiera tratar la herida de su brazo. Kaito tan solo dejo escapar un fuerte y pesado suspiro al comprobar que esta vez ella si estaba realmente dormida.

— ¿Sabes? No soy como mi madre Kaito —Se quejo Shinichi ante la desconfianza de su amigo, a la vez que le impedía el paso hacía las escaleras junto a Saguru— Ahora dime ¿Estas realmente seguro que es esto lo que quieres?

— Entiendo tus razones, pero una mentira como esa no funcionara con nosotros y lo sabes —Secundo Saguru tan dispuesto a obtener respuestas como el mismo Shinichi— Ni tu mismo te las creído.

— Es obvio que lo que menos quiero es alejarla de mi lado, después de todo lo que ha pasado, pero sí no lo hago lo que siento por ella, se vera reflejado en aquella gema y eso la pondría en peligro —Dijo suspirando pesada y pausadamente— además nada puede iniciar o terminar hasta que no acabe con aquel asunto pendiente, que tengo desde hace muchos más años de los que quisiera contar y el cual planeo zanjar cuanto antes con esos malnacidos y recuperar lo que es mío, así tenga que adentrarme en las mismísimas puertas del infierno para lograrlo.

— Así que finalmente te has decidido ¿No? —Musitó Shinichi al entender a lo que su amigo se refería— Es una apuesta muy arriesgada ¿Sabes? Puede que nos tome meses, un par de años o siglos inclusive. Para nosotros el tiempo no significa, pero ella es humana y cada día tiene su peso en su vida…

— Lo sé —Gruño golpeando furioso la pared, pues ya sabía que aquello era una posibilidad— Pero no es justo que la arrastre conmigo en esto. Ella tiene su vida y debe vivirla como cualquier otro humano —Sentenció tratando de convencerse más así mismo que a Shinichi y a los demás— Ahora, comiencen a preparar todo. Tenemos que partir cuanto antes.

— Será como ordenes Kaito —Asintió en un suspiro Saguru— Solo espero que no te arrepientas luego de esto.


— Dos años después —

Dos años, exactamente dos años habían pasado desde que despertó en aquella cabaña en la que se había criado, con su padre muy preocupado sentado a su lado, velando por ella. Al principio estaba confundida y creía que todo aquello no era más que un sueño o una alucinación causada por aquella herida que Lucas le había hecho, pero con el pasar de los días y la reiterada historia de su rescate, que se había vuelto la noticia y chismorreo principal en todo el pueblo, pues no le quedo más de otra que aceptar que todo aquello era real y en efecto Kaito la había expulsado del castillo para protegerla.

Según la maravillosa historia de su rescate, un grupo de valientes hombres liderados por el hijo prodigo del pueblo Lucas Bertrand partió en su rescate y tras varios meses de ardua búsqueda, finalmente lograron encontrar la morada de la horrenda y monstruosa bestia que la mantenía cautiva en una oscura y húmeda mazmorra, privada de la calidez del sol y de la suave brisa del bosque. Una brutal batalla a muerte dio inicio entre los valientes hombres y aquella bestia junto a su sequito de monstruos, una batalla en la que muchos perdieron la vida a costa de erradicar a esas malévolas criaturas; siendo aquel joven comerciante amigo de la joven Nakamori, el único superviviente y el que finalmente devolvió a su hogar a la que fuere su amiga desde hace muchos años. Se decía que de igual manera aquella bestia logro sobrevivir a duras penas, pero debido a la gravedad de sus heridas, se vio obligada a ocultarse en el bosque y posponer su venganza contra el pueblo… Sin duda una fantástica historia que distaba mucho de la realidad, pero que se vio obligada a aceptar para no causar más alboroto

Tan solo un año después del regreso Aoko, el rumor de que aquella bestia había sido vista merodeando por los alrededores, alarmo a todos los del pueblo y despertó aquella emoción de nuevo en el corazón de la joven, que no podía esperar el momento en el que volviera a encontrarse con ese cabeza hueca de Kaito, para ponerlo en su lugar y para decirle todo aquello que no había podido la última vez que lo vio en aquella torre. Lamentablemente a solo seis meses de que los avistamientos se hicieron presentes, un joven cazador de uno de los gremios del este apareció en el pueblo y se dio a la tarea de cazar a la criatura. Aoko creía que sería imposible para aquel joven de burlona sonrisa y un serio déficit de seriedad, el siquiera hacerle un rasguño a Kaito, cuando ni el mismo Lucas Bertrand había sido capaz de hacerle frente. Sin embargo, contra todo pronostico hace un par de meses, regreso al pueblo con la ropa destrozada y la marca de un gran zarpazo en el pecho, se tambaleaba y era obvio que estaba débil, pero aun así nadie se atrevió a acercarse a él, pues con una cuerda al hombro llevaba a rastras el enorme cuerpo de una criatura nunca antes vista, de enormes colmillos, negro y denso pelaje marcado por varias cicatrices tanto antiguas como recientes.

Aoko casi al suelo de rodillas, llorando desconsoladamente, cuando aquel joven cazador llevo el cuerpo de la criatura hasta ella y con horror, pudo comprobar que en efecto se trataba de Kaito. Ese día una parte de ella murió junto a él y aunque jamás le dijo nada a nadie; ese día también comenzó a despreciar a aquel joven hombre que en un intento por impresionarla, le había arrebatado al único ser, además de su padre que alguna vez había amado en su corta vida, a pesar de que en apariencia se viera como una simple bestia.

Para empeorar las cosas, aquel joven no dejaba de ir a visitarla y de cortejarla a pesar de sus continuos rechazos y lo mal que lo trataba. Inclusive hoy, se había vuelto a aparecer en su casa cuando volvía de la librería y para colmo parecía llevarse muy bien con su padre, demasiado bien para su gusto.

— Estoy comenzando a pensar que el dueño de la posada te echo a la calle —Comento mientras cerraba la puerta de tras de si, fingiendo que no veía como ese malnacido se encontraba sentado a la mesa junto a su padre— Sino no entiendo porque demonios vienes todos los días para mi casa, a menos que te sientas atraído hacia mi padre, lo cual sería muy divertido de ver.

— ¡Auch! Eso en verdad duele Aoko, sabes que por más que el bigote de tu padre tenga estilo, yo solo tengo ojos para ti jejeje —Bromeo arrebatándole una sonora carcajada a Ginzo y sonoro bufido a Aoko— esta vez he venido a invitarte a dar un paseo, solo quisiera charlar un poco contigo si me lo permites.

— Aja y yo naci ayer y las vacas vuelan —Contesto de mala gana dándole la espalda y encaminándose hacia la cocina— no te ofendas, pero no suelo charlar con nadie que no me agrade y creo que ya te he dejado bien claro que tú no me agradas. Ahora si por gracia divina captaste el mensaje ¿Podrías olvidarte de la idea y marcharte de mi casa? Estoy muy ocupada como para perder el tiempo contigo.

— Vamos Aoko no seas tan mala, el chico solo quiere charlar contigo —La reprocho su padre levantándose de la mesa y encaminados hacia la puerta bajo la mirada de los dos jóvenes— ya que ha venido hasta aquí lo menos que puedes hacer es escucharlo, además a este viejo si le esta provocando dar un buen paseo —Musito esbozando una gran sonrisa ante la fulminante mirada de su hija que parecía decirle "Ni se te ocurra salir por esa puerta"— volveré para la cena, así que no se demoren mucho.

Y así sin más ni menos, su padre realmente salió de la cabaña dejándolos completamente solos y a Aoko roja de la rabia y con la idea de devolverle la jugada a su padre con la cena de esta noche. Viéndose sin más opción que soportar a ese molesto sujeto, Aoko decidió ignorarlo y concentrarse por completo en preparar la comida para la cena.

— No sabes cuanto me alegra poder hablar contigo a solas finalmente —Musitó adentrándose en la cocina y apoyándose en el mesón justo al lado de ella. Aoko tan solo respiro hondo agarrando fuertemente el cuchillo y centrándose en picar los vegetales para no clavárselo a ese tarado en el cuello. Aunque ganas no le faltaban de hacerlo— Necesitaba pedirte perdón por lo que hice.

— ¿Cómo? —Definitivamente aquello no se lo esperaba y aunque lo mejor hubiera sido seguir ignorándolo, simplemente no pudo hacerlo en cuanto sus ojos se conectaron con los de aquel joven, quien por primera vez desde que lo había conocido la observaba con una seriedad impropia de él— ¿Por qué te disculpas conmigo?

— Por haberte abandonado aquel día en la torre del castillo y por no haberte dado una explicación —Contesto con seriedad deteniendo cualquier pensamiento racional en la mente de la joven— pero no quería que te vieras arrastrada al peligro por mi egoísmo y aunque en cierto todo lo que dije ese día, tu seguridad era y es mucho más importante…

— Detente —Murmuro con la mirada ensombrecida. Si aquello era una broma, no le hacía gracia.

— Fui a buscar a buscar al malnacido de Gin, para recuperar lo que hace tanto tiempo me habían robado —Continuo encarando a la joven a pesar de que sabía que la estaba presionando más de la cuenta— No fue fácil encontrarlo, pero gracias a Yukiko y a Yusaku fue posible hacerlo en tan solo un par de meses. Peleamos con ellos y tras varios meses finalmente ganamos y…

— ¡Cállate! —Grito al borde del llanto— No sé lo que pretendes con todo esto, ni de donde sacaste todo eso, pero ¡No hables como si fueras él!... ¡Y menos cuando tú maldito bastardo fuiste el que lo asesinó!

— Así que ¿No me crees? —Pregunto sin deshacer aquella mascara de seriedad el joven de alborotados cabellos de color café. Ella tan sólo lo fulmino con la mirada señalándole la puerta para que se marchara de una buena vez de su casa— Entonces, supongo que tendré que hacer que me creas.

Cuando estaba a punto de correrlo a escobazos de su casa, el cuerpo de aquel joven cazador comenzó a cambiar frente a sus ojos, transformándose gradualmente en una enorme bestia de enormes colmillos y de negro y denso pelaje que ella conocía muy bien; allí frente a sus ojos aquel joven se transformo en el mismo Kaito que ella conocía y del que hace poco había visto su cuerpo sin vida siendo arrastrado por un maltrecho joven que quería impresionarla.

Simplemente no podía creerlo, aunque lo estaba viendo. Por su parte la criatura al notar el pequeño estado de shock en el que se encontraba a la joven, metió su enorme zarpa en la bolsa de cuero que ha llevado consigo y saco una hermosa gema de un intenso y brillante color rojo, que resplandecía con cada palpitación del corazón que se encontraba en su interior.

— ¿Me crees ahora? —Gruño volviendo nuevamente a su forma humana, por si acaso Ginzo regresaba antes de tiempo— Esto que ves aquí es "El corazón de Pandora", la gema en la que encerré mi corazón hace ya varios siglos atrás y que tras todo este tiempo una vez más, está en mis manos.

— Te creo, si… Si te creo… Realmente eres Kaito después de todo —Dijo Aoko sin saber como reaccionar al tener nuevamente a Kaito frente a ella y con aquella forma que había abandonado el día que perdió su corazón— ¿Por qué no lo devuelves a su lugar?

— Porque… —Dijo depositando la gema en las manos de la joven— este es el lugar al que pertenece y por eso quiero que tu lo tengas.

— Pe… Pero…

Siendo presa de aquel deseo que lo había estado carcomiendo desde el día en que aquellos ojos lo miraron por primera vez, Kaito la tomo suavemente por el mentón y sin pensarlo más de dos veces la beso; la beso con todo el anhelo y el deseo que sentía, permitiéndose egoístamente disfrutar de aquella suave caricia, que aquellos tentadores y carnosos labios le ofrecían a pesar de no ser correspondido como le hubiera gustado. Fue así que, consciente de que había pasado la línea, se separó a regañadientes de la asombrada y sonrojada joven, que tan solo lo observaba incrédula, tocándose suavemente los labios con los dedos.

— No te preocupes, no haré nada más —Dijo sacándola bruscamente de su ensimismamiento— Solo quería aclarar las cosas contigo, hacerte saber que estoy bien y que todo el espectáculo del gallardo y valiente cazador, solo fue para enterrar de una vez por todas a "La bestia" y para…

Esta vez, fue la joven la que lo interrumpió rodeando su cuello con sus brazos y robándole un beso de la misma manera en la que él lo había hecho hace un momento, tomándolo por sorpresa al notar la repentina alegría de la joven que se encontraba ahora entre sus brazos, sonriendo como lo hacía desde hace dos años, diciéndole con ese simple gesto todo lo que necesitaba saber y lo que tanto había anhelado obtener de ella algún día.

Simplemente aceptación.

— Vaya, vaya, vaya veo que la charla tuvo sus frutos ¿No es así? —Carraspeo Ginzo desde la entrada, llamando la atención de la pareja, quienes se separaron en el acto al notar su presencia— bien dicen que hablando se entiende la gente ¿Todo bien hija?

— Si papá —Contesto sonrojada y con una enorme sonrisa en el rostro— tú tenías razón, solo necesitaba hablar con él para poder entendernos.

— Bien, solo espero que esto no solo sea un capricho y que en verdad dure —Dijo en un suspiro volviendo a su lugar en la mesa, seguido a regañadientes por Kaito.

— Puedes estar tranquilo papá —Musito alegremente Aoko volviendo a preparar la cena— Estoy segura que esto durara tanto como el tiempo lo permita ¿No es así Kaito?

— Si eso es lo que deseas —Respondió observando con seriedad a Ginzo— así será.

— Eso espero, eso espero —Contesto Ginzo, dando por finalizada aquella conversación, asintiendo en señal de aceptación, a la vez que estrechaba la mano de Kaito firmemente sellando aquel pacto silente entre hombres, en el sin que Aoko lo supiera, su padre reconocía a Kaito.

Así dio inicio a lo que sería una relación poco usual, que duraría tanto como el tiempo lo permitiera, a pesar de que el tiempo de vida de Aoko como mortal, no era más que un suspiro para un ser inmortal como lo era Kaito. Lo cual suponía no solo una gran barrera sino una gran prueba para la pareja pues sin importar lo que hicieran al final, una vez más deberían de separarse, cuando la muerte tocara a su puerta para reclamar la vida de la mujer que amaba y si de algo estaba seguro Kaito, era que no pensaba permitir que nada ni nadie volviera a apartarla de su lado.


— Siglo XXI —

Uno a uno los recuerdos de aquella distante época resurgían en su mente, por culpa de aquella película animada que había surgido como una adaptación divertida e infantil de su propia historia y la cual había estado viendo con suma atención en aquella y modesta cafetería en la que ahora se encontraba. Kaito le dio un sorbo más a su café, sin poder evitar reír divertido ante las curiosas representaciones que le habían dado a sus amigos en aquella historia, siendo Saguru un obsesivo y pequeño reloj, Shinichi había pasado a ser un pequeño candelabro, Ran un adorno de un ángel y Akako había siso personificada por una afable tetera, que distaba mucho de parecerse a ella salvo por ese sentido del orden que tenían. A él no le habían cambiado mucho la apariencia, aunque no recordaba haber sido tan malhumorado y Aoko, pues puede decirse que Bella la personificaba bastante bien.

— ¿Se puede saber que te causa tanta gracia Bakaito? —Inquirió su compañera y la icónica protagonista de aquella película infantil.

— Solo es la manera en la que cuentan nuestra historia Ahoko —Musito divertido, señalando la película en el pequeño televisor del local— Es divertido ver como ha cambiado a través de los años, digo mira a Shinichi ¡Es un candelabro!

— Pues yo creo que es más linda así, además no sería infantil si colocaran lo que realmente sucedió, por no decir que supone que todos nosotros fallecimos por aquella época —Aclaro recordando como la primera noche de bodas luego de la recepción y que todos los invitados finalmente se marcharan a sus casas, Yukiko y Yusaku junto a Kaito y todos los sirvientes del castillo, se reunieron a su alrededor y con una seriedad impropia de ellos, le preguntaron seriamente si quería seguir siendo humana o volverse como ellos. La respuesta es obvia— en realidad solo yo, ya tendría que estar muerta.

— El ritual era lo de menos —Murmuro Kaito dando el último sorbo a su taza de café— era el mismo que Yusaku realizo para poder estar con Yukiko, lo que realmente importaba era lo que tú querías en ese momento. Si decías que no, entonces no iba a obligarte.

— Pero dije que sí y dos veces cabe destacar —Musito levantándose de la mesa, tomándolo del brazo y jalándolo hacía fuera— por eso es que estamos aquí ahora.

— Si —Asintió con un amago de sonrisa dibujada en su rostro, dejándose guiar por ella a través de las concurridas calles de aquella pintoresca ciudad.

Casi mil años habían pasado desde entonces y desde que Yusaku escribió su historia, la cual al igual que aquellos fantásticos libros que solían compartir cada tarde en aquel viejo castillo, tanto antes como aun ahora seguía llenando de emoción a los jóvenes que llegaban a conocerla y aprendían con cada hecho como nunca "Nada es lo que parece", que las apariencias engañan y que el tesoro más grande y maravilloso, suele estar donde menos lo esperamos e inclusive puede estar justo frente a nuestros ojos.

Si, realmente muchas cosas habían pasado desde entonces, pero el solo ver a la mujer que tenía ahora a su lado y la hermosa sonrisa dibujada en su rostro; lo hacía creer que todo lo que había vivido, valía la pena solo por este momento y por todos los que seguirían viviendo hasta que el final de los tiempos llegase.

Fin


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Bueno he aquí el final de esta pequeña historia, gracias a todos por leer y por darle una oportunidad.

Espero les haya gustado y bueno, ya nos estaremos viendo en algún otro fic ya sea como lector o como autor.

Hasta entonces cuidense mucho.

Les deseo un feliz año a todos y espero que este nuevo año sea mucho mejor y más prospero que el anterior para todos ustedes.

Att: Logan