- De todas las personas, ¿tu?

Boruto se movió, incomodo, en el sofá de la sala. Todas las palabras de confianza y aliento se habían ido al caño cuando se encontró al Uchiha en la puerta, ¿¡donde estaba Sarada y por qué se tardaba tanto!?

- ¡Es bueno verlo también a usted, sensei ´ttebasa! – Rio, incomodo hasta los huesos, pero Sasuke solo le dirigió una mirada que dejaba bastante en claro que no lo quería en su casa ni en la vida de su hija. Eso no decía su hija anoche, se dijo a si mismo el Uzumaki.

Un silencio se colocó en el salón de la residencia Uchiha. El reloj se movía lentamente, haciendo un molesto ruido de "tic, tac, tic" y el rubio solo deseaba que la tierra lo traga para escupirlo en la habitación de Sarada para irse corriendo al festival.

¡Boruto! – Una voz femenina corto todo momento y una fragancia de flores apareció; Sakura-san estaba al rescate.

El Uzumaki se levantó, con una rapidez que hubiese igualado a su abuelo, y casi corrió a los brazos de la única mujer de allí.

- ¡Buenas noches, Sakura-san ´ttebasa! – Ella le sonrió tan bellamente que lo hizo sonrojar.

- ¡Estás muy guapo! - Dijo Sakura, apretandole un cachete -. Eres una copia de tu padre.

- Uy, si, lo de estupido también es de su padre – Un bajo gruñido se escuchó detrás y Boruto decidió no voltear para saber con qué cara lo recibiría su suegro.

- ¡Mamá! – Otra voz femenina se escurrió de arriba y Sakura dio un saltito, nerviosa.

- ¡Oh, cierto! ¡Tenia que llevarle eso! – Se dibujo una sonrisa nerviosa en su rostro y se dio la vuelta corriendo hacia las escaleras.

No me deje Sakura-san, lloraba internamente Boruto y su llanto aumento cuando sintió una mano, dura como el acero, apretarle el hombro.

El Uzumaki volteo, con el corazón en la boca y descubrió como el Uchiha lo recibió con el Sharingan en uno de sus ojos.

— La quiero en casa temprano, ni un minuto más— El Uchiha le manda miradas fulminantes que podría haber hecho mear a todo Akatsuki— ¿Entendiste? - En vez de sonar como una pregunta sonó más como una amenaza, logrando que el cuerpo de Boruto empezara a sufrir unos cuantos escalofríos que recorrían toda su espina dorsal.

- N-no se preocupe, solo iremos al festival, sensei… - Se excuso el ninja, con un hilo de voz por el miedo que estaba sintiendo ahora mismo.

- Ajam. Eso mismo le dije a los padres de Sakura y ¿sabes que paso? – Sasuke se acerco hasta rozar su espacio personal y le susurro: -. Nueve meses después, apareció Sarada.

¡No es mi culpa que usted sea un pervertido, sensei!

- Yo no estoy jugando Boruto… Si ella no llega a la hora que acordamos… - Se quito el mechón de cabello que tapaba su cara y revelo su otro ojo con el Rinnegan activo. - Yo mismo iré a buscarte y te matare si algo le ha sucedido o peor, si algo le hayas hecho tú. Hazla enojar y te perforare con mi Chidori. Hazla llorar y te meteré en un genjutsu eterno, doloroso, traumatizante y sádico en el que suplicaras en que te mate yo mismo. Tócala de más o, mejor dicho, manoséala y te dejare sin descendencia y tendrás una cita personal con mis puños para matarte, no mis jutsus mortales, no mis armas, ¡TE MATARE CON MIS MANOS! ¡¿Me entendiste!?

- ¡Claro que sí, suegro ´ttebasa! – Dijo rápidamente Boruto, pero se arrepintió al instante cuando un aura de matar apareció en Sasuke.

- No-me-digas-suegro. – Murmuro y entonces se acercó lentamente al rubio.

- ¡Estoy lista! – Sarada y Sakura se aparecieron en escena como una salvación instantánea. Boruto soltó el aire que estaba reteniendo y su suegro estaba de lo más bien, mostrando esa media sonrisa suya. ¡Hace cinco segundos quería asesinarme ´ttebasa!

- Aun así, la vista de Sarada vistiendo ese precioso kimono de color sangre y con flores blancas lo distrajo totalmente. Los colores se le subieron al rostro y ella pestañeo, coqueta.

- ¿Qué tal, Boruto? – La pequeña Uchiha movió delicadamente su cabello negro, dejando un suave olor que embrujo a Boruto que ni el sharingan podría haber hecho.

- Muy bonita nos salió la niña, ¿no? – Se carcajeo Sakura, clavando su codo a un serio Sasuke.

Sarada se acerco al rubio, tomo su mano y camino hacia dirección a la salida. Boruto no impidió nada, es más, estaba atontando por la belleza de la chica que no tenía voz ni fuerza.

- ¡Una foto! – Sakura les saco una foto antes de que los dos adolescentes se marcharan, casi corriendo, del hogar Uchiha. Toda esa escena bajo la mirada triste de Sasuke - ¡Que les vayan bien!

- Es injusto – Se quejo Sasuke con los brazos cruzados, casi como un niño de cinco que le acaban de quitar su dulce favorito.

Sakura soltó una carcajada y le golpeo nuevamente: - Eso te pasa por idiota.

- ¡Se supone que tienes que apoyarme, Sakura! – Le grito el patriarca y ella le lanzo un beso imaginario.

- Si quieres – Se acerco coqueta -, nos intetamos divertir nosotros también, Sa-su-ke-kun – Le clavo un beso en la mejilla y huyo a la habitación, dejando a un colorado Uchiha.

Sasuke tosió, intentando controlar sus pensamientos pervertidos, pero, aun así, no podía quitar la vista de la puerta donde se había ido Sarada y… Boruto.

Maldito hijo del dobe. – Hizo un chasquido con la lengua.

Y se encamino, sonrojado, detrás de Sakura.