Oficialmente este es el último OS del reto "Super big anniversary party" esta vez el OS es un regalo especial para Reyna Isabel Lopez Soto, espero que te guste, y esté a la altura de lo que tu deseabas. Pido una disculpa por haberlo entregado hasta ahora, pero hubo un montón de complicaciones que no me dejaron tenerlo antes. El tema se supone que es secreto, así que a quienes leen, no les puedo decir de qué trata. Pero Reyna, tú ya sabes, y ojala lo disfrutes.

Advertencias: Lenguaje vulgar ocasional y posible OoC.

Sin más que decir, les dejo que lean.

Los personajes no me pertenecen son de Hiro Mashima , y este fic Participa en el evento: "Super big aniversary party" del grupo en facebook: Gruvia en Fanfiction

.

.

.


.

.

WHEN YOUR LUCK CHANGES

.

.

.

Gray solía tener mala suerte. Sobretodo en las navidades. Este desatino parecía acrecentarse, como esas bolas de nieve rodando en un pendiente y haciéndose cada vez más grandes, en la víspera de nochebuena y durante nochebuena. No le gustaba pensar en ello –pero lo hacía– pero la navidad había pasado de ser una alegre celebración a un acontecimiento cada vez más repudiado.

Él estaba acostumbrado a la nieve. En su pueblo natal siempre nevaba, salvo en verano, que la nieve se extinguía pero dejaba tras de sí un halo de frío y misterio. Porque su antiguo hogar parecía ser preso de un hechizo de hielo. El caso era, que él estaba acostumbrado a la nieve, por eso las bolitas blancas que caían del cielo habían perdido su encanto.

Por eso y porque, en visiones que eran reales, en pesadillas que no podía apagar, la nieve –blanca, pura– siempre terminaba manchada de rojo, contaminada de sangre.

En las navidades de Gray nevaba. Y la nieve era desgracia. La desgracia de perder a sus seres amados.

O la desgracia de perder su dignidad, como le había pasado la navidad anterior.

Gray reprimía las ganas de congelarse a sí mismo, o simplemente vivir eternamente con una bolsa de cartón sobre su cabeza, cada que recordaba las barbaridades que Erza les había obligado a cometer, a él y a varios de sus compañeros.

Aún no superaba el trauma de haber visto a Gajeel desnudo. O haber visto a Natsu dándole una nalgada a Gajeel. Y lo que era peor, aún no podía lidiar con el hecho de que precisamente ella hubiera tenido que salir a comprar semidesnuda a la calle, y a toda la jauría de perros hambrientos que le seguían con la mirada.

Definitivamente las navidades no eran buenas. No para él.

En esta ocasión la reunión era en el gremio. Todos juntos, sin excepciones. El gremio estaba todo adornado con motivos navideños. Ristras de colores se enredaban en los pilares del gremio, y caían como cascada de las vigas del techo. Había un árbol navideño justo al lado de las escaleras, con esferas de colores y moños dorados. Y en la barra del gremio coronas de heno verde y listones rojos. Mirajane estaba del otro lado, con una jarra de acero en la mano, tal vez vino, cerveza o simple jugo de uva.

Gray tomo asiento en la barra, a lado de Macao y Wakaba, enfrascados en una conversación sobre su juventud y magia. Gray les lanzo una sonrisa torcida, cuando lo miraron un momento, y ellos entendieron que no quería ser partícipe en la charla.

Se hundió en el banco, uniendo las manos en la superficie de madera. Mirando fijamente las uñas de sus dedos, las medias lunas que se formaban en los bordes, y también como los signos del nerviosismo iban plasmados en las irregularidades de esas uñas. Cortas, pero mordidas.

— ¿Aburrido, hielito? —Gray levantó los ojos con pesadez. Aún no eran ni las diez de la noche y ya se sentía con sueño, topándose con la sonrisa infantil de Natsu.

— ¿Dónde está Happy? —fue en cambio lo que respondió él, reparando en la ausencia del exceed junto al Dragneel.

Natsu enarcó las cejas, mientras sonreía más como un gato que como un dragón. Su nariz respingo un poco y Gray quiso apartarse.

— Happy está en una cita —Natsu parecía orgulloso; Gray estupefacto.

— ¿Realmente Charle aceptó salir con él? —Gray tenía la sensación de estar diciendo incoherencias. Y que Natsu le observara como si fuera su versión Edolas no era de mucha ayuda.

— Suena raro que tú pronuncies esa oración —escupió el pelirosa.

— No más raro de lo que sonaría contigo.

Natsu y Gray permanecieron sentados en la mesa, diciéndose un par de insultos, alternados con propuestas para peleas y viejas anécdotas, hasta que nuevas voces inundaron el gremio. Conocidas todas.

Gray miro por encima del hombro a la peliazul que terminaba de cruzar el umbral de la puerta, ella pareció sentirle pues de inmediato sus ojos chocaron con los de él. Ella sonrió y levanto efusivamente la mano, saludándole en la distancia. Gray casi oía su voz, su nombre con honoríficos y sentimientos, sentimientos que él aún no terminaba de aceptar.

Porque era peligroso hacerlo.

Juvia soltó una risotada, y para Gray no fue raro sorprenderse asimismo siguiendo el movimiento de su cabello, o la forma en que su garganta se tensaba y soltaba el sonido. El ceño de Juvia se arrugaba levemente, sus mejillas se arrebolaban. Y todo ella era luminiscencia y armonía

— La vas a desgastar de tanto mirarla —escuchó a su lado, y recordó que Natsu seguía ahí.

Gray se volvió hacia él, su rostro ocultando la vergüenza y perplejidad.

— No tengo idea de lo que hablas.

— De que tu asunto nudista difícilmente se pega con sólo el poder de la concentración.

Y prosiguió a devorar el pedazo de carne que tenía delante; Gray se bebió de un trago todo lo el contenido que tenía su tarro.

— ¡Chelia! —el chillido casi reventó los tímpanos a Gray.

Un escalofrío le recorrió la columna a continuación, y comprobó una vez más que la navidad no era su aliada. Sintió que le palmeaban el hombro, y una risa escurridiza por parte de Natsu.

— Cuanto tiempo, Gray.

No era como si no le diera gusto ver a su antiguo condiscípulo. No era como si le desagradaran la sonrisa perfecta y los modos galantes, y tampoco era como si le preocupara que su presencia ahí fuera con más fines que sólo una visita de cortesía.

La cosa era que si le molestaba, si le desagradaban y si le preocupaba.

— Lyon —siseó, sus dientes casi rechinando— ¿Qué haces aquí?

— Feliz navidad para ti también, Gray.

— Aún no es navidad —recordó el Fullbuster. En el rostro de Lyon apareció un gesto socarrón y de magnificencia, Gray supo que era porque sus ojos grises se habían desviado hacía la silueta femenina vestida de negro más allá de ellos.

— En serio, Lyon ¿Qué hacen aquí? —porque el Vastia no venía solo, traía consigo a varios miembros de Lamia Scale.

Por un momento Gray sintió una punzada de culpa. Era cierto que una parte de si rechazaba a Lyon –esa parte errática, impulsiva y posesiva- pero también era cierto que no todo era renuencia. Se alegraba de que estuviera ahí y de que estuviera bien.

— Cheria insistía en venir a Fairy Tail a desear una feliz navidad —explico el albino, tranquilamente.

— ¿De modo que viniste hasta acá sólo por un deseo de Cheria?

— ¡Por Dios, no! —Lyon hizo una mueca ante el claro tono sarcástico en la voz de Gray— Vine porque después de todo eres mi hermano, y le tengo aprecio a Fairy Tail —y eso lo dijo especialmente lento.

Era suficiente para saber a lo que se refería, suficiente para que a Gray se le olvidara el sentimiento de culpa.

— Ya veo —masculló— No eres tan desinteresado, después de todo.

— Nadie es desinteresado, Gray, y de todas formas no es como si hubiera venido a otra cosa que no fuera a saludar.

Lyon le lanzo esa mirada amistosa, verdaderas, y Gray se metió el vaso a la boca aunque ya no tuviera líquido. Sintió el vidrio frio, quemándole los labios, y el sabor añejado de las uvas aún impregnado en el recipiente, pero ya extinto. Si lo pensaba mejor, Lyon ya había hecho eso antes. Antes de Juvia, antes de que él se enamorara de ella y lo declarara abiertamente.

— ¿Recuerdas nuestra primer navidad juntos? —dijo, e hizo una pausa, reflexivo— Nada parecido a esto, aunque en aquel entonces también teníamos rencillas.

Gray mordisqueo el vidrio, pensó que pasaría si llegara a romperlo y se tragara un pedazo ¿Moriría desangrado? ¿Sería capaz de congelarlo antes de que le rebanara la garganta desde el interior?

— Siguen siendo bajo los mismos motivos —su voz atorada entre el tarro y sus labios.

— No todos —refutó Lyon, y su rostro se giró mínimamente hacía él, sus labios casi curvados en lo que casi era una sonrisa. Su mirada suavizada.

— Debo ir al baño —los ojos grises de Gray de repente eran como el acero, sus cejas en un rictus plano y duro. Se puso de pie y caminó rumbo a los sanitarios.

Lyon se limitó a quedar sentado, moviendo la cabeza de un lado a otro y preguntándose hasta cuando Gray dejaría de huir.

Lo primero que lo recibió al salir fue el estruendo de las voces de algunos de sus compañeros, que se había arremolinado en el mismo punto como si fuera el punto seguro en una catástrofe. Gray avanzó, afilando la mirada bajo en la incógnita.

El primero en detectar su presencia fue Reedus, que de inmediato guardó lo que estaba pintando. Para Gray era claro que se sintió intimidado.

— ¿Qué pasa? —inquirió, y Reedus negó torpemente con la cabeza.

— ¡No es justo! —Gray dio media vuelta detectando los lloriqueos a su izquierda, justo donde estaba la muchedumbre.

Era Cheria, abrazada a Wendy como si fuera su tabla de salvación, o su paño de lágrimas. La God Slayer levantó los ojos, inundados en lágrimas, encarando a Gray, pero no enojada, sino más bien con empatía, como si él entendiera la indignación que parecía estar sintiendo a ella. Wendy siguió el hilo de los ojos de la Blendy, sus ojos parecieron canicas solidas cuando se encontraron con Gray.

— G-Gray-san... —balbuceó.

— ¿Dónde esta Lyon? —Cheria no contesto, escondió el rostro en el hombro de Wendy y volvió a su llanto— Wendy…—pero la DS no contestó.

Gray le miró fijamente, luego al círculo y su barullo inentendible, y luego nuevamente a ella.

— ¡Gray-san no vaya! —grito Wendy, adivinando las intenciones del alquimista de hielo, y Gray desobedeció totalmente el consejo.

Se abrió paso a empujones y codazos entre los demás magos, topándose con más de un rostro eufórico y sonrojado, con algunos que parecieron palidecer cuando le vieron, y otros que se hicieron a un lado mirándole con cierta…pena.

Escucho la voz de Gajeel. La voz furibunda de Gajeel, y la mención de un claro "Juvia" en esa voz.

A Gray se le aceleró el corazón, más por un mal presentimiento que por emoción.

De un último esfuerzo él llegó al final, pasando a través de la última línea, rozando ropajes y perfumes. Y entonces sintió que le golpeaban el rostro con una cuchilla, y que las piernas se le entumian, el estómago le dio un vuelco y de pronto lo sintió vació.

El tacto de una mano en su brazo lo trajo a la realidad. Miro un poco y ahí estaba Lisanna, un gesto de preocupación en su rostro. Ella levantó la mano, con el dedo índice elevado, señalando hacía el techo.

Gray siguió la misma dirección que ella llevaba, encontrándose con unas hojitas verdes colgando del techo. Casi ocultas, pero exuberantes como una traición.

— ¿Qué...?

— Es muérdago —aclaró Lisanna, adelantándose a la pregunta de Gray, su voz casi temblando.

Los labios de Gray se abrieron y cerraron casi al mismo tiempo.

— No me jodan —murmuró.

— Si lo quitas ahora va a remediarse —agregó ella, sus ojos parecían suplicantes.

Gray comprendió que ella no se refería a quitar el muérdago; Lisanna que tratándose de lo que se trataba, no era necesario rogar.

.

.

.

— Juvia no quiere hacer esto —Juvia siguió echándose para atrás. A pesar de que le dijeron que era la costumbre, que no podía negarse.

Erza la veía con un gesto de ensoñación y un sonrojo, y al mismo tiempo una mueca dramática, como si algún sueño se le estuviera yendo al caño.

— ¡Mi pareja no se hará realidad! —exclamó de pronto la Scarlet, parecía apesadumbrada— ¡Perdóname, Juvia, soy una pésima compañera!

Juvia la ignoro titánicamente, porque tenía algo más de lo que ocuparse.

— D-de verdad…J-Juvia no quiere besar a nadie que no sea Gray-sama.

— ¡A la mierda, ahora mismo voy a arrancar esa basura y asunto arreglado! —bramo Gajeel, colérico por razones que nadie sabía pero consideraban un acto de solidaridad con la maga elemental.

Lo extraño era ver a Natsu de acuerdo con el DS de hierro, diciendo algo como "¡Yo te ayudo a quemarlas!". Parecía totalmente renuente a dejar que pasara lo que tenía que pasar en esos casos.

— ¡Por favor, Mira-san pare esto! —suplicó Juvia, pero Mirajane le dedico a ella, a Gajeel y a Natsu una mirada tan apabullante que los mandó a callar.

Incluso Lyon, que estaba gustoso de hacer su trabajo, se sintió obligado por Mirajane a seguir adelante.

— Juvia-chan, no es como si me desagradara la idea, porque realmente me encantaría hacerlo —y Juvia ladeo la cabeza con los labios semiabiertos. Lyon apretó los labios, y Juvia supo que se estaba disculpando.

Juvia noto las manos de él sobre sus brazos, manos de mago de hielo, manos de creaciones y figuras vivientes. Se atraganto con la sensación de Lyon acercándose, y el sentimiento de estar cometiendo un delito.

— Juvia no quiere…—musito, con Lyon casi rozando su boca contra la suya. Juvia sentía que pisaba en falso, que caía por un hueco sin fondo sin haberse dado cuenta, del mismo modo en que había terminado cayendo en ese sitio junto al albino.

Si ella hubiera sabido que él la había arribado justo debajo del tan famoso muérdago, nunca se hubiera quedado ahí. Y quería con todas sus fuerzas enojarse con Lyon –y una parte de ella ya lo había hecho– pero sabía que ni siquiera él sabía eso.

— A mi… —el aliento de él le golpeó el rostro—…me hubiera encantado…que fuera diferente… —y entonces Juvia comprendió que Lyon iba a hacerlo. Ella miró hacía el piso cuando sintió la caricia.

Labios amables, tiernos, que se detuvieron en su mejilla –casi cerca de la comisura de sus labios– abiertos, y permanecieron ahí un rato.

Luego Juvia sintió que viento frío le rozó el cuello y alboroto su cabello. Y antes de que Lyon fuera empujado por una sombra, noto que él le sonreía con simpatía y complicidad. Los ojos de la maga elemental parecieron azul sólido cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando.

— ¡Aléjate de ella, desgraciado! —rugió Gray, luego de haber lanzado una ráfaga de hielo inservible a Lyon. Gray optó después, por empujarlo él mismo— ¡¿Sólo vine a saludar?! —dijo, enojado e imitando la voz del Vastia, que lo miraba desde el suelo— ¡Eres un cabrón!

— ¡Gray-sama por favor no…!

— ¡Tú quédate donde estás! —ordenó Gray, cortando de tajo lo que Juvia iba a decirle, mirándole con acerados ojos grises. Juvia se paralizo.

— No tienes que hablarle así, Gray —espeto Lyon, poniéndose de pie con parsimonia— Si estas celoso tienes que decirlo.

Una sonrisa fiera le surcó el rostro a Gray, y Lyon afilo la mirada.

— ¿Celos? —comenzó el pelinegro— Si no estuviera seguro de lo que siente, tal vez tendría celos. Pero ese no es el caso.

Y con rapidez alargó el brazo, tirando de Juvia hacía él, pegándole con tanta premura a su cuerpo, que ella no tuvo tiempo de parpadear, ni de sorprenderse, porque para ese momento, Gray ya la estaba besando.

Sus labios le tomaron con tanta vehemencia, que Juvia sintió que se estaba ahogando. Pero esta vez no había huecos, ni pisos movedizos. Sólo él y ella en una explosión de fuegos artificiales. Las manos de Gray viajaron veloces hasta la cintura de ella, abrazándola por la espalda, sin despegar sus labios de los de ella, doblándole sólo un poco hacia atrás, su vientre pegado al de ella, y el cabello de Juvia flotando en ondas perfectas en el vació.

A su alrededor no había nadie, pero las personas que estaban ahí permanecían estupefactas. A excepción de Lyon, que parecía más contento que dolido, más aliviado que decepcionado. Él suspiró, antes de darse caminar hacia la salida del gremio.

Gray se separó de Juvia, y arrastrándola hacia adelante por la misma fuerza del beso. Ella le miró –boca roja semiabierta, su pecho subiendo y bajando mientras volvía a llenarse de oxigeno– aun incrédula, y él se relamió los labios ante la escena de ella indefensa entre sus brazos.

Había sido intenso y pasional. Pero le encantaba.

Se enderezo, tomándola con cuidado de la cintura, mirándola con cierta preocupación, pero Juvia parecía en trance. Sus azules ojos le miraban atónitos, pero con una luz aún más especial y brillante de la que ya tenían.

Gray posó una mano sobre la tersa mejilla de ella. Juvia pareció volver de su bruma, encontrándose con una sonrisa en los labios de Gray. Los labios de Gray. Ella se sonrojo, y a él se le ensanchó el gesto en la boca.

— Eso fue para borrar el otro —Juvia entrecerró ligeramente los ojos, e iba a preguntar, pero el pulgar de Gray sobre sus labios se lo evitó— Y este, por estar tú y yo bajo el muérdago.

A Juvia no se le aceleró el corazón, su espalda no se tensó, ni le dolió el pecho cuando la mano de Gray le acarició suavemente la mejilla y luego descendió a su mentón, cerrándose un poco más ahí, hasta acercarse a ella y besarla.

Labios amables y cálidos. Un beso sin prisas, sin exigencias más que la de dar lo que ya se tenía. Y como si fuera un hecho cotidiano y emocionante, ella alargó los brazos, enredándolos tras la nuca de él, abriendo la boca lentamente.

Después escucharon un chillido alegre y algunos vítores, pero no vieron que el rostro de Erza adquirió el mismo color que el de su cabello, ni los brinquitos de felicidad de Mirajane junto a las celebraciones de Lisanna, ni que Gajeel refunfuñaba con una sonrisa en la boca, ni mucho menos la expresión de niño travieso en un alegre Natsu.

.

.

Tardaron unas horas antes de que se menguara la vergüenza de Gray, y para fortuna de Juvia, cuando dieron las doce y las campanas de la catedral Kardia comenzaron a sonar, y los abrazos y buenos deseos recorrieron el gremio, ella seguía siendo la novia de Gray Fullbuster.

Afortunadamente, porque Juvia se sintió por todo ese tiempo durante un sueño. En algún hilarante y precioso efecto de las bebidas mágicas de Mira. Pero Juvia descubrió que era real. Tan real como la escena de la que formaba parte ahora.

Sus manos estaban sobre el barandal en la terraza del gremio, y Gray estaba tras ella, envolviéndola entre sus brazos. El cielo raso se extendía encima de ellos, relleno de perlas parpadeantes. Y por debajo, las luces de una Magnolia despierta.

— No puedo creer que lo hiciera —dijo él, su rostro estaba escondido en el hueco entre el cuello y hombro de Juvia, y su voz salió amortiguada, pero Juvia lo entendió perfectamente.

— Gray-sama… —los dedos de ella le acariciaron la nuca, enredándose en sus cabellos— Juvia…necesita decirle que… —se aclaró la garganta, y Gray levanto mínimamente la cara, comenzando a preocuparse.

Era oficialmente navidad, y las cosas no podían ir tan bien, pensó.

— Lyon-sama realmente… —Juvia hizo una pausa, porque había sentido que la respiración pausada de él se había acelerado— Él no beso a Juvia —dejo salir por fin, y Gray despegó totalmente el rostro de ella— Y cuando Gray-sama beso a Juvia por segunda vez, Gray-sama y Juvia ya no estaban bajo el muérdago.

Juvia emitió un gritito cuando Gray la giró de frente a él.

— ¿Qué? —le pregunto, y Juvia se hundió en sí misma— ¿Entonces…?

— Lyon-sama no se atrevió a besar a Juvia porque, después de todo, Lyon-sama sabe que Juvia sólo ama a Gray-sama, y Gray-sama es importante para Lyon-sama.

Ella le habló bondadosa, como si quisiera limpiar la suciedad que hubiera caído sobre la imagen de Lyon. Gray trago saliva, y luego le sonrió. Su mano ascendió, y noto que Juvia cerraba los ojos, no como si esperara alguna reacción negativa, sino más bien con adoración y anhelo.

Descansó su mano sobre el pómulo de ella, antes de sumergir su izquierda entre el océano de su cabello.

— Entiendo —musitó, y acerco su rostro al de Juvia.

Hasta ellos llegaba el eco de la música en el interior del gremio, los murmullos de las copas de los árboles y el olor fresco de la madrugada. Por primera vez en mucho tiempo, Gray sintió que la sensación del viento cambiaba. Que se volvía ligero, como si se sacudiera una gruesa capa de amargura de encima y luego de mucho tiempo.

— Feliz navidad, Gray-sama —susurro Juvia, rozando sus labios.

— Feliz navidad, Juvia —y mientras la besaba, Gray comprendió que finalmente su suerte cambiaba.

A partir de ese punto podía ver con otros ojos a la navidad.

.


.

.

¿Qué tal? ¿Les gusto? ¿Fue muy empalagoso? ¿Muy OoC?
Es la primera vez que escribo Gruvion (o algo parecido a) creo, y la verdad, el tema navideño (me encanta la navidad *fangirlea*) no es algo de lo que suelo escribir, pero aún así, Reyna, espero que esto sea de tu agrado, y aunque ya estamos en 2016, espero que tu navidad 2015 haya sido hermosa *le manda abrazos*

Aprovecho también para agradecer a todas las que siguieron mis OS a lo largo del reto. Darles las gracias por sus reviews, sus favoritos y follows. Significan mucho para mi, de verdad *corazones*. Y como punto final: Esto termina, pero otra historia continua. Ya que he finalizado el reto, podre actualizar Dark Star.

Siendo todo, me despido.

Y de nuevo muchas gracias.

¡Besos y abrazos!

ammipime