Espspero que les guste. Es el primer fic que hago en esta categoria.

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No sabia con exactitud donde me encontraba. Mi cuerpo se hallaba suspendido en el aire, siendo sostenido por unos grilletes en mis brazos. Las piernas apenas si las podía sentir por estas estar abiertas —amarradas— a tal punto que mi cuerpo parecía una estrella. O al menos eso sentía.

Además, las articulaciones las sentía adormecidas y un raro calambre en las piernas. Como cuando estas se duermen e intentas ponerte de pie para no poder soportar el terrible dolor en la planta de ellos. Donde te tienes que quedar de pie, o como estás, sentado, acostado etc, calmado y esperando a que se te pase.

Intenté enfocar mi vista, siendo intentos vanos cuando me percaté que mis ojos estaban tapados por una... venda, no veo nada y mis sentidos estaban algo dormidos. No sabia lo que pasaba y un miedo me invadió al oír unas pisadas dirigiéndose a mi.

Me mantuve rígido con la boca abierta. Mi respiración estaba acelerada y no sabia porqué. Pasé saliva, sintiendo como me quemaba el esófago al pasar. Los pasos se detuvieron quedando en frente de mi.

— Para tener cinco años tienes un buen cuerpo — Comentó con burla una voz ronca. Jadeé al sentir algo, creo que una fusta, darme en el muslo derecho. — Y tu voz es hermosa.

— D-Déjeme ir — pedí en un ruego. Una risa estruendosa ese hombre soltó. Mantuve mis ganas de llorar y gritar. Me sentía imponente y débil. Mis músculos quemaban al movimiento y mi entrada dolía cuando algo se internó en ella de golpe. — ¡N-No!

Me removí, queriendo liberarme de esa dolorosa sensación. Apenas pasados los segundos eso se empezó a mover. Dedos, eran dos dedos. Abrí mis ojos —innecesariamente— sorprendido. Los movía cual tijera al cortar —cerrando y abriendo— y me dolían mucho.

Mas pisadas pude oír a través de mis gemidos. Mordí mis labios intentando acallarlos. Ahogue un terrible grito de dolor cuando algo, mas grande, se adentró en mi trasero. No supe que era hasta sentir como la pelvis de ese odioso hombre pegó contra mi espalda. Su, su su...

Quise gritar un basta pero algo en mi boca lo impidió. Su sabor era insípido y de una forma algo acilindrada. De una forma algo gruesa y... Oh, Dios... Quise escupir cuando ese hombre empezó a mover su cadera contra mi boca.

No sabia de cuando a acá esas cadenas que me mantenían preso habían bajado hasta poder dejar mi cabeza a la altura de su pelvis. dejándome, prácticamente, acostado con mi culo en pompa.

Quise morder para que sacara esa asquerosidad de mí pero me gané una abofeteada de su parte. Su miembro me causaba ahorcadas y el dolor en mi garganta aumentó cuando la punta de este tocaba mi campanilla.

— Si vuelves a intentarlo, date por muerto, niño — me amenazó, entre jadeos. Agarró mis cabellos y empujó más adentro su polla en mi boca causándome arcadas.

El dolor en mis caderas se intensificó. Mis nachas me dolían mucho, con cada seis embestidas —no sé ni porque las cuento— me pegaba una nalgada bien fuerte. Allí ya empezaba a arder y podía jurar que ese lugar se había colorado.

Algo salado llegaba a mi paladar. Era totalmente desagradable y no podía escupirlo. Jadeos salían de mis labios al luchar por un poco de oxigeno.

No supe cuanto tiempo estuve allí. Hasta que...

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— Joven amo... — una voz aterciopelada llegó a mis oídos. Abrí mis ojos con pesadez y enfoqué mi vista en mi mayordomo —. Buenos días, joven amo.

— ¿Sebastian?

Hay no... de nuevo esa pesadilla, no. Cuando eso pasó solo era un crío y a pesar de que varios tipos me violaron repetidas veces, yo nunca lo demostré y seguí comportándome como si nada hubiera pasado ante mis padres. Nunca les dije nada y yo... por las noches hay veces en que sueño con ello.

A veces me pongo a llorar de rabia al recordar eso y lo peor de todo es que nunca supe quienes fueron los que me hicieron eso para poder vengarme.

— Buenos días, joven amo.

— ... — no respondí y él no dijo nada. Ya se había acostumbrado a mi trato al parecer.

— Aquí traje su desayuno.

— Umh —. Con desgano empecé a comer y me preparé para empezar mi día.

Mi cuerpo hay veces que reacciona violentamente ante los toques cariñosos a mi cuerpo de una persona. Recuerdos de ese día invaden mi mente y yo los aparto. Escalofríos. Eso es lo que me da al sentir como agarran mis hombros o mis brazos.

Pero con Sebastian es diferente y solo siento una paz cuando me desviste y me baña. Una calidez en las partes que sus finas manos tocan cuando me enjabona y enjuaga. Nunca he encontrado la razón y creo que... me quedaré con la duda.