Tobio no entendía.

No se llevaba demasiado bien con Hinata, porque era un imbécil y hablaba mucho, bueno, pero al final de todo, siempre tuvo claro que ése era su alma gemela. Se suponía que algún día se iban a llevar bien, y todo iba a ser muchísimo mejor.

Ese día en su partido, cuando lo conoció, no le gustó para nada el hecho de que ese idiota fuera su alma gemela, pero lo bueno era que tenía una.

Había conocido a su alma gemela.

Y los veía.

Todos los colores, por todas partes, brillando, todos diferentes y únicos.

El naranja era su color preferido. No era que tuviera nada que ver con que el cabello del otro era naranja, para nada, pero era un color muy brillante y llamativo. Y le gustaba.

Estaba bien.

De alguna manera, desde ese día, Tobio se sintió más tranquilo. Sabiendo que había alguien en el mundo destinado a ser feliz con él, que no tenía porqué estar sólo.

"No...todavía no la encontré", había dicho Hinata, cuando le preguntaron sobre su alma gemela.

Así de simple.

Y el mundo de Kageyama estaba destrozado.

Sucedía, a veces. Tobio había leído una vez en internet que había casos especiales, bastante raros, en el que una persona podía encontrar a su alma gemela, pero el otro podía no sentir lo mismo, podía no corresponderlo.

No había nada a lo que le temía más, y ahora se había cumplido.

Bueno, por supuesto que iba a ser así. Quizás era mejor, no estar destinado a nadie. O más bien, estar destinado a alguien, y que esa persona no te quiera.

Para él, por lo menos.

Quizás estaba destinado a la nada. Al final de todo, no era culpa de Hinata. Si no podía ver los colores, no podía verlos, y fin de la historia. No podía forzarlo a ver nada.

No podía forzarlo a quererlo.


Meses después, Hinata seguía siendo un imbécil.

Seguía siendo bastante malo en el volley -aunque Tobio sabía que era mentira, y que el otro era bastante bueno-, y seguía siendo inevitablemente ruidoso.

Probablemente la mejor decisión que podría haber tomado el día en que se dio cuenta de que Hinata y él no estaban destinados a estar juntos hubiera sido alejarse. Ignorarlo, no hablarle, o algo así, pero era obvio que por alguna razón el pelirrojo era su alma gemela.

Al final, Shouyou y él terminaron siendo amigos.

Bueno...amigos, o al menos eso creía. No sabía si estaba bien decir que era su amigo. ¿Cuándo puede uno decir que otro es su amigo?

Y cada día que pasaba, Kageyama lo quería más.

Cada día que pasaba, Tobio sentía más aquello del alma gemela. Era como si no pudiese evitar querer a Hinata. Quería tomarle de la mano, quería abrazarlo, quería decirle que lo quería.

Quería decirle.

Lo pensó, un día, mientras estaban acostados en su cama con Shouyou jugando videojuegos. ¿Qué pasaría si se lo dijera? Probablemente lo encontraría asqueroso, que un compañero suyo lo viera todo este tiempo como su alma gemela. Le diría que estaba equivocado, que se alejara.

No quería eso.

Hinata nunca hablaba de su alma gemela, tampoco. Lo único que Tobio sabía era que aún no la había encontrado. Seguramente terminaría siendo una chica bonita, con cabello lacio y una sonrisa linda.

Ugh.

Cuando Yachi se presentó como nueva manager, Kageyama estaba aterrorizado. Era bajita, rubia, con el cabello largo, y Hinata se llevaba bien con ella.

No podía ser.

Era imposible.

Quería llevarse bien con ella, realmente quería, pero cada vez que la veía y pensaba en Shouyou, sentía un dolor en el pecho que no podía ser otra cosa que ese amor no correspondido que llevaba.

Y dolía muchísimo.

Sabía que estaba más distante, más callado de lo normal, y también sabía que el pelirrojo se daba cuenta de eso.

Así que, cuando estaban volviendo de práctica, Shouyou con su bicicleta a mano, y él caminando a su lado, el más bajito tomó aire y le preguntó.

—Hey, ¿qué pasa?

Tobio ni siquiera volteó, decidiendo por evadir la pregunta lo más posible.

—Nada.

—Mentiroso.

El otro sólo frunció el ceño, pero Hinata ni siquiera se inmutó, y al saber que no iba a sacar nada de esa conversación, volvió a quedarse en silencio.

No tenía que haberlo dicho.

No tenía que hablar del tema.

No tenía que-

—¿La conociste?—preguntó Tobio, antes de poder detenerse a si mismo, y sin hacer contacto visual—a tu alma gemela.

Shouyou parecía confundido, por un momento, y se quedó pensando en qué contestar.

—...Sí. ¿Por qué preguntas?

Kageyama no respondió. No podía.

Si decía una palabra, o emitía alguna respuesta, lo más probable era que terminara en llanto. Y no quería eso, menos que nada en frente de Hinata.

Se daría cuenta.

Se daría cuenta, y se iría.

"Eso es asqueroso", diría.

—¿Kageyama?—preguntó el pelirrojo, ladeando la cabeza para mirarlo—¿qué pasa?

El otro frunció el ceño, dejando de caminar, y sintió los ojos llenándose de lágrimas. No podía llorar. Intentaba respirar hondo, pero era bastante difícil con el nudo en la garganta que sentía.

—¿Kageyama?

Hubo un minuto de silencio, y Tobio pensó que Hinata realmente lo dejaría en paz, pero al sentir las lágrimas corriendole por las mejillas, supo que no tenía otra opción que decirle la verdad. Frunció el ceño, frustrado con el pelirrojo, con la situación, y consigo mismo.

Shouyou estaba estático.

No tenía idea de qué decir, de qué le pasaba a Kageyama.

Bueno...a menos que-

—¿Tú la conociste?—murmuró el pelirrojo, lo suficientemente alto como para que el otro chico lo oyera, notando como su voz comenzaba a temblar ligeramente—a tu alma gemela.

Soy yo, Kageyama. Somos almas gemelas.

¿Te importa?

¿Estás enojado?

¿Me odias por eso?

—Eres tú—respondió Tobio, limpiándose las lágrimas con la manga del sweater—en el partido donde estaba en Kitagawa Daiichi. Sé que no soy tu alma gemela, pero eres la mía. Los vi. Los colores, pero-

—Lo sé.

Hubo unos segundos de silencio, en los que el de cabello negro intentaba comprender la respuesta del pelirrojo, pero no dijo nada.

—¡Yo también los vi, en el partido!—chilló Hinata, impresionado porque oh Dios mío ésto está pasando—¡Siempre dije que no porque al principio te odiaba y, uh, y entonces no te odié más pero pensé que había sido un error porque nunca dijiste nada sobre el tema!. Así que yo...sólo, um, pensé que no me correspondías.

—Oh.

Wow.

Shouyou frunció el ceño.

—¡¿Eso es todo lo que vas a decir?!

Kageyama se acercó, rodeando al más bajito con sus brazos, en un abrazo más fuerte de lo necesario.

Y comenzó a llorar.

Porque no estaba equivocado.

No estaba sólo.

Estaba destinado a alguien, a Shouyou, a su alma gemela.

—Pensé que no estaba destinado a nadie—murmuró el de cabellos negros, llorando, con el rostro entre el cuello y hombro de Hinata. No era la posición más cómoda del mundo, siendo más alto que éste, pero se sentía en casa—pensé que no los habías visto.

El otro sintió cierto dolor en el corazón, sabiendo que había causado eso en Tobio, pero simplemente correspondió el abrazo, apretándolo fuerte, y lo dejó llorar hasta calmarse.

Cuando volvieron a caminar, sus manos estaban entrelazadas.


Ésto no necesita un capítulo 4, creo que está bien así. Muuuchas gracias por leer, y por los comentarios. ¡Felices fiestas!