Como esta en la descripción, cada capitulo es un romance diferente. Hay con chicos y chicas, así que obviamente habrá relación homosexual. También es necesario informar que probablemente, para no spoilearsen, deben haber llegado hasta el quinto libro de los instrumentos mortales. El mundo en el que se desarrolla es en el mundo de las sombras, y básicamente lo que trato de contar es la antigua relación que hay entre Magnus y su fiel compañera de despecho: La comida China.
Los personajes no son mios, son de Cassandra Clare
1791- Ecuador
Era la quinta vez que Ragnor mandaba un sirviente suyo a la mansión de Magnus para exigirle que le quitara el olor a guano de su ropa.
Magnus no entendía a su verde amigo, ya había pasado un mes desde su incidente en Perú, y Magnus ya se había disculpado bastante, pero ahí estaba el, siendo interrumpido por su mucama. Con un suspiro dejo sobre una mesilla su libro escrito a mano que había estado leyendo y salió de sus aposentos para dirigirse al recibidor de su mansión
-otra vez tu- dijo al ver sentado a su visita. Un hombre vestido con una camisa de cuello alto y medias malla. Magnus odiaba esas medias, el prefería implantarle su propio estilo a la moda de la época
-lamento molestarle de nuevo señor Bane- Magnus bufo mientras se sentaba. Había oído tantas veces esa frase que ya estaba harto- pero mi amo, el señor Ragnor, me envía para decirle que…-
-Sí, lo sé- Replico él de mal genio- lamento el olor y blablá bla. Pero ¿Sabes qué? Todo sería tan sencillo si le dijeras a tu amo que cambiara su guardarropa. Ya ha pasado un mes desde ese incidente y el sigue queriendo sacarle el olor sus prendas-
- con gusto le pasare ese mensaje- contesto el sirviente- pero ahora es necesario que usted escuche el suyo- el hombre levanto una de sus manos donde tenía un amarillo pergamino, y empezó a leer lo que había escrito allí
Señor Bane: no es necesario presentarme, ya usted sabrá quien soy. Y es preciso que sepa que esta misiva no es para pedirle de nuevo me ayude a limpiar la consecuencia de nuestros actos, los cuales, aclaro, son prácticamente solo suyos. Pero como dije anteriormente no es por eso que le escribo. Mis palabras son para informarle, como usted comprenderá, que no contara conmigo para algún futuro viaje, ya que como los dos sabemos, la mayoría de sus ideas terminan siendo una catástrofe. Así pues, para dar mayor peso a mis palabras le informo que me mudare de ecuador para irme a pasar unos días en la china. Le agradecería no buscarme, ya que lo que me espera allá son negocios, y usted bien sabe, en este trabajo la competencia es mucha.
Le agradezco su atención y amabilidad por estos años, añadiendo un último mensaje a mi carta: Magnus, sabes que todo lo escrito aquí es pura basura. Me voy a la china, no me escribas, yo lo hare. Nunca olvidare lo que me hiciste en Perú, y en algunos años nos volveremos a ver.
Ragnor Fell- duque del oriente de Ecuador
El sirviente se veía ligeramente avergonzado después de haber leído la carta de su señor, y Magnus solo pudo suspirar. Catarina estaba en los Alpes, y ahora Ragnor se iba a china lo que lo dejaba a él como brujo inmortal solitario. Magnus odiaba la soledad.
-Gracias señor…- Magnus no recordaba el nombre de aquel sujeto, y poco le importaba. El sirviente le recordó su apellido y con una reverencia salió del salón. Cinco segundos después su nombre ya había sido olvidado de nuevo.
-¡Catwen!- Llamo Magnus desde el salón. Minutos después su mucama apareció corriendo por la puerta
-Mande usted señor- Dijo con una Cortez reverencia
-Prepara el caballo y mi abrigo. Voy a salir- La mujer corrió a cumplir las órdenes mientras Magnus pensaba en lo aburrida de su vida. Sus amigos inmortales, los únicos con los que podría tener una vida igualitaria, se habían ido. Ahora estaba el solo, y lo único que podía hacer era salir y tratar de distraerse un rato para ignorar su soledad.
Treinta minutos después Magnus amarraba su caballo a un árbol en la entrada de un parque. El brujo se acomodó su abrigo piel con brocados de rojo brillante y negro y empezó a caminar por el parque. En él había un árbol donde una planta enredadera se enroscaba alrededor de un tronco, y esta planta tenía unas preciosas flores naranja. Ya estaba atardeciendo y el frio empezó a hacerse insoportable, pero Magnus no quería irse. Se quedó de pie a una distancia prudente observando las flores naranjas, y como estas cambiaban de color con los colores del atardecer. Fue entonces cuando escucho una risa nerviosa. Inmediatamente giro la cabeza hacia el lugar de donde había provenido el sonido y se encontró con otro tronco ligeramente lejos, pero detrás de él había lo que debía de ser un vestido de dama amarillo con rosa pastel. Magnus se extrañó, seguramente había imaginado esa risa, así que se giró y siguió viendo la flor naranja.
Pero ahí estaba otra vez: esa suave y nerviosa risa. Magnus se giró y pudo obtener un vistazo de lo que debió ser mechones de cabello dorado rizado. El sonrió, ahora estaba más que seguro de que la mujer que estuviera escondida lo estaba observando. Caminó un poco hasta llegar al árbol de la enredadera y tomo de este una delicada flor naranja. La olio ligeramente y empezó a caminar hacia el árbol de la mujer. Cuando lo giro se encontró a una muchacha mirándolo y riéndose nerviosamente. Tenía un cabello rizado y tan dorado como el oro recogido dentro de un sombrero de dama, aunque algunos mechones se escapaban de este. Su piel era blanca y tenía unos grandes ojos azules claro tan brillantes que si no fuera por la sonrisa en sus labios, Magnus pensaría que estaba llorando. El sombrero, al igual que su vestido, era de un suave rosa pastel adornado con bordados de flores amarillas y algunos encajes en cuello y mangas. Complementando su ropa con unos guantes de seda blancos en cada una de sus manos.
-¿Sería un atrevimiento de mi parte entregarle esta flor a tan hermosa dama?- pregunto Magnus usando su mejor voz de caballero. Sin embargo, la muchacha no contesto, solo se rio de nuevo y estiro una mano enguantada para recibir el detalle
-Ahora ¿Sería otro atrevimiento anhelar saber el nombre de la hermosa dama?- Ella sonrió aún más, y después de oler suavemente la flor miro a Magnus divertida
-No es ningún atrevimiento señor- respondió audaz- Pero antes, anhelo saber el suyo- Magnus sonrió, adoraba decir su nombre en aquel país y en aquella época
-Soy lord Magnus Bane, duque del occidente de Ecuador-Respondió con una reverencia
-Y yo soy Canelia Boren, hija de la duquesa de ecuador del sur- Ella estiro una mano que Magnus cortésmente beso sobre la seda. Y al levantar la mirada y volverse a encontrar con esos brillantes ojos azules, supo que ya no estaría solo.
Un año después Magnus esperaba con ansias la visita de Canelia. No había recibido noticias de Ragnor o Catarina, y la verdad ya no le importaba. Ahora tenía a la mejor mujer del mundo, tierna y cariñosa, divertida y atractiva. Magnus suspiraba por ella cada vez que la recordaba. Lo cual era muy seguido, Canelia iba a su mansión cada semana, y platicaban y reían juntos. Realmente Magnus sabía que nunca encontraría a alguien como ella.
Se levantó de su sala y avanzo hasta el piano tocando levemente las teclas, llenando el silencio con el dulce sonido del instrumento. Canelia adoraba tocar el piano, y Magnus adoraba verla. Sabía que lo que estaba desarrollando por ella era una fuerte obsesión, pero no le importaba. Se sentía tan bien que podría obsesionarse de por vida, igual sabía que sería feliz.
En ese momento sintió movimiento en su espalda y se giró para encontrase a su mucama detrás de él.
-¿Ya llego la señorita Boren?- pregunto ansioso
-No señor, no ha llegado- Dijo ella- venía a preguntarle si se le antojaba te- Magnus rechazo la oferta y siguió caminando sobre su alfombra. Realmente era una pena, ya estaba anocheciendo y era muy probable que Canelia ya no viniera y se perdiera del exquisito conjunto que Magnus se había puesto.
Al día siguiente Magnus se vistió como nunca (en su opinión) y después de sentirse más que satisfecho de sí mismo se fue al recibidor a esperar si Canelia iría. Pero no apareció en todo el día. Ahora Magnus estaba más que preocupado. Canelia nunca lo dejaba plantado. ¿Y si algo malo le había ocurrido? Nadie le informaría a él.
Al día siguiente ya estaba entrando la tarde y no había señales de la muchacha. Magnus desesperado mando preparar su caballo y cabalgo hasta la mansión de los duques del sur
-¿A quién necesita señor?- Pregunto el sirviente que salió a recibirlo
-Deseo ver a la señorita Boren- Dijo el bajando del caballo y pasando al sirviente para llegar a la mansión a grandes zancadas. Necesitaba comprobar el bienestar de Canelia
-¡Pero señor espere!- Gritó el sirviente y segundos después estaba frente a Magnus obstaculizándole el paso- No puede pasar, no he avisado…-
-No tiene que avisar nada- Corto el brujo- Le aseguro que puedo pasar. Ahora, caballero, hágase a un lado- Magnus lo giro y siguió decidido hacia la mansión
-¡Pero no está permitido recibir visitas hoy!- Volvió a gritar
- No soy cualquier visita- respondió sin girarse mientras seguía caminando, ya solo faltaba subir la infinidad de escaleras que llevaban a la mansión, y Magnus empezó a correrlas de dos en dos
-¡Pero todos estamos muy ocupados con los preparativos de la boda!- "boda" cuando Magnus escucho esa palabra se quedó de piedra en mitad de la escalera. No, no podía ser, Canelia no podía casarse. Ellos llevaban un año viéndose, era imposible que en un día ella estuviera prometida, debía de ser alguien más. "Ella no puede ser" se decía a si mismo mientras algo extraño empezaba a crecer en su pecho. Primero pensó que podría ser ira, pero no lo era. Era algo peor que eso, era como si estuviera lleno de vacío.
-Señor- Dijo el sirviente, quien ahora estaba justo a su espalda- Si quiere puede venir en una semana cuando la boda se haya llevado…- pero Magnus no lo dejo terminar. Ahora corría más que antes para terminar las escaleras y llegar a la mansión. Debía comprobarle a esa horrible cosa que creía en su pecho que estaba equivocada.
Al fin llego a la puerta y con el pomo entre sus dedos se detuvo y conto sus respiraciones. Debía calmarse, no era de un caballero llegar jadeando a una casa decente. Cuando estuvo bastante seguro que cumplía las normas de decoro abrió la puerta y la volvió a cerrar en las narices del sirviente gritón que lo perseguía.
Adentro casi pudo escuchar como su corazón se rompía, como si fuera un trozo de vidrio. Frente a el había un inmenso cuadro en el que había un caballero bastante atractivo sentado en un gran sillón, y parada junto a él estaba Canelia, solo que ambos estaban tomados de la mano. En aquella época eso era demasiado significativo.
Magnus sintió como las lágrimas empezaron a llenar sus ojos, y tuvo que parpadear para dejarlas salir y poder enfocar como Canelia aparecía por la puerta al final del corredor
-¡Señor Bane!- Dijo asustada llegando hasta el- ¿Cómo entro aquí?- "¡Qué demonios le importaba como entre!" se dijo Magnus y se giró a verla. Canelia se detuvo en seco al verle las lágrimas en sus ojos. Entonces giro y vio lo que Magnus había visto. Se detalló en el cuadro y volvió a mirarlo
-Señor Bane, debe entender que…-
-¿Cuándo pensaba decirme?- Cortó Magnus ignorando las nomas de decoro que exigían nunca interrumpir a una dama
- Sé que ahora tiene muchas preguntas, pero le agradeceré si regresa a su mansión y espera mi carta explicándole…-
-¿Cuándo se prometieron?-de nuevo cortó insistiendo
-¡De acuerdo! – Dijo ella- Estoy prometida con él desde hace tres años ¿Contento?- Magnus dio un grito ahogado no dando crédito a lo que oía- Me prometieron a él. Mis padres me obligaron. Pero Magnus…- dijo ella acercándose más- le juro que yo no quería. No quise aceptarlo. Yo quiero quedarme a su lado- Magnus dio un paso alejándose
-¿Por qué no me lo dijo? –Pregunto él. Ella lo miro un momento y después miro al suelo
-Mis padres me prometieron a él hace tres años, pero me lo dijeron a mi hace apenas uno. Al principio estaba tan despechada por mi boda arreglada que salí al parque a pensar. Fue cuando lo conocí a usted. Para mí, señor Bane, usted solo era un episodio que tener antes de entregarme a otro hombre. Pero las cosas cambiaron, y pensé que talvez encontraría algún modo de evitar la boda para quedarme con usted. Por eso no dije nada-
-Un episodio- Repitió Magnus dolido
-Solo al principio- Volvió a aclarar ella- Pero las cosas cambiaron. Ya se lo dije, esperaba evitar mí…-
-Y no pudo- Volvió a cortar el- Se casara ¿Verdad?- Ella asintió en silencio, y otra lágrima rodó por la mejilla de Magnus
-Bueno- Dijo él retrocediendo más- Pues felicidades por su boda. Y espero haber sido un interesante episodio como para que haya valido la pena los viajes que hacia hasta el occidente-
-No diga eso- Replico ella- Sabe que es una gran persona. Y lamento haberlo dejado plantado, pero mi prometido y yo teníamos asuntos que atender-
-Yo lamento haberlos interrumpido- Dijo el- Y lamento, sobre todo, siquiera haber venido- Y con eso salió de la mansión ignorando en la escalera al sirviente que le exigía una disculpa por haberlo dejado por fuera, y luego se reía de él al haberle advertido que no entrara.
Ignorando totalmente su concejo, Magnus vendió todas sus cosas en Ecuador y se fue a la China a localizar a su amigo Ragnor .Gracias a su magia no fue difícil hacerlo, aunque Ragnor no lucia precisamente feliz. El brujo verde había comprado una modesta casa hecha de papel a las afueras de Shangai. Magnus había abierto un portal a medio kilómetro del lugar, y cuando se acercó a tocar la blanca puerta solo llevaba lo que tenía puesto y un tosco maletín de dinero. A unos cuantos golpes al fin Ragnor abrió
-De acuerdo- Dijo el recostándose contra el marco de madera- ¿Qué demonios haces tú aquí? ¿No te llego mi mensaje?-
-¿Eres tan cruel como para echar a un amigo con el corazón roto?- Pregunto Magnus con un nudo en la garganta
-Sabes que no hago caridad- Repuso agrio Ragnor- Y no soy ni tu psicóloga, ni tu mejor amiga. Así que de todos modos no te serviría de nada-
-Ahora solo necesito compañía- Dijo Magnus a media voz- No quiero estar solo en estos momentos- espero pacientemente. Después de unos segundos el gruñido de fastidio de su amigo fue claramente audible
-¿Sabes?- Decía mientras se apartaba de la puerta para que Magnus pudiera pasar- Deberían darme un premio por ser tan buen amigo. Como yo pocos se encuentran-
Media hora después Magnus estaba sentado en un suelo de madera brillante mientras miraba desolado un imperfecto en la madera
-¡Oh!, ya párate de ahí- Decía Ragnor- La vida sigue Magnus, y más para nosotros- se acercó a él y se arrodillo a su lado- Amigo ¡nos faltan un montón de años por vivir! No lo arruines todo deprimiéndote al primer corazón roto-
-¿Alguna vez te han roto el corazón?- Pregunto Magnus sin levantar la mirada
-No- Dijo Ragnor sin dudar mientras volvía a ponerse de pie- Antes prefiero romperlo yo. Ahora ¿Quieres algo de comer?- Magnus respondió de mala gana mientras se quedó pensando en las palabras de su verde amigo "antes prefiero romperlo yo" y mientras estaba en eso varios segundos después un plato de arroz chino fue deslizado hasta quedar justo frente a el
-¿Arroz chino?- Pregunto levantando la mirada y encontrando a Ragnor frente a él con un plato igual y comiendo como si nunca antes en su vida lo hubiera hecho
-Estamos en la china ¿Qué más querías comer? ¿Una baguette francesa?– Magnus dándole la razón tomo el plato y lo levanto. Dejo que el vapor de la caliente comida volara alrededor de su rostro y se colaba en su nariz mientras formulaba una idea. Y después de tomar los palillos chinos y tomar un poco del arroz, Magnus Bane tomo una decisión: Nadie nunca más le rompería el corazón. Antes de eso, él lo haría primero.