Disclaimer: Digimon, Sora y Tai no me pertenecen. No hago esto con fines lucrativos, a pesar de que Toei y Bandai con la merchandising de Digimon y los juegos de PS4 me tienen en la quiebra.


Capítulo 13: Las horas pasan, tú te duermes, yo me voy

Narra Sora

- Sora yo… - Corrió a abrazarme, yo solo atiné a corresponder su abrazo. Llevaba más de un día evitándolo y claramente lo extrañaba. En su rostro se notaba la preocupación, la tristeza.

-Tai no quiero que te vayas- Fue lo único que atiné a decir, aferrada a sus hombros.

-Yo tampoco quiero irme – Dijo de forma automática Tai.

-Pero… - Bajé la mirada antes de volver a hablar – Ambos sabemos que ninguno puede dejar las oportunidades que se nos acaban de dar.

-¿Sora entonces? Tú también eres una nueva oportunidad, tú has sido mi oportunidad. ¿Tú sabes hace cuanto yo no me permitía amar de nuevo? ¿Sabes cuánto trabajo me costó volver a entregarle mi corazón a alguien? ¿Confiar en otra persona? Tai hablaba rápido, serio y sin despegar sus ojos de los míos - Sora, a mí también me engañaron, tú no… - lo interrumpí.

-Tai yo… - Él nunca me había contado nada, y yo nunca me había detenido a preguntarle nada sobre su anterior vida amorosa.

-Sí Sora, todo lo que hice por ti en un principio partió desde la empatía. Mi antigua novia, con la cual terminé hace cerca de dos años y desde entonces había permanecido solo, me engañó con un amigo. Fue mucho el tiempo que utilicé para sanarme, para entender un montón de razones, motivos y demases – él apoyaba cada una de sus manos en mis hombros sin percatarse de la presión que a momentos me ejercía. Me miraba con dolor y yo nuevamente me preguntaba porque nunca había indagado en la vida amorosa de Tai – Sora todo fue… - Lo interrumpí.

- Tai, ¿Por qué nunca me habías contado nada? – Sentía que mi mirada se había vuelto más cálida de un momento a otro.

- ¿Recuerdas cuando te acompañé a buscar tus cosas a tú antiguo departamento? – Yo solo asentí – Quería que fueras parte de un nuevo capítulo en mi vida. Quizás, fuiste el inicio de un nuevo libro. – Rió de forma amarga para luego mirar al piso. Recordaba esas palabras, yo se las había dicho cuando le pedí me esperase en el vehículo mientras subía a buscar mis cosas.

- Tai… - Le dije para que volviera su mirada a mí. Lo cual conseguí de inmediato - ¿Crees que estemos destinados a estar juntos? ¿Crees que tal vez éramos alguien pasajero en la vida del otro para hacernos saber que podíamos volver a amar? Tai… ¿Qué es lo correcto? Dejar nuestros trabajos claramente no lo es, porque es por lo que luchamos y porque como adultos sería irresponsable dejarlos pero… ¿puede haber un nosotros? – Ambos teníamos la mirada brillosa. Tai no respondía, y no lo culpaba. Yo solo tenía las preguntas, no las respuestas y estaba segura, de que él sentía exactamente lo mismo.

Apoyó su frente con la mía, comenzó a bajar de a poco sus manos hasta llegar a mi cintura y rodearla. Me sentía pequeña, nuevamente recordé que Tai me sacaba casi una cabeza de altura, pero esta vez no me sentía desprotegida, sino que todo lo contrario. Apoyé mi cabeza en su hombro y aspiré de su perfume. Comenzó a acariciar mi cabello y sonreí. De pronto, pegó un suspiro fuerte, y comenzó a hablar.

-¿Sabes Sora? No tengo una respuesta a ninguna de tus preguntas, pero si tengo certeza de ciertas cosas. Sí, sí creo que estemos destinados a estar juntos, de la misma forma que creo ninguno debe dar pie atrás a sus sueños, y con esto me refiero a nuestros trabajos. Yo tuve que dejar mucho para estar donde estoy, y tú… - Me sonrió- Tú amor, tú tuviste que sufrir mucho, perder mucho para darte cuenta de qué querías y de cuanto podías, sin la ayuda de nadie más. Sora – Dijo despegándose de mí y nuevamente apoyando sus manos sobre mis hombros, tú perdiste mucho tiempo con tú ex y yo también. Un año… Un año Sora no es nada.- Terminó lo dicho con una sonrisa ladeada. Sin embargo, dijo todo sacando valor de donde yo no tenía y pensaba que él tampoco, sin embargo, me había equivocado. El me mostraba seguridad, la cual claramente yo no tenía y di a conocer con mi siguiente frase.

- Pero Tai, ¿y si pasa algo? – El miedo en mi voz se palpaba, era evidente.

- ¿Si pasa algo cómo qué Sora? ¿Qué te vuelvas a enamorar? - Dijo mirando directo a mis ojos. Yo solo reí irónicamente. Yo sabía que no me volvería a enamorar, no pronto, no sabiendo de Tai, no en menos de un año.

- ¿Y qué hay de ti? Dije despacio. Él respondió al instante.

- Sora, me conozco. Se me va a hacer fácil esperarte, porque eres mi meta fija, eres el motivo por el cual empezar todo de nuevo, por el que decidí comenzar todo de nuevo. Gracias por ser mi oportunidad, porque me dejaste amarte y me has hecho olvidar y superar un tumulto de problemas. Yo te voy a esperar, te lo prometo. – No me había fijado, pero una de sus manos había bajado hasta una de las mías, hasta la que tenía el anillo que días antes me había dado. De a poco la elevó, hasta quedar a la altura de nuestros rostros – Que esto sea una promesa – Dijo mirando el anillo y luego a mí. Vas a ser la mejor diseñadora Sora, te lo aseguro – Dijo sonriendo a medida que con su otra mano acomodaba un mechón de mi cabello tras mi oreja – Te aseguraras de ser la mejor, de llegar a donde ni siquiera esperabas, y yo te estaré esperando, orgulloso de todo lo que lograste, porque podrás volver a Japón, podrás volver sin amarras porque lo que comenzaste acá podrás continuarlo donde sea – Yo ya había comenzado a llorar, no quitaba la vista del corazón que estaba al centro de la pequeña argolla y luego lo besé, de forma tranquila, sintiendo cada movimiento, cada lagrima que llegaba a la comisura de nuestros labios.

- Te prometo que seré la mejor solo si prometes esperarme Yagami – Dije sonriéndole, él merecía alguna sonrisa, por muy pocas ganas que tenía de sonreír, porque casi no tenía motivos, no sentía tenerlos en ese momento.

- Más que prometido. Y perdóname por irme – dijo bajando su rostro, enfocándose en nuestras manos, las cuales estaban entrelazadas.

- No no Tai, yo tenía más que sabido que volverías, que te quedaba poco acá. Eso es lo que más me pesa, que yo sabía que estabas pronto a volver a Japón, solo que nunca imaginé que tu Jefe se dedicara a hacer todo tu trámite, no sé, o sea bueno, tú entiendes – Él Dio un par de pasos atrás para apoyarse en mi mesa de trabajo soltando el agarré de nuestras manos. Bastó ese gesto para sentirme vacía de un momento a otro.

- Sora tranquila, yo tampoco tenía certeza de nada. Ahora, recién, tengo la certeza de que me quedan dos semanas acá – Dijo esto generando una mueca extraña en sus labios. Hubo un silencio, ninguno sabía bien que decir. Hasta que yo decidí romperlo.

-¿Podemos aprovechar estas dos semanas? – Dije con la voz entrecortada mientras miraba al piso y estaba con ambas manos en mis bolsillos, mostrando una sonrisa claramente dolida. Él me miraba con ternura, y pena. Subí mi vista y sequé mis lágrimas, tratando de mostrarme mejor. Tai trató de articular una sonrisa, escueta, pero lo hizo. Se incorporó y también limpió su rostro, para luego pasar sus manos por su cabello, tratando de acomodarlo.

- Claro que sí. De igual forma estaré más en casa, porque debo ordenar, entregar el departamento, ver lo de mi equipaje y todo eso. Te puedo ayudar a ver algo también. ¿Te parece si vamos a casa? Te puedo preparar algo para comer, de hecho, quiero comer contigo, te extrañé– dijo al momento en que miraba mi bolsa con comida y se acercaba a mí. No quise decirle que ya había encontrado algo para quedarme, y ante su última frase sentí miedo. Si ambos en un día ya nos habíamos extrañado… Una parte de mí decía que no aguantaríamos el año, el amor a distancia nunca es buena idea, pero lo intentaríamos, yo lo intentaría. Solo me limité a asentir. Quería ir a casa, el taller se me hizo poco acogedor de un momento a otro. Ya me veía ahí día y noche, sería mi refugio en tanto volviera a estar sola y por ahora, iba a disipar eso lo más posible. Ya tendría tiempo de sobra para estar sin Tai y refugiarme en esas tres piezas.

Él tomó mis cosas, incluso mi cartera, luego me cogió de la mano y yo con la otra libre cargué la bolsa de comida, él rio, contagiándome. Acto seguido salimos de ahí. Ni idea de la hora que era. Ya había anochecido y circulaba poca gente. Hacía un poco de frío y ambos caminábamos cabizbajos, cada quien sumergido en sus propios pensamientos, sin embargo, los silencios no siempre eran incomodos. Muchas veces, como está por ejemplo, decían mucho más de lo que ambos con palabras podíamos expresar: cada quien iba ensimismado en sus trabajos, sus quehaceres y su nueva vida, sin el otro.

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Llegaron cerca de las 23:30 al departamento. Tai abrió la puerta haciendo ademan para que la chica entrara. Estaba todo oscuro, sin embargo, las cortinas habían quedado abiertas y las luces de la ciudad llamaron la atención de ella, haciendo que esta caminara en dirección al ventanal que daba con la ciudad.

Tai miraba cada movimiento de esta, reparando en su silueta, la cual encajaba a la perfección con el ambiente, los colores, la situación. Ella abrió el ventanal, pasando al balcón y dejando que el viento la abrazase. Se apoyó en el barandal y lo miró. Tai colgó las llaves y dio paso lento, hasta llegar a ella. Por su cabeza pasaron mil y una cosas en el solo minuto que tardó en llegar hasta el lugar y sentirse embriagado por el viento y el perfume de la chica. Estaba realmente enamorado de ella, no veía su vida sin ella porque a ella la veía en todo: en sus sueños, en sus mañanas, en sus noches, en sus almuerzos, en su felicidad.

Llegó hasta ella y posó sus manos en su cintura. Ella, a su vez, posó una de sus manos en su cuello y con la otra contorneaba suavemente el rostro de él. Tai cerró sus ojos, dejando que su novia examinara cada una de sus facciones con la yema de sus dedos. Por un momento detuvo su exploración, él siguía con los ojos cerrados. De pronto una risita de Sora, tierna, dulce, contagiosa lo sacó de sus pensamientos. Sintió el peso leve del cuerpo de ella sobre la mano que estaba en su cuello, aún con la sonrisa en sus labios sintió como de a poco la chica se ponía de puntitas tratando de alcanzar su altura, aun reía, y su aliento daba de frente contra sus labios.

-Te amo Sora- Susurró a milímetro de sus labios. Ella se deslizó hasta el lóbulo de su oreja, depositando tiernos besos antes, para luego susurrarle - Pero yo te amo más, Taichi - y volver al frente de sus labios. Sopló, haciendo que Tai saliera de su ensimismamiento abriendo sus ojos de golpe, encontrándose con una sonriente Sora. Él hizo más fuerte el agarre a la cintura de la chica y ella entrelazo sus propias manos tras el cuello de él.

En ese instante el mundo eran ellos dos, mantuvieron la postura que habían adquirido y estaban al compas de una música imaginaria, solo guiados por la conexión de sus miradas. Tai de a poco fue rompiendo distancia, hasta llegar a sus labios, sora a medida que él profundizaba el beso subía sus manos, buscaba la cabellera del chico, buscaba aferrarse a él, a momentos sentía el pesar en el pecho de lo que vendría y más buscaba sostenerse de su novio. Intentó ahogar un sollozo, pero no pudo, fue totalmente audible para Tai. Luego de eso la tomó entre sus brazos y la cargó hasta la habitación que compartían.

Llegaron hasta la habitación, Tai dejó a Sora con sumo cuidado sobre la cama. Él mismo se quitó la ropa que cubría la parte superior de su cuerpo y se dirigió a la ventana: iba a correr las cortinas, pues buscaba dar a la habitación el mismo efecto que había en el comedor. Sora siguió cada paso del chico, aprovechando de ver su trabajado cuerpo. Él no tardó más de dos minutos en su acción, sin embargo, ese tiempo bastó para que ella le diera mil vueltas al asunto, sintiera nuevamente su pecho doler y llamar al vacío. Ya tenía una idea de lo que sería estar sin él.

Esa noche hicieron el amor, se dijeron cuanto se amaban entre risas y entre lágrimas, porque sí, ella lloró, él logro contenerse, pero sabiendo que en el vuelo de regreso a Japón liberaría esas lágrimas que ahí no quiso soltar.

A ella la venció el sueño al amanecer. Él por su parte no durmió. Acaricio su cabello hasta las 7 de la madrugada, para estar hasta las 8 recorriendo su espalda. A las 9 cerró sus ojos para concentrarse en su aroma y a las 10 solo la abrazó para sentir su calor hasta que esta despertara, cerca de las 11, con los ojos un poco hinchados, la nariz colorada y diciéndole a su novio que tenía hambre. Él se levantó, ella lo esperó, él regresó con una bandeja con los dulces que ella había comprado la tarde anterior y café recién preparado para ambos. Él no tenía apetito, todo lo contrario a ella, quien parecía comer por dos.

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Así pasaron las siguientes mañanas, pues las tardes estaban acompañadas por películas, trámites, trabajo por parte de la chica y la compañía por parte de él. Utilizaron algunas tardes para trasladar las cosas del departamento de Taichi al que sería de Sora de ahí a mínimo un año más. A Tai el departamento que había escogido la chica le pareció acogedor, un poco apartado y frío, pero sabría que la chica le daría su toque y no tardaría en hacerlo suyo.

Ella no sabía si conservar las cosas que eran de Tai, pues le recordaría más de lo que quería a él. Los sillones tenían su aroma, su cama, todo tenía parte de él, de ellos. Tai le insistió en que las conservara para que no gastara dinero de forma innecesaria, pues todo estaba en perfecto estado y con poco uso, ya que él solo llegaba en las noches al departamento.

Las siguientes noches también tuvieron su particular transcurrir: a ella la vencía el sueño y a él la luz del sol, pues, durante esas noches Taichi la contemplaba hasta que ya no daba más. Se quedaba mirándola como si esas horas las pudiese guardar para utilizarlas cuando ella ya no estuviese a su lado. Así pasó ese medio mes, hasta que llegó la mañana en la cual él tendría que partir.

- ¿Tai, que hora es? – Preguntó ella aún abrazada a él, con voz ronca, aún adormilada.

-Son las 10:47 –Dijo él sin ánimos. No había dormido absolutamente nada. Ese día fue más fuerte que el sol de la mañana y logró permanecer despierto. Ya tendría tiempo de sobra sin ella para dormir y quería aprovechar esos momentos a su lado, consciente de que la tenía ahí. Su vuelo salía a las 15:30 de la tarde.

Sus últimas horas en Estados Unidos, sus últimas horas junto a ella. Sus maletas estaban al lado del closet y le hicieron burla toda la noche. Cerró los ojos esperando la hora no avanzase, esperando le llamaran del trabajo pidiéndole que se quedara, esperando llamaran a Sora y… ella le habló.

-Amor, ¿Vamos a tomar desayuno juntos? – le sacó de sus pensamientos. La colorina tenía húmedos los ojos, más una sonrisa que pedía por favor no hablar del tema que tenían más que asumido hasta cerca de las 15 horas. El solo asintió, con una sonrisa sumamente falsa, un dolor en el pecho y una inapetencia que prometía seguir tanto como sus ganas de quedarse junto a ella.


Juro por Tai y por Sora que traté de alargar mucho este capítulo. De hecho, hay una hoja entera de Word solo con alargue, pero no dio para más, tenía que quedar hasta ahí. Pero ya empecé el siguiente y va pa' largo, por lo menos harto más que este.

Sí, Tai se va y Sora se queda, ambos prometen seguir con su relación a distancia pero no crean que todo será miel sobre hojuelas entre ellos. Las relaciones a distancia son complejas y más tomando en cuenta que están en continentes diferentes, con mucha carga laboral y con algo más, que ya he dejado entre ver jiji.

El siguiente capítulo ya lo empecé, y no falta mucho para que acabe el fic. He canalizado mi sufrimiento por la falta de tiempo para la tesis, mis inexistentes vacaciones y que no alcancé entrada para el concierto de BTS escribiendo otro fic. Va' pa' libro eso sí xD. Yo había escrito una precuela en mi bio sobre el hace un año, pero en diciembre recién lo empecé y ya llevo casi 80 hojas de Word (Sí, es Taiora también xDDD).

Ya, no lateo más por ahora. Ojalá recibir un par de reviews o algo boni para subir mi ánimo jaja (no ando sad, pero admito soné penosa xd) necesito más Taiora en el mundo para dejar de sufrir un poco. Cariños y abrazos, que tengan linda semana y… PERDÓNENME EL TITULO! Juro que lo odie, pero estuve muchísimo tiempo pensando algo mejor, y no surgió nada :'(

Los y las quiero!