Parte 2

Las palabras atrevidas no eran el fuerte de Rin, pero la situación que la había atrapado, estar en el coche de Sesshomaru, sobre sus piernas, él acariciando la porción de piel que se dejaba ver de sus muslos, era como una dosis de éxtasis que fue inyectada directamente a su cerebro, derrumbando todas las inhibiciones, todas las normas que ella y los demás habían impuesto a su vida.

Él estaba asombrado, impactado por el actuar de ella, la veía siempre tan sumisa, cabizbaja, aceptando lo que los demás mandaban, ahora descubría que se trataba de otra depredadora, era como él. No supo describir si aquello era malo o beneficioso para su elaborado plan de seducción.

El gran Sesshomaru era alguien dominante, posesivo y celoso, era controlador en todos los aspectos que abarcaban su vida, nadie había desequilibrado los cimientos de su mente antes, en ese momento, se debatía sobre que decidir. Perderse ese hermoso y escultural cuerpo bajo el suyo o dejar que ella tomara las riendas de la situación.

Rin vio las dudas en los ojos dorados, no quería dejarlo ir, deseaba tanto este momento, y deseaba más lo que podría suceder después.

Tomo las manos masculinas entre las suyas, pequeñas en comparación con las manos de él.

Beso los nudillos y entre beso empezó a hablar.

-No hay otro modo de que pueda suceder algo entre los dos-beso.- ¿Sabes lo que sucede cuando un maestro del sexo se enfrenta a una maestra del sexo?-pronuncio las palabras como si de verdad quisiese saberlo.-quizás, no sea buena idea continuar con esto-dejo en libertad la mano de Sesshomaru y observo por el cristal de la ventana las gotas de agua que lo volvían borroso.-Deberíamos detenernos ahora mismo.

Sesshomaru no pudo detener a sus manos, estas se aferraron a la pequeña cintura de ella, tampoco pudo controlar su traviesa lengua dentro de su boca.

-¿Y si permito que tomes el control?

Fue difícil notar que ya lo había dicho.

Rin se sorprendió de aquello, si ella tuviera el control podía darle una placentera noche de gozo, deseo, lujuria y más que todo podría darle su cuerpo. Si él supiera que aún era un virginal cuerpo, podría romper todo el trato que, ella sabía, estaban a punto de acordar.

Se acercó despacio a su oído y susurro con su inocente dulce voz.

-Podría hacerte el amor. ¿Me lo permitiría señor Sesshomaru?

Escuchar esa voz decir tantas cosas eróticas estaba dejando sin aliento al señor del hielo. No podía dejarse manejar por ella. Debía decir algo que la dejara en igualdad de condiciones que él.

Tomo las manos de ella, las sujeto detrás de su espalda, acerco su blanco rostro al de mejillas rojas y pronuncio con los labios muy cerca de los de ella.

-Si dejar que usted me haga el amor no me proporciona el placer que ha garantizado, yo tendré el control sobre su cuerpo la próxima vez.

Los ojos grises brillaron emocionados al pensar que podía existir una próxima vez, y un suspiro de alivio escapo de sus labios cuando él le soltara las manos.

No lo había tocado en todo el tiempo que estuvieron uno al lado del otro cuando se encaminaron a ingresar al lujoso departamento de Sesshomaru. Ella se centró en morderse el labio mientras buscaba en su mente toda la poca información de causar placer que había recaudado en poco tiempo.

Él se asombraba si ella actuaba atrevidamente, se quedaba sin palabras ante sus ideas de erotismo, se dejaba seducir por el suave pero intoxicante perfume que ella tenía impregnado en su cuerpo. Deseaba que no supiera jamás que fue Kagome quien le obligo a usarlo. Le agradecería cuando tuviera la primera oportunidad.

Ella no lo vio, pero sentía la mirada abrasadora de él recorriendo su cuerpo, aceptaba que se veía sexi con ese vestido, también cortesía de la cuñada de él.

Los recibió la luz brillante del living. Ella recorrió todo con sus ojos, camino hasta el ventanal dejando caer su cartera en el sofá en el proceso.

Un escalofrió le recorrió el cuerpo al sentir los dedos de Sesshomaru recorriendo la desnudes de su sensible piel en su espalda. Rodeo su cintura con un brazo y con el otro recorrió el hombro derecho haciendo a un lado la tira del vestido. Ella quiso que continuara pero no debía demostrar sus verdaderas intenciones. Debía mostrarle que podía ser una depredadora en la cama, en el sexo.

Detuvo su mano en su hombro y volteo en el apretado abrazo en su cintura para hablarle de frente.

-Creí que habíamos quedado en algo señor Taisho.

Él frunció el ceño, estaba empezando a fastidiarle ese jueguito en el que no se llamaban por sus nombres.

-Si tienes el control, llámame por mi nombre Rin.

Beso la mano de ella y se alejó a su habitación.

Ella creyó derretirse cuando oyó su nombre pronunciado de una forma tan sugerente. Parecía que él la controlaba a ella y no al revés como ellos quieren hacerse creer.

Lo siguió a la oscuridad de la tenue luz de la habitación, estaba perfecto el ambiente, no quería que la viera desnuda y avergonzada como se sentía ahora con aquella ropa.

Sesshomaru se quitó la americana, lo dejo sobre un sillón frente a su cama y se acercó a la mesita de noche a encender la lámpara que se encontraba allí, pero ella lo detuvo al atraparlo por la espalda.

-¡No!

Él se quedó tieso, nadie lo abrazaba de ese modo.

-Es más cómodo así.

-¿Cómodo?-pregunto extrañado.

Ella sonrió seductora al encontrar la respuesta correcta.

-La oscuridad te vuelve ciego y hace que se intensifiquen tus sentidos-apoyo su frente en su tensa espalda disfrutando del mutismo de él.-Comprobaras por ti mismo que es preferible la oscuridad.

Él no creyó esas palabras, se deshacío del abrazo de ella y encendió la lámpara. La observo con el ceño fruncido recibiendo la decepcionada mirada de ella.

De pronto, ella sonrió ocasionándole sorpresa. No comprendía a esa joven.

-Si prefieres la luz encendida, puedo aceptarlo-tenía algo entre manos.-pero debo vendarte los ojos.

De nuevo, sin palabras. Ella tan ocurrente. Parecía muy inocente para darle una noche de máximo placer como menciono anteriormente. Tal vez, solo jugaba con él, podría estar burlándose de él. Recordó que si ella perdía, podría hacer lo que quisiese con ese níveo cuerpo. Sonrió victorioso antes de saber de su derrota.

-Hazlo. No me opongo.

Ella también se sorprendió pero se recuperó rápidamente, no debía perder demasiado tiempo.

Se acercó despacio a él y lo observo como esperando algo.

Sesshomaru estaba confundido. ¿Qué esperaba? ¿Una invitación?

-Me daría gusto que cerraras los ojos justo ahora.

Él ladeo la cabeza para observarla y analizar lo que había solicitado. No encontraba explicación, no le quedo más que cerrarlos.

Sintió como ella deshacía el nudo de su corbata y se la quitaba del cuello, luego le vendo los ojos inmediatamente dejándolo su visión aún más oscura.

Se mordió la lengua para no mencionar lo ridícula que le parecía la situación. Ella parecía una inexperta joven a punto de perder su virginidad con su amor de la secundaria. Un cliché. Pero ella no podía se virgen, se comportaba como si ya lo hubiese hecho antes. Lo decepcionaría saber que estaría perdiendo su tiempo con una chiquilla indecisa y mentirosa.

Fue sintiendo como los gráciles dedos de ella desprendían los botones de su camisa, la abrió por completo y lo quito de sus hombros. Luego, sintió como sus dedos recorrieron su abdomen para detenerse en su cinturón. No lo aceptaría jamás ante ella pero deseaba que continuara. Deseaba sentir sus dedos rodeando su anatomía.

Rin le quito el cinturón pero no continuo con la demás ropa. Lo empujo hasta la cama e hiso que se acostara en ella. Lo observo desde el pie de la cama y se afirmó a si misma que era real, estaba a punto de hacerle el amor a Sesshomaru Taisho. Se mordió el labio para evitar soltar un gemido de deseo.

Se subió a la cama gateando a cuatro patas hasta sentarse a horcajadas sobre Sesshomaru.

-Estas son las reglas.

Al finalizar de hablar se movió sobre él haciendo fricción sobre su miembro preso bajo la ropa. Fue consiente del sobresalto que le causo por el temblor que sufrieron las manos de él.

Sesshomaru tuvo tantos deseos de tomar su cintura y apretarla más fuerte sobre su cuerpo. Lo que ella acababa de hacer le afecto en demasía. Era una prueba fehaciente de que pronto la tomaría, o ella a él. Lo importante era que podría sentir su miembro dentro de su apretada y húmeda vagina. Su miembro se agito al pensar en aquello.

-No puedes tocarme con las manos y no puedes moverte.

Parecía que de verdad le gustaba tener el control de la situación.

Rin irrumpió en el pensamiento de él cuando lo tomo desprevenido al besarle los labios.

Sesshomaru respondió de forma fiera, mordiendo los inflamados labios femeninos. Estuvo a punto de mover las manos, por instinto pero se detuvo a tiempo. Quería que ella perdiera ante él de una buena vez para cumplir sus más bajos deseos.

Ella se separó de él para hablar.

-No he oído tu respuesta.

Era como si quisiera humillarlo más. Sesshomaru se tragó su orgullo y asintió con la cabeza. Lo descoloco el oír la risa divertida de ella.

Eso lo hiso quedar como idiota. Rápidamente olvido ese pensamiento cuando los labios de Rin iniciaron un lento recorrido desde su cuello, atravesando su pecho para llegar a su cintura.

Ella acaricio su bajo vientre como calmando la ansiedad de Sesshomaru de que continuara con ese camino de besos hasta más abajo.

Rin respiro hondo dándose el valor suficiente para comportarse como esa mujer atrevida que quería ser para él. Llevo sus manos, tratando de no hacer notar su nerviosismo, a la bragueta para abrirla, una vez abierta, metió sus manos debajo de la ropa para quitarse ese estorbo de su destino.

Sesshomaru levanto la cadera para que ella le quitara esa prenda y el bóxer en el proceso. Noto que la paciencia tampoco estaba en ella.

El pantalón se atascó en los tobillos porque aún tenía puesto los zapatos. Ella se tomó el tiempo suficiente para quitarlos y deshacerse de la ropa.

Una vez que lo tuvo completamente desnudo ante ella, volvió a besar su cintura, pero no bajo, beso sus costados, alrededor de su ombligo, estaba haciéndolo sufrir.

La respiración agitada de él parecía ahogarlo, ella lo hacía todo a propósito. No podía tratarse de una mujer virgen. Era controladora y sabia como mantenerlo bajo su hechizo.

Sesshomaru no sabía cómo hacer para mantener su boca cerrada, no suplicar jamás. Solo podía sostenerlo de las sabanas bajo su cuerpo, las apretaba en puños para no llevar sus manos al largo cabello femenino y obligarla a satisfacerlo.

Rin supo que había ganado cuando su nombre escapo en un suspiro de perfectos labios del joven que se retorcía bajo su cuerpo.

Decidió que había sido suficiente sufrimiento para él, quizás, ya la deseaba lo suficiente como para perder el autocontrol que lo poseía, en el fondo, ella quería que se revelara, que se impusiera y la tomara de forma salvaje y ruda. Quería que, luego de derramarse dentro de su cuerpo, besara cada porción de piel donde sus dedos hubiesen dejado marcas. Le agradaría mucho que él le causara marcas a su cuerpo, como si ella le perteneciera.

Tomo entre sus frías manos el erecto miembro de Sesshomaru. Él movió sus caderas al sentir esa frialdad haciendo contraste con la caliente piel de su hombría.

Rin nunca había hecho algo como esto antes, pero tenerlo en sus manos hacia que naciera dentro de ella un enorme deseo de abusar de ese pecado mortal de cuerpo masculino, era una escultura tallada a mano. Hecho para ella.

Se acercó despacio a su miembro y sorbió la húmeda punta por el líquido pre seminal que había derramado.

No le pareció desagradable ni delicioso. Lo delicioso era verlo retorcerse de placer. Lo saco de su boca y recorrió toda la longitud acariciándolo con los dientes. Aquello enloqueció a Sesshomaru.

No podía recordar haber sentido un placer mayor. La tibieza de la pequeña boca de ella rodeándolo era exquisito, el placentero dolor que le causo la caricia que le regalo con los dientes fue algo muy nuevo para su cuerpo experto en recibir caricias frías y secas.

No pudo resistir cuando ella lo volvió a rodear con sus dulces labios y su mano derecha se movió sola, la sujeto del cabello pero no se movió, ella se detuvo y él quito inmediatamente sus dedos de su cabello. No quería que se detuviera nunca. Esa tortura debía ser eterna y solo para él. Deseaba tanto ver su inocente rostro, las mejillas rojas, los ojos brillantes y los inflamados húmedos exquisitos labios de ella. Seguramente, verla sería una imagen muy erótica y sexi. Podría quitarse esa corbata ahora mismo pero no quería que ella dejara de tocarlo. Debía darse por rendido ante ella.

Rin lo miro conmovida por el gesto, parecía que hiciese un enorme esfuerzo por no tocarla, por no ejercer ese acostumbrado poder sobre una mujer. Lo dejaría tocarla si su deseo de que él la recordara al día siguiente no fuera mayor.

Tomo su mano y la coloco sobre su cabeza, apretó sus dedos sobre los suyos para darle a entender que podía marcar el ritmo.

Sesshomaru dudo al principio pero cuando ella volvió tocarlo pero esta vez con su lengua dentro de su boca, la cordura se vio como un lejano recuerdo de un sueño jamás existido.

Rin lo volvió a meter en su boca, sorbió y lo acaricio en su húmeda lengua, confirmo que él era suyo cuando sintió la ligera y suave presión sobre su cabeza. Él no quería espantarla, por eso actuaba sumiso y despacio, midiendo sus pasos a dar.

Sorbía la punta con más esfuerzo cada vez que llegaba a ella y lo rodeaba con su lengua cuando lo metía en su boca, empezó a marcar un ritmo constante notando el efecto que ocasionaba en ese hombre.

Sentirlo así dentro de ella y saber que le estaba dando un inmenso placer, hacía que Rin aumentara sus ganas de que la cogiera de una buena vez. No sería mala idea que la atase a esa comodísima cama y la penetrara mientras ella se retorcía y buscaba de que sostenerse por tener las manos atadas a los postes de la cama. Un gemido la hiso volver a la realidad. Había aumentado la presión de sus labios por un momento, un exquisito momento. Lo intentaría otra vez.

Ella fue consiente de como Sesshomaru apretó más fuerte sus cabellos entre sus dedos, él la detuvo antes de acabar en su boca, no quería que la noche terminara así y que ella notara que había caído ante ella.

Sintió un nudo formarse en su vientre pero no quería desatarlo aun. La alejo de su miembro y de su cuerpo, pero ella no había acabado aun.

Rin se colocó a horcajadas sobre él de nuevo, doblo su vestido en su cintura, bajo los tirantes de sus hombros y se acostó sobre el cuerpo caliente de Sesshomaru, lo beso en los labios mientras tomaba sus manos para llevarlas a sus senos desnudos.

Sesshomaru no pudo resistirlo, apretó fuerte sus manos sobre la piel sensible de ella y se sentó en la cama devorando su boca.

Rin atrapo entre sus manos el miembro de Sesshomaru, lo acaricio un par de veces, prestando atención a la temperatura que lo rodeaba y lo llevo a su centro, hiso a un lado su ropa interior y se hundió dentro de su cuerpo.

Gimió fuerte dejando de besarlo, y haciendo un gesto de dolor su espalda se arqueo hacia atrás.

Una vez más, Sesshomaru se detuvo, tieso, había sentido como rompía algo en el interior de Rin. Se sintió rodeado por la calidez de su cuerpo tal como lo había imaginado y tan satisfecho de descubrir que ella le estaba entregando su cuerpo.

Olvido todo al comprobar que ella era suya y había perdido su más preciada intimidad con él. Fue un descubrimiento asombroso.

La sujeto de la nuca y volvió a unir los labios, ella rodeo su cuello con sus brazos dejando salir quejidos de dolor mezclados con el dulce sabor de sentirse plenamente llena por otra persona, esto era mucho mejor de lo que imagino.

Las caderas femeninas se movieron suavemente produciendo en ambos sensaciones de mareo. Ella por estar enviciada de tantas sensaciones nunca vividas. Todo era nuevo y tan adictivo para su frágil conocimiento de lo correcto o incorrecto. Quería mucho más de esto, lo quería a toda hora y solo con él. Que él la poseyera una y otra vez, podía hacerlo las veces que quisiera. Podría devorarla cuantas veces se le antojase.

Sesshomaru se vio perdido entre el cuerpo de Rin, sus suaves labios y los preciosos senos de mujer que se presentaban como manjares a sus ojos y al tacto de las yemas de sus dedos.

Ella movió las caderas una vez más pero esta vez el deleite fue mayor, la fricción ocasionaba que las pieles tuvieran más contactos y las paredes de su interior sentían cosquillas cada vez que ella se movía para atrapar más ese pedazo de carne de Sesshomaru.

El frio y dominante carácter de Sesshomaru se había esfumado. No le importaría estar bajo el mando de ella para que hiciese con él lo que quisiese.

Una mano suya la sujeto de la cadera y giro para que quedara bajo su cuerpo. Él levanto una pierna de ella y la embistió de forma ruda provocando que ella maullara como un gato.

Rin estaba embriagada de tanto dulce dolor placentero que le causaban las fuertes penetraciones que él le proporcionaba a su delicado cuerpo. Las marcas no eran una visión lejana. Podía percibir el dolor que le causaban las manos de Sesshomaru, una en su cadera y el otro bajo de su rodilla sosteniendo su pierna en alto para tener un mejor acceso a su cuerpo. Ella solo podía observarlo con los labios abiertos entretanto intentaba sostenerse de algo inalcanzable. Apretaba las manos en puños y arrastraba las sabanas con ella.

Estaba perdiendo la cabeza. Su interior era tan estrecho, tan caliente. Era como una droga. No la podría olvidar tan fácil. Querría más de ella luego.

Rin casi lloraba, no sabía cómo calmarse, sentía su mente caer. El cuerpo le quemaba pero la sensación que surgía donde se unía con Sesshomaru era un mundo de nuevas maravillosas caricias. Su cabeza daba vueltas. ¿Todo era normal?

Sesshomaru se cansó de aquella posición, volvió a girar y ella se vio sentada sobre su cadera de nuevo, respiro hondo varias veces para intentar comprender lo que quería él, porque se había detenido.

Las manos masculinas se mantuvieron en las caderas de Rin mientras esperaba que ella iniciara algún movimiento. De pronto, recordó que ella no era como él creyó, era una principiante en estos aspectos. Imagino que podría convertirla en su aprendiz. Sus clases serían muy interesantes.

Su pequeña cintura fue sujetada para levantar su cuerpo hacia arriba y dejarlo caer de nuevo. Esa sensación de perdición volvió. Hecho su cabeza hacia atrás y se dejó hacer. Pero las manos soltaron su cuerpo dejándola quieta. Ella lo observo molesta por detenerse.

-Puedes hacerlo tu sola.

Su vos se escuchó ronca y cansada. No podía respirar con normalidad, menos si intentaba decirle algo que lo pondría en ridículo.

Ella empezó a moverse sobre él haciendo rebotar su cuerpo. Sesshomaru pensó que sus senos se verían apetecibles en cada movimiento. No pudo soportarlo.

-Déjame verte.

Ella se detuvo en seco, con los labios abiertos dejando escapar el aire. Dejar que la viera era como romper la barrera que la volvía una mujer atrevida como él quería, pero eso ya no importaba, él había descubierto que era una novata en todo esto y había continuado con todo. Parecía disfrutarlo tanto como ella.

No lo pensó más, se estiro sobre él y le quito esa corbata de sus ojos. La luz fue un fuerte impacto para los ojos de Sesshomaru. Parpadeo varias veces para poder acostumbrarse y centrarse en observar el hermoso cuerpo semi desnudo sobre el suyo, rodeando su miembro. Se relamió los labios al verla como tanto había deseado. Recordó de pronto que ella había estado a punto de irse con otro hombre, quiso creer que no hubiesen acabado en la misma circunstancia en la que ahora se encontraban.

Ella no quiso verlo, no quería romper el mágico momento. Cerro los ojos, hecho la cabeza a un lado y empezó a moverse de nuevo mientras sentía las manos apoyarse en su cadera, recorrer su vientre, una se quedó allí pero la otra subió a atrapar en su palma un pezón rosado.

-Sesshomaru.

Ese sonido se había oído tan sensual. Su percepción de lo sensual aumento cuando una mano femenina se colocó sobre su mano que se encontraba sobre su vientre, y la empujara a hundirse entre sus pliegues femeninos, donde podía ver salir y entrar su miembro rodeado del brillo de la humedad de ella. Mojo su mano en esa misma humedad y la llevo al hinchado clítoris rosado por el tratamiento que estaba recibiendo en los impactos que hacia su cuerpo sobre él.

Ella se arqueo más y llevo sus manos hacia atrás para dejarlas sobre las piernas de Sesshomaru y aumentar el ritmo de embestidas. Quería dejarse ir.

Sesshomaru estaba sofocado, con los labios entreabiertos, la imagen de Rin, una mano sobre un seno y sobre todo, su otra mano acariciándola muy cerca de su unión, eran afrodisiaco para aumentar su excitación.

Ella aumento el ritmo y él también movió sus caderas hacia ella. Lo dejo sin respirar el sentir las paredes vaginales apretar con mas fuerza su miembro para absorberlo. Ella gimió más fuerte y araño sus rodillas antes de dejar de moverse. Él apretó fuerte la cintura para embestirla un par de veces más y aprovechar el orgasmo de ella para conseguir el suyo.

El cuerpo delicado y pequeño cayó sobre su pecho inerte luego de que él se derramara dentro de ella, aun sentía su miembro palpitar en su vientre. No podían respirar con normalidad y dudaba que ella se volviera a mover de su cuerpo. De hecho, no quería que lo hiciera. Él también estaba muy cansado y lo último que le apetecía era salir del cuerpo femenino.

Lo había vencido, la quería solo para él. Hacer el amor había sido lo suficientemente placentero como ella había predicho.

-o-

En la mañana, Rin se despertó sola, sintiendo una ligera molestia en su entrepierna, no recordaba haber despertado luego de quedarse tendida sobre el pecho de Sesshomaru, pero las penetraciones recibidas habían sido muy fuertes. Se asustó al pensar que él podría haberse cansado de ella y se fuera de su lado para dejarle bien en claro que no le interesaba volver a verla. Ya se había quitado las ganas de su cuerpo.

Se levantó despacio para evitar sentir mucho dolor, enrollo su cuerpo en las sabanas y se encamino al baño. El espejo le devolvió una imagen vergonzosa, su cabello estaba totalmente despeinado. Intento acomodarlo un poco antes de salir de allí.

Cuando estaba a punto de abandonar la habitación luego de debatir por largo rato si lo hacía o no, un objeto fuera del bolsillo de la americana que Sesshomaru había arrojado en el sillón frente a la cama, la noche anterior, llamo su atención. Se acercó a él y lo tomo entre sus dedos.

Se trataba de una pequeña caja de color rojo, era muy pequeño, lo abrió para descubrir dentro el mismo anillo que era objeto de su atención todas las veces que pasaba por la vidriera de esa joyería cerca de la casa de Ayame.

El diamante brillaba igual que los ojos dorados de Sesshomaru, ahora podía decir que no estaba equivocaba, los había visto lo suficientemente cerca para afirmar su teoría.

Un par de brazos rodeando su cintura le causaron un sobresalto. Se sintió descubierta con el objeto ajeno en manos suyas, como si quisiese quedárselo.

Sesshomaru apoyo su mentón sobre un hombro suyo y vio lo que había llamado la atención de ella.

-¿Te gusta?

En su interior, ella salto de alegría al pensar por un minuto que ese anillo podría ser para ella.

-Es precioso.

No le quitaba los ojos de encima. Sesshomaru sonrió al reconocer que había acertado en una idea sobre ella luego de descubrir que había estado equivocado en bastantes cosas con respecto a su personalidad.

Beso su mejilla antes de quitarle la cajita de los dedos.

-Es tuyo.

Tomo su mano izquierda pero ella la aparto rápidamente, a pesar de lo que había pensado anteriormente, no entendía esto.

-¿Por qué?

Él se extrañó ante esto. Una vez más comprendía que ella no era como las demás mujeres, ni siquiera era como él pero podría convertirse en una perfecta depredadora si dejaba que se le escapase de sus manos.

-Una vez fui a comprar un collar en esa misma joyería, y cuando observaba hacia afuera, vislumbre una joven que se quedó a observar la vidriera, lo veía con tanta ilusión-lo dijo como si lo estuviera viviendo ahora mismo.-Luego de eso, un par de veces que pasaba por allí en coche, la había visto de nuevo. Y ayer decidí comprar ese anillo que el joyero me dijo, ella siempre observaba-su rostro cambio a extraño.-Ayer vi que lo observabas como resignada y apretabas en tus manos el dije que siempre llevas puesto desde que te conozco.

Ella se sorprendió de que él se acordara de que siempre llevaba ese collar en su cuello, y le conmovió el que comprara ese anillo por evitar verla triste.

Ese hombre era una caja de sorpresas. No era el hombre de hierro que pensaba.

Se colgó de su cuello dejando caer la sabana que rodeaba su desnudes, no le importo, quería besarlo, comprobar que él no se había ido y comprobar que no fuera un sueño inventado por su imaginación.

Sesshomaru la alejo de sus labios con cierta dificultad, sus labios eran adictivos, pero quería aclararle ciertas cosas.

Él se agacho para tomar la sabana, su rostro quedaba a la altura de los muslos de ella, no pudo resistir la tentación de besarlos e impregnar en su nariz el aroma a sudor de esa piel.

Se puso de pie tendiéndole la sabana a ella. No quería tentarse y distraerse cuando estuviera hablando.

Una vez que ella oculto su cuerpo de su vista, él pudo hablar con calma.

-Déjame decirte que me he dado por vencido-su rostro se veía impasible, como si no hablara de nada importante.-Pero también déjame decirte…-en este punto había rodeado su cuerpo con sus brazos.-Que ahora que te has entregado por primera vez, tu cuerpo es mío. Solo yo tengo el completo control sobre ti.

Ella sonrió victoriosa. Había ganado después de todo.

-Si mi amo.

Él se había convertido en su presa y ella era su principal depredadora, aunque él dijese lo contrario.

Fin

-o-

Ha sido un placer.

Dmonisa