Maldición, ha pasado tanto tiempo. Créanme cuando digo que ni siquiera me di cuenta de que dejé ésta historia en pausa por tanto tiempo. Dije que no la dejaría, y pienso cumplirlo. Aquí tienen a ésta pseudo autora irresponsable de regreso.

El tiempo que estuve en hiatus me sirvió para recobrar un poco la inspiración, y darme cuenta de muchísimos errores que he llevado y que pienso corregir progresivamente y a la brevedad, los mantendré al tanto de las modificaciones que piense hacer y de todo.

Merezco ser abandonada pero una disculpa al diez mil millones no está demás ¿verdad?

A la gente que siguió esperando sin perder la fe les agradezco con todo mi corazón. Sus comentarios siguieron llegando y me alcanzaron, haré mi mejor esfuerzo por tener los capítulos lo más pronto que me permita mi inspiración tan voluble. No vinieron a leer excusas así que sin más, les dejo el capítulo.


Disclaimer: El mundo y los personajes de Naruto son de la autoría y propiedad de Masashi Kishimoto.

Capítulo 13

Inquietud.

No recordaba la última vez que dicha sensación se coló en su vida, e incluso dudó que en alguna otra ocasión la hubiera experimentado siquiera.

Su dedo índice golpeó repetidas veces la mesa sin que él se diera cuenta. Se resistía a confirmar que algo de aquella situación lograba cambiar o influir en su estado de ánimo ¿cuándo se había vuelto influenciable?

Sumido en la cavilación dejó las manos quietas sobre la mesa, con los palillos aún entre sus dedos.

En su pecho había una ligera aunque molesta sensación que no alcanzaba ni quería llegar a definir; estaba seguro de que se trataría de una estupidez, como todo lo que venía experimentando últimamente.

Fracasar en su cometido de suprimir dichos sentimientos provocó que el mal humor se abriera paso en sus adentros.

Inquietud era la palabra que definía a la perfección cómo se sentía en ese momento, y se trataba de un hecho irrefutable que la fuente de dicha emoción era nada más y nada menos que ella. Joder. Sabía que no tenía fundamento, lo único que la mujer había sufrido era un simple desmayo a causa de mero agotamiento físico; su cuerpo llegó al límite y colapsó, lo único que tenía que hacer para volver en sí era descansar. La situación era sencilla y pese a tenerlo muy claro había algo más , eso que no sabía a ciencia cierta y no dejaba que pudiera estar como de costumbre. Se trataba de algo irracional y exagerado, y no podía controlarlo, odiaba pensar y sentir cosas en contra de su voluntad. Un extraño hormigueo le recorría las palmas de las manos y también la parte inferior de las piernas. Sus puños intentaron deshacerse a la fuerza de la sensación sin mucho éxito.

Resopló.

Decidido a no darle más vueltas al asunto, para evitar que su mal humor incrementara reanudó su cena. Los típicos sonidos del momento de un almuerzo se apoderaron del ambiente, lo único que podía escucharse en la habitación era el ruido de los palillos chocando de vez en vez ligeramente contra los platos. Boruto y Sasuke se encontraban sentados en el comedor; uno a un lado del otro.

El adulto miró en silencio la comida que yacía frente a él. La razón por la que había pasado un breve lapso sin ingerir alimento alguno, era que su mente descontrolada se ponía a divagar sobre el estado de la chica y lo que provocaba en él. Lo absurdo de su comportamiento le molestaba a niveles inimaginables. Debía hacer a un lado esos pensamientos. Buscaría una forma de dejar de actuar como un completo estúpido. Tenía que hacerlo.

Tsk

El pequeño Boruto desvió su atención de la comida al percatarse del chasquido de su maestro y le dirigió una mirada interrogante, desde hacía un buen rato había notado su aparente conflicto interno. Uchiha no dijo nada, simplemente tomó un bocado al fin, y masticó a ojos cerrados. Aquella acción hizo que el niño se encogiera de hombros y continuara degustado su cena, que a decir verdad tenía un gran sabor.

Ninguno había dicho palabra alguna desde que comenzaron a cenar pues se encontraban abstraídos en sus asuntos. El silencio era algo que al rubio no le molestaba, él podía encontrarse a gusto con la más rigurosa plática o con el más sepulcral silencio; sentía mucha curiosidad por la razón detrás de la gama de expresiones que el Uchiha había dejado ver en su rostro, pero se pensó detenidamente si preguntar o no a su maestro sería algo prudente.

Sasuke volvió a observar a Boruto.

El niño continuó tomando sus alimentos de manera silenciosa y distraída, aquello era algo que Uchiha agradeció inmensamente;el pequeño sabía comportarse la mayoría de las veces, le sorprendía en la misma medida que le dejaba satisfecho que el mocoso no fuera impertinente o escandaloso, al menos no en ése momento, cuando su compostura se encontraba un tanto alterada y no poseía la suficiente disposición para contestar preguntas incómodas.

Se le quedó mirando por un largo rato, sus ojos azules parecían muy concentrados en el plato, el aura inocente y frágil que le rodeaba lograba provocarle ciertas sensaciones incómodas. Físicamente, Boruto era prácticamente igual a Naruto pero su comportamiento y su personalidad eran opuestos, él indudablemente había heredado ese aspecto de su madre.
Un suspiro lo suficientemente imperceptible para que ni él mismo lo notara se escapó de entre sus labios.
El hecho de que hubiera elegido permanecer en esa casa le dio un buen rato de reflexión y de convivencia con el niño; desde que despertó y tuvo que curar la herida en su frente, hasta preparar las tres comidas del día a su lado y pasar el resto de la tarde en su compañía. Había tenido el tiempo suficiente para darse cuenta de algunas cosas.

Verse envuelto en tener que cuidar de alguien era algo a lo que no estaba acostumbrado, le perturbada hasta cierto punto, pues dicha situación difería completamente de su estilo de vida y estaba muy por fuera de cualquier proyección que llegara a hacerse.

Boruto, quien hasta el momento no había notado la negra mirada encima suyo, hizo contacto visual con su maestro, entonces decidió romper el silencio que había predominado en la habitación.

—¿Sucede algo, Sasuke-sama?

El hombre negó suavemente y tomó lo último que debía comer para dejar totalmente vacío el plato. Boruto terminó inmediatamente después de él y tomó su estómago con una gran sonrisa.

—¡Eso estuvo delicioso!

Un bufido fue lo que obtuvo como respuesta.

Aún sin decir palabra alguna, el joven se dispuso a reunir todo lo utilizado y dirigirse hacia el fregadero para comenzar a lavar los platos. El pequeño se cuestionó sobre qué debía hacer en ésa situación. Al pensar que ya habían compartido un buen tiempo de convivencia, y que al menos él se sentía totalmente cómodo a su lado decidió unirse a su maestro en dicha labor.
Rápidamente llevó su banquito y lo posicionó a un lado de él. Ya llevaba puesto el delantal de zorrito que solía usar cuando realizaba tareas de hogar, y sin más comenzó a recibir los platos que el Uchiha le alcanzaba para secarlos y ordenarlos.

Pasaron el rato en silencio, con naturalidad, como si aquella acción fuese una vieja costumbre entre ellos.
Los pocos días que habían pasado compartiendo tiempo, hicieron que el adulto se acostumbrara a la presencia del infante, descubrió que el trato con él era cada vez más sencillo y natural, y no le molestaba que fuera de esa forma. Ya lo había asimilado.

Sasuke se había percatado de ese extraño delantal que el niño usaba desde la primera vez que lavaron los trastos, no quería admitirlo pero sí que le causaba gracia. Al volver a verlo usando una prenda tan ridícula a su parecer, lo único que pudo hacer fue levantar una ceja y reprimir un bufido de gracia.

Boruto se concentraba en sus acciones. Algo tan sencillo como lavar platos a un lado de su maestro lograba despertar en él la felicidad , le gustaba convivir con Sasuke, y conocer más acerca de él fuera del campo de entrenamiento era algo que le ponía muy contento. Sentía que cada cosa, por sencilla y cotidiana que fuera, le hacía más cercano a él. No podía evitar sentirse feliz por ello, era como si tuvieran una especie de charla silenciosa que daba como resultado un acercamiento que le llenaba de dicha, pues nunca había compartido algo como eso con alguien que no fuera su querida madre.

Sasuke le miraba de reojo, la tenue sonrisa infantil que el niño llevaba mostrando desde que él se encontraba ahí hacía que se preguntara por qué su sola presencia podía provocar aquello. Él no era alguien tan cercano a ellos, un par de días atrás todavía se trataba de un desconocido, y ahora sin más, el chiquillo a su lado demostraba esa desconcertante sonrisa, como si esa familiaridad hubiera existido entre ellos desde siempre. No conocía prácticamente nada sobre mocosos, debido a ello le parecía un tanto extraño el comportamiento del rubio; así que para poder responder al menos una de las tantas preguntas que se hacía , las palabras salieron de sus labios.

—¿Por qué sonríes?

Su interrogante tomó por sorpresa al pequeño, pero no hizo que desviara la atención de su labor. Encogiendo los hombros y tratando de sonar indiferente pese al leve sonrojo que le delataba, respondió con simpleza.

—Me agrada que esté aquí, Sasuke-sama.

Aquello logró provocar unos cuantos parpadeos por parte del joven, su respuesta clara y concisa le hizo tener un incómodo y breve temblor de ceja. No lograba acostumbrarse a recibir ese tipo de palabras.

Le sorprendió hasta cierto punto su capacidad para hablar tan honesto y sin rodeos ¿todos los niños eran así?

Un momento de silencio pasó hasta que Sasuke decidió retomar la palabra.

—Deberías ducharte.

Boruto asintió felizmente hacia él y con un brinco quedó plantado en el piso para posteriormente salir corriendo a hacer lo que le había indicado.
Sasuke observó su pequeña espalda alejarse, con una extraña sensación creciendo en su pecho al ver que el rubio cumplía sin chistar y hasta con un toque de felicidad lo que él ordenara. Más allá de un adulto hablándole a un niño, sentía que era un niño escuchando incondicionalmente las palabras de un adulto que respetaba, en quien confiaba e incluso admiraba.
Negando, y sin darse cuenta de que en su rostro se formó una tenue sonrisa, decidió dirigirse sigilosamente a la planta alta también.


El ruido del agua corriendo podía escucharse en la habitación, Sasuke aprovechó aquél momento de ausencia del niño para echar un vistazo a la muchacha inconsciente sólo para asegurarse de que estuviera bien.

Las sensaciones que le estaban haciendo sentir incómodo aún no abandonaban su cuerpo ni su mente, debido a ello y a su imperiosa necesidad de desaparecer esas tonterías de su interior se decidió a examinarla y ser capaz de convencerse a sí mismo de que no le estaba ocurriendo nada que no fuera obvio, que se encontraba bien y que eventualmente despertaría.

Una vez en el lugar de descanso de la mujer, se aproximó a ella y sigilosamente la observó. Sus ojos negros la recorrieron de pies a cabeza con detenimiento, a simple vista no parecía haber nada fuera de lo normal, ella aún dormía sin ninguna expresión en el rostro. Irónicamente ella lucía triste a pesar de no haber nada en su faz que lo reflejara; pensó que quizá sólo se trataba de su percepción al saber de sobra que aunque ella estaba apacible, lo que pasó la había herido completamente. La palidez seguía presente, pero los ojos rojos e hinchados se habían reducido considerablemente. Las lágrimas se habían secado, su respiración lenta era lo único que podía percibir.

La siguió contemplando en silencio, pensando en que definitivamente se vería como un idiota inapropiado mirándola ahí de pie sin cesar. Por un instante quiso abandonar la habitación, pero en lugar de éso decidió tomar asiento cuidadosamente a su lado.
Lentamente pasaron los minutos y tras un par de insultos mentales, sus impulsos nuevamente se apoderaron de sus acciones. Sin poder evitarlo, acarició lentamente su mejilla, parecía una muñeca, lo había pensado desde el primer momento en que le vio. La chica definitivamente lucía como una muñeca de porcelana; delicada, susceptible a romperse y arruinar su natural belleza.

Sus ojos se entrecerraron con intriga ante la disputa de su razón frente al impulso.

En un momento como ése, él no pudo evitar que la necesidad que sentía por tocar su piel se abriera paso fuertemente, pues nadie se daría cuenta de tan estúpido arranque y era una oportunidad perfecta aunque lo negara. En la privacidad de su soledad nadie sabría nunca que él había deseado y provocado esa acción, incluso podía fingir que ese momento nunca había existido después de hacerlo. El primer contacto físico entre ellos se había dado por una situación inusual, sabía que quizá hasta podría etiquetarse como un accidente, propiciado por las mismas emociones descontroladas de la mujer. Y aún así quería tomarlo, porque aunque le causara incomodidad, en su interior había algo más que lo buscaba y lo permitía.

Su mano no quería obedecer sus órdenes, ya había pasado el tiempo suficiente para que él dejara de hacer contacto con su piel, sin embargo no podía detenerse , ella era cálida y suave, mentiría si dijera que era algo desagradable. Sus manos nunca habían tocado algo similar, no recordaba ni identificaba ninguna sensación que se le pareciera.
Cerrando los ojos respiró hondo. Estaba actuando como un imbécil.

Detente.

Chasqueando, al fin tomó el control de sus acciones, su mano se alejó lentamente de ella. Ya había comprobado que se encontraba "bien", no tenía nada más a qué quedarse en la habitación. Debía salir de ahí.


Boruto observó a su madre.

Por los rubios cabellos escurrían silenciosamente las gotas que la toalla no había logrado absorber, los pequeños puños del infante se tensaron en una sensación de impotencia y tristeza. Sabía que nada malo podía ocurrirle a su madre con su maestro estando con ellos, y aún así, sus instintos infantiles y el inmenso apego hacia ella hacía que la angustia se apoderara de él debido al estado de la mujer.
Lentamente y con delicadeza el pequeño tomó de la mano a la inconsciente chica.
Suspiró profundamente antes de hablar.

—No te preocupes Kaa-chan, Sasuke-sama está cuidando muy bien de nosotros...

El rostro de Boruto se encontraba mirando hacia la mano de la mujer, la oscuridad y la sensación de tristeza le impidió al pequeño darse cuenta de que Hinata poco a poco abría los ojos con pesadumbre.

Su cuerpo pesaba terriblemente. La cabeza le daba vueltas y aún no sabía exactamente en qué momento de su vida su consciencia se había perdido. Una leve presión en su mano derecha era lo que la estaba obligando a aclarar sus sentidos. Con la garganta reseca y la vista aún nublada intentó hablar. No sabía con exactitud qué iba a decir, simplemente actuó conforme su difusa conciencia le dictaba.

—¿B-Boruto?

La suave y un tanto rasposa voz de su madre le hizo saltar inmediatamente. Con mucha sorpresa, preocupación y emoción mezcladas respondió al llamado.

—¡¿K-Kaa-chan?! ¡Despertaste! ¿e-estás bien?—Sus ojos azules muy abiertos observaron los lentos y pesados intentos de la chica por incorporarse. Sin pensarlo dos veces el pequeño se apresuró a tomarla por los hombros y con cuidado la auxilió para que pudiera quedar totalmente sentada.

Toda la angustia que pudo haber sentido desapareció por un segundo, ella parecía estar bien. Era un alivio.

Hinata talló lentamente sus ojos para poder enfocar mejor a la pequeña figura que en medio de la oscuridad se movía con impaciencia, esperando a que de nueva cuenta hablara.

Le dolía el pecho y sentía un terrible cansancio, pero algo, en medio de su inconsciencia le había recorrido como una sensación de electricidad haciendo que despertara. Tal vez su hijo la había llamado porque necesitaba de ella. Tal vez era el instinto de madre que a pesar de cualquier circunstancia, surgía de su interior.

—Cariño... Estoy bien, n-no te preocupes.—intentó aliviar el sobresalto de su hijo.

Las palabras de la mujer le proporcionaron al infante una tranquilidad inmensa que poco a poco se fue anidando en su pecho para culminar en un fuerte suspiro de alivio.

—Haah, sabía que estarías bien Kaa-chan—con ímpetu se lanzó a los brazos de su madre, realmente se había preocupado porque pudiera ocurrirle algo malo.

—Perdóname Kaa-chan, todo esto ha sido mi culpa...

Boruto frunció el ceño ante el recuerdo de las palabras de Sasuke.

—Soy tan tonto, si no hubiera comido esos dulces o me hubiera quedado dormido tú no tendrías que haberme cargado de vuelta a casa estando tan cansada, soy un gran tonto...

Apenado se alejó de ella y mantuvo la mirada baja, los pequeños puños tensos apretaban el dobladillo de sus shorts negros, con la cara compungida volvió a mirar a la muchacha que aún se hallaba procesando sus palabras.

La mujer notó el gesto de pesadumbre en el rostro de su amado Boru-chan, de pronto la sensación de culpa volvió a invadir la, tener que lidiar con un situación como esa… él solamente tenía seis años, a pesar de lo maduro que podía ser y lo inteligente y hasta independiente que era Boruto, aún no podía valerse por sí mismo. Con el ceño fruncido y mirada preocupada, tomó su pequeña cara con delicadeza, debía de hacer algo para que dejara de culparse, el menos culpable de toda esa lamentable, miserable y difícil situación era precisamente él y aún así, se sentía responsable de alguna forma.

—Nada de esto es tu culpa, Boruto...— plantó un dulce beso en la diminuta frente, esperando que así comprendiera que él no estaba haciendo algo malo o actuando incorrectamente, toda la responsabilidad recaía directamente en ella.

La joven suspiró y tomó el cuerpo del rubio entre sus brazos, sabía por qué había perdido la consciencia, sabía que su corazón se encontraba roto, sabía lo que había visto y comprobado con todo el dolor de su corazón. Era difícil y terriblemente pesado lidiar con todo, pero no podía dejarlo a su suerte mientras ella se hundía en la tristeza. Con la mirada apagada miró a su alrededor, preguntándose cuánto tiempo había pasado inconsciente. La oscuridad provocó en ella la inmensa pesadumbre de haber sido tan desconsiderada, débil y egoísta; había pasado quién sabe cuánto tiempo, probablemente días, y a causa de su maldita incompetencia su hijo seguramente había tenido que atravesar por dificultades.

Separándolo de ella intentó incorporarse mientras hablaba más rápido de lo normal.

—¿Has comido algo?

—¿Cómo fue que llegamos a casa?

—¿Cuánto tiempo ha pasado? Es algo tarde.

—Cariño, de veras lo lamento tanto.

El nerviosismo era palpable en cada una de sus palabras, aunque el niño rió un poco por aquel pensamiento sobre las madres siempre preocupándose por la comida que uno consumiera.

—Heh, tranquila kaa-san, Sasuke-sama ha estado aquí desde que desperté, ¡él ha estado cuidando de nosotros! — respondió mientras un tanto apenado y orgulloso rascó su mejilla. Sabía que dicha noticia alegraría a su madre tanto, o incluso más que a él. Así que consideró más que adecuado mencionarlo ahora que ella había despertado de ese desmayo.

Ella pareció haber escuchado mal, pese a saber que el problema provenía definitivamente de sus oídos y no de sus ojos parpadeó repetidas veces, casi exagerando.

—¿Sa-Sasuke-San?

Parecía turbada, lo cual le preocupó e hizo que tomara sus manos de nueva cuenta mientras reafirmaba lo dicho.

—Yo también me sorprendí al verlo por la mañana cuando desperté, él no nos dejó solos—sus infantiles labios temblaron ligeramente esperanzados—Él ha estado preocupado por ti todo éste tiempo—Boruto habló con un dije de ilusión y expectativa en su voz que nunca antes había escuchado y que casi hizo que ella estallara en lágrimas nuevamente. Sus zafiros brillaron en dicha ante aquella simple frase, "él no nos dejó solos" lo repitió a sí misma conmovida.

El pequeño acurrucó su cabeza en el regazo de Hinata. Ella apenas podía asimilar lo que su hijo le decía, mientras acariciaba sus rubios y húmedos cabellos.

¿Él… Estaba ahí? ¿De nuevo los había ayudado? No… No podía ser.

Como si se tratara de la respuesta a sus interrogantes Uchiha apareció por la puerta prendiendo la luz consigo, ella sintió una leve molestia en la vista a causa de no acostumbrar aún sus ojos a la luz artificial. El pequeño se despegó de ella y quedó sentado entre sus piernas, ambos miraron al recién llegado con expresiones muy distintas. El menor estaba feliz y sonrojado, Hinata tenía los ojos muy abiertos y la cara intensamente pálida aunque sonrojada de igual forma.

Estaba despierta pero su mirada reflejaba desconcierto, parecía querer hablar pero en lugar de palabras sólo pequeños balbuceos a medio decir pudieron salir de su boca.

Aparentemente sin ninguna expresión el hombre se aproximó a la cama y le ofreció un vaso con agua dulce. Daba igual, ya se encontraba ahí y el hecho de negar lo que ya había hecho durante todo el maldito día sería una tontería.

Aún desconcertada, sin poder decir nada, con la boca medio abierta tomó entre sus manos el recipiente y reverenció con la cabeza.

Sasuke la miró detenidamente para analizar su porte, lucía bien pero debía de estar seguro.

—¿Estás bien?

La mujer apenas tomó un sorbo del líquido y sintió una enorme sensación reconfortante, no sabía si por el líquido, por lo dulce, o por la presencia de él ahí.

—Sí... —luchó inmensamente por decir aquello sin sonar tímida ni cohibida, aunque su rostro estuviera sonrojado se forzó por responder y tratar de caer en cuenta de que él realmente se encontraba en su habitación, a un lado de su cama, y le estaba preguntado por su condición. Después de todo…

Él dudó sobre su respuesta, su cara estaba demasiado roja y ésta vez no estaba seguro de que se tratase de sus absurdos sonrojos por vergüenza.

Sin tapujos o detenerse a pensarlo demasiado, se inclinó sobre ella y colocó una mano en su frente. Tenía un poco de fiebre. Él chasqueó y quitó de sus manos el vaso con líquido caliente, rozando la delicada mano de ella en el proceso y haciendo que le mirara aún desubicada.

Sentía que se desmayaba nuevamente, era imposible, unas casi incontenibles ganas de llorar la invadieron, su corazón se agitó y su vista se nubló, luchó contra el sentimiento que estaba desbordando en su pecho por su hijo, por su situación, por todo. Sasuke lo notó y habló inmediatamente.

—Boruto, busca un cuenco de agua fría y un par de paños.

El pequeño asintió de buena gana y fue a buscar lo que su maestro pidió. Durante todo el rato notó la interacción de los adultos y supo que quizá debía darles un momento a solas. Al ver a su hijo irse la muchacha se encogió y abrazó sus rodillas con fuerza, tratando de llorar silenciosamente. No pudo contener la ráfaga de sentimientos que había encontrado apenas recuperaba la consciencia. Con pesar trató de hablar.

—¿P-por qué?

El joven no respondió, se estaba alterando nuevamente y eso no era bueno, su cuerpo apenas recuperaba fuerza, y su mente apenas había tenido una pequeña tregua, no podía tener otro sobresalto emocional. Él ignoro su intento de pregunta por el bien de ambos .

—Deberías descansar un poco más.

Ella levantó la cara abruptamente y lo miró con el ceño fruncido en dolor y el rostro sonrojado.

—¿Por qué hace esto por alguien como yo…?

—¿Por qué es tan amable con nosotros ? Después de todo lo que le he hecho pasar y a pesar de que usted…

Ella no se creía merecedora de su amabilidad, los últimos días se habían pasado en causarle molestias, no entendía nada. Había sido atrevida, mal agradecida y un tanto aprovechada y aún así, él seguía ahí, él no se alejó de ellos como lo predijo e incluso creía merecer con creces.

La miró y supo que se sentía culpable y en deuda, era una pregunta que no podía responder, él no sabía la respuesta, no quería saberla. Aún así tomó asiento frente a ella e hizo algo que tomó por sorpresa a la chica; la sostuvo gentilmente por un hombro, casi como si éste se tratara de un pétalo de una flor, y habló con ligereza, él se sentía torpe y molesto intentando reconfortar y tranquilizar a la mujer para evitar que todo se complicara de nuevo. Jamás había hecho algo así y no sabía si elevar la voz y fruncir el ceño jugaría a su favor, aunque era evidente que no, el impulso por querer hablar molesto desapareció al notar su mirada opalina llena de conflictos y pesar, indefensa. No debía agregar más peso a sus hombros. No quería…

—Responderé tu pregunta cuando estés más tranquila, Hyuga. Por ahora olvídalo.—su voz sonó tan gentil que le erizó la piel a Hinata, pues nunca creyó que algo como el tono de voz de alguien lograra hacerle cosquillas de esa forma.

Ella no supo cómo reaccionar y simplemente lo miró, en sus orbes negros había frialdad y soledad, pero también comprensión y afabilidad.

Por un momento todo pareció haber desaparecido excepto él con sus dos intensos, profundos y, para qué negarlo, bellos pozos oscuros.

En un reflejo colocó su mano encima de la del hombre, aunque segundos después la retiró tan rápido como un rayo y se disculpó.

Sasuke sintió una corriente eléctrica recorrerle la espalda, aunque supo disimularlo a la perfección. Como si nunca lo hubiera sentido. Ambos se miraban a los ojos tratando de descifrar las respuestas que cada uno buscaba individualmente. Aunque Hinata había retirado su mano, ambas miradas seguían en contacto incesante, perdiéndose en la opuesta. Por primera vez ambos se permitían mirarse de esa forma, tan cerca y tan profundamente.

Sasuke contuvo el aliento, estaba teniendo una charla silenciosa con la mujer por medio de sus miradas, y ni siquiera sabía qué estaba tratando de decir con ésta pero ella parecía entenderlo a la perfección, y él a ella.

En el fondo sabía que sentía alivio, de mirarla despierta con sus habituales disculpas y lloriqueos. Una tenue sonrisa de lado se apoderó de su rostro, a Hinata casi se le cae la quijada de apreciar tan de cerca aquel gesto que creyó inexistente en el joven. Sabía que no necesitaba preguntar más o llorar más, o siquiera hablar. Sabía que estaba ahí y aunque por una razón misteriosa no quiso ahondar más, su corazón conflictuado y conmovido vibró y le sonrió de vuelta sin ninguna vacilación. Los ojos de Sasuke de abrieron sólo un poco más de lo normal, pues no la había visto sonreír tan resplandeciente en un tiempo. Sintió algo en medio del pecho desbordarle, que decidió ignorar deliberadamente. Ambos pasaron largos segundos mirándose así, hasta que por la puerta llegó el pequeño que miró la escena y contento se acercó.

—Kaa-chan, debes estar hambrienta.

Los jóvenes se separaron lentamente, misteriosamente sin avergonzarse ni molestarse por la intromisión del niño. Mientras Boruto colocaba el agua y los paños a un lado, ella al fin apartó la mirada y secó el rastro de sus lágrimas que habían parado rápidamente. Una simple oración de Uchiha le había devuelto la compostura que creyó iba a perder nuevamente. Él tenía razón, no era el momento de caer otra vez en la histeria, ni de arruinar todo como siempre. Tampoco de preguntarse lo mismo de siempre, repetirse lo mismo o darle demasiadas vueltas a la realidad, era suficiente de autocompadecerse. Sabía que su extraña y muy reciente relación con el hombre era de pocas palabras, e incluso algunas veces después de todo no eran necesarias. Decidió una vez más tomar aquello que ofrecía y confiarse totalmente, se apoyaría en él una vez más. Aunque no estaba segura si tendría el valor suficiente de volver a preguntarle en otra ocasión lo que quería saber en ese momento.

La sensación de estar más tranquila y reconfortada rivalizaba enormemente con el cansancio y el letargo. Recostándose un poco respondió.

—No te preocupes cariño, podré levantarme y me encargaré de eso en otro momento.

Boruto infló las mejillas ante la obstinación de la mujer. Era obvio que necesitaba descansar más y alimentarse.

Cruzado de brazos la "regañó".

—Ni hablar, Sasuke-sama se encargará, ¿cierto? — sonrió simpático de oreja a oreja al saber que estaba haciendo mal al ofrecer a su maestro sin consultar, aunque era evidente que lo haría, él se miraba igual de aliviado por ver a la mujer despierta al fin.

Sasuke sólo levantó una ceja hacia el pequeño sonriente.

Hinata soltó una pequeña risa que hizo sonreír aún más al pequeño, mientras tanto el joven decidió guardar silencio pues aún se hallaba ordenando los pensamientos ante lo estúpido que debió verse haciendo lo anterior y ante lo extraño que era llevar esa cercanía con ambas personas en esa habitación.

"Hyuga pasó una noche entera abrazada a mí, es costumbre" intentó explicarse mientras tomaba un paño y lo sumergía para bajar la tenue fiebre de la chica, ignorando todo lo demás.

Ella se quedó quieta aunque con la mirada tímida, no podía negar que se sentía de lo más extraño ser atendida por alguien más, nunca había pasado por una situación similar puesto que a pesar de su frágil aspecto gozaba de una excelente salud.

Boruto miraba atentamente desde su posición a un lado de Sasuke, inexplicablemente la interacción de su maestro con su madre le emocionaba, y le hacía albergar un gran sentimiento de respeto por el hombre, era la primera vez que percibía la preocupación y protección de alguien más además de su abuelo Hiashi, su tía Hanabi o de Ino-baasan. Con los ojos brillantes sonrió y decidió seguir hablando.

—Nee Kaa-chan, Sasuke-sama realmente estaba preocupado por ti, tanto que a veces se quedaba pensando largos ratos en la cena.

La sonrisa resplandeciente del rubio hizo que la mujer dirigiera una vez más una mirada llena de agradecimiento al hombre, y también llena de disculpa al notar que inmediatamente se incomodó y bufó por las revelaciones del pequeño. Sasuke se decididó a acabar con el torpe momento y contraatacó.

—Éso debe bastar para bajar la leve fiebre que sufrías, traeré algo de comida, pero no puedo garantizar que sepa bien, Hyuga.

Al dejar un paño nuevo en la frente de Hinata se levantó a realizar su otro cometido, que era llevarle algo para que su estómago no estuviera vacío. No pensaba quedarse a averiguar qué otras tonterías imprudentes diría el mocoso.

Hinata le vio salir de la habitación y no pudo evitar llamarlo.

—E-espere Sasuke-san, no es necesario yo…

El joven se giró y la miró con algo parecido a una amenaza, que le advertía que si llegaba a levantarse o a negarse éste se pondría de muy mal humor. Con algo de duda y sin insistir más dejó marchar a Uchiha, preguntándose qué de maravilloso había hecho en su vida pasada para que en ésta se le compensara con el privilegio de contar con Sasuke Uchiha. Pensó que su sufrimiento era directamente proporcional al consuelo y el apoyo que recibiría, pues el dolor que sentía era comparable a la suerte de contar con una persona como Sasuke. Quizá por eso era capaz de anular su dolor o al menos mantenerlo a raya, la enorme fortaleza y apoyo que él le ofrecía era algo imposible de ignorar e incluso de tratar de imitar. De otra forma, consideraba que estaría perdida y arruinada ¿qué haría si estuviera sola? Se lo preguntó muy seriamente.

Al retirarse Uchiha, Boruto corrió nuevamente a acurrucarse a un lado de su madre, habló de todo lo que había hecho en compañía del hombre con un entusiasmo que, con pesar, ella había creído perdido. Su habla se fue tornando más y más pausada, hasta que cayó en un profundo sueño lleno de alivio.

Hinata suspiró con agradecimiento en su ser, afortunadamente su hijo se mantuvo a raya de todo lo que había pasado, incluso había sido cuidado en su ausencia.

Sasuke-San es un hombre tan maravilloso.

Una vez regresó a la habitación se encontró con su discípulo dormido a un lado de su madre, supuso que el alivio de verla en casi perfecto estado le facilitó el deseo de descansar, era algo tarde después de todo y él llevaba resistiendo el cansancio un buen tiempo, había sido fácil de notar.

La joven tenía la mirada clavada en el menor, su preocupación y pesar por él era notorio a kilómetros de distancia, esperó hasta que salió de su pequeña ensoñación. Ella lo recibió con una amable sonrisa.

En su vida había hecho cosas crueles, groseras y hasta incómodas pero nunca antes llevó comida a la habitación de alguien convaleciente, principalmente porque nunca estuvo a un lado de nadie en una situación como esa. Perdió la cabeza, eso era un hecho.

Dejando la bandeja en una mesa cercana le alcanzó el plato de sopa miso, ella olfateó curiosa y sonrojada, olía delicioso. De pronto su apetito se abrió, le agradeció y comenzó a comer en silencio. Ella nunca había probado comida preparada por alguien de sexo masculino, era la primera vez y no pudo evitar sentirse sumamente privilegiada y hasta orgullosa de ese hecho, más aún que se tratara de comida preparada por el mismísimo joven Uchiha.

Al terminar la sopa siguió con los onigiris, no paró de comer hasta que no quedó nada. Sorprendida notó que fue la primera vez que comió mucho más rápido y más cantidad de lo habitual.

Sasuke la miró prácticamente devorar la comida y casi se rió de ella, pero sabía que no debía hacer las cosas más incómodas, de por sí era difícil mantenerse ahí. Aunque al parecer la chica insistía en hacer todo incomodo, era casi como su pasatiempo.

—E-estuvo delicioso, muchas gracias por la comida—le dijo sin siquiera voltear a verlo. Evitaba a como diera lugar el contacto visual, pese a que hacía no mucho tiempo ella posó su mano sobre la de él, lo había mirado largo rato a los ojos e incluso lloriqueó en su pecho toda una noche.

El joven arrugó el entrecejo ante sus incongruencias.

Hinata respingó y de pronto una curiosidad e inquietud ardiente se abrió paso en su pecho. Lo miró sonrojada, sabía que no debía hablar de eso, quizá era imprudente, quizá no era el momento y se molestaría por su atrevimiento pero aún así su boca fue más rápida que su razón. Si tanto había pasado ¿podría saber un poco más acerca de él y su situación?

—Yo… Lamento tanto que haya tenido que pasar por eso…

Él frunció el ceño, sabía a lo que se refería pero, ¿estaba sintiéndose mal por él cuando evidentemente la más afectada por todo era ella misma?

Hinata notó su expresión y se arrepintió en seguida de haber tocado el tema. Se sintió tonta por sentirse con el derecho de saber cómo se sentía él respecto a lo que pasaba. Torpemente intentó enmendar sus palabras.

—Lo-lo siento, sé que hablar sobre eso con una extraña puede ser incomodo, por favor disculpe.

Intentó ponerse de pie y fingir tener necesidad de utilizar el baño pero el joven la frenó al leer fácilmente sus intenciones de escapar.

Seguía reprendiéndose internamente, se sentía tremendamente tonta, pero no sabía por qué insistía en hacer incómodas las cosas para ambos. Quiso dar una gran disculpa como siempre, pero ésta vez se detuvo. Agachó la mirada, todo parecía irreal, incluso aún parecía no querer creer que lo que había visto en la oficina era real, pero lo era, la prueba de ello era el joven que tenía frente a ella. Su presencia era la prueba irrefutable de que Naruto había dejado en claro su infidelidad y su traición hacia su mejor amigo.

Reprimió sus lágrimas.

Quizá él se encontraba ahí por encontrar cierto consuelo en que ella compartía su misma situación. Intentó percibir vestigios de dolor o de angustia pero ni su rostro ni su semblante o mirada decía nada en especial sobre ello, él no reflejaba nada, simplemente percibía a un hombre terriblemente sólo, y vacío.

Quizá él no se sentía triste por la pérdida de su esposa, sino más bien sentía vacío, como si le hubieran arrebatado una parte de él. Tristemente le miró y su expresión de condescendencia le hizo un nudo en el estómago a Sasuke. ¿Por qué demonios lo miraba así?

Seguramente estaba pensando cosas raras en ese momento, él percibió su expresión de pesar y cómo cansada miró hacia su hijo a su lado.

Sin querer seguir esa conversación se levantó y tuvo intenciones de volver los trastos utilizados a la cocina. Sentía que debía explicarle algo, pero no sabía qué era lo que necesitaba decir para que ella dejara de mirarlo de esa forma, por esa razón, supo que era más conveniente tomarse un momento antes de decidir volver a hablar o no hacerlo.

Hinata no supo que ése era su objetivo y la angustia la invadió al tener el presentimiento de que se iría por culpa de su comentario.

—E-espere Uchiha-San, por favor no se vaya yo…— no supo cómo continuar.

El joven se sorprendió ante el hecho de que Hinata alzó la voz y con un tono agitado le dijo aquello.

Chasqueando y reprimiendo la satisfacción que le provocó la señal que acaba de dar a entender que era más que obvio que ella deseaba su compañía, le respondió

—Sólo iba a lavar los platos, Hyuga.

Ella enrojeció al instante por actuar de esa forma, de igual manera no era que le pudiera impedir que se fuera ahora que ella ya se encontraba consciente. Pero sabía en el fondo de su corazón que ella deseaba más que cualquier cosa que él se quedara.

—Lo siento…

Ahí estaba de nuevo disculpándose. La vio carraspear y removerse inquieta. Como si quisiese decir algo más.

—Si tienes algo por decir, dilo ya.

Ella respingó ante la facilidad con la que el hombre descifraba sus intenciones.

—Esto… por favor, puede llamarme Hinata s-si gusta.

Después de todo lo que había pasado, ella sentía plena confianza hacia él , sabía que quizá Sasuke no se sentía de la misma forma, pero quiso darle a entender que lo consideraba así por todas sus acciones y toda su ayuda; y por algo más que no quiso admitir o ver en ése momento. Pero que ya había comenzado a existir en el fondo de su corazón.

Por otro lado también deseaba que él sintiera más comodidad o familiaridad para con ella, ser llamada Hyuga le provocaba cierta incomodidad en el pecho, cierta sensación, como si quisiera inflar las mejillas por un infantil descontento, aunque jamás lo fuera a decir en voz alta.

El hombre calló ante aquello, ¿llamarla por su nombre? No estaba seguro de que pudiera. Se sentía extrañamente inapropiado, aunque hasta cierto punto ya hubieran hecho cosas más familiares, como que ella le llamara por su nombre, que el pequeño se le colgara del cuello, compartir una mesa e incluso tener contacto físico como abrazarse y rozar y posar sus manos en la contraria.

¿Qué clase de estupideces ilógicas eran esas? ¿Por qué se sentía cohibido porque la chica le pidiera más familiaridad al dirigirse a ella?

—Está bien.

Trató de apaciguar sus conflictos internos. Y por fin dejó la habitación sin volver a mirarla; camino a la cocina se preguntó si sería correcto marcharse, quedarse, o qué mierda debería hacer.

Una vez solo en la planta baja, se masajeó el puente de la nariz. ¿se había vuelto loco? Qué demonios hacía.

Miró los trastos y rió con sorna, ¡¿cuándo iba él a permanecer por voluntad propia con una chica molesta y un mocoso, cuidado de ellos, cocinando y haciendo de lava platos!?

¿Había perdido la razón al grado de buscar distracciones a su vida sin sentido, sin importar que tan bajas fueran?

No es así.

Cállate. Apretó la mandíbula.

No son distracciones.

Era estúpido seguir teniendo esas luchas internas.

Recargó ambas manos en el fregadero y hundió la cabeza entre los hombros ante su frustración.

¿De qué sirve mentirte?

Sus acciones hablaban por sí solas, hacía tiempo había dejado de ser una cuestión de orgullo, de curiosidad, de aburrimiento o de cualquier otra excusa que se hubiera planteado. Esas acciones eran…

Eran…

La ira que sentía hacia Naruto, la insistencia enfermiza por involucrarse en lo que fuera que incluyera a la mujer y al niño, la poca voluntad de separarse de ellos y dejarles a su suerte, el poco control sobre acciones y sensaciones que nunca antes experimentó, sus confusos sentimientos, lo que ocurría con su mente y su cuerpo al estar cerca de ella, sus excusas…

Esas acciones eran de un hombre preocupado, atento, e incluso…

Enamorado.

Sonrió abiertamente con amargura. Ni siquiera supo en qué maldito momento...

—Estoy jodido—murmuró.

Ésa noche lo supo.


N/A.

Sé que es inutil que me siga disculpando pero espero puedan perdonarme y también espero recuperar poco a poco el ritmo de ésto, y si me es posible, mejorarlo. Muchas gracias por leerme, pronto sabrán más de mí por aquí. Esperenlo.