Aquí nuevamente yo con otro fic que me vino a la mente y que no me ha podido dejar, espero sea de su agrado.

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Disclaimer. Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

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Capítulo 1

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Los momentos en los que ella no se encontraba presente, eran sus únicas oportunidades para sentir alivio, sentirse relativamente en paz, tal y como se sentía en ese instante.

Al recordar constantemente los años pasados, era inevitable evocar en su mente la palabra que por tantos años le hizo compañía: Venganza.

Habían pasado ocho años desde que la guerra terminó, ocho años desde la última vez que pudo ver a Itachi. Ocho años siguieron a la estúpida decisión que había tomado en medio de aquella caverna.
La venganza y el odio fueron sus fieles compañeros, al despegarse inevitablemente esos sentimientos de su alma tras las últimas palabras de Itachi y el deceso de Madara, sus opciones se veían reducidas, sin un objetivo que perseguir, sin la venganza de su lado ¿qué quedaba para él? Cuatro miserables años en compañía de Sakura fue lo que quedó. Vivía con ella, cuatro fastidiosos años en los que tenía que soportarla en un intento de buscar dejar atrás su pasado y vislumbrar un futuro, sin embargo, esas ridículas aspiraciones se encontraban totalmente fuera de sus propósitos, su relación no había cambiado en lo absoluto, nunca cambiaría, él no podía mirarla de otra forma, por más que lo forzaran sólo conseguía llegar al mismo punto: considerarla máximamente como un útil elemento en misión.

Frunció el ceño mientras divagaba, al encontrarse recargado sobre la barra de la cocina se detuvo por un instante a mirar a su alrededor, entonces chasqueó molesto ¿Qué pretendía con todo aquello? ¿Qué esperaba al estar allí en compañía de alguien que sólo lo disgustaba? ¿Qué demonios conseguía? Era una pérdida de tiempo… Y él odiaba perder el tiempo.

Años atrás, Naruto le había pedido que se diera una oportunidad con Sakura ya que él se había casado con Hinata Hyuga. Naruto tenía una familia ahora y él, obligado a esa insulsa vida tenía que hacer lo mismo.
Suspiró hastiado.

Llevaba cuatro puñeteros años buscando en contra de su voluntad esa "oportunidad" y por más que escudriñara, no quería hallar nada. Los años eran monótonos, el Uchiha no lograba congeniar con ella, no deseaba hacerlo; la sola idea de vivir a su lado era ridícula. Sus intentos molestos de romper la rutina sólo lograban fastidiarlo, sus insinuaciones le asqueaban, su contacto le irritaba. Era simplemente una "relación" absurda, sin futuro, sosa.

Bufó molesto y sacó un kunai de su manga, sin siquiera mirar lo lanzó hacia la pared, el ruido de un cristal roto se escuchó en la solitaria casa. Por enésima vez tenía que quitar la porquería de montaje que Sakura colgaba en medio de la fea cocina decorada exageradamente de rojo y rosa, como si no tuviera suficiente con ver cada semana esa maldita foto reparada de nuevo en el muro. El simple hecho de que utilizara un retrato suyo para sobreponerlo a un lado de una foto de ella le enfadaba, no tenía idea de por qué se esforzaba tanto en creerse la farsa de situación que vivían.

No estaba hecho para esa vida, no podía estar en aquella aldea sin ningún propósito, no podía estar en esa casa pretendiendo ser el hombre de ella, el juego de la casita y de la pareja le enfermaba sobremanera, le enfermaba que aquella chica de ojos jade pretendiera ser feliz a su lado, era patético que se engañara de tal forma, el que pretendiera sentirse feliz y plena con indiferencia le daba lástima, era repugnante; repudiaba su nivel de obsesividad, estaba harto de eso.

El sonido de la puerta lo sacó de sus cavilaciones. Había regresado.
Suspiró con desdén, no estaba de humor para sus cotidianas charlas forzadas.

Ya estoy aquí, querido― le sonrió la muchacha de cabellos rosados mientras ingresaba a la cocina.

Sin mirarla simplemente se encaminó hacia su destino: una habitación lo más apartada posible de ella.

Dormían en camas y por consiguiente habitaciones separadas, el azabache no podía concebir siquiera la idea de tenerla pegada a él por las noches.

Sakura suspiró como tantas veces al verlo marchar, sabía que Sasuke era arisco, al tener conocimiento de que comportamientos como ése eran cotidianos, pensó como siempre que sólo necesitaba tiempo para poder abrirse, aunque después de cuatro años, sus esperanzas comenzaran a mermar.

Sin darle más importancia al asunto se dirigió a dejar los paquetes y a ordenar la despensa en las alacenas, debía preparar la cena antes de que se marchara a la oficina de Naruto.

Sasuke miraba el piso de tatami con indiferencia. Estar en aquella casa era como vivir en el infierno, todo el tiempo se sentía forzado, incómodo, fastidiado, no sentía compañía ni calidez, no sentía alegría ni infelicidad, era simplemente una mierda.

Sin pensárselo dos veces optó por irse de ahí, iría a entrenar o a buscar una misión o lo que fuera con tal de salir, era lo único que podía hacer, no soportaba pasar ni un día entero en el mismo lugar que ella.

Con el ascenso de Naruto al puesto de Hokage hasta entrenar se había vuelto tedioso, no porque le molestara estar solo, sino que tener a alguien que pudiera dar el ancho como su contrincante era a veces necesario; las misiones consistían en hacer reconocimiento sobre posibles amenazas, al menos aquello le alejaba por un tiempo de la aldea. Eso le ayudaba, tenía tiempo para pensar, estar solo, no tenía que dar explicaciones a nadie sobre nada, no tenía pláticas forzadas ni insinuaciones molestas, sin mencionar las veces que le sacaba a colación el tema de la procreación, eso sí que le daba náuseas, aunque ultimadamente ya no insistiera tanto en el tema de los hijos seguía causándole una enorme aversión.

Al llegar casi a la puerta de entrada se detuvo a tomar su capa negra, la chica de ojos jade escuchó sus pasos e hizo un ademán de desconcierto, asomó su cabeza desde la cocina y habló.

― ¿Huh? ¿Vas a algún lado?

El Uchiha no se molestó en responder, salió de la casa dejándola con las palabras en la boca.

La muchacha suspiró, estaba trabajado para nada, sabía que cuando Sasuke salía no regresaba al menos hasta el día siguiente y la cena que estaba preparando sería desperdiciada. Miró tristemente la sartén que sostenía entre sus manos y entrecerró los ojos, el de pelinegro nunca se tomaba la molestia de agradecerle las cosas que hacía por él, trataba de ser una buena esposa aunque no estuvieran precisamente casados, trataba de hacerlo feliz pero todo intento era inútil, él seguía enfrascado en sí mismo; las muy pocas veces que lograba besarlo sentía su boca rígida, sin ningún sentimiento, como si fuera roca sólida, y ni hablar de la intimidad, ella trataba de verse linda todos los días con la esperanza de que él lo notara, trataba de mirarse deseable para él y a lo largo de cuatro años, jamás le había regalado una caricia al menos.

Poco a poco sus mejillas se fueron empapando en lágrimas, no podía evitar que al recordar todos los intentos fallidos su corazón se llenara de tristeza. Sin dejar de mirar la puerta de entrada se secó con la mano que no sostenía nada el líquido que salía de sus ojos de jade, estaba harta de llorar, harta de tener la esperanza de que algún día dejaría de recurrir a Naruto, de creer que algún día no muy lejano al fin conseguiría un poco de afecto por parte del Uchiha.

Segundos después sonrió con frustración, mientras tuviera a Naruto, podría simplemente cerrar los ojos y pretender que esas caricias las recibía de su "esposo".

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― ¡Mamá! ― gritó el pequeño rubio desde su habitación.

Inmediatamente después de llamar a su madre se posicionó a un lado de la puerta medio abierta, temblaba mientras cubría su boca en un intento de contener la risa.
Los pasos sobre las escaleras le alertaron y se deshizo por completo del gesto divertido, adoptando en lugar de éste una seriedad cómica.

Hinata estaba a punto de ingresar a la habitación cuando sin previo aviso él saltó frente a ella con las manos extendidas dando un grito muy fuerte con la intención de asustarla.

― ¡Buuuu!

La chica dio un salto acompañado de un grito ahogado, lo cual provocó la risa desmesurada del pequeño, al darse cuenta de la diversión de su hijo sonrió y se agachó hasta quedar a su altura, el chiquillo seguía encogido por las contracciones de su estómago, sostenía su barriga mientras llenaba la habitación con su tierna risa.
Al recuperarse un poco dirigió sus pequeños brazos hacia el cuello de la Hyuga para rodearlo.

Sin dejar de reír y con los ojos lagrimosos habló.

― ¡De veras te asusté kaa-chan!

La muchacha muy enternecida rodeó a su pequeño entre sus brazos y rió junto con él.

― Conseguiste asustarme cariño― dijo amable y divertida.

Madre e hijo rieron un par de minutos más y en cuanto las risas disminuyeron, Boruto se despegó de ella y la miró con sus destellantes ojos azules, reflejando en ellos la ternura que sólo un pequeño infante puede dedicarle a la mujer que le dio la vida. Amaba con todo su ser a su madre.
Hinata se concentró en sus zafiros y sonrió maternalmente mientras lo tomaba por las mejillas con las palmas de sus manos y se dirigía a besarle la frente, para posteriormente frotar de lado a lado su nariz con la minúscula de él, dando como resultado un beso esquimal. El rubio avergonzado miró hacia otro lado provocando una sonrisa aún más amplia en la chica.
Boruto trató de disimular su rubor haciendo un gesto de que acababa de recordar algo, corriendo hacia su pequeña mochila que se encontraba tirada junto a su armario trató de bajar el calor de sus mejillas, al regresar miró intensamente a Hinata y entusiasmado le mostró un pedazo de pergamino.

― Kaa-chan mira lo que hice en la academia .

Hinata tomó el papel y lo desenrolló con interés, al mirarlo su sonrisa se congeló, no supo cómo reaccionar. Sobre el pergamino se mostraba un dibujo de él y ella tomados de las manos, con letras grandes escritas sobre de ellos que decían "mi familia". La chica hizo un gesto que no podía diferirse entre una sonrisa, un lamento o un sollozo, al volverse hacia su hijo lo miro interrogante, él no quito su expresión entusiasmada hasta que pudo ver en los ojos perlados de ella un sentimiento de tristeza y amargura.

Preocupado le preguntó.

― ¿Qué sucede kaa-chan, no te gusta mi dibujo? ― Un dije de tristeza se coló en sus orbes y agachó la mirada, detestaba que en los bonitos ojos de su madre existieran esos sentimientos.

―N-no, no es eso cariño... es hermoso―sin pensárselo dos veces apretó un poco el dibujo entre sus manos y se incorporó. Boruto seguía mirándola interrogante y preocupado sin entender qué ocurría, por qué su mirada había cambiado de esa forma. Hinata le sonrió y opto por dejar pasar ese detalle por el momento, después le haría la pregunta que le preocupaba tanto.

― Anda a lavarte que pronto estará lista la cena.

Regalándole una de sus cálidas sonrisas observó cómo el pequeño le correspondía el gesto, asentía y se dirigía corriendo como si estuviera en una misión ninja hacia el baño. Al verlo desaparecer tras la puerta sus facciones se permitieron reflejar tristeza y desconcierto, sabía que a su pequeño rubio le afectaba el hecho de que Naruto no estuviese, a cualquier niño le afectaría, sin embargo nunca imaginó que fuera a ese extremo, suspiró y se dio la vuelta, sumida en sus pensamientos volvió preocupada a la cocina a terminar la cena.

El pequeño parlanchín hablaba sin parar sacándole pequeñas risas y sonrisas, cortesía de sus múltiples anécdotas en la academia que contaba tan efusivamente.

Hinata prestaba atención a todo su relato mientras cenaban, aunque era inevitable que pensara en el dibujo que su hijo le había mostrado momentos antes, el rubio seguía hablando pero ella se preguntaba lo mismo, tenía que hablar con él sobre ese asunto. El chico seguía contando con todo y onomatopeyas, hasta que su madre al fin se decidió a interrumpirlo.

―Eh cariño...

― ¿Uhm? ¿Qué pasa? ―dijo mientras seguía masticando con uno de los palillos dentro de su boca.

―Quisiera hacerte una pregunta― Hinata se tornó seria, Boruto al ver aquello tan poco usual pasó su bocado de forma nerviosa y se quedó en silencio esperando a que hablara de nueva cuenta.

―Sobre el dibujo que hiciste... Escribiste que ésa era tu familia, pero en el dibujo sólo aparecemos tú y yo... ¿Por qué no dibujaste a tu padre?―dijo lo último agachando la mirada, temía que respondiera lo que ella suponía.

El pequeño sintió un estremecimiento recorrerlo de pies a cabeza, la tristeza se apoderó de él una vez más, inconscientemente odiaba que le recordaran la ausencia de su padre. Se encogió de hombros y agachó la cabeza mientras posicionaba las manos entre sus piernas como si estuviera siendo regañado. Creyó que su mamá se había enfadado por haberle mostrado su dibujo, eso le hizo sentir culpable.

Apenas con un hilillo de voz se aventuró a preguntar.

― ¿E-estás enfadada?

Hinata se apresuró a levantarse de su lugar e ir hacia el otro lado de la mesa junto a la silla donde él estaba sentado. Con su mano lo tomó de la barbilla y levantó delicadamente su rostro, al hacerlo, vio en esos encantadores e infantiles orbes azules el temor y la tristeza.

―Claro que no cariño... Es sólo que... Quisiera saber la razón por la cual no lo dibujaste ¿qué pasa? ― dijo con la voz dulce de una madre preocupada, la melancolía reflejada en esos pequeños ojos le partían el corazón.

El hecho de escuchar esas palabras hicieron que su tristeza aumentara, era un tonto por preocupar a su madre, aunque muy en el fondo le doliera colosalmente que su padre no le prestara atención, se empeñaba en mostrarse fuerte ante ese hecho. Lamentablemente el pequeño Uzumaki no contaba con dicha fortaleza todo el tiempo, se quebraba ante la situación.

―E-eh... Yo... ― el rubio tartamudeo, quiso mirar a otro lado pero los ojos perlados y preocupados de su madre no se lo permitieron.

―Cariño...

Los ojos del pequeño comenzaron a cristalizarse y a ella se le encogió el corazón.

Boruto trataba de responder pero simplemente el nudo en su garganta se iba acrecentando, ese dibujo no era más que el reflejo de como sentía que era su familia realmente. Apretó fuertemente los ojos para evitar que las lágrimas escaparán pero ya era tarde, gotas traicioneras escurrían de sus zafiros. No podía evitar que ese sentimiento le invadiera cada que recordaba que su padre no se encontraba ahí. Con los puños intentaba inútilmente borrar el rastro del líquido.

―Boruto... ―la chica sintió una presión enorme en el pecho, ver a su hijo tan triste le hacia el alma pedazos.

Sin esperar más abrazó fuertemente a su pequeño, deseando transmitirle todo su amor y serenidad para que dejara de hipar a causa del llanto.

Sintiendo como sus manitas se aferraban a ella comenzó a acariciar su cabeza en un intento de darle consuelo, escuchar a su Boruto de tal forma le dolía, con tranquilidad comenzó a tararear una melodía que le solía cantar cuando era un bebé, sabía que él siempre se calmaba con eso. Minutos después el rubio se tranquilizó, después de todo seguía siendo un pequeño solamente, apenas tenía 6 años.

Una vez estuvieron en silencio Boruto suspiró, él era un hombre, los hombres no lloraban y él se consideraba lo suficientemente mayor para explicar sus sentimientos, se sentía tonto, no sabía por qué evitaba decirlo si su kaa-chan siempre era tan comprensiva con él. Quizá, no lo decía por temor a entristecerla, aún no lo sabía con certeza. Odiaba ese tema pero lo preguntaría tan sólo una vez más. Se limpió los restos de lágrimas y siguió.

―Ka-kaa-chan... ¿Por qué papá nunca está en casa? Y-yo lo extraño…― dijo lo último más bajito y mirando el piso.

Fue como si la hubieran atravesado con un kunai, sabía que eso era un tema tabú para el pequeño, sabía que odiaba hablar sobre eso, sabía que solía sollozar por las noches, sabía que en su mirada había una tristeza que no debía de existir en un niño de apenas 6 años de edad.

Hinata frunció los labios y habló.

―Cariño... Tu padre es el Hokage de la aldea, ser el Hokage es una enorme responsabilidad...

―L-lo sé pero por qué nunca tiene tiempo para estar con nosotros, aunque fueran sólo unos minutos―la tomó de ambos brazos y elevo un poco la voz―Ni siquiera recuerdo la última vez que jugó conmigo.

― Tu padre... Tiene sobre sus hombros muchas responsabilidades, el aceptar ser un Hokage es aceptar dedicar tu vida a toda la aldea―explicó comprensiva.

Él sabía eso, lo sabía de memoria, se lo había repetido muchas veces y sin embargo su necesidad de saber nunca se satisfacía, la pregunta seguía en su interior.

La muchacha sintió un gran pesar, agachó la mirada, tal vez ella era la culpable de no poder hacer que su pequeñín sobrellevara mejor las cosas... Al mirar la culpabilidad en los ojos de su madre no pudo evitar hablar.

―Tú no eres la culpable de eso, kaa-chan.

Ella respingó, a veces le sorprendía la capacidad de percepción que poseía. A tan corta edad era capaz de darse cuenta de muchas cosas.

―Él está muy ocupado Boruto... es algo que ambos debemos entender-―habló nuevamente, más bajo de lo normal, con un toque de tristeza en su voz.

El de ojos zafiros asintió con desgano y continuó con su cena como un autómata.

Hinata estaba preocupada, ambos no habían hablado después de sus últimas palabras, entendía cómo se sentía el pequeño rubio. Terminaron la cena en silencio, después de eso, Boruto se marchó triste a su habitación, a ella le rompía el corazón que su hijo se sintiera de esa forma.

Una vez sola en su habitación, al tener la certeza de que su hijo se hallaba dormido, con lo que había experimentado esa tarde, se permitió flaquear y sollozar en silencio en la cama que hacía meses se hallaba ocupada solamente por ella en las noches.

Taciturnamente se limpió las lágrimas, parecía tan lejano aquel día cuando compartieron una cama, cuando se acariciaron, desde que quedó embarazada de Boruto jamás volvió a sentir el vibrante tacto de su esposo, ella también le extrañaba mucho, no se imaginaba el pesar de su pequeño al ser consciente de que solamente unas pocas veces jugó con él cuando tenía menos edad, de que cuando necesitaba ayuda en la academia solicitara a su padre y él no estaba, de que cuando quería sentir el cuerpo fuerte de su padre abrazándolo o cargándolo no podía sentirlo, era lógico que sintiera mucha tristeza por esa situación.

La chica suspiro y rodó, intentaría conciliar el sueño, Naruto era el Hokage, su deber era cuidar a toda la aldea, a veces se sentía egoísta por desear que pasara más tiempo junto a ella y su hijo, sin embargo... Lo entendía, debía entenderlo.

El pequeño, contrario a lo que pensaba su madre no se encontraba dormido, escuchaba los sollozos silenciosos de ella, eso lo hizo enfurecer, existía una sola cosa que le molestaba demasiado: que ella sufriera. Apretó los puños y se incorporó de la cama, su mirada emanaba enojo, su padre nunca les prestaba atención, hasta su kaa-chan lo sabía, por más que él fuera el Hokage, nada podía impedirle a alguien estar con su familia si es que la amaba, pero como era obvio para Boruto, la única respuesta que tenía en mente era esa: él no los quería y por lo tanto nunca estaba con ellos, seguía pensando que su familia constaba únicamente de su madre y él. "El estúpido viejo no tiene tiempo ni de aparecer en un dibujo" pensó para después acostarse de mala gana e intentar dormir, las ganas de abrazar a su madre y consolarla tal y como ella lo hacía con él le carcomían sin embargo al ya no escucharla supuso que lo mejor era dejarla descansar tranquila. Al día siguiente podría hacer algo para animarla un poco, él podía hacer cualquier cosa con tal de que la sonrisa de su rostro no se borrara jamás, no quería pensar más en la ausencia del rubio mayor, tampoco deseaba que su madre lo hiciera.

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La oscuridad los rodeaba, jadeantes y sudorosos daban rienda suelta a sus instintos. En medio de la oficina oscura los gemidos era lo único que interrumpía la calma atmósfera de la noche, el rubio se sentía una basura pero el placer que lo inundaba lograba nublar su juicio, al ir ella a ofrecerse, al verla tan sola y tan desamparada... no podía negarse a cumplir con sus exigencias, mientras tocaba aquella piel se sentía en el éxtasis y al mismo tiempo en el infierno, era el ser más repulsivo de la historia. A pesar de sentirse una escoria, seguía con sus embestidas, el placer y la culpa eran una combinación depravada que le hacía tener la certeza de que merecía pudrirse en el averno. Con una mezcla repulsiva de placer y dolor en el alma, siguió con su cometido: correrse dentro de ella, en esos momentos sólo quería olvidarse de todo, que el clímax borrara sus pensamientos, aunque fuera sólo por unos segundos, borrara su deber de Hokage, su culpabilidad, sólo quería perderse en la trivialidad de lo carnal, con ella.

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N/A.Espero les haya llamado la atención el principio y le den una oportunidad (plz ;-;), es mi segundo fic, soy primeriza en esto de escribir, sé que les dije que el comienzo vendría con el próximo capi de mi otro fic ¡pero no pude resistirme! espero contar con su apoyo, ya saben que su opinión es importante y me gustaría mucho que me la hicieran saber. Una disculpa por poner a Naruto tan desgraciado, la verdad me da un repeluz escribir esas escenas de naruto y sakura D: pero es para darle un toque de drama :v
Creo que terminarán odíandolo un poquito en esta historia , no me malinterpreten, yo lo amo pero así es la trama XD Nos vemos en el próximo capi que vendrá más pronto de lo que creen. Nos leemos :)