Me emociona tener este capítulo ya. Lo modifiqué tanto al pobre, y al fic en general, que ya era hora de subirlo. Estuve un tiempo sin hacer nada, y ahora de repente actualizo como loca, no puedo parar.
Hoy para cerrar tenemos el Factum (fach, «acto»). No hace falta que lo diga, ¿cierto? Después me quejaré en las notas finales como siempre. Disfrútenlo.
Advertencia: Lemon. O al menos eso quiso ser(?)
Saint Seiya, Saint Seiya The Lost Canvas y en todas sus formas, pertenecen a Masami, Teshirogi, Toei, etc.
– Factum –
La tarde cayó muy rápido en el Santuario, aunque para algunos el día había sido eterno y no veían la hora de que terminara. Shion últimamente no estaba teniendo buenos días y no entendía por qué. Era debido a su causa, evidentemente. Hacía ya un tiempo que se encontraba distraído y poco atento con respecto a su trabajo. Eso le frustraba, pero no podía evitarlo. ¿Cómo explicar lo que le pasaba? Primero había estado emocionado, experimentando distintas cosas y situaciones que nunca creyó vivir, pero ahora esa emoción había sido remplazada por preocupación. Se sentía preocupado porque no era capaz de explicarse qué ocurría ahora. Llevaba días dándole vueltas al asunto.
Incluso ahora estaba meditando al respecto. Se encontraba tirado en su cama, mirando el techo y con las manos detrás de la cabeza. Esto era inútil, no tenía motivos para encontrarse así o siquiera estar preocupado por una situación tan banal, pero ahí estaba. Quizá ni siquiera era importante de hecho, pero lo sentía extraño. No entendía por qué Dohko lo había estado evitando ese último par de días. Sinceramente, no lo comprendía. Pasaron de estar pegados, en más de un sentido, a no coincidir nunca. Como aquella vez que habían sufrido ese pequeño y confuso altercado, el cual resolvieron de forma bastante peculiar; pero ahora Shion no encontraba motivo para esto.
Todo había comenzado por ese día donde subió al templo de Libra y se quedó allí durmiendo. ¿Por qué? Se preguntaba. ¿Acaso había hecho mal yendo a buscar a su compañero? Tal vez sí. Quizás a éste no le agradó aquel arrebato que tuvo. Dohko no se lo diría abiertamente si de eso se tratase y le exasperaba, aunque admitía que había sido algo atrevido ir a buscarlo, pero no pudo contenerlo. Desde que había comenzado a compartir con Dohko aquellos momentos tan íntimos se sentía mucho más ansioso y sólo quería estar más con él. Shion sabía que eso no era lo indicado, se estaba dejando llevar mucho y no comprendía el motivo. En un principio creyó que estaba bien y el caballero de Libra se sentía igual, pero esos días en solitario le hicieron dudar.
Un suspiro irritado salió de él. Se incorporó quedando sentado en la cama y pasó las manos por su cabello, sintiéndose incómodo. Estaba intranquilo y cansado. No quería seguir así. Tuvo el impulso de salir a buscar respuestas, pero se había contenido. Posiblemente exageraba y no era para tanto. Incluso lo que ellos tenía no era tan fuerte, sólo se habían dado unos cuantos besos y ya, pero Shion no lo había visto así de simple. Le gustaba estar con Dohko, compartir esos momentos y deseaba aún mucho más. ¿Sería entonces que el otro se había cansado? Quizá, pero al menos podría haberle ido de frente en lugar de evitarlo, no lo creía tan cobarde.
Sea como fuere, en ese instante no le interesaron los motivos. Shion se levantó, aprovechando su reciente impulso y salió de su templo, dispuesto a subir por el camino de las Doce Casas. Si Dohko no quería verlo entonces él iría a buscarlo. Ni siquiera notó qué tan rápido llegó al templo de Libra ni qué tan oscuro ahora el Santuario. Se sentía enceguecido y dispuesto a golpear a su compañero si era necesario, al menos para desquitarse un poco.
Por más que fuera con esos pensamientos, los dejó olvidados cuando se adentró en la casa de Libra. Recorrió con firmeza los pasillos y llegó a donde estaba seguro que encontraría al otro santo. Shion permaneció parado en la puerta de la habitación, siendo observado bajo la atenta mirada de Dohko. Al parecer estaba sorprendido de verlo ahí. El caballero de Libra se incorporó de la cama, donde hacía instantes estaba recostado sin dormir, y quiso acercarse a su compañero recién llegado, pero se detuvo.
—Shion —mencionó luego de unos instantes—, ¿qué haces aquí?
Muy buena y estúpida pregunta. Era obvio qué hacía ahí, pero en ese momento Shion se vio imposibilitado de contestar. Permaneció en el marco de la puerta y se sorprendió de hallar su mente en blanco. ¿Acaso no tenía varias cosas que echarle en cara a su compañero? ¿Cómo es que ahora se había apaciguado tanto, hasta el punto de quedarse mudo? No sabía por qué, simplemente se sentía extraño.
—Yo sólo… —titubeó el ariano, sin encontrar qué contestar— quería saber cómo estabas.
Shion casi se golpea por decir semejante idiotez. Apretó los dientes e incluso sintió que la cara se le calentaba por la vergüenza. No era bueno mintiendo, pero tampoco era para decir una tontería así. Se sentía inexplicablemente inhibido y eso le molestaba.
—Oh —Dohko pareció sorprendido por sus palabras—. Estoy bien, gracias, pero es raro verte por aquí y a esta hora.
—Sí, supongo que sí —Volteó la mirada hacia un lado, arrepintiéndose de haber pisado ese templo—. Tienes razón, fue una imprudencia —dijo de pronto—. Discúlpame.
¿En qué había estado pensando cuando subió hasta ahí? En que quería hablar con Dohko sobre por qué se había distanciado de él tan repentinamente, pero no dijo nada. ¿Para qué necesitaba hablar? ¿Qué ganaba con que el otro se lo dijera en la cara? Si era obvio que no lo deseaba más a su lado de esa forma, ya se lo había dicho indirectamente, pero él había sido terco y no quiso creerlo. Ahora estaba pagando las consecuencias, viéndose ahí, humillándose frente al caballero de Libra. Era patético, sin lugar a dudas.
Sin embargo, antes de que pudiera dar el primer paso para irse, Dohko lo detuvo tomándolo del brazo.
—¡No! ¡No me malinterpretes! —dijo un poco alterado, porque claramente no quería que su compañero se marchara—. Me encanta que vengas aquí.
Esas palabras crearon un abismo dentro de la mente de Shion. Un poco de aquella irritación que había sentido volvió a él. Miró con ojos fulgurantes a su compañero, quien aún no le soltaba.
—¿Entonces por qué has estado evitándome? —soltó sin más vueltas. Dohko se quedó perplejo y tardó unos momentos en contestarle.
—No es que haya estado evitándote —Bajó la cabeza, apenado. Claro que esas no fueron sus intenciones, pero esos últimos días habían ido algo difíciles—. Sólo he estado ocupado.
—Tu cosmos se ha sentido vacilante también —acotó sin poder evitarlo—. ¿Qué ocurre, Dohko? —preguntó, casi al punto de una exigencia—. ¿Por qué no quieres decirme?
—Es que… —Dohko se rascó detrás de la cabeza y dudó sobre lo que debería contestar. Tampoco era tan simple de exponer— Es algo difícil.
—¿Tienes algún problema conmigo?
—¡No, no! —aclaró enseguida, negando con ambas manos alzadas—. Por supuesto que no.
—¿Entonces? —Shion ya se sentía un poco impaciente—. ¿Por qué no me dices qué ocurre?
Ante tantas interrogantes, Dohko contrajo el rostro en una mueca que Shion no logró identificar y suspiró con resignación. Ya sentía que no le quedaba de otra más que hablar.
—Ven, pasa —Le indicó que entrara a su habitación. Ambos se sentaron en la cama, frente a frente y Shion miró a Dohko expectante, quien se tomó unos instantes antes de comenzar a hablar —. ¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí? —Shion arqueó una ceja, sin entender el motivo de aquella pregunta, pero asintió de todas formas—. Bueno —Dohko tomó aire, como un impulso para seguir su discurso—, aquella vez cuando subiste y dormimos juntos estuvimos a punto de… ya sabes.
La cara del ariano se enrojeció en aquel momento, tanto como la de su compañero. Recordaba esa noche, cargada de muchas emociones y frustración sobre todo. En varias ocasiones se había planteado hasta dónde llegarían en esos encuentros, los cuales se volvía cada vez más vigorosos, pero no sentía especial preocupación. Sólo se dejaba llevar y punto, cosa que quizá no era la mejor opción, pero era algo que le costaba controlar. Sin embargo, aquella vez Dohko detuvo el momento y no se explicó por qué, Shion creyó que tal vez sería porque se estaban tomando muchas atribuciones en poco tiempo y que podrían continuar más adelante, pero el otro se había distanciado de él sin explicación alguna.
—Sí —murmuró y varios pensamientos revolotearon al instante en su cabeza, con respecto a esa noche—, ¿pero qué tiene que ver eso? —Luego de preguntar aquello una idea diferente le nació—. ¿Es porque no quieres? —Desvió la mirada, pensando que tal vez sería por eso.
En parte, podía entenderlo. Quizá lo que tuvieron había sido producto de alguna confusión, un momento turbio, un pequeño desliz y ya había acabado. Shion podía entender perfectamente eso y lo creía razonable. Después de todo, ambos eran jóvenes tanteando terrenos desconocidos y tentados por seductores espejismos. Claro que eso debió pasar, era lógico, pero por más sensata y real que fuera esa idea, Shion sentía una presión que amenazaba con ahogarlo. Para él esto no era algo tan simple. Quería a Dohko, de verdad lo quería, de la forma que fuese, y pensar en que se había metido en una ilusión con respecto a él era aniquilador.
Aunque estuviera seguro de que se trataba de eso y que Dohko se lo diría, por mucho que le pesara, algo diferente pasó. Su compañero le tomó del rostro y lo acercó para poder besarle los labios. Shion se sobresaltó en su lugar, pero no se movió. Había extrañado eso, sin duda ambos lo hicieron, tanto que no se pudieron apartar hasta unos instantes después.
—No digas eso —pidió Dohko con una voz suave y acariciando la cara del santo de Aries de forma casi imperceptible—. Claro que quiero —dijo con una sonrisa, entre divertida y un tanto avergonzada—. De hecho, se me hace difícil no pensar en eso.
Aquella expresión y las palabras de su compañero le regalaron un inesperado alivio. Shion llevó sus propias manos sobre las de Dohko, las cuales aún no abandonaban su rostro. Por más que le hubiera dicho eso, aún tenía un par de dudas más.
—¿Entonces qué es lo que ocurre? —dijo mirándolo fijamente—. ¿Qué es lo que te preocupa, Dohko?
Aún parecía que le costaba contestar. Vio a su compañero pasear los ojos por toda la habitación, como si pensara qué decir a continuación. Se encontró impaciente por la respuesta, pero no lo demostró. Dohko se apartó de Shion un poco y colocó las manos sobre sus propias piernas, mientras inhalaba aire con algo de fuerza, como si tomara un impulso para continuar.
—Es que… —titubeó un momento— quería averiguar un poco al respecto —El ariano arqueó una ceja al oír eso, cosa que puso al santo de Libra un poco más nervioso. ¿Por qué era tan difícil hablar de esto?—. Ya sabes, cómo se hace, si hay algún problema y quién debe… ¡No te rías!
No había podido evitarlo. La risa comenzó a aflorar de él y no pudo contenerla. Shion se cubrió la boca con la mano, intentando contenerse. No se explicaba por qué, pero le había causado mucha gracia. La imagen que se hizo de Dohko yendo a buscar información sobre esos temas no tenía precio.
—Lo siento —dijo entre risitas—. Es que no me lo esperaba —confesó y vio cómo Dohko se rascaba la nuca, evidentemente apenado. Al verlo en ese instante, Shion se reprochó por haber desconfiado de su compañero. Había pensado de más y ahora se alegraba de saber lo que realmente pasaba—. No creí que te molestaras tanto.
—No quería hacerte pasar un mal rato.
Esa declaración le dejó perplejo. Shion no se había preocupado mucho por eso, de hecho no se había detenido a razonarlo siquiera porque no lo creía necesario. Los momentos que compartía con Dohko solían ser más pasionales que otra cosa, por lo que no se paraba a pensar en lo que hacía la mayoría de las veces. Eso le resultaba emocionante y hasta adictivo, pero ahora las palabras de su compañero le habían dejado helado. Era un gesto considerado y hasta tierno. Le hizo sentir que realmente le importaba y no supo por qué, pero ese detalle le hizo sonreír más abstraído.
Compartieron una mirada profunda, una forma de mirar que hacía varios días no se daban y que sin duda anhelaban. Se acercaron con la rapidez de un céfiro. Volvieron a besarse y enredar los brazos en el cuerpo del otro.
—Quédate hoy.
Un estremecimiento le recorrió al oír esas palabras. No tuvo objeción alguna. Para cuando Shion quiso darse cuenta, ya estaba dentro de esa cama con su compañero junto a él. No era como la última vez, ni los besos que compartían estaban siendo igual que los anteriores. Había algo abstracto que prometía marcar una diferencia entre lo que venían teniendo y lo que harían ahora.
No había casi luz en la habitación. Dohko sólo tenía una pequeña lámpara de aceite en una esquina solitaria, que apenas iluminaba, pero aquello les alcanzaba para verse. El tenue resplandor era suficiente para distinguirse en la penumbra e identificar las caricias que comenzaban a ir y venir con más frecuencia. Con una delicadeza que no sabía que poseía, acarició el rostro de Shion y lo observó un instante, sin poder evitar sentirse encandilado al verlo. Hacía tanto tiempo que deseaba estar así cerca de él, compartir aquellos toques, esos besos, que ahora quería disfrutar cada momento.
Dohko se dio un gusto en aquel momento y pasó las manos por debajo de la ropa de su compañero, sintiendo la piel erizarse bajo su tacto. Lo volvió a besar mientras se perdía en las sensaciones que le provocaba tocar aquella piel. Ni siquiera notó en qué momento se había arrimado tanto al ariano, hasta el punto de quedar encima de él. Le acarició la columna vertebral y notó cómo se estremecía nuevamente, deseaba tocarlo mucho más. Por su parte, Shion tampoco perdió el tiempo. Sus manos viajaron por el torso desnudo del otro caballero, fuerte y bien trabajado, el cual el santo de Libra siempre se enorgullecía mostrando. ¿Por qué será que Dohko prefería andar así, fuese en privado o fuera del templo? No tenía idea ni tampoco pensaba en preguntarlo en ese momento.
Les bastó un segundo para separarse y Shion se despojó de la parte de arriba de su ropa, con algo de ayuda de Dohko. Aquella prenda se perdió por alguna parte de la habitación, ligera y cómoda, como si se la hubiese puesto a propósito para el momento y que sea fácil de quitar. Eso era un pensamiento demasiado enroscado y ninguno de los dos tenía cabeza para sacar tales conjeturas. Estaban rebosantes de emociones incontrolables y deseos que no hacían más que crecer. Shion abrazó a Dohko y le generó una sensación increíblemente placentera la piel cálida de su compañero chocando con la suya. Arqueó la espalda y suspiró mientras enterraba los dedos en los músculos de ese santo que amenazaba con comerlo como un tigre.
En ese instante, Dohko lo envolvió con sus brazos y le besó el cuello cada vez con más intensidad, hasta llegar a morderlo, cosa que hizo estremecer a Shion. El santo de Aries se sintió abrumado por aquella acción y deseó obtener más, tanto así que llevó sus manos a la cabeza de Dohko y la hundió en su cuello; deseando de verdad ser devorado. Unos gemidos se le escaparon mientras enredaba algunos dedos en los cabellos de Dohko y su cadera se levantaba de forma involuntaria, chocando con la del otro santo, en una enloquecedora fricción que ellos ya habían experimentado.
Sin poder aguantar más el roce de la ropa, se despojaron del resto que les quedaba y no les dio ningún pudor verse desnudos. Aunque la intensidad de los movimientos bajaron un poco. Dohko volvió a colocarse encima de Shion, dándose un momento para besarlo nuevamente y acariciar cada parte de su cuerpo completamente expuesto.
Lo comenzó a recorrer, besándole otra vez el cuello y bajó por su pecho mientras sus dedos no dejaban de acariciarle. Dohko pasó sus manos por las piernas de Shion, las cuales se tensaban y rozaban su cuerpo con cada movimiento. Le acarició los muslos, permitiendo que sus dedos viajaran por dentro y fuerza de éstos, tocándole suavemente la entrepierna, aunque no tenía necesidad de ver para comprobar que Shion estaba tan excitado como él. Quiso seguir, ir más allá y satisfacerlo por completo, pero fue el mismo ariano quien lo detuvo tomándole del rostro para que lo vea.
El primer pensamiento del santo de Libra fue que Shion se había arrepentido y eso le generó desilusión, pero la sonrisa con la que el otro le miraba le hizo dudar.
—¿Qué ocurre? —se animó a preguntar.
Shion se mordió los labios, vaciló un segundo, pero finalmente dijo lo que quería.
—Sé que tenemos mucho tiempo y no hay ningún apuro, pero… —Tomó un poco de aire para continuar y sintió que su cara se enrojecía más— ¿Podríamos saltarnos esta parte?
Si dijera que estaba sorprendido se quedaba corto. Dohko quedó con la boca abierta y arqueó una ceja. ¿En serio quería pasar directamente a eso?
—¿Te refieres a…?
—Si no quieres, está bien —le cortó Shion, sintiéndose muy apenado por lo que acababa de proponer—. Podemos continuar así, ignora lo que dije.
Una pequeña risa se le escapó de los labios y se acercó para besar a Shion. No era que no quisiera o le molestara, sólo se había sorprendido.
—No te preocupes —contestó Dohko—. Claro que podemos, sólo que me sorprendió que estuvieras tan ansioso por eso.
Shion volteó la mirada un segundo, pensando que él no era el único ansioso en esa habitación. Ya llevaban un largo tiempo entre besos y caricias que no hacían más que dejarlos con ganas de otras cosas.
—Quiero saber qué se siente —murmuró, pero supo que Dohko le oyó perfectamente. Hacía mucho tiempo que tenía esa duda, por motivos que no pensaba explicar en ese momento y el santo de Libra tampoco preguntó.
—Bien, hagámoslo entonces —Aceptó, sonriendo con confianza mientras se levantaba un poco, pero lo que menos esperó es que yo levantara con él, quedando de rodillas a su lado—. ¿Qué haces, Shion? —preguntó un tanto desconcertado.
—Se supone que debo estar así, ¿o no? —dijo tranquilamente sin entender las palabras de Dohko—. ¿Quieres acostarte o prefieres que yo…?
—Espera, espera, espera —Alzó una mano mientras hablaba para pedirle que guarde silencio. Esto le estaba confundiendo—. ¿Estás pensando que yo voy a ser el…?
Ya no se acordaba la cantidad de nombres que Manigoldo y Kardia le dieron. Concretamente lo que quiso decir fue "el que recibe" o "la mujer" durante el sexo. Shion arqueó una ceja, pero sí le entendió, por más que no lo dijera abiertamente.
—Sí —contestó al instante—. ¿O pensaste que yo lo iba a ser?
—Bueno, de hecho sí —En serio lo había pensado. No supo cómo llegó a esa conclusión, simplemente el que se veía más delicado o femenino, por así decirlo, era Shion. Aunque, cada vez que estaban juntos, ninguno de los dos dominaba al otro, simplemente se dejaban llevar por el momento.
—Pero yo soy más alto —argumentó Shion, pero Dohko no le encontró ningún sentido.
—Eso no es… —Sacudió la cabeza tratando de obviar aquellos detalles. Lo importante a discutir era otra cosa. ¿Cómo resolverían este embrollo? No sabía, así que dijo lo primero que se le ocurrió—. ¿Piedra, papel o tijera?
Shion tuvo que contenerse para no golpearlo en ese instante.
—No creo que sea lo más indicado para decidir nuestra primera vez.
—¿Tienes una mejor idea?
Ahí fue cuando se quedó sin palabras. Dohko tenía razón, mal que le pesara y ya ninguno de los dos quería seguir perdiendo tiempo. Suspiró hastiado mientras escondía la mano tras su espalda y Dohko hizo lo mismo.
¡Piedra, papel o tijera! Dijeron al unísono y al revelar sus manos, uno festejó mientras el otro se lamentaba.
—Rayos —se quejó Shion. Estúpida piedra, ¿por qué había elegido eso? Estúpido Dohko que le ganó con un tonto papel—. ¿Dos de tres?
—Se buen perdedor, ¿quieres? —pidió intentando no reírse, pero era complicado. Sabía lo mucho que Shion detestaba perder.
—Bien —espetó de mala gana, por más que le costara, aceptaría que esa noche no le tocaría a él ser quien dé. Aunque también le interesaba saber cómo era el papel de aquel que ocupaba el rol pasivo, así no era una pérdida total.
Dohko se acercó a él y lo besó de nuevo, haciéndole olvidar su pequeño berrinche. Volvió a abrazarlo, suspirando entre los labios del santo de Libra. Shion se dejó acostar de nuevo en la cama y observó cómo Dohko se levantaba e iba a buscar algo entre sus cosas. Alzó la cabeza, viéndolo volver con un pequeño botecillo de indefinida procedencia, pero en seguida supo de qué se trataba.
—En serio te preparaste —comentó asombrado después de comprobar que eso era lubricante. Un buen dato, porque ni él mismo había pensado en ese detalle.
—Te dije que no quería hacerte pasar un mal rato —Dohko sonrió con la mitad de la boca, pero por dentro estaba tratándose de esforzar en recordar todo lo que había aprendido charlando con sus compañeros.
Eso le hizo sentir aún más halagado. Dohko de verdad se preocupaba por él y pensar en eso le hacía sentir estúpido, pero en un buen sentido, aunque la palabra indicada para describirlo era embobado.
Entre besos y caricias, que fueron reanudadas por ambos, Shion le permitió a Dohko acomodarse entre sus piernas. Una leve inseguridad le invadió cuando sintió las manos del otro santo nuevamente sobre sus muslos y más aún cuando introdujo sus dedos en él. Era un caballero dorado después de todo, él dolor era algo normal en su vida, pero este tipo de dolor no fue capaz de describirlo, era distinto a cualquier otro que hubiera experimentado. La respiración se le cortó un segundo, más por la impresión que por otra cosa, y la idea de que seguramente eso sería mucho peor sin el mágico lubricante le llegó a la mente. Vagos pensamientos pasaron por su mente al respecto mientras sentía su interior quejarse por esa intromisión. Primero fue un dedo y no alcanzó a acostumbrarse a ese que le siguió otro y no supo si más. Pasó un rato ligeramente largo, o al menos así le pareció a Shion, antes de que la idea de que eso era placentero se instalara en su cabeza.
Fue extraño cuando esa mano se alejó de su cuerpo. Se sintió frío, sin poder explicarse por qué. Miró a Dohko y éste le observó con unos ojos anhelantes, como si le preguntara si estaba bien o le dijera que podía seguir. Shion sólo asintió con la cabeza y luego respiró hondo, sin poder procesar una imagen clara de cómo acabaría esto.
Si antes se había sentido adolorido o incómodo, ahora simplemente se había quedado sin palabras. Ahogó un quejido mientras apretaba los dientes y sentía el miembro de su compañero adentrarse en él. ¿En qué demonios pensaba el ser humano al considerar algo así placentero? ¿En qué pensaban los hombres? Pero esos pensamientos sólo eran el producto de los latigazos de dolor que no dejaban de correrle por la espalda. Dohko se movió despacio y lento, parando cuando creía que era necesario, conclusiones que sacaba al ver las muecas de Shion. Sabía que era difícil y no quería dañarlo, pero debía admitir que él tampoco la tenía demasiado fácil. Por más que lo hubiera preparado antes, se sentía más apretado de lo que había esperado.
A pesar de que el momento se le hizo eterno a ambos, Dohko logró adentrarse completamente en Shion y vio cómo éste se tiraba ligeramente del cabello exhalando un sonido gutural de los labios.
—Espera —le pidió Shion, o más bien ordenó, cubriéndose la boca y apretando con fuerza los ojos.
—¿Estás bien? —Aunque se sintiera igual de agitado y con muchas ganas de moverse, esperó a que el otro le hablase—. ¿Duele mucho?
—¿Hace falta? —espetó Shion, ligeramente irritado por la pregunta boba. Claro que le dolía, por algo le decía que se detenga y le dejara encontrar la satisfacción o prepararse para empezar a sentirla— Sólo… Sólo espera un momento.
No mencionó nada más. Dohko guardó silencio, consumiéndose en su propia desesperación y sin saber cuándo podía continuar. Sin embargo, tuvo otra idea en ese instante. Su memoria lo benefició por suerte. Llevó su mano a la entrepierna de Shion y lo tocó, esperando que eso ayudara a que se relajara. Funcionó, porque luego de sentir esas caricias en su propia erección, el santo de Aries comenzó a mover la cadera de una forma casi imperceptible.
Había sido un proceso lento y arduo, si tenía que describirlo, pero finalmente comenzaban a encontrar los resultados. Shion admitía que, más allá de incómodo y doloroso, se estaba acostumbrando a los movimientos de Dohko dentro de él y hasta se encontró gimiendo junto al otro santo cuando el goce fue más fuerte que cualquier molestia.
En un movimiento algo inesperado, Dohko abrazó a Shion y lo levantó sin romper la unión que tenían. Se sentó con las piernas cruzadas en la cama y Shion quedó a horcajadas sobre él. Había sido algo apresurado, casi instintivo, pero realmente tenía muchas ganas de hacerlo de esa forma también. Le parecía muy excitante tener así de cerca a su compañero. Sin embargo, al ariano ese cambio brusco le resultó demasiado súbito y hasta creyó sentir que ese miembro que lo invadía se introducía aún más en él. Apretó las manos sobre los hombros de Dohko y quiso pegarle un cabezazo por imprudente, pero luego se guardaría su tope para más tarde. Sintió que ahora le acariciaba las caderas y le incitaba a moverse, cosa que al instante comprendió.
Sus movimientos fueron pausados y lentos, impulsándose con sus piernas, hasta que se sintió con necesidad de buscar un ritmo más intenso. Dohko movió su pelvis también sin poder evitarlo y Shion gimió en su oído. Quería eso de nuevo, sentirlo otra vez, esa forma fascinante en que parecía llegar al fondo de su ser y rozar una parte que le embriagaba en lujuria. Besó a Dohko con ganas de arrancarle los labios y lo abrazó con fuerza sin pensar en contener ninguno de sus deseos.
El calor aumentó y con él lo hicieron las placenteras sensaciones. Ambos sólo pensaron en obtener más, saciar sus mundanas pasiones y llegar al límite de sus cuerpos. Por más estimulante que le había parecido en un principio, Dohko no soportó más esa posición y volvió a tirar a Shion contra la cama. Entró y salió de él con una velocidad abrumadora, enceguecido por un deleite totalmente nuevo, cautivador y hasta casi salvaje. Abrazó a Shion mientras seguía embistiéndolo y éste le rodeó con sus piernas, además de enterrarle los dedos en la espalda otra vez. Dohko le oyó gemir cada vez más rápido y se encontró a sí mismo expeliendo sonidos similares. Ni siquiera se dio cuenta cuándo llegó al apogeo de sus sensaciones y el clímax se apoderó de su cuerpo, sólo se percató de que Shion alzó sus caderas una vez más y él lo apretó más contra sí.
El cuerpo le hormigueó en una grata y atractiva sensación, la cual lo dejó sin energías, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo extra para no desplomarse sobre el otro santo y aplastarlo completamente. Agitado, disfrutó los restos de su orgasmo, sintiéndolo diferente a cualquiera que hubiera tenido antes. Había sido increíble, demasiado, no supo si porque era que lo hizo con otro hombre, porque éste era Shion o porque él fue quien "dio". Quizá fue un poco de todo. Cuando tuvo fuerzas suficientes, se levantó y observó con los ojos entrecerrados cómo Shion estaba igual que él. Cansado, con la respiración agitada, la cara roja y la mirada levemente perdida.
—¿Estás bien? —preguntó nuevamente, pero esta vez, en lugar de recibir una mala contestación, Shion le sonrió. El ariano llevó sus manos a la cara de su compañero y compartieron un beso más, ya sin ningún tipo de lascivia en el medio, sólo fue un gesto cariñoso.
—Te instruiste bien —comentó Shion a modo de broma, ya sintiéndose un poco más despierto.
—No fue fácil en realidad.
En definitiva, nunca quería revivir la charla que tuvo con sus compañeros, aunque estaba muy agradecido porque todo había acabado bien. Se levantó sintiendo su cuerpo pegajoso de sudor y algo más. Ni siquiera se había dado cuenta que Shion también había terminado, aunque sonara un poco inconsciente. Se concentró tanto en el placer que le brindaba estar dentro de él que no pudo prestarle atención a nada más. La próxima intentaría ser más cuidado, porque estaba seguro de que habría otra, aunque para ser la primera no creía que hubiera salido mal.
Dohko se tiró junto a Shion luego de separarse de él. Estaba cansado, pero no tanto como hace un momento. Se permitió suspirar mientras miraba a su compañero. Shion se movió con cierta dificultad, quedando acostado sobre el costado de su cuerpo. Aunque había tenido cuidado, igual quedó adolorido y era normal, o eso dijo Manigoldo, que así sería hasta que el "muerde almohada" se acostumbrara e incluso nunca dejaría de doler. Dohko tomó las sábanas de su cama, que habían quedados olvidadas en el suelo, porque de repente sintió algo de frío cuando su cuerpo bajó la adrenalina, y los tapó a ambos con ellas.
—¿Cómo hiciste? —indagó Shion repentinamente. La curiosidad no había dejado de picarle desde que Dohko le dijo que había buscado una forma de instruirse al respecto de temas sexuales—. ¿Acaso estuviste con alguien?
—No, claro no —Shion casi suspiró aliviado al oír eso. No se explicaba por qué, pero la idea de que el otro santo hiciera esas cosas con alguien que no fuera él le molestaba, pero ahora se sentía más tranquilo—. Hablé con Kardia y Manigoldo.
—¿Qué? —espetó sin poder creerlo—. ¿Lo dices en serio?
—Sí, no fue tan malo. Son buenos amigos, por más pesados que puedan ser.
—No sé si pueda creer eso —No podía molestarse, pero no dejaba de parecerle extraño imaginar a esos dos dando consejo a alguien, de cualquier cosa—. Pudiste haberlo hablado conmigo.
—Es que era difícil y… Espera, ¿tú sabías cómo hacerlo? —preguntó sin poder creer esa información y Shion asintió, dejándolo más perplejo—. ¿Cómo? ¿Ya lo habías hecho?
—No, pero sí lo vi —contestó con simpleza, pero los ojos de Dohko le exigían una explicación—. ¿Recuerdas que puedo ver las memorias pasadas de las armaduras? —No entendía bien qué tenía que ver, pero afirmó mientras Shion sonreía con la mitad de la boca y se encogía un poco de hombros—. Bueno, los caballeros de muchas generaciones han sido igual de cercanos, no somos los primeros.
Se sintió demasiado asombrado por ese descubrimiento y rió al comprobar aquello. No sólo había guerras y cosmos entre los caballeros de Athena, también muchas cosas de las que pocos se enteraban.
—Podríamos seguir —sugirió Dohko con una sonrisa maliciosa.
—Dame un minuto de descanso y te ganaré todos los Piedra, papel o tijera que quieras.
Ambos rieron nuevamente y sospecharon que esa noche no terminaría pronto, pero no les importaba que fuera así. Estaban juntos, por el tiempo que tuvieran, compartiendo únicos momentos que jamás olvidarían. Nada más les hacía falta.
~ Fin ~
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– Extra –
Manigoldo caminó desganado, descendiendo por las Doce Casas. Soportar los regaños del viejo nunca era algo fácil, incluso a veces creía que lo regañaba sin ningún motivo y porque sí. No había hecho nada malo. Sólo había ido a tomar algunos tragos con el bicho rastrero y cuando regresaron estaban demasiado ebrios. Tanto que se dejó convencer por Kardia de subir hasta Acuario y dale una serenata a Dégel. En sus mentes de borrachos había sido una buena idea, incluso llevaron unas ollas para hacer la música mientras cantaban, aunque al caballero de los hielos no le gustó nada la canción y mucho menos al Patriarca.
Ellos habían ido con buena intención y así los trataban. Qué francés malagradecido, pero al menos él no estaba tan jodido como el bicho, a quien no había visto en todo el día. Seguro le tomaría tiempo salir del témpano de hielo donde Dégel lo encerraría. Tendría que empezar a pensar en conseguirse un nuevo compañero de juega. Ahora que lo recordaba, a quienes no había visto todavía eran a los caballeros de Aries y Libra. Una sonrisa bribona apreció en su rostro, pensando en que seguro el chino había tenido éxito.
Acababa de salir de Virgo cuando se cruzó inesperadamente con alguien.
—Qué cara portas, Manigoldo —dijo Hakurei intentando no carcajearse—. ¿Mi hermano ya te dio el sermón de hoy?
—A veces creo que cada día son más largos —Suspiró cansado y de verdad creía que era así—. ¿Subes a ver al viejo?
—En eso estaba —contestó—. ¿Shion salió a alguna misión? No estaba custodiando Aries.
—No, es que él… —En ese instante, una idea maliciosa se formó en su rostro e intentó reprimir la sonrisa gatuna que quería salir—. Él está en Libra ahora mismo, se ha hecho muy cercano a su custodio.
—No me digas —Hakurei entrecerró los ojos, recordando vagamente a ese muchacho.
—Sí. Es más, sube y los verás allá, están en la parte residencial. Tú pasa con confianza que Dohko no tendrá problemas.
—Bueno, si insistes, creo que podría saludarlo. Ya ha pasado tiempo.
—Sí, te llevarás una sorpresa de ver cuánto ha crecido —Y no sólo eso.
Siguió bajando hasta Cáncer y al llegar a su templo, sus oídos le cosquillearon de gusto al escuchar los lejanos pero claros gritos. Esa tarde Manigoldo rió como loco y todo el Santuario se enteró lo que pasaba entre Libra y Aries. Hakurei armó un escándalo semejante, que podría haber hecho bajar a algún otro dios del Olimpo sólo para pedirle que se calle. Quizá las frases que más recordarían los otros caballeros serían: ¿Cómo no me lo dijiste? ¿Para eso querías irte de Jamir? Con razón nunca miraste a Yuzuriha de otra forma. ¡Es muy enano para ti! ¡Vístanse con algo y tengan un poco más de respeto por Athena! Búscate otro que éste no sobrevive ni contra uno de bronce.
Sí, definitivamente había sido un gran día que nadie olvidaría.
Antes quiero agradecerle a Cygnus y a Lumi de Aries por comentar la historia, se los digo por acá porque lo hicieron sin cuentas, así que no les puedo mandar mensaje. Muchas gracias por los reviews, me alegro que les guste la historia y Lumi: Sí, entendí lo que quisiste decir, y gracias. Escribo medio raro, pero me alegro de que te guste. Muchas gracias!
Cosas sin sentido que tengo para decir: Saben que cuando me decidí a escribir esta historia no lo pensé, pero cuando tuve que sentarme a escribir esta parte por mi mente pasaba similar a "¿Cómo era esto que hacen las persona? Sexo, sí... ¿Cómo se hacía?" Después de que dejé de ser idiota y me puse a escribirlo, quedó raro. Es lo mejor que puedo hacer. Hace bastante que no lo intentaba. Tengo muchas cosas para decir, pero si comienzo no finalizaré nunca. Aunque sí me surgieron muchas dudas al escribir este capítulo, como la forma de decidir quién es el activo o el pasivo. Es raro, yo que soy mujer es diferente, pero traté de plantearme cómo intentaría decidirlo si ambos quería ser activos y me dije "Ya fue, jan ken pon" y así fue. En fin, espero que no quedara muy raro.
Ay, no puedo creer que ya terminó. Qué bien se siente esto de terminar un fanfic, debería hacerlo más seguido(?) Quiero darle un muy especial agradecimiento a las personas que han leído, comentado y seguido la historia con paciencia. Muchas gracias a ustedes, a la poesía, a esta bella pareja y ya nos veremos en más historias seguro.
Cuídense, saludos y besos!