¡Hola! Nuevamente estoy con un dramione arriba. Sé que ya tengo otro comenzado pero me he dado cuenta que tiene un sinfín de contradicciones por lo que lo reescribiré, cambiando unas cuantas cosas. Mientras tanto, espero que esta nueva historia que tengo hace mucho tiempo en mente les guste.

Argumento: Un error en la clase de Runas Antiguas los obliga a viajar de realidad en realidad, tomando los papeles de diferentes personas, siendo monarcas, sirvientes, magos e incluso muggles. Draco y Hermione deberán aprender a vivir con sus diferencias para no acabar estrangulándose entre ellos, especialmente cuando el joven rubio Slytherin le oculta un importante secreto a su compañera de viaje.


Realidad Alternativa

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"La magia es un puente que te permite ir del mundo visible hacia el invisible.

Y aprender las lecciones de ambos mundos."

Pablo Coelho

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Hermione se despidió de Ginny rápidamente antes de correr hacia su clase de Runas Antiguas. Le había prometido a su amiga que la seguiría ayudando con su tarea de Transfiguraciones en cuanto se quedara libre, lo que no sería sino hasta dentro de dos horas. Con su bolso de útiles colgando de su hombro y sus brazos sosteniendo un par de libros que no había alcanzado a devolver a la biblioteca, se dirigió hacia el salón de clases de la profesora Babbling. Siempre le había parecido una asignatura muy fascinante pero, desde la guerra, la mujer había empezado a perderse y, en medio de la clase, solía lanzar comentarios sin sentido o cometer constantes equivocaciones que luego, al darse cuenta, se encargaba de corregir mientras se deshacía en disculpas. Ella, mejor que nadie, sabía las secuelas que una guerra dejaba en las personas y por eso estaba segura que lo mejor que podría hacer la profesora Babbling era retirarse y tomar unas largas y merecidas vacaciones.

Sin embargo, había oído que la profesora tenía ataques de pánico cada vez que estaba lejos de la escuela por lo que ni siquiera había vuelto a su casa en las vacaciones de verano. Realmente, no le extrañaba. Había noches en que ella misma despertaba sobresaltada después de haber tenido terribles pesadillas. Afortunadamente, eso no sucedía desde hacía unos cuantos meses. Era realmente bueno ya que tener una noche tranquila de sueño le permitía tener energía para un día de esfuerzo y estudio. Ese año sería el último y quería salir teniendo las mejores notas. Por eso, durante las vacaciones de Navidad, había preferido quedarse en el castillo en vez de ir con los Weasley. Los exámenes serían en sólo cuatro meses y había querido comenzar a hacer resúmenes y organizarse con sus horarios de estudio. Harry y Ron le habían mandado una carta, asegurándole que estaba paranoica pero ella ya conocía lo suficiente a ese par como para saber que jamás se tomaban los estudios en serio. Se enfadaron muchísimo por no verla en vacaciones pero supo compensarlo asegurándoles que en la próxima salida que tuvieran a Hogsmeade se reunirían a beber cerveza de mantequilla.

Cuando llegó al salón de clase no le asombró descubrir que ya casi todos se encontraban allí. Había salido tarde de la sala común donde se había reunido con Ginny. Pero a pesar de eso, su usual asiento en la parte delantera del aula estaba vacío. Se apresuró a caminar por el pasillo que había en medio de los pupitres cuando alguien retrocedió de repente, chocándola y haciéndola volcar sus libros.

—¡Mira por dónde vas!—gruñó Malfoy antes de apartarse rápidamente y volver con su grupo de amigo con los que estaba jugando bruscamente.

Ella los oyó reír mientras, maldiciéndolo entre dientes, se inclinó a buscar sus libros. Eran unos idiotas y no perdería el tiempo discutiendo. Un chico que, según recordaba, se llamaba Sam y era de la casa de las águilas, la ayudó a juntar sus pertenencias y la acompañó hasta su lugar. Se topaban simplemente en dos clases y siempre se había mostrado amable con ella a pesar de que no hablaban mucho.

—Gracias.

El muchacho le sonrió. No era realmente un adonis pero tenía cierto encanto. Le devolvió la sonrisa inmediatamente, consiguiendo que él se ruborizara levemente y apartara la vista con nerviosismo de ella pero aún así no se movió del lugar.

—Eh… Hermione… ¿Puedo llamarte Hermione?

Ella asintió con entusiasmo.

—Me preguntaba si…—volvió a mirarla y ella notó por primera vez que tenía unos bonitos ojos azules—… si querrías acompañarme a…

—¡Muévete, imbécil!

Hermione se corrió rápidamente antes de que el cuerpo corpulento de Goyle empujara el de Sam hacia adelante cuando intentaba atrapar una Quaffle que le había lanzado Malfoy.

—¡Ey!—protestó Sam, usando sus manos como escudo para que su cuerpo no chocara de lleno contra la mesa.

Goyle se giró inmediatamente, más que dispuesto a comenzar una pelea si era necesario, para poner en su lugar a esa águila debilucha. Para desgracia de Hermione, Sam, rojo como un tomate, se giró para enfrentarlo.

—¡No!—gritó tomándolo del brazo cuando vio que buscaba su varita—Vamos… no vale la pena.

Goyle le sonrió con burla.

—¡Anda, vete! Deja que tu noviecita de cuarta te diga que hacer…

—¡Goyle, por favor! ¿Él? ¿Novio de Granger?—preguntó Malfoy, apareciendo a su lado para contemplarlos a ambos con el más puro desprecio—Eso sería caer demasiado bajo, incluso para un Revenclaw.

Sam se soltó del brazo de Hermione, totalmente furioso, pero la profesora entró en ese momento al salón, trayendo consigo una caja de tizas.

—¡Buenas tardes, chicos!—exclamó y al ver a Sam rojo junto a los dos Slytherin, añadió—Vayan todos a sus lugares. Hoy vamos a hacer algo diferente. Primero les explicaré la teoría y luego formarán parejas y pasaremos a la práctica. ¡Rápido! Señor Malfoy, señor Goyle, por favor, vuelvan a sus lugares si no quieren que reste cinco puntos a cada uno.

Ambos lo hicieron pero Hermione sintió antes la mirada de Malfoy sobre ella, haciéndola sentir terriblemente incómoda a pesar de que no sabía por qué. Quiso apartar la mirada bruscamente pero se obligó a no hacerlo ya que eso sería demostrar debilidad y, por eso, los ojos grises del muchacho se toparon durante unos eternos segundos en los castaños de ella. Pero cuando la profesora cruzó frente a ellos, cortando la conexión, ella apartó el rostro y se concentró en la clase, no queriendo preguntarse qué demonios había sucedido segundos atrás.

—¡Estoy segura que esto los emocionará tanto como a mí!—exclamó Babbling—He hablado con la directora y me ha autorizado para realizar esta actividad por primera vez en la historia.

Con un movimiento de su varita hizo que una de las tizas se moviera hacia el pizarrón que había detrás de ella y escribiera dos palabras: REALIDAD ALTERNATIVA.

Hermione frunció el ceño, intrigada por aquello y también algo confundida. Incapaz de contenerse, alzó la mano inmediatamente.

—¿Sí, señorita Granger?

—No entiendo—confesó.

—Finalmente—murmuró alguien lo suficientemente alto como para que todos escucharan, lo que causó que todos rieran.

Hermione no les hizo caso y, cuando se callaron, continuó.

—La realidad alternativa es en sí un concepto pero no ha sido probado aún. Es casi como los mundos paralelos. ¿No? ¿Cuál es el sentido de estudiar esto en Runas Antiguas?

—Esa es una muy buena pregunta, señorita Granger, pero la corrijo, sí, es un concepto probado recientemente—indicó la profesora—Una realidad alternativa es, en cierta manera, algo no real. Una realidad que puede crearse mediante un hechizo para hacerle creer a la mente que lo que ve existe pero no es así—explicó—Se debe dibujar ciertas runas en el suelo, alrededor de la persona y luego se debe pronunciar el siguiente hechizo: Revideor, que quiere decir, reaparecer. Porque el mago o bruja reaparece en un mundo que puede resultarle conocido o no, siendo él mismo o siendo alguien más. Es como un juego de rol—intentó aclarar—simularán ser alguien diferente. Por eso, una vez allí, deberán seguirán con su papel lo mejor que puedan. De lo contrario, la realidad se volverá inestable.

La tiza volvió a dibujar en el pizarrón una serie de runas. Algunas podían reconocerlas pero otras aún no la habían visto en clases por lo que la profesora comenzó a explicarlas y a representarlas numéricamente. Les insistió en que debían ser muy cuidadosos cuando las dibujaran porque el más mínimo error podría hacer que los cálculos salieran mal y la realidad creada podría salirse de control.

—Ahora los uniré en parejas—dijo después de toda la explicación—Viajarán a una realidad alternativa que yo misma crearé para evitar errores. Allí permanecerán simplemente una hora, aunque aquí apenas pasarán cinco minutos.

Se acercó al medio del salón y comenzó a dibujar con la tiza en el suelo. Hizo un círculo grande y otro más pequeño en el interior. En el espacio que había entre esos dos trazó las runas que había mencionado.

—Hay ciertos aspectos de la mente de cada persona involucrada que puede aparecer en esa realidad—siguió diciendo antes de terminar su última runa y ponerse de pie—Por eso he decidido que lo mejor sería hacerlo en parejas. Se acompañarán y compartirán la experiencia. Puede resultar difícil acostumbrarse al principio pero sólo deben dejarse llevar por la situación.

Se sacudió el polvo de tiza que tenía en sus manos y miró hacia arriba, contemplando los rostros de sus alumnos.

—¿Quiénes quieren ser los primeros en viajar?—preguntó entusiasmada.

Todos se quedaron en silencio, sin mover ni un músculo, hasta que finalmente Hermione decidió arriesgarse. No podría ser tan malo, se dijo. Alzó la mano y cuando la mujer la vio le sonrió maravillada.

—¡Excelente, señorita Granger! ¡Cinco puntos para su casa!—la felicitó—Pase aquí adelante, por favor.

Hermione se puso de pie y se acercó a la profesora. Ella la acomodó en el interior del círculo, diciéndole que tuviera su varita en mano.

—¿Alguien más? ¡Vamos, chicos!—los incentivo—Aún así, todos deberán participar.

Algunos murmuraron entre ellos, no confiando demasiado en aquella actividad ni en la profesora. Hermione vio que Sam estaba a punto de ponerse de pie e ir allí por lo que le sonrió entusiasmadamente.

—¡Yo lo haré!

—¡Muy bien, señor Malfoy!—claramente sonaba sorprendida pero aún así la sonrisa entusiasta no vaciló—Cinco puntos también para su casa. Colóquese al lado de la señorita Granger con su varita.

Hermione se tuvo que morder los labios para no protestar. ¡No quería que ese hurón malnacido fuera con ella! ¡Mucho menos a una realidad que ninguno de los dos conocía! ¡¿Y si se colaba algo tétrico y horripilante de la mente del rubio allí?! ¿Qué se suponía que iba a hacer ella? ¿Y si la intentaba atacar? Pero sabía que si llegaba a abrir la boca la mujer sería capaz de retirarle los puntos que le había obsequiado e incluso podía reprenderla. ¡O peor, sacarla de la clase! No, era mejor guardar silencio y hacer caso omiso a la presencia de ese tonto.

—Profesora, ¿Podremos realizar magia una vez que estemos allí?—preguntó.

—A veces sí, a veces no. Si aparecen como muggles, no, claramente, pero si son magos o brujas, sí.

—¿Y a cuál iremos?—inquirió casi con desinterés el rubio.

—¡No lo saben!—exclamó riendo, como si la idea fuera de lo más graciosa—¡Eso es lo divertido! Y como todos irán al mismo lugar, les ruego que cuando regresen no les cuenten a sus compañeros.

Draco frunció el ceño. Aquello no le parecía ni una pizca divertido y por la expresión que ponía Granger estaba seguro que a ella tampoco.

—¡Recuerden!—exclamó—Aunque todo eso parezca real no lo es. Podrán sentir dolor, alegría, o cualquier otra sensación pero todo será ficticio…

—¿Dolor?—la voz de Hermione estaba plagada de preocupación—¿Eso quiere decir que nos pueden hacer daño?

—Sí, pero no deben preocuparse por eso. Al sitio al que yo los mando no les sucederá nada malo… ¡Bien!—dio un paso fuera del círculo—A la cuenta de tres, dirán: Revideor.

Ambos asintieron.

Uno.

Dos.

Tres.

—¡Revideor!—exclamaron a la vez.

Al principio todos se quedaron expectantes, esperando que sucediera algo, pero ellos seguían allí, mirando con los ojos abiertos y con sus varitas en mano. La profesora aplaudió entusiasmada.

—¡Funciono!—exclamó riendo.

Una chica de Slytherin la contempló como si se hubiese vuelto loca.

—¡Aún están aquí!—indicó.

—Sólo su cuerpo. Miren…—ella entró al círculo y pasó la mano delante del rostro de ambos, pero ellos ni siquiera parpadearon—Su mente es la que viaja a una realidad diferente. Ahora, lo que debemos hacer es esperar cinco minutos hasta que ellos vuelvan y luego podrá pasar la siguiente pareja. Así que júntense con alguien.

El murmullo no se hizo esperar y mientras se organizaban, los cinco minutos fueron transcurriendo con velocidad.

Bathsheda Babbling contempló con alegría el entusiasmo de los demás. Sus ojos se deslizaron desde el rostro de los alumnos que se preparaban hasta los de los dos que estaban dentro del círculo para luego revisar los dibujos de runas que había hecho allí. Cada uno de esos símbolos tenía una representación, un significado. Se les podía dar un significado numérico, lo que le permitía combinarlos y sumarlos, consiguiendo diferentes resultados. Por eso debía ser muy cuidadoso a la hora de…

Jadeó tan fuerte que el silencio se hizo en el aula. Todos la contemplaron sorprendidos, sin comprender qué había sucedido. Cayó de rodillas al suelo, observando fijamente las runas que ella misma había dibujado con una expresión horrorizada.

—¡Que Merlín me perdone!—exclamó.

—¿Profesora? ¿Qué sucede?

Ella alzó la mirada hacia el chico que había hecho la pregunta. Era Sam.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?—inquirió.

El muchacho se encogió de hombro y se giró hacia una de sus compañeras que sabía que era muggle y que llevaba siempre consigo un reloj pulsera.

—Diez minutos—contestó la chica, frunciendo el ceño.

—¡Diez! ¡Oh, por Merlín!—sus ojos se llenaron de lágrimas—¡Rápido, corre y busca a la profesora McGonagall! ¡Oh, soy una tonta! ¡Tonta! Debí de prestar más atención…

Sam se giró, anonadado. Aún no entendía qué rayos estaba sucediendo pero podía intuir que era realmente malo. Corrió todo lo que sus piernas le permitieron hacia el despacho que antes había sido de Dumblendore. Al tomarse con la gárgola, dijo la contraseña y subió rápidamente las escaleras.

—¡Profesora!—gritó.

Minerva alzó la mirada, sobresaltada por la inesperada interrupción.

—¡La profesora Babbling la llama! ¡Es urgente!

—¿Están en el salón de clases?

El muchacho asintió y pronto salieron ambos hacia allí. Minerva no quiso preguntar nada pero ya tenía un terrible presentimiento. Había estado muy dudosa a la hora de dar autorización pero la emoción de su compañera de trabajo la había convencido. Además, le había asegurado que no sería en absoluto peligroso puesto que ella misma crearía las realidades a donde viajarían sus alumnos.

Cuando llegó al salón de clases, la descubrió de rodillas entre Draco Malfoy Y Hermione Granger, sollozando desconsoladamente. Bajo ellos el círculo de runas había sido dibujado. Algunos alumnos se le habían acercado e intentaban consolarla pero sin conseguirlo.

—¿Qué sucedió?—pidió.

La profesora Babbling alzó el rostro bañado en lágrimas.

—¡Me confundí!—exclamó—Dibujé dos runas que no debía y ahora ellos estarán perdidos en una o varias realidades diferentes…

Minerva intentó contener la rabia que sintió en ese momento. Reprenderla a gritos delante de los alumnos no sería la mejor opción en ese instante.

—¿Hay algo que podamos hacer para traerlos de regreso?—preguntó con enojo.

—Podría intentarlo…—musitó—Pero llevará tiempo.

—Bien—se giró hacia los alumnos de Runas Antiguas—Todos quedan excusados y la clase cancelada hasta próximo aviso. Pueden retirarse.

Mientras comenzaron a retirarse, murmurando sobre lo sucedido, Minerva contempló a los dos chicos con preocupación. No tardó mucho en llamar a la enfermera e hizo que trasladaran a ambos a la enfermería. Cuando ambos estuvieron colocados en camas lo suficientemente separas, no le quedó más opción que llamar a los familiares de ambos.

Sabía que los Granger aún se encontraban en Australia con sus memorias cambiadas y no tenían idea alguna de que siquiera tenían una hija; aún así, su responsabilidad estaba en avisar a los Weasley. Escribió una carta para ellos y otra idéntica para los Malfoy. Era a éstos últimos a quien temía. A pesar de que la familia había sufrido durante la guerra no podía decirse que luego de ésta la pasara mal en la actualidad. Seguían teniendo dinero y aún mantenían contactos con las brujas y magos más poderosos del mundo mágico. Incluso Lucius Malfoy había sido capaz de eludir la cárcel. Eran ellos los que podían poner el mundo de cabeza, exigiendo que se despidiera a Babbling y que se encontrara una solución inmediata.

Suspirando, cerró las dos cartas y tras buscar un par de lechuzas, las envió. Se masajeó la frente con la punta de sus dedos en un intento de conseguir un poco de calma mental.

Aquello era realmente una desgracia. Pero peor aún era que ese par fuera el que se hubiese perdido en una realidad alternativa. Sólo esperaba poder encontrar una solución antes de que ellos se mataran entre sí.

Narcisa Malfoy entró corriendo a la enfermería del colegio. Su corazón estaba acelerado y su mente abrumada por la preocupación. Sus tacones resonaron en el suelo cuando corrió al lado de la cama de su niño. Él estaba tendido allí, con los ojos cerrados, respirando con tranquilidad, como si no estuviera nada más que durmiendo. Se inclinó sobre él y dejó caer un beso sobre su frente, combatiendo con las ganas de llorar que sentía.

—¿Señora Malfoy?

Se volteó rápidamente para encontrar a Minerva McGonagall de pie a pocos metros, contemplándola con cierta vergüenza.

—¡¿Qué clase de colegio es este?!—le preguntó con un tono helado—Mi hijo viene aquí a aprender no a realizar esta clase de actividades que ponen en peligro su vida.

—Le aseguro, señora Malfoy, que no es más que un indeseable incidente que no pone la vida de su hijo en ninguna clase de peligro. Su cuerpo está aquí sano y salvo. Es su mente la que se ha sumergido en una especie de sueño. Pero le aseguro que estamos trabajando arduamente para lograr despertar a su hijo y a su compañera.

—Más vale que así sea porque si no veo resultados en unos días…—amenazó—conocerá el poder del apellido Malfoy.

—Lo conozco—aseguró la mujer sin dejarse intimidar—pero le aseguro que no será necesario. Los despertaremos.

Narcisa alzó su mentón y la miró fijamente.

—Espero que sí.

—Mientras tanto, la mantendremos informada de…

—Eso es seguro porque no pienso moverme de aquí—le aseguró—Veré que mi hijo reciba la mejor atención mientras tanto.

Minerva parpadeó sorprendida.

—Pero podrían pasar días hasta que despierte. ¿Piensa quedarse todo este tiempo en el castillo?

—Así es—respondió Narcisa sin dudarlo.

La directora suspiró, abatida. No quería tener más problemas así que asintió, aceptando tener a la mujer allí. Algo le decía que no habría nada que ella pudiera decir que la hiciera cambiar de opinión.

—Me encargaré personalmente de ordenar que tenga una buena habitación—le dijo.

Narcisa asintió antes de volverse nuevamente hacia su hijo hasta que oyó los pasos de la mujer alejándose. Volvió la cabeza hacia atrás para comprobar que ya no estaba y entonces fue cuando se puso de pie, viendo alrededor de la gran enfermería, buscando a la compañera con la que su hijo había tenido aquel incidente. En la carta que McGonagall le había enviado no había mencionado su nombre.

Notó que en la otra punta de la enfermería había alguien tendido en la cama. Miró nuevamente que nadie estuviera cerca antes de acercarse con lentitud. Al principio no logró distinguirla pero cuando estuvo lo suficientemente cerca vio que no nadie más que Hermione Granger.

Su corazón calló a sus pies.

Si su hijo estaba así era por culpa suya.


¿Qué opinan? Sé que no es mucho lo que dice, pero este capítulo es más bien una especie de introducción antes de mostrar como este par se desenvuelve en diferentes realidades.

Aquí un adelanto del siguiente capítulo:

—Eres Draco Hurón Malfoy—le dijo—¡Un Duque! ¡Ja!—rió sin gracia—¿Puedes creerlo?

—De hecho, sí, y tiene completa lógica que tú seas mi sirvienta.