Un fuerte sonido llegó hasta lo más recóndito de mi habitación; un sonido de un golpe seco y profundo. Provenía del piso de abajo, de la tienda de dulces. Yo estaba terminando de abrocharme el hermoso vestido que hacía unas horas me trajo mi mejor amiga, y que no lograba cerrar por un fallo en su cremallera, que hacía que se abriera al poco de agacharme.

Apenas el sonido se apagó, escuché los pasos veloces de mi madre andando por el pasillo y luego como bajaba los escalones. Abrí un poco la puerta para escuchar que sucedía, pero la cerré casi de inmediato, cuando la potente voz de mi madre retumbó en todo la casa.

– ¡¿Qué demonios estás haciendo Honoka!? Se supone que estás ayudando en la tienda, no jugando. Ya no tienes diez años, compórtate como tal.

No escuché el reclamo de mi hermana mayor, pero tuvo que haber dicho algo muy serio para que mi madre continuara con su regaño.

–Si no te gusta trabajar en la tienda, y tampoco quieres ir a la universidad, ve buscando que hacer con tu vida, que yo no pienso mantenerte toda la vida.

Esperé unos segundos hasta que volví a escuchar pasar a mi madre al lado de la puerta y salí despacio. Bajé y me asomé a la recepción de la tienda. No había nadie en el lugar. A lo lejos podía escuchar a mi padre en la cocina. Miré a la puerta pero tampoco había sido abierta recientemente.

Bajé casi de puntillas y me dirigí al mostrador. Entonces escuché un leve rasgar en el piso de madera. Me asomé por encima y allí estaba mi hermana, Honoka, de casi veinte años, con el cabello castaño largo, revuelto y a medio amarrar. Estaba de rodillas y limpiaba con fuerza lo que parecían ser manchas de sangre.

Me entró un poco de tristeza. Dos años atrás era una enérgica y atolondrada chica de segundo de secundaria, que creaba uno de los grupos school idols más populares. Pero hoy, solo era una pobre chica que, luego de graduarse, no había podido entrar a ninguna universidad. Y todo se debió al abandono de sus mejores amigas.

Me mordí el labio e hice un leve sonido golpeando la punta de mi pie en el mostrador. Ella levantó el rostro y me miró. Tenía la nariz levemente hinchada y su frente roja. Una leve mancha de sangre seguía en su labio superior y sus azules ojos estaban aún con lágrimas queriendo salir.

–Que carita hermana. ¿Al fin te pegó mamá con la sartén?

Dije eso con mi tono más seco, pero solo era para aparentar. En realidad, hace como un año que me entristecía ver a mi hermana así, sin energía, sin ganas, sin vida. Y sabía que a mamá y a papá también les preocupaba, pero ya habíamos intentando de todo para ayudarla.

Honoka no contestó. Se limitó a lanzarme una mirada de enojo y terminó de fregar el piso. Me encogí de hombros y decidí regresar a mi habitación. Cuando pisé el primer escalón, la fuerte voz de mi hermana me detuvo.

–Yukiho, ¿De dónde sacaste ese vestido?

Me giré rápidamente y eso hizo que la parte baja del vestido se abriera en su circunferencia y llenara todo el espacio de la puerta de color azul. El encaje blanco que caía por los costados de la falda flotaba en el aire dando la sensación de que volaban. Mis delgadas piernas dejaron de girar y el vestido nuevamente las cubrió completamente. La parte superior del vestido, tallado a mi cintura era de un azul más claro y acentuaba mi pequeña figura que por fin, ese año comenzaba a notarse.

Mi hermana tenía la boca abierta y los ojos como platos. Eso hizo que dibujara yo una leve sonrisa en mi boca.

– ¿Te gusta? –ella asintió–. Es el vestido que voy a usar en el live de la ceremonia de las nuevas estudiantes de Otonokizaka.

Honoka cerró la boca y su expresión cambio por completo. Otra vez triste, otra vez apagada. Me maldije por lo bajo.

Yo estaba ya en mi último año de estudios en Otonokizaka, la escuela a la que asistió mi abuela, madre y que mi hermana ayudó a evitar que cerraran dos años atrás. Desde que había entrado, junto a mi mejor amiga, Alisa, habíamos creado un grupo de school idols, ya que el de mi hermana se había separado. Hoy, ya éramos cuatro integrantes y nos habíamos ganado algo de fama y respeto en el mundo de las idols escolares.

Me tomé el bajo del vestido y giré un poco más. Honoka suspiró y desvió la mirada.

–Lo hizo Alisa, ¿cierto? –me preguntó en un tono muy triste. Negué despacio.

–No. Este lo compró la madre de Nanase-chan. Alisa no podía ayudarnos por ahora porque anda de vacaciones en quien sabe donde.

Al escuchar eso Honoka ensombreció más su mirada y arrugó el viejo trapo de color naranja que tenía en sus manos. Volví a maldecirme y suspiré. Se me olvida siempre que no debo mencionar a las ex integrantes de la antigua agrupación de mi hermana.

–Y… ¿Cuándo regresa Alisa?

Su tono fue cortado, triste.

–Debería haber regresado hoy. Mañana espero llamarla para ver cuando podemos ensayar todas juntas.

–Me… alegro mucho de que te vaya tan bien Yukiho.

Lanzó un suspiro y bajó la mirada. Pude notar como una gota de agua bajaba por su mejilla y saltaba al vacío. Me dolía verla así. Sin decir nada, salí de la habitación y subí corriendo las escaleras. Casi tropiezo con mi madre que terminaba de apilar unas cajas al lado de la puerta de su recamara.

Entré a mi habitación, cerré la puerta y me dejé caer en el suelo. Suspiré para no llorar, pero podía imaginar que abajo, mi hermana estaba secándose las lágrimas y fingiendo ser fuerte para no escuchar el sermón de mi madre.

¿Cómo terminó esto así? ¿Cómo una chica enérgica, alegre, luchadora, había pasado a ser simplemente un ser sin alma?

Miré las fotografías pegadas en la pared de mi cuarto. Todas de grupos idols. Ahí estaban grupos populares, solistas, dúos. Incluso estaba mi grupo favorito A-RISE. Pero en medio de todas las fotografías, estaba una de mi hermana, de mi hermana con sus amigas, de μ's. Afuera, podía escucharse el fuerte bullicio, señal de que el festival, que daba inicio hoy, acababa de comenzar.

Me levanté para tocar el afiche de μ's cuando volví a escuchar la voz de mi madre.

–Honoka, podrías ayudarme con estas cajas. Necesito que las… ¡Honoka!

La última parte la había gritado. En ese momento escuché la puerta y al asomarme por la ventana, pude ver a mi hermana corriendo por uno de los callejones del barrio.


Esta es una historia que hace rato quería escribir. La he escrito varias veces con diferentes personajes y me gusta de esta manera. Sera escrita desde el punto de vista de diferentes personajes, como en este cápitulo, visto desde la perspectiva de Yukiho. Espero les guste, y dejen sus comentarios.