Disclaimer: Tokyo Ghoul le pertenece (por desgracia) a Sui Ishida.
¡Hola a todo el mundo! Lo sé, lo sé, también tengo que trabajar en mi historia de SnK, Vulnerable (para quienes la leen), pero es que… ¡maldición, se me ha pegado el Akiramon pero así con todo! Además, gracias a las teorías de la gente de tumblr, yo también creo sin lugar a dudas que (¡ALERTA DE SPOILERS!) el ghoul encapuchado que atacó a miembros de Aogiri tras la Subasta y salvó a Saiko es Amon; apostaría los ahorros de toda mi vida a que es él. Así que tengo que apurarme para publicar esta historia, antes de que Ishida me la friegue con el canon. Y hablando del rey de Roma…
Ishida, si lo que he escrito aquí pasa realmente, o siquiera en parte, te prometo que dejo de maldecirte. O al menos de gritar "¡La que te parió, Ishida!" cada vez que termino de leer un capítulo del manga.
(…)
No me juzguen. No me digan que nunca le han mentado la madre a ese maldito por trolearnos tanto y causarnos tanta angustia y tanta rabia y tanto misterio ¡y su obsesión por el tarot! Algún día iré a Japón y te reventaré tu libro del tarot en la cabeza, Ishida… cuando no esté tan misia :( Pero bueno, lo que puedo hacer por ahora es escribir como loca con todo mi esfuerzo. Espero que les guste ;)
Reencuentro
Capítulo 1
Akira Mado apenas podía procesar lo que estaba pasando. Bueno, ella era plenamente consciente de que en una investigación había muchas cosas que podían salir mal, incluyendo una emboscada del Árbol de Aogiri mientras ella y su escuadrón revisaban un almacén vacío que los superiores de la CCG habían comprobado como uno de los últimos escondites del temido grupo de ghouls, pero esto…
Resultó que los muy cretinos de Aogiri sólo les habían hecho creer que habían abandonado ese refugio, pero en realidad habían dejado a alguien o varios allí, esperando a la CCG. Akira había presentido algo así, gracias al instinto que había heredado de su padre, y por eso que venía acompañada de dos investigadores más y dos miembros confiables de su escuadrón – Tooru Mutsuki y Ginshi Shirazu, ambos Quinx y de Rango 1 – por si las moscas. Sin embargo, jamás podría haberse preparado, sobre todo mentalmente, para ver a su antiguo compañero y rival, Seidou Takizawa, como un ghoul por una segunda vez.
Desde los eventos de la operación de la Subasta (y su promoción a Clase Especial Asociada), durante la cual hizo el espantoso descubrimiento de que ese hijo de puta de Kanou había convertido a Takizawa no sólo en un medio ghoul artificial del lado de Aogiri, sino en un sádico asesino a sangre fría sin el más mínimo vestigio de humanidad, ella había hecho lo posible para no pensar en eso ni en Fueguchi: una responsable directa de la muerte de Kureo Mado, quien había sido capturada durante esa misma operación y que Haise insistía en mantener con vida en Cochlea, aunque Akira ardía en deseos de vengar a su padre. Por meses la joven investigadora había luchado por sacarse de la cabeza esa imagen de Takizawa – con la boca chorreando sangre ajena, el cabello blanco, largo y despeinado, las uñas negras, una túnica negra de Aogiri, una sonrisa demente y un kakugan en su ojo izquierdo –, a pesar de los recientes informes de la CCG sobre él, los cuales le asignaban una clasificación de SS como mínimo y sugerían que tal vez incluso necesitarían a Arima para acabar con él. Y ahora el investigador convertido en ghoul estaba justo delante de Akira Mado y su equipo.
Al parecer él era el único ghoul que quedaba allí, pero a juzgar por lo que había hecho durante la Subasta, bien podría haber cien efectivos de Aogiri en su lugar. Takizawa había anunciado su presencia decapitando al investigador de Rango 2 Kazunari Hirano y exclamando una de sus frases burlonas:
– Jajajaja… ¡Es como arrancar mala hierba! – Se carcajeó antes de voltearse y hallarse cara a cara con su antigua rival. Sin embargo, a diferencia de su encuentro con ella en la Subasta, no huyó.
Akira sintió un escalofrío en la columna. Si esta vez Takizawa decidía enfrentarse a ella en lugar de escapar, su vida y las de sus compañeros corrían serio peligro. Pero ella siempre recordaba las palabras que le había dicho su compañero anterior:
"Una vez que el enemigo esté delante de ti, aunque te cuesten los brazos y piernas, pelea."
Amon Kotaro, investigador de Primera Clase. Desaparecido y luego declarado muerto durante la Operación de Supresión al Búho en Anteiku, la cafetería del Distrito 20, tras la cual fue promovido a Clase Especial por su excepcional desempeño es su batalla contra el ghoul Ojo Parchado. El muy idiota que se quedó haciendo flexiones toda la noche en el apartamento de su subordinada cuando ésta estaba borracha y que impidió que ella lo besara…
Akira rápidamente se sacudió estos pensamientos de la cabeza. No era el momento apropiado para recordar a su antiguo interés romántico. Abrió su maletín y sacó a Fueguchi Uno, la quinque que había pertenecido a su padre. Con suerte, podría contener a Takizawa hasta que llegaran los refuerzos que el líder suplente del escuadrón acababa de solicitar.
Tras unos segundos, el ghoul de un ojo artificial arremetió contra ellos con una velocidad increíble. Por suerte, Fueguchi Uno también era veloz, y Akira había aprendido a manejarlo con la misma facilidad que mover un dedo. La quinque logró arrancarle un brazo a su adversario con su afilado corte, pero éste sólo siguió riéndose mientras que la extremidad cercenada volvía a unirse a su cuerpo casi instantáneamente. Ella, por su parte, bloqueó los proyectiles disparados hacia ellos con el arma y luego atacó de nuevo sin rendirse y sin dejarse intimidar, al igual que su padre.
Se prolongó varios minutos, y todos se sorprendieron de cuánto podía durar la investigadora de Clase Especial Asociada contra un ghoul de clasificación SS o mayor, con cierta ayuda de sus subordinados. Sin embargo, no era suficiente. Al cabo de un rato, los otros dos investigadores habían muerto, a Shirazu casi no le quedaba energía y Mutsuki había sido atravesado por el abdomen; a pesar de que habían incrementado sus habilidades desde la Subasta, ya no podían seguir peleando. La única que quedaba en pie era Akira, quien rápidamente supo qué debía hacer.
– Shirazu, Mutsuki – les ordenó –, váyanse. Busquen ayuda.
– ¡Akira-san…! – ambos intentaron protestar.
– ¡Es una orden! ¡Repliéguense si quieren vivir! – ella les gritó con voz más firme.
Conscientes de que no podían hacer nada contra el ghoul, Shirazu cargó a Mutsuki y ambos salieron de allí como pudieron mientras ella los cubría, tal como había hecho su madre contra el Búho de un Ojo en el Distrito 24 hacía más de una década.
Sin embargo, si bien su adversario no era el Búho de un Ojo, ella definitivamente no podía contra él. Tras menos de tres minutos luchando sola, Takizawa logró evadir el alcance de Fueguchi Uno, tumbó a la mujer y la inmovilizó contra el suelo clavándole sus uñas negras en los hombros.
"Se acabó" pensó ella. Vaya ironía. Morir a los 24 años de una manera similar a su madre, sólo que Kasuka Mado no había muerto a manos de lo que antes había sido un compañero suyo y que ahora era como Haise, un humano transformado en un medio ghoul, sólo que éste sí era un monstruo, un ghoul en el más puro sentido de la palabra excepto por su ojo derecho y su pasado.
Akira nunca lo había dicho, pero en realidad albergaba afecto por su rival y se preocupaba genuinamente por él. Jamás le habría deseado la muerte ni nada malo a Seidou Takizawa, y mucho menos algo como esto. Incluso había llegado a sentir algo por él. Pero lo cierto es que había tenido que elegir entre Takizawa y Amon, y aunque difícil, su decisión había sido…
La carcajada maníaca del primero la devolvió a la realidad. "Amon" ella terminó su frase mental antes de abrir los ojos para ver el rostro de Takizawa a pocos centímetros del suyo, desfigurado por la locura y sus ojos dementes (uno castaño y un kakugan) mirándola con fijeza, y aunque Akira se mantenía tan estoica como podía, el corazón se le estaba partiendo en mil pedazos.
– ¡Te recuerdo, Mado! – se reía el ghoul de un ojo –. ¡Recuerdo que siempre me ganabas en todo y yo siempre quedaba segundo y a ti eso te encantaba! ¡Siempre fuiste así! Sabes que no te maté antes y dejé que tus patéticos compañeros huyeran a propósito, ¿verdad? Porque tengo que disfrutar de esto, porque ahora… ¡por primera vez me tienes miedo! ¿Adónde se fue tu espíritu?
"Con tu humanidad" respondió ella mentalmente. Éste sería su fin, de seguro. Por más diestra que fuera usando a Fueguchi Uno, Takizawa la había hecho soltar la quinque cuando la derribó y no lograba alcanzar el arma. Y una mujer menuda y delgada como ella no era rival para la fuerza de un ghoul, no como Takeomi Kuroiwa o ya puestos, Amon Kotaro…
Daba igual. Ya iba a reencontrarse con él, con sus padres y con todos sus compañeros caídos. Al menos se alegraba de eso, de haber sido útil, de haber podido salvar a sus subordinados y de haber luchado hasta el final. Cerró los ojos y se preparó para partir de este mundo, aceptando su muerte por más cruda que resultara ser.
Sin embargo, nunca sintió los dientes del medio ghoul hundiéndose en su carne. Y la risa enloquecida se detuvo súbitamente al mismo tiempo que Akira sentía que Takizawa la soltaba y el peso encima de ella desaparecía, como si el universo se hubiera apiadado de ella por una vez para variar.
Aturdida, se incorporó sobre sus codos y antes que nada recogió su quinque para defenderse de otro posible ataque, pero lo que vio cuando se apresuró a averiguar qué había pasado, quedó incapaz de usarla. O de hacer cualquier cosa.
Takizawa se estaba levantando y regenerando un enorme hoyo en su hombro derecho. Entre él y Akira se interponía una figura humanoide enorme, de casi dos metros de altura, envuelta en una túnica andrajosa con una capucha y sujetando un largo bastón en la mano. Takizawa volvió a carcajearse histéricamente.
– ¡Tú! ¡Tú de nuevo! ¿Algún día dejarás de fastidiar? ¡Esta vez te aseguro que no te dejaré con vida! – chilló mientras activaba su kagune Ukaku y cargaba contra él.
Por toda respuesta, la figura encapuchada hizo lo mismo, blandiendo el bastón en círculos y alejando a Takizawa de Akira para iniciar la batalla a varios metros de distancia de ella.
Akira observó que estaban empatados: no lograban hacerse daño significativo el uno al otro, y ambos eran tan rápidos que por momentos parecían teletransportarse o fundirse en un remolino. ¿Cómo podía ese hombre pelear en condiciones iguales con un ghoul de clasificación SS o mayor sin ser Arima? Su velocidad y fuerza superaban la de cualquier humano.
A menos que…
A menos que no fuera un humano, por supuesto.
Esa suposición se confirmó unos segundos más tarde cuando la investigadora vio una kagune en forma de alas emerger de los omóplatos de su salvador y disparar proyectiles hacia su oponente. Un Ukaku. Eso explicaba su velocidad. Pero algo era extraño: la suya y la de Takizawa eran sorprendentemente similares.
¿Qué razones tendría ese ghoul para atacar a Takizawa? Además éste lo había reconocido, por lo cual Akira podía asumir con seguridad que ya habían peleado antes. Ella había oído sobre grupos de ghouls en contra de Aogiri, pero éste parecía ser un solitario…
De pronto lo recordó. El ghoul que había salvado a Saiko Yonebayashi cuando el Escuadrón Quinx había sido emboscado por Aogiri.
"Un hombre muy alto, con una túnica y capucha, y si no me equivoco, con una kagune Ukaku. También usaba un bastón muy largo para pelear". El testimonio de Saiko resonó en la cabeza de Akira.
¿Era posible que ella hubiera sido salvada por ese mismo ghoul?
En ese caso, ella sabía que al menos por el momento, ese ghoul estaba de su lado. Y pronto se dio cuenta de que si bien su salvador estaba en par con Takizawa, no era suficiente para vencerlo. No podía solo contra él.
Así que ella dirigió a Fueguchi Uno hacia Takizawa, logrando hacerle un profundo corte en el estómago. Aunque éste empezó a sanar casi en el acto, Akira volvió a atacar al mismo tiempo que el ghoul encapuchado le daba un fuerte golpe con el bastón al mismo objetivo. Takizawa lo bloqueó usando una forma endurecida de su kagune y el arma emitió un destello rojo. ¿Una quinque?
Akira decidió que por ahora, lo más importante era concentrarse en la batalla; incluso si eso significaba tener que matar a quien había sido su compañero, era preferible verlo muerto que en ese estado. Y siguió peleando, formando una alianza repentina e improvisada con el gigante encapuchado que poco a poco empezaba a ganar ventaja sobre su adversario gracias al apoyo de parte de ella.
Tras unos minutos más, Takizawa comenzó a desesperarse hasta el punto de activar su kakuja. Sin embargo, ya que él era un kakuja incompleto, a pesar de que por unos segundos pareció superar al dúo, pronto perdió todo el control sobre su propio poder.
– ¡Mado! ¡Por favor! ¡Me superabas entonces y me superas ahora! ¡No me mates! ¡Lo siento! ¡Ayúdame! – aulló como un lunático, perdiendo la poca cordura que le quedaba.
Por un instante, Akira dudó y se detuvo. Se preguntó si Seidou Takizawa aún estaría allí, si hubiera alguna manera de hacerlo volver en sí mismo. Sin embargo, estas dudas se disiparon cuando ella notó que dentro de todo, él seguía tratando de matarla.
Eso terminó de convencerla de que tenía que hacer esto. El Seidou Takizawa que ella había conocido en la Academia de la CCG ya no existía; sólo se estaba volviendo todavía más loco, si eso era posible. Lo único que podía hacer por él era librarlo de ese estado, y sólo había un modo de hacer eso.
La rubia impactó al ghoul de un ojo en el torso con las afiladas espinas de Fueguchi Uno, haciéndolo perder el balance en el aire por unos segundos. Unos segundos esenciales que el ghoul encapuchado aprovechó para prácticamente teletransportarse hacia él mientras éste caía, atestarle una estocada con el bastón con tanta fuerza que lo atravesó de lado a lado por el abdomen, y clavar el extremo sobresaliente en la pared para sujetarlo. Sin embargo, Takizawa no dejaba de retorcerse y forcejear, tratando de soltarse. No podría mantenerlo así por mucho tiempo.
– ¡AKIRA, ACÁBALO! – exclamó la figura con túnica.
La hija de Kureo Mado decidió dejar las cuestiones de cómo ese ghoul sabía su nombre y por qué su voz le sonaba tan familiar para cuando el peligro acabara. Por mucho que le doliera en todos los sentidos, se preparó física y mentalmente para matar a su antiguo rival, y blandió a Fueguchi Uno en zigzag hacia él.
Justo cuando éste estaba a punto de liberarse del agarre del bastón que lo atravesaba, levantó un poco la vista y no pudo reaccionar lo suficientemente rápido para esquivar la púa en la punta de la quinque que venía a toda velocidad en dirección a su cuello.
– Adiós, Seidou. Lo siento. Por todo – murmuró Akira mientras contemplaba cómo la quinque empuñada por ella decapitaba a Takizawa.
Por un momento el medio ghoul pareció empezar a curarse incluso de tal herida (tan bien había salido el trasplante de kakuhou a manos de Kanou), pero el gigante encapuchando rápidamente activó su kagune Ukaku y disparó dos ráfagas de proyectiles cristalizados, una hacia el cuello sin cabeza y otra hacia la cabeza decapitada, impidiendo la regeneración instantánea.
Seidou Takizawa ya no se levantó. Su cuerpo en dos pedazos no volvió a dar ninguna señal de locura, de deseos de pelea ni de vida. Akira supo que ahora no era como cuando había sido declarado muerto tres años atrás durante la redada a Anteiku, sino que estaba muerto de verdad y ya nunca regresaría en ninguna forma. Y ella había contribuido. Aunque no negaba sentirse culpable, incluso verlo muerto de esa manera y por su propia mano era mil veces mejor a verlo vivo con toda su persona corrompida en un ghoul.
Ahora, ¿quién era el otro ghoul que la había salvado? ¿Por qué ella podía jurar que había visto esa pose de batalla – con los pies plantados firmemente y en sentido paralelo y dando un poderoso golpe sujetando el arma con ambas manos – y oído esa voz antes? ¿Por qué la había salvado, en primer lugar? ¿Por qué ella tenía un extraño presentimiento sobre él y sobre todo esto?
– Vete. Tienes que irte pronto – dijo la figura encapuchada repentinamente con voz seca. Estaba de espaldas a ella, contemplando el cadáver que en gran parte era obra suya. Akira notó que con el frenesí de la batalla, la capucha se le había caído a medias, revelando cabello negro, despeinado y puntiagudo.
Quizá su subconsciente tuvo una sospecha feroz por más absurda que fuera, porque sin poder resistirse y abandonando toda la prudencia y racionalidad que había aprendido durante sus años en la Academia, caminó hacia el gigante lentamente casi hipnotizada y sin saber qué hacía, estiró el brazo y le puso una mano en el hombro derecho.
El ghoul se puso rígido de repente. Dejó caer el bastón, apretó los puños y bajó un poco la cabeza. Akira pensó por un segundo que lo que acababa de hacer era suicida. Sin embargo, la respuesta de su salvador fue tomarle la mano con la suya propia – la izquierda. Estaba fría y temblorosa, pero ella notó algo en ese gesto, algo humano.
Lentamente, el hombre se volteó. Lo primero que la rubia vio fue un kakugan en su ojo derecho. Un ghoul después de todo, entonces. Pero ese kakugan estaba húmedo.
Cuando él giró la cara un poco más y luego se dio media vuelta abruptamente para estar frente a frente, Akira se debatió entre ahogar un grito, huir, llorar, usar de nuevo a Fueguchi Uno (aunque le sería imposible, porque dejó caer la quinque apenas vio por completo al ghoul) o morir en ese momento de la conmoción.
El ojo izquierdo era un ojo humano, de un color verde azulado que ella había visto en una sola persona en toda su vida. Eso y los rasgos distintivos de su cara sólo podían pertenecer a una persona en este mundo.
Amon Kotaro.
Ok, ok, los que leen mi fic Vulnerable de SnK probablemente notarán que este capítulo se parece bastante al de éste último, y lo siento de todo corazón si me hace redundante, pero... ¿no han notado todas las similitudes entre SnK y Tokyo Ghoul? Si quieren, hasta podría publicarles una lista con todas ellas. Bueno, como siempre, espero que esta nueva historia les haya gustado y que valga la pena continuarla. Si es así, ¡por favor dejen reviews!
Los quiere,
Audrey-chan