Disclaimer: Los personajes de Gintama pertenecen a Hideaki Sorachi. No lucro con este fic.

Personajes: Kagura, Sougo Okita y Soyo Tokugawa.

Beta: Kmi-nyan (Cap. 1 y 2)

Advertencias: AU, posible Ooc.

Género: Romance, humor.

N/A: Experimento con narrador esquisciente (omnisciente desde el punto de vista de un tercero).

Este fic lleva casi un año rezagado en mi computadora y sé que si no lo subo ahora, posiblemente no pensaré en continuarlo.

Ha pasado tanto tiempo que estoy un poco oxidada en esto de la escritura. Espero poder retomar la inspiración inicial que me surgió al escribir este fic.


Cómo lograr que mi amiga se confiese


Capítulo 1


Para Soyo Tokugawa tener una amiga que se saliera de los límites de todo lo que se pudiera llamar femenino, que fuera ágil, fuerte, tosca y muy ingenua, jamás le había impedido llevar una vida escolar normal. Se divertía a lo grande cada vez que salían al receso y la veía peleando con los chicos por el primer lugar en la compra del bufet. Tampoco era motivo de sorpresa que la encontrara en los pasillos repartiendo puños y golpes a todo aquel que osara burlarse de sus pantalones deportivos bajo la falda. Inclusive era habitual verla castigada por una semana entera. Todas esas cosas eran moneda corriente en esa escuela; se sabía a la perfección el tipo de chica que era.

Aun así, no le molestaba bajo ningún aspecto. Disfrutaba de su compañía y hasta de los embrollos en los que se metía en cada ocasión. Había lidiado con su amiga enojada, disgustada, dormida, cansada y hasta ebria, gracias a una de las estúpidas apuestas a las que siempre se veía empujada antes de entrar a clases. Pero en todos los años que la conocía, desde la primaria, jamás se imaginó que tendría la oportunidad, y el placer, de encontrar a su mejor amiga enamorada.

—¿Cómo es posible que esto pasara? Es decir, a mí… precisamente a MÍ. ¿Por qué me ha tenido que pasar esto? —se preguntaba su enfadada amiga, mientras se paseaba de un lado a otro por toda la habitación. Le pareció que la chica se encontraba en un laberinto interminable, tratando de encontrar desesperadamente la salida.

—Kagura, a todos nos pasa —intentó consolarla—, es normal.

—¿Normal? ¿Normal dices? No, no creo que "esto" sea normal. Es más, debería estar prohibido, ¿qué clase de imbécil lo inventó?

—Pues… la raza humana. —En compensación por su descaro, Soyo recibió una fulminante mirada de desaprobación. Por un instante, eso logró que cierta joven detuviera la imprevista maratón de caminata que había montado en su cuarto. Pero al poco tiempo, esta volvió a retomar su ardua labor y se rascó la cabeza, como siempre que hacía cuando intentaba salirse de alguna situación—. Pero ya no hay remedio, está hecho. Lo hemos confirmado.

—Sí, sí, pero… ¿No podemos inventar una forma para volver el tiempo atrás, golpearme la cabeza con algo, dejarme ciega y evitar que esto pasara? Tiene que haber una manera, es decir…

—No, Kagura. —Se paró de repente, sujetó a su confusa amiga por los hombros y le dedicó una de esas intensas miradas que le decían "Basta, es todo"—. Sé que es difícil pero él te gusta. Punto. Ya no puedes cambiar eso y tampoco puedes hacer de cuenta como si nada pasara. —Y dicho esto, el intenso corretero de la chica cesó definitivamente. Se preguntó si debía seguir sermoneándola sobre lo absurdo que sería continuar enfrascada en eso de la negación, pero luego de unos segundos, la vio emitir un largo y profundo suspiro, acompañado de una expresión de derrota.

Entonces la chica se sentó sobre unas almohadas en el suelo, mirando hacia la ventana. Soyo la imitó y se acomodó a su lado, observándola con preocupación. ¿Qué debía hacer ahora? Después de todo, no había un manual que le dijera cómo tratar con una amiga extraordinariamente terca y necia, que se negaba a aceptar sus más sinceros sentimientos. Y vaya que le había costado hacérselo entender, aunque las evidencias eran bastante obvias. Incluso algunos en la clase lo suponían (en absoluto secreto, pues nadie se atrevía a cantarlo a viva voz o sus vidas correrían grave peligro).

—¿Crees que hoy lloverá? —La pregunta le sorprendió más de la cuenta. Y es porque se había perdido en el pasado, recordando la primera vez, hace un mes, en que le había comentado sobre sus sospechas.

"Kagura, creo que Okita te gusta". Estaba segura de que si no hubiera sido ella quien se lo sugería, pasaría el resto del año en rehabilitación, en un hospital, porque la chica se escandalizó tanto que hasta los meseros del restaurante —donde se encontraban— tuvieron que ir a pedirle a la joven que se calmara.

Y fue a raíz de aquella conversación que tuvo que "someterla" a una serie de pruebas para demostrar que sus sospechas eran verdad. Todas dieron el mismo resultado, pero ella aún se negaba a aceptarlo, hasta ese momento.

—Tienes que decírselo —soltó de repente, después de un breve silencio.

—¡¿Qué?! Bromeas, ¿cierto? —preguntó la chica, ruborizada. Le parecía gracioso, y tierno al mismo tiempo, observar a su amiga en tal estado.

—No, es enserio. Debes decirle.

—Y-y, ¿eso por qué?

—Son las reglas. Te gusta un chico, entonces debes decirle.

—Pe-pero… Sabes que se trata del Sádico, ¿no? ¿Entiendes eso?

—Sí, lo sé. Aun si se trata de él, tienes que confesarte.

—Sí, claro. Como si fuera cosa fácil explicarle al chico que le das de patadas todo el día en el colegio, que le gustas. No, no. Me niego.

Y ahí estaban otra vez en la misma zanjada situación.

—Demonios. ¿Y cómo crees que haré eso? Él… Él… —Su rubor se intensificó aún más y Soyo dio por sentado que ella estaba imaginándose la posible confesión. Luego la vio cubrirse el rostro con la almohada y supo que había dado en el blanco.

—Sí, lo sé. La cosa se complica un poco cuando ustedes dos se llevan tan mal. Si hubieras sido más amable con él… —Se detuvo un momento, admitiendo que aquello que estaba por decir sería algo completamente imposible. Era muy sencillo: ellos simplemente se divertían molestándose mutuamente. Lo que le intrigaba, más allá de todo, era la futura reacción que tendría él cuando supiera sobre los sentimientos de su amiga.

—¿No puedes decírselo por mí?

—No. Tienes que hacerlo tú; ese "honor" te corresponde solo a ti.

—Deja de fastidiarme, Soyo, ¿cómo crees que podré hacerlo? Él se reirá de mí cuando se lo diga, me molestará todo el año con eso. ¡No, no quiero! ¡Seguro usará eso como pretexto para molestarme!

—No lo sabremos hasta que lo intentemos.

—Pero… ¿no hay forma de hacer una previa?

ooOoo

Tras todo un fin de semana de intensa planificación y, sobre todo, de mucho convencimiento, las dos chicas acordaron reunirse en un lejano rincón del patio, en el receso. Escondidas detrás de un arbusto (de un metro de alto), y de cuclillas, platicaban sobre los detalles del plan.

—Bien, no es tan difícil la cosa. Sólo debes ir y preguntarle; eso es todo.

—¿Y si lo descubre, Soyo? ¿Y si sabe que se trata de mí?

—Pues, mejor. No tendrás que preocuparte por decírselo después.

—No, no, esto no se trata de eso. Dijimos que solo sería una…

—Sí, una forma de testear qué es lo que él piensa sobre eso. Sí, lo hemos hablado.

—¿Una qué?

—Una forma de corroborar lo que…

—¿Y qué es corrobarar?

—Bueno, ya —dijo poniendo fin a uno de los tantos momentos en los que la chica la llenaba de preguntas cuando escuchaba una nueva palabra—. Solo tienes que ir y… —asomó apenas la cabeza por encima del arbusto y se ocultó rápidamente en cuanto vio que alguien andaba por allí—. Ya está aquí. Anda, ve.

—Espera, ¿qué le has dicho?

—Le dije que tú querías decirle algo.

—Sí, pero…

—Nada de peros, ve. —Y con dos empujones, logró hacer que la chica saliera del escondite y quedara expuesta en el patio del colegio.

Ah, así que ahí estás. ¿Qué quieres, China? —escuchó que el chico le decía a su amiga, en cuanto la vio.

Ah, sí, yo te llamé, es verdad —contestó ella, tratando de parecer desinteresada—. Bueno, es que…

¿Acaso es una confesión, eh, China? —preguntó con picardía.

Gracias a los pequeños orificios de la planta, pudo observar la cara de póker del chico al hablar, no así la expresión de su amiga, ya que estaba de espaldas. Aun así imaginaba que habría experimentado una gran sorpresa al oír semejante dinamita.

"Sería genial que Kagura aprovechara este momento y lo confirmara", pensó ella. Pero conocía demasiado bien a su amiga y sabía que lo arruinaría.

¿Una qué? No me hagas reír, no esperes algo así de mí, idiota.

Y ahí estaba ella, estropeándolo todo.

¿Entonces qué quieres, mujer? ¿Una pelea?

No. Es que… —Soyo vio a su amiga sujetar los ruedos de su blusa escolar, a la vez que trataba de evitar a toda costa el contacto visual.

"Anda, amiga, tú puedes", pensó, pero no creía posible que sus ánimos mentales fueran capaces de llegarle.

—¿Entonces…? —Oyó que el chico preguntaba, con fastidio.

Pues, me he enterado de que… hay una chica a la que le gustas.

Aburriiiiidoooo —dijo él, entonando la palabra.

¿No te gustaría saber?

¿Y a quién le importa?

Claro, eres tan idiota que no lo descubrirías ni en cien mil años.

Soyo admitía que para ser tosca y torpe, esa había sido una buena jugada. Después de todo, ella sabía exactamente cómo provocarlo.

Hubo un breve momento de silencio y luego el chico añadió:

¿En serio, China, quieres "jugar"?

No ganarías, de todos modos.

Y eso fue todo lo que necesitó para conseguir su completo interés. A los pocos segundos, una sonrisa maligna y juguetona se formó en los labios del chico. Sabía, de muy buena fuente, todo lo que implicaba esa sola palabra: desafío, reto, apuesta.

Bien, entonces prepárate para ser mi esclava por un mes, porque te aseguro que lo conseguiré.

¡¿Qué, estás loco?! —exclamó su amiga—. ¡Ni de broma, no lo haré!

Entonces no estoy interesado.

Pero… —intentó replicar ella.

Un mes o nada.

Puedo hacer tu tarea por una semana, o por todo el año…

Un mes o nada —volvió a ratificar el chico, con firmeza.

Kagura respiró hondo, se aferró aún más los ruedos de su blusa y luego habló de nuevo.

Bien, pero cuando lo sepas… nada de molestar a esa chica, ¿entiendes?

¿Acaso se trata de tu amiga? —Ella no respondió—. Podría convertirla en mi esclava también…

¡NADA DE MOLESTARLA, ¿SI? O NO HAY TRATO!

BIEN, NO LE HARÉ NADA.

¿Lo prometes?

El chico se acercó hacia ella, lo suficiente para que sus narices pudieran tocarse con un sólo acercamiento. Luego le habló en un susurro que Soyo no pudo escuchar, y se alejó hacia su posición inicial.

¡Estúpido, eso no hacía falta! —objetó, nerviosa y la vez con enojo.

¿Está hecho entonces?

Momento, ¿qué hay sobre mis términos?

Pide lo que quieras, no me importa, de todas formas yo ganaré. Adiós, China.

Ni siquiera había dado cincos pasos, cuando Soyo fue a reunirse velozmente con su amiga, a los pocos segundos. Y, aunque hizo un poco de ruido al pasar muy cerca del arbusto, nada impidió que el chico siguiera su camino, despreocupadamente.

—Estúpido idiota, descerebrado…

—Kagura, ¿qué sucedió, qué te dijo? —El único y más importante dato que Soyo quería averiguar, era aquello que el chico le había dicho en voz baja, al acercarse.

—¿Eh, qué? —contestó, distraída, su amiga.

—Cuando se te arrimó, ¡casi roza tu nariz! —Sin duda, la persona más emocionada allí, era ella, y solo ella.

—Ah, eso, ¡el infeliz de verdad disfruta molestándome! Es, es… un idiota, un zopenco, popó de perro húmedo sobre el césped…

Y de nuevo se enfrascó en su Ronda de Insultos Despectivos. Lo hacía cada vez que él ganaba una contienda.

—¡Kagura! ¿Qué dijo? —volvió a preguntar, impaciente.

—Él… me dijo… —Su amiga estaba tan enojada, que las palabras apenas si salían de su boca, de forma entrecortada. Le pareció que luchaba intensamente contra algún tipo de demonio interno. Aunque, si lo pensaba bien, sabía que estar enamorada de su eterno rival, era como entrar en un territorio minado hasta en las masetas de las flores.

Después de una pequeña pausa, y tras juntar mucho valor, ella se animó a contarle lo que le había dicho.

—Ese infeliz me dijo que si se trataba de mí, eso no sería necesario. ¡Es un idiota si piensa que por estar…! Tú, sabes, eso, de él… ¡No seré su estúpida esclava! ¡Es más, esto es una tontería, no debí decirle nada!

—¿Sabes qué creo, Kagura?

—¿Qué? —preguntó, aún enojada.

—Creo que estaba coqueteando contigo. ¿No sería interesante que él también sintiera lo mismo?

—No bromees, Soyo. ¿Cómo eso sería posible? ¡Estamos hablando de ÉL!

—Sí, pero…

—Creo —continuó, ignorándola—, que él quiso decir que no haría falta decir nada, si fuera yo, porque esa sabandija caminante daría por hecho que me tendría como esclava. ¿Sabes lo que es eso? Trata de manipularme. No le diré nada.

—Pero dijo que no te molestaría, ¿no?

—Am… —Dudó unos instantes—. Sí, ¿no? En realidad, dijo que no me molestaría. Pero…

—Ya no hay vuelta atrás, debes hacerlo.

—Oye, pero si lo descubre, seré su esclava de todos modos.

—Pero no te molestará, ¿cierto?

Ambas se quedaron en silencio, pensando en el absurdo y contradictorio trato que se había producido.

—No importa lo que pase, recuerda para qué estás haciendo esto —dijo Soyo, al cabo de varios minutos de silencio.

—No entiendo esto de "la fiebre rosa"; es todo tan confuso.

—Sí, lo sé. Te acostumbrarás.

Y así fue como comenzó la alocada apuesta para que Okita descubriera quién era su admiradora secreta.


EDITADO. 04/02/2016 para aclaraciones generales.

Notas:

Este tipo de narrador es una combinación entre el testigo y el omnisciente. A continuación detallaré las caracteríscas principales de este estilo:

1. Tiene una visión limitada:

El punto de vista de este narrador se ciñe a uno de los personajes y, por lo tanto, no puede saber lo que piensan los otros o cuáles son sus motivaciones. La visión que proporciona al lector es la misma que la que tiene el personaje al que sigue.

2. Explica una parte, sugiere otra:

Así como el narrador omnisciente es capaz de explicar todo lo que ocurre en la historia, en el caso del equisciente sólo puede explicar objetivamente lo que le sucede al personaje al que sigue. Sólo es un narrador omnisciente para éste, pero no para los demás. Su visión sobre el comportamiento del resto de los personajes y sucesos serán subjetivas, conjeturas y sugerencias.

3. Permite el multiperspectivismo:

El narrador equisciente de perspectiva limitada global permite dar al lector distintas perspectivas de los hechos de la historia sin perder por completo las ventajas de la credibilidad de un narrador omnisciente. Aunque no alcanza la verosimilitud como éste, tampoco tiene la parcialidad de un narrador testigo.

4. Se identifica con el personaje:

Aunque el narrador no es un personaje de la historia, los juicios de valor u opiniones que muestra se identifican con los del personaje al que sigue.

5. Crea una conexión entre el lector y el personaje:

Este narrador, al dar el punto de vista de un personaje, acerca a éste y el lector, logrando una mayor empatía.

Fuente: literautas . com

Para saber: El fic está centrado en Soyo, y es mostrado desde su punto de vista. Todo lo que no se llegue a apreciar, se debe a que la misma Soyo no logra interpretarlo, apreciarlo u observarlo.

Para tener en cuenta: Este fanfic no sigue los estatutos convencionles de otros fics. No busquen comparaciones o similitudes. Aquí se persigue la argumentación y el desarrollo idóneo.

Advertencia: Los hechos no aparecen de forma clara y precisa, en un princpio, sino de manera paulatina y fraccionada. Será necesario el uso del razonamiento y deducción, pues no todo está de forma clara y a simple vista. No desesperen por resultados inmediatos, llegan a su debido momento.

Sin más que agregar, ¡a leer se ha dicho!