ADVERTENCIA:

El siguiente fic contiene referencias de violación, sangre, violencia, asesinato y desmembramiento, no es apto para personas sensibles. Si después de lo anterior estas dispuesto a leer pues "Bienvenido seas"

PARADISE

"Detrás de las más negras tinieblas se escoden los paraísos jamás imaginados"

Elice B.

Había olvidado el número de veces que estuvo en esa habitación, con los años la frecuencia con lo que lo hacía disminuyo, pero no porque su contenido le aburriera o hubiera dejado de interesarle, por el contrario simplemente cruzar la puerta lo hacía estremecerse. Un ligero escalofrío erizaba su piel, su respiración se aceleraba lentamente, y su corazón sonaba cada vez más fuerte, literalmente creía que enloquecería de felicidad. Sí, él enloquecería de dicha, de la infinita alegría que lo consumía dentro de ese lugar, sobre todo ahora que después de tantos años en los que había disfrutado de esa maravilla sin compartirla con nadie estaba por cambiar. Ordenó todo, deleitándose con las historias que estaban detrás de cada cosa, de cada libro, de cada frasco, era su pasado encerrado en esas cuatro paredes. Lo dejó todo listo, lucia casi tan perfecto como en aquel día, fue tan glorioso recordarlo que no pudo dejar de temblar. Salió de la habitación, subió en el elevador y fue por la persona que lo esperaba. Ahí estaba ella leyendo una de sus muchas novelas juveniles, la miró profundamente, se preguntaba como una niña podía entender a la perfección sus sentimientos. Limpió su garganta para que ella volteara.

-¡Tío Ford! –dijo sonriendo.

-¿Estas lista Mabel? –preguntó extendiendo su mano hasta la pequeña.

-Sí, claro. ¡Quiero descubrir la sorpresa que me prometiste! –se sujetó firmemente.

-Bueno entonces vayamos, que él nos está esperando –caminaron tomados de la mano.

El viejo hombre digitó la clave que los conducía hasta su laboratorio, pero en esa ocasión se detuvo un piso antes, el dos estaba señalado, era un lugar que la castaña desconocía. La puerta se abrió lentamente, Ford se arrodillo junto a su sobrina y le dijo con una voz llena de felicidad.

-Bienvenida a mi Paraíso – por primera vez en su vida otro ser humano vería ese lugar.

Mabel sonrió ampliamente, era una deslumbrante sonrisa, llena de alegría, había en ese lugar algo que la maravillaba. Por un momento soltó la mano de su tío y fue corriendo hasta el centro de la habitación, y llena de felicidad dijo mirando lo que se encontraba en medio del lugar.

-¡Es un gustó por fin conocerte Tío Stan!

Ford sonreía, ahora su paraíso tenía un nuevo admirador, ella entendía, su pequeña sobrina podía comprender sus sentimientos, sus emociones, bueno después de todo ella era una Pines.

Mabel se sentó frente a su Tío Stan, lo observó por varios minutos, era tan extraordinario, sus mejillas comenzaban a doler de tanto sonreír.

-Prometiste contarme toda la historia –decía mientras volteaba para ver a Ford.

-Claro, claro, no lo he olvidado. Fue una promesa, y los Pines jamás rompemos una promesa –se sentó en el viejo sofá frente a su escritorio. Mabel fue corriendo para después sentarse en las piernas de su tío.

-¿Estas lista pequeña? –dijo acariciándole la cabeza.

-¡Sí! –se acomodaba en el pecho del viejo Pines.

-Bueno, esta historia comienza hace un poco más de cincuenta años…


Siempre reían, siempre buscaban una nueva aventura, siempre metiéndose en algún tipo de problema, siempre juntos, eso era lo principal siempre estaban juntos. No tendría por qué ser de otra manera después de todo ellos habían llegado así a este mundo, eran hermanos, eran mejores amigos y siempre inseparables. Ya que uno tenía lo que al otro le faltaba, se complementaban, de esa manera vivían la vida en los viejos suburbios de Jersey, acababan de cumplir doce años cuando algunas cosas comenzaron a cambiar, porque pese a que lo no desearan seguían siendo dos personas y las pequeñas diferencias que existían entre ellos comenzaban a hacerse más notables.

Stanley era despistado, bueno con los deportes pero para nada en la escuela, era simpático, le agradaba a la mayoría y le era fácil hacer amigos. También estaba Stanford, meditabundo en exceso para un niño de su edad, brillante como pocos, era tímido, la mayoría pensaba que era un poco raro pero no únicamente por su polidactilia, a sus compañeros les parecía extraño que su único amigo fuera su hermano gemelo.

Pero ellos tenían algo que muchos nunca entenderían, era algo que iba incluso más allá de su vínculo de hermanos, claro que en ese momento no sabían cómo llamarlo, pero bueno eso sería adelantar hechos en esta historia. El tiempo pasó y la mayoría de la cosas siguieron relativamente iguales, las travesías en la bahía, la búsqueda de monstruos imaginarios, y seguir trabajando en el Stan O' War, aventuras, nenas y tesoros, sí, ese era el plan. Ford seguía brillando por su intelecto y su destreza en varias cosas, Stan por su parte seguía simplemente siendo él, pero siempre regresaba al lado de su hermano, nunca lo dejó por otra persona, pesé a cualquier cosa ellos seguían permaneciendo juntos.

Desde que su padre los inscribió en esas estúpidas clases de box algo comenzaba a ser diferente, Stan mostró tener mucho talento, esto lo hacía ser cada vez más popular, ser feliz sin Ford, y eso era algo que a su gemelo le dolía hasta arrebatarle la respiración.

-¡Hey Sixer! ¿Vamos un rato al muelle? –decía Stan poniéndose su camisa blanca.

-No puedo tengo tarea pendiente para entregar mañana –fue la respuesta de Stanford.

-Aghhh, por qué tienes que ser tan nerd. Es sólo un rato, después de todo no creo que tus notas puedas ser más altas, anímate regresaremos temprano a casa –dijo golpeando ligeramente el hombro de Ford.

-Está bien Stanley, pero a las nueve tenemos que estar en casa –sentencio el gemelo mayor.

Los chicos de la preparatoria solían reunirse en los muelles abandonados, utilizando las viejas bodegas que tenían algo de tétrico ya que en la mayoría estaban los viejos juegos mecánicos desechados, pero a los adolescentes les parecía atractivo. Aquel era un lugar donde podían beber sin que los atraparan, tal vez fumar un poco de hierba, y perderse con las chicas entre caricias subidas de tono o si tenían suerte llegar a tercera base. Para Ford todo eso carecía de sentido, bastante nihilista además de mediocre, que bueno que todos esos pensamientos únicamente se quedaban en su cabeza, vio cómo su gemelo camino hasta un grupo de chicos, por su apariencia algunos eran del club de box y otros quién sabe de qué fosa se escaparon. Llegó hasta el lado de Stan, la mayoría no lo reconoció, eso lo hizo enojar levemente después de todo él también tenía que acudir a esas jodidas clases de boxeo. Toda la conversación fue estúpida, las quejas habituales sobre la escuela, sobre los padres, nada que valiera la pena ser escuchado, risas por los chiste de doble sentido, los cuales Ford encontraba sumamente vulgares, detestaba todo de esa situación. Entonces lo miraba, lo observaba tan atentamente, ahí estaba Stanley, riendo disfrutando, conviviendo con todos, y no lo entendía, en qué momento su hermano había cambiado tanto o acaso era que él mismo se negaba a cambiar, se suponía que de esa manera ellos seguirían juntos. Existían miles de pensamientos en su cabeza, degradándose, descomponiéndose para dejarle solamente un amargo sabor en la boca, tal vez era el sabor a oxido del ligero hilo de sangre que colaba a su lengua por consecuencia de morderse los labios. De amanera intempestiva, fuera de lugar y de mal gusto al menos para Stanford comenzó a sonar música, la letra era sugerente y el ritmo nada atractivo, pero debía de suponer que estaba de moda ya que todos comenzaron a bailar, de la misma manera el alcohol comenzó a circular. Angustia esa era la palabra que se formaba en la cabeza de Ford, lo buscó con la mirada, era necesario que salieran de ese lugar o acabaría teniendo un ataque de ansiedad, pero no lo encontraba por ningún lado. Se recargó en uno de los caballitos del viejo carrusel, respiro profundamente, no tenía ni dos minutos que lo había visto bebiendo un par de cervezas lo cual fingiría que no lo vio hacer, pero que le reprocharía en cuanto tuviera oportunidad. Toda esa estúpida multitud se encontraba excitada, gritando cantando, bebiendo y dando asco, Ford toco sus sienes si quería marcharse de ese lugar tendría que encontrar a Stanley. Se abrió camino entre todos ellos, el mayor de los gemelos se sintió asqueado entre al olor a mariguana y sudor que inundaba el lugar, sin querer tropezó con alguien, esa sonrisa arrogante la reconocería en cualquier lugar.

-Nunca creí verte por aquí cerebrito, ¿acaso no estás muy lejos de tu biblioteca? –ahí estaba el tono condescendiente que tanto de molestaba a Stanford, aunque existía cierta verdad en esa palabras.

-No estoy de humor Crampelter, así que simplemente cállate y déjame pasar –no tenía la más mínima intención de perder su tiempo con ese idiota.

-¿Desde cuándo tienes tantas agallas fenómeno de seis dedos? –ese hijo de puta había puesto el dedo en llaga. Después de dieciséis años sobre esta tierra Ford seguía sintiéndose vulnerable ante esos comentarios, usualmente Stan le hubiera roto la cara al rubio en ese mismo instante, pero ahora no estaba, Stanford estaba sólo sin saber qué hacer. Él sabía cómo defenderse, pudo borrarle la sonrisa de su imbécil rostro de un simple golpe, y sin embargo no lo hizo porque Ford carecía de muchas cosas, de esas cosas que tenía Stan y una de ellas era el valor. Simplemente bajó la cabeza, se dio la vuelta y siguió buscando a su hermano, maldita sea tenía que salir rápidamente de ese lugar.

En contra de toda su naturaleza se acercó a preguntarle a uno de los chicos con los que había estado su hermano platicando, dónde diablos estaba ese cabeza hueca.

-Mmmm, disculpa… viste dónde se metió Stanley –dijo tratando se sonar lo más elocuente posible.

-¿Lee? Creo… que se fue por allá –dijo señalando la zona de las bodegas –pero esta uno poco ocupado –hizo una mueca grotesca con sus dedos y lengua la cual no reconoció Ford.

-Porque no te quedas conmigo un rato –decía el tipo mientras le pasaba el brazo sobre los hombros –podemos pasárnosla bien.

-¡No! –contestó alejándose inmediatamente de ese sujeto. Siguió caminado en busca de Stan, ahora sí que estaba enojado, tenía de ganas de salir corriendo. Fue en la dirección que le señalo el tipo, iba maldiciendo entre dientes, las bodegas eran solitarias ideales para las parejas que quieran perderse un rato. No entendía que haría ahí su hermano, pero lo vital era encontrarlo para poder largarse, escuchó su risa, la reconocería en medio del infierno de ser necesario, deseaba correr pero eso delataría su ansiedad por lo que camino rápidamente, y al llegar no supo de pensar.

En efecto ahí estaba Stanley, sin embargo no estaba sólo. Una chica le rodeaba el cuello con sus brazos, se besaban intensamente, hasta los oídos de Ford llegaron todos los sonidos obscenos que ambos hacían, ya que eso no era únicamente una sesión de besos. Las manos de Stan se alternaban entre debajo de la blusa de la adolescente y dentro de sus atrevidos pantalones cortos, no solo eran los vulgares gemidos que provenían de la boca de esa pequeña zorra, era él, era Stan, su hermano estaba ahí entregándose a esa perra. Lo escuchó decir cuánto la deseaba, que era lo que le haría, sintió que vomitaría si permanecía ahí un segundo más, pero sus piernas no reaccionaban. Se obligó a moverse clavándose en la pierna la punta del bolígrafo que traía en el bolsillo de su camisa, fue el momento preciso porque aquella puta se había arrodillado frente a Stan y le desabrochaba lentamente los pantalones.

Salió corriendo, no se detuvo hasta después de un par de cuadras, hasta que fue necesario recuperar el aliento, además de que sus ojos llenos de lágrimas no le permitían ver, todo eso parecía una pesadilla llena de imágenes que se iban pausando que le causaban pequeños choques eléctricos en su cabeza. ¿Acaso realmente era todo tan despreciable? No había presenciado nada fuera de lugar, nada que alguien de su edad no viviera o sintiera, sobre todo lo relacionado al sexo, el mismo sabía lo que era la excitación, lo que era masturbarse, súbitamente regresaron la imágenes de Stan con Carla, porque la había reconocido sabía que era la hija menor de los McCorkle. Dónde estaba la señorita perfección, la chica popularidad, además de ser la presidenta de la Club de Buenos Modales de la preparatoria, ahora estaba concentrada en hacerle sexo oral a su hermano. No resistió esa idea, se recargo en la esquina de un viejo callejón y comenzó a vomitar, estuvo así por varios minutos, hasta que únicamente era jugo gástrico lo que subía por su garganta. Le seguía faltando el aliento, su cabeza dolía demasiado, sus piernas tambalearon realmente era patético y débil, y sí que se odiaba por eso. Hubiera deseado pensar en ideas más originales para no regresar ese día a su casa, no tener que ver el rostro de Stan, no se creía capaz de enfrentarlo, pero tenía después de todo que regresar y terminar el proyecto para su clase de ciencias. Eran casi las diez de la noche cuando llego por fin a su casa, la distancia de los muelles no era mucha, pero hizo todo lo necesario para usar la mayor cantidad de tiempo posible. Se sintió afortunado de que su padre no estuviera lo suficientemente interesado en él para preguntarle dónde había estado, su madre tampoco estaba ya que estaba de visita con Sherman que hace unos meses se había convertido en padre. Subió lentamente las escaleras, sus piernas al parecer seguían sin querer responder, estaba tan harto de todo, que lo único que deseaba era dormir, lástima que el sueño tendría que esperar al menos un par de horas. Giró lentamente la perilla, sin embargo no termino de abrir la puerta cuando se encontró de frente con Stanley.

-¡Sixer! ¿Dónde te habías metido? –le preguntó con su usual calma – Desapareciste, te busque por todos lados, pensé que tendría que poner letreros en toda la cuidad con tu foto además del letrero "Nerd perdido, le gustan las bibliotecas además de Calabozos, Calabozos y más Calabozos. Se ofrece recompensa"

-¡¿Es en serio Stanley?! –lo hizo a un lado empujándolo.

-No te enojes, sólo esperaba que nos divirtiéramos un rato, ya sabes que sacaras tu nariz de los libros aunque sea un poco –decía sujetando a su hermano del hombro.

-¡Sí que eres idiota! ¡¿Acaso crees que yo me podría divertir entre ese grupo de imbéciles?! ¿No sé qué encuentras de divertido al estar con ellos? Pero la verdad me importa un carajo, estoy harto, no quiero escucharte, no quiero verte, por favor déjame en paz. Fue hasta su escritorio, tomó sus libros y comenzó su tarea.

Stan no dijo nada, salió de la habitación y lo dejo solo. Ford intentaba concentrarse en su tarea, pero no le resultaba fácil, no podía dejar de pensar en su gemelo. Terminó un poco después de medianoche, se ducho rápidamente y se metió a la cama, aunque sabía que le resultaría más que inútil intentar conciliar el sueño. Repasaba mentalmente algunos de los nombres de las constelaciones lo que era su equivalente a contar ovejas, la leve luz del pasillo colándose a su habitación le indico que por fin Stanley regresaba. No era necesario que le preguntara que había hecho Ford lo sabía perfectamente, como en las demás ocasiones en las que discutían Stanley estuvo golpeando el saco de box en la cochera, esa era su manera de templar sus ánimos. Sintió como la orilla de su cama se hundía, reconocería el peso de su hermano en cualquier circunstancia.

-Lo siento –por fin se disculpaba.

-¿Cómo sabes que esa disculpa llegaría a mis oídos? Tal vez ya estaba dormido –decía Ford intentando decir algo inteligente.

-Te conozco Ford, no estarías dormido. Tu enojo no te lo permitiría, de la misma manera que mi culpa no lo hace –suspiro profundamente al terminar la frase.

-No es tu culpa, es sólo… sólo –no encontraba las palabras para decir lo que sentía. –Stan… ¿crees que soy raro?

-No digas eso, además qué tiene de malo ser diferente. Yo mismo lo soy… -por un momento hubo silencio.

-Pero… pero tú eres tan distinto de mí, eres agradable, le caes bien a todos, siempre estas sonriendo. Yo no puedo hacer nada de eso… y me da miedo que… que… te alejes de mi –Ford también se sentó en la cama apretando ligeramente las sabanas.

-Sixer si no te conociera pensaría que estas coqueteando conmigo –Ford agradeció que la luces siguieran apagadas porque las palabras de Stan lo habían hecho sonrojarse completamente.

-Ford… no importa lo que pase estaremos juntos, porque somos amigos, somos hermanos y somos gemelos. Es una promesa así que ¡Choca lo seis! –aun entre penumbras chocaron sus manos.

Estarían juntos por siempre, era una promesa y las promesas no se rompen, eso era lo que Ford necesitaba creer. Así trascurrieron dos años más de sus vidas, pero pese a las palabras de Stan las cosas seguían cambiando, se hizo amigo de ese engreído punk de mierda, y lo peor comenzó a salir con ella, con putita de los muelles, y se atrevió a llamarla "novia", a salir con esa perra todos los días, a llevarla a la casa, pero sobre todo hizo a Ford a un lado.

Miles de ideas atravesaron la cabeza de Ford para solucionar ese problema, algunas eran realmente oscuras pero él las creía necesarias, pero resulta increíble como a veces actúa el destino, su ridículo amigo simplemente un día se fue, le dejo una nota dentro del casillero y desapareció. Lo mejor fue lo que hizo ella, lo engaño con un hippie de mierda, tenía meses viéndole la cara, la supuesta chica de sus sueños lo dejo en un santiamén por un patético intento de músico, intento recurarla enviándole flores pero ella las regresó todas.

Maldita sea, todo eso tuvo mella en Stan, parecía triste, le costaba sonreír, por más que lo intentaba su hermano no era feliz. ¿Es que acaso Ford no era suficiente? ¿Por qué necesitaba de otros para ser feliz? Después de todo ellos estaban juntos, y eso era lo único que debía de importar.

-¡Hey cabeza hueca! Vamos sonríe, Rick está bien dónde quiera que este y bueno Carla… bueno esa es otra historia - ¿Qué esperabas idiota es una puta? Pensó Stanford.

-Sé que es tonto, pero realmente los extraño –dijo Stan dejándose caer en la cama de su hermano.

-Bueno ahora podemos pasar más tiempo juntos después de todo este es nuestro último año en la preparatoria –señaló Ford.

- Sí, lo sé… tu pronto te iras a tu universidad de ciencia ficción para nerds, y yo me quedare aquí siendo un bueno para nada –por ahora nada le parecía claro.

-Eso espero… aunque yo quiero que tú vayas conmigo. Lo recuerdas juntos para siempre –decía Ford dando la vuelta a la silla de su escritorio.

-¿Lo dices en serio? –preguntó Stan.

-Por supuesto, ¿qué haría sin ti? Tal vez podamos rentar un pequeño departamento, tu buscarías un trabajo, mmmm realmente no lo sé, todavía hay cosas que pensar –ellos no debían de separarse.

Stanley saltó de la cama y comenzó a abrasarlo. – ¡Eso suena genial Nerd!

Cuando dijo eso sus rostros quedaron tan cerca el uno del otro, Ford pudo sentir la calidez del aliento de su hermano colarse en su boca, sintió la calidez del cuerpo de Stan colándose por cada poro de su piel, ahí estaba tan cerca a su hermano, observando su labios, deseando, saboreando probarlos.

No supo bien porque lo hizo, eran tanto el tiempo que había soñado con hacerlo que le costaba darse cuenta que ese beso estaba pasando en realidad.

Era un sueño, estaba probando un pequeño paraíso, la textura, la suavidad de los labios de Stan, el sabor de su boca, todo era perfecto.

-¡¿Qué carajos estás haciendo?! –Stan lo empujo.

Algo se rompió muy dentro de Stanford, hacía tiempo que él lo sabía, estaba enamorado de su hermano, lo amaba tan profundamente que dolía, que lo paralizaba, que lo confundía aunque lo único de lo que estaba seguro era de amarlo.

-Lo siento… me deje llevar –trataba de encontrar una salida.

Stan pudo ver el miedo y la tristeza en los ojos de su hermano, y simplemente lo dejo pasar. –Sí, creo que ambos nos dejamos llevar, bueno me tengo que ir quede en salir un rato con Jimmy.

-Lo siento… -Ford no estuvo seguro si fue capaz de escucharlo, después de todo Stan ya se había marchado.

Las cosas volvieron a cambiar, ahora su hermano era distante, y evitaba estar con él. Una pregunta giraba sin cesar en su cabeza ¿Por qué Stanley no lo amaba? Ford lo entendía a la perfección, su hermano, no lo amaba, jamás lo amaría, y eso lo estaba enloqueciendo.

Llegó la tan ansiada Feria Científica, si esa era su oportunidad de redención, conseguiría la beca y ambos saldrían de ese maldito lugar, y estarían juntos, si por fin estarían juntos para siempre. Pero aquello no ocurrió, sólo unas cuantas palabras sobre un viaje desperdiciado y una máquina de movimiento perpetuo inútil. Todos esos días habían sido álgidos, pero no esperaba que su padre echara de la casa a Stanley por eso, y mucho menos que el mismo cerrara esa cortina para negarse a verlo.

-¡Dame seis! –lo escuchó gritar, maldito egoísta ahora si importaba lo que él tuviera que decir, o que pensar, cuando hace un par de semanas huía de Ford como si estuviera enfermo, no le tendría consideración por su propia culpa estaba en la calle.

Quiso llenarse de odio, de rencor hacia Stanley pero simplemente no podía, ese cuarto que ahora le pertenecía únicamente a él parecía tan inmenso, las crisis de ansiedad se incrementaban en la escuela, nada sin su hermano parecía funcionar. Intentó hablar con su padre para que Stan regresara pero no accedió. Para su fortuna el mismo Stanley fue quien llamo a su madre para despedirse sin embargo fue Ford quien contesto, acordaron verse en el muelle para hablar, simplemente hablar.

Cuando se encontraron todo fue tan incómodo ninguno de los dos sabía que decir, pereciera que las palabras entre ellos se hubieran acabado.

-Sabes Sixer en un inicio creí que el que me corrieran de la casa fue lo peor que me paso en la vida, pero ahora me doy cuenta de que nos es así –fue Stan quien rompió el silencio y continuó hablando. – Esta es la oportunidad que necesito para averiguar quién soy y que es lo que deseo hacer.

Sujetó a Ford por lo hombros y le dijo – Perdóname por haber estropeado tu máquina de nerd, realmente lo siento, pero estoy seguro que a la Universidad que vayas te irá genial después de todo eres un genio. Creo que ha llegado el momento de que cada uno tome su camino, creo que eso es lo que significa crecer – y le dio un abrazo.

No lo podía creer, no era posible que estuviera escuchando eso, dónde había quedado la promesa de siempre juntos, ahora Stanley lo abandonaría, lo estaba dejando solo, Stanley lo estaba dejando sólo.

-Pero qué paso con las nenas, los tesoros y los viajes –preguntó con voz temblorosa.

-Bueno eso fue cuando éramos niños –se rascaba la cabeza –es tiempo de buscar algo más. Además a mí me suena como un maravilloso plan para la vejez.

Ahí estaba Stanley sonriéndole, con esa perfecta y maravillosa sonrisa mandándolo al diablo, deshaciéndose de él. En ese momento deseaba… deseaba… deseaba… con todo su corazón matarlo, pero no lo hizo, no hizo nada, únicamente le devolvió la sonrisa, se enjugo patéticamente un lágrima y le dijo –Está bien.

-Gracias por entender Bro, por favor despide me mamá y del viejo. ¡Nos vemos pronto! –Stanford lo vio alejarse silbando, como si nada en este mundo de mierda importara, sin que el dejar a su hermano gemelo le importara un carajo.

-¡Oh! ¡Tío Ford eso es tan triste! –decía la castaña limpiándose las lágrimas y la nariz.

-Mabel teníamos un trato, no me interrumpirías hasta que te terminara de contar la historia –dijo el viejo Pines intentado reprender.

-Lo siento, por favor continua. Ya no te voy a interrumpir, es promesa de gemela –dijo sonriéndole una vez más a su tío.

Mentiroso, Stanley siempre fue un mentiroso, pasaron más de diez malditos años para que se volvieran a ver, diez años de miseria, dolor, miedo pero sobre todo de soledad, del inmenso vacío que le genera a Stanford que su hermano no estuviera a su lado.

Le envió una postal, no estaba seguro de si su hermano vendría pero después de unos cuantos meses una mañana como cualquier otra tocaron a la puerta. Al principio no supo bien porque la mandó, pero con el pasar de los días lo fue comprendiendo mejor, él tenía que mostrárselo, le enseñaría a Stanley el paraíso que había descubierto.

Cuando abrió la puerta ninguno de los dos supo que decir, permanecieron unos minutos en silencio, tal vez ambos meditaban cada una de las palabras que dirían, al menos eso era lo que hacía Stanford.

-¿Vienes solo? –le preguntó Ford.

-¿Con quién podría venir? –Stanley lo miró un tanto expectante.

-Tienes razón, es solo que… bueno olvídalo. Pasa, pasa aquí afuera realmente hace frío –por fin estaban juntos otra vez.

Mientras avanzaban Stanley observaba detenidamente todo lo que se encontraba dentro de ese lugar, parecía una pequeña casa del terror improvisada, decidió que no le daría tanta importancia después de todo esas eran la clase de cosas que tanto le gustaban a su hermano. Continuaron avanzando hasta la cocina, ahí Stanford preparo un poco de café para ambos, Stan disfrutó de sentir la calidez de la taza en sus manos tomando lánguidamente sorbo a sorbo la bebida. En cambio Stanford estaba concentrado en el aspecto de su hermano, parecía tener unos cuantos kilos de más, además de ese ridículo corte de cabello también su piel lucía un tanto bronceada, su barba estaba crecida terriblemente similar a la que él tenía en esos días, su ropa parecía vieja un tanto sucia y desgastada, pareciera que realmente la hubiera pasado mal, no lo pudo evitar una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

-Bueno… ¿Qué es lo que pasa? ¿De qué tenemos que hablar? –dijo Stan sirviéndose un poco más de café.

-Mmmm, más que hablar es algo que tengo que mostrarte, pero no hay prisa podemos tomarnos esto con calma, después de todo son casi doce años sin vernos –respondió dándole un largo trago a su café.

-Dime qué ha sido de tu vida –al ver la expresión de su hermano supo que esa no era una pregunta muy agradable, parecía que había abierto una herida, así que por qué no hacerla sangrar.

-Perdón si te molesta mi pregunta, es simplemente qué me preguntaba si habías encontrado tu camino –se dio cuenta de cómo Stan bajó la mira al piso.

-En un principio creí que te equivocabas, pero después de unos cuantos años sobre todo al llegar a Gravity Falls supe que tenías razón, tenía que buscar, tenía que encontrar mi destino y gracias a ti lo encontré –Stan no pudo evitar pensar que la sonrisa de Ford realmente tenía algo malo.

-Pero no es tiempo de hablar de mí, esa historia la conozco, quiero saber que ha hecho todos estos años mi gemelo favorito. Debió de ser algo sumamente interesante para que no pudieras ni siquiera llamarme una sola vez en todos estos años –sí que su hermano comenzaba a actuar extraño.

Pese a muchas cosas él era su hermano, él era su familia, así que Stanley decidió contarle todo lo que hizo en ese tiempo, después de todo también lo había extraño, sentía que se había equivocado al alejarse, después de todo al parecer su padre tenía razón y él era un cabeza hueca bueno para nada.

-Así que escapaste mordiendo la cajuela de un auto –decía Ford levantando ligeramente la ceja.

-Sí –afirmó Stan rascándose un poco la cabeza.

-El bronceado es por el tiempo que pasaste en Colombia –dijo inquisitivo.

-Sí, bueno después de todo no tiene realmente mucho que regrese al país –respondía recordando varías cosas las cuales preferiría olvidar.

-¿Y el corte de cabello? –preguntó el Sixer sorbiendo su último trago de café.

-Es moda Stanford –contesto ruborizándose un poco después el Mullet se unía a muchas de las malas decisiones tomadas en su vida.

-Sabes en estos años hice muchas cosas de las cuales me arrepiento, algunas las cuales sinceramente prefiero no recordar, así que por favor no me preguntes sobre ellas. Pero entre tantos fracasos y errores hay uno del cual aún me arrepiento, es por eso que vine, porque sé que todo fue mi culpa… Ford por favor perdóname por haberme ido, por haberte dejado. Realmente pensé que podría hacerlo por mi cuenta, que podría ser alguien en esta vida, pero… pero me doy cuenta que no soy más que un fracaso. Ja, papá tenía razón, tú pudiste salir adelante pese a que estropee tu oportunidad de ir a la Universidad de tus sueños, conseguiste este lugar y seguir con tus investigaciones, probablemente uno de tus inventos cambie a este mundo. Así que "Gracias" por traerme de vuelta a tu vida –mientras lo decía no dejo de apretar sus puños y miró directamente a su hermano.

-¡Oh! Stan, no sabes que feliz me hace escucharte –Ford se levantó de su silla y fue hasta donde estaba su hermano, lo abrazo por unos momentos. Dios seguía sintiéndose como lo recordaba, era tibio y suave, sí que había extrañado esa sensación.

-Todos merecemos un nuevo inicio, y tal vez este lo sea para ambos –dijo Ford –pero sin darnos cuenta se ha hecho tarde, además de que tú has viajado, así que porque no descansas después de todo ahora tenemos todo el tiempo del mundo.

-Tienes razón, tú también te iras a dormir Ford –pregunto Stan recogiendo su mochila.

-No, aún tengo que trabajar en algunas cosas pero no te preocupes. Descansa y nos vemos mañana para seguir poniéndonos al día –la sonrisa de Ford parecía tan serena.

Stan se instaló en la habitación de huéspedes, hacía tanto tiempo que no dormía sobre una cama, es más dentro de una habitación que en unos cuantos minutos se quedó dormido, en su boca se formó una sonrisa mientras que recordaba una vieja promesa "nenas, tesoros y viajes". No supo cuántas horas estuvo dormido hasta que un ruido extraño lo despertó, reconoció la voz de su hermano, parecía que hablaba con alguien, tal vez un vecino, un conocido, miró el reloj de la pared y eran a penas las tres de mañana.

Había pasado por muchas mierdas como para no darse cuenta de cuando algo no estaba bien, era un mentiroso profesional y sabía que su hermano le ocultaba algo, no estaba seguro de que era pero Stanford no le decía toda la verdad. Se levantó, fue hasta la puerta intentando escuchar lo que Ford decía.

-Sí, lo sé traerlo no era parte de los planes, pero te lo aseguro esto no cambia nada. Listo ya tengo lo que necesitaba –fue lo que alcanzo a escuchar además de otras cosas que le perecieron totalmente ininteligibles. No era que el dialogo en sí mismo fue extraño, además de que el hecho de que no entendiera lo que decía Ford en otros idiomas no era raro después de todo el Nerd puedo aprender un montón de "ridículos" idiomas en estos años, lo que no pasó desapercibido es que Stanley nunca escucho otra voz más que la de su hermano.

Pasó una semana, Stan no puedo dejar pensar que su hermano actuaba un tanto extraño, pero la mayor parte del día actuaba "normal", pero cada noche ocurría lo mismo, lo escuchaba hablar con alguien, tenía diálogos tan largos sobre cosas como dimensiones, el origen de las rarezas de Gravity Falls, siempre la voz de Ford pero nunca la otra persona. Además de que Ford siempre parecía cansado, lo cual resultaba obvio pues trabajaba día y noche, Stan ahora estaba realmente preocupado de que le estuviera pasando algo realmente malo a su hermano.

Cenaban en el comedor cuando Stan por fin se atrevió a hablar sobre lo que comenzaba a angustiarle.

-Ford… me preguntaba. No crees que es tiempo de que tomes un descanso, sé que esta investigación es muy importante para ti, pero me preocupas, luces cansado, casi no duermes, es más creo que no lo haces. ¿Cuánto tiempo llevas solo en este lugar? –le preguntó Stan.

-Eso no es relevante Stanley, pero lo hago aquí si lo es, esto cambiara a la humidad, además que significa un poco de soledad en cambio del conocimiento infinito, ese no significa nada –le respondió de la manera más fría posible.

-Pero entiendo tu preocupación, creo que ha llegado el momento en que por fin conozcas mi más grande logro, tuve que esperar unos cuantos días después de todo no confió en nadie y eso te incluye a ti –la mirada y la voz de Ford eran cada vez más sombrías.

En efecto durante todos esos años Stanley había visto y hecho cosas moralmente cuestionables, conocido lo peor de la humanidad, creía aunque fuera un poco entender la vida, pero lo que estaba viendo simplemente no lo podía comprender.

-No lo entiendo. ¿Qué es todo esto Ford? –le preguntaba a su hermano, mientras trataba de entender cuál era el fin de tan intricada estructura.

-Alguna vez te has preguntado de dónde viene todo eso que no entendemos, las cosas que lo humanos por miedo a su propia ignorancia llama monstruos, tal vez lo sean a los ojos de quien no comprende, pero yo siempre desee saber más -hablaba sin ver a su hermano.

-¿Monstruos? Te refieres a cosas como los vampiros u hombres lobos –preguntó Stan.

-No solo hombres lobo o vampiro, duendes, hadas, unicornios, fantasmas… demonios. Todas esas criaturas que la historia de la humanidad toma en su mayoría como un simple leyenda –continuaba hablando.

-¿Realmente existen esas cosas? -le preguntó su hermano.

Stanford volteó a verlo, su mirada, su mirada parecía estar tan fuera de sí y con un extraño brillo amarillo, camino hasta su hermano hasta quedar frente a él. –No sólo existen, hay muchas más que ni yo mismo soy capaz de imaginar, y todas las he encontrado en este lugar, en ese pequeño paraíso conocido como Gravity Falls. Y esa es la puerta que traerá todo a esta realidad, me permitirá entender el porqué de cada rareza, su origen, me permitirá aprender, y así cambiar este mundo.

-Pero…pero… ¿Qué le pasara a nuestro mundo Ford? ¿Qué pasara si activas esa cosa? –le decía un desesperado Stan.

-Eso es lo maravilloso de ser un científico, el poder descubrir algo totalmente nuevo. ¿Qué pasara una vez que la active? No lo sé a decir verdad, pero supongo que podría destruirse la realidad que conocemos, tal vez que este planeta se parte por la mitad, o que un sinfín de pesadillas sean liberadas sobre este pueblo, o quizás no pase nada. Pero para averiguar el resultado no queda más que activarla –dijo riendo.

-¿Alguien más sabe sobre esto Ford? –lo cuestiono Stan.

-Supongo que por ahora únicamente quedamos tú y yo –le respondió.

-Además tengo mis diarios, que son registro de cada conocimiento descubierto en este lugar –al decirlo saco un desgastado libro de su chaqueta. –Aquí he registrado cada cosa, cada criatura, cada monstruo, y sobre todo está el complejo mecanismo de esta estructura, como operarla, como detenerla, pero sobre todo como entenderla.

-Y todo comenzara cuando apriete este pequeño botón –en medio del laboratorio estaba lo que le daría la respuesta que tanto buscaba Stanford.

-¡Detente! –le gritó su hermano. -¡POR FAVOR DETENTE! No sabes que puede pasar, y si esto destruye el mundo, que pasara con todas las personas inocentes que morirán. ¡Por Dios Ford! El pueblo está lleno de niños.

-¿Inocentes Stanley? Nadie en este mundo es inocente, nadie merece la piedad, es que acaso no te das cuenta la humanidad llego a un punto sin retorno, nada de lo que pase será peor. ¿Hablas de niños? Niños como el pequeño bastardo de Crampelter, que no dejo de atormentarme hasta que me fui de Jersey, no Stan todos han sido contaminados, corrompidos. Yo únicamente busco darle a la humanidad un nuevo inicio, uno paraíso donde existir, eso es todo lo que quiero.

Loco, fue la palabra que cruzó por la mente de Stanley, Ford simplemente se había vuelto loco. -¿Qué pasara con Mamá y Papá? Con Shermie, con su hijo, es tú sobrino. ¿Acaso ellos tampoco importan? –deseaba que pudiera hacerlo entrar en razón.

-No –una sola palabra tajante –No me importa ninguno un carajo, ellos también me dejaron solo. Ellos también se alejaron de mí… ahora esto es todo lo que tengo… todo lo que me importa.

-¡MIERDA STANFORD! ¡Lo que dices es una locura! –Stan se reusaba a creer que su hermano fuera capaz de todo eso. –Ford te he escuchado… te he escuchado hablar solo durante las noches, no comes, nunca duermes, es normal que no pienses bien –quiso acercarse y sujetar del hombro a su hermano.

-¡¿Normal?! ¡¿Normal? ¡Qué mierdas sabes tú de lo que es normal! ¡¿Qué carajos se yo?! ¡Si pase toda mi vida como un maldito fenómeno de seis dedos! ¡Tú no lo entiendes! ¡Tú no sabes lo asqueroso que se siente ser yo! Y… Y… ¡por eso me dejaste! ¡Se supone que estaríamos siempre juntos! ¡Arruinaste mi vida! –le gritaba mientras unas lágrimas se escurrían de sus mejillas.

-Lo siento Ford… no sabía que te sentías así, en serio creí que lo mejor era alejarnos. Que estabas confundido con respecto a mí, que yo te podría ayudar si te dejaba sacar todo tu potencial, si te permitía hacerlo por ti mismo. Pero veo que me equivoque y que únicamente te lastime, sin embargo esta no es la solución, arriesgar todo y a todos no te quitara la soledad. Por favor entiéndelo, podemos volver a intentarlo, podemos estar juntos, podemos volver a ser familia –decía Stan intentando abrazar a su hermano.

-¿Piensas que podemos tener una segunda oportunidad? –le dijo Ford mientras sonreía ligeramente.

-Claro que sí, tú y yo siempre seremos "hermanos" –Stan extendió sus brazos, Ford fue hasta ellos y se acurrucó en el pecho de su hermano.

-Gracias Stan, era todo lo que necesita escuchar –Stanley sintió un leve pinchazo en el cuello y como sus piernas inmediatamente se desvanecían –yo nunca quise que sólo fuéramos hermanos…

-Ford… -dijo tocándose el cuello antes de desvanecerse y después todo fue oscuridad.

Stanley no supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, tal vez fueron solo unos minutos, tal vez horas o días, no estaba seguro de nada. Abrió lentamente los ojos, la luz era bastante tenue, pero pudo distinguir que ese lugar era una clase de estudio, intentó ponerse de pie pero no pudo estaba atado de pies y manos, sus brazos estaban extendidos y sujetos a argollar clavadas en el piso. Estaba rodeado de velas y sobre un dibujo el cual no podía distinguir, qué mierdas estaba pasando, dónde diablos estaba Stanford, levantó su cabeza en busca de su hermano, hasta que una voz entre las penumbras lo hiso voltear.

-Me alegra que estés despierto –por qué la voz de Ford le causo ese escalofrío.

-¡Por Dios Ford! Suéltame esta es una locura –intentaba zafarse pero todo era inútil.

Escuchó como lentamente Ford camino hasta él, se colocó al nivel de sus pies, y desde ahí lo observaba, el brillo sombrío de las gafas era todo lo que podía distinguir, y esa sensación de pánico que cada vez era más grande. Su hermano le causaba miedo, un miedo infinito que le helaba la sangre.

-Él dijo que no lo entenderías, y que intentarías detenerme, pero yo quise creer en ti. Después de todo eres… eres… bueno eso en realidad no importa. Él me mostro todo de lo que sería capaz, todo lo que estaba buscando, él me mostro la verdad y me ayudo a construir todo esto –dijo riendo.

-¡No sé de quién hablas! Pero no te está manipulando, este no eres tú, el Ford que yo conozco jamás lastimaría a alguien, nunca lo haría y mucho menos a mí, porque el Ford que yo conozco me quiere y lo quiero ¡ESO NUNCA VA A CAMBIAR! –algo de su gemelo debía de seguir existiendo ahí adentro.

-Tienes razón –avanzó un poco más y se sentó en ahorcadas sobre Stan –Yo no solamente te quiero, yo te amo Stanley, te amo tanto, que cada día lejos de ti fue un maldito infierno. Sujetó fuertemente el rostro de su hermano y comenzó a besarlo, lo obligó a que abriera su boca, quería saborearlo, llenarse de ese sentimiento tan exquisito, mordió los labios de Stan hasta hacerlo sangrar. Soltó a su gemelo hasta que fue necesario respirar.

-¡Maldita sea! Esto es mejor de lo que imagine –recorrió con sus manos el dorso de Stan.

-¿Por qué eres tan maravilloso Stanley? Ese beso fue increíble, tantos años para volver a probar tus labios. Fue hermoso. ¿Verdad? ¿Verdad que fue hermoso? Tú también lo deseabas ¿Verdad? –Stan no contestó únicamente desvió la mirada.

Lo agarró por el cuello de la chaqueta azotándolo una y otra vez. ¡CONTESTA! ¡CONTESTA! ¡CONTESTA MALDITA SEA! –pero Stanley no dijo una sola palabra.

Ford comenzó a reír frenéticamente. –Eres patético Stanley, pero aun así yo quería darte una oportunidad de ser parte de todo, de que vieras el cambio con tus propios ojos, yo… yo… yo… sólo quería que me amaras. Pero veo que eso nunca será así, sin embargo eso no impide que podamos estar juntos para siempre, Stanley y Stanford Pines juntos toda la eternidad –unió sus frentes.

Se incorporó lentamente y saco de su chaqueta un pequeño chuchillo, todo el cuerpo de Stanley se estremeció.

-Este es un athame*, un pequeño regalo de mi amigo, sirve para muchas cosas, pero hoy me servirá para esto –Ford elevó sus manos sobre su cabeza, Stan cerró los ojos cuando vio que el cuchillo se estrellaría directamente es su pecho. Pero su vida no fue extinguida de un solo golpe, abrió los ojos y presenció cómo en un simple movimiento su camisa y chaqueta eran desgarradas.

Ford acariciaba su pecho, su cuello, su abdomen. Volvió a besar los labios de Stan aunque estuvieran cerrados, lamió el hilo de sangre que de ellos escurría, le mordió el cuello hasta dejarle marcas rojas, le enterró las uñas en el dorso hasta que lo hizo sangrar, después deslizó sus manos hasta la entrepierna de Stan y comenzó a acariciarla.

-¡Detente! ¡Por favor detente Ford! Por favor no lo hagas… ¡NOSOTROS SOMOS HERMANOS! –decía Stan llorando.

-¿QUÉ ME DETENGA? ¿QUÉ ME DETENGA? ACOSÓ TE DOY ASCO PORQUE NO SOY MUJER, PORQUE NO SOY LA PUTA DE CARLA MCCORCKLE MAMÁNDOTELA EN MEDIO DE UNA MUELLE LLENO DE BASURA, O GRITANDO COMO PERRA EN LA PARTE DE ATRÁS DE TU AUTO. JA, O TAL VEZ ES PORQUE SOY HOMBRE. NO, ESA TAMBIÉN ES SERÍA UNA MENTIRA DE TU PARTE. ACOSO CREES QUE NUNCA SUPE LO TUYO Y LO DE SÁNCHEZ, COMO AHORA ERAS TÚ QUIEN SE LA MAMABA PARA QUE DEJARA ROMPERLE EL CULO. DESPUÉS DE TODO A TI TAMBIÉN TE GUSTABA "EXPERIMENTAR". ¡YA SE! NECESITAS QUE TE PAGUE PARA QUE TE SIENTAS MENOS CULPABLE. ¿DIME QUÉ SE SIENTE ACOSTARTE CON UN TIPO DIFERENTE CADA NOCHE? ¿EH? ¿QUÉ SE SIENTE? ¿ACASO TE GUSTABA COMO UN PERFECTO DESCONOCIDO TE TOCABA? ¿FUE RICK O FUE TU PRIMER CLIENTE QUIÉN TE HIZO GEMIR COMO PUTA MIENTRAS TE LO METÍA? ¡CONTESTAME! ¡CONTESTAME! ¡¿MALDITA SEA POR QUÉ YO NO SOY TAN BUENO PARA QUE ME AMES?!

Algo de manera súbita hizo "click" en la cabeza de Stanley, Ford podía saber lo de Carla y lo de Rick, pero como sabía que tuvo que prostituirse para sobre vivir si tenían casi doce años sin verse, cómo es que Ford lo había descubierto.

Ford terminó de romper la chamarra después apretó sus antebrazos y continuó hablando. –QUIERES HABLAR DE LO CORRECTO, PERO QUE SON TODAS ESAS MARCAS EN TUS BRAZOS, TE CREÍA UN POCO MÁS INTELIGENTE, PERO VEO QUE ME EQUIVOQUE. ¿CUÁNTOS AÑOS FUERON? ¿CUÁNTOS AÑOS PASASTE DROGÁNDOTE? PERO NO SOLO TE DROGABAS, TAMBIÉN LAS VENDÍAS. HABLAS DE PREOCUPARSE POR LOS DEMÁS, PERO NUNCA TE IMPORTO CUANTOS SE FRIERON EL CEREBRO GRACIAS A TI, DESPUÉS DE TODO ELLOS ÚNICAMENTE ERAN DINERO FÁCIL. TÚ TAMPOCO ERES INOCENTE… –seguía gritando Stanford.

-¿CÓMO LO SUPISTE FORD? ¿CÓMO SUPISTE LO DE LAS DROGAS? ¿CÓMO SUPISTE QUE YO ME PROSTITUÍA? –le preguntó Stan con la voz cortada por el llanto.

El gemelo mayor se acercó hasta el oído de Stanley y le susurró –ÉL LO VE TODO…

Al escuchar esa palabras Stan no tuvo duda su hermano había perdido la cordura, no sabía de qué o quién hablaba, pero en esa situación ya poco importaba después de todo él lo sentía, él lo entendió nada nunca volvería a ser igual.

-Ford ya nada de eso importa, cometí muchos errores pero tú también. Por favor suéltame, podemos arreglar esto, podemos salir adelante si estamos juntos. ¡Por favor Ford detente! –le seguía suplicando Stan.

-Dime Stanley. ¿Si te suelto? ¿Si después de todo lo que he hecho seguirás queriéndome? –le preguntó Stanford.

-Sí, si Ford yo siempre te voy a querer no importa lo que pase –respondió con una mueca que pretendía ser una sonrisa.

-¿Me amas? ¿Me amas tanto como yo a ti? –lo volvía a cuestionar.

-Sí, yo también te AMO. Por favor desátame, así podemos estar juntos –ahí estaba de nuevo esa mueca.

-Mentiroso… -fue apenas un murmullo. -¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! ¡MENTIROSO! –con cada palabra, con cada grito un puñetazo se estrellaba en la cara de Stan. Dejó de golpearlo hasta que fue necesario recobrar el aliento.

Acarició suavemente la cara de Stanley que comenzaba a deformarse por la hinchazón, manchándose con la sangre de su querido hermano, aun en ese patético estado Ford no podía dejar de pensar en que se veía maravilloso. -¿Por qué me obligas a hacerte esto? ¿Qué no te das cuenta que todo lo que hago es porque te amo?

-Veo que a ti también te sirvieron las clases de Box… –decía Stan dejando escapar un gemido.

-Hay tantas cosas que no sabes de mi Stan, lo cual resulto ser bueno porque si no jamás hubieras venido. Creo que eso ahora lo sabes –dijo Ford.

-No importa quién seas o en qué te has convertido, yo siempre vendría a ti… porque tú eres mi mejor amigo, mi gemelo, mi hermano… tú siempre serás mi familia –no hubo duda en ninguna de sus palabras.

-Ojala sigas diciendo eso en unos cuantos minutos –ahí estaba haciendo una mueca totalmente aterradora.

Seguía en ahorcadas sobre Stanley, esa sensación de tenerlo debajo completamente a su merced, era increíblemente fabulosa, ya no lo podía dejar, ya nunca se alejaría de él, ahora estarían juntos para siempre.

-Sabes pesé a lo mucho que los odio, siempre entendí porque Sánchez y Carla se enamoraron de ti. ¿Cómo no hacerlo? ¿Cómo no hacerlo si eres perfecto? Recuerdo cuando me dijiste lo mucho que los extrañabas, no sabes cuánto me dolió escucharte, pensaba que el estar juntos te bastaba para ser feliz. Soy bastante estúpido ¿verdad? Lo que más me sorprendió fue lo fácil que fue alejarlos de ti –al escuchar esto los ojos de Stan se abrieron completamente.

-Eres bastante descuidado, no debiste de tener sexo con tu novia en la casa mientras creías que nadie estaba. Unas cuantas fotografías, y Carla accedió a alejarse de ti, por eso devolvió cada uno de tus ramos de flores, por eso terminó huyendo con ese hippie de mierda. Con Rick me ayudo que su vida por si misma ya era una porquería, únicamente intercepte cada una de sus cartas, sí que era insistente, y sus ridículas frases en español "TE AMO" "HUYAMOS JUNTOS". Incluso se atrevió a buscarte, recuerdo su estúpido rostro cuando le dije que ya no vivías ahí, que te habías ido porque buscabas ser un "buen hombre", tener una familia, una nueva vida pero sobre todo honesta. Fue tan gracioso ver su cara, como esas palabras le rompieron en corazón, supuso que por eso nunca contestaste ni el teléfono ni sus cartas. Lo más difícil fue hacerte volver a mí, no pensé que me tomaría tanto tiempo. Siempre creíste que tenías mala suerte, ni las ventas, ni las estafas, nada de lo que hacías resultaba bien. Pobre, pobre, pobre Stan lo que nunca supiste es que era yo quien los arruinaba, quien le decía a las personas de los condados sobre todos tus fraudes. Quien te delataba con la policía para que fueras vaneado, sobre todo después de llegar a Gravity Falls hace seis años, él lo hizo más fácil, te buscaba a través de los sueños y me decía que era lo que hacías. Te vi caer lentamente, llegar hasta el fondo del abismo, tal vez así te darías cuanta del error que cometiste al alejarte de mí, pero te seguiste moviendo, al parecer no habidas tenido suficiente dolor. ¿Recuerdas la cárcel de Colombia? ¿Recuerdas los que les hicieron a ti y a tus amigos Jorge y Rico después de que los detuviera la DEA? ¿Quieres olvidarlo? No, es tiempo de que lo recuerdes –pudo escuchar como el cierre del pantalón de Stanford bajaba lentamente.

-¡NO! –Gritó Stan retorciéndose, esperando el milagro que salvara –Por favor Ford… no lo hagas así…

Stan había perdido muchas cosas en todos esos años, perdió a su familia, perdió a sus amigos, perdió tanto de su moral, pero siempre creyó que en un recoveco de su alma seguía existiendo algo de dignidad, de orgullo que nada ni nadie le harían perder, en ese instante se dio cuenta de que hay cosas que nunca deben de darse por sentado.

-¿Cómo quieres que lo haga? Es cierto tu eres tan romántico, el hacerlo así va en contra de tu naturaleza –le dijo Ford mirándolo.

De un corte del athame lo libero de las ataduras. –No me creas estúpido -volvió a amarrarle las manos pero ahora en la espalda, de una patada volvió a tirarlo al piso para quitarle los pantalones. Lo miró por varios minutos, ahora estaba completamente a su merced, así desnudo se veía tan indefenso, y tan… tan… pero tan jodidamente hermoso. Esa era la verdadera visión del PARAISO, y su hermano era un ángel, un ángel al que únicamente Ford podía tocar.

Stan estaba ahora de sentado en el piso, Ford lo observó una vez más, siempre pensó que lo más glorioso que pudiera imaginar era por fin ver los ojos de su hermano llenos de amor, de un amor que únicamente era dirigido a él, pero se equivocó… Nada podía compararse a la sensación de éxtasis, con el vibrar de cada célula de su cuerpo, con sus pulmones ensanchándose de energía, con la sensación eléctrica que recorría su espina dorsal cuando descubrió los ojos de Stanley llenos de miedo. Dejó escapar una ligera sonrisa, después de todo los niños de su viejo barrio tenían razón él era un monstruo…

Frente a su hermano cruzó la línea, ese límite imaginario entre la cordura y lo completamente desquiciado, entre lo que se llama moral para llegar a la aberración, y lo hizo con tres simples palabras. –Abre tu boca.

La locura existe en muchas formas y esta era una revestida del éxtasis, la lujuria y el horror. Ford no estaba completamente inmerso en su pequeño paraíso de repugnantes sensaciones, perdido entre la humedad y pegajosa calidez de la boca de Stanley, tal vez todos esos años de prostitución había servido de algo porque la mamaba como un maldito experto, pero lo que más lo excitaba era ver la cara de Stan completamente roja, y cómo intentaba aguantarse la arcadas de asco, pero lo más exquisito era que esas brillantes lágrimas no dejaban de correr.

Lo sujetó de su estúpido peinado y lo hizo tragar todo lo que provenía de él, sintió como la respiración de Stanley se detuvo por un instante, y no pudo dejar de reír un poco cuando algo de su semen se escurrió por las fosas nasales de su hermano. ¡CARAJO! ¡CARAJO! Todo ese se sintió realmente bien, tal vez debió hacerlo mucho antes, pero bueno tendría que disfrutar al máximo toda la situación. Volvió a patear a Stanley en las costillas, este cayó pesadamente, seguía intentando recobrar la respiración, Ford lo hizo ponerse en cuatro no importándole que al hacer esto la cara de Stan golpeara directamente el piso. Verlo así, tenerlo así, fue por muchos años la fantasía más anhelada, el deseo más grande, lo más impensable y en medio de ese bosque, en ese lugar lleno de monstruos, en ese sitio rodeado de lo impensable, nada ni nadie lo podría detener. Continuó mordiendo la espalda de su hermano hasta hacerla sangrar, acariciando cada uno de los rincones más íntimos de Stanley, pero Ford estaba harto de las sutilizas, de tener que reprimir sus sentimientos, sonrió un vez más y entre un grito de dolor desgarro el interior de su amado gemelo.

La mezcla del sudor de su cuerpo, el olor del cuerpo palpitante de Stanley, de la cera derretida, de la sangre y del semen eran la esencia de la perfección, cada sentido de Ford estaba alterado, maximizado, permitiéndole disfrutar ese momento hasta la locura. Dejaron de importar las suplicas de su gemelo para que se detuviera, en cada embestida, fuerte, brutal, certera y placentera seguía tocando el paraíso. Esa estrechez, el calor, la sangre, los gritos, los gemidos, las lágrimas, sus pensamientos agolpándose, imaginarse todo lo que podría hacer con sus hermano, lo llevaron a alcanzar el orgasmo irrepetible, el que nunca más volvería a sentir, por fin después de tantos años él se sintió feliz.

Se levantó y acamo su ropa, miraba como Stanley intentaba refugiarse en una especie de posición fetal, tenía la mirada perdida y su cuerpo temblaba, asqueado de sí mismo por el orgasmo que alcanzo a la par de su hermano, sensación impensable y repugnante. Un sinfín de cosas estarían atravesando su cabeza, pero eso a Stanford le importaba un carajo ya que la noche un no terminaba.

Vocifero unas cuantas cosas, tenía que seguir con sus planes, construir un paraíso perfecto no resulta fácil. Unos cuantos minutos después fue hasta donde seguía Stan, lo ayudo a levantarse, una vez más quedaron de pie, frente a frente, sus miradas se cruzaron por un momento, se dieron cuenta de lo realmente diferentes que eran.

-Ya no hay vuelta atrás –dijo Ford.

-Lo sé –dijo Stan apenas con un hilo de voz.

Stanford abrazó a su hermano, sin que se lo esperara con ayuda del athame por fin lo libero, las manos de Stan eran libres, tenían las marcas por las ataduras, y manchas de sangre que comenzaba a secarse.

-Puedes irte si así lo deseas, no intentare detenerte, no moveré ni un musculó, te podrás marchar y ambos desaparecemos para siempre, ya nada nos unirá –de su garganta se escapó un largo suspiro –pero si decides quedarte, entiendes que esta noche todo terminara…

Permanecieron de pie, mirándose a los ojos, fue extraño Ford siempre creyó saber cuál sería la respuesta de Stanley, esperaba encontrar dentro de la mirada de su hermano dolor, odio, rencor y miedo, si ese miedo que tanto lo satisfizo unos minutos antes, y sin embargo era amor los ojos de Stan seguían llenos de lágrimas y de amor.

Stan abrazó fuertemente a Ford, lloró un poco en sus hombros, y después lo besó, fue un beso sencillo, un beso sin pretensiones, un ligero rozar de labios. Ford abrió los ojos, estaba totalmente desconcertado jamás imagino que en esta vida pudiera conseguir un beso de amor, el beso que siempre anhelo, el beso del amor de Stanley. El silencio volvió a reinar por unos minutos, su hermano menor continuaba mirándolo, con esa expresión libre de todo, únicamente llena de amor, hasta el punto en que tuvo que desviar la miraba.

-Ford, yo no me marchare, no te dejare. Estaremos juntos… -decía Stan mientras lo volvía a abrazar.

-Sabes lo que eso significa… -dijo Ford mientras sus manos comenzaban a temblar.

-Lo entiendo y estoy dispuesto. Lo he perdido todo, ya no me queda nada, no quiero perderte, eres todo lo que me queda–lo miró dulcemente, acaricio su cara y besó su mejilla.

-Entonces que así sea –Ford intensifico el abrazó, únicamente estaba libre su mano derecha que repetía el mismo movimiento una y otra vez. El cuerpo de Stan fue sintiéndose más pesado, su mirada estaba casi en blanco, con sus últimas fuerzas le dijo le susurró al odio.

-Era… aghhh…en serio… cuan…do…te… dije…aghhh…que…te…AMO –escupió un poco de sangre en al hombro de Ford.

-Mentiroso –le respondió Ford con una pequeña risa tranquila –pero eso ya no importa.

-Lo… se…pero…te…aghhh… –después de eso ya no hubo nada.

Los brazos así como todo el cuerpo de Stan se desvaneció, un ruino pesado lleno la habitación cuando Ford dejó de caer el athame al piso, la pequeña daga brillaba a la luz de las velas, cubierta de la resplandeciente sangre de Stan.

Ford continuaba abrazando a su hermano, se negaba a dejarlo ir, a dejarlo caer, no supo cuando las lágrimas comenzaron a fluir libremente, el eco de la habitación deformaba y le repetía su propia risa, sus gritos de dolor, sus carcajadas, sus sollozos, él podía escuchar su locura.

Acomodó el cuerpo de Stanley a la perfección, esa noche seguía siendo perfecta, nada de la preciosa sangre de su gemelo se había derramado fuera del círculo, miró su ropa completamente empapada, se sentía tibia y viscosa, el olor a hierro penetraba hasta su cerebro. Se hincó frente a Stan, su rostro seguía tibio y con una pequeña sonrisa, sus ojos estaban entre abiertos, la mirada era fría, vacía, le resulto gracioso pensar que ahí ya no existía un "alma", ese debía de ser el aspecto más hermoso de la muerte.

Volvió a ponerse en ahorcadas sobre su hermano, seguía luciendo perfecto, su piel ligeramente bronceada y suave, la sonrisa que ni la muerte había borrado, Stanley siempre fue lo que Ford jamás sería, se agacho para besar esos labios una vez más.

Estiró su mano hasta donde estaba el athame, lo tomó entre sus manos, las elevó lentamente por encima de su cabeza, y continuó con su tarea. Una y otra vez el cuchillo se estrelló contra el pecho de Stan, tantas veces que Ford paró de contar, con cada golpe la caja torácica se iba rompiendo, se escribía un melodía con el ruido de los huesos de Stan rompiéndose, de su carne separándose, de su sangre salpicando el rostro de Ford hasta colarse entre sus labios, hasta nublar completamente su visión. El objetivo de Ford era llegar al corazón de Stanley.

No resultó sencillo tener acceso, pero las fuerzas de Ford comenzaron a flaquear, detestaba que no fuera una tarea limpia, un golpe más, un último crujido, hizo una especie de palanca en los cartílagos costales y pudo ver el hermoso tesoro rodeado por los pulmones. Lo tomó entre sus manos como si este fuera lo más preciado del universo para Stanford, y claro que lo era, era el corazón de su amado hermano.

Lo colocó dentro de una pequeña caja que parecía un cofre, adecuado esa era la palabra, era tan adecuado para resguardar el corazón de Stan.

Dejó por un momento el extraño circuló en el que había pertenecido todo el tiempo, fue en busca de su maletín, era grande, viejo y de cuero, se alegró una vez más de que entre sus doce doctorados estuviera uno en Fisiología Humana, observó cada uno de sus instrumentos, tenía bastante tiempo que los utilizaba, tal vez desde la universidad, bueno aquella vez no cuenta lo hizo por diversión.

Regresó al lado de su hermano, llevaba en su mano un enorme cuchillo curvo, era brillante completamente afilado, era el ideal para realizar aquella tarea. Se puso en los pies de Stan, los junto para después besarlos, se deslizó felinamente hasta llegar a la unión de las piernas con las caderas. Era hora de cortar, fue abriéndose paso entre las distintas capaz de piel, ya no hubo sangre derramada, y la poca se seguía en las venas comenzaba a coagularse, pudo llegar hasta la unión con el fémur, los cartílagos resultaban ser difíciles de cortar. Una vez separado el hueso desprender el resto de la carne no le resultó tan difícil. Hizo lo mismo con la otra pierna, una vez separadas del cuerpo de Stanley comenzó a decir.

- Nullum vinculum ad terram *- al decir esto se dirigió a los brazos de Stan, les esperaba el mismo destino, beso las manos de su gemelo antes de dedicarse a cercenar los brazos, ese brazos seguían conservando los músculos de la época de pugilista, cada parte, cada pedazo de Stan seguía siendo maravilloso.

- Nihil est aliud vinculum * - únicamente quedaba otro corte por hacer, y su labor estaría por terminar.

Ahora sus labios estaban fríos, ya no quedaba ni un rastro de calor en ellos, únicamente el hilo de sangre seca que se deslizó minutos antes. Acarició las mejillas, su barbilla, su boca, y no pudo evitar llorar, pero no porque se arrepintiera o por saber que al que había asesinado era el ser al que más amaba, lloraba de emoción, de una gigantesca alegría que inundaba su pecho, porque después de todo ahora estaban juntos y siempre lo estarían ya nada los volvería separar.

Todo resultó ser más rápido de lo que imagino, tal vez fue la práctica previa o el hecho de que el tiempo ahora era incluso algo más que relativo, ya tampoco hubo sangre algo que agradeció cuando llego a la yugular. Piel, carne, venas, músculos hasta tocar la columna vertebral, de nuevo el pequeño movimiento de palanca y las vértebras ya no estaban unidas, solo unos cuantos jirones de piel y tejido unían la cabeza de Stan con su cuerpo.

-Non obligat ad caelum* - con la cabeza de su gemelo entre su manos se quedó callado, mirándolo, extasiado por esa mirada llena de amor que podía ver en los ojos de Stan, una expresión que se quedaría congelada para la eternidad.

Colocó cada pieza del cuerpo de su hermano dentro de una urna de cristal, después vació líquido conservador de su propia invención, de esa manera nada lo haría perder su perfección. Realmente estaba agotado, se dejó caer en medio del círculo, las velas seguían chisporroteando, puso sobre su pecho la pequeña caja que ahora contenía su más grande tesoro y cerró los ojos.

Unas carcajadas lo sacaron de su ensoñación, el conocía perfectamente la voz, después de todo era su musa.

-¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡No lo puedo creer! ¡Realmente lo hiciste! ¡Vamos! ¡Déjame entrar a tu mente! ¡Quiero verlo todo! –decía Bill retorciéndose de felicidad.

-Déjame decirte Stanford que ese color te sienta maravilloso. ¡Pobre de tu idiota hermano! ¡No lo vio venir! –Seguía riéndose –ahora nada nos detendrá.

-No, te equivocas. Él me entrego su vida voluntariamente, era todo lo que me hacía falta –contestó Ford sombríamente.

-¿Falta para qué Nerd? –preguntó Bill.

-Para esto –abrió la caja que contenía el corazón de Stan y comenzó a hablar – Adiuro vos in terram aliam Adiuro vos ego in carceribus paradisum*

Bill era absorbido al interior del corazón de Stan -¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO STANFORD?! ¡¿ÍBAMOS A CREAR UN NUEVO PARAÍSO?! ¡STANFORD! –El demonio intentaba deshacer la atadura, pero era imposible, seguían estando en el Mind Scape pero al haber hecho el trato con Ford no podía salir, de alguna manera estaban juntos.

-Tu error fue subestimarme Bill, entendí perfectamente lo que planeabas hacer después de lo que paso con Fiddleford. ¡TÚ TAMBIÉN ME MENTISTE! Y por eso tendrás que pagar… -decía Ford mientras volvía a repetir las palabras.

-¡TE ARREPENTIRÁS STANFORD! ¡STANFORD! ¡STANFORD! ¡STAN…FOR…D! –también Bill había desaparecido.

Un hermoso sonido lo hizo voltear, era un ligero latido, el latido del corazón del Stanley, el latido que jamás se detendría, logro que el corazón de su hermano latiera eternamente, que latiera por él…

-¡Tío Ford! Eso fue maravilloso –decía Mabel limpiándose las lágrimas de sus ojos.

-¿En serio lo piensas? –le preguntó Ford.

-Sip, así lo creo –jugaba con los dedos de su tío – Bill tampoco lo entendió, él no entendía que ya tenías tú paraíso. Que tú paraíso, que todo lo que querías era a tu hermano y que por fin lo tenías, que ya nada los separaría.

Abrazó tiernamente a su pequeña sobrina y le dio un beso en la mejilla –Así es Calabaza, desde ese día hemos estado juntos, compartiendo el paraíso que cree para ambos. Por eso jamás active el portal, después de todo ya tenía lo que quería, lo tenía a él.

-Ojalá que Dipper también lo pueda entender –ahora su niña lucía cabizbaja.

-No te preocupes, tu hermano es muy listo estoy seguro que lo entenderá –revolvió un poco el pelo de la castaña.

-Yo también creo que Sir Diplomacia lo entenderá, se dará cuenta de que debemos de estar juntos –de nuevo sonreía.

-Así es, los gemelos Pines nacieron para estar juntos –y le sonrió –Bueno pequeña ya es tiempo de irnos o tu hermano sospechara.

-Déjame despedirme del Tío Stan y nos podemos marchar –Mabel fue hasta donde estaba su tío, se estiró lo suficiente para depositar un beso en el frío recipiente que contenía la cabeza de Stan. Ford sonrió, no cabía duda que su sobrina era muy dulce, la castaña alcanzo a Ford lo tomó de la mano y le dijo.

-Tío Ford eres "Extraorrrrrrrrrrrrrdinario" – y ambos salieron de la habitación.

Una vez más la puerta fue cerrada, el paraíso que creo Stanford volvía a quedar resguardado detrás de esa puerta. Estaba tan feliz, no se había equivocado al compartirlo con su sobrina, ella lo entendía, ella lo preservaría, después de todo que sentido tenía saber de un paraíso si no se puede compartir. Desde ahora la puerta permanecería abierta, y el paraíso sería libre.

FIN


Epílogo

Dipper estaba sumamente emocionado, le encantaba la idea de ayudar a su tío, después de todo él conocía todos los misterios de Gravity Falls, era la persona a la que más admiraba, el castaño soñaba con llegar a ser como su tío aunque tenía que admitir que le causaba un poco de miedo.

-¿A dónde vamos tío Ford? –preguntó Dipper entusiasmado.

-Al paraíso –fue la respuesta de su tío.

Fue extraño lo que dijo, pero Dipper no le tomo mucha importancia, fueron hasta el elevador, ahí lo esperaba con una sonrisa radiante Mabel.

Los tres fueron hasta ese lugar, Dipper temblaba de emoción era la primera vez que entraría al estudió de Ford, este digito la clave de seguridad, se abrió la puerta pero no pudo distinguir nada ya que todo se encontraba en tinieblas. De repente sintió como era empujado a su interior, cayó de rodillas, estaba a punto de ponerse de pie cuando la puerta se cerró detrás de él.

Comenzó a golpear la puerta, no podía ver nada, absolutamente nada, pero la inmensa sensación de no saberse solo lo comenzaba a invadir.

-¡CHICOS! ¡CHICOS! ¡ABRAN NO ES GRACIOSO! –gritaba desesperado.

-¡TÍO FORD! ¡POR FAVOR ABRE! –seguía gritando Dipper.

-¿Por qué quieres dejarme Dipper? –escucho la voz de su hermana desde el otro lado de la puerta.

-¿De qué hablas Mabel? –preguntó el castaño.

-¡NO TE HAGAS EL IDIOTA! LO LEÍ, LO LEÍ DIPPER, TÚ QUIERES IR A ESA ESCUELA DE NIÑOS GENIOS… TÚ QUIERES QUE NOS SEPAREMOS... TÚ ME QUIERES DEJAR SOLA –le dijo Mabel.

-Pero Mabel, ya lo habíamos hablado, el verano termina es tiempo de crecer –contestó el pequeño Pino.

-¡LOS GEMELOS NUNCA SE SEPARAN! ¡NUNCA DEJAN A SU HERMANO PERMANECEN SIEMPRE JUNTOS! –seguía gritando Mabel desde el otro lado de la puerta.

-¡POR FAVOR TÍO FORD! ¡DILE A MABEL QUE ESTO ES UNA LOCURA! ¡QUÉ ME DEJE SALIR! –ahora intentaba que su tío le pusiera fin a todo eso.

-Dipper… tu hermana tiene razón, los gemelos Pines nunca se separan, nunca están solos porque se tienen el uno al otro –esas eran las palabras de Ford.

-¿Qué… dices tío Ford? –el llanto comenzaba a agolparse en la garganta de Dipper.

-Dipper entiende que lo hacemos porque te amamos, lo hago porque YO TE AMO –esas palabras hicieron que un escalofrió recorriera su espalda.

-Además no estás solo, el Tío Stan te hará compañía hasta que cambies de opinión –el tono de su hermana sonaba extraño.

-¿TÍO STAN? ¿DE QUÉ CARAJOS HABLAS MABEL? ¿QUIÉN ES EL TÍO STAN? –Dipper cada vez estaba más asustado.

-Mi hermano gemelo, hemos estado juntos desde hace más de treinta años –Dipper no entendía las palabras de su tío. ¿Acaso él también tenía un hermano? ¿Un hermano gemelo?

No tuvo tiempo de reaccionar, de hacer otra pregunta, de repente sus gritos era lo único que retumbaba, en un segundo se había prendido la luz y lo vio…

Vio el extraño altar en medio de la habitación, compuesto por los miembros cercenados de su "Tío Stan", la grotesca mancha que nunca fue limpiada del piso, después de tanto tiempo seguían las velas y los símbolos dibujados, y lo miles te triángulos con un solo ojo que parecían mirarle. Pero sus gritos no fueron escuchados por nadie, se perdieron en ese sótano, fueron callados por los bosques de Gravity Falls.

Ford y Mabel subieron de nuevo hasta la casa, el Pines mayor preparaba un poco de café mientras que a su sobrina le sirvió un vaso de leche.

-¿Crees que lo entienda? ¿Crees que entienda que debemos de estar juntos? –le preguntó Mabel.

-Sí, estoy seguro. Mmmm, y de no ser así tal vez el paraíso tendrá que crecer –dijo Ford sorbiendo su café.

-El paraíso de Ford y Mabel Pines. ¡Eso suena genial! –la castaña saltó a los brazos de su tío.

Ambos rieron, y continuaron con su rutina, después de todo ellos también era Pines, ellos debían de estar juntos. Desde esa noche Mabel se coló a la cama de Ford, mientras dormían abrazados plácidamente, se escuchaba el eco ahogado del llanto de un niño acompañado de un corazón que no dejaba de latir.


Una vez más le agradezco que hayan leído esto, al principio tenía la intención de ser mucho más corto pero terminó siendo algo de 25 hojas, espero que lo hayan disfrutado tanto al leerlo como yo la escribirlo.

Por qué la temática, bueno en un principio porque la violencia y el terror son de mis géneros favoritos y deseaba escribir algo así teniendo de protagonistas a los STAN'S, tengo la intención de escribir algo deliciosamente macabro con Stan como protagonista.

¿Qué tan loco estaba Ford? Mucho, imaginen le conto a su sobrina de 12 años como violo y mato a su hermano.

¿Qué tan loca esta Mabel? Mucho, entendió que su tío matara y violara a su hermano, además de estar dispuesta a hacer algo similar.

Porque esta dupla, mmmm no lo sé, pero al ser mi protagonista Ford y todo girar al hecho de "tener" que estar juntos no puede dejar de pensar en Mabel.


GRACIAS POR LEER, ESPERO SUS PREGUNTAS Y COMENTARIOS.

*Athame es una daga utilizada en distintos rituales asociada con el viento o el fuego.

*Ya nada te une a esta tierra.

*Ya nada te une a otro.

*Ya nada te une al cielo.

*Yo te ato a esta tierra, yo te ato a otro, yo te encierro en este paraíso.