Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, es autoría completa de J.K Rowling. Yo solo uso sus personajes para fines de entretenimiento y sin ánimo de lucro.

SUMMARY: Tras el despertar de su sangre Veela, Draco Malfoy comienza la búsqueda de su pareja. Una tarea titánica pues ella no lo quiere, ella no cae bajo su encanto y ella es la única que él desea y necesita. Ella es Hermione Granger.Draco!Veela/Hermione!Pareja

ADVERTENCIA: Este fic está catalogado como M pues aparecerán situaciones donde se pondrá en duda lineamientos morales versus deseos propios, situaciones de sexo explícito, relaciones entre criaturas mágicas y humanos, virginidad, entre otros. Sí eres sensible a este tipo de temas o eres menor de edad, ésta no es tu historia.

Debonair

Capítulo 22: Draco Malfoy, el camino diferente

1 de septiembre de 2012

−¡Nicholas! Baja ya

−¡NO QUIERO!

Hermione respiró terriblemente frustrada viendo a su esposo que se miraba al espejo para evaluar el resultado.−Malfoy, te quedó bien, no molestes más con eso.

−Se te fue demasiado las tijeras en esta parte.

−Oh, Merlín.

Hermione Jane Malfoy, de soltera Granger, había cortado el cabello de su Veela. Un ritual que había comenzado desde la marca, hace ya varios años atrás. Al ser su pareja, la mujer reemplazaba a Lucius y debía ser la encargada del "acicalamiento". Nadie más debía tocar el cabello de Draco. Esa era la diferencia entre morir y vivir.

El problema radicaba en que, a la semi-criatura de cabellos rubios, se le había ocurrido hacerlo el mismo día en que su hijo menor comenzaba clases en Hogwarts.

− ¿En verdad teníamos que hacerlo hoy? Vamos retrasados−se quejó Hermione

Draco se levantó del taburete quitando pelos monos de sus hombros hasta que no quedó ninguno.−Por supuesto que teníamos que hacerlo hoy, vamos a encontrarnos con todo el mundo. Hay que lucir bien−musitó en tono bajo acomodándose un pedazo de fleco en la parte de adelante.

−¡Nicholas Abraxas Malfoy, baja en este mismo instante, si no quieres que te lleve de la mano hasta el tren!

Un niño de doce años bajó de muy mala gana por las escaleras de la casa. Era rubio como su padre, sus mismos ojos grises con aspecto malhumorado. Tal vez lo único diferente eran sus rizos, que trataba de mantener a raya con mucha gomina mágica. Odiaba su cabello, de verdad, lo detestaba.

−Estás igual que tu papá ¿no? ¿Qué te echaste esta vez? ¿Mantequilla? ¿Pegante? ¿Moco de dragón?

−Ya, mamá, ¡YA!

El niño pisaba fuertemente en cada escalón a punto de hacer un berrinche. No quería asistir a Hogwarts. Él amaba estar en su casa. Gozar de su cuarto propio, hacer su santa voluntad, aguantar a su mamá siempre y cuando consiguiese lo que quisiese al final.

Era demasiado consentido para su beneficio, y ahora, que comenzaría a lidiar con la responsabilidad propia de no tener a sus padres, no le gustaba la idea de irse a estudiar lejos. Lejos para ir a aguantarse a los hijos insoportables de los mejores amigos de su mamá. Esa tal vez, era la peor parte de todo.

Hermione inspeccionó a su hijo y le tendió la mano.−Entrégamelas.

Draco se cruzó de brazos y sostuvo un duelo de miradas con su hijo menor. Era tan terco. Era ridículamente terco. Hacía lo que se le daba la gana aprovechando su situación y apariencia. Pensándolo bien, era como él. Pero luego, tener a otra persona tan parecida, ya no era tan divertido.

Nicholas rodó los ojos y sacó pastillas vomitivas de sus bolsillos para entregarlas a su madre.

−De ahora en adelante no más visitas a Sortilegios Weasley−le reprendió su padre enfadado.

−Fue un regalo−contestó, rodando los ojos.−Además se las iba a poner a la boba de Weasley.

Hermione miró a su esposo esperando una respuesta.

La Veela negó en al acto.−Yo no sabía nada, lo juro. Mi odio eterno es con Tontonald, no con "Weasley-niña".

−Pues pareciera que mi hijo está aprendiendo del padre; cosas que me ofenden y me irritan.

Por supuesto que le irritaba. Su aroma delicioso era fuerte y lo estaba poniendo un poco enfermo. Draco tomó la mano de Hermione para calmarla.−Yo hablo con Nicholas.

−No quiero hablar con mi padre de nada. La última vez que hablamos me mostró ese libro horrible de monstruos. Y yo no soy uno.

Hermione se paró a la altura de su hijo mientras su esposo, iba a la sala, había escuchado la Red Flu activarse.−Escúchame bien, ¿qué te he dicho sobre ese asunto?

−Que es privado, que es mío y así debe quedar.

−Exacto. Nicholas, prométeme que te vas a comportar. No vayas de pelea con los hijos de Harry. Necesito que lo prometas.

−No te lo voy a prometer…−El chico miró a su madre y se sintió culpable. Hizo un puchero de molestia.−De acuerdo, al menos lo primero. Pero mamá, de verdad, no los soporto. Son unos idiotas.

Hermione le reprochó con la mirada el lenguaje.

−Perdón… pero así es. Se creen mucho.

−Igual que tú.

−Porque lo soy.

−Creo que algunas cosas nunca cambian.

Hermione y Nicholas voltearon a ver a Theodore Nott, que entraba con túnica negra de trabajo. Tal y como lo había dicho en sus años de colegio, había seguido la carrera de Inefable. Pero fue por corto tiempo y ese año había entrado como profesor fijo de Defensa contra las Artes Oscuras. Severus Snape, antiguo maestro de esa asignatura, por fin se retiraba para gozar de un descanso merecido, recomendándolo a él a la nueva directora que era nada más y nada menos que Minerva MacGonagall.

−Tío Nott−saludó el pequeño rubio chocando su mano con la de él. Todo un caballero.

−Será mejor que de ahora en adelante practiques llamarme: "Profesor Nott".

−No me imagino verte de profesor−dijo Draco entrando a la estancia. Miraba su reloj de ferrocarril constantemente. Tenían que salir ya para no perder la salida del tren.

−Menos mal porque no lo harás, a menos que entres a estudiar a Hogwarts. Lo cual sería un retroceso terrible−le contestó el pelinegro con una sonrisa burlona.

El rubio se rio con sarcasmo contagiando a su hijo también. Era como una versión miniatura de él pero con un cabello indomable. Culpa entera de la madre.

Theodore Nott, que había sido el mejor amigo de Draco Malfoy desde el colegio, cuando ambos eran unos niños, no había perdido el contacto con la familia Malfoy después de terminar Hogwarts. De hecho, una vez los estudios básicos terminaron, Theo se hizo un miembro más del clan.

Hermione había quedado embarazada el verano de 1998 y la sorpresa había sido mayúscula. Lágrimas habían ido y venido. Las familias enloquecieron con la noticia. Pero, tanto la chica de rizos marrones como la Veela, no dieron un paso atrás y asumieron toda la responsabilidad de sus actos. No habían sido irresponsables en su cuidado, así que la llegada de un bebé había resultado casi inverosímil.

Fue en ese tiempo, cuando ambos jóvenes descubrieron, que las pociones para evitar embarazos, no funcionaban con semi−criaturas. En El Diaro de la Veela no había entradas que hubiesen dado luces al respecto. Al parecer, todos los bebés Malfoy habían sido concebidos bajo conocimiento previo. Ellos fueron la primera pareja al intentar usar métodos anticonceptivos. Lección: no funcionaban con Veelas.

Durante ese periodo, Hermione asistió a la escuela de formación en leyes en el Ministerio de Magia, tanto como su estado de gestación le permitió; es decir hasta los siete meses. Draco continuó sus estudios compaginándolos con su trabajo. Comenzó a relevar a su padre en el negocio de la familia y así lograba tener un estipendio mensual para vivir al lado de su pareja.

Hermione y Draco comenzaron a vivir juntos a principios de 1999. Una Veela era demasiado peligrosa alejada de su núcleo familiar. Tenía que estar con ellos. Eso no entraba en discusión. Tenían una casa de dos pisos, bastante cómoda y espaciosa en el Valle de Godric. Había sido el lugar escogido después de un mes de batalla intensa entre ambos. Malfoy no iba a vivir en el mundo muggle y Hermione no iba a vivir en la Mansión Malfoy. Ese resultó ser el punto medio.

Con una muy embarazada Hermione, fue Theodore Nott, el que comenzó a acompañarla todo el tiempo a lo largo del embarazo. Draco permanecía ausente durante el día, hasta bien entrada la noche. Así que la joven y el chico, practicante de Inefable, pasaron mucho tiempo juntos.

Cuando Hermione dio a luz, fue Theo el que la llevo a San Mungo. Había sido la experiencia más macabra que había tenido en su vida y cuando vio a Draco, tan solo pudo abrazarlo con horror.

Ese era Theo, eterno soltero y amigo fiel.

−Me había parecido escucharlo, profesor Nott.

Todos voltearon a mirar a la joven rubia que bajaba por las escaleras. Vela Carina Malfoy, bajó con delicadeza grácil al primer piso. Tenía rizos rubios fieros y delicadamente largos, casi como su madre en su último año. Sus ojos marrones eran gráciles y hermosos. Pero su delicada cara era descendencia Malfoy. Era sencillamente preciosa con unas cuantas pecas regadas en el puente de su nariz y mejillas. La pequeña hija de papá.

−¿Cómo estás, Ela?−preguntó Theo viendo a la hija mayor de Hermione y Draco.

Contaba con 15 años, entraba a su quinto año en Hogwarts. Slytherin de cepa y cazadora del equipo de Quitdditch. La hermosa "princesa Dragón" había sido la primera mujer de sangre Malfoy en nacer en siglos. Era la consentida de su abuelo y Narcissa enloquecía por ella. Aún era la hora, en que Draco y su padre tenían fuertes discusiones, al no vivir en la Mansión Malfoy. Ellos querían a sus nietos cerca, como "debía de ser".

Vela, fue nombrada por el secreto de los Malfoy. Fue idea de Draco, al cambiar el significado de la semi-criatura, por uno que explicara la ascendencia de su familia y que debía ser abrazado. Como un tributo a un futuro mejor y aceptación del pasado para seguir adelante. La chica parecía amar ese hecho, no como su hermano menor, que sería una Veela con seguridad. No como ella, al ser una mujer. Eso no quitaba el hecho de que no fuera terriblemente preciosa. Parecía tener una especie de Glamur. Muchos chicos en Hogwarts soñaban con tenerla como novia. Había llegado todo a un punto, donde Draco recibió peticiones formales de compromiso. Él quemó cada una de ellas. No había alguien lo suficientemente bueno para ella. Simplemente no existía.

−Muy bien, gracias−contestó con una sonrisa angelical y con modales más allá de lo creíble.

Draco vio a su hija y quiso detener el tiempo. No quería que creciese más. Temía que su pequeña encontrara algún día, a un idiota como él, e hiciera cosas que él había hecho. Eso carcomía su mente.

Theodore fue el primero en salir de la casa y el resto lo siguió, con baúles y jaulas.

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La familia Malfoy estaba en la plataforma 9¾ despidiendo a sus hijos por la ventana. Hermione le hacía señas a Vela y ella solo respondía afirmando con la cabeza. De ninguna manera olvidaría su varita. Su madre, siempre había sido obsesa por el control.

Trabajaba en el Ministerio de Magia en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Tener dos hijos en un época tan temprana de su vida, nunca fue impedimento para culminar sus estudios. Vela, admiraba mucho a su mamá por eso. Adoraba su labor y su esposo, la amaba de igual manera, por ejercer en un área tan trascendental que lo involucraba a él también. Las Veelas eran semi−criaturas maravillosas y ella siempre deseó ser una. Por eso cuando Nicholas comenzaba con berrinches, ella lo mandaba callar de inmediato.

Le envidiaba de cierta manera no llegar a ser una. Bien le había estipulado su padre, que la maldición había sido para los hombres. Suspiró cansada viendo a su papá despidiéndose con su mano. Él, que era de pocas demostraciones de afecto, siempre le brindaba sonrisas y gestos únicos. Ahora le hacía uno particularmente divertido.

Un chico de Hufflepuff, delante de ella, la veía de manera intensa y sobrecogedora. Draco, bastante molesto apuntó sus ojos con el dedo índice y corazón para luego señalarlo a él. Vela negó con la cabeza riendo. De verdad le provocaba ternura los arranques de su padre. Bajo ningún motivo caería bajo encantos tan tontos.

El tren arrancó despidiéndose con su mano y una sonrisa, se despidió de sus padres que se perdieron a la distancia.

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Hermione redactaba un informe en la sala de su casa, cuando Draco le abrazó por detrás colocando su mandíbula en la corona de su cabeza.

− ¿Adivina en qué casa quedó tu hijo?

− ¡OH! No sabía que solo era mío−respondió riendo.

Draco se recostó en el escritorio viéndole de pie.− Adivina.

−Bueno, si estás con esa sonrisa, yo asumo que Slytherin.

Draco alzó ambas cejas monas en afirmación.−Ningún hijo mío en Gryffindor. Soy un hombre muy afortunado.

Hermione alzó los hombros restándole importancia a la situación.−Bueno, yo no estaría tan segura como tú.

La Veela fue más rápido que Hermione y puso su mano sobre la barriga de su esposa. Ella tan solo frunció los labios en un mohín.−En verdad necesito encontrar una poción que sirva con semi−criaturas.

El hombre de rubios cabellos, tomó a su pareja en brazos para acomodarla encima del escritorio.−Hay que aprovechar mientras la solución llega. No es que ahora la necesites.

− ¿Podría leerte mi informe?

Draco le miró y ella le sonrió coquetamente. Los ojos de la Veela adquirieron ese tono azul y el par de colmillos adornaron su dentadura.−Por supuesto, Nini. Te escuchaba en el colegio, no tendría por qué ser diferente ahora.

El hombre besó largamente a la mujer, mientras se acomodaba mejor, y así poder escucharla con toda la atención que merecía.

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Theodore Nott, con su cabello negro profundo, de flecos largos y ojos azules, contaba con treinta y dos años muy bien vividos. Su padre había muerto hace uno y no lo sintió como la gran pérdida. El castillo de los Nott había quedado a su nombre y ahora hacía trámites para ponerlo en venta. Solo se había llevado un cuadro de su madre y el resto lo dejó en las paredes solitarias para que se pudriera con la historia patética de su familia.

Su primer día como profesor había resultado muy interesante. Tenía que admitir que tener un amorío con la nueva profesora de Quidditch, era algo que le parecía divertido. Siempre había temas anexos a Defensa Contra las Artes Oscuras que podían ser atendidos.

Eran las siete de la noche y el silencio le ayudaba a concentrarse en sus asuntos. Escribía una carta para Draco contándole sobre los pormenores y los nuevos cambios que había en el castillo de Hogwarts. Se encontraba redactando una broma que le hizo reír de su propio ingenio cuando la puerta del salón chirrió.

−Señorita Malfoy, debería estar en su Sala Común.

−Bueno, para ser usted nuestro nuevo Jefe de Casa, debería saber que soy la nueva prefecta.−Vela cerró la puerta tras de ella y se acercó al escritorio del profesor.−También debería saber, que es la hora de la comida.

−Estoy perfectamente al tanto, gracias−contestó volteándola a mirar por primera vez.

Portaba su túnica y su cabello estaba perfectamente peinado en ondas armónicas. Sus ojos avellanos se mostraban serenos, con esa expresión de sapiencia suma que había heredado del padre, pero con el toque de humildad de la madre. La conocía desde siempre, había estado presente en toda su formación y educación. Aunque, era con Nicholas con quién compartía camaradería, en el momento en que vio a Vela nacer, supo que había nacido su persona. La más importante en su vida. La cuidaba más que Draco, le exigía más en su enseñanza que Hermione y siempre habían compartido charlas y debates. Eran almas afines que encontraban sosiego en las palabras y la compañía.

La rubia le vio con detenimiento, aprovechando que él había vuelto a colocar su vista en el papel. Suspiró para sus adentros tomando valor para no mostrar nervios en su exterior. Nunca era de exhibir fragilidad pero tampoco exhibía hostilidad. No era como su padre, que le encantaba exudar arrogancia. Ella podía sentirla, pero no le gustaba mostrarla. Su rostro de ángel, fino y de pestañas largas monas, siempre era afable, amistoso pero maduro. Sobre todo, ante él.

Theodore Nott, el mejor amigo de su papá y el hermano por conveniencia de su mamá, era el único e irremediable amor de su vida. En lo que recordaba, desde su primera memoria, Theodore había sido su príncipe. Su caballero. Le había querido desmedidamente desde siempre. Lo conocía en su peor y mejor momento, había sabido que muchas habían sido sus novias, pero ella jamás conoció a alguna. Ella había escuchado una vez, una conversación que había tenido su padre con su mamá, donde le había comentado que Theo "jamás traería a una de sus "compañías", pues nunca podría faltarle el respeto a su familia".

Su corazón adolescente vibraba por él; con sus enseñanzas, por su manera de ser, por sus ojos, por su cabello, por esa cicatriz de su frente y por su perfecto corazón. A sus ojos no habría nadie más. Para ella, eso no suscitaba mayor problema. Por supuesto que sabía que, al tener quince años, la diferencia de edad era lo terrible. Pero para Vela, no importaba. Ella esperaría a contar con una edad adecuada para poder abrazarlo sin restricción. Afán nunca tuvo y tampoco tendría.

Sabía que interrumpía su tiempo libre y por eso no habló. Tan solo caminó hasta quedar detrás de él, curioseando algunos libros que el mismo Theo había dispuesto para consulta.

El hombre se concentró en su labor y perdió de vista a la joven. Ajeno a su presencia, se concentró en su carta. No necesitaban hablar de cosas particulares, y él estaba acostumbrado a tenerla cerca. No era bulliciosa y sus apuntes siempre eran con un propósito que despertaban su curiosidad y necesidad de contestarle.

Entonces pasó lo que nunca pensó que pasaría.

Vela Carina Malfoy le había abrazado por detrás. Se quedó quieto sin poder moverse. La joven no le apretaba con fuerza pero sí le envolvía con un tipo de afecto nunca antes mostrado.

−Me gustas−le dijo la chica en tono bajo.

Se quedó tres segundos en silencio y le soltó. No le miró ni esperó una respuesta. Solo se fue del salón de la misma forma intempestiva como había llegado.

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−Ese monstruo tuyo, tiene que dejar a mi hija en paz.

Hermione, con gesto mortificado, colocaba en el estante de su biblioteca dos libros de consulta. Su mejor amigo acababa de llegar de una misión de Auror y lo primero que hizo, fue ir a quejarse con ella y con justa razón.

Su lindo retoño, no dejaba en paz a Rose Weasley. Le jugaba bromas pesadas, la molestaba y la insultaba. Era como ver en una ventana a su propio pasado. Hermione había hablado con Nicholas hasta el cansancio, lo había castigado y le había dado ultimatos. El gran problema radicaba en que a Draco, no le parecía "terrible" la actitud de su hijo y no le importaba la mala conducta. Con dos padres enfrentados, el hijo aprovechaba y éstas eran las consecuencias.

−Lo lamento de verdad, Ron−se excusó la mujer viéndole sinceramente.−Hablé con él antes de partir, pero veo que no hizo mucho caso a las órdenes.

−Le pegó Droobles, ¡EN EL CABELLO!

Hermione se tapó la cara con horror, pero internamente rio. ¡Oh! Su pequeño terremoto rubio era tremendo.−Yo hablaré con Theo para que me ayude con él. Tienes mi palabra Ron. Me disculparé con Rosie también.

El pelirrojo se pasó la mano irritado por su cabello y salió furioso de la oficina, cerrando de un portazo. La mujer rodó los ojos y se sentó de inmediato para escribir a Theodore antes de recibir una lechuza de Minerva dando la notificación de detención para el más joven de los Malfoy.

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Theodore se encontraba recostado en un árbol con ojos cerrados, disfrutando de la brisa. Era un sábado en la tarde y la mayoría de estudiantes se encontraban en Hogsmeade.

Quién iba a pensar, que ser profesor, resultaría una labor tan terriblemente desgastante. Todo el día de pie, vigilando a un montón de niños evitando que hicieran cualquier maleficio, aguantar quejas de padres y tras del hecho, pensar en ese terrible abrazo. Eso, particularmente, lo tenía meditabundo.

Él quería a Vela, era su adoración. ¿Pero gustarle? Ese era un terreno que no se atrevía ni a pensar. Eran terrenos que no debía pisar si quiera, así que cuando su mente retornaba a ese punto, bloqueaba cualquier pensar y se dejaba llevar por otras ideas.

Ahora, era el viento.

−Te ves muy cómodo.

Theo abrió los ojos con temor pegándose en la cabeza con el tronco. Ahí estaba, Vela Malfoy, con su uniforme pulcro y cabello en orden. Le miraba con su mismo mirar sereno y tranquilo. Siempre con un deje de felicidad.

El hombre, tremendamente nervioso se paró con toda la intención de huir de ese lugar. Se limpió el pantalón con mucha torpeza evitando verla. No quería estar cerca. Era tan impropio de él. Nunca sentía temor o nervios con una mujer. Era siempre al contrario. Pero ésta no era una mujer, era una adolescente. Y no era cualquiera, era… ella.

La joven le sonrió con mucho afecto y caminó a su lado adentrándose al castillo.−Yo no espero nada ti, Theodore−habló tratando de brindarle algo de tranquilidad.−Yo esperaré.

El hombre la volteó a mirar, tropezando con una piedra y cayendo al suelo. Era tan torpe. Theo se levantó en seguida con tanta vergüenza que no le contestó a la chica, que a su vez decidió dejarlo tranquilo. El pelinegro afanó su paso sintiéndose como un idiota, intimidado en su totalidad, por la única persona con la capacidad de hacerlo.

Vela Carina Malfoy, le vio alejarse como si huyera de un fantasma. Rio muy feliz consigo misma atrayendo la mirada de un par de Ravenclaws que pasaron por su lado. Los chicos iban a hablarle, pero ella de inmediato cambió su rostro a uno impertérrito y serio. Un Draco Malfoy en versión mujer. Paso de largo viéndoles con arrogancia déspota. Solo existía un hombre para ella, merecedor de sus sonrisas. Y se había ido justo por el lado opuesto del camino.

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−Ya, Granger. Ya escuché.

Y cerró la puerta.

Draco Malfoy, se encerró en el estudio, que se encontraba en el primer piso de su casa. Ronald Weasley seguiría fastidiándole la vida, incluso siendo adultos todos. Podía apostar, que si las cosas seguían cómo él imaginaba, lo tendría que aguantar por mucho tiempo más.

Nicholas era una fiel copia suya. No tenía que preguntarle a su hijo para saber, que detrás de tanto matoneo, su hijo hacía lo que hacía, porque sentía alguna clase de fascinación por la hija mayor de los Weasley. Era muy joven para decir que fuese gusto. Pero definitivamente veía en ella competencia. Tal y como le había pasado con Hermione hace ya, tantos años.

Por eso no le colocaba tanta trascendencia al asunto. Pero sí tenía que admitir, que a pesar, de que hubiese sido muy divertida la broma, ésta vez, sí tenía que regañar a su hijo. Ya bien sabía que no podía vivir de pelea con su pareja más de una hora.

En ese momento, la Veela graznaba en su interior para ir con ella. Odiaba discutir, le dolía terriblemente. Oler su rico aroma, con esos picos altos y bajos, le daba nauseas. Y todo por el imbécil de Tontonald. Su eterno karma.

Se sentó cansado y vio El Diario de la Veela. Estaba en su escritorio y algo en él lo llamó a escribir. No había escrito nada, nunca. Ni siquiera en su adolescencia. Ahora, con sus dos hijos en Hogwarts, con su pareja siendo su esposa y con un pequeño en camino, en su interior algo lo impulsó a plasmar las primeras palabras.

23 de septiembre de 2012

Entrada de Draco Malfoy

El día de hoy se siente amargo y feliz para mí. Es una dualidad entre mezclada, tal y como lo ha sido mi vida desde mi ascendencia Veela. A pesar de renegar de ella y maldecirla, es parte de lo que soy. La persona que escribe hoy en este diario, es el compendió de lo que esa sangre y esa herencia me han dejado.

Al futuro Malfoy, que viene después de mí, y aquellos que lean cuando yo ya no siga con vida, debo decirles que ser Veela, es la parte más fascinante de mi vida. Dejemos de lado las alas, la fuerza sobre humana o los colmillos. Hablemos de percibir hasta lo más sutiles aromas y la capacidad de sentir a tu pareja así se encuentre a millones de kilómetros de distancia.

Tengo que reconocer, que no soy el Malfoy más listo que ha escrito en estas hojas. De hecho, creo que he seguido la estirpe de malevolencia de una manera clásica.

De niño fui un consentido sin remedio. Hijo único. Me dieron lo que pedí y pedía lo que no me daban. Nunca tuve mayores remordimientos y bajo el tutelaje de mi padre, siempre pensé que nuestra casa y nuestro pasado, eran mejores que el resto del mundo civilizado.

Luego con terror, me di cuenta, que de civilizados teníamos más bien poco. A menos que la "arrogancia" sea categorizada como una nueva cualidad de crecimiento personal, yo fui y soy un total zafio. Y no por ser una Veela, sino por cómo me criaron al ser yo una. Es difícil romper el patrón y lo intento, Salazar sabe que lo intento. Cada día trato de hacerlo mejor para Nicholas, pero es difícil, cuando hay Weasleys de por medio. Una familia sangre pura de pelo rojo, de la cuál necesitare una entrada completa para referirme.

Mi petulancia inició desde pequeño. Con la desgracia de ser un completo asno, con la que, actualmente es mi esposa y pareja. No entraré en por menores en ese tema en específico, porque me es suficiente saber que no fueron los mejores momentos de mi prolífica adolescencia.

Lo cual es muy curioso, porque en todo lo que he leído en las entradas, ninguno de nosotros, hemos sido particularmente amables con las que resultan ser nuestras parejas. Por eso temo en parte por Nicholas y sé que Rose Weasley, al final de la historia, será la encargada de hacerlo sufrir a él. Aspecto que no me tiene del todo contento.

Así que: hijo y siguientes generaciones Veela; sí leen esto tengan por seguro que las probabilidades, de que sus parejas sean las mujeres que desprecian, aumentaran sí siguen por ese camino. No es que uno se arrepienta al final. Yo amo a mi pareja más que a nadie. Más que a mis hijos y más que a mí mismo. Mataría por ella. Sin su presencia no tengo sentido para seguir vivo.

A pesar de las desavenencias de nuestra juventud, Hermione Jane Malfoy, y solo Granger para mí, es la llama que enciende mis furias y pasiones. La que reta a mi alma a ejercer la más desencarnada competencia y que a su vez, es el premio más inalcanzable por el cuál lucho cada día de mi vida. Hija de padres muggle, y que gracias a eso, vino con todo un actuar desconocido y un mundo totalmente diferente al mío. No me agrada todavía. Tampoco creo que lo haga jamás. Me incomoda terriblemente y lo odio.

Siempre es interesante verse reflejados en los ojos de tu pareja. Esa persona nunca te mirará con asco o con temor. Sus caricias siempre serán sanadoras y en sus palabras el tono es el preciso para morir y vivir a la vez. En fracciones de segundo potenciadas por gestos de afecto.

Mi consejo para las siguientes generaciones sería: nunca dejar de reinventarse así mismo.

Tal vez el primer paso sea el más caótico y difícil: reconocerse así mismo.

Luego viene el trabajo consecutivo de formación independiente: qué quiero hacer y cómo lograrlo.

Tu pareja y contorno caminan a tu lado para darte visiones compartidas: decidir un camino juntos.

De ahí en adelante me siento completamente perdido. Aun lo descubro cada día con mucho esfuerzo. Somos una familia "maldita" pero no lo pienso así. Cada uno se devane por lo que le sirve y lo que no. Una vez la respuesta es medianamente clara, hay que aferrarse a ella con potencia.

Lo escribe una semi-criatura que tiene la suerte de contar con el mejor amigo del universo. Uno que tuve la oportunidad de perder mil veces y cada una de esas mil veces ha estado junto a mí. Otro consejo personal: consigue una persona -fuera de la pareja- con la que puedas confiar los más aberrantes y sórdidos secretos. Podrían salvarte la vida y el alma. Siendo lo segundo más importante que lo primero.

Por favor… que sean de familia Zabini o Nott. Evitar los Potter, Weasley o Longbottom.

La constancia y el respeto por nuestra misma herencia, hace de nuestra naturaleza, una presencia poderosa. Ser Veela, es como ser humano, es como ser sangre pura o nacidos de muggle. Es una característica condicionada a la cual se le debe sacar provecho. Como dije, hay que seguirse reinventando.

Hermione se asomó a la puerta después de haber tocado. Tenía un mohín en su boca y se mordió el labio antes de hablar.− ¿Subes?

Draco sonrió para ella y afirmó con la cabeza.−Iré en un momento, Nini. Tengo que terminar algo.

La mujer, al ver el diario abrió los ojos con sorpresa y le dejó tranquilo con un sentimiento de curiosa expectativa. Cerró la puerta y su esposo devolvió su mirada a las hojas escritas con su caligrafía. Solo faltaba un párrafo para añadir.

A pesar, de nuestra "mala fe", también sé que ésta se erige por voluntad. Para mi tranquilidad, la voluntad que habita en mí, es una férrea. Una que me empuja a vivir el ahora. Una que dejó de leer entradas antiguas y que ve adelante, justo a esas millones de páginas en blanco que claman ser llenadas. Sé de "buena fe", que yo continuaré el legado de la mejor manera.

Draco Lucius Malfoy"

FIN

COMENTARIOS DEL AUTOR

*Muchas gracias a todas las personas que a lo largo del camino me hicieron saber su opinión, me dieron ánimo y compartieron un poco de sus vidas conmigo. De verdad lo aprecio muchísimo. No duden en escribirme o mandarme un mensaje. Les aseguro que encontrarán en mí, una persona que les responderá siempre.

*Esto no es un adiós. Definitivamente no lo es. Como ya había dicho, he comenzado un nuevo proyecto que tiene a Theodore Nott como protagonista. Es un fic que ya se está redactando y espero traerlos a ustedes en febrero.

*La sorpresa que les tengo es que publicaré un fic kinda drabble kinda fic sobre Debonair. Cubrirá lo que pasó desde el capítulo 21 al 22. Serán capítulos corticos que no estarán unidos entre sí por una temática específica. Vamos a ver cómo me termina de ir con eso. Así que estén pendientes.

*El final de Theo y su relación con Vela, lo dejo a su imaginación. En mi interior sé cómo termina todo pero dejaré que cada uno construya su final. Esa parte está basada en el manga Kareshi Kanojo no Jijou (KareKano) con el personaje de Hideaki Asaba y me pareció perfecto. En mi mente es el resultado de las dos personas que más quiere Theo. Entendería si a nadie le gusta pero para mí fue como debía terminar. Fue un deseo de mí para mí.

*Gracias a Puchu, por ser Beta de esta historia. Por aguantarme, por asesorarme, por ser siempre honesta y mi mejor amiga Hufflepuff. También le agradezco por adelantado al ser la Beta de las siguientes historias.

A todos gracias y…

¡Hasta pronto!

Miyuki Uchiha

Escuchando "Toki o Kizuma Uta" by Lia – CLANNAD After Story (Opening)