Extra. Contexto
La lluvia al fin cesó por lo que Kazunari consideró conveniente salir de su escondite temporal hacia las calles una vez más. Estaba agradecido con los dueños de aquel local de comida tradicional por haberlo resguardado a pesar de estar tan mojado pero ahora quería sentir al viento fresco golpear contra su cuerpo, recordarle que la vida seguía siendo la misma y que nada a sus alrededores había cambiado; no se sentía nuevo pero se había quitado un gran peso de encima, con Midorima fuera de su alcance ya no sentía tanta opresión sofocar su pecho. Se podría decir que actualmente era un hombre libre, con buenos o malos resultados no se trataba de algo a lo que no pudiera sobrevivir, esto también era parte de la vida y sentía aceptación. No sería hipócrita consigo diciéndose que les deseaba la felicidad eterna a Midorima y Akashi pero tampoco les desearía algún mal, de alguna manera continuaba enamorado de Midorima pero no podría estancarse en tal realidad sabiendo que su corazón no le pertenecería por más que lo intentara. No era culpa suya, no era culpa de nadie, simplemente había ocurrido así. No se podía engañar tampoco, él siempre fue consciente del brillo que adoptaban los ojos de Shintaro cuando Akashi entraba en su rango de visión, incluso podría presumir que se dio cuenta mucho antes que Midorima lo mucho que significaba ese chico pelirrojo para él. Sonrió con amargura pues aunque intentaba dejar de darle vueltas al asunto terminaba repasando una y otra vez la razón por la que aquel día fue terrible. Levantó la mirada visualizando un pequeño jardín donde yacían dos bancas compartidas y decidió acomodarse en una de estas mientras recuperaba sus ánimos pues aún no se sentía lo suficiente bien para caminar hasta su hogar, hasta que pudiera recuperar su labia natural no pensaba moverse. Suspiró al sentir el metal frío adherirse como sus ropas mojadas a su piel, resintiendo las probabilidades de enfermarse por estar tan devastado en un clima como aquel pero -al final- optó por dejarlo pasar también, sería mejor para él que se enfermase pues incluso no se creía capaz de mirar a Shintaro al día siguiente. ¿Qué pasaría con su relación de ahora en adelante? ¿Serían capaces de ser los mismos disparejos amigos? Kazunari lo dudaba cuando tantas cosas de pareja habían ocurrido entre los dos pero no sería justo dejarlo solo, ese inútil no se acompañaba con nadie más y no soportaba la idea de verlo caminar solo, además eran la luz y sombra de su equipo, existiendo una relación como tal de por medio no había manera de que el equipo continuara funcionando igual, serían la comidilla de los clubes, quizás hasta harían el ridículo y su capitán les pidiera que dejasen el equipo.
No quería eso. No quería dejar de hablarle a Shin-chan, le había tomado un especial cariño a su problemática compañía, era cierto que aún lo quería pero también era su amigo, Kazunari no quería hacer a un lado su amistad sin importar lo sucedido pero, ¿sería lo mejor para él mismo? Volvió a suspirar. Ojala pudiera dejar de pensar en cosas innecesarias.
—Oh, pero si eres...— la voz a un costado suyo lo hizo reaccionar. —Takao-chan de Shutoku, ¿cierto?— aunque no estaba de humor para atender a nadie le dedicó una mirada fugaz, la cual le bastó para reconocer de quién se trataba antes de devolver la mirada al suelo. El hombre alto de vestimenta elegante no tardó en comprender el estado de aquel chico, los ojos sonrosados le inspiraron un fuerte sentimiento de pena pues tenía entendido que ese chico era alegre y ruidoso por lo que había visto en los partidos, verlo así lo preocupó con sinceridad. —¿Te sucedió algo malo, cariño?
—Perdona, Mibuchi-san. Ahora estoy un poco indispuesto.
Reo se sorprendió al ser tratado con tanto respeto, desde que lo vio, Takao Kazunari no le pareció el tipo de persona formal así que no dudó en limpiar con una servilleta una zona de la silla para sentarse a su lado sin importar que en el trayecto sus pantalones de gala se mojaran un poco. Cruzando una pierna se dispuso a esperar una extensa jornada de silencio. Takao miró al gallardo sujeto de reojo sin comprender lo que hacía, descubriendo en ese fino rostro el regalo de una sonrisa suave y desinteresada.
—Me quedaré contigo por si quieres hablar sobre lo que te pasó.
—No lo necesito.
—Igual me quedaré— Takao se sintió un poco fastidiado por la insistencia de aquel hombre, comprendiendo por primera vez a Midorima, lo que menos necesitaba era alguien del mismo equipo de Akashi para enterarse de lo que acontecía en su vida privada, estaba dispuesto a echarlo cuando la voz de Mibuchi volvió a surgir. —En estos momento no es bueno que estés solo, Takao-chan. Lo sé, créeme, sé reconocer cuando una persona necesita compañía aún si esa persona está segura de no querer ayuda.
Kazunari se tragó su replica al no encontrar argumentos con los cuales refutar esas palabras. Los minutos pasaron y la incomodidad que surgía con la presencia de Mibuchi poco a poco era apaciguada, lentamente comenzaba a sentirse bien con él a su lado a pesar de que no hubiesen dicho nada, fue entonces cuando no pudo controlar las ansias de hablar con él.
—¿Por qué estás haciendo esto?
—No me gusta ver a una persona tan alegre como tú sufriendo.— Fue honesto y Kazunari se sintió dislocado con tremenda respuesta e inevitablemente se exaltó. —Todos necesitan a un ángel de la guarda que protega los sentimientos de la gente.
—¿¡Ah!? ¡Eso no tiene fundamentos!
—Cállate, sé lo que estoy diciendo. Mi corazón me señala qué es lo correcto y yo obedezco a sus dictámenes. Y lo que dicta mi corazón ahora es quedarme contigo.
—¡Eso es mucho más ilógico!
—Pero te sientes más liberado, ¿no es así?— comentó Mibuchi con una sonrisa coqueta y Takao se sorprendió, sonrojándose involuntariamente por la impresión. Sin darse cuenta había vuelto a actuar con normalidad y la tristeza en su pecho había desaparecido por completo. Eso -sumándole a la seguridad con la que Mibuchi lo miraba- incitó a Kazunari dejar salir una carcajada limpia de su garganta, sujetándose el estomago. Se dejó reír un instante más hasta que no pudo sostener la presión en su estomago.
—Es verdad, no me había dado cuenta.
—Ahí está, es lo que quería ver— dijo Mibuchi con más confianza. —Esa sonrisa va bien contigo, Takao-chan.
—Gracias, todos mis conocidos me lo dicen. Pero, no agregues el "chan", ¿de acuerdo?
—¿Eh? ¿Por qué? ¿Te da vergüenza?
—No exactamente pero me hace recordar cuando todavía era un niño y no me gusta.
—Excusas— tajó Mibuchi desviando la mirada, ofendido. Takao rió con nerviosismo, era la primera vez que hablaba con alguien del tipo que era Mibuchi Reo y no estaba seguro de cómo actuar. —Los honoríficos son adornos que puedes usar para señalar a las personas que son lindas, y Takao-chan es lindo así que no veo cuál es el problema.
Takao volvió a reír nervioso, en verdad que no sabía cómo comportarse. Mibuchi desprendía esa esencia que obligaba a Kazunari mantenerse al margen de insultos o burlas, era como esa dama de categoría a la que no podías insultar a tu antojo porque podría destruirte sólo con su mirada. La sonrisa de Kazunari se suavizó entonces, conmovido con la generosa compañía que este hombre le había brindado aún cuando él pensó en diversas formas para tratarle mal y obligarle a irse, ahora se percataba que mejoró su día.
—Gracias.— Mibuchi lo miró, confundido. —Gracias a ti me siento mucho mejor ahora, te pediría que me acompañaras a un café para agradecerte apropiadamente pero me temo que no estoy en mis mejores condiciones. Como verás, estoy empapado.
—Descuida, lo hice con gusto. ¿Qué pasó?
—Nada, sólo me quedé mucho tiempo bajo la lluvia. Creí que eso me ayudaría a calmar el llanto.— Varias lagrimas se deslizaron por sus mejillas sin su consentimiento, sorprendiendo a Mibuchi y al propio Takao. —¿Eh? Creí que...—; Kazunari trató secarse las lagrimas pero fue inútil, más de estas brotaron sin consideración. —Creí que había agotado mis reservas.
—Takao-chan...— pronunció Mibuchi con ternura.
—Estaba seguro de poder mantenerme firme pero... pero, lo sabía, todavía duele...
Esta vez Mibuchi no se impidió abrazar al joven Ojos de halcón quien, mostrándose sorprendido al principio, se aferró a ese cuerpo para soltar todo el llanto que había estado conteniendo. A Reo no le importó que Takao desfojara su frustración en su pecho, unas cuantas manchas en su traje podían lavarse pero los sentimientos de una persona no debían ser encapsulados nunca. Por eso, mientras aquella inundación de emociones escapaban fuera del pequeño cuerpo de Takao, un sentimiento de intenso cariño despertaba en Mibuchi al sentir la manera como esos brazos temblaban entorno a su cintura. Takao lloró hasta que se agotaron sus fuerzas, hasta que el último sentimiento doloroso desapareció por completo de su sistema, hasta que se apenó por la manera que mantenía aferrado a Reo en esa posición tan incomoda. Por supuesto, había sido él quien se ofreció a consolarlo pero no consideraba correcto abusar de su nobleza. Mibuchi no tenía la obligación de soportar sus desamores cuando era la primera vez que hablaba directamente con él fuera de un partido de baloncesto. Fue difícil para él dejar de abrazarlo, dejarlo ir, pues ese cuerpo era inexplicablemente cómodo y cálido, por un segundo se reconoció incapaz de apartarse y se reprendió mentalmente por fantasear con tener una relación con Mibuchi cuando acababan de partirle el corazón. Nunca creyó en el dicho de "un clavo saca otro" después de todo y le resultaba ofensivo involucrar de esa manera a un ángel bondadoso como Reo que no lo pensó dos veces para quedarse a su lado, acompañarlo en su desdicha.
—¿Te sientes mejor?— cuestionó el shooting guard del equipo Rakuzan.
—Si, de momento debería irme a casa.
—Permiteme llevarte— ofreció Mibuchi levantándose.
—Está bien, no es necesario— Takao se supo avergonzado de nuevo, la simple idea de que Mibuchi se tomase incluso esa molestia lo hacía sentir sincera pena, considerando que ya había hecho suficiente por él.
—Es cortesía, ya que nos encontramos. Anda, no seas testarudo.
—No es eso, es que...
—No quiero escuchar más excusas— replicó Reo con determinación, usando un acento que logró congelar a Takao por completo, definitivamente ese sujeto salía fuera de su circulo usual de conocidos. Y lo comprobó más cuando este le tendió la mano. —Vamos, sería vergonzoso que volvieras a quebrarte a mitad del camino.
Esto debía ser una broma, pensaba Takao escandalizado hasta que finalmente sonrió entendiendo la broma del otro. Puede que Mibuchi fuera alguien estricto pero tenía su lado sensible, de otro modo jamas se hubiese aproximado a él, de haber sido cualquier otra persona seguramente su dolor lo habrían pasado por alto e ignorado como a un objeto más ocupando el espacio.
—Oye, te irá mal si le cuentas a alguien que ensucie tu pulcra ropa— advirtió divertido aceptando la mano que le era ofrecida.
—No seas tonto, si se lo contara a alguien, quien saldría afectado sería yo.
—Sin duda— dio Kazunari la razón para posteriormente echarse a reír con renovadas energías cuyos invisibles rayos contagiaron a Mibuchi para devolverle la sonrisa con mayor discreción. Uno de sus lemas más arraigados era "el glamour ante todo" y Mibuchi era un joven de reglas. Este encuentro podría ser preludio de una hermosa amistad.
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La mañana emergió junto a los primeros rayos del sol, la bruma del crepúsculo había desaparecido y Midorima salía de casa convencido de que nada sería igual. La noche anterior, Akashi le había aconsejado que no se preocupara hasta que tuviera la oportunidad de verlo frente a frente pero Shintaro se descubrió incapaz de seguir sus consejos cuando Kazunari había sido el mejor camarada que jamas había tenido y se sentía nervioso, nervioso de que no pudiera volver a hablar con él, nervioso porque había cometido el mayor error de su vida al torturarlo con su estúpida indecisión. Pero amaba a Akashi, no podía negarse sus propios sentimientos ni se arrepentiría nunca de su decisión. Confiaba en que Takao era una persona fuerte, tal como Akashi también lo creía, pero al final continuaba sintiendo miedo; perder a un amigo como él sería algo horrible. Mientras salía de su hogar pensaba en lo que haría cuando lo viera en la preparatoria. Sabía que se merecía el rechazo de Takao si él así lo decidía aunque también intentaba convencerse de que Takao no cambiaría cuando su celular recibió la notificación de un mensaje de texto e inevitablemente se tensó en el momento que leyó el nombre de Takao en el registro, aún así se armó de valor para abrirlo mientras no dejaban de temblarle los dedos.
"Hola, Shin-chan. No estoy seguro si leerás esto pero quiero que sepas que no pretendo apartarme de tu lado, eres mi amigo y te quiero por lo que eres. Muchas cosas han pasado pero esas cosas ya no me importan, tenemos un acuerdo y ese es que estaré contigo en las buenas y en las malas, así es como funciona la amistad. Lo siento, tendrás que aguantarme por mucho más tiempo. Akashi también, me temo que a partir de ahora él también será mi amigo y sufrirá lo mismo que tu sufres todos los días."
Incrédulo, Midorima levantó la vista al frente al escuchar madera crujiendo y rines de bicicleta frenando contra la banqueta, descubriendo ante él la figura siempre sonriente del pelinegro, aquella que jamas esperó llegar estimar con tanta emoción.
—Te dije que el día de hoy estaría mejor— dijo Kazunari dedicándole al peliverde una renovada sonrisa de oreja a oreja. Para Midorima, tener a su amigo de vuelta, significaba más de lo que podría expresar con palabras.
Continuará...
Notas Finales: Tenía tiempo con la idea de escribir una escenita MibuTaka así que no me asesinen, esta pareja me pareció encantadora y muy divertida cuando la descubrí, aunque eso es sólo mi opinión. ¿Crack? ¿Dónde?