-Longfic Tributo: Kuroko No Basuke

-Pareja: AkaMidoTaka/TakaMidoAka

-Advertencias: Ninguna (por el momento)

-Notas Iniciales: La trama se desarrolla varios meses después de la Winter Cup pero haré que algunos personajes repitan año porque, honestamente, no me quería poner a inventar OC's para introducir a las escenas, verán que ni siquiera lo notaran (?) Me disculpo de sobremanera si los personajes llegan a comportarse Ooc en algún momento, tratare lo mas posible evitar que así sea.

Disfruten de la lectura, espero sea de su agrado.

Capitulo 1.

Los pisos rechinaron de manera escandalosa, las suelas de sus tenis deslizándose con sutil fuerza por la superficie, lanzando el ruido a los alrededores, golpeando con las paredes y enseguida rebotando de vuelta a sus oídos. El sonido no es molesto, es más bien agradable para el pretencioso ocupante de la cancha de baloncesto en esos momentos. La preparatoria Shutoku se encuentra muy solitaria a esas horas, así que él aprovechó la libertad para anotar unas cuantas canastas desde media pista, eso podría ayudarle a calmarlo, a despedir de su cabeza la genuina telaraña de pensamientos que lo mantienen atormentado. Ese día, Midorima se encuentra especialmente pensativo. Ha tenido muchos partidos, y no en todos obtuvo la victoria -ya se sabe- y no es ese el motivo por el que se siente tan inquieto, sin embargo tampoco le ayuda recordar el horóscopo de ese día para cáncer: "Un suceso inesperado", una noticia sin importancia que había logrado perturbar el tren de sus pensamientos, aún cuando siempre está armado con el objeto de la suerte, sospecha que esta vez no le servirá de mucho. A veces piensa que gasta más tiempo en conseguirlos que en lo que realmente le funcionan durante el día.

Hasta ahora no ha ocurrido nada diferente, repasa, nada fuera de lo normal durante las primeras horas del día, la mañana estuvo igual de tranquila, en las clases el equilibrio se mantuvo intacto, el horario del club que, en su defecto, le asignó estar en constante ejercitación y las tres últimas clases similares a las de cualquier otro día, y con lo preocupado que se encontraba durante todo el horario, ¿podría ser que camino a casa, esta predicción cósmica, ocurriera?

—¡Owa! Y me esperaba que fuera un fantasma pero sólo es Shin-chan— Midorima acomodó sus lentes, ahogando lo mejor posible su impulso de suspirar con hastío cuando reconoció la voz de Takao aproximándose a él —¿Qué haces todavía aquí? No tenemos partidos programados en esta semana

—Algunos requerimos de un poco de privacidad para pensar, Takao— le dijo volviéndose para mirarlo sin alterar su tono de indiferencia usual, lo que pareció causarle gracia a su compañero pues siempre que le interrumpía en uno de esos momentos de "privacidad" le miraba de tal forma como si quisiera golpearlo

—Pues lo siento

—¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres?

—¿Eh? ¿A que te refieres?— cuestionó Takao, sintiéndose fuera de lugar por un instante

—No viniste sólo para confundirme con un fantasma, ¿o, si?

Estaba molesto -o eso entendió Takao con semejante pregunta- por lo que no evitó echarse a reír, antes de recibir una mirada de molestia por parte del otro

—Vaya que hoy estás raro Shin-chan, había notado algo desde que llegaste pero, esto es demasiado...

—¿Qué quieres decir?

—Justamente eso, ¿no siempre nos vamos juntos? Vine hasta aquí porque te estuve buscando

—¿Ah, si? Que amable de tú parte— mencionó con evidente sarcasmo, girándose para tomar una buena posición y tirar el balón de nuevo contra la canasta

—Oh, vamos. Por favor no te enojes, Shin-chan

El balón entró directamente, con elegancia y sutil agresividad, tal como si el aro hubiese sido preparado para los lanzamientos del prodigio de la Generación Milagrosa. A prueba de fallos. Perfecta. Takao se tomó la libertad de admirarlo nuevamente, recordando que por esos lanzamientos tan especiales el equipo se salvó el pellejo innumerables ocasiones. Midorima Shintaro sin duda era importante para el equipo y también para él

—¿Nos vamos?— cuestionó Midorima finalmente, volviendo de recoger la pelota para tomar la delantera. Takao le siguió asintiendo a sus ordenes con gracia y caminaron juntos fuera de la cancha, cuando un tono de celular quebrantó lo silencioso del ambiente. Casi de manera automática Midorima tomó su teléfono celular y lo abrió para asechar la pequeña pantalla, reflejándose en su rostro la sorpresa por la procedencia del este mensaje, ¿sería tal el suceso inesperado?

—Akashi...— articuló al instante en que ese nombre llenó su visión por completo

—¿Akashi... ? ¿El ex-capitán de la secundaria Teiko?— preguntó el joven a su lado, no queriendo ser discreto en la pregunta ni ocultar la molestia que había comenzado calando en su voz

—No es común que me envie mensajes sin aproximarse un encuentro, pero...— dio a saber Midorima mientras guardaba el aparato en su bolsillo —... por lo visto no es nada importante— y continuó su camino ignorando que a sus espaldas, Takao había visto a través de su obstinación la mentira que le había formulado. Midorima se había puesto tenso luego de leer el asunto por el que su ex-capitán de equipo le hubiese escrito y Takao dudaba que no se tratara de algo sumamente importante pues sólo bastaba con notar la manera en que el otro aumentaba ligeramente la velocidad, sin voltear a mirarlo por el resto del camino. El ligero color rojo pintando la punta de sus orejas sería capaz de revelar el motivo.

Con el balbuceo de los coches y el ruido caracterizado de las calles que comúnmente surcaban, el silencio entre los dos muchachos de preparatoria se prolongó. La bicicleta con la que ellos siempre viajaban -más bien siendo Takao quien la manejaba a mandatos de Midorima- había quedado descompuesta una tarde surcando una de las avenidas de la ciudad. Takao trató de excusarse al respecto pero para Midorima fue obvia la culpa, ya que jamas podría molestarse con el pobre anciano en silla de ruedas por tratar de cruzar la calle cuando Takao aceleró en lugar de frenar, terminando su preciado medio de transporte en una banqueta sin algunos tornillos, el manubrio atascado entre las ruedas de la silla que tuvieron que pagar, con las llantas torcidas y la cajuela inservible.

Mientras caminaban, el chico de oscuros cabellos observaba a la multitud de personas pasar y, en ocasiones, envidiaba la relación de esas parejas que se topaban aún paseando por la calle, a la alegría de ese grupo de colegialas que se quedaban hasta tarde en esa cafetería familiar, incluso a los ruidosos amigos que conversaban cualquier estupidez, preguntándose si llegaría el día en que no fuera tansolo él quien mantuviera la conversación entre ellos dos. Él había sido el causante de que se relacionaran como compañeros de equipo, y ahora en amigos, pero desde entonces la brecha que siempre existió entre sus corazones no parecía ceder, mucho menos después de su partido con la preparatoria Rakuzan, donde había visto de frente al último prodigio de la Generación Milagrosa. Mucho antes de la Winter Cup había visto a Midorima perderse en los mensajes de texto que siempre recibía, algunos en momentos muy poco apropiados, sorpresivos, y que al mismo peliverde dejaban distraído para atender correctamente sus actividades. Takao nunca se molestó en averiguar el origen de esos SMS, pero el día que leyó uno de ellos por accidente -si se le podría llamar así a encontrarse completamente sólo con el parpadeante celular de Midorima y una tremenda curiosidad por saber de quién se trataba- cada vez que escucha el resonar de ese tono comienza a sentirse inquieto. En aquel entonces sólo había leído el remitente de "Akashi Seijurou" y lo dejó pasar por alto al no saber exactamente de quién se trataba pero después de enfrentarlo en un partido, la preocupación había azotado contra su cordura al ver la manera en que interactuaban entre ellos, por mucho diferente a lo que ya había visto con los demás, y con ello Takao había comenzado a preguntarse cuál era la relación que poseía Midorima con él. Un sujeto dominante y tan aterrador, como la actitud del pelirrojo señalaba, parecía poseer un pasado muy largo junto a Midorima, diferente al de cada integrante de la Generación Milagrosa.

Durante largos segundos, ambos estudiantes atendieron tansolo a sus propios asuntos, no molestándose en iniciar platica alguna ni preocupándose al respecto hasta que -luego de torturarse la mente con ello- fue Takao quien inició la conversación

—Oye Shin-chan...

—¿Humm? ¿Qué quieres?

—¿Puedo hacerte una pregunta?— habló, inseguro, temiendo quebrantar algo más que la armonía

—Que extraño que me pidas permiso para preguntarme algo. Jamas te has preocupado por mi consentimiento en cualquier cosa que haces, no le veo sentido a que inicies algo así justo ahora

—Eso fue cruel— bromeó el chico un poco más relajado, pero sin bajar la guardia que inconscientemente levantó como un medio de protección, al menos Midorima seguía siendo el mismo de siempre pese a haber recibido un mensaje de Akashi, agradecía eso

—Te lo advierto Takao, ahora mismo no estoy de humor para tus bromas

—Pero si tú nunca estas de humor para nada

—Cállate— replicó Midorima perdiendo la paciencia, de algún modo, Takao siempre se las arreglaba para agotarla en segundos —¿Y bien? ¿Qué pregunta querías hacerme?

—Ah, verás Shin-chan...— inició, sintiendo cómo la tensión volvía a su cuerpo —... es sobre tú antiguo capitán en secundaria. ¿Cómo era tú relación con Akashi? ¿Te llevabas bien con él?

—¿Ah? ¿Porqué me preguntas esa clase de cosas?

—Sólo es simple curiosidad— respondió Takao claramente nervioso —Ya que he visto que pese a todo aún se mantienen en contacto

—En realidad nunca tuve una buena relación con él— respondió Midorima encoguiendose ligeramente de hombros, pero pronto notándose incomodo por recordar aquella época pues para él ya había quedado suficientemente claro que tratar de aliviar el dolor de los recuerdos era ya un asunto inútil e imposible de ocultar —A decir verdad no me agradaba. En ocasiones abusaba bastante de su poder como capitán del equipo y siempre estaba enfocado en nuestras necesidades como si fuera nuestro guardián más que nuestro capitán. Muchas veces no se preocupaba por sí mismo y terminaba sobre-esforzándose demasiado. Odiaba cuando ocurría eso

Takao se sorprendió, escuchar a Midorima hablar así -tan apasionadamente- era inusual. No cualquiera conseguía esas reacciones y se encontró molesto por interpretar mejor las palabras refunfuñantes de ese terco hombre. Paró en seco junto a uno de los postes, inclinando la mirada y controlándose lo mejor posible para no estallar en ira, cuando Midorima lo notó y se volvió para mirarlo

—¿Qué pasa, Takao?

—Por lo visto tenían una bonita relación, ¿verdad?

—Bien, algo así— admitió girándose para acomodar sus lentes como una manía nerviosa —Se podría decir que eramos... algo

—¿Y extrañas estar con él?

—No, las cosas han cambiado entre nosotros desde que decidimos separar nuestros caminos

—Pero aún así, te gustaría estar con él...

—Bueno... oye, ¿porqué continuas haciéndome estas preguntas?— cuestionó Midorima un poco irritado por la insistencia de su amigo, quien no le devolvía la mirada y permanecía quieto como si el tiempo no avanzara para él, y es que tenía demasiadas cosas en mente justo ahora que no existían más ánimos para alimentar esta farsa. A decir verdad comenzaba a repasar los recuerdos que atesoraba a lado de Midorima, recordándose de todo aquello que siempre hacía, pensando el día en que comenzó a interesarse en él más allá del simple compañerismo, al mismo tiempo notando las únicas razones por las que podían verle actuar con emociones diferentes o reacciones que lo alejaran de la normalidad. Y también, ¿cómo olvidar aquel día, el único, en que tuvo la oportunidad de acercarse un poco más al jugador estrella de Shutoku? Todo inició como una muy mala broma pero cuánto había disfrutado tocar aunque fuese un poco esos labios, fingir resbalar para llegar hasta él no fue tan mala idea a fin de cuentas, mucho menos cuando sintió al otro paralizarse y luego apartarse de él violentamente con el rostro todo colorado, una expresión tan exquisita que jamas esperó llegar a ver en alguien tan estoico como lo era Midorima Shintaro

—Oye, Shin-chan...— su voz, como un murmullo de cuna, logró hacer estremecer al peliverde, quien esperaba lejos de él por una explicación a este extraño comportamiento. De pronto el ruido, los balbuceos y los timbres de auto ya no parecían tan importantes, el momento parecía haberlos capturado en una burbuja hecha sólo para ellos dos

—¿Qué?

—Yo... yo estoy... estoy profundamente enamorado de ti, Shin-chan— dictó Takao finalmente enfrentando la expresión seria de su acompañante y quien, al cabo de procesar un poco más las palabras que su amigo le había dicho, su expresión calmada se comenzó a deformar, pasando de la incredulidad, la sorpresa y la impactación pues, ¿quién esperaría siquiera que un amigo de todo el ciclo escolar se le confesara así? Simplemente no podía creerlo

—¿Eh... ?—.

...

Cuando el brillo de los cielos había descendido considerablemente, el recuerdo de esa persona le había echo pensar en ella mientras las últimas horas de clases en Rakuzan pasaban. La mirada de ojos desiguales yacía pérdida entre las letras y garabatos escritos en la pizarra por su profesor de turno, explicando el procedimiento de un nuevo ejercicio de álgebra IV mientras a sus alrededores podía escuchar el murmurar de sus compañeros de clase, compartiendo secretos jugosos de quien y cualquier cosa que habían visto en algún momento. Como expuesto a un fantasmagórico electroshock recordó que poseía músculos y se acomodó un poco sobre el asiento con intenciones de recuperar la movilidad. Tomó por debajo de su mesa el teléfono móvil, descubriendo la brillante pantalla con deseos poco convencionales de escribir con el teclado un nuevo mensaje de texto. Oscurecía y sus pensamientos se vieron sumergidos en la tan conocida sensación de posecividad que lo había dominado durante todos esos años de aislamiento voluntario pero que curiosamente no había conseguido arrancarle de la zona más profunda de sus neuronas el sentimiento más próximo a convertirle en un verdadero psicópata. Pensándole con cierta ansiedad ahora que gran parte de los propósitos importantes habían quedado en segundo plano después de que su equipo perdiera contra Seirin.

No era que hubiese perdido su vigor por el baloncesto, al contrario, este sentimiento había ido en aumento de práctica en práctica, sin embargo en momentos así -momentos en que su poder descendía a la melancolía- deseaba volver a expresarse con aquel ser que sabía estaría siempre dispuesto a recordarle. Obvio era que le causaría sorpresa después de que no lo había hecho tras su último partido, con suerte, hasta entraría en su cabeza mientras trataba de satisfacerse a sí mismo con sus tan primitivas necesidades sexuales. Se sonrió de medio lado al pensar en esa tentadora posibilidad, aunque no creía posible que sucediera pues aún debía encontrarse en el salón de clases estudiando. Para conseguir un momento parecido a esta idea, forzadamente debía ser durante la noche, en el horario que sabía era la hora de dormir. La clase terminó y con ello el alumnado comenzó a levantarse de sus asientos dispuestos abandonar los salones; Akashi se detuvo a escribir el texto y a preparar el destinatario para luego levantarse y salir con firmeza de allí. Encontrándose con variables rostros de frente, se mezcló con los grados superiores camino a la azotea donde había conocido a Mayuzumi Chihiro, sólo que era diferente a esa ocasión, sus intenciones eran otras.

Su figura esbelta caminó como hipnotizado por los solitarios corredores, hasta que escaleras arriba se entretuvo con el paisaje prenocturno a través de los ventanales. Pensó de las sombras envolviendo los edificios como algo celestial con el que los seres humanos pudiesen ser controlados y eso era precisamente lo que él vivió desde pequeño, una sonata de obediencia absoluta con el que -sin importar la edad- debías convertirte más en un emperador que en un rey; desempeñando tú papel con la mayor autoridad que sea posible, específicamente siendo un Akashi como él. Devolvió la mirada a la pantalla de su celular un momento, revisando los pequeños detalles del escrito y continuo caminando escaleras arriba hasta que llegase a lo alto del edificio en el que se encontraba interno, hacia donde la delgada puerta de hierro que nunca era cerrada y les permitía un sencillo acceso a esa anhelada libertad que un estudiante desea para disipar de su cabeza la inmensa cantidad de ejercicios e historia acumulados en su memoria hasta el próximo examen programado para su gestación. Sin retroceder, seguro de lo que dictaban para ese momento sus impulsos, jaló del pequeño manubrio para admirar el cielo que siempre adornaba sobre sus cabezas con diferentes formas y tonos de colores, y para cuando su piel fue tocada por la delicada brisa fría de invierno, pulsó la última tecla de envío, esperando que Shintaro se excediera de emociones cuando lo recordara a él y más que a él, a los sentimientos que le tenía. Akashi estaba seguro que saldría igual a lo planeado pero por primera vez en demasiado tiempo, tenía una corazonada, un presentimiento que hacía a sus sentidos intranquilos, a sus seguridades divididas, mirando directamente al horizonte mientras deseaba averiguar qué era lo que podría encontrarse tan mal.

Continuara...