Prólogo.

¿Era así como terminaría todo? Podía sentir, levemente, los golpes que se daba en aquel torbellino confuso de movimiento, agitación y agua. El dolor había dejado de parecer tan intenso. Los rasguños, los golpes, el mareo... no eran nada en comparación con el frío que lo envolvía más y más. Tenía los ojos abiertos, o eso creía, pero no podía ver nada claro de todas maneras. Todo era un remolino de colores oscuros e imágenes distorsionadas, nada era claro mientras sentía que era arrastrado rápidamente. El frío provocaba que, poco a poco, su cuerpo entumido pareciera que comenzaba a incendiarse, sobre todo en una localización específica en su costado derecho. ¿Cómo había llegado ahí? No podía recordar nada que le permitiera orientarse. Nada. Pero, de algún modo sabía que había llegado ahí por accidente, pero que prefería estar ahí en vez del lugar del que provenía. Aún así, tenía miedo. No quería morir...

Sintió un poderoso dolor en su cabeza; no se había golpeado, o no lo había sentido. Algo iba mal... podía sentir... como su conciencia iba desvaneciéndose. Poco a poco, y notó que no podía respirar.

"No... no quiero esto..." dijo una voz en su cabeza. Le tomó dificultosos segundos reconocer que era su propia voz. Una voz infantil, de niño. "Ayúdenme... por favor... no puedo... respirar..."

Intentó concentrarse, luchar, tratar de salir de ahí... de moverse... pero fue en vano. No tenía fuerzas y estaba seguro que no podría permanecer despierto mucho tiempo más. Quiso recordar cómo había llegado ahí... quien era... que le estaba pasando... Pero le fue imposible hacerlo.

"¿Por qué?" pensó, su voz mental sonó como un susurro, y entonces todo se volvió oscuro, y no sintió nada más.