Rolling in the deep
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de la franquicia de comics Marvel. Así, como la interpretación de sus personalidades, astucias, poderes entre otra información ha sido sacada de las películas al igual que de los comics. Cabe aclarar que lo único que me pertenece es la idea de la historia. Sí fuese dueña de los personajes —cosa que no soy, por cierto—, sería rica, no tanto como Stark, pero tendría lo mío {?}
Título: Rolling in the deep [Rodando en la profundidad]
Parejas: Stony [Steve Rogers and Anthony E. Stark] — Thorki [Thor Odinson and Loki Laufeyson] — Hulkeye [Clinton F. Barton and Bruce Banner] — Peppertasha [Virginia Potts and Natasha Romanoff] — Rumbuck [Brock Rumlow and James Buchanan Barnes].
Roce de parejas: Pepperony [Anthony E. Stark and Virginia Potts] — Stucky [Steve Rogers and James Buchanan Barnes] — Fosterson [Thor Odinson and Jane Foster] — Stanner [Anthony E. Stark and Bruce Banner] — Rumrogers [Steve Rogers and Brock Rumlow] — Stoki [Steve Rogers and Loki].
(Sí alguna/o desea una pareja en especial o un roce de pareja en especial —qué no esté arriba— es libre de mencionarla o decirme a mí para narrarla).
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—Hablan los personajes.
–intervención para detalles importantes–
—/ Hablando por teléfono /
« Recuerdos de diálogos pasados y/o recuerdos de algún personaje »
Pensamiento de los personajes —.
—Otro idioma (Traducción)
—Se escucha la voz mecanizada de JARVIS.
Ranting: M.
Género: Slash.
Summary: Todavía recuerdas el roce de sus labios con los tuyos. Todavía recuerdas tú orgullo rompiéndose en pedazos. Recuerdas su espalda y el símbolo que estaba en su pecho cuando giró a verte por última vez. Lo supiste: jamás te iba a pertenecer. Steve Rogers era un agente de Hydra y tú, su enemigo. Sin embargo, Tony Stark te obsesionaste con él.
Advertencias: Lo pensé y lo pensé y pensé, pensé, pensé y seguí pensando sobre cómo podía continuar esta historia. Era un oneshot, no tenía nada más, todo lo que había tenido en mi cabeza termino obviamente narrado sin arrepentirme de ello. Sin embargo, tuve un flechazo –no, no me disparo Clint–. Tuve una vaga idea viendo las películas (again) por lo cual esta historia nació. El oneshot no es nada más que un recuerdo de lo que ocurrió antes de que esta trama comience a ocurrir. Por lo que espero que disfruten de esta creación, se preguntaran: ¿por qué no lo seguiste en el titulo anterior? La respuesta es sencilla: No quería. El nombre no pegaba tanto {?} Este me gustó mucho más y, espero que les guste este nuevo camino que tomó esta historia. Trama a partir del oneshot: No lights —No es necesario leer para que se entienda, pero de igual forma, lo recomiendo para que sepan cuál más o menos es la relación de algunos personajes—.
Mientras, le recomiendo que:
DISFRUTEN DE LA LECTURA~
Si no disfrutas, Hulk aplasta.
[Universo Alterno, El Capitán América nunca se unió a The Avengers, está en Hydra]
Capítulo I:
Hail Hydra.
Menudo agente creído —pensó. Los dedos de Steven Grant Rogers se deslizaron dentro del cuerpo del hombre que tenía entre sus piernas, la sonrisa que marcaba su rostro demostraba que disfrutaba de aquellas acciones, no eran sutiles, eran bruscas, arrancaban jadeos, tanto de dolor como de sufrimiento. Y eso le excitaba. Relamió suavemente sus labios recordando cuando fue él —este hombre— quien le atacó en la noche intentando domarlo, cómo sí de una bestia salvaje se tratara. Steve —cómo muchos le llamaban— no era una bestia salvaje, tampoco era un animal doméstico. Era un hombre: astuto, inteligente pero sobre todo fuerte. Para doblegar hasta el humano más podrido entre sus piernas (no tenía la intención de hacer que dioses se doblegaran) pero probarlo nunca era improbable. Una de sus manos, la que poseía cierta libertad en sus movimientos se deslizó hasta la cabeza contraria apretando con sus dedos el cabello contrario obligándole a levantar su cuerpo, arqueando su espalda e inclusive su cuello. Le escuchó gimotear, como los dientes se apretaban para no gritar de dolor y eso le encantaba. Dentro de su cabeza contaba los dedos que estaban dentro de él. Tres, lo que significaba que podría contar tres veces antes de entrar. Cómo sí de una casa se tratara, la tocaría como el asesino que era, entraría como el ladrón que quitaba la vida de aquellos que no la necesitaban para ir incrementando la suya. Defenderse era sobrevivir, matar era vivir. Su vida estaba rodeada de ello, de nada más.
—Por favor… detente —rogó, Steve relamió suavemente sus labios acercando su rostro hacía el oído contrario, suave, delicado.
— ¿Por qué? —Preguntó—. ¿No eras tú quien ansiaba estar dentro de mí? —Lo sentía temblar, estaba sintiendo que podría no desearlo, pero rogaba porque entrara de una vez dentro de su cuerpo—. ¿Lo quieres? —sintió contra su rostro la afirmación al notar el leve movimiento de su cabeza, sus dedos tocaron la cadera contraria y contó hasta tres.
Entró al momento que escuchó la puerta abrirse.
—Cap.… —el hombre detrás de la puerta quedo helado. Selló sus labios al momento que observaba aquella acción que se mostraba delante de sus ojos. Apretó con fuerza los papeles que jugaban entre sus manos sin la intensión de reclamar absolutamente nada. Sólo, esperando. Órdenes… malditas órdenes.
—Tal parece que siempre llega en los momentos inoportunos, Agente Rumlow. ¿Puedo saber que se te ofrece? —La mirada del rubio se dirigió hacia la puerta, sintió que el hombre debajo de él estaba haciendo lo necesario para evitar gemir, pero sus caderas estaban temblando al igual que sus rodillas, sentía la fricción de ellas al ser levantadas por el hombre que estaba follándole con fuerza por detrás. No pudo evitar esconder una carcajada en su garganta. Dos hombres que intentaron follarlo a él, fueron follados por el mencionado. ¡Era más que una broma! Era fantástico.
—Tú arresto domiciliario acabó. Pierce te quiere en acción de inmediato.
— ¿Así que ya acabó?
—Así es.
—Fueron seis largos meses, Rumlow. ¿Cómo está mi hermosa Manhattan? ¿Brilla con la intensidad de los Avengers al haberla salvado de nuevo?
Rumlow Brock no mencionó una sola palabra respectó al asunto. Gruñó, con la fuerza suficiente que se escuchó en toda la habitación. El Agente Rumlow dio media vuelta dispuesto a salir de la habitación.
—Te quiero en cinco minutos en la oficina principal de Pierce.
—Que sean diez y estoy contigo.
—Capitán Rogers, he dicho cinco —Steve Rogers sonrió en la oscuridad, comenzando a aumentar el vaivén en los movimientos de su cadera, la puerta fue cerrada de un golpe. Acercó su cuerpo hacía la espalda contraria abriendo suavemente sus labios.
—Agradece que no vio tu rostro, de lo contrario… haría tu vida imposible. Todavía se le mojan los pantalones cuando me ve —se burló. Dispuesto a terminar todo en menos de cinco minutos. Cuando Rumlow se enfadaba… era mejor ni siquiera intentar jugar con él.
Deslizó sus pantalones por sus piernas, arreglando el suéter de color negro que deslizó entre sus brazos antes de sentarse en la silla a un costado de su mesa de noche para colocar sus zapatos. Su amante nocturno seguía intentando recuperar la respiración acostado en la cama. Los ojos de este se levantaron hasta toparse con una mirada indiferente del hombre de negro quien ubicaba las botas en la oscuridad tanteando estas hasta colocarlas en sus pies.
—Es bueno tenerlo de regreso, Capitán.
—Me estaba volviendo loco —confesó—. Tienes suerte de que no lo estuviera todavía, pude haberte matado hasta no dejar absolutamente nada de tu cuerpo —el agente pareció callar con lo que había confesado. Espero, a que el hombre dijese que fue sólo una broma pero no, nada escapó de sus labios y tembló acostado en la cama—. Sí que tienes suerte.
—Eso dicen —susurró, intentando levantarse de la cama, sin ser cubierto por las sábanas o al menos tener un poco de atención de ese hombre luego de que hubiese tomado su cuerpo. Aunque él llegó con otras intenciones nunca se imaginó que terminaría así. Pero los rumores eran ciertos: Steve Rogers era un salvaje insaciable en la cama—. Dicen que se acostó con el heterosexual Stark. ¿Eso es cierto?
—Sí fuese heterosexual los rumores no estarían corriendo —contestó caminando hasta la puerta—. Cuando regrese quiero mi habitación ordenada, Agente Clayton.
— ¡Sí, Capitán! —El hombre iba a levantarse de la cama pero sintió la corriente eléctrica en la parte baja de su cuerpo impidiendo sus movimientos. Rogers sonrió en la oscuridad desapareciendo por la puerta de entrada.
« […] ¿realmente eres heterosexual, Stark? » La pregunta que le había hecho meses atrás a Anthony Stark golpeó de nuevo su cabeza, como sí de un eco constante se tratara. Por supuesto, ¿cómo iba a olvidar los labios que temblaban de excitación ante el afrodisiaco que consumió? ¿Cómo iba simplemente a desechar el movimiento de caderas que comenzó a producir cada vez que él iba más profundo? ¿Cómo iba a echar a un lado los recuerdos de su noche en la cual él violo a Iron Man? Desde ese espantoso orgullo que hizo pedazos hasta el deseo insaciable de que considerara que él tuviese una orientación sexual que no le perteneciese. ¿Cómo? Simplemente, no podía hacerlo.
Eso provocó que él reimplantara completamente sus gustos sexuales. Era pansexual, de eso estaba seguro, su interés en las mujeres había disminuido considerablemente desde que la última persona que amo le traicionó de la forma más cruel que podría existir. La voz de Margaret Carter seguía resonando constantemente en su cabeza, era un recuerdo firme, un deseo ardiente. Pero su interés en las mujeres murió allí. Al igual, que su profundo deseo por tener entre sus manos a alguien que le hiciera olvidar todo lo que era él. Se encargó de jugar con los sentimientos de los demás, de hacer que los hombres por mucho que se creyeran terminaran con las piernas abiertas y él entre ellas. Haciéndoles gemir, que perdieran su orgullo, su dignidad. Jugar con ellos hasta que no pudieran más. Destruyéndolos.
Y Tony Stark no fue distinto. Por supuesto, gracias a él fue puesto en arresto domiciliario por los altos mandos de Hydra al haber estado jugando sexualmente con Anthony Edward Stark en vez de prestar servicios en la batalla que había efectuado Hydra contra S.H.I.E.L.D. Él no negó nada, después de todo fue encontrado en la quinta ronda por Rumlow quien no pudo simplemente mantener la boca cerrara —porque era un fiel agente y por eso le gustaba tanto— pero también le hizo tomarse un largo descanso de las misiones que estos le asignaban. Tony fue sólo una excusa, un deseo de sentirse saciado con alguien que le parecía increíblemente atractivo. Desde su orgullo hasta su dignidad. Destruidas, lo recuerda llorando, le recuerda pidiendo por más, recuerda sus caderas temblando, sus besos profundos, sus lágrimas saladas que se mezclaban con su sudor. Todo lo recuerda tan claro. Tan nítido, que podría rememorar cada momento con un suceso bien detallado. Tanto así, que tuvo que repetir los movimientos que utilizó con el millonario en su anterior pareja, sin preparación, descargando aquellos sentimientos frustrados que seguía teniendo dentro de él. Emociones, que le hacían pensar que no era nada más que un juguete en la mano de alguien más. Aquellas de las cuales él dejaba de tener control apoderándose alguien más, que tomaba su posición haciendo acciones que personalmente nunca haría. Un fallo en la realidad —probablemente.
La puerta fue abierta, él ni se tomó la molestia de tocar, le daba igual lo que estuvieran haciendo dentro de la oficina de Alexander Pierce la orden había sido llegar a la oficina y él la cumplió a pie de la letra lo que pasara a su alrededor era simplemente un extra. Dentro de ella, Brock Rumlow se encontraba a un costado de Pierce con documentos entre sus manos, los guardaespaldas del líder americano de Hydra —porque era cierto que Hydra estaba dividido en muchas partículas pequeñas alrededor del mundo, ninguno conocía al verdadero líder— se encontraban en la parte de atrás. No había nadie más que ellos tres (cinco con los hombres de Pierce).
Rumlow le dedico una mirada de advertencia, la sonrisa del Capitán le indicó que lo había hecho adrede aunque había sido tan sólo unos segundos después de los cinco minutos que le habían dado. Deslizó sus dedos en el pomo de la puerta cerrando está sin ejercer suficiente fuerza. Alexander no le miró cuando se sentó en el sofá de la oficina estirando sus manos por encima de la cabecera del sofá. Brock carraspeó llamando la atención de su líder quien desvió su atención de los papeles hacía el Capitán.
—Rogers.
—Pierce —el mencionado volvió a desviar su atención hacía los documentos que portaba. Steve supo que no le iba a prestar atención hasta que le diera su gana, por lo que cruzó sus piernas esperando que abriera de regreso la boca. Esos dos siempre habían mantenido una relación de fricción, a pesar de no mostrarlo. Steve no confiaba ni una pizca en las acciones de Pierce a pesar de trabajar ciegamente para él, lo mismo era al contrario, Alexander no confiaba en que todas las acciones de Steve fuesen hacía un devoto poder o lo que consideraba a Hydra su salvadora. Sabía que lo estaba haciendo para que ellos dejaran a Bucky en paz e intentaran encontrar su cura. Steve Rogers utilizaba a Hydra e Hydra hacía lo mismo con el ex Capitán América.
Rumlow al contrario de los dos hombres odiaba el silencio como no tenían ni idea, sabía exactamente lo que pasaba en la cabeza de los dos hombres un ex soldado de la guerra con el actual mejor soldado de Hydra. Entendía que sus constantes miradas eran para romper el hielo pero ninguno lo haría y él no iba a comenzar. Era suficiente o que arriesgó su trasero para salvar al capitán luego de haberlo reportado (porque era su deber) pero también había sido su error por no vigilarlo como le habían ordenado. Suspiró, con una frustración escondida en su garganta desviando su atención hacía el hombre que estaba en el escritorio.
—Señor…
—Rogers, tú castigo ha sido levantado.
—Eso me ha comentado el Agente Rumlow, ¿a qué se debe?
—Fue necesario para que entendieras tu posición dentro de este lugar.
—Estás diciendo que soy un rehén de Hydra. Es cómo escuchar a Tony Stark cuando me preguntó sí lo era —Rumlow golpeó su frente con fuerza, ese era un tema tabú ante los ojos de los oficiales de alto rango. ¡¿Y él lo sacaba a flote como sí nada?!
—Rogers —el rubio levantó su rostro—. ¿Cuántos soldados han tenido sexo contigo desde que entraste a arresto domiciliario?
— ¿Contando a Rumlow? —El mencionado le envió una mirada asesina, Steve sonrió con arrogancia dedicándole una mirada de: esta es la venganza por tu traición.
Pierce no comentó nada durante un minuto de silencio, abriendo, por fin su boca—. Sí. Contando a el Agente Rumlow.
—Un escuadrón completo —se levantó de hombros—. No recuerdo exactamente, eso fue pasando alrededor de seis meses, olvido con quienes me acuesto.
—No olvidaste a Rumlow —anotó Pierce.
—Él es especial.
— ¿Y Tony Stark?
—Sirvió para romper su orgullo y dignidad. Dígame que no funcionó —sonrió, mostrando una burla en su mirada. Alexander Pierce cerró sus ojos intentando tranquilizarse, pero había encontrado el motivo para hacerlo. Y Steve Rogers tenía toda la razón.
—Tony Stark sigue haciendo su trabajo como Vengador. El hecho de que estuvieras todavía en arresto domiciliario lo comprueba.
—No, no. No hablo de su trabajo como Vengador. Habló de su vida, su intimidad, su privacidad. Le quite la heterosexualidad que se jactaba de tener, rompí ese orgullo de arrogancia que le envolvía hice que el hombre que jamás llora se hartara de llorar entre mis brazos gimiendo como un niño. Pierce, de esa dignidad hablo. Es obvio que Tony jamás dejará su trabajo de Vengador colocando su vida privada de por medio. Porque le mostraría al mundo que está destruido.
—Eres un maldito sádico… —soltó Rumlow después de un minuto de silencio. Steve le dedico una sonrisa entre sus labios.
—Y a ti te encanta que sea así en la cama.
— ¡Suficiente! —Pierce levantó la voz, provocando que Rumlow cerrada de un golpe la respuesta que iba a lanzar contra el Capitán mientras este apoyaba su codo en la parte trasera del sofá apoyando su mejilla en la palma de su mano—. Rogers, volverás a las misiones.
—Adiós vacaciones.
—Estabas en un arresto domiciliario.
—Casi lo mismo, la diferencia era que no me dejaban salir, pero al menos me llevaban comida buena, bonita y gratis —sonrió, mostrando sus dientes.
—Me da igual —comentó, deslizando un sobre en la mesa de madera. Rumlow tuvo la necesidad de llevar los documentos hasta las manos de Steve Rogers pero se dio cuenta a tiempo de que esa acción podría causar molestias en más de uno en esa sala. En Steve no, lo conocía demasiado bien, él no tenía pensado levantarse para leerlos y Pierce no tenía ganas de complacerlo en sus caprichos… todavía seguía enojado con él. Los dedos de Rumlow tocaron el sobre de color blanco caminando hasta el rubio entregando los documentos en sus manos. La muñeca del mencionado fue sujetada por el Capitán provocando que su cuerpo cayese en el sofá siendo rodeado por el brazo del contrario acercando su rostro.
—Tú y yo esta noche, en mi habitación —susurró lo suficiente bajo para que el líder de S.T.R.I.K.E. le escuchase, este, reacciono como un resorte levantándose del sofá con las mejillas ardiendo en vergüenza por sus acciones sin pisca de vergüenza.
Pierce los ignoró, estaba demasiado acostumbrado a las acciones de Steve Rogers sin pudor alguno que no podía nada más que mostrar su despreció hacía ellas. Por otro lado, los guardaespaldas intentaban no entrar en contacto con la mirada del rubio. Sí Pierce se enteraba que incluso ellos fueron a las habitaciones de Rogers cuando estaba en arresto domiciliario los colgaría de los testículos. Por otro lado, Steve conocía el despreció de Pierce por él y sus acciones, sabía perfectamente que podría fastidiarlo con cualquier movimiento homosexual que realizará hacía cualquier Agente de Hydra, también sabía que Rumlow se avergonzaría con cualquier acción y obviamente tenía conocimiento que esos guardaespaldas habían estado en su cama. Sólo que lo dejaría para después, molestar a más de dos a la vez podría resultar insatisfactorio. Tenía diversión de sobra en Rumlow e incluso en Pierce. Desvió su atención hacía los papeles, considerando que estos seguramente tendrían más información de interés que lo que podrían brindarle los demás.
— ¿Y? —Se atrevió a preguntar levantando su rostro. Pierce le observó como si estuviera diciendo algo sin importancia—. Me metes en un arresto domiciliario porque no quisiste que me acercará sexualmente hacía uno de los Vengadores, ¿correcto? Y ahora, ¿quieres que me infiltre en una fiesta de S.H.I.E.L.D. dónde obviamente estarán los Vengadores caminando y moviendo sus hermosos traseros de un lado a otro? —No lo podía explicar mejor —pensaron los demás dentro de la habitación.
— ¿Por qué sólo lees lo que te conviene?
—Eso me lo enseñaste tú, ¿recuerdas? —Señaló Steve recordándole un pasado a Pierce del cual no le gustaba que mencionara. Los otros tres levantaron una ceja curiosos, después de todo, estaban interesados en la relación que esos dos tenían—. En fin —agregó regresando su mirada hacía los papeles—. S.T.R.I.K.E. se infiltrará en una embarcación de S.H.I.E.L.D. para robarse ellos mismos, ¿correcto? Sí, correcto —se contestó él mismo prosiguiendo con la lectura—. Los sensores van a servir para borrar las presencias no deseadas en la fiesta de la Torre Avengers dónde será la gran fiesta de gala para políticos, empresarios los cuales S.H.I.E.L.D. ha invitado para que estos patrocinen a los Vengadores. Mi misión allí es… ¡oh! Servir de señuelo antes de que la red de protocolos se desactive permitiendo que el Agente Rumlow tenga la mayor diversión provocando un caos total.
—Esa es la idea.
— ¿Puedo ir con S.T.R.I.K.E.? —Preguntó guardando de regresó los papeles dentro del sobre.
— ¿Motivo?
—Siento mi cuerpo entumecido.
—Irás hoy a mi casa en la noche a comer —Steve iba a protestar pero la mirada de Pierce le hizo cerrar la boca de golpe—. ¿Entendido?
—Sí.
Alexander Pierce se levantó de la mesa de madera caminando hasta la salida. Dejando a Steve Rogers en el sofá con los brazos en la cabecera del mueble mientras Rumlow Brock se encargaba de volver a colocar los documentos en la biblioteca que estaba detrás de ellos. Uno de los guardaespaldas cerró la puerta después de un minuto en silencio que su jefe permaneció parado fuera de esta. Los tres desaparecieron entre los pasillos de una de las bases de Hydra perdiéndose entre estos. Rumlow, por el contrario de Steve quien pretendía permanecer en el sofá más tiempo se acercó a este posicionándose en las piernas del contrario sin pudor alguno.
—Eres completamente diferente cuando estás fuera de la vista de Pierce.
—Nunca invita a nadie a comer en su casa.
—Sí, eso lo sé.
— ¿Qué eres de Pierce, Rogers?
— ¿Me lo estás preguntando como compañero o como amante de turno?
—Tómalo como quieras —bufó con molestia.
Steve Rogers lanzó un suspiro de sus labios—. Alexander Pierce fue quien me sacó del hielo, me educó en la sociedad actual y se convirtió en mi tutor. Llevó años a su lado obedeciéndolo ciegamente.
—Pierce no confía en ti.
—No, no lo hace —sonríe—. Sabe que lo podría traicionar alguna vez, lo haré, sin la menor duda. Pero aun así estoy agradecido con él con todo lo que ha hecho por mí, por esa razón no me opongo a ninguna de sus órdenes —deslizó sus dedos por encima del rostro contrario jugando con el cuello ajeno.
—Te acostaste con Stark —Steve rodó los ojos—. Y no me mientas diciendo que sólo era para destruir su orgullo, etcétera.
—Nope, no era sólo por eso. Stark es mi tipo —admitió levantándose de hombros.
—Dime quien no es tu tipo, Rogers. Qué no sea tu tipo y te lo folles igual.
— ¿Tú? —Sonrió con burla cerrando sus reproches con un beso—. Vamos a hacerlo en el escritorio de Pierce por dañarme mi noche.
—Seguro.
—Good boy —susurró por lo bajo tomando las caderas del contrario levantándolo y llevándoselo hacía la mesa dónde podría acomodarlo. Tenían un gran sofá para hacerlo pero esa mesa era mucho más: atractiva. Por la venganza —pensó.
Hydra tenía bases alrededor de todo el mundo. Las centrales estaban ubicadas tanto en Estados Unidos de América como en Alemania. Cada una de ellas se encontraba ubicada en una posición relativamente cerca de las centrales de información del mundo para tener cada dato procesado en sus ordenadores. La base en la que actualmente Steve Rogers caminaba se localizaba debajo de Brooklyn, New York. Conectada a través de una gran edificación dónde podrían ser consideradas la vivienda de una gran cantidad de agentes de S.H.I.E.L.D. junto a miembros de Hydra quienes se encargaban de otros trabajos alrededor de la ciudad. Steve Rogers caminaba entre los pabellones de las divisiones centrales hasta las administrativas, buscando el comedor central dónde los miembros de Hydra que se quedaban entre sus puertas tomaban sus comidas. No estaba perdido, pero la oficina de Alexander Pierce quedaba muy alejada de los demás. El sonido de sus zapatos hacía eco contra el suelo, escuchaba su propia respiración e incluso podría sentir constantemente el latido de su corazón dentro de su cabeza. Detrás de él no se encontraba nadie, delante mucho menos. Después de todo a esa hora del día la mayoría del personal se encontraba fuera —trabajando—. Él, probablemente sí no hubiese estado en arresto domiciliario también.
Tomó el pomo de la puerta de la cafetería girándola de forma suave consiguiendo que esta abriera sin la menor fuerza empujando con la punta de sus pies esta—. ¡Hey! —soltó esta de golpe, permitiendo que la puerta abriera gracias al zapato de alguien más que ayudo a empujar esta—. ¿Steve?
—Agente Jones.
—Sabes, estamos en horario inactivo, puedes llamarme Zoe —la mujer le dedico una gran sonrisa entre sus labios. Zoe Jones era de las pocas mujeres a las cuales Steve les dirigía la palabra, una buena razón era que Zoe era lesbiana y no estaba intentando seducirle cada vez que lo veía —cómo hacían otras mujeres que no entendían que él sólo se acostaba con hombres—. La otra razón consistía en que la mujer era una excelente Agente, podría estar a la altura de Black Widow, incluso podría ser mejor que ella. Pero sólo eran especulaciones del Capitán, nunca se había enfrentado con la mujer de cabellos rojos pero conocía la fuerza de Jones.
—Lo siento Zoe, la costumbre.
—Lo sé —contestó esta con una sonrisa—. Y Ya te liberaron de tu arresto domiciliario, ¡iba a ir a llevarte tu almuerzo! —El rubio golpeó la nariz contraria con la punta de sus dedos.
—Gracias Zoe, pero tu trabajo de medio tiempo ha acabado.
—Ja, ja, ja. Tan gracioso —el rubio se levantó de hombros ayudándole con la bandeja para apartarse de la entrada—. ¿Y? ¿Pensaste que tus acciones fueron en contra de las de Hydra?
—Pensé, en que en serio me iba a volver loco.
— ¿Tanto como para comerte a un agente?
—Increíble, los rumores vuelan.
—No, no es así. Todos tus amantes de turno se vienen a quejar conmigo, ¡cómo sí yo fuese a tomar tu corazón y entregárselos en bandeja de plata! —Giró su rostro sacudiendo este de un lado a otro. Rogers alargó una sonrisa de burla entre sus labios—. No te atrevas a burlarte, Agente Rogers.
—Capitán.
—Lo que sea —negó colocando las manos en sus caderas observándole con profundidad, cómo sí estuviera intentando leer su mente—. ¿Esta vez es secreto de estado?
—No tanto, jugaré otra vez con los Avengers.
—Yo quisiera jugar con ellos alguna vez también —se quejó, caminó hasta la cocina sirviendo otra bandeja. En ocasiones leer a Steven Rogers era como intentar escalar el Monte Everest sin los implementos necesarios. Otras veces, para Zoe y todos los que le conocían con profundidad o al menos tenían que haberse convertido en las personas más cercanas a él (cómo Rumlow, S.T.R.I.K.E. Alexander Pierce entre otras personas) se darían cuenta de inmediato sus intenciones.
—A mí sí me gustaría verte jugar con Black Widow.
—Black Widow no es mi tipo, Steve —ambos sonrieron al darse cuenta hacía dónde se había dirigido la conversación—. Me gustan más… débiles.
— ¿Potts?
—Efectivamente —ella caminó con la bandeja hasta las manos de Rogers ubicándola en estas—. James despertó hoy, me temo que es Código A.
—Siempre es Código A.
—No siempre Steve, muchas veces recuerda dónde está, quien eres y que está haciendo en esa habitación. Otras veces pierde el conocimiento hasta el punto que lo único que puede recordar es mover su cuerpo de forma inconsciente. El Agente Blake no se atrevió a entrar a entregar su comida cómo siempre hace todos los días, le atacó cuando quiso dar dos pasos dentro.
—Es normal. Han sido seis meses lo que ha estado congelado.
—Esta vez han sido más, Steve. Los científicos se están desesperando, no hemos podido encontrar la cura.
—No digas « no hemos podido » porque tú no eres científica, Zoe. Estará bien, Bucky podrá con ello.
O sino morirá —pensó Zoe, pero no fue capaz de decirlo. Aunque leyó perfectamente aquel pensamiento sincronizado en los ojos azules del Capitán. Cerró suavemente sus ojos golpeando con sus puños el pecho del hombre—. ¡Bien! Yo regresaré a mi trabajo mientras tú vas a la habitación de Bucky. La 303ª.
—Cambiarlo tanto de habitaciones es lo que le coloca así.
—Díselo a sus doctores, no a mí.
Jones giró la punta de sus talones hasta la salida abriendo la gran puerta del comedor para que el rubio saliera con las dos bandejas, esta se despidió del contrario desapareciendo entre los pasillos ajenos a los cuales Steve se estaba dirigiendo. Habían sido seis meses. Bucky había estado congelado durante seis meses, un tiempo mucho mayor del que había sido la otra vez. ¿Cuánto fue? ¿Dos? ¿Tres? Tenía la certeza de que no habían llegado ni siquiera a los cuatro meses. ¿Esta vez había sido su culpa? Sí fuese así… Hydra comenzaría a manipularlo más con la vida de su mejor amigo. Sacudió su rostro de un lado a otro acercándose cada vez más a los pasillos del pabellón de enfermería, dónde podría localizar con facilidad la habitación de Bucky, después de todo esta se distribuían en cinco que eran turnadas cada vez que él despertaba. Esta vez la puerta se encontraba completamente sellada, un hombre que pasaba por allí, probablemente agente, probablemente enfermero, no tenía la intensión de averiguarlo le abrió la puerta para que él pudiera pasar con las dos bandejas cerrándola con la punta de sus pies. Bucky se encontraba —probablemente— dormido o —posiblemente— sedado. Steve caminó hasta el borde de la cama colocando en la mesa de madera que se encontraba delante de la camilla las dos bandejas de comida. Regresó hasta posicionarse cerca de la cama deslizando suavemente sus dedos por encima del rostro contrario. Sus dedos rozaron sus mejillas, luego bajaron hasta su barbilla y finalmente hasta su mano —no metálica— observando los agujeros pequeños de jeringas probablemente colocadas ese día para estabilizarlo mientras lo revisaban.
Apretó con fuerzas sus dientes. Sí no fuese porque Hydra era la única organización que le iba a facilitar tan fácil todos los mecanismos para salvar a Bucky, sí no fuese porque Alexander Pierce fue quien le salvó a él del hielo, quien se tomó el tiempo para educarlo… ¡sí no fuese porque todos sus recuerdos antes de haber caído al mar desaparecieron o se trastornaron estaba seguro que iría a pedir ayuda a otra parte! Pero no podía, no podría llevarse a Bucky en ese estado, jamás saldrían de las instalaciones de Hydra con vida, él probablemente… pero su mejor amigo no. Estaba atado, de pies y manos a aquella organización criminal. Estaba, contra la pared.
Los ojos de James suavemente comenzaron a abrirse, lentamente observó al hombre de cabellos rubios quien había estado tocando su cabello con tanta delicadeza. Parecía estar sumergido en un sueño profundo pero sus ojos se abrieron de golpe empujando al sujeto con su mano metalizada. Steve había salido de golpe de sus pensamientos caminando hacia atrás. Uno, dos pasos hasta tocar con su espalda la puerta de entrada. Bucky se sentó de golpe en la cama, dirigiendo su mirada de desconfianza hacía el hombre, estaba temblando, Steve se había dado cuenta al ver su mano escondida detrás de su cuerpo con la metalizada estirada en posición defensiva.
— ¿Quién eres?
—Bucky, soy yo. Steve.
— ¿Steve?
—Sí, Steve. Tú mejor amigo. Steven Grant Rogers, ¿recuerdas cómo te llamas? —La pregunta le tomó por sorpresa, James había dirigido su mirada hacía el suelo perdiéndose entre los puntos oscuros de las piedras que servían como baldosas. Steve apretó con fuerza sus labios caminando hacia él, suavemente, cómo cuando había entrado con las bandejas al principio—. Te llamas James Buchanan Barnes —pronunció, lentamente. Estiró su mano dispuesto a tocarle—. Te llamó Bucky. Porque siempre has sido afortunado. ¿Recuerdas? Buchanan Lucky. Siempre me trajiste suerte, alegría. Por eso te apode Bucky.
Intentó tocarlo pero un manotazo de Bucky le había alejado—. ¡No!
—Estuviste conmigo en la muerte de mis padres, en el ejército. Mi mejor amigo —volvió a intentar acercarse—. Bucky.
— ¡No, vete de aquí!
—Bucky no mires el suelo intentando negar lo que estoy diciendo. Mírame al rostro.
— ¡No!
— ¡James!
— ¡Cállate! —Bucky estiró su mano hasta tomar el electrocardiógrafo entre sus dedos. Empujándolo hasta el rostro del hombre de cabellos rubios. Sus piernas tocaron el suelo, tomó con fuerza la silla que se encontraba a un costado golpeándole con esta. Steve sintió como esta silla se había roto al momento de defenderse. Los gritos de Bucky comenzaban a hacerse más profundos, más dolorosos de escuchar. Estaba desgarrándole, no sabía que estaba diciendo, no sabía lo que estaba viviendo. Las lágrimas, sus golpes a diestra y siniestra. Su cuerpo se impulsó hacía adelante corriendo hasta él, le abrazó, con fuerza. Apretándolo contra su pecho porque le necesitaba. Sabía que Bucky había estado esperando por él.
Los minutos pasaban, la fuerza de Rogers no estaba disminuyendo, pero estaba controlada, no le estaba lastimando y su acción pareció tranquilizarlo al pasar el tiempo. Respiraba de forma agitada pero sentía que sus músculos habían dejado a un lado la tensión que tenían. Sus manos se deslizaron del pecho del rubio hasta caer colgadas al aire. Sintió un sollozó pequeño y antes de darse cuenta los dedos del cuerpo contrario se aferraban a su ropa.
— ¿Bucky?
— ¿Steve, eres tú? —el castaño levantó suavemente su rostro, topándose con la sonrisa que este le dedicaba—. ¿Dónde estabas?
—Bueno…
Steve acomodó a Bucky en la cama, aprovechó para limpiar el desastre que el mayor de ambos había causado. Arregló a un costado de la cama la máquina de electrocardiógrafo que posiblemente no podría mantenerse de pie por mucho tiempo sola, los pedazos de la silla los había puesto a un costado y viéndolo de forma decente parecía más o menos arreglado. Comenzó a narrar, lo mismo que le decía cuando se levantaba de su sueño, cuando su estado de ansiedad trascurría. Una tierra que no era suya, una época en la cual ninguno de los dos pertenecía pero intentaban sobrevivir en ella. Él estaba herido, al Capitán le tocaba cuidarle hasta que su corazón pudiera sobrevivir sin estar en el hielo. Era un soldado de sus salvadores, sólo se tenían el uno al otro.
Sólo tenía a Bucky para estar en la época que él tanto añoraba.
— ¿Y Peggy? —Preguntó tiempo después de haber escuchado la historia, los recuerdos de Bucky parecía regresar poco a poco.
—En casa.
— ¿Sólo estamos nosotros dos?
—No, no es así. Tenemos más compañeros, estas en un hospital Bucky. Sin embargo, tú único amigo soy yo, ¿cierto? —Deslizó sus dedos en las mejillas del contrario sonriéndole.
—Lo sé —Bucky desvió su mirada hacía otra parte—. Huele delicioso, ¿trajiste comida? Tengo hambre.
—Eso está bien, pasé por la cafetería antes de venir aquí. La cocinera me lo recomendó —el castaño gateó hasta el borde de la cama dónde estaba sentado observando las bandejas de comida. Ubicó una de estas entre sus piernas observando que el rubio se sentaba en una de las sillas que se encontraban al fondo del salón y las rodó hacía la mesa dónde él estaba para almorzar también.
—Gracias, Steve.
— ¿Para qué están los amigos? —señaló con una sonrisa en sus labios.
El tiempo trascurrió en silencio, sin embargo, ambos se encontraban lo suficientemente cómodos uno a un lado del otro. Steve pensó que no era necesario decir una palabra más en las condiciones en las que se encontraba Bucky y este no preguntó absolutamente nada acerca de nadie más. Para él, la mirada silenciosa de Rogers le indicaba que no quería hablar del asunto, sin embargo, incluso el mismo necesitaba saber. Dejó el tenedor de plástico al borde de la bandeja levantando su mirada hacía el rubio que tenía un extraño aparato entre sus dedos.
— ¿Qué es eso?
— ¿Esto? —Lo levantó moviéndolo de un lado a otro—. Es un celular, Bucky. Tú también tienes uno. Con él nos podemos comunicar aunque estemos demasiado lejos, como un teléfono. Lo bueno es que es pequeño y portátil —agregó con una sonrisa.
—No se manejar eso.
—Es fácil… —se levantó intentando localizar el celular de Bucky, estaba seguro de que debía de estar en alguna parte de la habitación. Buscó entre los cajones hallándolo, sonrió al darse cuenta de que estaba cargado. Se sentó en la cama junto al ex soldado de la guerra señalándole la pantalla cuando lo desbloqueó y procedió a llamar al número que cómo datos dentro de su aparato electrónico tenía: « Bucky Lucky »
— ¿Quieres parar con los juegos de palabra?
—Me pareció divertido en su momento —se defendió, observando como la pantalla del celular de Bucky encendía comenzando a sonar el timbre por defecto que tenía aquellos aparatos. Los dedos de Steve movieron la esfera que poseía el auricular de teléfono fijo en verde hacía un costado—. ¿Ves? Cuando los números contando aparezcan arriba es porque contestaste la llamada, es cómo una radio o un teléfono normal, te lo colocas en el oído y me escuchas. Para colgar… —deslizó su dedo hasta el auricular rojo apretándolo una sola vez—. Listo, finalizas una llamada o no quieres contestar a un número anónimo presionas o desplazas este botón.
—Verde contesto, rojo rechazó y finalizo.
—Exacto.
—Intentaré recordarlo —comentó tomando el teléfono entre sus manos. Steve se encargó de cortar la llamada desde el suyo guardándolo en su bolsillo trasero. Se levantó de la cama caminando hasta la mesa para tomar las dos bandejas de comida que se encontraban vacías, deslizó su mirada hacia la hora, no eran más de las dos de la tarde. La cena era a las siete de la noche, lo que suponía que la misión con S.T.R.I.K.E comenzaría tipo nueve o diez. Envolvió suavemente una sonrisa entre sus labios acercándose a la cama de Bucky para lanzarse encima de él—. ¡¿Steve?!
—Dame energía, Bucky… no quiero ir.
— ¿Tienes alguna misión de quienes nos están cuidando? —Este asintió entre los brazos de su mejor amigo—. ¿Es importante? —Se levantó suavemente de hombros.
—No es la misión a la que me debes de dar energía, es a la cena a la cual me invitaron —se quejó, rascando la punta de su nariz.
— ¿Eso es malo?
—Sí, odio ir a esa casa —recordó. Desvió su mirada hacía la puerta observando que alguien se encontraba caminando de una esquina a otra desde hace un buen rato—. Creo que tienes revisión, te dejaré con el doctor ¿de acuerdo?
—Sí, Steve… ¿regresarás?
—Muy pronto.
—En esta nueva época… ¿hay cosas increíbles?
—Te sorprendería de que está hecha América —comentó levantándose. Tomó las bandejas una encima de la otra entre sus manos caminando hasta la puerta—. Nos vemos, Buck.
—Ten cuidado, Steve.
El soldado le señaló al enfermero que podría entrar a la habitación en lo que él desaparecía entre los pasillos del pabellón de la enfermería. Por supuesto, quería huir lo más lejos que podría de allí. El estado de Bucky estaba realmente mal, estaba pálido, se veía mucho más blanco que las últimas veces. Le costaba respirar e intentaba ocultárselo a él. Pero lo abrazó, lo sintió con su propio cuerpo. No le quedaba mucho tiempo, debían de resolverlo de una vez por todas. ¡Debían de hacerlo! La cocina no estaba tan lejos, esta vez había corrido hasta esta zona dónde lanzo las bandejas hacía una de las mesas rompiendo estas con la punta de sus pies. Sujeto su cabeza antes de perder el equilibrio por su propia fuerza lanzándose al suelo apretando con fuerza sus dientes ante la mediocridad que sentía dentro de él. No sabía cómo ayudarlo, pensó que Hydra iba a ser lo posible para mantenerlo vivo… pensó que Hydra los iba a ayudar. Lo único que estaban haciendo era estar sentados… ¡viendo cómo todo estaba llegando a su fin! La única forma que él veía de mantenerlo vivo era congelándole… y él le vería detrás de aquel muro de hielo… por toda su vida.
¿Por qué? —Se preguntó —. ¿Por qué todo lo que amo se va de mis manos?
—El ruido provino de las instalaciones de la cafetería, Señor.
Una voz se escuchó detrás de la puerta. Steve giró su cabeza hacía la entrada observando como un par de soldados entraban quedando helados en su posición al darse cuenta de quien había causado todo. Uno de ellos, el mayor en el cargo —posiblemente teniente— hizo una reverencia al arma secreta de Hydra girando su cuerpo sobre sus talones sacando a casi patadas al otro soldado.
— ¿Y tú eres? —Preguntó, evitando que este soldado saliese.
—Dallas... Aaron, Señor —la sonrisa que mostró Steve le indicó que se acercara. El hombre así lo hizo, obedeciendo.
—Agente Dallas, ¿correcto? Usted es un buen soldado, ¿no es así?
—No me considero un buen soldado, Señor.
—Entonces… ¿qué te consideras?
« Lo importante para este experimento… es esto —señaló su corazón—. Sé… »
—Un buen hombre —Steve abrió de golpe los ojos sintiendo como sus manos se encontraban manchadas… ¿de sangre? Posiblemente. Bajó su mirada topándose con los ojos vacíos sin vida de posiblemente el Agente Dallas, no tenía rostro, no era capaz de reconocerlo. Se levantó dando dos pasos hacia atrás sintiéndose observado. Cuando levantó su rostro quedo mirando a Rumlow Brock que tenía detrás de él a todo el escuadrón de S.T.R.I.K.E entre otros agentes más que cubrían no solo la puerta sino también otras salidas. ¿Estaban observándole cuando había asesinado a Dallas?
—Capitán Rogers, arrodíllate al suelo con las manos sobre tu cabeza.
— ¿Por qué lo haría, Agente Rumlow? —Los demás agentes de Hydra levantaron las armas contra el Capitán América, lo único que iban a lanzar era una potente parálisis que incluso podría domar a un hombre como él, después de todo fue hecho a partir de la sangre de Rogers.
—Perdiste de nuevo el control, necesitas dormir. Quitar el estrés de tu cuerpo. Steve, hazme caso —pidió, estirando suavemente su mano.
—No.
— ¡Steve!
— ¡Suficiente Rumlow, dispara si tienes los malditos huevos! —La orden había sido clara, los agentes dispararon de una sola vez sin esperar la orden de Rumlow, este, cerró sus ojos al sentir que más de diez de esos dardos le dieron alrededor del cuerpo de Steve Rogers, cayó hacía atrás haciendo un gran ruido cuando una de las mesas se levantó en el aire estrellándose con otra. Los soldados se ubicaron en posición —de nuevo— observando como el agente se movió entre el cuerpo muerto y el del Capitán.
—De nuevo necesitas dormir —susurró, deslizando sus dedos por encima de los ojos contrarios cerrando estos.
Chasqueó la lengua con molestia… este evento hacía tiempo que no se presentaba. Todo había sido por culpa del exceso de estrés, el arresto domiciliario y por culpa de ese maldito de James Buchanan Barnes. Steve Rogers solo había sufrido esta clase de eventualidades tres veces —cuatro con esta— desde que se levantó. La pérdida parcial de memoria realizando un asesinato masivo de cualquiera que estuviera a su alrededor. La primera vez habían perdido a todo un batallón en su primera misión de asesinato. La segunda vez lograron controlarlo antes de que lo matara a él, dirigió suavemente sus manos hasta su cuello recordando la fuerza que el contrario había utilizado, fue cuando todos los agentes se dieron cuenta de que ellos dos estaban teniendo sexo, recuerda su mandíbula adolorida al igual que su trasero con sus vaivenes desorientados. La tercera vez fue después de que congelaran a Bucky días después de haberlo despertado, sin orientación lo encerraron en una celda luego de haber asesinado a uno de los enfermeros. Steve Rogers perdió el control a pesar de no haber matado a más de tres soldados habían formado el escuadrón R.E.S.T.R.A.I.N.T. para frenar los momentos de lucidez —verdadera lucidez— de la naturaleza de Rogers. Él era el líder, su misión era retener al Capitán América antes de que asesinase a más de un soldado. Por supuesto, cumplió su misión pero algún agente pereció en el proceso. El arma secreta de Hydra era peligrosa, pero Hydra la necesitaba.
— ¡Lleven el cuerpo del Capitán a su dormitorio! Quiero que el escuadrón B de R.E.S.T.R.A.I.N.T. averigüe quien era el soldado que fue asesinado. El informe a Alexander Pierce se lo daré yo. Recuerden, cuando Steve Rogers despierte… ¡nadie sabe absolutamente nada!
— ¡Sí, Señor!
—Quiero la cinta de este suceso, llévenla a mi oficina —ordenó saliendo de la cafetería en dirección hacía su oficina en busca del teléfono para informarle a Alexander que había vuelto a ocurrir. Sentía todavía el sabor de su carne acumulándose en su garganta, como sus fosas nasales se cerraban impidiéndole respirar, recuerda la fuerza con la que lo había hecho, sus ojos se tornaron de un color rojo, parecía más bien poseído por alguna especie de demonio. No sabía que ocurría, todo dentro de su cuerpo era diferente. Cómo sí alguien se hubiera llevado a Steve Rogers lejos de él. Demasiado lejos —pensó. Sus piernas se detuvieron delante de su oficina, inhalo el aire suficiente antes de entrar en ella y tomar su teléfono entre sus dedos—. Código S-Dark, Señor.
—Los gatos extraviados jamás regresan por la puerta. Dicen que entran por la ventana o consiguen adentrarse a la casa de alguna otra forma. ¿Eres un gato extraviado, Steve?
Alexander Pierce se encontraba sentado en su cocina, tomando una copa de vino de lo más tranquilo en la mesa del comedor. Delante de él se encontraba una elegante y bien distinguida cena que podría hacer sentir a los más desamparados los deseos más profundos de lanzarse encima de ella. Era una cena francesa, comenzando con una entrada de crepes que se alzaba en las dos sillas que iban a ser ocupadas por los mencionados. Un estofado que estaba servido delante de cada plato de crepes y se veía exquisitamente delicioso junto en el centro de la mesa un par de langostas que podrían pertenecer a los dos caballeros de la cena de esa noche. Steve caminó hasta la mesa contraria tomando el vaso de vino entre sus dedos. Vestía un traje de color negro junto a un corbatín doblado de forma descuidada hacía un costado. Alexander se levantó del asiento acercándose a él para acomodarlo.
—A los dueños les encanta ver que su gato regresa a casa sano y salvo.
—Sí, tanto así que le preparan una cena especial por su regreso —las copas sonaron al momento del brindis, permitiendo que Steve se sentara en esta sin despegar su mirada de los ojos contrarios—. ¿Qué?
—No, nada —desvió su atención a la copa que tenía entre sus dedos bebiendo de esta.
—Escuché que visitaste a James Barnes, ¿su memoria regresó? —Los cubiertos comenzaron a sonar a medida que la comida comenzará a desaparecer del plato poco a poco a cada mordisco dado por los dos invitados de la noche. Steve siguió el proceso común y corriente de todo hombre educado con los modales de la mesa masticando con la boca cerrada, bebió un poco de vino antes de bajar suavemente la copa hasta la mesa.
—Sí, lo hizo.
— ¿Le ayudaste?
—Ha sido lo mismo de siempre. Tan sólo recordarle quien es él y quien soy yo su memoria comienza a regresar.
—Llegará un día en que eso no ocurra, Steven.
El rubio dejó de comer. Los ojos azules dejaron de ver la comida hasta taladrar la mirada del contrario. Estuvieron así alrededor de varios minutos, minutos en los cuales Steven Rogers intentaba adivinar cuales eran los malditos pensamientos que tenía Alexander Pierce o que plan podría tener en su cabeza en la que involucrara completamente la estabilidad mental de James, sin embargo, esa idea se esfumó de su cabeza. Sí él se ofrecía… sí él.
— ¿Qué es lo que quieres, Pierce?
— ¿A qué viene la pregunta?
Las manos del rubio golpearon con fuerza la mesa. No utilizo toda la que tenía —sí lo hacía podría haber roto la mesa y más—, se levantó dejando que la silla cayera hacía atrás. Alexander Pierce había bebido su vino con bastante tranquilidad escuchando el sonido seco de la silla, el tambaleó de la mesa y el posible desequilibrio de la copa de vino que había estado bebiendo Steve.
—Siéntate, Steven y dime, ¿a qué viene la pregunta?
El rubio dudo, segundos antes de volver a retomar su posición en la mesa. Cerró suavemente sus ojos—. El tratamiento de Bucky. Lo has suspendido.
—No es así, estamos investigando con los mejores.
— ¡No me mientas, Pierce! ¡Sé que han estado investigando a alguien más! ¡Tienes tus malditos ojos puestos en otro proyecto y ese fue el motivo por el cual Bucky ha durado más de tres meses dentro del hielo! ¡¿Me estas tomando el pelo?!
—El motivo por el cual James Buchanan Barnes ha estado seis meses dentro del hielo ha sido totalmente tu culpa. Nosotros estamos protegiendo a James de su muerte por el aceleramiento rápido de partículas que se dirigen al corazón. Sabes perfectamente que el oxígeno que el hielo posee dentro de su densidad es el doble del que el agua tiene, James actualmente tiene más de esas partículas dentro de su cuerpo lo que ocasiona que sus músculos al igual que sus huesos se congelen. Y sí llega a congelar el corazón sin mantener su cuerpo totalmente entumecido…
— ¡Muere, lo sé!
—Entonces, no digas que no lo estamos cuidando, porque no lo hemos dejado de hacer. Sin embargo, no voy a negar que tenga mis ojos en otro proyecto que no incluye a Barnes.
Steve le dedicó una mirada, con una ceja en alto que indicaba lo interesado que estaba en aquel posiblemente proyecto. Alexander dejó el vino en la mesa observando a Rogers durante un largo silencio.
— ¿Recuerdas la fiesta a la que irán? —Este asintió—. Quiero una maquina en la que trabajó Howard Stark. Está maquina se encuentra en Industrias Stark pero para desactivar el protocolo de seguridad se encuentra en la Torre Avengers.
—Nosotros somos la distracción para tomar esa máquina.
—Exacto.
— ¿Qué tiene esa máquina?
—Un diamante, una pequeña joya que fue la única que se logró quitar del teseracto antes de que cayera en manos de S.H.I.E.L.D.
— ¿Para qué la quieres?
—Para domar una bestia, Steve.
Los dos siguieron la cena en completo silencio. El rubio se despidió de Pierce cuando la puerta fue tocada un par de veces. Rumlow desvió su atención hacía su líder antes de hacer una reverencia desapareciendo dentro del coche sin placa de S.H.I.E.L.D. directo al puerto dónde el helicóptero les iba a esperar. La misión iba a comenzar en cuarenta minutos.
Domar una bestia, ¿huh? —Pensó, él no era idiota. Sabía exactamente que él era la bestia que Hydra quería domar. Querían colocarle un collar de púas, moverlo como si estuviera en la palma de su mano e incluso colocarlo a bailar en tutú sí así fuese necesario. Querían quitarle toda la libertad —la poca libertad que todavía poseía— y lo podrían hacer. Steve no negaba que estaban cerca de destruirlo, de convertirlo en el ferviente sirviente que esta organización necesitaba. Pero no lo iba a hacer fácil. Ignoraba la forma en la que desearían ellos domarlo, pero no iba a olvidar el hecho de que la bestia era él. Y algún día… mordería la mano de su propio dueño. Porque una bestia no se doma, una criatura salvaje siempre será salvaje. Te tomará en la noche, te destruirá en segundos y será libre. Steve Rogers bajó del auto luego de escuchar el motor deteniéndose, vestía el uniforme suyo de Hydra. Consistía en un traje enterizo de color gris hasta sus caderas. El pantalón era de color negro al igual que el chaleco con cinturones que poseía hombreras y cinturones de color rojo con marrón que se ajustaban en su abdomen, pecho para protección. Los guantes de color marrón que protegían sus manos junto al cinturón marrón que guardaba las balas y el que colgaba de su cadera con la navaja que le pertenecía se encontraban en perfecta condición. En su pecho el símbolo de Hydra —aquel pulpo de color carmín de ojos negros se encontraba resplandeciendo—, junto al escudo que colgó en su espalda de color rojo con franjas negras y su símbolo representativo.
Los miembros de S.T.R.I.K.E. vestían el uniforme representativo de S.H.I.E.L.D. con cascos en sus cabezas para despistar a los hombres que estarían en aquel gran barco. Steven entró acompañado de su equipo dentro del aeroplano, él no necesitaba esconderse, era enemigo abierto de S.H.I.E.L.D. de los Vengadores y conocían su rostro. A parte, no le gustaba cubrirse, sería una pérdida de tiempo. El avión despegó y con él todos los agentes comenzaron a movilizarse para no tropezar o caer. Steve se sostenía con ayuda de varias barandas en el techo a un lado de Rumlow Brock quien terminaba de arreglar el traje que tenía puesto.
—La misión es sencilla Capitán. Tomar los sensores y salir.
— ¿Sin matar a nadie?
—Sí, sin matar a nadie. Sí somos descubiertos colocaran una alarma para alertar a las demás embarcaciones de S.H.I.E.L.D.
—Eso, sí nos descubren.
— ¿Qué tienes pensado hacer, Rogers?
—Mi trabajo, Rumlow.
Ignoraba que era lo que los papeles de Alexander Pierce decían que era la misión del Capitán, sin embargo, él seguiría la suya a pie de la letra como siempre había ocurrido. El avión comenzó a detenerse, el motor que permanecía en el aire daba la indicación de que estaban cerca de la embarcación. Los agentes comenzaron a alistarse tomando los paracaídas que estaban cerca de ellos.
—Rogers, reporta sí ocurre algo.
—Sí —comentó este acercándose a la salida—. Abre la compuerta, Agente Dugés.
La puerta comenzó a abrirse. Lejos de él se encontraba Rumlow quien ubicaba su paracaídas en su espalda, rebuscando en su bolsillo algo que debía de ser entregado.
—Agente Rogers.
El contrarió giró su rostro atrapando entre sus dedos un pequeño llavero de color blanco, parecía un muñeco de nieve, pero tenía el rostro deformado, unos ojos fuera de lugar pareciendo más bien un cadáver putrefacto.
— ¿Qué es esto, Rumlow?
—Un regalo. La cajita feliz de Barnes lo trajo.
Steve levantó una ceja. ¿Qué estaba haciendo Rumlow comiendo en la enfermería de Bucky? Pero la pregunta desapareció rápidamente de su cabeza al darse cuenta de que el contrario era tan predecible. Giró su rostro suavemente guindando el llavero en una de las hebillas de los cinturones que bajaban por su abdomen. Apoyándose en la compuerta observando hacía el amplio mar que estaba delante de sus ojos.
—Pasar la noche con mi mejor amigo comiendo hamburguesas de McDonald's no es la forma de desquitarse por una cita. Agente Rumlow, pero tomaré el regalo por ir a tomarse la molestia por conocer más de mí con Bucky.
—No me estaba desquitando.
— ¿Ah, no?
Rumlow no pudo contestar ante su insinuación porque el contrario había saltado del avión, chasqueó suavemente sus dientes al darse cuenta de que prácticamente le había dejado hablando solo. Los demás agentes que conocían las acciones de Steven Rogers y los arranques de Rumlow Brock contra él no dijeron absolutamente nada más que terminar de arreglar sus paracaídas. Pero el nuevo agente, uno de piel morena y cabello oscuro observó la compuerta con sorpresa.
—No tenía paracaídas…
—No, no los tenías —comentó Rumlow haciendo señales para que todos se prepararan a saltar—. En tres, seguiremos al Capitán.
Tres —Steve Rogers cayó dentro del mar sintiendo como el agua golpeaba completamente su cuerpo. Salió de esta bastante cerca del buque de carga que se encontraba delante de sus ojos. Nadó hasta alcanzar una soga que caía de los botes salvavidas, escaló por esta al darse cuenta de que había tenido suerte. Después de todo, ¿cómo iba a subir? Deslizó su cuerpo hasta tomar las escaleras que se deslizaban hasta el bote salvavidas logrando pisar la cubierta. Giró su rostro de un lado a otro, buscando con su mirada los que estaban vigilando la zona. Tres cerca de la proa, uno se encontraba en la puerta de la subestructura casi entrando a dónde se encontraban los controles de mando, no logró ver a nadie en la popa, por lo que su concentración se fue para aquellos que estaban en la proa.
Dos —la navaja que se deslizó entre sus dedos se deslizó entre las gargantas de los dos hombres que estaban más lejos de la proa. Quien se encontraba observando hacia la nada escuchó los cuerpos cuando cayeron de golpe al suelo. Giró su rostro con la velocidad indicada para atacar a su agresor pero la navaja que había estado en los dedos de Rogers, en las gargantas de sus víctimas terminó en la frente del hombre que cayó por el borde del buque de carga directo al mar. Steve dejó que un suspiro se escapara de sus labios al darse cuenta de que había perdido su navaja. ¿Cómo iba a limpiar a quien se encontraba cerca de la puerta de los controles de mando? Giró su cuerpo corriendo hasta la zona de ataque, dónde el hombre estaba vigilando absolutamente todo. No logro observar bien lo que había ocurrido en la proa pero se había dado cuenta de un movimiento inusual que no logró captar hasta tener a su captor detrás de él.
Uno —Steve escuchó el cuello del hombre crujir entre sus dedos, deslizó su cuerpo entre sus manos luego de haber golpeado su espalda enviándolo lejos del cuarto de control. Con la punta de sus dedos tocó el pomo de la puerta, dándose cuenta de que este estaba cerrado. Revisó al hombre que había asesinado —cómo a los demás— buscando alguna especie de llave que encontró en el bolsillo exterior. Introdujo la llave en esta adentrándose al cuarto de control.
—Oh, ya sabían que estaba aquí.
Los hombres que estaban dentro estaban apuntándole con armas. Observó que el capitán se encontraba sin vida en los puestos de control. No habían llamado a las demás embarcaciones de S.H.I.E.L.D. después de todo esos hombres al igual que ellos habían llegado allí a robar algo. ¿Qué?
—Hydra… —uno de los hombres reconoció el símbolo que tenía Steve en su pecho, la sonrisa del rubio le demostró a los demás hombres que era peligroso. Y se enteraron cuando el escudo que estaba en su espalda logró golpearles haciendo que las balas rompieran completamente las lámparas que estaban en el techo. Steve giró en el suelo, tomando el escudo que regresó a su espalda luego de haber levantado su rodilla rompiendo la mandíbula de uno de los criminales, seguido de la pierna del otro. Las pistolas llegaron lo suficientemente lejos de él acorralando a uno de estos contra el suelo.
— ¿Quiénes son y qué es lo que buscan en los buques de S.H.I.E.L.D.?
—Eso… no es algo que incumba a Hydra —Steve frunció ligeramente los labios al sentirse prácticamente ignorado.
—No me hagas repetir de nuevo la pregunta. ¿Qué es lo que quieren?
— ¡Capitán! —Rumlow corrió al cuarto de control luego de ver a los cuatro hombres muertos en la cubierta. Steve asomó su rostro dándole indicaciones con la mirada de que estaba algo ocupado, que lo resumiera en tres palabras—. Te dije… no quería a nadie muerto.
—No son agentes de S.H.I.E.L.D.
— ¿Qué?
Rumlow observó a uno de los agentes de S.T.R.I.K.E. que le confirmó que el capitán llevaba muerto hace horas atrás. Steve se levantó de hombros dándole a entender que él era 100% inocente sobre lo que había ocurrido. Había asesinado a los que se infiltraron no a los agentes y eso le molestó un poco, después de todo su idea era cambiar los planes de Rumlow y hacer que toda la misión se fuera de cabeza mientras él ejercía con exactitud la suya. Pero sus planes habían sido cambiados y eso le molestaba.
—Hazte cargo del hombre que tiene el Capitán. Tú, ven conmigo.
Steve se levantó dejando al hombre de la pierna rota en el suelo. Sus pasos por la embarcación esta vez sonaron, después de todo no tenían por qué esconderse. Desde la torre de control observaron la localización del resto de asesinos. El barco de S.H.I.E.L.D. había sido saqueado hace horas atrás, probablemente por la mafia u otra organización que estaba a la par de Hydra. Lo que contenía el barco podría todavía estar dentro, todavía podrían hacerse ellos con el poder, sin embargo, lo único que necesitaban eran…
—Eliminemos a los intrusos. Sí alguien de S.H.I.E.L.D. sigue con vida tráiganlo ante mí. Le sacaremos la información que necesitamos.
— ¡Sí!
—Y Rogers.
— ¿Sí?
—No me estaba desquitando.
Steve no pudo evitar reír ante lo que había escuchado, desapareciendo entre los pasillos del barco luego de haber memorizado cada sector del mapa. Su misión era sencilla. Dentro de ese barco estaban custodiando a un hombre que tenía información vital de Hydra. Iba a ir en dirección a S.H.I.E.L.D. para ser interrogado por Nick Fury, Alexander Pierce no confiaba en él, por lo que su muerte debía de ser ejecutada dándole advertencia a S.H.I.E.L.D. de que Hydra estaba en todas partes. Vigilándole ciegamente. El área dónde podría estar debía de estar vigilada al cien por cierto, pero lo que consiguió fue dar con un montón de cuerpos muertos de los agentes y cuando atravesó la puerta.
—Está muerto.
Chasqueó la lengua. Cerca de su cadáver se encontraba una memoria de color azul que tomó entre sus manos. Giró su rostro hacía la entrada observando una extraña sombra de color negro que comenzó a desaparecer junto a una sonrisa muy parecida a la del Gato Cheshire, su mirada le siguió, observando como poco a poco esta se iba maternizándose hasta mostrar el cuerpo de un hombre alto, delgado con el cabello color negro cayendo sobre sus hombros ondulado. Sus ojos, un hermoso color jade brillaron con intensidad en aquella oscura habitación. Tenía entre sus manos una flor de hielo que comenzó a teñirse de negro a medida que iba avanzando más hacía él. Vestía una túnica de color verde que parecía no ensuciarse cada vez que caminaba sobre la sangre que sus piernas tocaban. Parecía levitar, evitando cualquier suciedad que le rodeara. Los dedos del hombre soltaron la rosa que cayó al suelo rompiéndose en pedazos luego de ser teñida totalmente de negro hasta tocar el pecho del contrario con sus dedos.
—El hombre del tiempo.
—El dios de Asgard —Steve pensó lo que había dicho para luego agregar—. Que fue destronado por simples humanos y un semidiós.
—Escuchar eso del hombre que fue sacado de un cubo de hielo no me afecta —ambos parecían intentar descubrir las intenciones del contrario en los ojos de los ajenos. Sin embargo, nunca llegaban más que a lo que demostraban en esos momentos.
— ¿Qué es lo que quieres conmigo, Loki?
—Vine a hacer un trato con Hydra y pensé que su mayor arma secreta podría ayudarme a llegar con vuestro líder.
— ¿Un trato?
—Sí, deseo destruir a Los Avengers, sé que Hydra también desea lo mismo. Y unir fuerzas con una gran organización, incluyendo a un ejército fuera de esta dimensión será mucho mejor que abrir un portal que fácilmente puede ser cerrado o destruido, dependiendo de cómo lo veas.
— ¿Quieres hacer que extraterrestres vuelvan a luchar en la tierra? ¿No aprendes nunca?
—Esta vez tengo un plan de apoyo —admitió, deslizando sus manos por sus caderas—. ¿Y?
— ¿Qué ganó yo con ello?
— ¿Qué es lo que más deseas Steven Grant Rogers? Lo que más desea tu corazón.
—Deseó…
« Destruirlo »
Habían trascurrido una semana desde el asalto al barco de S.H.I.E.L.D. Loki actualmente se encontraba en la base de Hydra cumpliendo su alianza con las fuerzas de esta organización. Alexander Pierce se sorprendió de sobremanera al enterarse de que uno de los dioses de Asgard, Loki, quería unir fuerza con ellos. Por supuesto, no se negó. Ni siquiera retrocedió cuando su retorcido plan fue puesto en bandeja de plata descubriendo que la raza de extraterrestres conocida como: Lurtzog estaba igual de interesada en hacer una alianza con una fuerza de la tierra para facilitar la conquista. Hydra tendría lo que más deseaba (el control del mundo) gracias a una raza conquistadora que iba de galaxia en galaxia apoderándose de los planetas. Loki se había puesto tiempo atrás en contacto con ellos y algo que sorprendiendo a miembros de Hydra fue el parecido que quien decía ser el príncipe de ellos tenía con la raza humana.
Hydra estuvo días en discusiones entre los miembros más altos de su organización e incluso con su misterioso líder llegando a la conclusión de que las fuerzas podrían unirse. Steve se enteró por medio de Rumlow entre otros agentes que pasaban noches en su habitación de que posiblemente llegarían a un acuerdo. Pero necesitarían el diamante de teseracto que se encontraba en Industrias Stark. La fiesta cada vez se acercaba más y en ello, su próximo encuentro después de seis meses con Anthony Edward Stark.
« Los dedos de Steve Rogers se habían deslizado suavemente por la mejilla del —ahora— dormido Iron Man. Deslizó su mirada por encima del cuerpo contrario hasta el reloj en la mesa observando la hora que esta marcaba. Había dejado de escuchar las explosiones que sacudían aquella base lejos de la ciudad cada minuto. Supuso que todo había acabado. Por supuesto, el afrodisiaco era una fuerte medicina que impedía a su consumidor cualquier reacción fuerte que viniera fuera de un cuarto o habitación cerrada. Era perfecta para enloquecer a los hombres o jugar con ellos. Para él, lo último le había servido lo suficientemente bien para tener a Tony entre sus brazos. ¿Y ahora? Debía de asesinarlo, ¿no era así? Su misión había sido completamente clara, él la alargó porque quería jugar más con él, deseaba romper todo su orgullo antes de asesinarlo. Deseaba acabar con su dignidad hasta su último respiro. Asesinar a Iron Man debía de ser cumplido aunque los demás Vengadores estarían activos. Poco a poco iban a borrarlos pero él debía de acabar con su sustento, con la mente detrás de todos esos trajes blindados, ficticios. Los demás serían asesinados después por los mejores agentes de Hydra, él no debía de preocuparse por ellos.
No debía.
Pero estaba allí en la cama, desnudo. Con la navaja entre sus manos jugando cerca del cuello de Tony Stark, sus dedos se deslizaron junto a la navaja por todo su pecho topándose con el Reactor ARC, deslizó sus labios hasta esta zona besándola con la punta de sus labios, subiendo los besos hasta los labios ajenos centrándose en besarlo aun con el cuerpo contrario dormido. Seguía sus indicaciones, no dejaba de corresponder el beso a pesar de que todavía tenía sus ojos cerrados. Las marcas en los brazos, sentía su espalda arder con cada rasguñó que el contrario había ejercido sobre él. Sus piernas temblando deseando por más, sentía a través de sus dedos como su propio seme seguían saliendo del trasero del castaño deslizándose en la sábana de aquella vieja cama dónde ellos habían tenido sexo. Y todavía deseaba más, estaba insaciable. No, Tony Stark le había vuelto insaciable con cada movimiento, cada roce, cada beso. Había sido el mejor sexo que había tenido con un hombre porque eran tan jodidamente compatibles en la cama que le era imposible asesinarlo.
—Sí te asesino ahora, Stark. No sabré sí destruí tu orgullo, sí te obsesionaste conmigo hasta el punto de masturbarte en tu baño deseando que yo entre dentro de ti, sí jugué perfectamente mis cartas que rompas toda tu vida social concentrándote solamente en tu trabajo. ¿Cómo lo sabré sí? ¿Debería asesinarte? ¿Debería borrar tu existencia? ¿Debería simplemente… hacerte desaparecer? Contéstame Tony… ¿Qué debería hacer contigo?
« […] No el soldado perfecto, sino un buen hombre »
—Mañana…prométeme una cosa, que seguirás siendo quien eres. No el soldado perfecto, sino un buen hombre.
Steve repitió las mismas palabras Abraham Eskirne una vez le dijo. Observó el cuerpo de Tony durmiendo plácidamente en la cama. Se levantó de su cuerpo caminando hasta el escritorio que estaba cerca para vestirse. La navaja que se encontraba entre sus dedos paso a su bolsillo tanteando que esta estuviera en perfecto orden. Desvió su mirada hacía la puerta observando que Rumlow estaba apuntando hacía la cama.
—No lo hagas, Agente Rumlow. Sí se dan cuenta de que es su arma estará en serios problemas.
— ¡¿Por qué no lo has asesinado?!
— ¿Por qué? Porque me gustó —deslizó su dedo por debajo de la barbilla de Tony Stark deslizándose hasta besarlo a los labios—. Quiero verlo destruido, Rumlow. ¿Tú no?
—Esa no es tu decisión.
—Tampoco la de Pierce, sólo no es hora de su muerte.
—Sabes que informaré esto.
—Lo sé y sólo tú serás capaz de sacarme de esto Brock. Así que te deseo mucha suerte.
La puerta fue cerrada antes de que Steve le diera la última mirada al hombre que se encontraba en la cama. Su impulsó fue cerrar la puerta de golpe antes de que regresara a cumplir su misión. Los deseos eran mucho más poderosos, sabía que iba a tardar, que no iba a volver a verlo por un largo tiempo. Pero cuando llegara ese momento. Cuando estén frente a frente. Steve Rogers se daría cuenta de inmediato.
Qué Tony Stark se había obsesionado con él. »
O acaso había sido lo contrario. ¿Lo había sido? Estaba seguro de que su misión había sido echada a un lado por el deseo de ver como las situaciones le llevaban a una más divertida. Deslizó sus piernas fuera del auto en el que estaba montado. A su lado le siguió el dios asgardiano quien también iba a participar en la fiesta para llamar la atención de todos los presentes. Loki pasó su mano por encima del brazo de Steven Rogers quien vestía un traje de corte inglés sin corbata. La fiesta había sido decidida por Tony Stark a última hora que fuese a máscaras. ¿Motivo? Ninguno lo conocía, probablemente los Vengadores tuvieran idea de lo que pasara pero los invitados —no invitados— tomaron esta nueva regla de etiqueta cómo una perfecta muestra de camuflaje. Loki tenía un largo vestido de color verde que llegaba hasta el suelo, junto a unos altos tacones que le permitían ver una maravillosa figura femenina que gracias a la magia que portaba le permitió cambiar su cuerpo. Su cabello largo caía por su espalda dándole un aspecto bastante atractivo. Las máscaras de cada uno era sencilla, la de Steve era de color negro con detalles carmín a su alrededor. Loki optó por una máscara mucho más ostentosa, estaba rodeada de diamantes al igual que unas piedras preciosas que combinaban perfectamente con sus ojos jade.
La fiesta de máscaras había sido realizada por un acto que Tony Stark iba a realizar a las doce de la noche. Faltaban dos horas para el espectáculo y ellos debían de integrarse en la fiesta como parte de la audiencia. Políticos, empresarios, todo estaba reunido dentro de un mismo lugar y a pesar de que ningún villano se atrevería a invadir frente a frente la Torre Avengers era porque no conocían a Hydra y sus dos nuevas armas secretas.
Steven colocó la invitación en la entrada, dónde un sensor les permitía entrar a la fiesta, el objeto que había sido robado fue colocado y distribuido a través de cada tarjeta que fue entregada a los agentes. La idea era una infiltración limpia y eso, hicieron. Ambos comenzaron a reconocer todo el lugar con su mirada. Se dieron cuenta de que agentes con máscaras que habían visto antes se encontraban por todo el lugar, algunos charlando, otros se habían camuflado tan bien que tenían conversaciones profundas con los políticos. A diferencia de ellos que siempre seguían sus órdenes. Loki al igual que Steven tenían un deseo completamente diferente en mente. Deseaban seguir lo que ellos consideran como—: su noche —a pie de la letra. Ambos, detectaron de inmediato a sus presas. Loki deslizó su mano del brazo del Capitán América acercando su rostro hasta el oído contrario—. Nos vemos las caras a las doce, Capitán.
—Disfruta de tu noche, Laufey —la sonrisa de Loki creció en su rostro alejándose del rubio, quien poco a poco comenzó a acercarse desde la parte de atrás a su presa.
Su espalda fue fácilmente reconocible por él, aquella cintura que había recorrido hace seis meses seguía estando con claridad en su mente. Aquellos movimientos sutiles con sus brazos le hacían darse cuenta de inmediato que se trataba de él. Parecía divertirse a un lado de un montón de mujeres que le rodeaban, pero su presencia pareció asustar a las chicas que poco a poco se apartaron. El hombre no llegó a girar completamente, cuando en su oído escuchó una voz—. Tony, ¿me extrañaste? —La melodía del diablo.
Notas después de la lectura:
—Hace cinco meses publique "No Lights" y muchos lectores me pidieron que le diera una continuación. No la iba a hacer porque estaba concluida, es decir: ¿qué más iba a hacerle? La idea había sido un oneshot y nada más. Pero tengo a una pequeña larva —una estúpida y sensual larva— a la que llamo: Kong y me convenció de que lo hiciera. Agradézcanle a él.
—La nueva trama se habrán dado cuenta tendrá muchas cosas que complicaran la vida de Steven —mi adorado rubio—. Personajes OC (Original Character) que estarán dentro de la vida de los Vengadores, espero que a ustedes también les gusten los personajes personalmente a mí me encantan. Sobre todo los nuevos villanos.
—Me concentraré más en los hechos de las películas que en los comics e indagaré con más información con respecto a otros temas en específicos.
—No todos estarán detrás del trasero de Steve, también del de Tony —huelo celos—.
—Personalmente, necesitaba a personajes más oscuros que el Dark!Steve, por esa razón fue la creación de los nuevos villanos para darle un trama más oscura y más suelta. Porque no tenía en la cabeza algo más con que darle vida. Juró que estuve escribiendo varias veces, que estuve desempolvando ideas pero nada me gustaba. Hasta ayer, se me vino algo y comencé a narrar.
—Loki todavía no iba a entrar. Pero me distraje viendo vídeos crack de él y cuando me di cuenta se encontraba escondido entre las sombras delante de Steve.
—Los primeros dos capítulos se centraran en Steve — Tony respectivamente como se habrán dado cuenta contando "los hechos" después de los seis meses concurridos.
—Como se abran dado cuenta no coloque mis separadores de lectura:
"Captain America (ಠ_ಠ) Iron Man"
Una lectora preguntó que eran —no le conteste porque me daba flojera—. El punto es que no los coloque, porque como sólo me centre en eventos » principales « después del arresto domiciliario de Steve no lo tomé necesario. Después del tercer capítulo regresaran. Querida lectora, son mis separadores de lectura, para ubicar algunos tiempos después de una narración extendida o para ubicarme en otro escenario. Me gustan, espero que lo entiendas.
—Sí se dieron cuenta Steve todavía tiene pequeños eventos provocados por estar congelado y otras cosas más que se darán a lo largo del post, pero el Steven que pierde la conciencia actuando de forma salvaje como todo un villano me pone. Culpen a los fanart.
—No creo que tenga más notas, era lo poco que quería aclarar. Ya después comenzaré a concentrarme de lleno en la trama de la historia, así que lectoras de No Light, o nuevas lectoras… ¡espero que hayan disfrutado del primer capítulo!
Besos.
—probablemente pasen cinco meses más para el segundo capítulo—.
PD. Estoy trabajando en el segundo capítulo de I haven't forgotten you, está casi terminado. Pero hay detalles que me gustaría narrar más así que me demoraré otro poquito. No prometo cuando lo voy a subir, probablemente a finales de esta semana —recen para que después de la U me siente a revisarlo en la noche para ver dónde voy a corregir y eso—.
Gracias por leer~