Muchas gracias por todo.


EPÍLOGO DEL TRAMPOSO

Conviene notar que durante su apasionado interludio, ni Kyoko ni Ren advirtieron cómo la puerta de la habitación se abría y se volvía a cerrar.

Afuera, en el pasillo, las dos personas que los habían visto, continuaban su conversación.

—No me lo puedo creer… ¿Usted hizo eso?

—Sip… Y tengo que decir que soy un genio…

—¿Cuándo les piensa decir que no están casados de verdad, Presidente?

—Cualquier día de estos, Yashiro-kun…

—Hmm… Pero tiene que ser antes de que Ren abandone el hospital…

—¿Y eso?

—Bueno, Presidente, usted sabe… —y hace un gesto vago.

—¿Qué es lo que sé?

—Esto… Ellos creen que están casados…

—¿Y? —Lory sigue sin entender.

—Que imagino que Kyoko-chan querrá estar casada de verdad antes de… —un delicado rubor aparece en las mejillas del mánager…

—Oh… —dándose cuenta por fin de a qué se refería—. Tienes toda la razón, Yashiro-kun… —Lory apoya la mano en la barbilla, con gesto pensativo—. ¿Sabes? Tienes una forma estupenda de reventarle a uno el buen humor…

—Me lo dicen mucho, señor…

—En fin… Vamos allá…

Yashiro suspiró y antes de seguirlo adentro, se ajustó la gabardina, no sea que le fuera a salpicar la sangre de Takarada-san. Solo por si acaso…

Es que eran dos contra uno…