Bueno, para aclarar algunas cosas antes de que empiecen a leer. Este fanfic yo NO lo escribí, no quiero llevarme el crédito. La historia original se llama "You'd fit my lonely arms so perfectly" por Boxofwonder. Como pueden ver, yo solo me llevo el crédito de la traducción, pueden encontrar el original en inglés en la página de AO3 (archiveofourown).org

Tiene 5 capítulos en total, más un extra. La verdad me gustaría tener más tiempo para poder traducir el segundo capítulo, pero mi laptop se malogró, así que sólo puedo ir traduciendo de vez en cuanto (de hecho me tarde en sacar el primer capítulo).

En fin, Haikyuu! no me pertenece, espero disfruten la historia como yo lo hice.


Es el silencio lo que más le llega.

En el trabajo, Daichi siempre está en movimiento, siempre manteniendo a sus compañeros en jaque (Nishinoya y Tanaka le causarán una temprana pérdida de cabello y una alta presión arterial a este paso). Habla lo que siente todo el día, sus manos están siempre en movimiento. Se toma su café a sorbos apresurados, devora su almuerzo mientras se encarga de más trabajo, con la boca llena.

Es estresante. Es agotador. Él lo ama.

Pero entonces, al final del día, puede ya sentir el miedo en el estómago.

A Daichi no le gusta volver a su apartamento. Es demasiado amplio para él solo, las paredes son demasiado blancas, demasiado desnudas, demasiado vacías. Todo es demasiado vacío. Daichi volverá, y todo seguirá igual que como lo ha dejado.

Su taza en la mesa de café, los platos sucios en el fregadero, su abandonada ropa sucia en (y alrededor de) la canasta. Nada cambia. Nada le da la bienvenida a su hogar.

(No es realmente un hogar. Es un refugio y un lugar para vivir, pero no es un hogar.)

Sólo cuando la radio suena amortiguada en la cocina, y la televisión llena el resto del espacio con ruido blanco, puede respirar y aliviar la tensión en sus hombros. El silencio es una cosa divertida, siempre le hace sentir como si no pudiera respirar. Como si se tragara el oxígeno en el aire. No solía tener ese problema cuando vivía con Yui.

Sus quehaceres no duran mucho. Daichi intenta hacer un desorden, pero es difícil, cuando pasa cada noche después del trabajo limpiando. Está de vuelta a las ventanas hoy, aún limpias y chirriantes como hace dos semanas, pero el movimiento repetitivo lo alivia. Las luces están apagadas a excepción de la pálida y cambiante luz de la televisión, de modo que Daichi pueda ver la suave caída de nieve fuera de su ventana. Los copos son grandes y esponjosos, llegan suavemente al suelo y sin ser molestados por el viento, juntándose suavemente en la amplia extensión de nieve.

Cuando Daichi termina con las ventanas, él simplemente se queda ahí, apretando ligeramente el trapo en su mano, su corazón latiendo constante y tranquilamente en su pecho mientras el resto del mundo se cubre de nieve. Es pacífico. Pero, por supuesto, no dura demasiado.

Siempre termina así, con sus pensamientos rugiendo, empujándose hacia adelante desde el fondo de su mente. Hace que heche de menos a su familia y amigos, demasiado lejos. La fácil compañía en las noches. Salir a comer o beber, o a hacer deportes juntos. El círculo social que solía tener y tomó por sentado, antes de mudarse.

(Le hace pensar en si mudarse de nuevo.)

Yui ha llamado cada dos días últimamente, siempre instándole a salir.

"¡No es de extrañar que no llegues a conocer a nadie fuera del trabajo cuando, literalmente sólo estás trabajando o escondiéndote en tu apartamento!"

"¡No me estoy escondiendo!", espetó Daichi, silenciando luego. Podía sentir literalmente la nada impresionada mirada de su mejor amiga a través del altavoz.

No podía explicarse a sí mismo exactamente por qué simplemente no cedía y ponía fin a los ruegos de salir de Yui. No era como si fuera tímido. Pero, conocer gente nueva nunca había sido un problema en su ciudad natal, y aquí... ni siquiera sabía por donde empezar. Salir solo sonaba muy lamentable.

Cuando piensa en ello, Yui probablemente está en lo correcto. Se casará con su trabajo algún día, y muriendo solitariamente. Lanzando un profundo suspiro Daichi considera ir temprano a la cama, la fatiga repentinamente cuela en sus huesos. El tipo de sentimiento en el que dan ganas de acurrucarse en la cama y dormir por los próximos 3 años.

El repentino sonido de su teléfono, demasiado ruidoso, hace que Daichi salte, expulsándolo de sus pensamientos a toda velocidad. No le importa recoger el trapo que dejó caer, riendo para sus adentros. Los sentidos de Yui probablemente la alertaron de su melancolía, y ahora está llamando para sacarlo de ello. Justo a tiempo, como de costumbre.

Daichi contesta, presiona el teléfono contra su oreja y abre su boca para saludarla con algún comentario ingenioso acerca de sus sentidos maternos, pero es interrumpido por una voz desconocida.

"¡No vas a creer lo que me acaba de ocurrir, Asahi!"

"Uhm -", Daichi comienza,tratando de informar a la persona que llama que no es en realidad Asahi y no tiene ni una idea de quién esta al otro lado de la llamada. Pero el chico (suena como un chico) simplemente sigue hablando.

"¿Recuerdas que te dije que el horno está poseído? ¡Sí! ¡Está poseído! Te lo juro, este horno es un engendro de Satanás. ¡No hay otra explicación!"

Daichi no puede evitar una risa sin aliento. la agravada voz al otro lado de la línea parecía estar realmente apasionado por los hornos. Otro intento de informar al extraño de que se ha equivocado de número pasó desapercibido por la ofendida continuación de su charla.

"¿Sabes qué? Me las arreglé al quemar la torta que hice para Yachi, pude cortar la orilla y salvarlo al ponerle crema y chispas encima. ¡Muy bien! Me las arreglé con la lasaña extra crujiente. Especialmente crujiente. ¡Malditamente quemado! ¿Y esa vez que se prendió el papel para hornear? ¡Bueno, por lo menos la casa no se quemó! Que es impresionante, pero ese no es el punto. Quiero decir, tenía la sospecha de que estaba poseído. O tal vez solo difícil de usar. ¡El niño problemático de la familia! No, olvida eso, esa es Buttercup. No puedo creer lo que le ha hecho a mis plantas. ¡Pero ese tampoco es el punto!"

Daichi ya se había rendido en tratar de interrumpir su charla apasionada. Por el momento, se sentó en el sofá, escuchando todo con una combinación de fascinación y leve horror, con una pequeña visión hacia un mundo alocado de hornos poseídos y Buttercup, el niño problema que arruinó sus plantas. Daichi incluso se pregunta cómo se ve la persona en la otra línea, quién rayos es Buttercup, y cuál realmente es el punto.

Hay un pequeño descanso en el que el extraño toma un respiro y Daichi se da cuenta de que ha perdido la oportunidad de interrumpirlo mientras pensaba en todo aquello.

"Así que, ¡Bien! Horno poseído. Dios, odio tanto este horno. Lo patearía. Lo juro. Voy a balancear mis muletas y lo patearé con mi pie bueno. Mírame Asahi. Mírame. No, no te preocupes, no lo haré. No lo haré, descansaré mucho. Y nunca jamás caminar sobre hielo de nuevo. Dios, odio tanto esto. ¿Por qué el hielo le sucede a gente buena Asahi? Soy bueno. Por lo menos intento serlo. Y todo lo que quería eran galletas porque, literalmente no puedo ni salir de casa. Así que raspé lo último de mis ingredientes para hacer la masa de galletas perfecta. Perfecta, Asahi. Creo que un ángel lloró."

Cada vez se hace más difícil no reír ruidosamente.

"Y luego dejé esas perfectas e inocentes futuras galletas en las garras del horno del infierno. Eran tan jóvenes. No hicieron nada malo. Tenían una corta y deliciosa vida por delante. Quemados en cenizas, todas ellas. Es una tragedia. Una tragedia para ellas. Pero más para mí. Porque ahora no tengo galletas. Soy un hombre desesperado, Asahi. Traté de comerlas quemadas. ¿Alguna vez has tratado de comer cenizas? No lo hagas. Solo, no."

A este punto, Daichi tenía que admitir que se estaba divirtiendo bastante de sólo escuchar toda esa locura, ya ni siquiera intentaba interrumpir.

"Por dios, Buttercup, ¡Esas no son para ti! Te lo juro, esta gata se come lo que sea. Incluso las cenizas de las galletas prometedoras. Bueno, como sea. Odio todo, sigo atrapado en mi casa, volviéndome loco lentamente, y estoy teniendo una crisis porque no tengo galletas. No bromeo, comería azúcar sola. Pero la he usado toda. Necesito dulces porque mi tobillo duele y he estado estancado aquí por cuatro días seguidos sin ningún contacto humano, todo lo que tengo es a Buttercup y Princess y son increíblemente insensibles sin importar cuánto les hable. Y hablo mucho. Lo siento tanto. Oh Dios, voy a callarme ahora."

Daichi está casi decepcionado al notar que pasó los últimos minutos temblando de risa apenas contenida y hubiera escuchado incluso más de las ridículas aventuras de Buttercup, Princess y Voz misteriosa con sus galletas quemadas y la caída sobre el hielo. Pero ahora es probablemente el momento de decirle que él no es Asahi. Ése es el plan de todos modos.

Pero al abrir la boca, todo lo que sale es una carcajada.

En realidad es un poco vergonzoso.

"Eso no es gracioso.", dice el hombre misterioso, puchero audible a través del teléfono.

"Lo siento.", Daichi dice en tono áspero, y sólo sigue riendo. Cae de costado a su lado, aplastando el teléfono entre su oído y el sillón, con los ojos cerrados mientras su risa sale de él. Se siente demasiado agradable. Mientras tanto, el pastelero desastre está sospechosamente en silencio. Un 'Acabo-de-enterarme-de-que-conversé-de-todo-con-un-completo-desconocido' tipo de silencio.

"Oh. Tú no eres. Asahi."

Calmado lo suficiente como para poder hablar de nuevo, Daichi toma una respiración profunda, formando una amplia sonrisa en su rostro.

"Hasta donde sé, no."

"Sí. Eso... sí, Guau. Esto no es vergonzoso en absoluto."

Daichi ríe de nuevo.

"Guau. Así que. Sabes el nombre de mis gatas. Que mi horno está poseído. Pero ni siquiera mi nombre. Y todo lo que yo sé es que el tuyo no es Asahi... Dios, lamento mucho-"

Ahora es cuando Daichi no tiene problemas con interrumpir.

"Puedes llamarme Daichi. Mi horno es bastante agradable y no tengo gatos, a pesar de que mi mejor amiga piensa que debería adoptar uno."

"Deberías, los gatos son realmente increíbles."

"No para las plantas, al parecer."

El no-tan-extraño ríe, y es cálido y maravilloso y amplía más la sonrisa de Daichi.

"No para las plantas, no. Soy Suga. Tengo una familia que consiste en Princess, Buttercup la niña problema, ninguna planta y un horno poseído. Somos un desastre, pero uno muy encantador."

"No lo dudo."

Daichi inhaló profundamente al darse cuenta de que había expresado ese pensamiento en voz alta, rodando por su espalda y parpadeando un par de veces hacia el techo.

"Vaya, gracias.", dice Suga con un tono de voz más juguetón de lo estrictamente necesario. Hay un momento de silencio, pero el silencio es cómodo.

"¿Y tú realmente no tienes un gato?"

"Te llevarías muy bien con Yui. Ella dice que me existencia es triste."

"Bueno, ella no está equivocada."

No del todo. Pero Daichi empuja ese pensamiento hacia un lado - en realidad, ni siquiera es difícil olvidar todo eso con la (ahora) calmada voz de Suga en el otro extremo.

"¿Por qué todo el mundo se fija tanto en los gatos? Los perros parecen mucho más leales."

"Una vez cuando estaba enfermo, Princess se quedó a mi lado todo el tiempo. Quiero decir, casi me ahoga acostándose al lado de mi rostro al acurrucarse, pero. Sí que lo intentó. Así que no, los gatos son leales, no te atrevas a decir nada más, o pelearé contigo."

"¿Con ese tobillo tuyo?", Daichi se muerde el labio, preguntándose si había llegado muy lejos.

"...Eso fue bajo, Daichi."

La voz de Suga sigue siendo juguetona, y Daichi nunca ha amado tanto el sonido de su propio nombre.

"Dijiste que mi existencia era triste."

"Dije que tu mejor amiga no estaba equivocada."

"Eso es muy grosero. Pensé que eras uno de los buenos."

"Sólo cuando estoy suficientemente abastecido con azúcar. Cualquier persona descubre su lado oscuro en tiempos de necesidad."

"¿Necesidad de galletas?"

"Necesidad de galletas.", Suga confirma con una voz grave, y Daichi ríe de nuevo.

"Dios, a este paso saldría y te conseguiría yo mismo galletas."

"Y yo te amaría por siempre. Por desgracia, tu existencia no es la única triste. Solo un poco peor, porque al menos yo tengo gatos."

Hay un pequeño tirón en su estómago, algo le susurra que quizás, a Daichi no le habría importado tirar su sentido común al viento y comprar algunas galletas e ir a conocer a este sujeto y a su extraña familia de gatos y electrodomésticos poseídos.

"Bueno, yo tengo una planta.", Daichi se sienta un poco, mirando su silueta contra el pálido resplandor de las luces por la ventana, preguntándose cuánto se habrá marchitado hasta ahora y si aún podía llamarla planta cuando sólo se veía 12% viva. "Eso cuenta. Y ningún gato la ha matado todavia. En cierto modo lo hice, pero-", En ese momento sonríe repitiendo de vuelta la frase hacia Suga. "Ése no es el punto."

"No. No, no, no. Daichi, ¿Me estás diciendo que tienes la oportunidad de crecer plantas en tu apartamento y que sólo las dejas morir? Levántate, riega esa planta, ahora. Me duele que no aprecies esta oportunidad."

Daichi realmente lo hace, con un poco de incredulidad. Con el teléfono en la mano, toma un vaso de vidrio con la otra y la llena con agua, oyendo el satisfecho murmullo de Suga al otro extremo.

"De verdad lo estás haciendo.", dice Suga sonriendo, con una pizca de malicia en su voz. Daichi se pregunta si habrá algún brillo en sus ojos.

"No quiero que vengas a golpearme con tus muletas."

Vierte un poco de agua sobre la tierra seca y al alféizar, dejando el vaso a un lado de la planta, aún lleno de agua. Tal vez la próxima vez recuerde regarla (probablemente no).

"Aw, eso es cruel. Te lo juro, soy una persona agradable para estar cerca."

Daichi se relame los labios, sin dudar de las palabras de Suga ni por un segundo. Pero se siente con ganas de molestarlo de todas formas.

"A menos que no tengas tus galletas."

Se dejó caer nuevamente sobre el sillón, alcanzando el control remoto para apagar la televisión, repentinamente molesto por el ruido de fondo de éste.

El departamento está tan vacío que como lo estaba antes, sin embargo no se siente así - simplemente con la voz de Suga ahí.

Tal vez debería prender las luces también.

"Merezco galletas, Daichi. Además, por lo general es un viaje rápido a la tienda. Todo es culpa de este maldito tiempo. Culpa a la nieve y al hielo y al frío, no a mí."

"Oh, seguro que todo está fuera de tu control."

"Me alegro de que- Buttercup, por última vez..."

Daichi ríe para sí mismo mientras escucha los sonidos amortiguados al otro extremo de la línea. Suga sigue hablando y hablando, no a él, si no a su gato.

"Escucha, te lo dije - patas fuera de la mesa. Dios, mira eso. Esa taza era tan bonita. No me mires así, eres culpable, tienes que enfrentar tus errores. No te tendré lástima. Ahora vete, no quiero que astilles tus patas, vamos, es hora de ir saliendo. ¡Princess, quédate en donde estás! ¡La cocina está cerrada hasta nuevo aviso!"

Suga respira profundamente, y vacila por un momento en el cual nota que Daichi aún se está riendo de su monólogo.

"Han sido unos largos cuatro días.", le dice Suga, un poco nervioso, pero sobre todo desafiante. Daichi casi puede imaginarlo cruzando sus brazos delante de su pecho. (Excepto que no tiene idea de cómo luce Suga) (Pero si se ve tan hermoso como lo es su voz. Maldición.)

A él realmente, realmente le gusta escuchar la voz de Suga. Y sus extrañezas.

Esta llamada debería haber terminado en 30 segundos al haber sido un número equivocado. Daichi nunca había comenzado una conversación con un extraño al azar, en sus 26 años de vida. Pero por Suga, haría una excepción. No siente a Suga mucho como un extraño como se supone que debería ser.

"Honestamente, estar herido es lo peor. Soy un barista, estoy acostumbrado a hablar con gente sin parar y estar en movimiento. Ahora no puedo trabajar, no puedo salir a la calle con esta horrible nieve, y no puedo ir a entrenar. Me está volviendo loco. Pero probablemente no debería quejarme tanto con un extraño ¿eh? Lo siento por eso."

Daichi parpadea, su atención dando un giro hacia una parte que llamó su atención.

"¿Entrenar?"

"Ah sí. Todavía juego voleibol en mi tiempo libre. Quiero decir, a menos que me esguince el tobillo."

Dos brillantes signos de exclamación parpadearon en la mente de Dacihi sin que él lo quisiera. Voleibol. ¿Hay un equipo de voleibol aquí? Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que jugó...

"¿Qué posición juegas?", preguntó sin poder contenerse.

"¡Soy armador! ¡¿Tú también juegas?!"

Daichi se encuentra sentado en el sillón, recostado correctamente. Estira su cuello un poco para poder ver una raya del mundo exterior a través de la ventana. La nieve sigue cayendo todavía, y de ahí en adelante, siguen hablando y hablando. Es la cosa más fácil del mundo, casi tanto como respirar. Casi un reflejo, preguntas y respuestas vienen y van, junto con algunas burlas bobas.

Daichi reconoce al menos trece diferentes ocasiones en las que Buttercup ha destruido algo, y esa vez en que Suga casi cae sobre Princess mientras llevaba sopa caliente.

Daichi le cuenta a Suga sobre aquella vez en que Yui se rompió su brazo derecho y Daichi el izquierdo durante el incidente de los osos de gomitas en la secundaria, y en cómo todos les llamaban los 'Doble enyesado' durante la fiesta de reunión. (Suga se ríe tan fuerte que puede oírlo golpear la mesa y jadear de risa por dos minutos seguidos.)

Unas cuatro horas más tarde, Daichi ha sonreído tanto que sus mejillas duelen, y se siente cómodo y cálido como no lo ha hecho desde que se mudó.

Su cabeza apoyada sobre el cojín del sofá, se hace constantemente más difícil el mantenerse despierto, sin embargo. ¿Cuándo se ha hecho tan tarde...?

La sala de estar a su alrededor sigue oscura, incluso aunque no lo había notado, no hasta ahora, no hasta que Suga dijo, "Debería ir a dormir pronto. Princess ha estado mandándome miradas desde la cama desde hace una hora."

"Sí, lo mismo para mí. Menos por el gato."

"Lo cual es muy triste."

"Ustedes gente de gatos son insufribles."

"Awww, Daichi, creí que te agradaba un poco por ahora."

Un poco más de lo debido, probablemente. Daichi muerde su labio, negándose a responder eso con sinceridad, o en absoluto.

"Ve a dormir, Suga."

Él aún puede oírlo, esa sonrisa en esa maravillosa voz, y Daichi no quiere que Suga cuelgue. No quiere que esa extraña cosa entre ellos termine. Es como un hechizo, un pequeño toque de magia en su pequeña y solitaria vida, y el hechizo se rompe demasiado pronto. Como se rompe una burbuja de jabón.

"Gracias por iluminar mi noche, Daichi. Pensé que se arruinaría sin galletas, pero tengo que decir, que lo has salvado para mí."

No tienes idea de lo mucho que me has iluminado tú también.

"Igualmente. Gracias... por la charla."

Ahora o nunca. Tiene que preguntarle a Suga si pueden hablar de nuevo, tal vez. Pero los segundos pasan y el silencio crece más largo, se extiende tan delgado que se vuelve incómodo y vacilante. Después de una noche de sentirse a gusto, es un gran cambio.

"Así que, sí", dice Suga, aclarándose la garganta. "Buenas noches, Daichi."

"Buenas noches, Suga."

La presión de decir algo, de salvar esto, de mantener a Suga en su vida se dispara hasta que Daichi se ahoga en el momento.

Necesita todas las palabras en el mundo, pero ninguna de ellas se ajusta en su boca de manera correcta.

Ninguno de los dos cuelga aún, sólo ruido blanco filtrándose. Para el momento en que Daichi finalmente arma valor, toma una respiración profunda para enderezarse, puede oír a Suga suspirar, y finalmente colgó.

El silencio se asienta en torno a él en gran medida, y Daichi no siente el querer moverse, ni prender las luces.

El teléfono en su mano aún está cálido por mantenerlo por tanto tiempo en su mano.

Cuando se acurruca para dormir bajo sus mantas, habiéndose quitado los pantalones y todo lo demás para dejarlos caer en cualquier lugar, demasiado cansado para una actual rutina antes de dormir, el eco de la voz de Suga se mantiene persistente en su mente, susurrándole una canción de cuna.

.

Daichi casi se queda dormido a pesar de su alarma la siguiente mañana. Cuando tropieza hacia la cocina, con ojos cansados, siente como si todo lo que se viene el día de hoy irá casi tan mal que como se ha levantado. La radio aún está prendida, y Daichi la cambia a un ruido de fondo amortiguado porque está demasiado cansado para escuchar música, y tal vez porque intenta recordar el sonido de la risa de Suga.

El hecho de que sigue pensando en el hombre todo el día solo muestra cuán solitario y patético realmente es Daichi. (O lo maravilloso que es Suga.)

Hay incluso menos que hacer que ayer en la tarde, así que nada realmente lo distrae del teléfono, sentado allí como una burla, como una tentación.

Daichi quiere llamar a Suga y hablar con él de nuevo. Escuchar su voz y hacerlo reír de nuevo y escuchar esas ridículas historias de gatos que tiene.

Lo desea tanto que duele, en algún lugar muy dentro de él, empeorando cuanto más largo se hace el tiempo para darse valor y llamarlo.

.

Lo llamaré de nuevo mañana, se dice a sí mismo.

(No lo hace.)

Tal vez Suga me llame.

(No lo hace.)