Disclaimer: Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi. La historia es mía.


Summary: Él le arrebato todo en la vida; su casa, su trabajo, su familia...su sangre. Y siempre seguiría haciéndolo, porque sin importar cuantos kilómetros recorriera escapando ni cuanto se escondiera, siempre la encontraría.


Aviso: Este fic participa en el "Reto de Halloween 2015" del foro de InuYasha: "Hazme El Amor".

Esta historia esta situada en un AU.


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Depende como lo mires, puedes encontrar una infinidad de versiones sobre el mundo. Si le preguntas a un niño, este te dirá hablara de arcoíris; y si le haces la misma consulta a un científico, este se enzarzara en una explicación de moléculas y átomos. Pero si me preguntas a mí, lo único que te diré es que esta lleno de maldad y oscuridad, esa es mi versión.

Unos suaves toquidos me sacaron de los lúgubres pensamientos que tenía desde hace ya muchos años. La puerta se abrió sin esperar inútilmente mi permiso. El aroma a fresias que ya conocía lleno la habitación.

—Buenos días. —Saludo una cansada voz femenina.

No respondí, nunca lo hacia. Yo solo me quedaba sentada en el duro sillón rojo frente a la ventana hasta que el sol salía y cerraban las cortinas.

Escuche un suspiro y seguidamente unos pasos acercándose. Eran pisadas desacompasadas, nada gráciles, casi podría decir que lastimaban mis sensibles oídos.

Ásperas manos me tocaron el pelo, pero yo continúe con la mirada fija en el paisaje nocturno que gobernaba el inmenso jardín de la mansión.

—Hoy, Sesshomaru, volverá y Jaken me dijo que te ayudara a cambiarte. Ese sapo verde esta insoportable por la llegada de su "Amo bonito".

Mientras ella tomaba un cepillo del tocador que se encontraba contra una de las paredes color crema, yo la mire de reojo.

De aquella joven sirvienta que, a base de esfuerzo, se había ganado el puesto de mejor amiga cuando estuve encerrada aquí por primera vez, ya no quedaban más que sombras. Tenía la piel arrugada y el cabello quebradizo, sus antiguas alegres expresiones ahora estaban teñidas por el agotamiento y sus brillantes ojos café estaban ocultos bajo gruesas gafas. El tiempo no había tenido clemencia con ella.

Cuando volvió a mí, ya con cepillo en mano, empezó a cepillar cada mechón de mi cabello azabache. No importaba si Jaken, el sirviente más fiel de Sesshomaru, se lo ordenaba o no, ella siempre me ayudaba a peinarme y a elegir la ropa. Yo no hacia nada, era como una muñeca vacía a los ojos de los demás.

Al terminar de desenredarme el cabello, fue al armario y tomo dos vestidos con falda hasta la rodilla y los puso frente a mí.

— ¿Cuál prefieres? ¿Azul o rojo? —Me miro expectante, como si esperara un milagro y yo volviera a hablar.

Ella no entendía que no tenía fuerzas para pronunciar palabra, incluso dudaba que aun tuviera voz. Desde el mismo momento en que Sesshomaru ingreso a aquel departamento en Tokio y decidió que matarme era poco castigo, convirtiéndome en esto, yo deje de hablar. Mis gritos, suplicando que detuviera el ardor de la conversión, se llevaron mi voz junto a mi humanidad.

Cuando el silencio hizo evidente que no respondería, negó con la cabeza, apoyo el costoso pedazo de tela azul en la gran cama que se encontraba a unos pasos y guardo el otro nuevamente en el ropero.

—Te dejare para que te cambies, vuelvo en unos minutos. —Murmuro para luego salir.

Lentamente, me puse en pie y tome el vestido. Era suave y fresco. Me recordó a esas brisas primaverales que disfrutaba en el parque junto a mi familia.

Me cambie sin verdadera prisa. Esta era una de las pocas cosas que hacía sola, nunca permitiría que me viesen desnuda.

Para cuando ella volvió, yo ya estaba nuevamente sentada en el sillón, perdida en los arbustos y estatuas que se repartían estratégicamente por el exterior.

—El azul te queda muy bonito. Deberías usarlo más. —Dijo en un falso tono de alegría. Ella usaba mucho ese tono.

Me puso unos zapatos de tacón negros e hizo que me levantara y la siguiera fuera de la habitación.

Mientras caminábamos en silencio, pasamos frente a un espejo y me detuve. Ese mito de que los vampiros no se reflejaban, era una mentira. Yo ahí podía apreciar perfectamente los cambios producidos.

Mi iris humano color chocolate ahora era negro como la obsidiana. La palidez extrema de mi piel, enmarcada por el largo cabello azabache que poseía, permitía que las sombras moradas bajo mis ojos resaltaran. Aunque nunca tuve sobrepeso, la conversión había quitado cualquier rastro de grasa sobrante y agregado un par de centímetros de estatura; si quisiera, podría hacerme pasar por modelo.

— ¿Kagome? Debemos ir al salón…

Su rostro se unió al mío en aquella superficie adornada en plata, y el cambio fue chocante. Allí se reflejaba el antes y el después. La belleza eterna y la efímera. Aquella que era inmortal y la que moriría por su humanidad.

Quise llorar. Y tal vez lo hubiese hecho si no hubiese perdido aquella forma de expresar sentimientos cuarenta años atrás.

—Perdóname, Sango —Fue un susurro tan rápido, bajo y quebrado que ella no fue capaz de escucharlo. Pero igual lo dije. No importaba si ella no lo escuchaba, yo necesitaba sacarme la culpa de encima.

Si, culpa. Pura culpa al ver como cada día se marchitaba mí querida amiga y yo no hacia nada. Culpa de saber que cuando Miroku murió yo no lo ayude. Culpa de saber que Sesshomaru los había castigado cuando descubrió que ellos fueron mis ayudantes. Culpa por la envidia que sentía de saber que ella algún día podría escapar, mientras yo estaría atrapada aquí por toda la eternidad. Culpa por todo.

Encerrando mis sentimientos, seguí caminando con la mirada al frente, sin ver a alrededor realmente, y deseando volver a la habitación y no salir más.

—Se tardaron demasiado, el Amo ya esta por llegar y ustedes recién se atreven a aparecer —Gruño Jaken con su usual tono chillón. Él había tenido el "privilegio" de ser convertido, pero la belleza vampírica no hizo gran cosa en su apariencia. No importaba cuanto lo viese, siempre me parecería un pequeño sapo calvo y pálido con saltones ojos amarillos.

—Si, si, si, como digas. —Respondió Sango. Ella nunca quiso a Jaken, ni de joven ni de anciana.

El viejo sirviente vampiro malhumorado me obligo a sentarme en un amplio sofá negro frente al fuego. Las tibias llamas le dieron un poco de temperatura a mi helado cuerpo y le agradecí mentalmente y de mala gana al Señor Sapo.

—Debo ir a preparar las copas, regreso luego. —Dijo en voz baja Sango y se retiro a su lento paso.

En un pestañeo Jaken estaba a mi lado recitándome las reglas a seguir frente a su amado Amo. En una de mis usuales divagaciones, llegue a la conclusión de que él era lo más parecido a una fangirl de Sesshomaru.

— ¿Me estas escuchando, niña? —Silencio. —Ni siquiera sé por qué me molesto en hablarte, mocosa… —Su boca siguió moviéndose, seguramente para decir que tan desastrosa le parecía mi actitud de piedra, pero yo no le preste atención.

Cuando mis sentidos me avisaron de que un vampiro se acercaba, caí de vuelta a la realidad. Jaken tardo unos segundos, pero finalmente noto la llegada, cerro el pico y salió corriendo a la entrada.

Escuche un adulador "Bienvenido Amo bonito" y tuve ganas de moverme sin que me lo dijeran por primera vez en décadas y darme la cabeza contra alguna pared.

Aun estando de espaldas, pude sentir el momento exacto en que entro en la sala. Era el Gran Sesshomaru, su frialdad era reconocida aun por los neófitos.

—Vete, Jaken —Dijo de forma déspota.

Sus pasos eran silenciosos como los de un gato, apenas podía seguirlos con mi fino oído.

Solo pude verlo cuando llego al sillón de al lado mío y se sentó. Su apariencia no había cambiado nada aun cuando yo deseaba ver, cada vez que se dignaba a aparecer por aquí, algún signo de que envejecía.

Sentí su mirada sobre mí, pero no hice movimiento alguno.

El tenso silencio que se estableció solo fue roto por la apurada caminata del Señor Sapo quien traía las copas. Tome una suavemente y mantuve mi vista en ella. Cualquiera pensaría que era vino tinto, pero no, era sangre… y según podía oler, era de la reserva especial del "Amo bonito".

Jaken se retiro luego de que Sesshomaru tomara una.

—Sigues sin hablar. —El odio que sentía hacía él creció aun mas cuando dijo aquello como si fuera una estupidez. Al vampiro no podía importarle menos si yo hablaba, respiraba o me prendía fuego.

El crepitar de las llamas llenaba la habitación y me centre en eso. El fuego era una de las pocas cosas que podía dañarnos, por lo menos a los que fuimos convertidos… a los sangre pura no había nada que los matara, creo.

Antes de que pudiese reaccionar, la fría mano de Sesshomaru agarro mi brazo e hizo que me levantara junto a él.

—No me ignores, mujer. —Ordeno.

Lo mire con infinito rencor y me solté de su agarre. Retrocedí dos pasos y le lance la copa a la cabeza. Obviamente el esquivo mi ataque y el cristal termino estrellándose contra un jarrón de alguna civilización ya desaparecida.

A pesar de que me preparaba para algún golpe de su parte, nunca llego. Él solo me miro y se dio la vuelta.

—Jaken. Llama al piloto, quiero llegar mañana mismo a la reunión en América —Comento marchándose de la habitación.

Me quede unos minutos petrificada antes de soltar un grito y comenzar a destrozar todo. Una bomba que no sabia que poseía había explotado.

Mis duras uñas rasgaron las cortinas y almohadas, y mis golpes tiraron los caros cuadros que adornaban las paredes.

— ¡Te odio, Sesshomaru! —Brame mientras entraban Sango, Jaken y el susodicho nuevamente.

—Ya lo sé.

Me quede mirándolo.

— ¿Por qué me hiciste esto? —Susurre y recordé los últimos momentos de humanidad que tuve, allí también le pregunte lo mismo.

—Ya te he respondido eso una vez. —Murmuro yéndose otra vez.

Me arrodille en el piso, dejando salir sollozos secos. Él me había arruinado por mi sangre, solo por eso.

—Te odio, te odio, te odio… —Repetí una y otra vez mientras Sango se arrodillaba a mi lado y me abrazaba.

No por primera vez, desee haber muerto cuatro décadas atrás.

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Mmm... me gusto mas el otro final, pero bueno, no me resistí a escribir este.

Ahora si, aquí esta el ultimo capitulo (¡es la primera historia que termino, estoy muy feliz!). Me gustaría escribir en algún momento un outtake para explicar el por qué del titulo, pero por ahora esto es todo.

Les deseo un feliz halloween a todos.

Goodbye.