Esta idea es de samb07 del activo y hermoso foro ¡Siéntate! A partir de su reto cumpleañero se me ocurrió este modesto fic que marca mi regreso como ficker después de 10 años.

Inuyasha y todo su mundo pertenece a Rumiko, Sunrise y yo qué sé a quién más. Yo sólo escribo fics por diversión y sin fines de lucro.

ADVERTENCIAS: La historia se ubica post manga y hay soft Lemon… o sea, LIME.

Capítulo 1: La gran pregunta

Shippo corría buscando a InuYasha, se veía preocupado y algo nervioso.

Inuyasha estaba dormitando en lo alto de aquel árbol en el que le gustaba descansar cuando llegó Shippo dando brincos y gritando su nombre, él estaba listo para darle un zape para que despertara pero el hanyou sin abrir los ojos tomó la cola de Shippo en el aire y abrió lentamente los ojos un poco molesto

- ¿Qué rayos quieres, enano? – dijo sin alterarse… estaba muy sumido en sus pensamientos sobre Kagome y su reciente regreso a la aldea.

- Inuyasha… hay algo muy muy importante que debo consultarte – Shippo tenía una expresión muy seria y varias gotas de sudor resbalaban por su frente.

- Dilo de una vez, sabes que no soy paciente – contestó Inuyasha empezando a perder esa calma inusual.

- Yo… quiero saber… ¿Cómo se hacen los bebés?

Inuyasha lo dejó caer bruscamente sobre una rama y desencajó el rostro evidentemente enojado y empezó a gritar, como acostumbraba. Ese sí era su yo cotidiano.

- ¡Ay y por qué me preguntas eso a mí! – Inuyasha lo miró furioso esperando ahuyentarlo. La verdad es que no quería responder.

- Pero… - dijo Shippo por lo bajo, entonces lo miró furioso y también gritó - ¡Eres un tonto! ¡Vengo contigo porque te tengo confianza! ¡Y somos hombres! – la verdad es que el pequeño mononoke sentía respeto y admiración por Inuyasha aunque no se lo demostrara con facilidad.

Inuyasha quedó mudo unos instantes, las palabras del pequeño lo tomaron por sorpresa, así no podía quedarle mal.

- Pues… - dijo con determinación el hanyou – Los bebés nacen de la unión de una hembra y un macho…

Silencio… ambos se miraban a los ojos, inmóviles

- ¿Y qué más? – dijo el pequeño zorro, tratando de no presionar a su "maestro", aunque no sentía que le estuviera diciendo nada nuevo. Inuyasha por su parte comenzó a sentirse nervioso.

- Hembra y macho se casan ¡Eso es indispensable! – Inuyasha movía las manos con euforia, dándole más dramatismo a su "explicación". Hizo una pausa que pareció eterna y en la que de nuevo los dos quedaron como estatuas.

La verdad es que hasta ese momento se dio cuenta que no sabía muy bien la respuesta. Su madre murió cuando él era muy pequeño y hasta que conoció a Kikyo jamás fue un tema que le interesara en verdad. Aun así, con nadie lo había hablado concretamente y parecía que su sexualidad no fluía tan pervertidamente como para saber por instinto, o al menos no para explicarlo a un niño.

- ¡Y qué más, Inuyasha! – dijo Shippo comenzando a desesperarse. .

¿Dónde estaba Myoga cuándo lo necesitaba? pensó Inuyasha, que se había quedado congelado, con una cara de angustia y sudando frío. Quería seguir hablando pero más bien salía de su garganta un gruñir.

- grrrr… mmmmm… de la unión de humanos nacen humanos, de la unión de humano y demonio un hanyou y de demonio y demonio un demonio… - Inuyasha ya no sabía bien lo que decía.

Shippo no pudo más. Cruzó los brazos, cerró los ojos mientras fruncía el ceño y apretaba sus colmillos… entonces explotó.

- ¡Eres un verdadero tonto! ¡No sabes nadaaaaaa! Tendré que ir con Kagome para contarle tus vergüenzas y que ella me saqué de la duda… ¡TONTOOOOOOOOOO!

Inuyasha se quedó perplejo y no pudo reaccionar a tiempo para detener a Shippo, que en segundos lo aventajó.

Kagome se encontraba sola en la cabaña de la anciana Kaede. Al parecer todos tenían cosas que hacer y ella se ofreció a cuidar la aldea junto a Inuyasha y Shippo. Estaba tarareando una canción mientras acomodaba algunas hierbas de olores dulces.

Shippo entró a toda velocidad gritando su nombre y la chica lo miró a la expectativa, pero con calma. Ya sabía que Shippo actuaba casi siempre con exageración.

- ¡Kagome, Inuyasha es un tonto! ¡No dejes que me pegue antes de contarte lo tonto que es!

En ese momento Inuyasha entró a la cabaña maldiciendo al zorro. Kagome no dudó ni un segundo y calmada dijo:

- Abajo…

Inuyasha se estrelló violentamente contra la duela y Shippo aprovechó el momento para contar su historia antes que el hanyou se recuperara.

- Kagome, yo fui a hacerle una pregunta a Inuyasha porque confió en él pero olvidé que es un ignorante y no sabe nada, me tuvo ahí mucho tiempo escuchándolo decir puras tonterías y no entendí nada y no es justo y tú tienes que educar mejor ese perro y de paso a mí que soy tan solo un niño – Shippo hablaba muy rápido y se quedaba sin aliento.

Inuyasha se incorporó al fin y Shippo se escondió tras el hombro de la muchacha.

- ¡Por qué me dices tonto si tú tampoco sabes la respuesta! ¡Tú estás preguntando en primer lugar, zorro maldito! – Inuyasha sólo gritaba sin acercarse, le tenía miedo a Kagome y la facilidad con la que lo mandaba al piso si daba un paso en falso.

Kagome sólo los observaba. Era el pan de cada día, no podía sorprenderse más. Entonces dijo calmada (aunque ya estaba perdiendo su buen humor).

- ¡Silencio los dos! – dijo ella cerrando los ojos y ellos callaron al instante – A ver, Shippo ¿Cuál es tu pregunta?

- Yo quiero saber cómo se hacen los bebés – soltó Shippo sin más aunque se sonrojó un poco por su brusquedad. Estaba tan acelerado que olvidó que resultaba una pregunta algo incómoda para la mayoría de los adultos.

Kagome abrió los ojos como plato y se sonrojó mucho. Al verla, Inuyasha también se coloreo un poco.

- Es que… - dijo Shippo – Nadie quiere decirme y yo ya estoy creciendo. Sango y Miroku tienen 3 hijos… ¡Y la primera vez fueron dos! ¡Dos! ¿Cómo es eso posible? – dijo muy angustiado agarrándose la cabeza, como si estuviera a punto de volverse loco.

Kagome sintió ternura por él… pero entonces dio un respingo.

- Inuyasha… ¿es verdad? ¿no supiste responderle? ¿no lo sabes? – Parecía que lo preguntaba más para ella que para el hanyou. Ese asombro que creyó nunca llegaría le estaba cayendo como balde de agua fría.

Inuyasha lanzó su "Keh!" característico mientras se sonrojaba al tono de su haori y volteaba la vista. Él se sentía tan avergonzado que no podía pronunciar palabras. Kagome pensó que aquello era muy grave. En su época la educación sexual era común incluso en las primarias y aunque aún existieran tabús, en el Sengoku debía ser peor. Entonces una llama se encendió en sus ojos, cerró el puño a la altura de su pecho y decidió que ella sería la mejor maestra de educación sexual posible en esa aldea… sí. Estaba decidida, ella sería una revolucionaria, una futurista (obviamente) y le revelaría los misterios de la sexualidad a todos. Frunció el ceño y sonrió levemente.

Shippo se pusó esta vez a lado del hanyou. Ambos miraban a Kagome con esa aura de fuego a su alrededor y no supieron qué estaba pensando ¿acaso estaba furiosa por algo que dijeron o hicieron?

- ¡Muy bien! – Dijo Kagome con determinación mirándolos atentamente – Siéntense y pongan mucha atención. Yo les diré todo lo que quieran saber – ella dejó ver una amplia sonrisa y ambos muchachitos se sentaron de inmediato frente a ella poniendo cara de curiosos y atentos, como quien observa por primera vez como una oruga sale del capullo para volverse mariposa.