Disclaimer: Los personajes corresponden en derecho de propiedad a sus respectivos autores, esta historia es sin fines de lucro. Solo con el único fin de entretener a un público lector; de una fan para fans.


Quédate a jugar

FINAL

-6-

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De nuevo, la noche había caído. La oscuridad cubría todo el pueblo de Paleta, dejando a los pocos habitantes de este saber que era tiempo de descansar. Misty no sabía cómo detener el temblor que recorría cada una de sus extremidades, empezando por su pierna derecha la cual no dejaba de moverse de arriba abajo frenéticamente, seguido de sus manos las cuales comenzaban incluso a sudar. ¿Cómo era eso posible? ¡Sus manos jamás sudaban!

Prácticamente había sido la primera en subir al auto cuando Gary afirmó saber dónde podría encontrarse Aaron, no se detuvo ni siquiera a escuchar una explicación más profunda, a saber cómo el investigador, rival y mejor amigo de su esposo, había llegado a tal conclusión. No le importaba, ella solo quería encontrar a su pequeño hijo, estrecharlo entre sus brazos y comenzar a olvidar esos horribles días; y no dejaría que volvieran a apartarla de algo que involucrara directamente a sus hijos. La pelirroja se sobresaltó al sentir un roce áspero sobre las manos que nerviosamente jugaban entre sí manteniéndose juntas, pero que rápidamente se vieron separadas por una intrusa más grande. Ash entrelazó con firmeza su mano con la de ella, sin preguntar; su extremidad simplemente recorrió el camino tan conocido hacía donde sabía era su lugar. Misty volteo a ver los ojos chocolate de su esposo mientras sentía como este solo afianzaba más su agarre, sin decirle una sola palabra, ella aspiró profundamente y correspondió el gesto. Lo necesitaba, necesitaba saber que él estaba ahí, con ella, y Ash de la nada se lo había demostrado con un solo gesto y como al inicio, desde siempre, desde el día en que se conocieron; se apoyaron el uno con el otro.

En cuanto aquellas palabras habían salido de su boca, Gary cayó en cuenta de la importancia de estas, así que llamando inmediatamente a Jenny, confesó rápidamente y sin pausas la conclusión a la que había llegado. Pero, para la oficial no era suficiente prueba, es decir el mismo Oak lo sabía, caía en la cuenta de que si todo aquello de verdad encajaba significaría que un pokémon era el culpable, ¿Cómo diablos se podía explicar algo como eso? Pero las pruebas estaban, y todas indicaban el camino a seguir. La oficial se negó siquiera a creer en aquella barbaridad que el investigador le contaba, pero decidió ofrecerle el beneficio de la duda, porque, si era verdad, entonces no solo Aaron, sino también los demás niños se encontrarían ahí. Fue por eso que Jenny decidió ir sola, no sin antes asegurarse de que el patrullaje continuara, no iba a dejar que una sospecha, que podría ser completamente errónea, desembocara en una desaparición más.

El castaño se encontraba entonces ahí, como conductor, con Jenny a su lado y Misty y Ash, junto con su inseparable Pikachu; en la parte trasera, en silencio, pero al mirar por el retrovisor pudo ver las manos, de la pareja; entrelazadas, manteniéndose separados, tanto como el

contacto se los permitían. A veces, a pesar del tiempo podían seguir pareciendo un par de niños que no querían demostrar lo que sentían. Sonrió para sí mismo, a pesar de todo, ese par jamás se separaría. Lo sabía.

Solo ellos habían emprendido el viaje, Brock y Tracey decidieron quedarse acompañando a Samuel, con la promesa de que cuidarían a Ashley con sus vidas, además de Delia quién se encontraba con ella en la habitación. Así que ahora, en silencio, una vez más se hallaban viajando por las carreteras de Kanto para llegar a la periferia norte de Celeste.

Ash no supo en qué momento se habían adentrado por el Bosque Verde, pero ahora observaba cada sombra en la penumbra de la noche, su paranoia le hacía buscar entre la maleza oscura algún indicio de que no había nada ahí, acechándolos. Estuvo alerta todo el camino, solo observando por la ventana del coche gris de Gary, con el vidrio abajo para su mejor visibilidad. Pero no notó nada extraño, el ruido del ecosistema nocturno estaba intacto, cada trinar y cada chillido tan natural de una noche de verano, esto lo hizo tranquilizarse. Realmente no habría sabido qué hacer si sus castaños ojos se hubiesen cruzado con el pokémon, menos ahora que sabía que no era una alucinación suya, sino que Hypno podría ser el causante de esas horas de angustia que había estado viviendo, y que aún estaba pasando. De alguna forma creía en las sospechas de Gary. Y es que no era para nadie un secreto que su amigo de la infancia siempre había sido más perspicaz que él en todos los sentidos desde siempre; era por eso que la carrera de investigador le quedaba como anillo al dedo, por esa razón es que Oak era tan bueno en su trabajo. Así que en realidad no se sorprendió bastante cuando el castaño logró unir todas las pistas que tenía en aquella conclusión. Es decir, a Ketchum jamás se le habría ocurrido culpar a un pokémon, él como entrenador, y Maestro Pokémon simplemente no podría culpar a estos seres de nada, porque al final del día, a pesar de lo poderosas que aquellas criaturas podían ser, no conocían la maldad, los pokémon actuaban en consecuencia de la orden de su entrenador… ¿Ó no? Al menos, eso es lo que creyó toda su vida.

— Entonces ¿Crees que mi Oshawott fue quien rompió el muro? — Rompió el silencio del coche en el que viajaban, llamando la atención de las personas que viajaban con él. El investigador simplemente subió la mirada al retrovisor para así poder observar a su pelinegro amigo por el espejo, sabía perfectamente que la pregunta era dirigida a él. Pero inmediatamente volvió a posar su verde mirada al frente, mientras giraba el volante hacía la derecha, comenzando a transitar así por la pavimentada autopista que los llevaría directo hacía Ciudad Celeste.

— Puede ser —, contestó cuando pudo ver el camino recto al frente, el cual solo era iluminado por los faros altos del coche. — Quiero que comprendas que esto es mera sospecha. A Oshawott lo encontraste afuera de la reserva, y fue quién te llevó hasta Ashley. En este momento es un poco imposible que tu pokémon nos cuente su versión de las cosas.

Ash no dijo nada más, comprendiendo las palabras que Gary le decía. En conclusión, estaban aplicando el derecho de ser inocente hasta que se demostrase lo contrario.

— Sin embargo… —, habló de nuevo el ojiverde, sin quitar su mirada del camino. — Si confirmamos que mi conclusión es correcta, y el Hypno tiene bastante o todo que ver, entonces…

— Existe una alta probabilidad que haya sido Oshawott el causante del hoyo por donde Ashley y Aaron salieron —. Completó el entrenador las palabras de su amigo, mientras acariciaba con su mano libre la cabeza de Pikachu, el cual estaba sentado sobre sus piernas. Vio a Gary asentir. El entrenador tragó la saliva que se había acumulado en su boca, no sabía cómo sentirse al respecto y no iba a culpar de ninguna forma a su pokémon, no podía sentirse traicionado porque estaba seguro que no era culpa su tipo acuático; si el pokémon psíquico estaba detrás de todo eso, era bastante obvio que había utilizado hipnosis sobre la nutria. Pero aun así saber que fue un pokémon suyo el que colaboro, sin saber, en la desaparición de sus hijos, le dolía, porque entonces eso significaba que a pesar de lo fieles que sus amigos fuesen, estos no podrían hacer nada contra una hipnosis que los obligara a hacerle daño a su propio entrenador. Sintió entonces como Misty presionaba su mano contra la suya, afianzando su agarre; Ash volteo hacía ella y mirándola asintió, en silencio.

Al final, fue un viaje largo, de unas 4 horas, debido a que tuvieron que cruzar la ciudad entera para llegar a la Cueva Desconocida. Al bajar del coche Jenny le entregó a cada uno una lámpara, que debido a la oscuridad de la noche les serian de utilidad. Caminaron el sendero restante, el cual los llevaría al puente que cruzaba el entronque del estrecho río de agua dulce que desembocaba en el amplio mar de arena fina que rodeaba la ciudad.

Al llegar solo notaron negrura. Con el sonido de las olas del mar alejadas, se detuvieron frente a la entrada; podían ver una irregular mancha sobre la rocosa superficie, solo una tenue luz de luna que lograba alumbrar débilmente el terroso umbral era lo que le daba forma, sin embargo, parecía que la luminosidad terminaba siendo tragada por la cueva, cual monstruo al engullir a sus víctimas. Se miraron entre sí para después cada quién encender las lámparas de mano que traían consigo.

Gary tomó una de las mini pokébolas que se sostenían de la parte izquierda de su cinturón, y al presionar el botón central, lo cual hizo que la esfera creciera ocupando una gran extensión de su mano; llamó a Umbreon.

— Usa Destello — Ordenó de inmediato, este así lo hizo. — Iras al frente, acompañando a Jenny —, habló de nuevo para después ver como su pokémon asentía.

Sin pensarlo más comenzaron su camino hacia el interior de la cueva. Con Gary decidiendo ir al final, detrás de Misty. Cuidando las espaldas de todos; listos para utilizar a cualquier pokémon de su equipo de seis, que cada uno había tomado justo antes de salir. Ninguno de ellos estaba en la disposición de vacilar.

El eco de sus pasos era lo único que escucharon, junto con el gotear constante del agua que se filtraba por alguna parte. Caminaron bastante, dando vueltas cada cierto tiempo, siguiendo un camino único y estrecho. A estas alturas se daban cuenta que sería un poco complejo regresar, sin embargo, no tenían planeado darse por vencidos, llegarían al fondo de la cueva de ser necesario.

Ash caminaba frente a Misty, el camino no dejaba de ser angosto lo cual evitaba poder ir uno a lado del otro. Para la pelirroja ya resultaba bastante inquietante el estar caminando de esa forma, por su mente pasaban todas las probabilidades de que si algo pudiese suceder, no habría forma en la que podrían huir satisfactoriamente. Había sido por eso que su esposo había decidido ir frente a ella, cuidándola. Sabían el lugar podría estar escondiendo cualquier cosa; pero, caminar era lo único que podían hacer, y eso fue justamente lo que hicieron, hasta que Jenny de pronto se detuvo ocasionando de esa manera que las personas tras ella también lo hicieran.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Gary al notar que ya nadie caminaba, Umbreon regresó un par de pasos al notar la voz de su entrenador, posicionándose lo más cerca de la oficial que pudo, la cual se había volteado para encarar a sus compañeros, en consecuencia, el pokémon, alumbró el rostro de Ash junto con el desconcertado de Misty y el serio de Gary.

— Es suficiente. Gary, no hay nada aquí —, soltó de inmediato causando que el castaño le devolviera una mirada llena de seriedad. No planeaba rendirse, mucho menos ahora que habían recorrido más de la mitad del camino. El investigador estaba dispuesto a inspeccionar esa cueva así le tomara toda la noche, encontraría a Aaron. Eso era lo único en lo que pensaba, y eso sería lo único que haría.

— Si quieres regresar, hazlo —. Interrumpió Misty esta vez, con un tono urgente, soltando la mano de Ash, de la cual de había mantenido agarrada, de nuevo, desde algún punto en la travesía. Mirando con seriedad, a la oficial. No planeo irme de aquí hasta estar completamente segura de que Aaron no podría estar en esta maldita cueva.

— Nosotros seguiremos adelante — Prosiguió Ash, el cual no se movió de su posición, sin embargo, su voz profunda y seria no le permitían duda alguna a Jenny de que no cambiaría de opinión, ninguno de ellos lo haría.

— Oigan… —, suspiró, yo sé, que tienen bastante esperanza en esto, ¡Pero, miren! — Levantó ambos brazos en un ademan con el cual quiso hacer énfasis en lo que estaba diciendo. — Son las dos de la madrugada y no hemos encontrado, literalmente, nada —. Sentenció —, solo un montón de rocas y humedad.

— Exacto — le dio la razón Gary, lo cual la sorprendió, Misty y Ash solo los observaron en silencio. — ¿No te has puesto a pensar que eso de por sí, ya es extraño?

— ¿De qué hablas? — Quiso saber de inmediato la peliazul, confundida y cansada.

— Oh, vamos. ¿Es en serio? — Jenny identificó en la voz del entrenador un tono sarcástico, lo cual la molesto, en ese punto notó como el hombre cruzaba sus brazos por sobre su pecho. — Generalmente estas cuevas están llenas de Zubat, los cuales no te dejan el camino libre... Es decir, para cruzar con tranquilidad casi siempre necesitas usar al menos dos repelentes, sin embargo no lo hemos hecho y aun así ningún pokémon se ha aparecido.

— Eso sin mencionar que este lugar debería estar repleto de Drowzee — Secundó de nuevo la pelirroja.

Entonces Jenny comprendió su punto, y les dio la razón. Ese lugar debería estar llenó de pokémon, los cuales ya deberían haber atacado. Sin embargo estaban ahí, solo en medio de un camino rocoso, estrecho, sin nada más que un Umbreon alumbrando al frente, donde parecía no haber fin, ni salida. Solo ellos cuatro y el sonido de las gotas al caer y el frio que la hacía tiritar debido al viento que se colaba. — Momento…

—… ¿De dónde viene ese viento? — Preguntó sorprendiéndolos a todos. Entonces los vio buscar con la mirada por todos lados — al frente —, respondió a su propia pregunta, para después comenzar a caminar.

Si una palabra más los tres adultos restantes comenzaron a seguir los pasos de la oficial hacia el frente con más prisa, poco a poco, cuando pudieron darse cuenta ya estaban corriendo. Su carrera terminó cuando llegaron a un pasillo ancho con al menos cinco túneles rodeándolos. Bien, ahora la pregunta era, ¿Por dónde debían dirigirse?

Ash entonces sin previo aviso tomó el tercer, de las seis pokábolas que cargaba consigo y de ella un halo de luz blanca hizo aparecer a su pequeño Noibat, procedente de su viaje por Kalos.

— Usa supersónico —. Ordenó y el tipo volador se levantó frente a todos los presentes comenzando a emitir sus ondas. No tardó ni dos segundos cuando regresando a los brazos de su entrenador le indico con sus alas el camino por dos de los túneles. — Gracias Noibat — acarició la cabeza de su pokémon para después regresarlo a su pokébola, rodeándolo con la rojiza luz.

— Bien, iré con Jenny por la derecha —, dijo Gary mientras veía a Ash regresando la pequeña esfera en su posición sostenido por el cinturón del entrenador. Y señalando la cueva a su izquierda observó la mirada aprobatoria de Jenny ante sus palabras. — Si algo pasa, llamen por aquí… — La peliazul sacó del bolso blanco, que cruzaba por su torso y caía a su cadera por su costado derecho; un pequeño aparato, rectangular con una corta antena y un botón ancho en una de sus laterales. — Debido al lugar, los pokégear no nos son de utilidad. Así que estos no deberían de causarnos problemas de…

Sin embargo, antes de que Jenny pudiera siquiera depositar en la mano de Misty el aparato, notaron como Pikachu bajó de un salto del hombro de su entrenador, en el que se había mantenido todo el camino dentro de la cueva; y se posicionaba frente al pasaje por el que Ash y Misty entrarían eventualmente.

— ¿Pikachu? — Fueron las palabras de desconcierto del campeón. Sin embargo rápidamente Umbreon siguió los pasos que el ratón había hecho, y parándose a su lado, sus orejas también se notaban alerta. Ambos pokémon percibían algún sonido que ellos no podían escuchar, y sin previo aviso, comenzaron a correr, adentrándose en la oscuridad. Sorprendidos por el reaccionar de sus amigos, Ash tomando la mano de Misty con firmeza, y Gary, seguido de Jenny, iniciaron su persecución intentando alcanzar a ambos pokémon.

Corrieron por un tramo, que comenzaba a parecerles largo… pero, al detenerse un instante para recuperar el aliento e intentar observar el camino por el que Pikachu y Umbreon habían corrido, lo escucharon. Sus oídos por fin percibieron el sonido que sus pokémon seguían.

¿Qué era eso?

Ya no era solo el eco de las gotas al caer, ni el de sus pasos al pisar el terroso suelo, ni siquiera el sonido de sus respiraciones al intentar llenar de oxigeno sus agitados pulmones. No, lo que escuchaban era algo parecido a quejidos agudos… tal vez sollozos.

Sollozos que cada vez se hacían más, y más fuertes.

Y cuando por fin pudieron llegar a la luz de lo que parecía ser la salida de aquel túnel, con el halo filtrante de la luna debido a un techo destrozado; no pudieron creer lo que estaban viendo. Se olvidaron de su respiración agitada, del cansancio que los invadía, recordándoles lo humanos que eran. Y de algo estaban seguros. Nunca olvidarían lo que tenían al frente.

— ¡Aaron! — Gritó aterrada Misty soltando la mano de su marido en cuanto sintió como este había aflojado su agarre, corrió al frente; cuando reconoció a su hijo recargado sobre una de las rocas, dormido. Lo vio tan frágil que ya no notó lo que había a su alrededor. Llevando sus manos a su boca cuando al poder observar a detalle vio como, lo que parecía una tela; rodeaba la boca de su pequeño amordazada; y las lágrimas comenzaron a llenarse por sus pupilas celestes la cuales no tardaron en derramarse por sus mejillas, sin poder detenerlas. Viendo el pequeño cuerpo de su hijo húmedo y sucio, con su cabello alborotado y su ropa hecha prácticamente jirones. — Aaron — repitió, con una voz aguda, debido a las lágrimas y al nudo en su garganta. Pero, una mano se posó sobre su hombro, apartándola bruscamente y haciéndola girar, y sin darse cuenta se vio abrazada con fuerza.

— Ash, déjame… ¿Qué haces? ¡Aaron me necesita! — Comenzó a forcejear, pero este simplemente no cedía en su agarre.

El día en que Jenny había comenzado con sus labores como oficial de policía, recién salida de la academia, pensó que solo tendría que lidiar con alguna persona que quisiese pasarse de lista, ya fuera estafando a las personas o tomando cosas que no le pertenecían, para ella; la vida en Kanto era muy tranquila. Sin embargo toda esa ilusión terminó, cuando comenzó a verse involucrada en casos donde los responsables eran grandes organizaciones. Se había dado cuenta que existían bastantes individuos peligrosos que acechaban la seguridad de los ciudadanos, y que su trabajo significaba todavía más al percatarse de la clase de cosas que estos tipos podían ocasionar con tal de hacer realidad cualquier meta o idea torcida que estos quisieran hacer realidad. Para la oficial, la desaparición de personas, en el bajo mundo era cosa de prácticamente todos los días, se había acostumbrado; así que cuando el caso de los niños llegó a sus manos pasó días intentando relacionar a los niños entre sí. ¿Por qué te llevarías a un montón de infantes? Casi siempre el asunto era con adultos, no con niños. Y en todo ese tiempo jamás imagino encontrarlos de esa manera.

Ahí, frente a ella no solo estaba Aaron. Estaba cada uno de los niños desaparecidos, desde el primero hasta el último. Y suspiró aliviada por un instante, sí, lo hizo, pero inmediatamente el horror regresó hasta ella, porque no era solo que hubiesen aparecido en una cueva aislada, en sus profundidades; sino el estado en el que se encontraban.

Pasó su mirada por cada uno. Recostados sobre las rocas, o entre ellos mismos, algunos de ellos jadeando, intentando removerse pero viéndose impedidos debido a las cuerdas que los sujetaban; con sus ropas sucias y rasgadas. El cabello revuelto y húmedo, con gotas escurriendo por sus tersos rostros, sin embargo, eso no era lo que llamaba su atención; observando con más atención pudo notar, brazos y piernas expuestas… llenas de moretones, no tenía que pensar mucho para darse cuenta que estas habían sido producto de golpes; además de raspones y rastros de sangre seca.

— ¡Ash, suéltame!

El gritó de la pelirroja hizo que la oficial regresara su atención a los compañeros, que había olvidado por unos segundos, y observando a la pareja volvió a escuchar los quejidos que daba Misty, miró extrañada al entrenador, pero este al no moverse ni un milímetro, mucho menos soltar a su esposa, un poco confundida buscó en cambio al investigador, quién debería estar al lado suyo y cuando lo encontró, lo notó observar hacia un punto, más allá de lo que ella ya había estado mirando. Lo siguió, y encontró, al fondo, el amarillento pelaje de un ser, el cual intentaba pararse sosteniéndose de la pared rocosa.

— Misty… — Llamó a la líder de gimnasio con prudencía, esta se calmó entonces y volteando, lo poco que el cuerpo de Ash se lo permitía; se percató de la mirada cautelosa que esta le dirigía. Su esposo, al verla quieta, aflojó un poco su agarre, permitiendo de esa forma que la ojiceleste pudiera voltear y ver al frente. Entonces lo vio, observó lo que al parecer todos miraban con sigilo. Un Hypno titubeante, que apenas si podía mantenerse de pie, sin fuerza. Con una melena blanca llena de manchas secas color cobrizo, otras tantas rojas. Cómo reconocerlo sin su sonrisa afable, sin su pose encorvada y confiada; en toda su vida como profesionistas dedicados a los pokémon; ninguno de ellos había visto a un Hypno que no podía siquiera poner al frente suyo el péndulo que jamás soltaba.

— ¡Pika pi! — El gritó de Pikachu alertó a las personas y rápidamente su mirada dejó de posarse en el pokémon al frente suyo. Y seguido del gruñido y del pelaje erizado de Umbreon pudieron notar una forma más al fondo. Escondiéndose entre las sombras. Misty en ese momento tomó rápidamente la linterna que aun sostenía encendida en su mano derecha apuntándolo sin aviso hacía aquella sombra. A diferencia de sus rostros serios. Una sonrisa fue lo que la luz blanca de la lámpara les reveló. La sonrisa de una persona. Un hombre.

— ¡Impactrueno!

— ¡Gas venenoso! — Se escuchó la voz de Ash, al tiempo que una voz gruesa ordenaba un ataque al Hypno, el cual seguía intentando sostenerse en pie. El rayo que el ratón eléctrico soltó, pegó contra las rocas que conformaban la pared. No alcanzaron al hombre de las sombras y poco tiempo les dio para poder reaccionar y poder siquiera seguirlos. Un gas verdoso comenzaba a producirse debido al Hypno que había ejecutado su ataque.

— ¡Oficial Jenny de Ciudad Verde a comisaria de Ciudad Celeste! — La voz de la peliazul irrumpió el segundo siguiente al choque del impactrueno contra las rocas.

— ¡Fearow usa remolino! — Gritó al mismo tiempo Gary, mientras lanzaba su pokébola al aire, emergiendo de ella el gran ave acatando inmediatamente la orden de su entrenador.

— ¡Necesito refuerzos alrededor de la Cueva Desconocida! ¡AHORA! — Jalando fuertemente el transmisor que se encontraba por encima de su pecho, del cual recibió inmediatamente un entendido.

El verdusco humo había sido disipado a tiempo, antes de que pudiese siquiera alcanzar y dañar a los niños que se encontraban a pocos pasos del pokémon que lo había ocasionado. Cuando el Remolino se disipo, el silencio expectante se hizo presente de nuevo, al notar como el pokémon psíquico ahora se encontraba en el suelo, sin moverse. Ambos hombres se miraron, y comenzaron a avanzar mientras Jenny sacaba su arma acercándose al lugar por dónde aquel hombre había estado, y apuntando con el arma y lámpara en mano, notó roca pura y solida.

Había escapado.

Al asegurarse, la oficial se acercó hasta Misty la cual yacía de nuevo junto a su hijo.

Cuando Ash y Gary llegaron dónde el Hypno, con sus propios pokémon al frente notaron la nula reacción del ser, solo estaba ahí sin hacer nada. Gary se agachó, entonces custodiado muy de cerca de su Umbreon; acercó su mano hasta la amarillosa nariz. No percibió ninguna exhalación. Observó entonces al entrenador, el cual rápidamente siguió los pasos del investigador, y en cambio tomó al tipo psíquico por los hombros, acomodándolo sobre la pared para que Gary pudiera buscar sus signos vitales.

Sin resultados. Ese Hypno ya no estaba vivo.

El frío del intenso invierno que había azotado a la región ese año, comenzaba a disiparse, y el sol comenzaba a calentar un poco más cada día. Ash Ketchum se encontraba en la estación de trenes en Ciudad Trigal, esperando la salida del que lo llevaría a Ciudad Azafrán en Kanto. Con un pesado abrigo negro sobre su cuerpo, intentando proporcionarle calor a su cuerpo, tomaba un humeante chocolate que recién había comprado en una de los establecimientos fuera de la estación. Suspiró, mientras se recargaba en el duro asiento en el que se encontraba; y veía su aliento debido al frio ambiente. Tomó su pokégear para observar la hora: 8:48 am, su boleto marcaba las 9:15 am; así que su transporte no tardaría en llegar. Dio un nuevo un sorbo a la caliente bebida. Aun con el aparato en mano, lo sintió vibrar.

Mensaje Nuevo. Leyó y utilizando solo su dedo pulgar, deslizó sobre la pantalla touch la interfaz para poder leer el mensaje recibido. Cuando por fin pudo leerlo,
una pequeña sonrisa acompañado de un leve suspiró fue su reacción.

"No te preocupes por nosotros. Recuerda que Brock se quedara hasta que regreses de tus deberes con Lance. Te amamos" — Fue lo que sus ojos leyeron, y como archivo adjunto pudo observar una foto, en donde se encontraba la pelirroja abrazada de sus dos pequeños, en el cual la niña sonreía mientras el varón miraba seriamente hacia la cámara, con un gesto ausente.

Suspiró de nuevo. Ya habían pasado siete meses desde el peor fin de semana de su vida. Aquel, dónde sus hijos habían desaparecido provocándole a Misty y a él, el peor estrés de sus vidas. Sin embargo, ahora, intentaban hacer una vida en Johto, los cuatro juntos, olvidando poco a poco aquel incidente.

Después de que salieron de la Cueva Desconocida un escuadrón de la policía de Celeste es lo que los esperaba en la entrada. Debido a todos los acontecimientos esa noche debieron quedarse en Ciudad Celeste, dónde Jenny se mantuvo al tanto de los diez niños, a los cuales internaron en el Hospital General de Celeste. Cuando Aaron despertó, sus padres fueron los primeros en aliviarse, sin embargo, lo encontraron ausente, y mudo, lo cual ocasiono la preocupación de los adultos. Entonces, debido a los constantes informes que oficial solicitaba, Aaron fue sometido a una serie de estudios, además de un chequeo general. Tiempo que Misty aprovechó para regresar a Paleta, acompañada de la oficial Jenny, para poder llevar a Ashley dónde su esposo; y así ya no quitarle la vista a ninguno de los dos.

Fue, cuando los resultados llegaron, que Gary afirmó la sospecha que tuvo en cuanto dio su primera mirada a los niños en la cueva. No solo habían sido maltratados, con fuerza; ocasionando fuertes contusiones en sus extremidades. Algunos de ellos, tenían marcados en un color negrusco los dedos de lo que debió haber sido consecuencia de un fuerte agarre a sus delgados brazos y piernas. En cada uno de ellos se había encontrado rastros de líquido seminal en mayor o menor cantidad. Cada uno, sin excepción.

Cuando Misty, llegó y se le comunicó la noticia, lloró desconsolada, llena de coraje al no haber podido impedir que semejante atrocidad le pasara a su pequeño niño. Y debido a esos resultados, decidieron que Ashley, de quién la fiebre ya había desaparecido; también se realizará aquellas pruebas. Y a diferencia de todos los demás, ella solo poseía golpes, en menor grado. Nada más.

Después de eso, Aaron comenzó a dormir demasiado, así que no lo dieron de alta tan rápido. Para el tercer día en los que apenas si se mantenía consiente un par de horas; por fin despertó,

¿Qué pasó? — preguntó inocentemente mientras observaba a sus padres, que al verlo despertar, rápidamente se acercaron hasta él. — ¿Dónde estamos?

Amor… — Comenzó Misty mientras le sonreía con cariño intentando de nuevo contener las lágrimas. — Estamos en el hospital.

¿Me pasó algo? — Volvió a preguntar, esta vez con una mirada llena de curiosidad, lo cual alivió a Ash por un segundo. Aún no se sentía preparado para afrontar las explicaciones que debería de darle a su hijo si comenzaba a preguntar específicamente sobre lo que había pasado.

Todo está bien, solo… tuviste un pequeño accidente —. Contestó el pelinegro intentando con eso, satisfacer momentáneamente la curiosidad de su vástago.

El medico les había dicho entonces, que debido al fuerte trauma que la situación pudo haberle causado, el hipocampo, la parte de su cerebro que se encarga de la memoria; había bloqueado aquellos recuerdos temporalmente, y que si así se deseaba podrían mantenerse guardados por mucho tiempo. Sin embargo debido a que las experiencias vividas a temprana edad influyen fuertemente a la personalidad adulta de una persona, deberían considerar el tratamiento psicológico para el caso.

Había sido por esta razón por la que habían decidido mudarse a Johto. El médico les había recomendado un psicólogo especialista para ambos niños, el cual se encontraba en Ciudad Trigal; ya que, a pesar de que Ashley no sufrió abuso, las pesadillas seguían acechándola, cada noche de los primeros dos meses. Cosa que ahora, después de siete meses se había visto notalmente mermado.

La policía de Celeste había revisado la Cueva Desconocida por todos los rincones que esta poseía, incluido los alrededores, pero no había encontrado pistas que los llevase con el sospechoso. Porque ahora lo sabían, el culpable había sido un hombre. Sin embargo, no había rastro de él. En cambio, la autopsia que ambos investigadores Oak realizaron sobre el Hypno que pereció ese día dentro de la cueva, les arrojó que efectivamente había sido entrenado; sin embargo, poseía maltratos en su cuerpo y estructura ósea que iban más allá de las ocasionadas por una simple batalla pokémon. Y justamente habían sido, un maltrato reciente la causa de muerte. Fuertes golpes en su cabeza, que le ocasionaron profundas heridas que disminuyeron su actividad cerebral. Y al no poder moverse a gran velocidad y verse obligado a acatar la orden de su entrenador, su propio Gas Venenoso fue el que le ocasiono la muerte.

Misty se alteró bastante al saber aquello, porque a pesar de todo el pokémon no merecía haber perecido de esa manera tan horrible.

Puedo decirte que, las personas que suelen tener este tipo de tendencias, inician sus ataques a seres que no pueden defenderse, en este caso un pokémon por su entrenador—, le explicó Jenny al ver la reacción de incomprensión en el rostro de los presentes, — generalmente solo se conoce la faceta buena de las personas que entrenan a un pokémon. Tú lo sabes Ash, has viajado por muchas regiones; sabes que no todos los entrenadores son personas que aman a estos seres, para muchos solo son herramientas —. Prosiguió, mirando al entrenador para después observar a la pelirroja. — Con los datos que tenemos se ha concluido que es 90% seguro que el hombre posea alguna patología. Y debido a la constante en los niños, un trauma en su núcleo familiar es lo que pudo haber ocasionado la persona que es ahora…

Por otro lado, tanto la Liga como Lance le habían concedido un traspaso de labores como líder de gimnasio a Lily, para que de esa forma, Misty pudiese ausentarse del gimnasio y dedicar el tiempo requerido al tratamiento de sus hijos. El problema, era que Ash, al ser el campeón de la Liga no podía ausentarse por mucho tiempo, así que se veía obligado a viajar de regreso a Kanto y permanecer algunos días ahí, responsabilizándose de su trabajo como Maestro Pokémon. Sin embargo, Lance solía zafarlo de algunas obligaciones no tan necesarias, comprendiendo la situación del entrenador y lo que pudo haberse evitado, de haberlo hablado antes. De alguna forma el pelirrojo hombre sentía cierta responsabilidad con Ketchum.

9:10 am, marcaba su pokégear. Ash pudo ver entonces el tren que llegaba estacionándose en el andén. Poniéndose de pie dispuesto para ingresar al vagón del tren que le correspondía, comenzó a caminar.

Una vez que se acomodó, las puertas no tardaron en cerrarse, llevándolo de regresó a Kanto.

Brock había estado escuchando a Ashley tararearle una canción a su hermano, mientras este se encontraba acostado sobre sus piernas, y el criador los cuidaba de reojo mientras revisaba al Marril de Misty.

La pequeña niña había comenzado a tararear aquella canción un par de meses después de lo sucedido, lo cual llamó la atención de sus padres ya que ninguno reconocía la melodía. Cuándo le preguntaron a Ashley el origen de aquella tonada, esta simplemente no les había sabido responder.

Solo es un tono que tengo en la cabeza, no sé donde lo escuché — Dijo, pero al darse cuenta que con aquella tonada ayudaba a que Aaron durmiera las noches que tenía pesadillas, la habían dejado seguir tarareándola. A Brock, específicamente, le parecía extraño, por la calma que le generaba a Aaron, sin embargo, al igual que Ash y Misty, decidió no darle importancia a una canción que la niña pudo haber escuchado en cualquier lado…

Cuando Ash bajó por fin del tren se vio atrapado en la multitud que la gente provocó al bajar todos al mismo tiempo. Un poco fastidiado se vio obligado a dejarse empujar por las personas; eso era más fácil que oponer resistencia al mar de gente. Pero, algo llamó fuertemente su atención, escuchó una tonadita, cerca de él. Un silbido que lo hizo buscar rápidamente entre el gentío.

Comenzó entonces a voltear hacia todos lados, en busca de la persona que pudiera estar entonando aquella melodía, pero no halló nada. Solo personas yendo y viniendo, y de pronto… ya no escucho ninguna melodía. Solo los murmullos de la gente al pasar empujándolo para que avanzara. Ash, desconcertado dio una última mirada a su alrededor, y sin ver algo en particular, continuó con su camino.

Ese día era brillante en Ciudad Mistralton, al Oeste de Teselia. Era un día perfecto en donde Iris esperaba en el Centro Pokémon a Cilan. Se habían quedado de ver, después de enterarse que ambos habían decidido regresar a su región natal.

La morena esperaba sentada mientras jugaba con su Gible, y esperaba a que la enfermera Joy trajera de nuevo sus pokébolas junto con su Axew. Con la gran pantalla del centro al frente suyo, escuchaba las noticias del clima para la semana en la región.

¡Bonjour! Querida mía, cuanto tiempo sin verte. Si ya hasta creciste —. Escuchó la pelimorada a sus espaldas, justo cuando prestaba atención al noticiero que anunciaba unas fuertes lluvias en la aldea de los dragones, los siguientes días.

— Y tú sigues igual —. Contestó cuando ya se había puesto de pie, y lo observaba con su mismo traje y su mismo peinado. ¿Cómo te fue a ti en Kanto? Después viajaste a Sinnoh, ¿Verdad? ¿Vienes de allá o visitaste alguna otra región?

¡Fantastique! Volvió a contestar con su característica alegría, el ex líder de gimnasio. Haciendo notar que su exquisito vocabulario de conocedor pokémon no había desaparecido ni un poco.

— Bueno, deja tus palabras extravagantes y cuéntame… Y sin más lo jaló hacía una de las mesas que se encontraban en la terraza del Centro, mientras la revisión de sus pokémon terminaba…

En otras noticias: Richard y Matt han sido reportados como desaparecidos, ambos niños poseen la edad d años respectivamente. A mi derecha se encuentran sus fotos. Si los ven, favor de reportar a la oficial Jenny de su ciudad…

… Con la gran pantalla, ahora, a sus espaldas; en la cual aún se transmitían las noticias locales. Iris y Cilan se contaban las grandes aventuras que pasaron mientras viajaban y crecían como entrenadores.

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"…Nuestros niños corren muchos riesgos en este mundo. Nunca podremos protegerlos de todo." – American Horror Story Hotel.


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Hey!

Pues... llegamos al final. (¡por fin!), y con eso quiero darle las gracias las personitas que se tomaron el tiempo de leer esta extraña historia basada en una creepy, la más conocida en el mundo Pokémon que es la del Hypno pedófilo :v jajaja hubo muchas formas en las que pude haber manejado la historia, sin embargo creo que no hay mejor miedo (o peor) que la que se da a base de la cotidianidad, o sea, esas que le pueden pasar a cualquiera, just because. Ese, señores, ese es el peor terror de la vida.

Intenté de todas las formas no morbosear con el asunto, porque vamos son niños y es un tema delicado, ya saben, es más tolerable poner kilos y kilos de gore que algo como esto. Por eso mismo no me permití ahondar en qué pasó específicamente, ¿qué les hizo?... bueno, eso queda a criterio de cada quien.

La frase del final, como cité, la tomé de AHSH, el cual pueden encontrar en el segundo capítulo, y lo tomé porque creo que demuestra específicamente mi punto, Incluso con lo maravilloso que sería que los pokémon existiesen, bueno... trayendolo a nuestra realidad... sinceramente; y me duele mucho decirlo, no creo que fuese muy buena idea, es mala en serio, en muchos aspectos. Y aunque podemos disfrutar de ellos gracias a los juegos, anime, manga y todo el marchadising que hay, creo que es un detalle bonito, de repente hacerlo un poco más real, ya saben para los fans adultos que a veces nos cansamos del género TAN kodomo que suele manejar. Además que Octubre fue un muy buen pretexto -Que lo terminé el 3 de noviembre, no importa, si esta publicado antes de que uds comiencen su día de 3 de Nov entonces no cuenta como retraso(?)- xD

De nuevo, y por última vez en este fic le dedico su espacio a mi beta LAuriel por que si ella no hubiese revisado mis escritos esto no habría quedado así... créanme, pudo ser peor y de la mala manera(?) XD asi que... mi amor eterno a ella, ámenla como yo la amo(?)

ajajjaja, me parece que eso es todo. Si poseen alguna critica, comentario, o insatisfacción con la historia que quisieran compartir, saben como pueden hacerlo. Siempre me tomó el tiempo de contestar a sus reviews, los cuales me alegran el día.

Y bueno, espero leerlos pronto.

Se pide una disculpa por la cualquier cacografía, error de redacción o coherencia que se pudiese haber leído a lo largo del fic.

Gracias por leer.