ADULTERIO
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-¿Entiendes que esto no puede seguir? No puedo engañar a mi marido, no puedo hacerlo más - Mito se puso lentamente su camisa, abrochando cada vez más despacio los botones como si perdiera energía lentamente con cada acción. Madara miraba todos sus movimientos y su ansia iba in crescendo. Él le tocó de forma casual un cabello, rozando la nuca de ella.
La pelirroja se volvió, esparciendo su melena, estirando hacia atrás el cuello para que aquel hombre continuase con la caricia.
- Si mi marido nos encuentra ahora nos matará ...- dijo ella, luchando por controlar su propia respiración.
- Tu marido es demasiado pacífico para hacerte eso...
- Hay-hay límites Madara, entre-entre la bondad y la estupidez. Esos límites no deben franquearse...
- Entonces...- dijo el Uchiha palpando con sus yemas suaves su vértebra cervical, provocando un gemido de petición en Mito- debo ser muy estúpido.
Mito, inclinando la cabeza hacia el lado derecho, esperaba sus labios ardientes sobre la clavícula. Aquel lugar que el Uchiha parecía apuntalar con su aliento. Él, sonriendo con malicia, se retiró para atrás sin cumplir el beso. La decepción de ella, en forma de quejido caliente no tardó.
- No hagamos más esto...no me importa si no te tengo, tendré a otras, puedo tener a muchas...no es tu cuerpo, te necesito a ti, con tu alma- dijo Madara, encorvándose, de espaldas a ella. No quería que le viese la cara.
- Es curioso que yo sea la que engañe a mi marido y yo misma me sienta herida por los celos cuando eres tú el que tiene más motivos que yo para estar celoso.
Él sonrió amargamente.- Te lo he dicho, te lo repito, eres mi vida.
Ella se tumbó en el lecho para poder atisbar la oscura mirada Uchiha escondida bajo el flequillo. Le acarició el cabello negro, que caía salvaje sobre su espalda musculosa, ahora quieta.
- Nunca he dudado de ti. Pero no quiero que otra mujer me robe estas caricias...- dijo ella suavemente, terminando con una palabra inaudible.
Él sonrió entre dientes.
- Hashirama, él, tiene una manera peculiar de hablarte, como si estuvieras en el otro lado del planeta subida en un trono. Se nota que te admira. Tienes satisfacción suficiente con su pleitesía.
Ella irguió levemente el torso, cubriendo con la sábana los pechos desnudos. Madara destapó aquellos senos que se agitaron ante la acción del Uchiha. Las mejillas de Mito se tiñeron de carmín. Y más aún cuando la mirada de él recorrió su torso.
- Me admira, - dijo Mito, tomando las palabras del Uchiha - ¿y tú, Madara? ¿tú me admiras?
A pesar de sus palabras, de su porte elegante y de su mirada inteligente, Madara sólo miraba las redondeces de la mujer con fervor. Una mano paseó por su plano vientre y sus anchas caderas. La piel de ella se estremecía a su contacto, como siempre él estaba demasiado alterado para notar todo aquello que él provocaba en ella.
- Yo...- empezó el Uchiha - lo admiro a él, porque es tu dueño. Puede poseerte como se le antoje, yo sólo soy el que toma las migajas. Pero aún así de miserable soy más feliz que él... y me rio de él, porque es mejor ser tu esclavo puesto que tú has nacido para tiranizar.
- ¿Me juzgas cruel?
- No existe ningún esclavo que no juzgue cruel a su tirano. Y si la tirana es como tú, la tiranía es lo más agradable que puede pasarle a un sujeto como yo.
- Sí soy cruel, siento celos, lo admito. Lo admito todo con tal de no perderte, Madara, por favor, ¿porqué me hieres de esta manera?... - preguntó ella, mirándolo a los ojos.
Él meneó la cabeza y tragó saliva. Luego sonrió entre dientes, de espaldas a ella. - Hashirama siempre quiso proteger a todos. Lo intentó conmigo, hace muchos años pero no lo logró. Lo mandé al diablo. Entonces comenzó a hablar de la maldición de los Uchiha y nuestra amistad se desbarató por esa impertinencia...- Los ojos de Madara brillaban mirando el fuego cercano a sus cuerpos.
- Muchos han dicho que tú tienes una llama que quema y arrasa. Yo digo que esa llama da calor, arde pero no quema y si quema no consume nada de valor. La he sentido en mi cuerpo cuando nos unimos.
- Sin embargo te casaste con un hombre que sólo es capaz de albergar misericordia, nada de llama, nada de calor. Su destino respecto a ti siempre ha sido protegerte. Protege a su pueblo y, ya que está en ello, - y enseñó su sonrisa amplia - también protege a su buena esposa.
Luego deslizó una sonrisa cruel hacia ella. La pelirroja estaba sorprendida, él asintió ante sus palabras - Él y yo. Nos conocemos muy bien aunque nos odiemos. Hace muchos años nos admirábamos mutuamente.
- ¡Mientes! - gritó ella- Él actúa así porque me ama.
- ¡Oh no! ¡claro que no miento! - dijo Madara riendo - Los esclavos no mienten, mi ama, - dijo mirándola peligrosamente y provocando que ella retrocediera - los esclavos agitan la cadena, e intentan estrangular a su señor. Tu eres mi señor, debieras torturarme más a menudo y no darme tantos placeres. Mi señor me malascostumbra, está mimando en exceso a un demonio como yo.
Ella se echó a llorar a sus pies.
- ¡Tú no eres eso que dices, Madara! ¡y Hashirama tampoco es así!
- ¿Qué diría Hashirama si supiera que Mito, su esposa amada, se revuelca por placer con un maldito como yo? Alguien más bajo que él, inferior. Alguien al que él siempre ha mirado por encima del hombro, a quién ha alejado de su amistad por interés. A quién detesta y odia.
- ¡No eres inferior a él, Madara!
- Sí, soy inferior, desde el momento en que te vi. Porque eres una tirana. Y por que eres una tirana, por eso eres preciosa para un demonio como yo. Nunca serás tan hermosa para él porque él no tiene el alma oscura.
Mito se echó a llorar.
- ¡Basta! ¡dices cosas crueles!
- La verdad es cruel, mi vida, el amor es cruel, yo soy cruel pero tú inventaste la crueldad con tu bajeza, por eso te amo y eres mi única verdad.
Somos un monto informe de tierra que ha salido de las tripas de una roca arrastrada por un río lleno de basura. Ni la roca puede cegarnos ni el río, escuchar nuestras quejas...
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Nota: Espero que les haya gustado...me dicen qué les parece, si es muy OoC o me quedaron demasiado "adultos" o "infantiles".
Saludos