Algunas de las viñetas de este largo fic participan del mini-reto estacional del foro ¡Siéntate!. Sigan el link en mi perfil, y pasen por el foro: están más que invitados.
Sin más, que lo disfruten.
ALL THE WAY
I
Le sonrío quedamente mientras lo veo cargar con ambas niñas en brazos. Aunque lo niegue mil veces, no puede ocultar lo mucho que le agradan los pequeños soles de papá (sí, esas vendrían a ser mis hijas). Cuando me descubre mirando, suelta un chasquido con su lengua y aparta la vista, pero no se separa de las niñas y eso es suficiente para hacerme liberar una pequeña risa.
—El día está hermoso hoy —comento, aún sonriendo. Inuyasha y las niñas elevan la mirada al cielo celeste, observan las nubes de algodón que se mueven lentamente y mis hijas se cubren un poco los ojos de la intensidad del amarillo sol.
Inuyasha toma una larga bocanada de aire, puedo notarlo por cómo su pecho se eleva. Asiente con la cabeza. Me pregunto qué piensa en este mismo momento, mientras mira a la distancia, más allá de los árboles circundantes a la aldea. Pero qué obvio es saber a dónde su vista desea caer. El pozo, sin embargo, sigue igual de mudo que tres años atrás.
Me siento mal por él, como siempre que pienso en la señorita Kagome y en cómo estaría yo si me faltara Sango. Estaría peor que él, creo. Mil veces peor. Bueno, Inuyasha siempre fue el más fuerte del grupo, de alguna u otra forma.
—Papá, ¿por qué está todo tan... tan no frío ahora? —pregunta Miu, con esos ojos castaños heredados de su madre. Mei la mira con curiosidad y se aferra más al brazo de Inuyasha. Hay una conexión entre ellos tres que no puedo terminar de comprender.
—Porque ya es primavera —responde Inuyasha por mi. Miu y Mei, como respondiendo a una tácita orden de mi amigo, bajan al suelo. El hanyō las mira con seriedad y ellas se ríen antes de salir corriendo a buscar a su madre. No sé qué habrán sentido mis hijas para partir, pero creo percibir otra vez ese extraño nerviosismo en él.
—Ya es primavera —repito. Inuyasha me mira por unos pocos segundos y vuelve a elevar la cabeza al cielo. Convierte sus manos en puños, sin decir nada.
Dejo que el silencio se extienda entre nosotros. No es muy sabio insistirse a Inuyasha. He aprendido con el paso de los años que Inuyasha no necesita que le insistan, que él puede decirlo todo sin palabras. Creo que la primera en entenderlo fue Kagome.
—Ya falta menos —murmura finalmente. Sigue sin mirarme—. Lo puedo sentir en el aire.
No respondo. Le observo con paciencia, intentando encontrar sentido. Pero no puedo, porque no soy yo el que está enlazado con la señorita Kagome.
—Y no puedo esperar —termina, bajando la mirada y enfocándola en mi—. ¿Qué debería hacer?
—Disfrutar del día —le respondo.
Inuyasha me mira primero con el ceño fruncido. Lentamente su expresión cambia. Emboza una pequeña sonrisa, esas de camaradería que hace tiempo no veo. Bah, hace tiempo no veo casi ninguna clase de sonrisa por su parte.
—Seguro. Sí.
Comienza a alejarse de mi sin dedicarme otra mirada y simplemente me quedo observando su partida. Otra vez se escondería en el bosque, dormiría al amparo de las estrellas y esperaría otro día por su regreso. Y a pesar de que dijo que sí, sé con seguridad que esa inquietud que lo embarga no le dejará estar en paz hasta que Kagome no vuelva directo a sus brazos.
Pero no es de extrañar que Inuyasha esté tan inquieto, ¿no? Con todo lo sereno y muerto que estuvo estos últimos años, no es de extrañar que finalmente esté vivo y tan nervioso que, ante el más mínimo cambio en el ambiente, se tense y agudice el olfato. Puedo notarlo desde hace días. ¿Acaso no conozco tan bien a Inuyasha como a mis propios hijos? Con todo el tiempo pasado, es normal que pueda ver en sus orbes doradas la inseguridad que lo embarga, y ahora la nueva esperanza que florece junto con las plantas. También pueden notarlo Sango y la anciana Kaede, incluso Shippō en sus más recientes visitas.
No, no es de extrañar. Si ya falta menos, ¿por qué lo sería?
༄ Prompts: primavera & ansiedad.
Reestructuro este fic que tanto significó para mi. Espero que lo disfruten. Espero también que me hagan llegar su comentario.
Que anden bien,
Mor.