Mágica Mentira
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Multi-Chapter Work
Un niño sentado en un columpio, llorando. Cuando sus miradas se cruzaron él trató de esconder su cara hinchada y el vendaje en su mejilla.
"Duele, es horrible." Esas voces todavía resonaban fuertes en su corazón. Y los cerezos en el suelo le susurraron que cuando le mintió, el niño sonrió. Un joven que una vez fue infeliz y un niño que era infeliz.
"¿Podré salvarte?
El día en que me hice enemigo del mundo, éste comenzó a girar."
Disclaimer: Los personajes de Haikyuu!, así como la canción usada como inspiración para este trabajo "Hocus Pocus", no me pertenecen y no recibo ninguna clase de remuneración física por ellos.
¡Gracias por leer!
01
El día en que el tiempo comenzó a girar fue una mañana de abril.
Se habían logrado conseguir un pequeño apartamento a sólo unas cuadras de un parque familiar rodeado de árboles, usualmente en penumbras por los edificios departamentales y fábricas más grandes que les rodeaban, pero era de ellos— lejos de sus familias y de los recuerdos. La temporada de cerezos se encontraba en su punto más álgido, donde los pétalos caían a la más mínima brisa y sin embargo las copas de los árboles seguían repletas de las delicadas flores, la gente formándose a su alrededor desde las primeras luces del sol, llenando las calles con sus voces y risas.
Excepto que ese día no era un buen día.
Hacía frío.
Al principio creyó que sólo era más temprano de lo usual, pero entonces se dio cuenta de que el vacío que le había despertado había sido el silencio de la calle. Mirando más allá de la ventana en su habitación a la que todavía no le habían comprado las cortinas, vio las nubes grises altas en el cielo. No parecía que fuera a llover pronto, no olía así, pero su visión del cielo encapotado le hizo sentarse en su lado de la cama, con un hormigueo bajo la piel.
Se cambió a los primeros pantalones que encontró en el suelo y una sudadera roja desgastada que había dejado tirado a los pies de la cama.
Le escribió una nota a Daichi diciéndole que había salido.
Afuera, todo el mundo dormía.
El hormigueo había aumentado hasta ser una picazón en la palma de sus manos que no podía calmar, no importaba cuanto se las frotara. En alguna parte de la ciudad podía escuchar las tiendas abriendo, las grandes puertas de metal de cada una de las fábricas siendo abiertas y las maquinarias ser puestas en marcha, pero ahí por donde pasaba las calles se encontraban desiertas. Era cierto que no sabía a donde iba, pero a cada minuto que pasaba sentía que ya debería de haber encontrado a alguien, al menos algún animal rebuscando entre la basura, o pájaros entre los cables de luz, pero no había nada.
A cada paso que daba, Koushi se sentía más y más solo.
Desesperado.
Debía regresar— en su casa le esperaban. ¿Pero a dónde debería regresar?
Casa, eso era...
Terminó a las afueras de un parque abandonado.
O que lucía abandonado. En medio de los árboles, no era el parque familiar donde toda la gente esperaba pasar su tarde observando las flores. Los juegos se encontraban oxidados y cubiertos de tierra, los árboles eran de un verde apagado, cafés y grises, incluso más oscuros ante la falta de la luz directa del sol. Era muy pequeño, casi como una excusa para usar el espacio, sin ni siquiera un bebedero apropiado, sólo una llave de agua en el centro. Sentado en los columpios se hallaba un niño cuyos cabellos naranjas resaltaban en medio del paisaje como una flor en medio de un terreno baldío. No se estaba moviendo, las manos en ambas cadenas a sus lados, la vista pegada a sus rodillas enrojecidas. Su ropa estaba cuidadosamente conservada, pero los colores estaban desgastados y se le podían ver las junturas incluso desde donde se encontraba Koushi observándolo.
El niño era demasiado delgado para su estatura.
Su cabello demasiado largo, cayéndole sobre el rostro como una cascada sin luz.
Koushi no conocía a ese niño, pero sabía que nada de eso era natural para él. No la palidez de su piel, no el abatimiento en sus hombros. El niño de repente alzó la vista, sorprendiendo a Koushi con la fiereza que encontró en su mirada café, que tan rápida como apareció se encogió en sí misma al encontrarse con Koushi, un extraño, convirtiéndose de nuevo en ese animal herida que había estado observando desde la lejanía.
Quiso decirle algo— extendió su mano, sin tener idea de qué podría hacer, y el niño escapó antes de que pudiera decidirse, dejando tras de sí el tañido de las cadenas.
— Hey... — murmuró Koushi a la nada, tratando de ahogar los latidos de su corazón que le habían dejado la respiración elevada.
Tratando de ahogar los gemidos en sus oídos, el silencio que quedó tras ellos y que todavía cargaba consigo cada día.
'Hey', dijo también esa primera vez.
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« Los cerezos en el suelo me susurraron.
Cuando te engañé, tú sonreíste.
Tú te refugiaste, así que te escondí.
Te llevé a este mundo...
Hocus Pocus,
Al final de un sueño. »
Notas Finales:
Este fic fue re-escrito con el fin de FINALMENTE TERMINARLO—
¡Hey, yoh! He tenido este trabajo abandonado por dos años, yisus. Lo siento por eso, pero he llegado a terminar, reemplazando los capítulos para mayor comodidad. Espero que esta versión sea mejor que la anterior, sinceramente. De no ser así, en realidad no tengo ganas de volverla a escribir, sólo quiero continuar con mi vida. ¡Muchas gracias por su atención hasta ahora!
Misma historia, diferente narración.
