Disclaimer: ningún personaje o lugar que reconozcan me pertenece, todo es obra de la magnífica imaginación de Masashi Kishimoto.

Recuerdos de primavera

XXVII

Sarada Uchiha

No pudo dormir en toda la noche. Le era extraño volver a casa y descansar en la comodidad de su vieja cama. Los últimos días los había vivido en el Hospital, durmiendo escurridizamente entre camillas vacías y los muebles de la sala de espera. Aunque la gente insistía en que debía regresar a su hogar, no veía posible salir de ese quinto piso sin Sakura acompañándola de regreso a casa.

Se levantó de entre las sabanas sin sentir la familiaridad que debería trasmitirle su propia almohada. Volvió la vista hacia la ventana. Los ligeros rayos de sol comenzaba a mostrar los primeros destellos del amanecer, pintando el cielo carente de nubes en varios tonos de vibrante rojizo. Era la primera vez desde que inició la primavera que la lluvia daba paso al sol para engalanar el día con un cielo tan azul que podía pasar fácilmente por una mañana de verano.

Sarada deslizó sus pies de entre las cobijas hasta calzarlos en las pantuflas sobre la alfombra. Sus ojos se fueron directamente al vestido que guindaba a las fueras de su armario. Lo estudió en silencio por casi un minuto completo antes de levantarse y pasarlo de largo para llegar al baño.

Reconoció el reflejo que le devolvió el espejo una vez se detuvo frente al lavamanos. Llevaba tatuadas ojeras bajó los ojos, el cabello estaba revuelto, los parpados caían a causa del cansancio y su piel se notaba seca y pálida. Hizo lo que debía hacer a través de movimientos maquinados, poco pensados, dejándose llevar por la memoria de sus músculos mientras tomaba una ducha y cepillaba su cabello. Salió de la bañera cuando el cielo cambió a un color azul más claro, casi celeste, como el cálido color de los ojos del Nanadaime. La luz del sol traspasaba la cortina y bañaba la habitación con sus rayos de primavera, dándole de lleno al vestido que minutos atrás Sarada admiraba en silencio.

Se quitó la toalla que la envolvía y se cambió lentamente. Buscó las zapatillas ninja y una vieja cinta roja que Sakura le regaló cuando era pequeña. Le había dicho que era una herencia muy preciada, que cuando ella era una niña le gustaba usarla en la cabeza a forma de cintillo. Sarada sonrió dulcemente al recordar la imagen de su madre. Hoy era su cumpleaños y si algo quería usar era ese pequeño retazo de tela que le recordase a ella.

Alisó por última vez su cabello, mirando antes de salir su cuerpo reflejado en el espejo de la habitación. Tomó la marioneta de babosa que Kankurō-san le había pedido entregar a Sakura y salió sin hacer ruido, bajando lentamente las escaleras hasta llegar al piso inferior. El sonido de sus pisadas le acompaño hasta entrar a la sala, donde esperaba encontrarse con su padre.

Sasuke estaba de espaldas a ella, mirando la ventana con los ojos perdidos en el amanecer. Ambas manos yacían escondidas en su pantalón, y permanecieron de esa manera cuando giró su cabeza para encontrar la mirada de Sarada. Algo en los ojos de él centelló cuando depositó su mirada en el lazo que adornaba el cabello de su hija. Ella no hizo ninguna expresión o alguna señal pero Sasuke comprendió inmediatamente que era hora de partir y alejó la mirada de la cinta.

Salieron de la casa sin dirigirse palabra. El cielo estaba engalanado con un fresco y radiante día. Tal vez era una señal divina, y más aún cuando se trataba del cumpleaños de Sakura.

Siguieron el paso de una manera rítmica, sin apresurarse demasiado. Continuaron uno al lado del otro, siendo rociados por los rayos del sol de la mañana. Les llevó alrededor de cinco minutos llegar a la colina. Era un sitio alejado de la aldea donde los arboles de cerezos crecían más que nunca, formando un denso manto rosado mientras desprendían suaves pétalos que danzaban armoniosamente con el viento.

Todo estaba listo cuando Sarada y Sasuke llegaron. Eran pocas las personas que estaban reunidas, pero poco a poco comenzaron a llegar más ninjas vestidos de un contradictorio color negro. El día era demasiado hermoso como para lucir un atuendo tan sombrío, era como si el cielo quisiera llevarles la contraria y darles un motivo para sonreír y no para llorar.

Sarada sintió como las miradas se posaban en ella y en su padre. Sin embargo, mantuvo la vista firme cuando observó el ataúd tallado. Estudió con detenimiento los alrededores fijándose que el árbol de cerezo más grande y hermoso era el que habían escogido para llevar a cabo la ceremonia. Había escuchado que el Nanadaime haría una excepción, que en esta ocasión no harían el entierro en donde normalmente se realizaba, en cambio darían un espacio a las afueras de la aldea, cercano a un extraño puente color rojo, donde merecía ser enterrada. Sasuke aceptó la proposición y todo fue trasladado hasta aquel pequeño pedazo de primavera.

A su alrededor reconoció a casi todos los rostros que se asomaban sobre sus trajes de luto. Vio al Kazekage acompañado de sus hermanos, entre ellos Kankurō-san. Se recordó entonces que al final del día le entregaría de regreso la marioneta en forma de babosa, de todos modos era el cumpleaños de Sakura y el obsequio era de él y solo él debería entregársela.

En algún momento de su corto escaneo vio a gente de aldeas lejanas, personas con un acento extranjero o rasgos característicos de ciertas regiones del continente. Incluso creyó ver a Masashi y a Akane en algún punto mostrando sus respetos junto a Ino y las amigas de Sakura. Curiosamente, nadie sollozaba con fuerza a su alrededor, estaban sumidos en un profundo llanto silencioso cuando la ceremonia dio comienzo. En esas situaciones el único que tenía derecho de palabra era el Hokage, razón por la cual la primera en hablar fue Tsunade. Se colocó a un lado del árbol y comenzó un pequeño y breve discurso sobre su vieja pupila. Mantuvo los labios muy fruncidos, controlándola la impotencia que llevaba consigo oprimiendo con fuerza los puños a ambos lados de su cuerpo. Sarada sintió mucha pena al ver a alguien tan fuerte verse tan turbado por una situación que pensaba podía solucionar. Las palabras de Tsunade amortiguaban el llanto de Mebuki que comenzaba a intensificarse unos pasos más allá. Sarada vio cómo su abuelo intentaba consolarla en un tosco abrazo, queriendo mantenerse fuerte, aunque no pudiera soportarlo.

Seguidamente, Kakashi tomó el lugar de Tsunade. Vestía igual que los demás, pero su máscara negra daba la impresión de estar sumido en una oscuridad demasiado densa. Su discurso fue mucho más breve, pero llegó hasta el corazón de Sarada a punto de perforarle el pecho. La forma en que se refería a Sakura era como la de un padre a una hija. La devoción que trasmitía su voz, la serenidad y tristeza que forjaron sus palabras, era un calamitoso cumulo de emociones que Sarada tuvo miedo de romper a llorar de la misma manera que su abuela estaba haciendo.

Miró entonces a Sasuke en busca de una sensación de consuelo, esperando encontrar algo en él que pudiera hacerla resistir. Y como si su padre pudiera percibir sus sentimientos, giró su cabeza hasta mirarla de soslayo haciendo que Sarada respirara con cierta dificultad. Sintió como su pequeña mano había sido tomada por la gruesa mano de Sasuke, envolviéndola en un lazo protector, otorgándole la fuerza que necesitaba para continuar escuchando a la siguiente persona.

Todos observaron como Kakashi daba paso al actual Hokage. En esa ocasión no llevaba consigo la capa de Nanadaime o esa sonrisa tranquilizadora que tanto le caracterizaba. Los rayos del sol hacían que su rubio cabello brillase como una segunda estrella, pero su rostro era una expresión tan fría como la noche. Las personas a su alrededor guardaron silencio, evitando que sus sollozos interrumpieran las palabras que Naruto estaba por decir.

Sarada sintió como su mano se vio aprisionada por la de Sasuke en un movimiento inconsciente de su parte. Le miró de reojo, dándose cuenta que a pesar de la cara de inexpresividad que llevaba su padre podía sentir su dolor con solo estar a su lado. Le regresó un ligero apretón haciendo que Sasuke se volviera hacia ella para recibir una diminuta sonrisa y juntos soportaron en silencio la voz de Naruto mezclándose con el viento.

El olor a flores dentro de la casa de los Uzumaki atestaba en el aire de la sala. Muchas personas habían dado sus condolencias en forma de flores, tantas que terminaron por abollar la entrada y tuvieron que trasladarlas hacia una habitación que no estaba siendo utilizada. Sarada recibió algunos ramos aceptándolos con una inclinación de cabeza al igual que el sentido pésame que le iban obsequiando los amigos y conocidos de su madre. Todo ese protocolo de suaves pétalos y lágrimas escurridizas le era muy curioso, tal vez la razón por la que los muertos reciben más flores que los vivos es porque el remordimiento es más fuerte que la gratitud*.

Mientras algunos hablaban sobre lo inteligente y hermosa que Sakura fue en su vida, alagándola hasta agotar todos los elogios posibles, Sarada se dispuso a admirar las flores sin prestarle mucha atención a lo que las personas le decían. Conocía cada virtud de su madre, y escucharla de completos extraños no era algo distinto a lo que ella creía sobre Sakura. Miró entonces el desfile de pétalos tan variados que algunos hacían un contraste bastante extraño con la situación en la se vieron envueltos. Desde Dalias Malva, Tulipanes de diversos colores, Rosas, Claveles, Camelias y Chrysanthemum por montón. Muchas de esas flores no tenían un significado apropiado, y si las personas que decían conocer tan bien a Sakura como venían profesando desde el funeral, deberían saber que unos claveles amarillos no eran conveniente para mostrar sus respetos.

Una pareja compuesta por un hombre de mediana edad y una señora perfilada y demasiado refinada arribó hasta donde aguardaba Sarada para mostrar sus condolencias. Pero antes de que pudiera adentrarse en una honda conversación sobre el talento perdido de Sakura y lo corta que fue su vida, Sarada pudo crear una brecha para escapar, pidiéndoles disculpas y así alejarse del tumulto de personas que residían en la sala de la casa de los Uzumaki.

Trastabilló hasta un pasillo bastante oscuro y acogedor, donde ninguna persona pudiera verla, y el transito se viera reducido a Hinata y una bandeja de té vacía que regresaba a la cocina. La espalda de Sarada chocó contra la pared, dejando que todo el peso de su cuerpo fuera soportado por ésta. Respiró hondamente, cerrando los ojos con cansancio.

–Sarada – la llamó la voz de Boruto desde su derecha. La aludida abrió los parpados y miró a su compañero de equipo por primera vez en todo el día –. Lamento mucho lo que pasó – le dijo el rubio bastante dolido.

A diferencia del resto de condolencias que había recibido, la de Boruto le sentó como un vaso de agua fría. Él si conoció a Sakura lo suficiente para sentirse realmente apenado por su pérdida. Además, la forma en que había hablado era tan sincera que hizo mover las lágrimas de Sarada de nuevo a sus ojos, pero pudo controlarlo, de la misma manera que lo había hecho durante todo el día.

–Gracias, Boruto – le susurró con un hilo de voz.

Su amigo llevó una mano a su cabeza y se rascó la nuca.

–Si necesitas a alguien… ya sabes…

–Eres muy amable – sonrió al mismo tiempo que se separaba de la pared que amortiguaba todo su peso.

– Chōchō quería hablar contigo – dijo Boruto señalando con el pulgar la sala atestada de gente –, pero creo que se encuentra indispuesta en este momento.

Aún no había cruzado palabras con su mejor amiga, pero la había visto llorar a mares en medio del funeral y no estaba con fuerzas para soportar las lágrimas de otra persona más que las suyas propias.

–Está bien – dijo Sarada asintiendo con la cabeza –. Hablare con ella más tarde.

–Bueno… – siguió rascándose innecesariamente el cabello en la base de su cabeza –. Cualquier cosa que necesites… ya sabes que puedes contar conmigo.

–No te preocupes por mí, Boruto – hizo una pequeña reverencia hacia él –. Y gracias por permitirnos hacer la reunión en tu casa. No creo que hubiésemos podido hacerlo sin ustedes.

Entre la conmoción de la noticia y los preparativos del funeral, Naruto se ofreció a organizar todo lo necesario con ayuda de Hinata y los Hyūga. Sarada agradeció profundamente el gesto desinteresado del Hokage y su familia para atender todo lo referido al entierro de Sakura, incluso el elegir un lugar apartado de la ciudad, donde el árbol de cerezos más hermoso crecía silenciosamente para ser el aposento eterno del cuerpo de su madre. No había forma de que Sarada o Sasuke pensaran en otra cosa más que en la pérdida de Sakura, y sin la ayuda de Naruto las cosas hubiesen sido más difíciles de lo que ya eran.

–¿Quieres algo para beber? – preguntó Boruto –. Hay algo de té en la cocina.

–Oh, gracias. Iré por mi cuenta, no tienes que tomarte la molestia.

Él debió entender que Sarada necesitaba un poco de soledad, porque lo único que hizo fue asentir y dejarle el camino libre hacia la cocina.

Marchó casi arrastrando los pies sobre el piso de madera. Sus pasos se fueron relenteciendo poco a poco, hasta detenerse cerca del marco de la puerta cuando las voces dentro del lugar hicieron eco en el corredor por donde estaba caminando.

–Kizashi llevó a Mebuki de vuelta a casa – anunció Ino –. No estaba en condiciones para poder soportar el resto de la tarde entre tantas personas que le recordaban a Sakura.

–Es una noticia muy dura para ellos – dijo Hinata –. Perder a una hija no es fácil, y más aún cuando Sakura-san y Sasuke-kun mantuvieron todo oculto de ellos.

–A todo esto ¿no sabes si Mebuki hizo las paces con Sasuke? – preguntó la voz de Tenten un poco más lejana.

–No lo sé – mencionó Ino y dejó en libertad un fuerte suspiro –. Tsunade habló con ella sobre las verdaderas razones por las cuales Sasuke y Sakura habían mentido, pero creo que le tomara un tiempo aceptar la verdad.

–Yo no lo sabía – reconoció una mujer que Sarada no supo identificar inmediatamente hasta que nombró el nombre de su esposo –. Cuando Shikamaru me lo contó no lo podía creer ¿En serio Sasuke hizo todo eso por salvar a Sakura?

–Creo que todos teníamos una idea errónea de Sasuke y sus viajes – advirtió Tenten.

–También está la historia del sello – dijo Karui, la mamá de Chōchō, que también estaba en la cocina –. No pensaba que Sasuke pudiera preocuparse tanto por alguien distinto a él. Debo confesar que siempre lo juzgue muy mal.

Alguien comenzó a servir té en varias vasijas, el sonido del líquido al caer dentro de los vasos advirtió a Sarada sobre aquello.

–Sasuke-kun quiso que todo esto permaneciera oculto, que nadie se enterara de las verdaderas razones por las cuales Sakura-san enfermó o las de sus misiones en el exterior – agregó Hinata interponiendo el sonido del té con su suave voz –. Él se molestó mucho cuando se enteró que Tsunade-sama le hubo contado la verdad a Mebuki-san.

–Ese jueguito de andar escondiendo cosas no le iba a durar toda la vida. Tarde o temprano saldría a la luz – dijo Temari, la persona que Sarada no había reconocido al inicio.

–Cierto, a la final todo el mundo se enteró de la verdad – volvió Karui.

–Bueno, no todos – la hermana del Kazekage bajó la voz hasta convertirla en un murmullo –. Sakura nunca llegó a saber que había un sello dentro de ella que le hacía reprimir los recuerdos que Akao Yakushi colocó en…

–Ella lo sabía.

Todas las personas dentro de la cocina, incluyendo a Sarada en el pasillo, aguantaron la respiración al escuchar la repentina confesión de Ino. La persona que estaba sirviendo el té se detuvo y el momento se extendió en un raro silencio.

–¿Qué dices? – se adelantó a refutar por fin Temari –. Pensé que…

–Sakura aprendió a mentir de la misma forma en que su enfermedad empeoraba – afirmó Ino verdaderamente agotada –. En algún punto se enteró del sello, ella era demasiado inteligente para no indagar sobre el verdadero origen de su enfermedad.

Sarada desde el pasillo regresó su espalda a la pared.

–Ella lo sabía – susurró de nuevo Ino –. Siempre lo supo.

–Pero… – dijo la valiente voz de Karui– Sakura nunca lo dijo…

–Creo que no tenía necesidad para hacerlo. A la final no cambiaría nada.

El sonido de la tetera regresando a la hornilla hizo eco en la cocina.

–Sakura-san sufrió mucho – musitó Hinata trasmitiendo un efecto acongojado –. Y nosotras no pudimos hacer nada…

–Tranquila, Hinata – le intentó sosegar Tenten –. Sakura estaba al tanto de lo que sucedía con ella. Aunque hubieses querido, no había forma de ayudarla.

–Pero pudimos apoyarla en todo su camino.

–Sakura era una persona que no le gustaba la lastima. Ella prefería que la trataran sin consolaciones.

–Pero a cambio nos ha dejado devastados – Sarada escuchó como la Uzumaki reprimía un sollozo –. No puedo imaginarme por lo que está pasando Sarada-chan en este momento.

Al escuchar su nombre sus ojos se entrecerraron y bajó la cabeza hasta ver sus pies.

–Ha sido una niña muy fuerte – dijo Karui con bastante solidez –. Su madre le enseñó bien.

–¿Y qué hay de Sasuke? – quiso saber Temari.

–No ha hablado con nadie desde que lo encontraron en la habitación con Sakura – añadió la voz de la Yamanaka.

Esta vez, la impresión que generó la nueva revelación de Ino no llamó la atención de muchas personas en la habitación, solo los suspiros de Temari y Karui demostrando su ignorancia en el asunto, los cuales se vieron acompañados del nuevo sonido el té sirviéndose en alguna parte de la cocina.

–¿De qué hablas, Ino? – exigió saber Temari.

Sarada pudo percibir como la Yamanaka tomaba aire en sus pulmones antes de responder a la pregunta.

–Yo estaba de guardia esa noche cuando todo pasó. La última persona que había estado con Sakura era Sarada y Naruto que se ofreció a buscarla. Después de ahí nadie volvió a pasar a la habitación hasta que llegó la hora de administrarle un medicamento para la cirugía. Le dije a la enfermera que yo me ocuparía de atenderla y fui hasta el quinto piso. Cuando llegue, la puerta de la habitación estaba cerrada. En ese momento me alarmé. Forcejé la cerradura y entré – Ino hizo una pausa –. Sasuke la sostenía en sus brazos cerca de la ventana, daba la impresión que estuviese dormida... pero ya era demasiado tarde.

–Sakura-san sabía que esa iba a ser su última noche – dijo Hinata, dándoles a entender a todas las presentes que, al igual que Ino, estaba al tanto de lo sucedido –. Naruto-kun lo sabía también, es por eso que cerró la puerta y la dejó a solas con Sasuke-kun.

La persona que estaba sirviendo el té dejo de hacerlo, seguido de un resoplido impresionado de la esposa de Chouji Akimichi.

–Vaya – siseó Karui –. Esos tres se conocían a la perfección. Sabían lo que iba pasar sin ni siquiera decírselo entre ellos mismos.

Nadie quiso agregar algo más, puede que la conmoción no les permitiera seguir discutiendo sobre un tema tan delicado. El sonido de alguien sosteniendo la bandeja se prolongó por toda la habitación.

–Iré a llevar más té a los invitados – anunció Hinata.

Los pasos de la Uzumaki no inmutaron a Sarada que seguía apostada en el pasillo, es por eso que cuando la ojiperla salió de la cocina y se topó con la Uchiha a un lado de la puerta de la cocina, detuvo su marcha en un sobresalto.

Sarada se separó de la pared. No tenía sentido disimular su pequeño acto de curiosidad al escuchar la conversación de las amigas de Sakura como una vil fisgona. Estaba dispuesta a recibir un sermón o una mirada de soslayo, cualquier de las dos le era totalmente indiferente.

–¿Quieres uno? – dijo Hinata señalando la bandeja con varias vasijas en su interior.

Sarada la miró extrañada.

–No realmente.

–Pero Sasuke-kun lo necesitara.

Pensó en su padre y su gusto por el té, aceptando el ofrecimiento de Hinata sin chistar. La mujer no le dedicó una sonrisa conciliadora sino, en cambio, un gentil asentimiento de cabeza.

–Lo vi en el jardín con Naruto-kun. Ve antes de que se enfríe.

Hinata siguió su camino hacia los invitados que aguardaban en su sala de estar. Sarada tomó el camino contrario en dirección el jardín. Había ido pocas veces a la casa de los Uzumaki, pero no le fue difícil recordar donde estaba la puerta que daba a la parte trasera de la vivienda.

Se encontró con una portezuela corrediza que daba a un jardín similar al que había en su casa. Del otro lado, estaba sentado en el suelo de madera Sasuke en compañía de Naruto, tal cual Hinata le había dicho. Nadie pasaba por ese lugar, todo estaba bastante solo. Se quedó mirando la espalda de ambos ninjas vestidos de luto hasta que una de ellos se volteó para verle. Los ojos del Nanadaime se encontraron con los de Sarada como si esperase su llegada tarde o temprano. Él se colocó de pie diciéndole a Sasuke un par de cosas que no alcanzó a escuchar y se deslizo al interior de la casa con los pies descalzos.

–Los dejare solos – dijo Naruto una vez estuvo cerca de ella.

–Gracias, Hokage-sama – hizo una reverencia más profunda de la que había hecho con Boruto –. Gracias por todo.

La mano gruesa y protectora del Hokage acarició su cabeza un momento antes de tomar el camino que Sarada había hecho para llegar.

Regresó la mirada hacia Sasuke que seguía tan quieto como un gárgola, sentado de la misma manera que siempre hacia cuando estaba en su propia casa admirando el día pasar. Caminó con una seguridad que no creía tener, se acercó hasta donde segundos atrás Naruto se encontraba sentado y ocupó el lugar a un lado de su padre.

Afuera, el olor a flores era igual que dentro de la casa, solo que el calor de los rayos del sol y la brisa primaveral no dejaban una sensación asfixiante o displacentera. Curiosamente, luego de tantas semana ocultos en un cumuló grueso de nubes grises, el cielo reconoció que el invierno había pasado de moda y que era el turno de las flores en hacer su entrada triunfal a una nueva estación.

Admiró el jardín de los Uzumaki. No tenían una variedad de flores tan impresionante o un arbusto fijo lleno de Iris blancos, pero era mucho más grande que el de su casa, incluso un pequeño pozo con peces de divertidos colores centellaba en una esquina junto a la cerca de madera. Una nueva brisa fresca trajo consigo una ola de pequeños pétalos de los árboles de cerezo apostados a lo largo y ancho de toda Konoha, inundando la vista en pequeñas motas de un pálido rosado.

–Hoy hace un hermoso día ¿no crees, papá? – dijo Sarada respirando hondamente.

–Sí, es bastante cálido.

La pequeña Uchiha colocó la taza de té que había traído consigo en el espacio que la separaba de su padre.

–Te traje un poco de té.

Él la observó por el rabillo del ojo.

–Gracias.

–Siempre te ha gustado sentarte en el jardín y contemplar el día pasar. Lo hacías todo el tiempo que estabas en casa – esta vez se volvió a mirarlo – ¿Por qué?

Los pétalos de cerezo desaparecieron en la siguiente brisa, aunque algunos quedaron atrapados entre el verde pasto del jardín.

–¿Sakura te explicó alguna vez el significado de las flores?

–Sí – dijo Sarada –, de unas pocas.

–Entonces debes de saber qué significado tiene el nombre de tu madre.

–Bueno – aguardo un momento al hacer memoria –. Significa inocencia, simplicidad y primavera.

–Si – concordó Sasuke –. Pero también significa lo frágil y efímera que puede ser la vida.

Sarada parpadeó un puñado de veces y se volvió hacia el jardín que tanto admiraba su padre.

–Es un nombre muy cruel – dijo por fin más afligida de lo que se esperaba –. Es como si sentenciaras tu vida a que terminara antes de haber comenzado.

–El destino tiene formas muy desalmadas de jugar sus cartas.

–Aun así creo que el nombre de mamá es hermoso – susurró con fuerzas renovadas.

Escuchó como un diminuto suspiro de anhelo salió desde los labios de Sasuke.

–Lo es.

–Entonces ¿es por eso que te sientas a ver el jardín? ¿Para ver como florecen los botones antes de que marchiten? – preguntó de nuevo Sarada.

–No – se volvió para tomar la taza de té –. Lo hago porque me hace recordar.

–¿Recordar? – repitió la niña.

Sasuke asintió.

–¿Y son buenos esos recuerdos?

–No siempre las cosas hermosas traen buenos recuerdos.

–Es difícil creer que la primavera te haga sentir triste – se encogió levemente de hombros –. Hoy es un día muy lindo.

–Es porque es su cumpleaños – recordó Sasuke estirando un poco el cuello hasta depositar sus ojos en el cielo –. Y el sol volvió a salir.

Ella imitó su movimiento suavemente.

–Es porque su doncella regresó a donde pertenece.

Ojeó el semblante abstraído de su padre que seguía con la mirada perdida en los rayos de sol que bañaban su rostro cansado. Algo en sus ojos se había perdido, lastimosamente Sarada no podía hacer nada sobre eso, pues en los suyos existía el mismo vacío que jamás podrá ser llenado de nuevo.

–La amabas mucho ¿verdad, papá? – murmuró por lo bajo.

Una nueva brisa trajo consigo otra oleada de pétalos de cerezo, esta vez eran pocos pero uno de ellos alcanzo a llegar al té de Sasuke, flotando en su superficie y formando pequeñas ondas simétricas al compás del viento.

–Sarada – le llamó su padre –. Creo que te debo una disculpa por todo lo que ha pasado.

Ella desvió su atención a la falda de su negro vestido. Era un color tan triste que Sakura estaría reacia a usar, ella hubiese preferido vestir cosas más vibrantes, que alegraran el día de la misma manera que ella lo hacía con solo su presencia.

–Sabes, papá – jugó con el pasto entre los dedos de sus pies cuando dejó que sus piernas guindaran en el borde del pasillo de madera –. Cuando alguien muere las personas solo dicen las cosas buenas que hicieron en su vida. Nunca nombrar los errores que alguna vez cometieron, incluso llegan a olvidarlo – las hojas en la planta de sus pies le generó cosquillas, pero no sonrió –. Creo que esa es la forma más dura de darte cuenta de lo bueno que era esa persona. Solo te fijas cuando ya no está.

Notó como Sasuke le estaba escuchando atentamente, buscó entonces aire limpio y continuó con voz más animada.

–Pero mamá era distinta. Siempre cuidaba de mí. Nunca descuido su trabajo ni su labor en casa – las lágrimas quisieron abordarla, sin embargo lucho contra ellas igual que lo había hecho durante todo el día –. No hay manera de recordarla ni antes ni ahora como una mala persona. Siempre fue la mejor del mundo.

–Tienes razón – Sasuke giró hacia ella para mirarle – ¿Y cómo me recordaras cuando yo muera?

No supo cómo una sonrisa de formó en la comisura de sus labios.

–No lo sé, papá. Ta vez como un noble guerrero.

Y de la misma manera que la sonrisa apareció en Sarada, se formó en Sasuke, ahuyentando las lágrimas por completo.

–Papá – tragó grueso, ahora era su turno de comenzar una verdadera disculpa –. Lamento mucho…

–¿Qué crees que estaría haciendo ella si estuviera aquí con nosotros? – le interrumpió regresando la mirada al jardín.

Sarada parpadeó.

–Haría cualquier tontería para hacernos reír.

–Probablemente.

–Seguro diría algo como "Sasuke-kun deja de fruncir el ceño que te saldrán arrugas antes de tiempo" – la imitación de Sakura le salió tan bien que se rio suavemente por eso.

–Sonríes igual que ella – advirtió el mayor de los Uchiha.

–¿Lo crees? – un sonrojo se estableció en sus mejillas –. Todos dicen que me parezco más a ti.

–Pues están equivocados.

Por alguna fuerza mayor de la que ambos desconocían, tanto Sasuke como Sarada llevaron sus ojos hacia el pequeño pétalo rosado que flotaba en la taza de té.

–Cuéntame.

–¿Qué cosa? – preguntó su padre.

–Cuando miras las flores te traen recuerdos ¿no? Quiero saber cuáles.

–Nunca he sido bueno contando historias.

–Y yo nunca he sido buena escuchando.

Una curiosa sonrisa ladeada se formó en el rostro del pelinegro.

–¿Por qué te ríes? – quiso saber Sarada, riendo también.

–Ella decía lo mismo.

–¿De verdad?

–Además, eres igual de curiosa.

–Entonces si me parezco a mamá – reconoció bastante contenta consigo misma – ¿Estabas pensando en ella antes de que yo llegara?

No hubo necesidad de que Sasuke asintiera o afirmara la pregunta, era claro que lo había hecho.

–¿Era uno lindo? – preguntó Sarada – ¿Era un lindo recuerdo?

–Si Sakura está en ellos no pueden ser malos.

–Cuéntame, papá – le insistió con suavidad –. Quiero escucharlo de ti.

Sasuke sonrió. Sarada jugó con sus pies tocando el verde pasto, mientras el pétalo de cerezo dentro de la taza generaba un nuevo ciclo de ondas alrededor del té, justo antes de que la voz del Uchiha se mezclara con una gentil y suave brisa de un lejano recuerdo de primavera.


N/A: Y es así como hemos llegado al final. Sé que muchos me odiaran por este último capítulo, casi todos sus comentarios decían que no querían que Sakura muriera, pero desde que comencé a escribir la historia este era el final que tenía en mente y todo confabulo para que así se diera ;w; Cuando salió el nuevo CD de Adele me encantó una canción que se llama "All I Ask" y la tomé como inspiración para el penúltimo capítulo. Incluso el verdadero significado del nombre de Sakura (como el resto de las flores de esta historia) no fue inventado, es real, y eso no ayudaba en nada a que pudiera cambiar mi perspectiva de su muerte. De verdad lamento muchísimo si los deje decepcionados o si de verdad no les gusto, espero que no terminen por detestar toda la historia .w.

Bueno, como esta es la última notita no quiero ser extensa pero me es inevitable no detenerme un momento para darles las gracias a todos las bellezas de lectores que acompañaron esta historia desde su torpe inicio, y a los que llegaron después con hermosos comentarios de apoyo y buenos consejos, igual a todos aquellos que siguieron como anonimos y los que dejaron un tierno follow y/o un favorite. Como se prometió, llegamos hasta el final :) Gracias por todo lo que me han enseñado, espero que con todo esto pueda mejorar en un futuro. Este es mi primera historia luego de haber dejado de escribir desde hace casi 5 años y la primera vez que publico algo desde los 13. Ojala y el comienzo de todo escritor sea de esta manera, encontrándose gente tan awesome como ustedes n_n. Tengo planeado una nueva historia, pero me llevara un tiempo concretar los detalles, es un proyecto que me tiene bastante emocionada, ojala les guste, veremos cómo van saliendo las cosas jeje.

"Los muertos reciben más flores que los vivos porque el remordimiento es más fuerte que la gratitud" Anne Frank

Bueno, me despido antes de extenderme y divagar en la nostalgia de haber terminado una historia con lectoras tan lindos como el que esta leyendo esto. Como siempre dándoles de nuevo las gracias infinitas por todo lo que ustedes lograron aquí cada martes. Cuídense muchísimo y nos leemos pronto.

Bye Bye :3