Disclaimer: ningún personaje o lugar que reconozcan me pertenece, todo es obra de la magnífica imaginación de Masashi Kishimoto.

Recuerdos de primavera

I

Sarada Uchiha

Podía sentir como las frías gotas caían sobre su cuello y brazos, mezclándose con el sudor del arduo entrenamiento de aquella tarde. No había reparado cuanto llevaba en el campo ¿4? ¿5 horas?, tal vez más, su percepción del tiempo comenzaba a fallar señal inequívoca de que el cansancio se apoderaba de su cuerpo. Dejo de lanzar shurikens al tronco de aquel maltratado árbol, juez de sus prodigiosas habilidades y nuevas destrezas. Levanto la cabeza al ritmo de su respiración entrecortada mientras la lluvia a su alrededor se tornaba torrencial. Estaba satisfecha, sus adoloridos músculos se lo decían una y otra vez. Después de despertar el Sharingan, un par de meses atrás, su desenvolvimiento en combate había incrementado notablemente. Lo pudo comprobar cuando, en una misión, desarmo a tres Chunnins con solo un par de movimientos, inclusive ella se impresiono. Sarutobi-sensei estaba muy orgulloso, Mitsuki le dio unas palmadas en la espalda en señal de felicitaciones y Boruto refunfuño algo que sonó a "presumida". Sonrió inconscientemente cuando la imagen de sus compañeros de equipo se dibujó en forma de un vivido recuerdo en su mente.

Intuyo que el aguacero persistiría unas cuantas horas más por lo que dio por concluido el entrenamiento de ese día. Tomo la mochila que descansaban en un tronco, guardo sus armas y se dispuso a regresar a casa.

La lluvia se intensificaba conforme iba avanzando por las calles de Konoha. No se tomó la molestia de resguardarse de la lluvia como hacian los desesperados transeúntes. Estaba de más decir que era una mala idea, ya podía escuchar la voz de su madre sermoneándola a todo pulmón, pero debía admitir que la sensación del agua sobre sus tensos brazos le sentaba muy bien.

Llego antes de lo que esperaba, empapada de pies a cabeza y dejando un camino de agua a su paso. Saludo a la vacía sala sin recibir respuesta. Seguramente su mamá estaba aún en el hospital atendiendo alguna emergencia, tomando un turno extra o visitando a Yamanaka-san. Cualquiera que fuese la causa de su retraso, Sarada la tomo como la oportunidad perfecta para de tomarse un baño y eliminar cualquiera evidencia de su entrenamiento bajo la lluvia. Una vez lista y cambiada se fijó en el reloj de la cocina que marcaba casi las ocho de la noche. Era tarde pero no lo suficiente como para sorprenderla con una rica cena. Así pues tomo el delantal y puso manos a la obra.

- ¡Regrese! – exclamo la voz de su madre media hora después.

- ¡Bienvenida! – saludo Sarada asomando solo la cabeza por el marco de la puerta de la cocina.

Y ahí estaba la famosa Sakura Uchiha dejando el empapado impermeable amarillo a un lado y quitándose las botas húmedas con un movimiento ágil de sus piernas.

- ¿Qué es ese olor? – pregunto la pelirrosa respirando profundamente. Se le notaba algo pálida y cansada, el trabajo en el hospital nunca le permitía tomarse un merecido descanso.

- La cena – respondió Sarada regresando a sus quehaceres.

No le gustaba verla así, tan débil y frágil. Para muchos aquello pasaría desapercibido, un día difícil que con un buen descanso la dejaría como nueva. Pero para ella que la conocía a la perfección, sabía que estaba agotada y no simplemente por sus largas jornadas laborales.

- Pensé que estabas entrenando – irrumpió Sakura observándola con intriga.

- Regrese antes de que comenzara a llover – mintió colocando dos vasos y dos pares de palillos en ambos lados de la mesa.

- Perdona por llegar tan tarde – se disculpó la pelirrosa bajando un poco la cabeza decepcionada por no ser ella la que atendiera a su hija -. Debes estar agotada, déjame ayudarte.

- Ni te atrevas – le advirtió Sarada levantando una paleta de madera dirigida a la cara de su madre -. Esta noche seré yo la que te consienta.

Sakura parpadeo con los labios entreabiertos para luego sonreír con su típica dulzura.

- Está bien.

Sarada le regresó la sonrisa y un par de minutos después ya estaban comiendo.

- Esto esta riquísimo – exclamo Sakura deleitándose con cada bocado -¿Dónde aprendiste la receta?

- Se la pedí a Uzumaki-san cuando nos invitó a Mitsuki y a mí a almorzar la semana pasada.

- Hinata siempre haciendo platillos deliciosos.

- Me alegra que te haya gustado.

- Deberías cocinar más seguido, presiento que tienes un don culinario que aún no ha sido descubierto.

- ¿Es una excusa para que tú no cocines? – pregunto arqueando una ceja.

Sakura se encogió de hombros mientras un aura de depresión la cubría.

- Admítelo, Sarada. Soy un asco en la cocina.

- No digas eso, mamá – le reprochó a la defensiva -. Tus dangos siempre han sido los mejores.

- Lo dices solo porque eres mi hija.

- Boruto, Inojin y Shikadai los aprueban, incluso Chōchō; deberías tomarlo como un elogio, ella no come cualquier cosa.

- ¿Les das de mis dangos a tus amigos? – pregunto Sakura incrédula.

- Claro, siempre lo hago. Sarutobi-sensei me roba algunos cuando cree que no me doy cuenta. Boruto es adictos a ellos y siempre pelea por otro más, aunque hay ocasiones en que prefiero esconderlos para que nadie me pida.

- ¿D-de verdad? – tartamudeo aun sin poder creérselo.

Sarada negó con la cabeza en desaprobación por la poca confianza que depositaba su madre en sus conocimientos gastronómicos. No era un chef en asensos pero jamás cuestionaría sus deliciosos postres y desayunos dignos de un Feudal.

-Sabes que no se mentir, mamá – agrego por lo bajo enfocada en la comida.

No se percató el momento en que quedo envuelta en los brazos de Sakura. Los palillos que sostenía se resbalaron y trastabillaron en el suelo de madera. El cabello rosado le caía como una cortina en la mitad del rostro de Sarada y su olor a cerezos le llego de improvisto quedando aún más aturdida.

- ¿Ma-má?

Sakura se separó de ella mostrando un rostro lleno de felicidad. Normalmente le sonreía todos los días: cuando llegaba de entrenar, cuando salía a misiones, antes de dormir, pero no de esa manera, no tan… radiante. La había visto sonreír pocas veces así, era como una alegría que guardaba solo para momentos especiales, como la de aquella noche...


Era navidad. Sakura había apagado las luces de la casa dejando todo en penumbras a excepción de las pequeñas luces del arbolito que dejaban sombras de colores alrededor de la sala. Sarada estaba sentada en la alfombra frente a la chimenea que comenzaba a crepitar suavemente después de encenderla con un Katon y así demostrarle a su mamá el nuevo jutsu que estaba practicando.

- Bien hecho, Sarada – le felicito llegando hasta su regazo con una cobija que dejo sobre los hombros de la pequeña de cinco años.

- Aun no es tan bueno como el de papá – dijo haciendo una mueca en desaprobación.

- Tu padre practico mucho para poder perfeccionar ese jutsu. No te desanimes, pronto lo harás igual y hasta mejor que él.

Las luces del arbolito comenzaron a mezclarse con las de la brasas quemándose. Sakura rodeo con uno de sus brazos a la pequeña y ambas compartieron el calor que emanaba de la chimenea.

- Mami, puedo hacerte una pregunta.

- Claro, cariño ¿Qué sucede?

- ¿Por qué papá no está con nosotras en navidad? –musito por lo bajo algo temerosa de la respuesta -. Boruto y Himawaria pasaran la noche con Uzumaki-sama, Chōchō estará con su papá y el resto de mis compañeros también. ¿Por qué mi papá no está con nosotras? ¿No le gusta la navidad?

La pequeña pudo ver como la felicidad de los ojos de su madre se iba desvaneciendo.

- No es eso, pequeña – le susurró al oído.

- Entonces ¿Por qué?- parpadeo varias veces dejando ver esos enormes ojos negros dubitativos.

- Él está en una misión muy importante, protegiendo a la aldea, por eso no ha podido estar con nosotras.

- Siempre está en una misión – gruño molesta cruzándose de brazos y haciendo pucheros -. No es justo.

- Debes de comprenderlo… - murmuro Sakura con un ligero deje de dolor en su voz.

Sarada abrazo sus piernas y dejo que su cara quedara enterrada entre los pequeños brazos.

- Se olvidó de nosotras.

- No digas eso.

- ¡Si lo hizo!

- Sarada…

- Los papás de mis amigos siempre están con ellos – le interrumpió entre la oscuridad de la manta que la cubría -. Él nunca está conmigo…

Sintió como una sutil mano colocaba un mechón de su cabello azabache tras su oreja.

- ¿Y sabes por qué los padres de tus amigos están con ellos en navidad y tu papá no?

Sarada alzo la cabeza de su cueva improvisada y elevo ambas cejas sin comprender del todo. Sakura la miraba con benevolencia sin perder una gota de esa carismática sonrisa.

- Porque él está protegiendo a cada persona de la aldea, incluso a los papás de tus amigos. Todos nos sentimos seguros gracias a que Sasuke nos cuida siempre, incluso en navidad - acaricio el cabello de Sarada antes de depositar un dulce beso en la coronilla de la menor de los Uchiha papá se sacrifica para que todos puedan estar juntos esta noche. Eso es algo que no debemos olvidar.

La pequeña niña abrió los ojos de par en par antes de alzarse con una enorme sonrisa. Los ojos le brillaban junto a las llamas de la chimenea tomando por sorpresa a la pelirrosa.

- Entonces ¿Papá es como el héroe de las nieves? ¿Cómo el guerrero de la montañas?

Sakura lo pensó unos segundos antes de reírse con suavidad pensando cómo tomaría su esposo aquel tierno apodo sacado de la historia favorita de su hija para antes de dormir.

- Sí, pequeña. Él es el guerrero de las montañas.

Un sonido seco interrumpió en la sala. Las dos Uchiha giraron al unísono en dirección al origen de aquel golpe. En la ventana de la habitación había una sombra, una sombra marrón que apelaba con fuerza el cristal empañado por los copos de nieve. Sakura le susurro a Sarada que se quedara ahí mientras se acercaba y abría la ventana dejando pasar a un imponente halcón. Aquel hermoso animal alzo las alas dejando caer una pequeña capa de nieve sobre el mueble que se derritió al compás de las luces del arbolito de navidad. Sobre su lomo había un único pergamino con el logotipo del clan Uchiha estampado en todo el centro. Sakura aun anonadada tomo el pergamino y lo abrió. Una pequeña nube cubrió las manos de la pelirrosa y donde antes había un pedazo de papel ahora estaba un enorme peluche de osito panda. Sarada salto desde el piso hasta el mueble con asombro en su rostro.

- ¿De quién es este peluche? – pregunto, conteniendo las ganas de tomarlo entre sus brazos.

Sakura no le respondió hasta tomar del cuello del animal de felpa una caja atada junto a una carta. Tomo la caja con una mano y leyó el remitente de la carta en voz alta.

- Para Sarada y Sakura Uchiha, De… ¡Sasuke!

La pequeña abrió los ojos tal cual platos y sin poder resistirse un minuto más abrazo el peluche con fuerza, era prácticamente de su tamaño y el pelaje era suave y esponjoso.

- ¡Es un regalo de papá! – grito emocionada mientras giraba en redondo alzando el osito panda - ¡Papá recordó que hoy es navidad!

- Si – susurro Sakura divertida.

Sarada se entretuvo un buen rato con el peluche mientras la pelirrosa se sentaba en el mueble leyendo la carta con detenimiento. La pequeña tomo la tira rosada que adornaba su cabello e hizo un lazo en la oreja del gran animal. Satisfecha con el trabajo realizado regreso la vista a la pelirrosa para deleitarla con su nuevo juguete.

- ¡Mami! ¡Mami! ¡Mira como…! – se detuvo en seco cuando observo el rostro de Sakura. Sus ojos brillaban tal cual jades bajo la pobre iluminación de la sala y la piel de sus mejillas estaban sonrojadas sutilmente. Era la primera vez que la veía con aquel semblante tan resplandeciente. Estaba sosteniendo aquella pequeña caja color crema donde seguro descansaba el regalo de navidad por parte de Sasuke. Con la curiosidad a flor de piel Sarada carraspeo un poco la garganta y con voz suave le pregunto – Mami… ¿Qué te regalo papá?

Sakura levanto la mirada sin poder creerse aun lo que sostenía sobre sus manos, sus ojos estaban ligeramente humedecidos y con aquella alegría le respondió.

- Un pequeño recordatorio de que él es el guerrero de las montañas.


Despertó antes del amanecer, antes que el mismísimo despertador. Había pasado una noche fatal. Podía sentir latir sus cienes con fuerza y el poco aire que pasaba por la nariz debía de ser compensado con inhalaciones torpes por su boca.

- Rayos – gruño Sarada con voz congestionada. Y ahí estaba, el resultado de entrenar bajo la lluvia. Un terrible dolor de cabeza, un malestar de los mil demonios y cientos de respiraciones forzadas buscando llenar a medias sus pulmones maltrechos. Ese era el momento en que su madre decía "te lo dije".

Hizo el esfuerzo sobrehumano de alistarse para la misión de aquella mañana. Llego al espejo de cuerpo completo de la habitación donde su reflejo le devolvía una fría mirada con un par de bolsas bajo los ojos, una nariz enrojecida y los labios agrietados. Lucia fatal, como si el Rasengan de Boruto le hubiera aplastado con todas sus fuerzas. Se las arregló para no parecer un zombie y bajo las escaleras rogándole a Kami que Sakura no rondara por la cocina.

Por extraño que pareciera sus plegarias fueron escuchadas. No había nadie en casa. Probablemente Sakura tuvo que irse de urgencias al hospital, casi siempre la llamaban cuando algo muy grave sucedía o estaban cortos de personal. Al principio no le molestaba, todo lo contrario la llenaba de orgullo, sin embargo debía admitir que le disgustaba como sobreexplotaban a su madre solo por ser la mejor medic-nin del país.

Llego con dificultad a la mesa donde la noche anterior compartieron la cena. Ahí descansaba una carta junto a cuatro paquetes envueltos delicadamente con un lazo verde. Tomo el papel y leyó su contenido.

Hice muchos dangos para ti, Konohamaru, Boruto y Mitsuki. Da lo mejor en la misión de hoy ¡Shanarooo!

Con amor, mamá.

Fue inevitable no sonreír. No dudaba que se había quedado hasta muy entrada la noche haciendo aquellos dangos. Tomo los cuatro paquetes y los coloco en su equipaje junto a una bolsa con píldoras de soldado y un botiquín de primeros auxilios. Se terminó de arreglar y trago dos tabletas en seco para aliviar el malestar. Normalmente dejaba que su sistema inmunológico hiciera el trabajo sucio, pero no podía darse el lujo de desperdiciar ni un ápice de sus energías. Si Sakura había dado su mayor esfuerzo por cocinar aquellos dangos ella daría lo mejor en la misión de ese día.

Ya eran pasadas las siete de la mañana. El cielo permanecía oscuro por culpa de las nubes grises que anunciaban lluvias. Otra vez. Tosió ligeramente, un mal presagio de su deplorable estado de salud. Esperaba que las aspirinas le hicieran efecto en cualquier momento pero nada podría frenar el torbellino que quería salir de su pecho. Continuo caminando hasta encontrar a tres personas bajo un poste de luz que aún seguía encendido.

- ¡Llegas tarde, Sarada! – grito Boruto con recelo desde la mitad de la calle.

- Lo siento – respondió ocultando lo mejor que pudo su voz congestionada. Usualmente era la primera en llegar, pero considerando sus pobres energías y la tarea difícil de mantenerse en pie llego con un retraso de al menos 15 minutos.

- Es extraño por tu parte llegar tarde – increpo Mitsuki cruzándose de brazos.

- Me quede dormida – mintió. No se le daba muy bien fingir aunque sonó creíble.

- Eso es inaceptable – le reprocho Boruto con los brazos en jarra.

- Tu siempre te quedas dormido y tenemos que esperar por ti – le recordó Mitsuki estrechando los ojos.

- ¡E-eso es diferente! – gruño dándoles la espalda.

Sarada quiso reír pero lo que salió de sus labios fue un intento por ahogar la tos que desesperaba salir de su pecho.

- ¿Te sientes bien, Sarada? – intervino Sarutobi-sensei acercándosele con cautela.

- Sí, me siento muy bien – mintió, otra vez.

Konohamaru la examino con la mirada. Su sensei no era tonto, sus intenciones por aparentar estar en perfectas condiciones físicas eran cutres, como por ejemplo el estar apoyada sobre el faro para poder mantener su peso no era una posición normal en ella y estaba segura que, para ese entonces, tenía fiebre y las rojas mejillas la delatarían. Sarada se percató que su sensei estaba a punto de decir algo sobre ella, así pues se adelantó sacando tres envoltorios y con urgencia exclamo.

- Mamá los hizo para ustedes, son dangos. Es una forma de compensar la tardanza.

- ¡Dangos de Uchiha-san! – exploto Boruto tomando su paquete como si fuese un gran tesoro.

- Gracias, Sarada – murmuro Mitsuki tomando el suyo.

- Gracias, Sarada. Y dale las gracias a Sakura-chan también´kore – le agradeció Konohamaru con su típica muletilla.

Sarada sonrió ampliamente en respuesta.

- ¡Muy bien, ya estamos todos! ¡Es hora de nuestra misión! – Grito Boruto con aquella inconfundible energía acumulada, se volvió a su sensei con un puño alzado y continúo diciendo - ¿Qué haremos hoy? ¿Atrapar rufianes? ¿Espiar una organización secreta? ¿Rescatar a una damisela en apuros?

- No, no y no – enumero Konohamaru cruzando los brazos sobre el pecho -. Ayudaremos a la reconstrucción de la casa de un familiar del señor feudal, aquí en la aldea.

- ¡¿Que?! – exclamaron Boruto y Sarada al mismotiempo.

- ¿Por qué tenemos que hacer una casa, sensei? – intervino Mitsuki con ligera molestia.

- Pensé que tendríamos una misión de verdad, algo importante. No nos menosprecie por ser Genins – agrego Sarada.

- Esta es una misión de verdad – insistió Konohamaru sin cambiar la posición de sus brazos.

- ¿Fue el viejo, cierto? – dedujo Boruto refiriéndose al Hokage -. Él te convenció para darnos esta estúpida misión.

- El séptimo dijo que era una buena idea, y estoy de acuerdo con él.

- ¿Buena idea? – bufo Mitsuki cambiando la posición de sus piernas.

- Últimamente nos han dado misiones de clase D, esperábamos tener una de mayor rango – aspecto Sarada ahogando otro episodio de tos.

- Esa no es una misión para un Shinobi – bramo Boruto a tiempo de que el empeño de Sarada por calmar el remolino en sus pulmones fuese percibido por los demás -, eso es trabajo para un carpintero y también de los albañiles. No debemos estar haciendo el labor de otros, nuestra metas es hacer misiones para proteger la aldea no para alégrale el día a un familia rica.

Konohamaru lo observo con evidente enfado.

- Ningún trabajo es menos o más digno que otro, Boruto. Un carpintero se esfuerza tanto como nosotros en nuestras misiones, y un albañil tanto como nosotros en nuestros entrenamientos. Hay ocasiones en que debemos de ponernos en los zapatos del otro, aprender a tener un poco de empatía por aquellas personas que no son shinobis, de aquellos que perseveran en sus trabajos para ser mejores cada día. No dejar llevarse por la fama y la gloria es necesario para preservar lo que somos.

Todos se quedaron en un silencio incomodo observando los dedos de los pies que sobresalían de sus sandalias. Viéndolo de esa manera se sentían como un trio de pedantes y pomposos niños que creían ser Jounis cuando ni siquiera podían comprender algo tan básico como el esfuerzo de otros.

- Nunca menosprecien el trabajo de los demás creyendo que el de ustedes es mejor – agrego Konohamaru esta vez con una voz más suave y dirigiéndose al equipo en general. Asintieron con firmeza dándole a entender que estaban listos para lo que sea -. Muy bien, en ese caso ¡Vamos!

- ¡Hai! – aclamaron con fuerza.

Llegaron a una casa casi en las afueras de la aldea. A pesar de estar a medio construir tenía el aspecto de ser un domicilio al estilo antiguo, nada de cemento o fibras de vidrio, solo madera y más madera. Aparentemente la familia del señor Feudal le gustaba las cosas clásicas y aquel lugar era lo más tradicional en todo el país del Fuego.

- Muy bien, chicos. Aquí es – indicó Konohamaru admirando la construcción. -Divídanse y tomen un puesto de trabajo. A las 12 en punto dan el almuerzo y tienen una hora para descansar. Bien, en marcha.

Ya era media mañana y a pesar de no estar lloviendo el cielo aún no se despejaba. Todo el equipo estaba enfrascado en su respectiva labor. Mitsuki llevaba de un lado a otro baldes repletos de arena; Boruto ayudaba en el techo a encajar las baldosas resbalándosele más de una al piso, y Sarada trabajaba con un grupo de carpinteros instalando grandes vigas de madera para los soportes de un futuro tercer piso. Estaba realmente exhausta, no solo por su estado de salud sino también por el increíble esfuerzo que requería el cargar las grandes vigas. Se había apuntado para aquella tarea creyendo que tenía la fuerza de Sakura pero no reparo en el hecho de que no estaba en condiciones para hacerlo.

- ¡Hey, niña! – le grito un carpintero desde el armazón del primer piso. Sarada se giró y lo vio con dificultad, el dolor de cabeza y la fiebre comenzaban a jugarle sucio pues empezaba a ver doble.

- ¿Sucede algo? – pregunto con voz cansada.

- ¿Puede lanzarme aquella tabla que está a tu derecha?

Sarada giro a su izquierda.

- Demonios - se dijo. Estaba perdiendo la sincronización de sus movimientos, ya no sabía diferenciar la derecha de la izquierda.

Pudo ver lo que el hombre le señalaba, estaban algo lejos y debía de saltar a la otra viga de madera. Lo pensó unos instantes y busco aire por la boca, ya que, para ese entonces, su nariz estaba tan congestionada que no servía para su único propósito. Se preparó para saltar pero un desvanecimiento se apodero de ella, sus piernas se doblaron y se desplomo perdiendo el equilibrio en dirección al suelo a más de seis metros de altura. Busco desesperadamente algo con que sostenerse, pero los brazos no le respondieron y sus ojos terminaron por cerrarse por completo.

Escucho su nombre gritar a lo lejos y todo quedo en oscuridad.


N/A: ¡Hola a todos! :) Gracias por pasarse por aca y leer esta historia. Soy nueva en la pág más no es la primera vez que hago un fanfic de Naruto. Acepto críticas, opiniones y comentarios. Antes de despedirme quisiera dejar unas cositas en claro.

La historia no se trata de Sarada, ella solo es una intermediaria para conocer la historia de sus padres, este fanfic es 100% Sasusaku. A pesar de ello los primeros dos capítulos (y otros en el futuro) será desde la perspectiva de Sarada.

Existirán muchos saltos de tiempo entre el pasado y el futuro a causa de los flashbacks, pero no se preocupen, la forma en que está organizado no permite perderse el hilo de la historia. De todas maneras hare acotaciones en los momentos oportunos.

Les prometo que terminare la historia y seré puntual a la hora de publicar los fin de semanas (amo la puntualidad, así que estamos bien por ahí). Ya tengo más de diez capítulos listos, por lo que no hay mucho de qué preocuparse.

Espero que les haya gustado el primer capítulo, poco a poco la historia se tornara más densa, pero todo a su tiempo. Sin más que decir, les doy gracias por pasarse por acá y tomarse la molestia de leer.

See ya :3