Este fué el capítulo más dificil de escribir para mí. Definitivamente tengo un respeto renovado por los que escriben lemon.

Quiero aclarar que el uso de doble paréntesis (( ... )) representa un pensamiento.

Un abrazo y gracias a todas las personas que leen, los comentarios que recibí me ayudaron a no abandonar este fic. :) . Les dedico este capitulo a Snow, lestibur y especialmente Megumisakura. 3


La habitación era bastante grande, todo el piso recubierto por alfombras rojas con leones bordados en ellas. En una esquina estaba la entrada a los baños, y muy cerca de esta una chimenea apagada, en la otra esquina una cama grande cubierta por sábanas de seda, en la tercera había una mesa con varias botellitas y frascos con polvitos ordenados en la base de un espejo mediano y en la ultima esquina una mesa redonda de madera muy ornamentada con tres sillas alrededor, encima un candelabro pequeñito que tenía velas apagadas. La puerta de entrada se encontraba justo al centro, al frente de esta había otra que permitía una salida a su balcón, este conectaba al mar mediante unas escaleras. En su terraza había otra mesa, esta de metal y con sillones. En el piso de piedra habían algunas hojas que se movían perezosas con la brisa de la noche. Las cortinas de la habitación estaban sujetas por sus cuerdas de forma que la luna se colaba por las dos ventanas pequeñas y el tragaluz de la puerta que daba a la terraza. Si alguien hubiese mirado la habitación de afuera le habría parecido vacía.

- ¿Mi señor? – dijo una mujer con un temblor nervioso en su voz. Estaba parada en medio de la habitación estrujando sus manos fuertemente, si fuese de día se verían sus nudillos blancos de la fuerza que empleaba .

- Mi señora – fue la respuesta de un hombrecillo que cerraba la puerta tras de sí.

Con la escasa luz que había en la habitación se podía distinguir una sonrisa en su rostro. Este se acercó a la mujer para tomarle una mano, besársela y guiarla hacia la cama. Ella lo siguió dócilmente. Pasito a pasito, al principio con algo de torpeza y después con más seguridad. Ambos se sentaron. La luz de la ventana más próxima los iluminaba tenuemente.

Tyrion se acercó para besarle la frente, después la mejilla, al ver que Sansa empezaba a sonreír volvió a unir su boca con la de ella.

Cuando volvían a Desembarco del Rey con la ayuda que Bronn trajo, Tyrion se repetía una y otra vez que debía alejarse de su esposa, que debía mantener su palabra, que pronto estarían separados, que sus besos en la carroza fueron una locura. Pensó en la promesa que se hizo a si mismo en las tierras libres (("Nunca te dejes llevar por tus emociones enano")), dejarse dominar por estas le causó mucho dolor en el pasado. Prometió aprender de sus errores y mantener a raya los sentimientos, que sus decisiones serían las que gobernaran su vida. Además tenía compañeras que lo satisfacían, Arianne, Sara y por supuesto Shae, su favorita. La chica que pensaba llevarse consigo a Roca Casterly. Si todo marchaba bien podía tomarla como esposa. Definitivamente podía mantenerse alejado de Sansa.

Esos pensamientos se esfumaron casi al instante cuando cerró la puerta de su habitación y volteó a verla.

Mientras seguían besandose la acarició suave y lentamente, para acostumbrarla a su tacto de a poco, por más ganas que tuviera sabía que no debía apresurarse. Rompió el beso para pasar a su cuello y morderlo de manera suave, ella se lo besó mientras se apretaba más contra él dejando escapar un gemido suavito. Lo deseaba, todo ese tiempo el lo sabía pero le daba miedo comprobarlo. Todas las ultimas semanas ella se lo gritaba sin palabras.

Sansa lo abrazó y él tanteó su pecho buscando los lazos del vestido para desatarlos. Tyrion hundió la nariz en su cabello queriendo intoxicarse de su aroma. Pensó que podía morir ahí, que no estaría mal. Las caricias y los besos ya no eran suficientes, quería más, toda esa ropa estorbaba. A pesar de tener experiencia desatando vestidos a las damas los condenados lazos no cedían, acarició un pecho por encima del vestido pero no fue satisfactorio. ((Mierda puta)) De un tirón rompió la tela y por fín pudo tocar esa piel de porcelana que lo volvía loco. La razgadura dejó a la vista uno de los pechos de Sansa, tenía el pezón rosado y algunas pecas alrededor que lo pusieron duro como una piedra.

Ella intentó cubrirse pero Tyrion sostuvo sus manos de manera delicada. Hábilmente le dió una caricia suave. A la luz de la luna podía ver el rubor que aumentaba en el rostro de su mujer. De su actitud coqueta y seductora de los días pasados no había ni rastro, era obvio que todo era teatro. La verdadera Sansa estaba en sus brazos, era tímida y se esforzaba por no dejar escapar gemidos cuando él la acariciaba. Estaba ansioso por ver como reaccionaba cuando usara su lengua…

- ¿Te gusta? – susurró travieso mientras la acariciaba otra vez cuando ella tomó confianza para aceptar su toque.

Como respuesta ella tomó su rostro y lo obligó a besarla. Recordó cuando se casaron… y también su noche de bodas. Tomaría a su esposa ahora. Antes que el maldito príncipe Tyrell.

Tyrell… Shae…

¿Qué estaban haciendo? ¡Dioses! se olvidó.

Se separó de su esposa y se alejó unos pasos de la cama.

Sansa lo miraba asustada y sin comprender.

- ¿Qué…?¿Hice algo mal? – preguntó con miedo cruzando sus brazos para protegerse.

El no respondió. El deseo que sentía empezaba a convertirse en tristeza.

-Esto… esto esta mal- dijo Tyrion después de un largo silencio - Sansa tu y yo… tu y yo nos separaremos y después te casaras con el príncipe de las rosas.

-¿Qué? – preguntó estupefacta.

Tyrion sintió como el frío lo envolvía. Volvía a pensar con claridad, aunque eso no era algo bueno necesariamente. Sabía lo que tenía que hacer pero eso no lo hacía más fácil. Además ¿por qué se sentía tan mal? Respiró hondo para ganar algo de tiempo.

- No…no quiero lastimarte Sansa. Si vamos a separarnos es mejor hacerlo de una vez –dijo Tyrion ((seré imbécil)) - Lo mejor es… que me aleje de ti…, que no estemos juntos más tiempo. Que nos mantengamos separados.

Desvió su mirada a la ventana. Recordar que ella se casaría con otro lo atormentaba.

Pensó en Shae pero no sintió nada.

Pensó en Roca Casterly, que la tomaría como dueño y señor después de separarse y se sintió miserable.

Pensó en Bronn, su esposa y su hijo y se sintió solo.

Pensó en Sansa y la vez en que ella pensaba escapar hacia Alto Jardín antes de que se casaran. Ahora ella podría tener esa vida.

- Una vez que te cases serás una Tyrell de Alto Jardín y …

-Mi señor sabes que ya no me interesan los apellidos o los castillos… ¿por qué haces esto? –lo interrumpió con la voz quebrada y usando su armadura de cortesía otra vez.

Tyrion enfureció, estaba harto de que ella fuera tan educada. ¿Acaso no lo entendía? ¡El lo hacía por ella! ¡para que fuera feliz!

- Nosotros, yo-yo ¡No… no podemos dejarnos dominar por lo que sentimos! ¡Vamos a separarnos y tú obedecerás! - trató de sonar fuerte y decidido con un resultado pobre.

Ninguno de los dos se movió, pasaron algunos segundos que parecieron una eternidad. Por el rabillo del ojo vió a Sansa arreglarse el vestido desgarrado para cubrirse. Se paró y caminó hacia él. Cerró los ojos esperando recibir una bofetada pero solo sintió una caricia en su cabello.

- ¿Qué sentimos mi señor? – preguntó Sansa suavemente al tiempo que se arrodillaba ante él.

Esta vez fue su turno para quedarse estupefacto. Ella sonreía y tenía los ojos brillosos, seguramente casi se hecho a llorar antes. Repasó en su mente lo que dijo y entendió. ((Maldita lengua, siempre me traicionas))

- Dime Tyrion ¿Qué sentimos?- Su voz era un susurro que lo acariciaba .

No estaba seguro de lo que sentía, pero ya no veía a Sansa como su amiga simplemente.

- Eso… eso no importa mi señora.

- A mi si me importa y quiero saberlo – respondió testaruda.

Sabía que no se rendiría hasta conseguir la respuesta. A veces Tyrion pensaba que la niña dócil y obediente que era cuando se casaron solo existió en su imaginación.

- Solo- solo es cariño.- tartamudeó mientras sentía calor en las mejillas. Antes de ser el Jinete Alado la gente le daba fama de ser vil y depravado con las mujeres, ahora se ponía rojo como un mocoso frente a la niña que le gustaba. Estaba perdiendo su toque.

- ¿Cariño? – Sansa parecía algo decepcionada - ¿Qué más?

- Y de verdad te aprecio mucho ahora.

- Ya veo.

- Pasaste por muchas cosas en la vida, cosas que una niña no debería vivir – continuó hablando cualquier tontería que se le ocurría - No quiero que sufras… el príncipe Tyrell ((es una mierda)) puede hacerte feliz

Ella simplemente lo miró. Tyrion debía apartarse pero sentía que su cuerpo se negaba a reaccionar y se quedó ahí parado sin hacer nada, poco a poco se perdió en aquellos ojos azules.

¿De verdad quería alejarse de ella?. La respuesta llegó pronto. ((No, si me alejo ¿quien la protegerá?)).

El la quería. Esa niña lobo que llego a Desembarco del Rey hace varios años se convirtió en la mujer que tenía delante en ese momento. La mujer que hace poco gemía con sus caricias y lo besaba con fuerza y deseo. Y no por su oro.

Sentía como la locura que lo agarró en el carruaje se apoderaba de él otra vez. Y le gustaba. Pero debía alejarse se repetía a si mismo, sus manos lo traicionaron para acariciar el rostro de su esposa. Comprendió que sus emociones lo estaban manejando como a una marioneta. Sentía como perdía la cabeza lentamente. Solo importaba Sansa... otra vez.

- Solo quiero que seas feliz…- ¿qué otra cosa podía decirle? Si eso era todo lo que él quería en ese momento.

Sansa tembló al escucharlo, mientras sus ojos se ponían brillosos otra vez. Con una sonrisa tímida se acercó a darle un beso corto.

- Yo decidiré quien me hace feliz – dijo después. Le echó los brazos al cuello y volvió a besarlo.

((Estoy perdido-pensó)) mientras la abrazaba y dejaba que su locura tomara el control. Todo era igual la noche que se besaron por primera vez. Pero no estaban ebrios ahora. Y eso era lo mejor. Tenerla entre sus brazos y sentir como ella correspondía era una delicia.

Cuando volvió a sentir esa piel tan suave otra vez se sorprendió. No había notado cuando fueron perdiendo tanta ropa, ambos estaban casi desnudos y en la cama.

Sansa dejó escapar un gritito cuando él la tocó entre las piernas - ¡Tyrion! te quiero, te quiero – lo dijo muchas veces mientras lo abrazaba fuertemente. ((Y yo te quiero a tí))

Estaba húmeda, aún así el decidió humedecerla aún mas con la lengua y las manos mientras ella gemía sonrojada y sin poder contenerse, olvidando sus recatos y sus lecciones de dama cortesana. Cuando la penetró ella arañó su espalda, cuando la montó Sansa gritó su nombre tan alto que todas las personas en Desembarco del Rey podrían escucharla. Mejor, así todos se enterarían quien era la señora Lannister.

Ambos se liberaron varias veces durante la noche, la última vez la hicieron juntos y se aferraron el uno al otro queriendo fundirse. Mientras la ola de placer los envolvía sus almas se tocaron. Y fueron uno solo por algunos segundos.

La mañana siguiente Tyrion se despertó con una sonrisa. Definitivamente era casi medio día por la manera en que el sol iluminaba su habitación. Sansa se había quedado dormida con la cabeza en su pecho. Con cuidado apartó un mechón de su cabello detrás de su oreja y le dio un beso en la coronilla. Miró a su alrededor y se le cayó el alma por los pies. Shae estaba ahí parada mirándolos.