Chances Are

Estaba tarareando esa cursi canción. Se avergonzó ante sus pensamientos y sin embargo no fue capaz de desecharlos. No con Eren sentado a su lado, vistiendo un elegante saco negro. Claro que lo prefería mil veces con sus desgastadas converses, sus pantalones rotos y sus playeras enormes. Por ello, en otro gesto de infinita ternura hacia el Ackerman, Eren le había complacido vistiéndose de aquella manera. Solo que con un fino toque al portar aquel saco oscuro.

Cortesía de Jean, por cierto.

Levi, por su parte pensó en cuantas posibilidades habían de que aquello no terminase mal. Eran muchas. Demasiadas. Pero incluso con ese posible riesgo germinando tras dar aquel importante paso, pensó que eso no importaba mucho. Estaba irremediablemente feliz. Tanto que incluso llevaba un velo que en realidad era una cortina blanca que Connie robó de una lavandería. Y una enorme y tonta sonrisa enamorada.

Cosa que Eren, adoro tan pronto la vio nacer en esos labios que tanto amaba.

Jesús bendito, pensó Levi, se hacia tarde se dijo poniéndose de pie, aun tomado de la mano de Yaeger. Ambos se miraron y esperaron unos últimos segundos.—¿No te importa lo que tu padre diga, Levi?

-Estoy aquí por una razón, Eren.

Ambos se sonrieron. Se sonrieron y con ternura recitaron votos sencillos.—¿Para siempre?—Pregunto entonces el joven castaño, sosteniendo la mano de su pareja con tacto gentil.

Levi asintió, firme.—Para siempre, siempre, Eren.—Con dulces maneras deslizaron los aros cobrizos por sus anulares y cuando esa acción concluyo, ambos se miraron.—Ahí es cuando debes besar a la novia, Eren—Sasha gritó por entre los presentes, sonriente.

Labios tímidos se unieron en un tierno contacto, que al final termino germinando en una apasionada y bella muestra de devoción, de labio contra labio. De boca contra boca. De corazón contra corazón y alma contra alma.

Tras eso, estallaron los aplausos.

Levi pensó, perdido entre abrazos de sus amigos, que quizás tenia razón y las posibilidades de que aquello terminase mal eran elevadas. Pero no importaba. Tenia una oportunidad que también crecía con fuerzas en probabilidad de triunfo. Tenia esperanzas, deseo y mucho amor en el corazón para con su esposo. Así que bien, las posibilidades de un final negativo fueron rápidamente enviadas a la mierda.

Si hacia falta luchar, pues tan sencillo; lucharía. Al final de cuentas, pensó la antigua alma reflejada en unos enamorados ojos azules. No seria la primera vez que luchaba por algo a lo cual, debía proteger. Proteger con su vida.


Escuchen la canción homónima al titulo. De Johnny Matis. Es preciosa. Y ustedes aún más, bebés.