NT: Muy bien, he aquí la segunda parte. No sé cómo rayos se me pudo olvidar por tanto tiempo el adaptarla también. Supongo que tal vez fue porque ni siquiera sabía de su existencia hasta que la mencionaron en los comentarios y fui a revisar, poco antes de que el roche de los permisos comenzara.
Ya con todo eso felizmente resuelto, los dejo con el bonus de dicho one-shot, que ahora sería más un two-shot o algo.
Steven's Shapeshifting: Roles Invertidos
Un corto de ficción por absolnite,
adaptado al español por DragShot
Cuando Garnet, Amatista y Perla vieron la nueva e inusual forma de Steven, cada una de ellas mostró reacciones diferentes:
Perla se mostró muy sorprendida, con una mano cubriéndole los labios.
Garnet no hizo absolutamente nada. Aún cuando el aguilucho pasó cerca de ella y terminó tirándole los lentes oscuros al piso. - ¡Oops! ¡P-Perdón, Garnet! - se excusó Steven, ligeramente preocupado. Instantes después, los tres ojos de la fusión comenzaron a seguirlo por la sala, con una tenue sonrisa dibujándose poco a poco en sus labios.
Amatista no tuvo mejor idea que convertirse ella también en águila y unirse a la fiesta. - ¡Oh hoho! ¡Ese es mi Ste-man! - Ambos volaron y rieron juntos, muy emocionados por lo que sucedía.
Cuando Connie finalmente llegó a la puerta principal y la abrió, sonrió ampliamente al observarlo volar alrededor. El gozo que irradiaba su amigo incluso la hizo sentir deseos de poder hacer lo mismo que él.
Viendo que Steven la estaba pasando tan bien sin ella, la niña de piel morena dejó ir suspiro, se dio media vuelta y procedió a marcharse. Su trabajo estaba hecho. Las gemas estaban muy distraídas con el espectáculo como para darse cuenta de ello; todas a excepción de Steven, quien detuvo su vuelo de inmediato, cayendo al suelo como un pedazo de madera.
Perla y Garnet fueron a auxiliarlo, mas el niño solo sacudió la cabeza, regresando a su forma por defecto para salir corriendo tras la chica que acababa de bajar las escaleras y ya estaba en la playa.
- ¡Connie! - exclamó mientras le daba el alcance.
La mencionada dejo de caminar y se dio la vuelta hacia el origen de la familiar voz. Ella no esperaba que el niño hubiese hecho todo a un lado para venir tras ella, pero de todos modos se prestó a esperarlo.
- Connie, ¿a dónde vas?
- Ah pues, yo... yo me iba a casa. - le respondió la niña, tratando de mantener un tono casual - Ya sabes...
- Pero, ¿por qué? Pensé que íbamos a pasar el rato juntos. - preguntó Steven, algo desanimado. - ¿Te llamaron?
- No es eso. Bueno, yo también pensaba lo mismo pero... - la voz de Connie cambió, reflejando mayor tristeza - creo que la estás pasando mejor sin mí.
Steven respondió a ello con un abrazo. - Connie, a mí me encanta pasar el tiempo contigo. Aun si estoy muy contento de que por fin me haya salido eso del cambio de forma, ¡andar contigo me gusta aún más! Además, fuiste tú quien me ayudó a lograrlo, ¿o no?
Su amiga se separó del abrazo. Un tenue rubor escarlata decoraba sus mejillas. - ¿A-A qué te refieres?
Steven la miró directo a los ojos, para demostrarle que iba en serio. - Tú me diste la confianza necesaria para cambiar de forma. Nada más con estar cerca, ya... y-ya me ayudaste bastante. - el niño dirigió su mirada al suelo con tal de que su amiga no notara que él se estaba sonrojando aún más.
Connie no lo podía creer. - ¡Steven! ¿Estás seguro? E-Es decir, Garnet te ayudó también, y las demás estaban-...
- Hey, - le interrumpió el hijo de Rose - ya te lo dije: fuiste tú quien al final me ayudó a lograrlo. Y a fin de cuentas, ¿para qué necesitaría cambiar de forma cuando tengo a mi mejor amiga justo aquí?
Aquello dejó a Connie sin palabras. La niña solo pudo atinar sentarse sobre la arena y observar las tranquilas aguas del mar. Steven tomó asiento a su lado, sintiéndose ligeramente preocupado al no recibir respuesta por parte de su amiga.
- Ehm... ¿sucede algo? - se atrevió a preguntar.
- Steven... yo ni siquiera entiendo por qué somos amigos. Tú tienes todas esas cosas mágicas y a las demás gemas como tú, quienes están contigo siempre. No creo realmente que haya mucho que yo te pueda ofrecer comparado con eso, - ella se volteó, sus ojos lucían vidriosos y su voz comenzó a perder estabilidad - de modo que no necesitas pretender que eres mi amigo solo por hacerme sentir mejor. Y-Yo sé que eso es lo que estás haciendo, y ya no es necesario.
El híbrido no supo si sentirse indignado o solo triste por lo que Connie acababa de confesar. ¿En verdad pensaba eso ella de él? De cualquier forma, su lado empático le dijo que lo mejor sería mantener la calma y tratar de hacerle atender cómo eran las cosas realmente.
- Mira, Connie. Yo soy tu amigo, y tengo mis razones para ello. ¡Yo creo que eres grandiosa! Digo, el que seas completamente humana no significa que no quiera estar contigo. Yo soy mitad humano también, ¿recuerdas?
Las lágrimas de la niña comenzaron a salir - ¿Lo... L-Lo di-ices en verdad?
- Oye, ¿alguna vez te he mentido? - le contestó con un contagioso aire de confianza.
Connie hizo memoria. Aún tras aquella vez en la que Steven trató de alejarla de los estragos tras la invasión, el no le pudo ocultar lo que había sucedido y que corrían peligro. Después de eso, él de hecho siempre se lo contaba todo.
- Jeh, supongo que no... - contestó más aliviada. Steven asintió, a la vez que con sus manos limpió gentilmente las lágrimas que había comenzado a deslizarse sobre el rostro de su amiga. - Claro, por supuesto que es verdad.
- Entonces... ¿Amigos Mermelada? - le invitó Steven, con una sonrisa.
Era imposible el resistirse a esa sonrisa. - Pues claro.
Luego de eso Connie no pudo contener un bostezo. Todo el ejercicio durante su práctica de tennis finalmente le estaba pasando factura, aunque ahora nuevamente ella no quería irse a casa.
- Esto... ¿quieres que te lleve a casa? - preguntó Steven, poniéndose de pie.
- No, no, no... todavía no. Es más, sentémonos aquí un rato más.
El niño volvió a sonreír y a sentarse al lado de su amiga, quien respiró profundo y recostó la cabeza sobre su hombro, esperando no incomodarle. Steven se sonrojó bastante, mas no hizo nada.
De vuelta en la casa, Garnet y Perla observaban todo desde la ventana. La fusión sonrió con calidez al ver cómo ambos chicos terminaron sentados, mientras Perla no estaba tan segura de qué pensar al respecto.
Por una lado, ella estaba feliz de que su bebé estuviera creciendo. Por el otro, no estaba para nada feliz de que su bebé estuviera creciendo. Y, ¿acaso eso otro de por ahí eran celos?... ¿Por qué?
- Parece que el vínculo entre Steven y Connie ha crecido mucho últimamente. - dijo Garnet, interrumpiendo sus pensamientos - Quizá hasta lo suficiente para que... eso pueda pasar.
- ¿Qué cosa? - preguntó Perla.
- Ay, ¡si serás de mensa pa' no darte cuenta! - le replicó Amatista, quien salió en ese momento de la sala al balcón, y sin previo aviso exclamó con ambas manos sobre su boca haciendo cuerno - ¡BUEEEEEEENA CAMPEÓN! ¡YA CONSEGUISTE FLACA, EH!
- ¡Am-... ¡AMATISTA!
- ¡BUEEEEEEENA CAMPEÓN! ¡YA CONSEGUISTE FLACA, EH! - tronó una muy familiar voz.
Connie se paró de inmediato. ¡Demonios! ¡Se le había olvidado que seguían muy cerca de la casa de Steven!
Su rostro estaba hecho un tomate, y Steven no pasaba por una situación tan distinta, aunque le dedicó la peor de las miradas a su colega de equipo.
- Oye, tranquilo viejo. - se excusó Amatista, alzando los brazos - Tampoco necesitas matarme con la mirada. - Dicho esto, la gema volvió a ingresar a la casa de playa.
Ambos permanecieron en silencio por un rato.
- Eh je je je... ahm... perdón por eso... - trató de disculparse Steven, sobándose la nuca.
- Oh, no hay problema. - respondió Connie, asintiendo a la vez. - Es más, ¿puedo?... - añadió, extendiendo ambos brazos.
- Claro, adelante.
Steven esperaba otro abrazo o que volvieran a acomodarse en la arena.
Lo que no espera era un beso en la mejilla.
Oh. Por. Dios.
- Bue-eno, bu-e-no, yo... ¡mira nada más que hora es! - dijo Connie muy deprisa y muy nerviosa - Mi madre vendrá a recogerme pronto, así que... ¡Chao, Steven!
Sin darle tiempo a responder, Connie se echó a andar de inmediato.
Las mejillas del hijo de Rose ardían con la misma intensidad en que brillaba la gema de cuarzo bajo su polo. Él permaneció sentado allí por algo de diez minutos. El rubor en su rostro era visible a kilómetros mientras pensaba en lo que acababa de suceder.
Lo único que llamaba más la atención eran los gritos provenientes dentro de la casa, siendo presumiblemente otra típica reprimenda de parte de Perla hacia Amatista. Por lo ahogados que se escuchaban, uno hasta podría jurar que provenían del interior del templo.
NT: Y bueno, eso es todo. Quiero hacer presente mis agradecimientos especiales al ahora denominado absolnite, autor de este fic, y a todos ustedes por sus lecturas y comentarios.
Digo, de no valer la pena no me estaría perdiendo el almuerzo por terminar esto.
Gracias por leer.