Como si fueras mío
~Owari no Seraph fanfic ~
Advertencias: AU, Relación chico x chico (oséase shonen-ai /yaoi).
Pareja: MikaxYuu.
Disclaimer: La historia y personajes de Owari no Seraph no me pertenecen, son de Takaya Kagami y Yamato Yamamoto. Sólo hago uso de éste universo por entretenimiento y llenar ese vacío que dejan en mi corazón algunas situaciones oficiales del manga/anime.
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Capítulo 1
— ¿Podrías dejar de seguirme de una maldita vez?—un molesto pelinegro de ojos esmeralda apresuraba el paso para dejar atrás a una chica rubia de coletas muy insistente.
—No hasta que me digas quién es—seguía preguntándole Mitsuba siguiéndolo de cerca.
Yuichiro, estudiante promedio de segundo grado de preparatoria, había recibido nuevamente una confesión amorosa, ahora por parte de Sangu Mitsuba, una estudiante apenas conocida de otro grupo. Las únicas ocasiones en las que había cruzado palabras con ella fue cuando Shinoa se la había presentado, y la segunda fue cuando él amablemente se ofreció para ayudarla a cargar una caja llena de copias que debía entregar en la sala de profesores. Cabe mencionar que la chica a pesar de que aceptó la ayuda, al principio orgullosamente le había dicho que no necesitaba a enclenques que a la larga le traerían más problemas que beneficios. Entonces ¿cómo pasó de prácticamente correrlo para que la dejara en paz a querer estar pegada a él?, más aún, atreverse a declarársele sin siquiera conocerse.
Ya habían pasado dos semanas desde entonces y la chica exigía motivos por los cuáles la había rechazado, no siendo suficiente para ella el que le dijera que no estaba interesado en esas cosas, que no tenía tiempo (aunque sí lo tuviera), que no era porque careciera de belleza y que apenas se conocían. Lo había atormentado con su insistencia durante el receso y a veces a la salida de clases, ganándose las burlas de Shinoa y Kimizuki, así como la preocupación por parte de Mika cada vez que visitaba su salón para almorzar juntos y el chico prácticamente salía corriendo para huir del ataque de la rubia.
Estaba tan harto que para la segunda semana había olvidado lo que era la amabilidad y optó por decirle directamente que ya no lo buscara. Aún así parecía no darse por vencida y estúpidamente, sí estúpidamente, porque no hay otra manera de llamar a lo que hizo, le terminó diciendo que no podía salir con ella porque ya había alguien que le gustaba. Muy mala idea, se arrepintió totalmente cuando ahora la insistencia se debía a que quería saber de quién se trataba, alegando que necesitaba saber si era una digna oponente o para hacerle entender al pelinegro que no valía la pena.
En ésta ocasión ya tenía más de una hora que lo seguía, estaba cansado y quería llegar a casa, pero no lo hacía porque no quería que la chica supiera en dónde vivía y ya no poder disfrutar de la paz en su hogar, temiendo que al saberlo también lo terminara hostigando allí.
Caminó rodeando su casa por casi dos horas, hasta que vio a Mika caminando hacia ellos con una bolsa del supermercado. El rubio de ojos zafiro era su vecino y mejor amigo desde primaria, pasaban mucho tiempo juntos y visitaban la casa del otro con frecuencia. Esperaba que a Mika no se le ocurriera mencionar que él también vivía por allí y su plan de "hogar no identificado" se viniera abajo.
—Yuu-chan, al fin te dejas ver—saludó el blondo con una sonrisa viendo apenas a la chica que estaba atrás.
—Nos acabamos de ver ésta mañana —protestó y su mirada se desvió a lo que traía en la mano. Aún no había comido y se preguntó si el chico traería algo que pudiera comer en ese momento. Vio como el rubio se acercó y lo apartó un poco para tratar de hablar sin que la chica escuchara.
— ¿Hasta cuándo va a seguir ésto? Es la segunda vez que te pasa algo así con una chica. No te hace bien saltarte las comidas sólo para escapar, si no quieres salir con ella por qué no le dejas en claro las cosas de una vez—susurró el ojiazul frunciendo el entrecejo.
—No es mi culpa, ella es aún más insistente ¿acaso crees que no lo he intentado? Ya no sé qué más hacer, lo peor es que le mentí diciéndole que había alguien que me interesaba y por eso no podía salir con ella pero me insiste en que le diga quién es—explicó poniendo una cara de fastidio.
—¿Quieres que le diga algo?—.
—No sé si sea una buena idea—.
—Mmm... ya sé, sígueme la corriente—el blondo de acercó a la chica que desde hace rato los estaba observando con curiosidad.
—Hola, mucho gusto, soy Mikaela. Disculpa pero he estado observando y sé lo que sientes por Yuu-chan, pero ¿podrías dejar de seguirlo?—le dijo tranquilamente.
— ¿Yuu-chan?—miró extrañada al chico. —No creo que tenga que ver contigo—agregó ladeando la cabeza.
—Aahhh...no quería tener que decir esto pero...—suspiró el chico.
— ¿Pero qué?—
—La verdad es que Yuu-chan y yo estamos saliendo, por eso él no puede corresponderte. Es algo tímido respecto a nuestra relación, por eso no había querido decirte quién era la persona que le gusta—mintió el ojiazul.
— ¡¿Qué acabas de decir Mikaela?!—gritó mientras se le subía el color al rostro y se acercaba a ellos.
Había usado su nombre completo, sin duda el azabache se había molestado. Su apariencia sombría lo delataba aún más, después iba a matarlo, pero mientras se divertiría un poco.
—La verdad, la razón por la que no puedes corresponderle—sonrío y miró al ojiverde como esperando que se calmara y le siguiera la corriente como le había pedido.
Mitsuba se había quedado quieta en su lugar, pasmada observando como el par de chicos discutían. Jamás creyó que la razón por la que la evitaba el pelinegro era porque tuviera ese tipo de gustos.
—Es más, compré ésto para que cenáramos juntos, ayer me prometiste que hoy estarías conmigo. —mencionó el ojiazul a la vez que subía la mano agitando la bolsa del supermercado.
—Oye, tú bastardo...—ya tenía suficiente con el acoso de la rubia como para soportar bromas.
—No pensé que fueras homo—por fin habló la chica.
—¡No lo soy!—
—Yuu-chan, pero qué dices—tomó la mano del azabache y sin que se notara lo pellizcó.
—Aah...—iba a seguir quejándose pero noto la mirada severa del rubio.
—Te dije que me siguieras la corriente—le susurró con reproche.
—Pero...—
—Ya entendí, la verdad es que no me lo esperaba—intervino Sangu. —Por el momento supongo que está bien, aunque ésto se ve sospechoso—finalizó. Los observó por un rato más y después de eso dio media vuelta y se marchó.
Ambos chicos se quedaron ahí, quietos hasta que se perdió de vista la melena rubia.
—Mika, ¿qué mierda fue eso?—
—Se fue ¿no?—
—Sí, pero ahora ella piensa que tú y yo tenemos ese tipo de relación—se volvió a quejar el azabache.
—Tranquilízate, se nota que no es de esas personas que riegan rumores—.
—Mmph—bufó el ojiverde, no estaba muy convencido de eso.
—Mínimo deberías darme las gracias de que te la quité de encima. Con un "gracias por salvarme Mikaela-sama", me daría por bien servido—sugirió a punto de reír.
—Sí claro, gracias por darme más dolores de cabeza—le arrebató la bolsa de las manos y se puso a hurgar en ella.
—¡Oye! Que malagradecido— hizo una mueca como enfadado pero rápidamente la suavizó. —vamos a casa, te prepararé algo de comer—propuso.
—Gracias Mikaela-sama, me has salvado la vida—le dijo sarcásticamente.
—Sólo sabes de educación cuando se trata de comida—le arrebató la bolsa y le dió un golpecito en la cabeza.
—
Al siguiente día, Mika estaba tranquilamente leyendo un libro en su salón de clases, cuando un grupo de chicas silenciosamente se acercaron a él. La verdad el rubio era popular en la escuela, pero al igual que Yuu, jamás había aceptado una proposición. Una de las chicas, temerosa por fin habló.
—Mikaela-san, ehh...disculpa, ¿puedo hacerte una pregunta?—
—Ah, claro—contestó al quitar la mirada del libro y dirigirla al grupo de chicas que ahora prácticamente lo rodeaban.
— ¿T-tienes n-novia?—preguntó tartamudeado.
—No, ¿a qué se debe la pregunta?—ya veía venir lo que había escuchado en otras ocasiones después de esa pregunta, algo como "me gustas, salgamos por favor".
— ¿Es verdad que tú y Yuichiro de la clase 2 están saliendo?—intervino otra chica tajantemente.
El de ojos zafiro disimuló la sorpresa. No lo podía creer, esa chica al final sí fue con el chisme. Si no lo hizo antes, ahora sí Yuu lo iba a matar.
— ¿Quién les dijo eso?—trató de sonar desinteresado.
—Unas chicas de primer grado lo estaban comentando cerca del gimnasio—contestó la chica que había hablado temblorosa al principio.
— ¿Es verdad Mikaela-san?—preguntó otra chica afligida, parecía que no estaba muy contenta con el rumor.
Ahora sí que estaba acorralado, qué debería responder. Si lo negaba probablemente llegaría a oídos de la rubia que había seguido al azabache por dos semanas, pero si lo confirmaba estaba seguro que en menos de diez minutos debería redactar su testamento.
— ¡MIKAELA!—gritó a todo pulmón un ojiverde al pie de la puerta del salón, llamando la atención de todos. Dio grandes zancadas para llegar hasta donde el blondo.
No dijo nada, entendió todo cuando el pelinegro lo jaló bruscamente del saco del uniforme y casi lo saca a rastras del salón.
—Tú y tus estúpidas ideas—soltó el pelinegro una vez que lo dejó libre al llegar a la azotea.
—Eres muy brusco Yuu-chan—se quejó mientras se acomodaba la ropa.
—Cómo voy a ser amable si ahora tendré a medio mundo preguntándome por mi relación contigo, ¡todo resultó peor!—.
—Te quería ayudar, no pensé que terminaría así—se excusó.
—Más te vale que lo niegues, no quiero que dure mucho éste malentendido—.
— ¿Tan malo es para ti que piensen que tenemos una relación?—preguntó dolido el blondo.
—No es que sea malo, es que no es verdad—.
— ¿No es verdad?—. Mitsuba estaba en la puerta a las escaleras y medio había escuchado el último comentario. — ¿No es verdad?—volvió a preguntar.
Ambos chicos se quedaron estáticos, ninguno se atrevió a decir algo.
— ¡Ja! Lo sabía, ayer me mintieron. Sabía que toda esa situación era muy sospechosa—.
— ¡Oye! ¿Por qué rayos divulgaste lo de ayer?—le preguntó colérico el azabache ignorando lo que había dicho la chica.
— ¿Yo? Yo no dije nada, cuando llegué a la escuela ya cuchicheaban sobre eso, pensé que habían decidido decir abiertamente lo de ustedes. Pero me doy cuenta que todo es una farsa para zafarte de mí, ni creas que te va a funcionar—advirtió molesta.
— ¿Entonces quién fue?—insistió
—Yo que voy a saber, pero no importa si no es verdad al final de cuentas. Ya déjate de tonterías y sal de una vez conmigo, así se acaba ese tonto rumor—la chica se acercó al ojiverde y lo jaló del cuello del saco gris para atraerlo hacía ella, disminuyendo la distancia entre sus rostros. El otro impactado no se resistió.
—Ya déjalo en paz, ¡Yuu-chan es mío!—intervino el ojiazul. Había apresado con sus brazos al azabache por la espalda, alejándolo del agarre de la rubia.
Yuu quedó aún más sorprendido por la acción tan posesiva de Mika. Entendió que lo hizo para evitar ese contacto indeseado con ella.
— ¿Aah? deja de actuar, ya sé que es mentira lo de ayer. No tiene nada que ver contigo, no te metas—dijo la chica aún más molesta.
—Claro que tiene que ver conmigo, ya te dije que él es mío—el de orbes zafiro aflojó el abrazo y dirigió una mano a la mejilla del azabache para hacerlo girar el rostro hacia él. Aún ante la mirada esmeralda confundida, suavemente posó sus labios sobre los del otro chico y terminó por hundir sus dedos entre las sedosas hebras oscuras para jalarlo y profundizar el beso.
—Mmph—se quejó el pelinegro. Había abierto aún más los ojos ante esa acción y cuando el rubio lo jaló para prolongar el contacto sintió arder su rostro. Entrecerró los ojos e iba a intentar alejarlo cuando sintió como el otro lo rodeaba por la cintura, pegando sus cuerpos y haciendo aún más íntimo el beso al colar su húmeda lengua a su propia cavidad. La falta de aire terminó por separarlos. Aún recuperando el aire el blondo abrazó al pelinegro escondiendo su rostro en su hombro.
— ¿Con ésto es suficiente para que entiendas?—le espetó el ojiazul a la chica.
Sangu se había abochornado al observar la escena, cómo se atrevían a hacer semejante cosa con alguien observándolos?
—E-está bien, ya fue suficiente. No me volveré a meter—contestó la de ojos púrpura. —Eso no era necesario—agregó y se dió la vuelta para regresar a las escaleras.
El rubio soltó un largo suspiro cuando perdió a la chica de vista y sintió como se tensaba el cuerpo junto a él.
—MI-KA-E-LA—dijo con desprecio el azabache. El rubio por instinto se alejó del él notando como mantenía la cabeza gacha.
—Yuu-chan, sabes que era necesario —trató de defenderse.
—Necesario mis...—levantó el rostro sonrojado por la vergüenza. —¿En qué rayos estabas pensando?—.
—Obvio en hacer que dejara de molestar definitivamente—le contestó con sarcasmo.
—¿Por qué de esa forma tan vergonzosa?—preguntó cubriendo su boca con ambas manos.
—De todos modos ibas a dejar que ella te besara—se quejó el de orbes zafiro.
—¡C-claro que no!—tartamudeó.
—Eres un tonto Yuu-chan—volvió a suspirar el blondo. Decidió caminar para irse de allí pero el azabache lo tomó del brazo impidiendo que avanzara.
—No hemos terminado de hablar—.
—Las clases van a empezar—dijo tranquilamente.
—Eso no importa—insistió.
—Ya sé, quieres que te jure que negaré que tenemos una relación amorosa, pero no lo haré—.
—¿Cómo dices?—.
—Lo que escuchaste, ahora somos una pareja muy enamorada—le dijo dedicándole una sonrisa divertida.
—Deja de bromear, ¿quién decidió eso?—.
—Que cruel Yuu-chan, si ya hasta nos dimos nuestro primer beso—.
—E-eso no cuenta, acabas de decir que era necesario—el color volvió a su rostro. Ese maldito rubio lo estaba sacando de sus casillas.
—Veelo de ésta manera, así ya no tendrás que preocuparte de que alguna otra chica extraña te acose, ni yo me preocuparía por tu inutilidad al manejar ése tipo de situaciones—explicó.
—¿Tú quieres que no te vuelva a hablar en toda la vida verdad?—.
—Hablo en serio, puede ser una relación sólo de nombre, no tengo ningún problema. Será como siempre, no tenemos que hacer otras cosas, a menos que quieras—le explicó.
El rostro de Yuu era un poema, estaba entre molesto, avergonzado y perdido en la conversación. Mika estaba haciendo una proposición muy descabellada, ellos tenían una amistad de muchos años, se conocían muy bien el uno al otro. Por lo regular era el rubio quien tenía la voz de la razón, el paciente y responsable, mientras que el pelinegro era el descuidado que se metía en problemas. Eso lo llevó a confiar en Mika, pero en éste momento no confiaba para nada en lo que le estaba diciendo.
— ¿Cómo que a menos que quiera, estás loco? ¡Claro que no! ¿Acaso tú estarías dispuesto a hacer...eso?—esa conversación estaba tomando un rumbo peligroso.
—Ya te dije, no tengo problema. Claro, sólo porque eres tú—dijo con tanta tranquilidad que contagiaba.
—En verdad perdiste la razón, ¿qué le hiciste a Mika?—estaba recobrando la compostura, ya se estaba cansando de discutir.
—Está aquí dando una de las mejores soluciones a tus problemas—le sonrió.
—Pero tampoco quiero que piensen que me gustan los hombres—.
—No creo que sea tanto problema, aparte de chicas, recuerdo que en una ocasión también rechazaste a un chico. Di que sólo te gusto yo— notó como el pelinegro por fin se quedaba callado meditando.
—Está bien pero sólo de nombre, nada de cosas extrañas—aclaró. Esperaba no estar cometiendo el peor error de su vida.
—Bien, ntonces ese será el plan. Espero no se te ocurra quedarte aquí, debes entrar a clase—lo reprimió aún sin saber las intenciones del otro chico.
—Sí, lo que digas—respondió de mala gana.
Sin más el blondo se marchó. Yuu se quedó ahí el resto de la tarde, era sorprendente que a veces el de ojos zafiro le leyera el pensamiento. Realmente no quería volver al salón, a pesar de haber accedido a la propuesta de Mika, no se sentía preparado para lo que vendría.