N/A:Este Fanfic lo hice ya hace un tiempo atrás, pero lo subo hoy contribuyendo con la Semana Latina LeviHan. Por cierto, aclaro que no soy fan del Rivetra, no tengo nada en contra de esa pareja pero no es de mi agrado.

Disclaimer: Esta obra está hecha sin fines de lucro, sólo con el objetivo de entretener. Es obvio que Shingeki no Kyojin no es mío por lo tanto pido amablemente que no me demanden.

MÁS QUE AMIGOS

Por: Soy Beuma

Apenas y pasaban de las ocho de la noche cuando consecutivamente se empezaron a escuchar golpeteos en el techo, una nubarrada de agua se había soltado en un mal momento para ellos. Levi suspiró pesadamente y de forma casi inmediata volteó a ver a su subordinada para comprobar que no estaba solo aún cuando ya sabía que no era así. Y en efecto, ella estaba parada, recargada en el marco de la puerta descansando después de ya más de treinta minutos de silencio.

Debemos apurarnos, la tormenta es dura —explicó la pelirroja preocupada, sintiendo la necesidad de decir algo al notar que la mirada de aquél hombre chaparrito se centraba en ella.

¡Para nada! ¡Acaba de iniciar y seguramente seguirá así toda la noche! ¡Nos mojaremos inevitablemente! —Tuvo que gritar el comandante, pues el potente ruido que hacía la lluvia al caer contra la techumbre de aluminio, hacía imposible el hablar con serenidad.

El hombre terminó de acomodar el heno que habían comprado ambos aquella tarde y se acercó a la muchacha que se abrazaba a sí misma tratando de darse calor. Se asomó por el portón y vio los charcos de lodo por todos lados con asco. Todo su uniforme se ensuciaría a causa del clima, y lo acababa de lavar.

Vamos a cerrar este lugar y luego vamos correr hasta mi oficina, está más cerca que las habitaciones. Ahí esperaremos a que la tormenta baje y así no nos mojaremos tanto —le explicó el hombre caminando hacia el portón. La pelirroja asintió y salió de ahí a su lado, el agua les empezó a salpicar el cuerpo cuando se encontraron frente a la puerta de madera.

Levi cerró lo más rápido que pudo y de inmediato corrió hasta su oficina, tras él iba la pobre chica con el cuerpo cada vez más mojado. Una vez llegó, abrió y la dejó entrar. En cuanto pudo cerró y buscó en su casillero privado algunas toallas; sólo tenía una que apestaba a humedad.

Úsala —le dijo éste entregándole directamente a la muchacha aquél trapo.

¿Y usted? —preguntó ella sonrosada.

Siéndote sincero no la usaría aún si estuviera solo —explicó mientras tomaba su capa seca que se encontraba sobre la silla del escritorio; la utilizó para secar su cara y cabello, y luego se retiró la chaqueta del cuerpo, se encontraba muy húmeda.

Ral se secó el pelo y el rostro, miró a su superior nerviosa, siempre que estaban completamente solos se sentía igual. Su nerviosismo la hacía temblar enormemente.

Y Levi lo sabía.

Siempre la veía de esa manera, sus palabras eran titubeantes y su mirada era de lo más parecida a la de un cachorrito asustado. Él se sentía incómodo cada vez que veía aquellas reacciones por parte de la muchacha así que daba su mayor esfuerzo por no mirarla a los ojos. Tampoco era como si le gustara mucho mirar directamente a aquél par de orbes color miel cada vez que hablaba.

Capitán —lo llamó ella. De nuevo, ese tono de voz que tanto odiaba.

¿Sucede algo? —.

Desde aquél día, usted ha actuado indiferente conmigo. Yo se lo dije de corazón, aun corriendo el riesgo de que me lastimara pero... Usted no ha corrido ningún riesgo y eso me hace imposible el dormir —le dijo con la voz temblorosa y notoria impaciencia.

Suspiró. Unas dos semanas atrás la chica se había declarado enamorada de él y le había pedido iniciar algo, éste no le había respondido y había actuado como si nada hubiera ocurrido. Dio un respingo y la miró, por supuesto que era guapa, su cuerpo no estaba nada mal, su rostro era lindo; tenía un par de hermosos y envidiables ojos color miel, una nariz respingona y unos pequeños pero carnosos labios rosados, su pelo era suave y sedoso. Cualquier hombre con facilidad accedería a tenerla pero por alguna razón él no.

Simplemente no quería jugar con esa muchacha que con facilidad le llevaba más de siete años, seguramente era virgen además de inocente en muchos sentidos. Él no era así.

Sin embargo, no pensó exactamente en eso aquel día. Después de aquella mojada, la vio más deliciosa que nunca. Su pelo mojado pegado al rostro, y sus mejillas rojas la hacían irresistible, su camisa semi—transparente a causa del agua y los pantalones marcando hasta la última curva de su cuerpo daba poco a la imaginación e incluso los cinturones ceñidos a sus piernas, cintura y pecho le hacían sentirse más excitado.

¿Sabes qué quiero, Petra? —le preguntó perdiendo hasta el último gramo de decencia, dejando que sus instintos lo encaminaran hacia la que ahora era su presa y acorralándola en la pared, dejando de prestar atención a la vocecita interna que le decía a gritos que no lo hiciera y que posiblemente, se arrepentiría de ello toda su vida. La muchacha se encontraba aún más roja que de costumbre.

qué... Qué... ¿Qué? —preguntó con torpeza al ver como el comandante la rodeaba con su cuerpo igual de mojado.

En ese momento la besó y se olvidó de su maldita moral. La desvistió y la hizo suya con toda la fuerza que su cuerpo humano le podía dar.

— ¡Rivaille! —gritó Hanji sacando al hombre de sus pensamientos. Éste miró a su compañera exaltado.

— ¿Qué quieres, cuatro ojos? —preguntó con la seriedad que lo caracterizaba. Ambos se encontraban en las caballerizas.

— Te estaba hablando desde hace un rato y no me estabas escuchando ¿Qué te pasa? Era como hablar con la pared —comentó la castaña haciendo un puchero. — Creo que lloverá y si no te apuras nos mojaremos, no me pienso enfermar por tu culpa —se quejaba ésta que sostenía las escaleras en las que Levi estaba montado. Éste se encontraba quitando las telarañas del techo.

— Cierra la boca —le dijo él de manera grosera.

El peli negro siguió con su labor aun recordando aquella vivencia. Solía recordar aquél suceso cuando estaba en los establos. En esa ocasión, él y Zoe acababan de regresar de la ciudad, ambos habían ido a alimentar a sus caballos y al ver el lugar sucio, sin pensarlo dos veces, el pequeño comandante tomó una escoba y trapos y empezó con su labor. Hanji pensaba retirarse pero antes de que pudiera siquiera tocar la puerta, Rivaille la había tomado de la camisa y la había obligado a barrer a su lado.

La castaña por un momento sintió ganas de bostezar y soltó las escaleras, Rivaille que no lo había notado, se movió más de la cuenta tratando de alcanzar una telaraña lejana y resbaló. La castaña ni siquiera lo vio venir pues una vez volvió a su labor, el hombre ya estaba en el suelo.

— ¿Qué sucedió aquí? —preguntó con una sonrisa que amenazaba en convertirse en una sonora carcajada.

— ¿No ves, ciega de mierda? Por tu culpa caí —le dijo enojado. Ella sonrió, parecía ser inmune a sus insultos pues era la única que en vez de molestarse o asustarse, se reía.

— No sé cómo fue que no lo noté, tal vez eres tan pequeño que el ruido de tu caída fue en otra frecuencia de sonido —bromeó al mismo tiempo que le daba un brazo para que se parara. Él no lo aceptó y se paró por su propia cuenta. En ese mismo instante se soltó la lluvia en un fuerte aguacero.

Justo como aquél día...

— Diablos, ahora por tu culpa me enfermaré. ¡Mi habitación se encuentra lejos! —se quejó ella mientras se cubría con su capa. Rivaille la miró a la cara, a pesar de que decía eso, se encontraba en completa tranquilidad. A diferencia de él, que tenía la respiración agitada al recordar a aquella muchacha pelirroja...

— Vayamos... —le costó decir esas palabras. —... A mi oficina y esperemos a que pase la lluvia... —dijo con una tristeza muy notable en su voz. La científica lo notó pero no dijo nada. Lo tomó del brazo y salió a su lado del lugar, en esta ocasión, ella cerró el establo.

— ¡Corre! —gritó Zoe mientras jalaba el brazo de su compañero y lo obligaba a llegar con rapidez a la oficina.

Una vez entraron, él cerró y miraron por la ventana.

— Será una larga tormenta —comento ella sonriente. La castaña se había quitado la capa antes de correr y la había ocultado bajo su chamarra pues prefería usarla para secarse que para protegerse inútilmente de una lluvia que la terminaría empapando de cualquier manera. La mujer se quitó los lentes un momento y se soltó el pelo para poder secarlo. Levi la miró disimuladamente como cada vez que la veía de esa manera.

Su pelo castaño era largo, cubría toda su espalda y estaba cortado de una manera extraña y dispareja pero no se veía para nada mal. Tras esos lentes pudo ver mejor sus ojos café oscuro y sus largas pestañas, además de su sonrisa. A diferencia de petra, sus labios eran grandes y más gruesos. Pero no era nada nuevo.

Aun así, no la deseaba para nada. Hanji no provocaba eso en él, ella era algo diferente más sin embargo, no menos especial.

La castaña se sintió intimidada al notar las miradas que recorrían su cuerpo y rostro por parte del sargento. Así que carraspeó un poco y se volteó. — ¿No te secarás? —preguntó ella que pasaba su capa sobre su pelo y se colocaba sus lentes. La mujer que tenía un bolso pequeño guardó los lentes que utilizaba en las expediciones, estos tenían una cinta elástica que ocupaba para ceñirlos a su rostro y así evitar que se le cayeran o rompieran y sacó los lentes casuales que ocupaba en casa o cuando no estaba en alguna expedición.

Levi reaccionó de inmediato y buscó algo con qué secarse pero en esa ocasión no tenía nada. La castaña le ofreció su capa. — No está tan húmeda —agregó sonriente.

Rivaille la tomó sin pensarlo mucho y secó su pelo, como estaban en su oficina no tenían nada con que cambiarse, permanecieron en completo silencio por unos dos minutos hasta que el peli negro habló. — No parará —se quejó, la castaña lo miró disimuladamente. Se veía guapo, como siempre.

— Entonces deberíamos irnos de una sola vez —contestó ella sonriente, como siempre.

Ambos suspiraron y tomaron asiento, Levi frente a su escritorio y la científica en un pequeño sillón que se encontraba ahí.

— Aprovechemos este tiempo y hablemos de algo... —dijo ella poniéndose cómoda. El hombre ladeó su cabeza y la miró atento.

— ¿Qué quieres hacer? —preguntó con resignación.

— Se lo iba a comentar a Erwin pero aprovechando que estoy contigo, te lo cuento primero, tal vez y me das tu opinión. Hace un tiempo atrás visité al titán femenino y... —.

— Mejor cierra la boca —le interrumpió él con brusquedad al mismo tiempo que se tallaba los ojos.

— ¿¡Por qué!? Es sobre nuestro trabajo... —.

— Mierda, Hanji. ¿No puedes hablar de algo que no sean titanes y esas porquerías? ¿No tienes una vida? ¿Qué haces cuando estás en tu casa o antes de dormir? ¿Acaso esperas a que amanezca para continuar pensando en los titanes y tu trabajo? —preguntó histérico. Tan sólo oír la palabra "titanes" salir de la boca de ella le resultaba una de las más grandes torturas.

El hombre que había bajado la mirada decidió echarle un vistazo a su compañera y notó su afligido rostro. Sus palabras le habían afectado.

— Es que... —la mujer tardó casi un minuto en volver a hablar. — Creo que es así, no es como si tuviera una... Vida —comentó diciendo la última palabra casi con dolor.

— Ahora hay algo que me interesa saber —dijo el peli negro. — ¿Tienes familia? —.

— No en realidad, mi padre murió cuando era pequeña y mi madre hace unos tres años. No conocí a mis abuelos y... tampoco hermanos —.

Levi frunció el ceño. Cuando el comandante estaba por realizar la siguiente pregunta, ambos escucharon tres golpes en la puerta, voltearon de inmediato; era Moblit.

— ¡Mira quién es! ¡Nos ha salvado! —exclamó la castaña con una gran sonrisa y se acercó a abrirle. Éste tenía una sombrilla abierta en la mano derecha y otra cerrada en la izquierda. — Me alegra verte ¿Cómo sabías que estaba aquí? —preguntó con curiosidad la científica.

— Como se había ido en la mañana de ayer, pensé que ya era hora de que regresara pues no fue lejos. Estaba lloviendo y decidí buscarla, vi su caballo y el del capitán en el establo por lo que me puse a buscarlos en los lugares cercanos —explicó el subordinado de Zoe con tranquilidad. Rivaille lo miró escéptico.

— Es una buena noticia. Qué bien que seas tan atento, ahora podremos irnos —dijo Hanji mirando a su compañero.

— Me alegra encontrarla, no tiene más de una semana que se curó de un resfriado y estaba muy mal. Deberíamos apurarnos para que tome una ducha y cambie su ropa —Berner sonaba como toda una madre regañando a su hija, a veces Levi se preguntaba quién estaba a cargo de quién. Pensar en eso le molestaba de alguna manera.

— Cierto —contestó ella con una sonrisa nerviosa. — Toma Rivaille, ocupa este paraguas. Moblit y yo compartiremos pues tu habitación queda del otro lado —le dijo Hanji al mismo tiempo que le entregaba uno al hombre de baja estatura.

El comandante la tomó sin decir nada más, de hecho, no habló para nada en todo el camino. La castaña había pasado hablando con el muchacho muy cómodamente olvidándose completamente del peli negro, cosa que no hizo más que enfurecerlo, ni siquiera se despidió en el momento en que se dio la vuelta tomando otro camino.

Una vez que Levi llegó a su habitación, rodó los ojos y se desvistió. Tomó una ducha y cambió su ropa, luego, se acostó a dormir.

En la mañana siguiente fue directo al comedor por un poco de café, el poco té que les proporcionaban en el lugar ya se había acabado.

— ¡Buenos Días, Levi! —saludó Hanji animada cuando entró a la cocina, igual que él se sirvió un poco de aquella bebida negra. Éste no contestó, cosa que no preocupó en lo más mínimo a Zoe pues estaba acostumbrada a la extraña manera de ser del sargento.

La mujer lo siguió y se sentó a su lado en una mesa pequeña que se encontraba alejada de las demás en las que solían comer los cadetes. — Buenos Días, Erwin —saludo de nuevo la castaña al rubio que acababa de entrar a desayunar,

— Buenos días, Hanji —contestó él sirviéndose café y tomando asiento al lado de ella. — Buenos días también a ti, Levi —saludó Smith al hombre de baja estatura. Tampoco respondió.

Los tres se mantuvieron en silencio. Era extraño estar así, normalmente Mike sacaba las conversaciones más triviales pero desde su muerte solían comer en silencio. Las pocas veces que hablaban era gracias a la científica.

— Tendremos unas pequeñas vacaciones por Navidad —habló el rubio de repente sorprendiendo a los otros dos. — Serán unos cinco días. Como la expedición y el trabajo que viene será duro, muchos morirán y será bueno que pasen estas fechas con sus seres queridos —continuó el capitán.

Hanji se sorprendió. El año pasado a ese no habían podido tener una cena navideña, de hecho, esos días se encontraban fuera de las murallas. Podía recordar a todos los soldados sentados en medio camino tomando un vaso de café frío y pan duro como consuelo después de una batalla. Había resultado horrible.

— lo anunciaré en un par de horas, pero se los digo en privado a ustedes porque sé que están solos. Yo tengo unos familiares en el muro Rose así que podría decirse que no estaré del todo mal. Si no tienen a dónde ir pueden acompañarme, los recibirán con los brazos abiertos —ofreció amablemente Erwin. Ambos se miraron.

Después de un rato, el rubio terminó su bebida y se retiró dejando solos a los dos solitarios jefes de escuadrón.

CONTINUARÁ…

N/A: jaja última nota, espero antes que nada les haya gustado, espero sus comentarios critico-constructivos con ansias. Por ser la semana LeviHan, trataré de subir más seguido los nuevos capítulos. La historia continuará después de que la semana termine, no es un one-shot ni un fic corto.

¡Besos y saludos!

PD. FELIZ DÍADE LA INDEPENDENCIA EN MÉXICO