16 de abril de 2021
Los arboles del bosque se agitaron cuando la esbelta figura de alargados ojos, lanzó un chillido a diestra y siniestra. Unos dos metros atrás de la criatura, una mujer regordeta de unos 50 años, cara redonda y cabello azul desordenado, daba órdenes con su varita.
-Bien, jóvenes, esto es un Aventoky –la varita en su mano dio un vuelco y la susodicha criatura dio un paso hacia los estudiantes – No hay que temerle.
La reacción natural de los asustados estudiantes, sin embargo, fue retroceder lentamente mientras el extraño ser se acercaba a ellos, siendo guiada por las señales de la profesora Vermont.
-…la naturaleza de los Aventoky es normalmente pacífica. Solamente actuara dependiendo de lo que se le indique.
La criatura siguió avanzando hacia la extrañada clase e Isabella McMillan casi se cae hacia atrás cuando sus pies se encontraron con un pequeño tronco caído. Afortunadamente, Casey Huygens se adelantó y la sostuvo en sus brazos antes de que pasara a peores. El sonrojo que se produjo en los rostros de ambos fue desapercibo por los demás, quienes tenían puestos los ojos en el Aventoky mientras se acercaba a estudiantes al azar.
-…tal como les expliqué, una vez que hemos hecho contacto visual, será guiada por los movimientos de nuestra varita –la varita volvió a sacudirse y ahora le criatura giraba hacia la izquierda, dirigiéndose a otro grupo de estudiantes – No hará nada que no le pidamos
El Aventoky se acercó con lentos pasos a cierto individuo de cabello azabache y súbitamente se detuvo. La profesora Vermont sostenía con firmeza su larga varita y la criatura no podía hacer más que quedarse quieta, mientras examinaba minuciosamente a la persona que tenía en frente.
-…como pueden ver, el Aventoky se ha detenido porque se lo he indicado con mi mano. Ni siquiera hizo falta decir nada –Vermont soltó una risita al sentirse tan importante, pero se contuvo al recordar donde estaba – Permanecerá estática hasta le indique lo contrario con un simple movimiento.
Albus Potter observó a la tenebrosa criatura con algo de desconfianza. La profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas les decía que no debían temer, ¿pero cómo iban a cumplir esa orden cuando esos ojos azules alargados te escudriñaban y de paso, tenías un rostro bastante desfigurado a escasos centímetros de ti?
-…ya le dije que no hay temerle –dijo la mujer en un tono un tanto cruel–Sr. Albus, le animo a que miré fijamente al Aventoky unos diez segundos.
El susodicho dudo por unos instantes, pero al comprender que en realidad no tenía más opción, decidió que debía obedecer la orden de la profesora. Todos sus compañeros de clase, y en especial, cierto rubio, observaron con atención mientras el moreno, entornaba sus ojos en aquellos desagradables ojos azules.
Es más feo de lo que pensé. –La mente de Albus no pudo pensar en otra cosa, cuando tuvo que mantener ese contacto visual. Incluso podía sentir un poco de incomodidad en su ser, pero si la profesora decía que no había que temer, quizás preocuparse era cosa tonta.
-…bien, ahora extienda su varita
Albus introdujo su mano en el bolsillo de su túnica. Mientras lo hacía, parecía que todo fluía en cámara lenta. Todos lo miraban con interés, la profesora seguía con la varita inmóvil y por tanto el Aventoky no se había movido ni un ápice. Cuando finalmente el moreno palpó con sus dedos el mango de su varita, comenzó a retirarla lentamente de su compartimiento, la mano temblando ligeramente al hacerlo.
Scorpius Malfoy permanecía sereno a diferencia del que era el centro de atención. Por dentro, no obstante, sentía una preocupación. Al igual que el moreno, no se fiaba mucho de la apariencia y actitud de la criatura. Y aunque la profesora dijese lo que dijese, igual sentía como que en cualquier momento pudiese pasar lo peor. Los segundos pasaban lentamente mientras observaba como su amigo trataba alzar la varita.
Por buena suerte, Potter finalmente pudo alzar la varita y apuntó directamente al Aventoky que como era de esperarse, permanecía estático.
-Muy bien, Sr. Potter –Le felicitó la profesora y casi de inmediato, se escucharon varios aplausos. –Ahora lo más importante, haga señas con su varita. El movimiento de la misma serán los movimientos del Aventoky.
Albus hizo como se le decía y la criatura obedeció cada uno de sus órdenes. Los aplausos de sus compañeros se hicieron más intensos y la profesora terminó por bajar su varita, dejando a su alumno dar las órdenes con libertad.
No se sentía tan relajado desde hace tiempo…
-Está bien- La profesora se había acercado al moreno y tras hacer lo propio, se alejó junto con la criatura.-Gracias, Sr. Potter. 10 puntos para Gryffindor.
Cuando la profesora estuvo nuevamente al frente de la clase, los estudiantes habían cambiado de parecer y querían la oportunidad de maniobrar la criatura. Sin embargo, la profesora descartó a su posibilidad al indicar que debían seguir con la clase. Hubo un aire de descontento, pero nadie hizo nada y se resignaron.
No puede ser que Potter haya sido el único en interactuar con el Aventoky.
Es injusto.
Sí, como es un Gryffindor.
–Ahora –Comenzó de nuevo la profesora, callando los susurros que habían comenzado a escucharse - resulta que las Aventoky son criaturas muy sensibles. Cualquier acción inadecuada puede ponerlos furiosos o entristecerlos, así que debemos cuidar muy bien lo que hacemos. Lo primero a tener en cuenta es que…
A medida que Vermont siguió hablando, el aire de la clase se calmó y casi todos fijaron su atención en la sudorosa mujer que hablaba con toda el entusiasmo posible. Casi todos, pues Scorpius lo que hizo fue acercarse al moreno y tocó su hombro con delicadeza para llamar su atención.
-Scorpius… -El súbito toque de su amigo hizo que casi soltara su varita. -¿Qué pasa?
El rubio sonrió y se acercó mucho más.
-Eso estuvo muy bien. –Y acarició la mano que sostenía la varita con un toque de afecto fraternal.
Albus no supo a ciencia cierta porque sintió una calidez tan agradable luego de eso.