Disclaimer: El mundo de Owari no Seraph, su trama y personajes no me pertenecen; la idea original y las ilustraciones pertenecen a: Takaya Kagami, y Yamato Yamamoto.
Notas de Autora: ¡Oh, Dios!, amo escribir sobre estos tres :´D
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Un problema de ocho patas
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Tenía que admitirlo, cuando escuchó el grito de Akane resonar en sus oídos, sintió el alma bajar hasta sus pies. Sin perder el tiempo había corrido hasta la cocina, sin saber con que se iba a encontrar exactamente; parpadeó confundido cuando vio a la chica horrorizada y abrazándose a si misma queriendo fundirse con la pared.
—¿Qué ocurre?
—Araña—respondió como si estuviera nombrando al ser más diabólico sobre la faz de la tierra. Yu estuvo a punto de soltar una carcajada, ¿Araña?, ¿Enserio?, de veras que las mujeres podían llegar a ser delicadas con pequeñeces como esas, miró hacia el techo con una expresión de burla destilando por los ojos y... ¡¿Qué mierda era eso?!; era imposible que esa cosa fuera normal, tenía el tamaño de la palma de una mano y era peluda y obscura, las patas estaban flexionadas, como esperando el momento en el que cualquier pobre alma fuera lo suficientemente estúpida como para intentar acercarse siquiera. Joder. Yu tragó saliva—¿P-podrías sacarla?—tartamudeó Akane y el ojo de Yu se retorció al borde del colapso, casi sintió como la tarántula le sonreía desde el techo, maldito bicho del infierno.
Tan solo un par de segundos después, Yuichiro caminaba con precaución, equipado no más que con un tazón plástico, mientras Akane lo animaba desde una distancia segura
Detrás de una silla...
Desgraciada.
Sentía el corazón en la boca y tuvo que morderse la lengua para no gritar como desquiciado cuando la araña se movió un milímetro al advertir de su presencia.
Estuvo justo debajo del objetivo, no había sido tan difícil, aún no se había lanzado sobre él, era una buena señal, ¿Verdad?. Se preparó mentalmente y contó hasta tres; vamos no podía ser cosa del otro mundo, solo era capturarla dentro del tazón y tirarla -con recipiente incluido- por la ventana, rogando que cayera en la cabeza de algún maldito chupasangre desafortunado, además... Akane lo estaba viendo, no podía quedar como un miedoso frente a ella, tenía orgullo después de todo. Fue el segundo más agobiante en la vida del Hyakuya, casi inmóvil, con músculos que no tenía ni idea que tenía, tensos como una roca, con el sudor perlando su frente y moviendo con extrema lentitud el tazón hacia el bichajo del infierno.
De Dios sabe donde, un zapato fue lanzado hacia la araña y esta calló con toda su peluda presencia en el rostro de Yu.
—¡Maldición!—fue la exclamación que gritó el pobre después del vergonzoso chillido de nena que se escapó de sus pulmones cuando sintió el demonio pinchar sus mejillas con los duros vellos. En medio de todo el escándalo, tropezó y cayó de espaldas, provocando un doloroso estruendo que resonó por todo el barrio.
Akane miraba a Yu retorcerse en el suelo, con la araña aún apoderándose de su cara, dio un ligero respingo cuando una mano pálida y fría se posó sobre su hombro.
—¡Mika!—saludó contenta cuando vio al rubio dedicarle una cálida sonrisa. La chica reparó en el pie descalzo y el de él rió.
—Alguien tenía que encargarse—Akane se unió a la pequeña carcajada de Mikaela, mientras Yuichiro se incorporaba de golpe después de haber retirado el huésped de un manotazo. Sintió la cara arder y toda la sangre agolparse en sus mejillas.
Jodida araña del infierno... también Mika se las pagaría más adelante.
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